-Dime Toby, ¿por qué acogiste a ese cachorro?
-Simple, será divertido.
-¿Acaso estás quedando con la madre?
-No, ella está muerta. Solo sé que será divertido tenerlo conmigo por un tiempo.
La respuesta del perro pomerania fue indiferente para el monstruo jefe que esperaba su turno. Pero para Gerson, quien los estaba acompañando mientras degustaba tranquilamente su bebida y los observaba jugar en la mesa de jardín, le fue realmente comprensible. Razón por la cual Asgore necesitaba de él más que nadie, razón por la cual Toby le caía bastante bien más que nadie.
-Ser jugador implica tener tus piezas, prepararlas para el tablero y hacerte ganar. –Continuó hablando el pequeño perro con su característica voz aguda. Moviendo su peón de una manera tan extraña que dejaba la incógnita de cómo era posible que pudiera agarrar las piezas con semejante pata tan cerrada. Para ser un monstruo… solo parecía ser un perro casual que hablaba. –Lesser es mi ficha para esos momentos. ¿Cuál es la tuya?
-¿Dejar que otro se quede con toda la diversión? No gracias. –Mencionó Asgore con algo de apatía con tal sugerencia. –No necesito eso.
-Si no eres un jugador, entonces eres la ficha de alguien más. Masao lo entendía bien. –La simple mención de su archienemigo fue más que suficiente para tener realmente su atención en el tema. –Preparó su as bajo la manga que viene siendo el muchacho, así que no debería de sorprenderte si un día de estos intenta acabar contigo.
-¡Pff! Que lo intente, no tiene nada de él. Con tan sólo verlo pude darme cuenta. –Asgore movió su siguente pieza sin dudarlo. –Solo lo dejé vivo porque Tori me lo pidió, pero bien pude haberle hecho un favor acabando con su miserable vida.
-¿Y qué me dices de… ellas?
Gerson sonrió con tan solo escuchar eso. Si bien él ya sabía la respuesta concreta, le era interesante lo que pudiera contarle directamente a Toby, quien era de los muy pocos que sabían de su existencia y que permanecían con él de manera sumamente discreta para todo ojo y oído posible. Incluso estaba seguro de que ni su esposa pasaba la confianza suficiente para eso, sino fuera por el hecho de necesitar la ayuda maternal suficiente que solo ella podía brindar tras tener conocimiento de sus respectivos pasados.
Las niñas Saito eran demasiado valiosas para Asgore. Tanto, que ni siquiera él era capaz de tenerlas limitadas a permanecer en una vitrina por siempre para no opacar su valor de esa manera. Pero siendo lo suficientemente receloso para atarlas a él, sin importar el precio que conllevaba eso. Razón que nublaba su vista ante lo que Toby trataba de insinuarle con eso. Era evidente que esas niñas serían valiosas también para el pupilo de El Jugador. Y tarde que temprano, haría lo posible por tenerlas de vuelta con tal de que su legado continuara.
En fin, tendría que ser algo a lo que tendría que hacerse cargo después. Tener que limpiar el regadero que su socio dejaba a su paso una vez más, era una de las cosas que le mantenían alerta de todo anticipadamente. No dando lugar a ninguna sorpresa e imprevisto.
-Son un caso diferente. Son su sangre y solo eso. –Aclaró Asgore sin el ánimo de decir algo más al respecto. –También habría conservado a La Narradora.
-¿La esposa?
-Sí, pero se quitó la vida antes de que pudiera detenerle. Asumiendo la derrota de forma estúpida.
-Se llama "seppuku", y para ellos eso es honroso a su manera. –Mencionó Toby con algo de gracia por el hecho de no ser de agrado para el enorme monstruo ante él. –Es una pena que acabaras con Masao. Me divertía mucho cuando estaba presente. Y creo que tú también.
Finalmente Asgore rió con eso, siendo su forma de estar de acuerdo y a la vez no con ello. Gerson comprendía demasiado eso como para mantenerse callado todavía.
-Descuida, pronto podrás divertirte con lo estoy creando. El mejor juego de todos los tiempos. –El monstruo jefe levantó su rey, contemplándolo con una sonrisa afilada. –Yo no necesito de fichas o ases bajo la manga, Toby, porque yo no voy a jugar el mismo juego que todos pretenden. Yo creo el juego, las reglas y sobre todo, elijo quiénes son dignos de ser jugadores. No perderé el tiempo con tontos que no sean capaces de siquiera poder afrontarme directamente.
-¿Y por eso es que me invitaste a jugar hoy? –El perro finalmente entendió, sonriéndole de vuelta mientras esperaba a que Asgore terminara su movimiento. –Quieres que te ayude con tu plan.
Asgore mantuvo su sonrisa a modo de respuesta, no necesitando de más palabras para expresar las razones por las cuales le había elegido a él particularmente para eso. Que si bien Omegle y él eran sus respectivos socios de suma confianza, sus manos derecha e izquierda, estar de su lado precisamente le hacía ante él una cuestión no justa ni nivelada acorde a sus estándares personales. Después de todo, Asgore era un peleador nato, un boxeador amante del regocijo y de los premios a obtener con sus victorias. Pero eso no le hacía un mal perdedor, sino todo lo contrario. La sensación que le producía una posibilidad de perder, aun con todo su inmenso poder, le era emocionante. Ganar con eso presente le causaba una mayor satisfacción que todo lo demás.
Razón por la cual Asgore no necesitaba de seres que sólo sabían trabajar para él. No, necesitaba a alguien sumamente neutral. Alguien que tuvo el poder y regocijo de estar ante la Bestia y ante El jugador a la par. Un analista caótico que sólo deseaba ver hasta qué punto podían llegar las cosas. Sin importar cuál fuese el resultado tras eso.
-De acuerdo, pero tengo una sola condición. –El pequeño perro no tardó mucho en decidirlo. Emitiendo una sonrisa indiferente. –Pase lo que pase, mantendrás a Lesser dentro de tus filas.
-Bien. –Ni siquiera Asgore tuvo intención de saber para qué.
Finalmente Gerson pudo acercarse más a ellos tras semejante señal. Y si bien pudo ser partícipe a su manera, no le fue suficiente para su gusto personal. Incluso Omegle estuvo con ellos poco después, pero tampoco pudo formar parte del todo. La conversación tan solo estaba siendo unilateral entre el jefe y el perro que comprendía su forma de ver las cosas pese a todo. Apreciando el trabajo que había realizado Masao Saito en su momento, pero a su vez contemplando una verdadera oportunidad de algo más en su derrota y ausencia.
Por ello y más, era que Gerson había aprovechado la conversación entre ellos sin sentirse ofendido de que no le permitieran opinar más de la cuenta. Comprendiendo sus respectivas fallas previas, pero siendo su trabajo el hecho de estar al pendiente de ellas. Comprendiendo el porqué tendría que estar preparado para la yakuza dado que Asgore no le importaría el problema que generarían dentro de sus respectivos planes por mucho que esencialmente no fueran una amenaza directa. Teniendo que hacerse cargo él mismo de frenar al muchacho que definitivamente querría hacer algo al respecto. Porque por más discretos que fueran con el hecho de tener a las hermanas Saito consigo, habría fugas inesperadas tarde que temprano. Después de todo, solo eran niños. Y la historia había demostrado ser cargas incontrolables que no medían el impacto de sus actos, pero que se moldeaban por el resto de sus vidas a través del trauma.
Toby Fox tenía razón sobre requerir una pieza jugable para ser un jugador de la vida. Y la pieza que estaría en marcha para él, tenía que ser extremadamente peligrosa a su manera hasta para sí misma. Que su sola presencia bastara para generar una balanza y un extremo caos en las cosas que le rodearan. Que aumentara la diversión dentro del tablero, cambiando los resultados esporádicamente.
Razón por la cual ni Asriel, el heredero mimado, ni la mayor Saito, quien evidentemente tenía un nivel de conciencia de todo, le servían para dar el balance caótico que necesitaba para sus propios planes. Su pieza ganadora definitivamente tenía que ser la hija menor, porque, si había sido la debilidad de Masao Saito al grado de llevarlo a su muerte, por ende también sería la de Asgore si estaba asumiendo y apropiando el papel como la mano que sacudiría al mundo entero. ¿Y qué sería más caótico que una mente carente de conocimiento básico?
-¿Y bien, qué opinas, querida?
Estando finalmente con su esposa y corrido a la molesta líder sindical, Gerson le mostró las cantidades totales de dinero retirado en distintos bancos en distintas locaciones, siendo una evidente llamada de atención sin ser del todo detectable del punto exacto en donde hubiera estado, pero siendo evidente que la razón era precisamente la detención de los Gaster. Siendo la señal suficiente de que ella estaría ahí. Siendo la razón por la cual él debía de estar ahí también.
Frisk había dado su nombre en los cheques, mas no un apellido. Siendo algo que estuvo apunto de ser un documento declinado por carencia de información, a menos claro, que requiriera de su aprobación de su parte. Definitivamente su peón ya estaba al tanto de no ser una Dreemurr y lo que significaba eso en su vida. Estaba al tanto de que él estaba dentro de todo eso y le estaba pidiendo una explicación directa ante un escenario que no daba espacio a las pausas dramáticas. Interesante, entonces era una humana muy acelerada pese a su poca gesticulación emocional.
"Para que requiriera retirar tales cheques en distintos puntos al mismo tiempo, significa que tiene seres haciéndolo por ella". –Gesticuló Alphys con demasiados movimientos de mano, pero no con su rostro que solo tenía ojos para el papel con las cantidades anotadas. –"En el mundo sólo hay dos tipos de seres. Aquellos que se arrodillan y aquellos que hacen que todos se arrodillen ante ellos. Esa humana pareciera que no solo hace que se inclinen ante ella si consiguió seres a su disposición en poco tiempo".
-Es perfecta. Solo una fuerza así es capaz de darle frente, ¿no crees?
"Sé lo que pretendes, pero tampoco funcionará". –Le entregó el pequeño paquete que le había solicitado tras tantas llamadas. –"No está listo".
-De nuevo teniéndome poca fe con eso, ¿eh? –Rió la tortuga mientras tomaba la pequeña caja y la guardaba en su gabardina con cuidado. –De cualquier manera, no rechazaré semejante invitación. Ya le avisé a mis contactos de que estaré presente.
"Llévate contigo a alguno de los pulgosos, al menos".
-Awwww, ¿finalmente muestras preocupación hacia tu esposo? –Se burló.
"No, solo no quiero lidiar con más cosas absurdas".
Gerson solo soltó una risa mientras lentamente salía de su propia oficina. Teniendo en mente que su pequeño peón había avanzado a una casilla que había esperado desde hace tiempo, pero en la forma menos esperada a sus análisis de la situación.
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Ser un asesino mafioso hacía que Sans siempre se imaginara cómo sería su final en cualquier momento. Y si bien no era un modo saludable de vivir, le había ayudado a saber tomar las medidas necesarias para estar un paso adelante de algunas situaciones en las que al menos pudiera mantener a salvo a su familia, sin importar las consecuencias que pudiera detonar su propia muerte. Ya que, a perspectiva suya, cualquier individuo de su familia valía mucho más que él mismo que solo sabía mancharse las manos con la suficiente indolencia para seguir haciéndolo.
No obstante, no había contemplado poder conocer a una persona que mereciera vivir y seguir adelante como nadie en el mundo o el universo que valiera tanto la pena. Una mujer con un temple sin igual, capaz de abrir su corazón a cualquier ser y con la capacidad de perdonar en muchas circunstancias como ningún otro. Alguien que era capaz de hacer de un entorno gris, un lugar lleno de color y luz con tan solo su presencia. Alguien con la capacidad de hacerle sentir que valía la pena vivir con tal de al menos poder contemplarla desde el otro lado de la calle. Alguien que le había aceptado poder estar a su lado sin importar lo que era y no dejaría de ser. Pero que por cuestiones de lo que implicaba su propia vida, no podría cumplir ese sueño conforme se encaminaba lentamente a su juicio final.
Se había sacrificado por ella, por Frisk. Por el futuro que aún podía formar por su cuenta en sus pasos y aun cuando en otros tiempos su prioridad habría sido salvar a su familia. Y si bien su padre y hermano pudieron haberle reprochado por eso, no tardó mucho en saber en su silencio que cualquiera de ellos, incluso la propia Muffet, habrían priorizado su salvación por encima de ellos mismos al saber que ya les había llegado la justicia que bien la tenían merecida de alguna manera. No había arrepentimiento en ello, salvo claro, la sensación de haber querido estar más tiempo.
Incluso desde el infierno, deseaba que ella la pudiera pasar bien.
Teniendo las manos esposadas hacia el frente justo en donde pudieran verlas y con mucha vigilancia a sus costados, la policía los obligó a recorrer el pasillo repleto de periodistas que ya se encontraban más que enlistados anticipadamente para hacer de un total espectáculo su muy próxima ejecución. Imaginándose que la noticia del siguiente día sería la muerte de la familia entera y el aplauso hacia el alcalde que pretendía verse como el héroe que los estaba salvado del crímen constante de la ciudad.
Pero qué desagradable que hubieran terminado así las cosas para ellos. Pero no se comparaba con ver fugazmente a Gerson Boom desde uno de los rincones de forma nada disimulada, esbozando una sonrisa en cuanto sus miradas se cruzaron. Girándose nuevamente hacia el grupo de gente con la que estaba conversando algo que se escapaba de su entendimiento dada la distancia, pero que le era más que suficiente para conocer las influencias tan amplias que siempre había tenido ese señor para que le permitieran estar presente en algo que debía de ser un circuito cerrado por simple lógica y seguridad.
Debió imaginarse que se presentaría a asegurarse de que en efecto terminarían muertos, siendo una molestia menos para el Gran Don. Y por el gruñido que soltó el viejo detrás suyo, opinaba lo mismo sobre el desagrado que era verlo presente en sus últimos momentos y sin poder hacer nada.
Poco después y más adelante, pudieron ver la diminuta figura de la señora Temmie, quien no tuvo la cortesía de verlos directamente en cuanto pasaron relativamente cerca de ella. Siendo tal vez su forma de indicarles que ya no necesitaba nada de ellos y por ende le daba igual ya su final, aunque también, a Sans le había dado la impresión de que estaba atenta a ellos a su manera. No sabía explicarse, pero algo en sus palabras en prisión le había hecho sentir que les había insinuado algo, aunque también pudiera tratarse de un simple berrinche de ella al saber que las cosas no le habían resultado como ella quería.
Un poco más adelante, teniendo parte de la atención de algunos periodistas y políticos presentes, se encontraba el fanfarrón de Mettaton. Teniendo una sonrisa sin igual ante tantos presentes atentos también a él y disfrutando a su manera ese hecho hasta parecer que lo estaba haciendo apropósito para que fueran muchos más los que quisieran escucharle u observarle, aun cuando la presencia de ellos era realmente por los esqueletos que obligaban a desfilar de mala manera y humillante hacia su destino. Aun en circunstancias así, no estaba dispuesto en compartir la atención, ¿eh? Maldita licuadora parlante que no servía para nada mas que para ocasionar problemas. El hecho de que no pudieran ver reflectores de magia a simple vista, pero que aun así no pudieran hacer nada, muy seguramente era culpa suya. Razón por la cual estaban tan confiados varios presentes, estando lo suficientemente cerca para tener un buen ángulo fotográfico para la noticia de mañana.
Y sabiendo que estaría ahí sin poder perderse de la oportunidad, estaba el alcalde. Tan gordo, tan bigotón, tan sonriente que daba pena ajena por lo grotesco que se veía. Respondiendo las preguntas que algunos periodistas le tenían ante su "gran hazaña" de detener a la familia criminal que había estado amenazando la seguridad de la ciudad. No tenía ni qué escucharle para saber que ese era el caso.
Todo el recorrido se trataba de un regocijo ajeno a fin de cuentas. Una completa humillación para ellos. Un final que se suponía que era merecedor para cualquier criminal que atentaba las vidas ajenas, aun cuando habían terminado de ese modo al no poder siquiera sus propias vidas por aquellos que precisamente estaban ahí para juzgarlos. Razón por la cual era mejor poder matarse entre delincuentes, que en manos de ellos. Habría más honor y respeto ser asesinados por las garras del mismo Gran Don, que esta clase de humillación y farándula que les estaban obligando a pasar.
Así al momento de por fin ingresar al establecimiento entre tantos periodistas y fotógrafos, la escolta de policías los obligaron ahora a recorrer el espacioso pasillo que los encaminaba hacia su juicio. Al menos ahí no estaba permitida ninguna clase de cámara ni medio de comunicación, por lo que era un alivio de alguna manera. Un último respiro de alguna manera poder contemplar lo ordenado y elegante que era ese lugar. Incluso estaba decorado con varios floreros repletos de flores amarillas que se le hicieron muy familares y que le hicieron pensar inmediatamente en su bonita, quien le habría gustado poder contemplarlas.
-Sono le dieci. –Susurró el viejo.
Vagamente Sans le iba a responder que se estaba equivocando de hora, pero al comprender que realmente era una indicación de en dónde debía de enfocar su vista, con cierto horror y regocijo al mismo tiempo pudo contemplar a una florista trabajando, colocando lo que parecía ser las últimas flores en el florero vacío que quedaba en esa zona.
Oh no, oh no, oh no… ¡¿Qué demonios hacía ella ahí?!
-Señorita, retírese de una buena vez. –Logró percibir que uno de los trabajadores del lugar le indicaba. –Llegó tarde, así que así déjelo.
-Llegué tarde porque se me contactó tarde. –Comento Frisk con… ¿calma? –No tengo la culpa de eso.
-No sé quien la contrató para esto. No recuerdo que requiriéramos de decoración en este lugar antes.
Sin más, la señorita tomó su canasta con flores y se retiró de ese punto al considerar que había terminado su trabajo de darle color a la zona, no sin antes, dirigirle una mirada hacia los delincuentes que no podían mostrar lo anonadados que estaban de verla precisamente en ese lugar, andando a sus anchas a simple vista de todos ante la pinta de estar solo para hacer su profesión. Fuera de la atención de todo medio de comunicación y vigilancia policiaca por no ser de interés de nada ni nadie. Andando entre las sombras a simple vista de todo y de todos al mismo tiempo.
No recordaba el nombre de esas flores, pero sí el significado que ella le había descrito tras habérselas mandado a través de Papyrus. Por lo que no era una simple coincidencia que ella las estuviera colocando en ese preciso momento en el que estaban pasando. Se estaba comunicando con él sin duda alguna, sabiendo que no podía acercarse a ellos de ningún otro modo y siendo demasiado prudente a su estilo. Aterrándole mucho más ese hecho por no coincidir en su forma de ser y pensar. Aterrándole el mensaje tan directo que le estaba dando con su presencia y sus preciadas flores, por más que su intención fuese calmarle.
"Todo estará bien".
Frisk, su amada Frisk. ¿En qué demonios estaba pensando? ¿Qué no se daba cuenta del problema que pudiera meterse si alguien sabía que ella era "la novia del esqueleto", estando justamente ahí? Verla una vez más antes de su muerte pudiera ser un alivio a su manera, pero en ese estado solo le hizo tener miedo. No podría salvarla esta vez ante tantas limitantes. No podría hacer nada más por ella.
Así que al entrar a plena sala de juicio, no pudo ocultar más sus nervios. Aún más cuando pareció alargarse la situación más de la cuenta pese a que se suponía que todo tenía un horario preciso por cumplir. Aparentemente por el hecho de que la prensa estaba atrasando a quienes debían o querían estar presente.
-Interesante. –Nuevamente susurró el viejo, haciendo que esta vez Sans le observara teniéndolo a lado suyo y notando con sorpresa que estaba sonriendo con algo de malicia. –En verdad interesante.
-¿Qué…?
No pudo terminar su pregunta y ni el viejo responderle, dada la cercanía de la policía que le vigilaba en sus costados de donde los habían puesto frente a toda vista de la sala. Pero notar que estaba acariciando como podía su argolla matrimonial que la policía no había podido quitarle junto con todas las demás pertenencias (tal vez por una cuestión mágica que incluso para él estaba fuera de su conocimiento), le hizo comprender que nada de lo que estaba ocurriendo era una simple coincidencia. Todo parecía estar extrañamente contemplado por alguien más, lo cual le hizo pensar en los personajes tan molestos que le había tocado ver en su recorrido de la humillación, siendo que cualquiera de ellos era capaz de retrasar algo como ello, sin embargo, ninguno tenía la intención de hacerlo al tratarse de casi enemigos. Así que si era algo directo por Frisk… no tenía ni idea de cómo, por más que fuese alguien sorprendente a su manera.
No tenían aliados, no tenían seres que se interesaran lo suficiente para querer ayudarles en una situación como esa. ¿Qué pretendía Frisk por su cuenta entonces, para que aparentemente el viejo sonriera al comprender algo que él no pudo notar?
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-Díganos, Mettaton. ¿Qué opina sobre la detención de la familia Gaster?
-Que es una evidente garantía de las múltiples promesas de nuestro alcalde. –Esbozó su sonrisa patentada número tres, adecuada para esa clase de ocasiones. –Una prueba de que está dispuesto a brindar lo mejor para todos.
Los apuntes y lentes fotográficos no se hicieron esperar ante su respuesta. Después de todo, Metatton sabía meterse en su papel mejor que nadie. Razón por la cual era que sabía ganar perfectamente en todo lo que se proponía. Razón por la cual el señor Gerson, el cual estaba relativamente cerca, ni siquiera podía tocarlo en ese preciso lugar por más que le gustaría aprovechar la oportunidad de alguna manera. Pero no estaba ahí por él definitivamente. Ni tampoco por los Gaster por más lógico que fuese el caso de asegurarse de su ejecución para comunicárselo a su socio.
Sorprendentemente estaba ahí porque Frisk lo había invocado. Invitado de alguna manera.
No tenía ni idea del porqué de la importancia de su presencia, pero si la florista lo consideraba necesario, no tenía otra alternativa que tener que dejarlo pasar por alto en cuanto cumpliera con su palabra de que tendría la seguridad que requería ante la amenaza del monstruo jefe. Así que por más que ambos tuvieran cierta influencia muy cercana hacia el alcalde, quien estaba dentro de todo eso, orquestando el momento, era la chica que estaba organizando todo por un capricho y que en la distancia, le estaba dando la señal de haber terminado con lo suyo. Siendo una florista haciendo su trabajo de decoración ante la vista de todos, siendo realmente que había podido infiltrarse sin atención ninguna gracias a él. Tal y como lo habían planeado hace menos de una hora.
Siedo una florista que estaba ahora dejando a la vista una orquídea roja como si le hubiese sobrado en todo su material, cuando realmente le estaba comunicando en la distancia que ya podía dejar de atrasar a varios presentes con la prensa que él mismo había invocado en poco tiempo con ese objetivo. Siendo que el alcalde creería que estaban ahí por él para abarcar más el contenido, cubriéndose a sí mismo mientras apoyaba discretamente a la mujer de mirada exótica.
Ilusos, ¡nadie podría detener a un equipo tan perfecto como lo eran ellos dos juntos! Algo demasiado sutil, sin necesidad de agresiones ni fuerza bruta. Solo inteligencia andando y dispuesta a ganar sin piedad. Justo el estilo que tanto le gustaba y que aparentemente ella comprendía a la perfección sin necesidad de muchas explicaciones.
Una razón más para que ella estuviera a su lado y no con simples delincuentes que solo sabían matarse los unos a los otros. Pero por desgracia, los malditos esqueletos tenían la suerte de tenerla de su lado. Por lo que dejaría que aprovecharan de esa suerte mientras pudieran. Por lo pronto, disfrutaría del espectáculo. Entrando finalmente a la sala y encaminándose a estar junto al resto del jurado.
-Buenas tardes, señor Mettaton Blook. –Pudo reconocer la voz de mala manera que provenía detrás de él. No obstante, se giró mostrando buena actitud hacia el detective ausente de brazo. –Interesante que usted forme parte del jurado.
-Creo que no hace falta aclarar que fui invitado, ¿o si?
-No, pero solo me da una razón más para querer vigilarlo.
-Que se divierta entonces.
-La diversión no viene con esta profesión, señor Blook. –Por la cara larga y agotada que tenía el detective, le quedaba más que claro eso. –No obstante, parece que lo es para usted. Debe de ser un regocijo contemplar como eliminan a su natural competencia en la batalla del amor.
-Para alguien que dice no saber de diversión, sabe hacer buenos chistes. –Sonrió Mettaton al no querer ponerse en evidencia. El maldito detective no solo le estaba insinuando (aunque a sus alturas ya era una aclaración) sobre la humana que ahora rogaba que no hubiese visto en los alrededores. Sino que parecía estar muy al tanto sobre la situación sentimental que había con el esqueleto. –Para ser un profesional, pareciera que solo se basa en rumores.
-Me baso en intuiciones y conjeturas, pero es indiscutible que el término "amante del esqueleto" no está por nada. Buenas tardes, señor Blook.
Sabía que sólo pretendía molestarlo para evaluarlo más a través de sus expresiones, por lo que no le dio esa apertura que solo lo satisfacería. No obstante, era consciente que darle la espalda para encaminarse a su asiento era suficiente respuesta para el detective. Y peor aún, no pudo concentrarse un buen rato por pensar precisamente en el hecho de si estaba haciendo bien o no en ayudarla a recuperar a los esqueletos. Había decidido que combatiría por ella, pero el camino a tomar no iba a ser sencillo con los Gaster presente. No cuando el maldito comediante era precisamente quien le tenía con constantes amenazas. Así que tenía que admitirlo, lo quería muerto.
Y por estar pensando en ello se había distraído de la llegada del juez, un hombre de edad avanzada y con prendas bastantes largas oscuras, que escuchaba atentamente el caso de todos los crímenes cometidos de la familia esqueleto que pudieron ser comprobadas o que estuvieron en proceso hasta ese momento. Dando espacios para que el jefe de familia dijera una que otra cosa, pero de manera cortante al aparentemente considerar que no había nada más por decir. No obstante, por el tiempo queriendo tratar con él, podía notar que se encontraba distraído o cansado.
-… sin más detalles por aclarar, doy paso a…
-Me opongo.
Frisk se había adentrado al juicio antes del tiempo estipulado. Exclamando una frase que era errónea para momentos así y que bien le pudo haber causado gracia en otro momento, mas no pudiendo expresar nada más al tener que mantenerse discreto por su propio bienestar. El alcalde estaba cerca después de todo, contemplando al igual que el resto a la florista con saco, justamente en el centro.
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Era un buen momento para que lo mataran, o que al menos la tierra intentara tragárselo por los nervios, pensaba Sans sin ser capaz de mostrar emoción alguna por temor a poner en evidencia la presencia de su novia. Pero si tenía que ser realista, no le sorprendía por completo el hecho de que quisiera acudir por él. O peor aún, que pretendiera afrontar a autoridades que sin un movimiento de un dedo podrían encarcelarla también, clasificarla como una delincuente más y ocasionarle severos problemas que Flowey ya le había explicado en su momento. Al cual ahora que lo pensaba, ¿dónde demonios estaba ese maldito sobreprotector cuando realmente se le necesitaba? Desde el incidente del prostíbulo no había sabido nada de él. ¿Acaso…? No, dudaba que fuera el caso, de lo contrario estaría presenciando una Frisk más lastimada emocionalmente.
Lo que estaba contemplando en su lugar, era a su chica estando enojada y dispuesta a desquitarse con lo que tuviera al frente. Si el caso era por él, por la situación o simplemente por todo, era imposible de saberlo por ahora.
-¿Y quién se supone que es usted? –El juez le tuvo la suficiente paciencia.
-Alguien a quien dieron por muerta ante la incompetencia de sus respectivas profesiones. –Era extraño que quisiera presentarse de esa forma. –Y que viene a presentar una solicitud y una queja.
-No a lugar. –Mencionó inmediatamente el juez. –Retírese, señorita.
-Me niego. –Dio un par de pasos al frente para alejarse un poco de aquellos que pretendían jalonearla fuera de ahí a la brevedad. Mostrando el libro que tenía consigo y que no tenía idea de dónde lo había sacado. Pero por lo que podía notarse a simple vista, era un libro de leyes. –Bajo el artículo 66 de Ebott city, donde un ciudadano cercano a los involucrados puede presentarse de forma voluntaria ante la ausencia de un abogado, me presento como la defensa de la familia Gaster.
Las carcajadas se dieron inmediatamente por varios presentes, encabezado por el mismo alcalde que estaba a nada de caerse de su propio asiento si es que no se rompía primero. Sin embargo Frisk se mantuvo seria, con vista hacia el frente en espera de la respuesta del juez, el cual tuvo que pedir orden inmediatamente al golpear una y otra vez con su martillo para llamar la atención de todos.
Tanto Sans como su familia estuvieron estupefactos, por no decir aterrados. ¡¿Ese era su plan?! Si bien pudiera agradecerse el intento y consideración, era demasiado burdo hasta para ellos. Solo se estaba exhibiendo por nada. Ni siquiera valía la pena el intento, pero ver que sus manos no estaban temblando en ningún momento, significaba que en verdad estaba segura de lo que estaba haciendo. En verdad estaba considerando tener las cosas bajo control.
-Denegado, señorita. –Comentó el juez con la misma seriedad, una vez que las risas pudieron opacarse. –Para empezar, solo un ciudadano americano puede hacerlo.
-Soy americana, nací en esta ciudad. Y aparentemente morí en ella también. –Aclaró Frisk inmediatamente, sacando unos papeles que tenía resguardados en el mismo libro y poniéndolos a vista hacia el juez desde su distancia. Por lo que podía alcanzar a notar, se trataba de su acta de nacimiento… y acta de defunción. Definitivamente esos documentos se los había otorgado Grillby. ¿Él también estaba involucrado en esa locura? –Pueden buscar mi tumba junto a la de Masao Saito como referencia.
En aquello no hubo muchas reacciones, salvo aparentemente de aquellos que reconocían el nombre inmediatamente. Notando incluso que el detective manco se había inclinado hacia el frente, como si ello le ayudara a prestar más atención.
-No es momento para presentar su queja sobre un posible error de papeleo. –Pese a todo, el juez se mantuvo sereno. Tomándose las cosas con respeto incluso aunque pareciera ridículo todo. Debía de tratarse de un sujeto que sabía tomarse muy bien su trabajo después de todo. –Además una mujer no puede tomar ese rol, señorita. Denegada su solicitud.
-¿Acaso una mujer no es un ciudadano también? –Frisk arqueó la ceja de forma silenciosamente desafiante. –¿Una mujer no forma parte también como habitante de esta ciudad?
-Las mujeres no votan ni forman parte de esas decisiones. –Se levantó un miembro del gabinete con algo de molestia. –Su labor corresponde a tareas del hogar.
-¿Y acaso una ciudad no es un hogar? ¿Acaso las mujeres no vivimos aquí también? –Frisk ni siquiera se dignó en girarse a verle, dando un paso más al frente. –A esa descripción, o ustedes también se tratan de mujeres porque atienden este enorme hogar que viene siendo la ciudad, o se acepta que estoy completamente capacitada por el hecho de ser una mujer que está atenta a su hogar, la cual es la ciudad en que habito. Lo que me hace una ciudadana, ¿o me equivoco?
Entre todas las protestas que se dieron nuevamente, Sans pudo notar de reojo que su padre había soltado una sutil sonrisa que no pudo cubrirse a tiempo y que tal vez solo Papyrus y él pudieron notar. Lo que le hizo comprender inmediatamente que en verdad estaba teniendo una pizca de esperanza de que pudiera lograr algo con ello, si después de todo, él le había entrenado para ser capaz de hacer algo con su carácter de manera conveniente. Por lo que no cabía duda de que Frisk estaba usando su talento de ser capaz de poner en ridículo a otros a través de la verdad innegable. Ser capaz de defenderse sin dar espacio a que el oponente saliera ganando.
-¡Orden, orden! –El juez golpeó nuevamente con su martillo sobre su base. –Señorita, está ocasionando un alboroto con su presencia no autorizada. Por lo que le pediré una última vez que se retire por cuenta propia, o se le brindará una orden de detención ante el crimen de importunar el proceso de un juicio.
-Aceptaré esa orden, incluso que también quieran matarme de nuevo por mi insistencia. –Admitió Frisk sin mostrarse preocupada por esa amenaza. Haciendo que Sans se riera desde su sitio ante la broma que aparentemente solo él pudo entenderle. –Pero tal y como todos los presentes lo recalcan, soy una mujer. Siendo el caso, ¿qué más pueden perder permitiéndome brevemente este derecho? ¿Qué creen que pueda ocurrir si se me permite poder ser la defensa de estos tres esqueletos?
-¡Nos hace perder el tiempo!
Varios estuvieron de acuerdo con el comentario que exclamó alguien, no obstante, el juez se mantuvo pensativo por unos segundos. Pareciendo que en verdad estaba acudiendo a su curiosidad ante las aparentes lagunas legales que nadie estaba siendo capaz de contradecir en el momento, fuera de una evidente molestia colectiva de la que ya estaba acostumbrado a que pasara cada vez que Frisk hablaba desde su perspectiva.
Era imposible que se le permitiera a monstruos tener un abogado en circunstancias así, aún más tratándose de mafiosos conocidos como ellos cuya detención beneficiaba la imagen del alcalde. Era imposible que se le permitiera a una mujer ser abogada temporal por más que pusiera en evidencia algunas lagunas dentro de los dictámenes. Y sin embargo, el juez le observaba con detenimiento.
-Muy bien, señorita…
-Frisk. Solo Frisk.
-Dígame, señorita Frisk, ¿por qué cree que tiene el derecho de poder protestar a nombre de la familia Gaster?
-Porque soy novia de Sans Gaster.
Las risas y burlas escandalosas no se hicieron esperar, siendo que algunos presentes lo tomaban como algo sumamente gracioso, o algo sumamente ofensivo que requería la suficiente humillación para frenarle en cualquier intento que quisiera continuar. Sin embargo Frisk mantuvo su mirada al frente con total seriedad, sin preocuparle en absoluto lo que otros quisieran opinar al respecto en cuanto aquel sentimiento solo le correspondía a ella y a él como para importarle opiniones ajenas. Tal y como siempre había sido desde que la conocía.
Sans por su parte, no sabía si el dolor inmediato de sus costillas se debía a su corazón acelerado por la emoción que le producía, o porque estaba por sufrir un infarto por el temor. Pero definitivamente no podía quitarle la vista de encima.
-Debe saber muy bien que las relaciones de ese tipo están prohibidas. –Comentó el juez sin tener ningún ánimo de burlarse o enojarse con ello. Siendo demasiado profesional si debía de admitirse. –Por lo que ese argumento no tiene peso en este espacio.
-¿Y eso quién lo decidió? ¿Ustedes? ¿Al igual que decidieron por mi sobre que mi papel es "limpiar mi hogar"? –Nuevamente arqueó la ceja como única expresión dentro de la rudeza de su mirada. –Soy una mujer que asumieron muerta desde hace muchos años, y él es un esqueleto monstruo. ¿Acaso no hay un grado de similitud suficiente acorde a sus reglamentos y falta de coherencia?
Nuevamente estuvieron las risas con eso, pero con menor volúmen ante el cuestionamiento no tan gracioso. Sans simplemente mantuvo su sonrisa ante el comentario de su bonita. Aun en los momentos más tensos, sabía sorprenderle.
-No válido. –Simplemente contestó el juez. –Si no tiene algo que sea de utilidad…
-¿Puede explicarme por qué no es válido? –Le interrumpió.
-Ante varios presentes que pueden atestiguar que usted es humana, –Extrañamente, el juez mostró una muy suave sonrisa ante su respuesta. No parecía ser de burla, sino de genuino reconocimiento por su constante insistencia y atrevimiento. –Esté declarada erróneamente como muerta o no.
-Y también varios presentes pueden atestiguar que soy novia de Sans Gaster. –Frisk remató de vuelta. –De nuevo, está acorde a sus reglamentos y falta de coherencia.
¿Era posible enamorarse aún más de la misma mujer? Porque sino fuera por los reflectores de magia cuya ubicación era impredecible, Sans se habría teletransportado hacia ella inmediatamente solo para besarla.
Que defendiera tanto lo que tenían era hasta cierto punto romántico, sino fuera claro por el hecho de estarse metiendo en problemas sin que esta vez pudiera sacarla de ese apuro. Aunque estuvieran presentes la líder sindical de los trabajadores monstruo o Gerson Boom, quienes estaban al tanto de la situación, evidentemente podrían negarlo todo bajo sus propias conveniencias. No obstante también estaba presente aquel revoltoso reno que ya había tratado de contactarla. ¿Eso sería suficiente? No, no lo sería por tratarse de un monstruo más. Su voz no era suficiente.
-Yo testifico. –Sorpresivamente, quien había alzado la voz no era ningún monstruo. Pero por su uniforme celeste, no era nadie importante. –Su señoría, si se necesita, puedo…
-Usted solo es el conserje, señor. Ni siquiera debería de estar aquí tamp…
-Yo también testifico. –Ahora se puso de pie alguien más.
-Yo soy testigo, su señoría.
-Y yo.
-Testifico también.
Si bien no eran demasiados los que hablaban, llamaban demasiado la atención al ponerse de pie, dispuestos a ser llamados para estar al frente en cuanto se requiriera. Eran completos desconocidos todos, al menos para él. ¿Frisk había planeado eso? No, ella también estaba algo sorprendida, por lo que también rechazaba la posibilidad de haber sido sobornados. No, por la mirada que tenían los humanos que se estaban levantando era casi seguro que estaban teniendo curiosidad también de presenciar algo diferente. Y una vez que era más de uno, tarde que temprano y para bien o para mal, el resto de los presentes sucumbían a la presión o participación social. Llevando al final a aquellos cuya voz daba un peso mucho más grande que muchos de ellos.
-Yo testifico.
Quien se había puesto de pie, generándole un visible malestar al alcalde desde su sitio, pero también a los mismos esqueletos que estaban a la vista de todos, era nada más ni menos que la tortuga vieja que no parecía querer borrar su sonrisa en ningún momento.
-Testifico que la señorita presente tiene un vínculo emocional con uno de los acusados. –Comentó Gerson Boom con algo de gracia en el tono de su voz. –"La novia del esqueleto".
Ante la mención de tal cosa, muchos de los presentes comenzaron a murmurar al aparentemente ser un rumor que se había expandido por más de una región de Ebott city. Y si bien aquello era lo que había querido evitar que ocurriera, para Frisk parecía ser un triunfo que finalmente se llegara a ese punto. Incluso parecía que estaba mirando directamente a los ojos de la tortuga, quien alegremente le devolvía la mirada como si hubiera aceptado un mensaje silencioso. Como si quisieran provocar al otro con el único fin de saber qué pasará después. Y tal vez, eso era lo que precisamente estaban haciendo. Ahora lo iba entendiendo.
Frisk debía de saber de antemano que no podría hacerse nada para evitar su pena de muerte, por lo que estaba recurriendo a la provocación para causar estragos dentro de ellos. Queriendo encontrar una abertura lo suficientemente grande para trabajar en ella y poder escapar, un punto débil en el cual enfocarse. Y por extraño o loco que pareciera, el reptil socio de la bestia de Ebott era la abertura que ella estaba buscando por ser precisamente una figura pública con el acercamiento suficiente hacia el alcalde. Incitándolo a que entrara directamente a su aparente plan y él entrando por el simple hecho de tener la suficiente curiosidad.
Y la única forma de provocarlo a que ingresara a esa locura, era que ella se metiera también. Exponiéndose ante todos y permitiéndole la oportunidad de estar a la par ante una situación que ponía a todos en riesgo sin omisión. Una cuestión justa a su manera.
-Bajo el artículo 66 y por el poder que se me concede, autorizaré la defensa de la familia Gaster en manos de la humana presente. –Hubo varios reclamos por parte de algunos presentes ante eso, pero el juez se mantuvo firme. –Proceda con la defensa, señorita Frisk…
-Solo Frisk. –Enfatizó inmediatamente. Ni alegrándole ni importándole demasiado que fuese una situación extraordinaria el hecho de que le brindaran la oportunidad de hacerlo. Muy seguramente por el hecho de ser algo injusto para ella el hecho de que hubiera requerido de un permiso. –Y en realidad no les quitaré mucho tiempo, señores. Estando ante las personas correctas, los culpo a todos ustedes. Culpo a sus leyes por la situación de vida que han tenido los Gaster.
-Eh, señorita, así no funciona esto…
-Ese es el punto, señor juez. ¡Nada de esto está funcionando! Por culpa de una ley que prioriza a pocos, esta ciudad terminó convirtiendo a un futuro doctor en un criminal más, a un buen músico en un asesino. Por culpa de una ley que limita las opciones de una vida digna, llevó a una familia entera a la constante prostitución. Por culpa de una ley que favorece a los humanos hombres y no de rasgos distintos a sus estándares, es que me encuentro aquí, desesperada y enojada por el hecho de que no me permitan vivir mi vida como cualquier ser libre. Teniendo que requerir el permiso de alguien más para sacar dinero o siquiera para poder hablar aquí. Por lo que, como novia de un monstruo y como ciudadana, demando que la ley deba ser cambiada.
El silencio habría sido sepulcral tras eso, sino fuera por todos los latidos conjuntos que pudieron percibirse minuciosamente en ese largo minuto. Algunos por nerviosismo, otros por emoción. Y uno solo con total enojo que se puso en evidencia inmediatamente.
-¡La ley no se consulta, se aplica! –Exclamó el alcalde poniéndose de pie. Anticipándose a la provocación y rechazando los reclamos del juez por hablar fuera de todo permiso. –¡La ley se respeta!
-Esta ciudad se está perdiendo de múltiples talentos, llevándolos a la desesperación que genera la miseria y opresión, ¿y me dice que no puede consultarse lo que claramente está fallando? –Exclamó Frisk conforme daba pasos hacia el frente, dirigiéndose hacia el alcalde y haciendo resonar sus tacones en todo el lugar pese a la multitud sin permitir que alguien quisiera detenerle. Algo que para cierta sorpresa, no parecía ser el caso. Todos le estaban prestando demasiada atención. –El respeto en un inicio es una mera cortesía, pero es algo que se gana para mantenerse. Y si la ley no respeta a los monstruos, ¿por qué ellos habrían de respetarla? Si la ley no respeta a las mujeres, ¿por qué ellas habrían de respetarla? Si usted no nos respeta, ¿por qué habría de respetarle a usted?
De nuevo estuvieron las exclamaciones, pero esta vez no fueron (en su mayoría) en protesta o desacuerdo. Entendiendo ahora por qué el reno revoltoso estaba ahí, incitando a que la humana ante ellos estaba en lo cierto, siendo que algunos parecían ponerse de ese lado tan catastrófico para los intereses de los otros sujetos importantes que evidentemente estarían en contra inmediatamente.
-Se me explicó cuál viene siendo su trabajo, pero es evidente que lo está haciendo terrible por puro egoísmo. ¿Y aun así pretende mantener el poder de algo que hace mal? –Continuó Frisk, deteniéndose lo más cercano posible a él y sacando lentamente algo del saco. Esperen, ¿acaso era su saco el que tenía puesto? –Usted no quiere paz, quiere comodidad. Y si no está dispuesto a nivelar las oportunidades de vida, entonces no merece una vida pacífica. No merece ciudadanos civilizados ni riquezas sin fin.
-¡Guardias!
Exclamó el alcalde dando un paso hacia atrás ante una posible amenaza. Porque al estar tan cerca con tal gesto, era predecible que pensara que Frisk estaría por sacar un arma. Pero en su lugar, simplemente sacó una flor. Una flor dorada al igual que las que estaban colocadas en gran parte del juicio y pasillo central.
-Evidentemente a usted no le gusta que lo contradigan, pero tampoco tiene manera de responderme. Eso lo hace un incompetente y un cobarde. –Dejo a la vista de todos la flor que estaba sosteniendo, casi como si tuviera intención de entregársela a modo de paz. –Le daré una oportunidad. Cambie las leyes de manera que sean equitativas, o tendré que tomar el único camino que me están dejando y que es el que menos me gusta.
-¡Arrestenla!
-Supongo que ese es un no.
La situación fue tan rápida, que ni siquiera se supo en dónde mirar primero o después. Frisk había dejado caer la flor al suelo, teniendo todavía su brazo al frente de forma recta mientras esperaba a que varios de los policías presentes en efecto fueran hacia ella para detenerla, mirando hacia el alcalde furioso con su presencia ante tantas verdades de su persona. Pero una vez que la flor tocó el suelo, varias enredaderas se manifestaron de manera acelerada y que conectaron inmediatamente con todas las demás flores puestas en el lugar, aumentando su rango de una manera impresionante, pero no impredecible ante la flor más tenebrosa de todas, haciendo acto de presencia inmediatamente tras la puerta trasera. Dejando en visto que aunque quisieran, no habría guardia que pudiera hacer algo al respecto, porque Flowey ya se había hecho cargo gracias a la oportunidad que le había creado la florista, tanto por las conexiones favorables, como el tiempo más que suficiente para poder hacerlo de forma discreta. Siendo que ahora no necesitaba de más ocultamientos ante la señal que había sido la última flor colocada en el suelo.
Sans nunca se había considerado buen ajedrecista por el simple hecho de querer llevarle la contraria al viejo, pero sabía que había presenciado la mejor jugada de todas. Frisk había encaminado a todos justo donde los quería, haciendo que la menospreciaran y que luego le prestaran atención sólo a ella, generándoles malestares que habían generado que bajaran la guardia y sobre todo, poniendo de su lado a quienes le habían dado apertura a lograrlo todavía más. Poniendo todo a su favor en solo un instante, justo como la forma de ser del viejo. El cual, no había parado de sonreír desde hace minutos y de tal forma que ya daba algo de miedo.
-Lo siento mucho por esto. No es personal. –Aclaró Frisk con calma, dirigiéndose hacia el alcalde y algunos guardias que estaban presos de las lianas al no haberla alcanzado a tiempo. Teniendo a Flowey enredado ahora en la mano que había dejado extendida hasta que llegara hacia ella, pero con sus raíces en el suelo para mantener todas las lianas posibles. –Solo es que los quiero de vuelta.
-¡Alto en nombre de la ley!
Un policía joven pelirrojo era el que había exclamado mientras se aproximaba con prisa. Teniendo la suficiente destreza de no estar pisando el suelo ante las lianas presentes saltando entre asientos, pero no siendo suficiente para poder acercarse. Flowey inmediatamente había levantado sus lianas para golpearlo o retenerlo inmediatamente, pero tal parecía que estaban ante un prodigio habilidoso para evitar esa clase de obstáculos.
Sans habría querido poder hacer algo, pero lamentablemente estaba demasiado atado al punto en el que se encontraban. Y por lo que pudo notar inmediatamente, el resto de policías que habían acudido detrás del muchacho lo sabían, porque aprovecharon la oportunidad para llevárselos de ahí ante la distracción. Dejando que la amenaza se encargara del joven valiente que estaba dispuesto a todo con tal de que se cumpliera la misión que ellos tenían como cuerpo policiaco. A toda costa se los llevarían lejos y manteniéndose mucho más alerta ante lo imprevisto que había sido una florista atacándolos de esa manera.
-¡Frisk! ¡Huye de…!
Había gritado con todas sus fuerzas, pero un policía le impidió terminar su oración al obligarle a morder lo que parecía ser una tela enrollada. Colocándola también al resto de su familia ante intentos y forcejeos similares a los suyos.
Si bien Frisk había atendido a su grito, girándose inmediatamente hacia él, la vista tuvo que ser opacada entre ellos ante las lianas de Flowey, quien tuvo que cubrirla de disparos del pelirrojo que le obligaba a que solo le prestara atención a él ahora. Su prioridad después de todo era proteger a Frisk. Y eso lo agradecía infinitamente.
Mientras los llevaban casi arrastrando con prisa, Sans rogaba a lo que sea que estuviera en el cielo presenciado toda esta locura, que le ayudara a Frisk a salir de esta. Agradecía el intento y hasta había sido impresionante de contemplar, pero claramente había fallado en su plan. Lo que le quedaba era huir de la ciudad, y esperaba que la flor se lo hiciera ver antes de que más policías llegaran.
Pero en lugar de un ser piadoso de los cielos que se hubiera imaginado para algo así, terroríficamente pudo ver cómo un enorme perro se encaminaba corriendo hacia el jurado, con puños cerrados dispuestos a romper todo a su paso. Razón que desató mucho más el impulso de los policías en querer huir con ellos en la camioneta. Alejándolos de la humana que había hecho lo posible de liberarlos de un indignante final.
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-¡Insisto en que todavía podemos irnos de esta estupidez! –Exclamó Flowey ante el ruido de las balas rebotando en su barrera de lianas.
-¡Insisto en que no lo haré, Flowey! –Exclamó de vuelta Frisk, temerosa de no poder ver lo que estaba ocurriendo ahora. –¡Se los están llevando!
La flor protestó entre gruñidos, pero se mantuvo firme en protegerla y estar lo mayor atento posible a todo, mientras se evaluaba qué hacer ante la situación que no había salido tan favorable a lo que Frisk había esperado que estuviera. Si bien ya había contemplado un escenario donde varios policías quisieran apuntarle con armas, había esperado que Sans, Papyrus y Don Gaster ya hubieran estado libres de ataduras para esas alturas. ¿Qué había fallado tan rápido? ¿Por qué no podían usar su magia todavía? ¿Y si los mataban más pronto de lo contemplado por su culpa? ¿Y en dónde estaba Muffet? ¿Por qué no estaba con ellos? ¿Cómo le haría para salvar a todos si no estaban juntos?
¿Cómo solucionaría esto si ni siquiera podía moverse ahora?
-Frisk, sé que me dijiste que no matara a nadie, pero esto será imposible si no lo hago. –Mencionó su amigo en poco tiempo. –Si llegan a separarme de mis raíces expuestas…
-Lo sé. –Oprimió los puños con frustración. –Pero a diferencia de las otras veces, ellos son solo personas haciendo su trabajo. Me parezca o no la situación.
Mettaton ya le había advertido que al estar varias figuras públicas en el lugar, resultaría con demasiada protección y seguridad para atender ella sola y sin intenciones de lastimar a alguien, por lo que no debía de ser sorpresa el hecho de que hubieran varios guardaespaldas personales que no habían podido detener al alcance. Pero para ello y más, era que había convocado al señor tortuga. Si él había sido quien le había apoyado precisamente con esa cantidad de dinero y asistido en su auxilio cuando la habían detenido, significaba que también podría hacer mucho más que ello. Más que el hecho de poder nivelar las cosas entre dispustas.
Y como si le hubieran leído el pensamiento, un enorme perro se presentó de un solo salto. Sacudiendo inmediatamente el piso con la fuerza que aparentemente ejercía y haciendo que los policías retrocedieran un solo paso por mero instinto y destanteo del momento. Siendo más que suficiente para que Flowey retomara su postura que le dejaba ver poco y tuviera en alza sus lianas ahora con espinas rojas. Frisk no tenía idea de dónde había salido aquel can, pero definitivamente le recordó al perro que se había presentado en la boda de la familia conejo, siendo igual de pelaje blanco y trajeado, salvo claro, el hecho de que la ropa le quedaba algo apretada por su tamaño tan anormal a lo que conocía.
Y por ese hecho, supo que no era coincidencia. Girándose brevemente hacia la tortuga que le observaba desde su sitio con demasiada calma. Cabeceando a la vez que había sostenido su sombrero para darle la señal que le comunicaba que podía retirarse para hacer lo suyo. Siendo que el perro se encargaría del resto que ahora le estaban apuntando a él y quien no tenía intenciones de ser piadoso con ellos por lo que podía notarse en su fuerte gruñido. Confirmándole lo que la señora Bunny ya le había insinuado que sería el caso, de que él siempre estaba atento a ella de muchas maneras.
-Vamos. –Le indicó a su amigo, dejando que se enredara en su brazo nuevamente para emprender carrera del lado contrario del lugar. –Tenemos menos tiempo de lo que creí.
-¿En dónde tendrán a Muffet?
-No lo sé, no lo sé. Yo… S-solo espero que esté bien.
Ninguno de los dos quiso mencionar abiertamente lo que estaban pensando. Sin saber hacia dónde debían de dirigirse para poder comprobar eso. Siendo que lo único a lo que tuvieran al alcance de momento solo eran los esqueletos y no tenían ni idea ahora de si lograrían alcanzarlos.
Saliendo por lo que parecía una puerta trasera, Flowey tuvo que azotar a un par de guardias más para huir a toda costa. Comprobando a cierta distancia que el señor Holiday estaba cumpliendo su parte de ser un distractor adicional con aquellos que pudieran estar en los alrededores. Siendo que algunos manifestantes que ocasionalmente se presentaban cerca de la iglesia de Snowdin, estaban presentes siendo una barrera complicada para los reporteros y algunos policías que estaban recibiendo la señal más que evidente de que estaban presentándose problemas. Si las enredaderas y flores esparcidas en todo el lugar no eran suficiente indicador de eso, definitivamente lo sería el enorme perro salido de un escondite imposible de imaginarse por ahora.
Y en cuanto pudo llegar a su auto que había dejado estacionado cerca, pisó con fuerza el acelerador una vez que prendió el auto y dejó que Flowey se colocara en su maceta que había dejado junto a su bolsa.
-¿Hacia dónde? –Preguntó su amigo mientras acomodaba mejor sus raíces.
Frisk no respondió al estar demasiado concentrada en el frente. Sabiendo que no necesitaba cuestionarse eso demasiado al ver en dónde estaban colocados precisamente varios policías junto con patrullas. Queriendo ser una barrera más que obvia que tan solo necesitaría dar una vuelta más larga para saltársela.
Don Gaster había tenido razón una vez más. A través del miedo bajaban la guardia a su manera y mostraban aquello que realmente pretendían ocultar. Siendo este caso, le estaban marcando el camino hacia donde llevarían a los Gaster.
Y extrañamente eso le hizo sentirse emocionada por más que estuviera acelerada. Una vez más, justo como una cazadora que había detectado a su presa. Nunca había conducido tan rápido en todo el tiempo que llevaba aprendiendo, pero Papyrus debió advertirle de lo emocionante que era sentir tanto viento y tanta velocidad al mismo tiempo en que se sostenía el volante.
Aunque no conociera los señalamientos que tenían en Waterfall para identificar qué calles eran de sentido contrario o no, se rehusó a detenerse en ningún momento hasta que pudiera dar con el vehículo que le indicara que estaba llevándose a la familia esqueleto. El cual no tardó tanto en dar con él como hubiera creído. Tratándose de una camioneta algo inusual a lo que llevaba conociendo, pero no importándole demasiado al estar dispuesta a acelerar mucho más en cuanto detectó que quien estaba conduciendo aquello, le había detectado que los estaba persiguiendo.
Sabiendo qué tendría que hacer con eso, nuevamente giró el anillo de plata con sus dedos para indicarle a Don Gaster que se preparara. Mientras tanto, Flowey extendió su tallo al comprenderle lo que estaba por hacer. Preparándose para el impacto que pretendía desviar la camioneta y no lográndolo como le hubiese gustado una vez que le dio en una esquina inferior. Pero siendo lo suficiente para que Flowey tuviera el alcance perfecto para tener sus lianas sobre el vehículo contrario.
-¡En nombre de la ley, le exigimos que se detenga! –Exclamó alguien desde el asiento de copiloto de la camioneta. Aparentemente con un megáfono para que fuese tan alto.
Frisk no respondió ante los nervios y la extraña adrenalina que estaba experimentando al mismo tiempo. Teniendo que concentrarse mucho más en el hecho de mantener la misma altura y velocidad del vehículo policiaco para que su amigo comenzara a intentar perforar la puerta inferior que visiblemente había facilitado el ingreso de los delincuentes, pero no funcionando.
-¡Me falta fuerza para esto! –Exclamó Flowey.
Sin pensárselo y a su vez sin poder ver bien por su vista hacia el frente, de su bolsa de tela sacó un par de semillas que por el tacto de sus dedos pudo detectar que eran las apropiadas para ayudarle. Entregándoselas a Flowey para que dejara crecer inmediatamente con su magia el árbol que le daría fuerza suficiente a la puerta para tumbarla finalmente. Teniendo que apartarse un poco para no ser golpeada ni por la puerta de metal ni por el árbol que dejaron caer antes de que creciera mucho más.
Finalmente pudo ver a la familia Gaster, teniendo puestos los extraños uniformes rayados nada elegantes a lo que frecuentaban, y teniendo las manos y pies esposados que claramente les limitaban toda clase de movimiento.
-¡TE ENSEÑÉ A MANEJAR PARA QUE HUYERAS! –Exclamó Papyrus inmediatamente que se vieron directamente. –¡NO PARA QUE VINIERAS EN CASOS ASÍ!
-¡Yo nunca retrocedo!
-¡AGHHH! ¡NO SE PUEDE CONTIGO!
-¡Rápido, usen su magia para estar en el auto!
-No podemos, algo retiene nuestra magia. –Comentó Don Gaster inmediatamente, poniéndose casi al frente como si estuviera evaluando el modo de saltar ante semejante velocidad y distancia no sencilla de mantener por mucho tiempo. –Parece que los reflectores se encuentran en las esposas.
Eso complicaba demasiado las cosas, pensaba Frisk mientras se esforzaba en mantener la velocidad y distancia. Pero tuvo que hacer un giro peligroso en cuanto notó que el copiloto policía había sacado una pistola, apuntándole lo que bien pudo ser a la cabeza, pero solo rompiéndole el vidrio y asiento ante su reflejo. ¿Cuántas balas tendría consigo para seguir así? ¿Tendría más pistolas consigo para esos casos?
-¡Flowey, ayúdalos a pasarse entonces! –Terminó exclamando tras tener que zigzaguear nuevamente ante otro disparo. –¡Haré lo posible por estar cerca!
-¡No! Frisk, te estás arriesgando demasiado. –Exclamó Sans sin poder sostenerse al estar con las manos esposadas. Pero poniéndose a un lado de su padre. –¡Debes irte!
-¡¿Qué?!
-Vete de Ebott City y crea una vida feliz para ti. ¡Aléjate de todo esto!
El malestar que le había dado escuchar eso le hizo instintivamente chocar contra la camioneta nuevamente. Que si bien aquello hubiera empeorado mucho más la situación ante el hecho de que los esqueletos no tenían forma de sostenerse con facilidad, aparentemente había ayudado a que el copiloto dejara caer la pistola que había tenido consigo.
En verdad que tenía ganas de maldecirlo en ese preciso momento, si no fuera por el esfuerzo de salvarlo.
-¿Creiste que solo me quedaría a llorarles por la eternidad, cuando en este momento puedo hacer algo? ¡Cállense de tanta excusa y déjense rescatar! –Exclamó Frisk sin poder ver directamente al esqueleto como para saber qué expresión había hecho. Su enfoque estaba hacia el frente mientras estuviera conduciendo con todas las dificultades. –¡Tú siempre me estás salvando, Sans! Siempre estás ahí para protegerme. ¡Es mi turno de salvarte ahora!
-Pero…
-Si dices que seguirás conmigo hasta que yo quiera lo contrario, entonces acepta mi estupidez de no permitir que te alejen de mí.
En verdad quería despejar la vista del frente para girarse hacia él, sabiendo que esa negación era una constante en él cuando sentía que no merecía nada bueno en su vida. Pero la calle requería más su atención que cualquier expresión que estuviera haciendo. Sin contar que comenzaba a escuchar algunas sirenas aproximándose. Debía de darse prisa.
-Sé que tienes miedo, yo también lo tengo. Pero ya te dije que puedo ser valiente por los dos todas las veces que sean necesarias. –Continuó Frisk mientras lograba pegarse mucho más ahora que estaban recorriendo una calle amplia. –Si eres mi condena, Sans, estoy dispuesta a tomarla y asumir toda consecuencia, por más peligroso o elocuente que sea. Y eso es porque yo tambíen te…
-¡Señorita, debe detener esto ahora o…!
-¡Cállense, idiotas! –Se escuchó un golpe metálico tras eso. –¿Qué no ven que la mujer de mis sueños se me está declarando?
Aquello le hizo soltar una tenue risa, ya sea por el nerviosismo del momento o por el hecho de imaginarse el gesto que había hecho para interrumpir a los guardias con los que estaba jugando carrera, en una competencia que podría llevarlos a la muerte en un descuido. Y por mucho que fuese peligroso de su parte hacerlo en circunstancias así, necesitaba verlo de frente. Necesitaba hacerle entender a Sans lo tan importante que era para su vida, por más que debía de ser suficiente el hecho de cometer tales riesgos a esas alturas.
Así que aprovechando que la vía estaba lo suficientemente despejada, aun cuando fuese un riesgo, tomó la maceta de Flowey y la colocó sobre el acelerador para darle el peso suficiente de no parar. Haciendo que su amigo se pusiera más nervioso al notarlo inmediatamente y tras verle ponerse de pie en el asiento piloto.
-¡ESTÁS LOCA! –Exclamó Papyrus.
-Supongo que eso es parte de estar enamorada.
Sonrió automáticamente por poder decirlo de frente a toda la familia. Queriendo que su novio fuese precisamente quien notara que estaba dispuesta a la misma clase de locuras que él ya hacía desde que le conocía. Siendo que le estaba devolviendo la sonrisa, sabiendo que estaban comprendiendo a la perfección al otro.
Notando finalmente que el padre de familia estaba ahorcando de alguna manera al copiloto con las esposas y Papyrus peleándose de alguna manera con el conductor. Pero enfocándose principalmente en el esqueleto al que necesitaba hacerle entender que era más que consciente que lo que estaba haciendo era romper su promesa, pero que aun así prefería hacerlo a tener que dejar que lo mataran. No obstante, estuvo casi por caerse por un movimiento brusco que le hizo girarse abruptamente hacia su amigo.
-No tengo manos, ¿lo olvidas? –Protestó Flowey mientras tenía sus lianas sobre el volante. –¡Apúrate con tu ridículo discurso!
-Sans, quiero seguir intentando entenderte de todas las formas posibles. Quiero seguir conociéndote por más extraño que me parezcas. –Insistió mientras le sonreía abiertamente. Ya sea por la emoción o por los nervios del peligro, pero alegrándole internamente que él estuviese en las mismas por lo que podía notarle. –Sans Gaster, quiero que sigas siendo mi novio, por favor.
-Awww, ¿cómo negarme si lo estás pidiendo por favor? –Le guiñó una cuenca inmediatamente. –Aunque exageraste a lo grande este rescate, ¿no crees?
-Lo aprendí de ti.
-¡YA TERMINEN CON SU BOBERÍA, POR FAVOR! –Interrumpió Papyrus poniéndose a un lado, teniendo en sus manos lo que parecía ser una palanca de velocidades que recién había logrado arrancar como pudo. –¡FLOWEY!
-Claro, todo lo tengo que hacer yo. Todos son unos idiotas.
Comprendiendo que se requería que nuevamente tomara control del volante, Frisk se sentó y quitó la maceta mientras se preparaba para tener que hacer un giro apresurado una vez que su amigo lograra jalar a los esqueletos hacia el vehículo. Papyrus había logrado desarmar a los policías al frente y Don Gaster le había ayudado hasta el grado de haber dejado inconsciente al copiloto, pero en ello también habían complicado algunas cosas del mismo vehículo y siendo razón más que suficiente para tener que apresurar las cosas. Siendo que el conductor ya no tenía manera de poder detenerlos al preferir salvar su propia vida. Y tal vez en ello le arrojó una mirada molesta al asumir una derrota, pero no pudo saberlo y ni le importó ese hecho.
Flowey había creado lianas lo suficientemente largas para cargarlos, uno por uno, para introducirlos al auto que no había podido frenar en ningún momento. Sans se había colocado en el asiento de copiloto junto a la maceta de Flowey, mientras que Papyrus y Don Gaster estaban en el asiento trasero, dándose cuenta de la escopeta que había dejado ahí desde que Ronnie se la había prestado.
-La traje para ustedes, pero tienen prohibido usarla para matar. –Les indicó mientras los veía de rápido a través del retrovisor.
-¿QUÉ? ¿PERO COMO PRETENDES…? –Comenzó a protestar.
-Mi auto. Mi plan. Mis reglas.
-Sí, yo también le dije que esto sería imposible a su modo. –Flowey estuvo de lado de ellos, pero aun así les lanzó una sonrisa burlona. –¿Pero quién soy yo para estar en contra de la jefa?
-Basta de eso. –Tuvo que disminuir por unos segundos la velocidad para girar y encaminarse hacia otra dirección antes de que las patrullas que se escuchaban a lo lejos les alcanzaran. –¿Dónde está Muffet?
-La separaron de nosotros. –Contestó Don Gaster mientras revisaba cada centímetro de la escopeta en sus manos. –Deben tenerla en el reclusorio femenil.
-¿Y por dónde queda eso?
-Florista, no podremos ir por ella en estas circunstancias. –Levantó su mirada para verla desde el espejo. –Me encargué de prepararla para situaciones como esta, por lo que lo único que debe de hacer es esperar a que pase su condena por su propia seguridad. No corre el mismo riesgo que nosotros.
-No, pero tras esto muy seguramente la forzarán a hablar, viejo. –Se giró Sans hacia él. –Dudo que sean piadosos.
-¡Hay que ir por ella entonces! –Exclamó Flowey molesto.
-Estoy de acuerdo con eso, pero si retrocedemos, la policía nos alcanzará y no se esperarán esta vez para matarnos a todos. –Insistió el señor, dejando de revisar la escopeta con el tacto. –También estoy preocupado, pero la mejor forma de poder salvarla, será no ir por ella hoy.
Frisk oprimió las manos en el volante tras escuchar eso. ¿Qué clase de amiga sería si la dejaba en esas condiciones? Ella había acudido a su rescate en cuanto los perros con hachas se habían presentado ante ella, ¿por qué no podría hacer lo mismo por ella? Tenía su gabardina en cuidado al igual que todos los demás sacos que le habían dado a modo protector, siendo alguien importante para ella también. ¿Por qué no se le ocurría un modo de poder ir tras ella a cambio?
-N-no contemplé un escenario en el que ustedes estuvieran separados. –Terminó admitiendo Frisk con pesar. –Es mi culpa.
-No, florista. Ciertamente te debemos la vida. –Pudo notar por un breve momento una sonrisa de su parte, antes de que se girara hacia el vidrio trasero para apuntar el arma apoyándose con el asiento ante la dificultad de sus manos. –Y bien, ¿cuál es el plan?
-Mantener a todos con vida.
-¿Puedes ser más específica con los detalles?
-Ya presenciaron gran parte de ellos. El resto consiste en mantener alejados a los policías hasta que logremos llegar a Snowdin.
-¡ESTO ES UNA LOCURA!
-No tuve tiempo de hacer algo más elaborado. –Se excusó inmediatamente mientras daba otra vuelta de forma violenta. Había logrado ver una patrulla aproximándose. –Mettaton me hizo el favor de darme más minutos, pero…
-¡¿Negociaste con Mettaton?! –Don Gaster se giró abruptamente con evidente molestia en su mirada. –Te dije que no estabas lista para sujetos como él.
-¡Fue al único que pude acudir de forma directa para esto!
-¿De forma directa? Frisk, ¿qué…? –Comenzó a preguntar Sans.
-Escuchen, sé que las cosas no pintan bien, pero lo único que pido es que confíen en mí, ¿de acuerdo? –Comenzaba a sentir su garganta con molestias ante tanto griterío de su parte. –En verdad tengo miedo de lo que pueda ocurrir de ahora en adelante, pero no se compara con el temor de perderlos a ustedes. Luego les contaré que tanto tuve que hacer, pero por ahora, necesito que hagan lo que les pida.
-Estamos en tus manos, florista.
-LITERALMENTE.
-A mi me tienes de todas las maneras posibles, bonita.
-¿ENSERIO? ¿VAS A ESTAR CON TUS COSAS EN UN MOMENTO COMO ESTE?
La conversación tuvo que parar tras tener que zigzaguear nuevamente ante algunos disparos de una de las patrullas que le estaban alcanzando, aparentemente por un atajo que no conocía o que no tenía previsto. Flowey se preparó inmediatamente para extender sus lianas, pero ante la limitante de la tierra de su maceta, no podría hacer tantas para crear una nueva barrera lo suficientemente resistente. Y si bien estaban algo distanciados para que fuese más sencillo esquivar algunas balas, le preocupó que aun así estuviera la posibilidad de no lograrlo. Ella ya se había comprobado a sí misma que podía curarse con gran velocidad, pero ellos…
-Flowey, plan B. –Soltó sin pensarlo.
Comenzó a disminuir la velocidad mientras poco a poco se orillaba hacia la zona que daba inicio a todo dominio de la flora. Justo donde Grillby le había indicado el camino a tomar y justo donde Flowey no tendría sus limitantes.
-¡Agghhh! Bien. –Aceptó a regañadientes, entendiéndole en el instante. –Pero no me culpes si mato a alguien esta vez.
Sin dar paso a las incógnitas visibles de los esqueletos, frenó de golpe y les indicó con prisa que bajaran del auto. Tomando su bolsa de tela consigo a la vez que tomaba de la mano a su novio para indicarle el camino a seguir, adentrándose al pantano con paso posible tras tener la mayoría los pies encadenados. ¿Cómo podrían quitarse eso luego? ¿Qué no se necesitaban llaves para eso?
-Sans, lo siento por el auto.
-¿Qué?
Aprovechando la suficiente distancia y sin aviso previo, Flowey se había lanzado a sí mismo sobre la tierra cercana para conectar sus raíces en ella. Teniendo control total de la zona a su alcance y pudiendo crear todas las lianas que quisiera al estar incluso en una tierra que se mantenía en un nivel de humedad bastante cómodo para alguien como él. Y si bien tenía la forma de usar su propio poder para detener la situación, Flowey le había dicho que no le sería tan divertido como su propia sugerencia y casi exigencia tras no haberle permitido destruir el saco que llevaba puesto.
-Ruuuun, ruuuuun, ¡BWAHAHAHAHAHAHA!
Tomando el auto lujoso sin cuidado alguno con sus lianas, lo tomó como instrumento para golpear los vehículos que tenían intención de perseguirlos. Teniendo toda intención de detener a todas las patrullas para darle paso libre a retirarse. Chocando con todos y jugando con los mismos como si fuese un niño maquiavélico con juguetes. Y para aquellos que habían logrado zafarse del accidente constante de Flowey, Frisk ya venía preparada para ello. Siendo la razón por la cual había necesitado de la ayuda de Grillby para saber cómo acudir precisamente a ese lugar.
Después de todo, lo que mejor se le daba era saber sobre flores.
-Por aquí. –Les indicó Frisk, teniendo que ser paciente dado el paso corto que tenían que dar los esqueletos con sus limitantes. –El río está cerca.
-¿Y cómo pretendes que lo crucemos estando así, florista?
-Ya estoy en eso.
Una vez llegando, sacó las grandes semillas que había guardado consigo y las arrojó al agua. Sabiendo que éstas crecerían inmediatamente al contacto y teniendo que ser ella quien diera los primeros pasos para indicarle al resto de que no presentaban peligro de cruzar sobre ellas.
Ciertamente, las flores puente eran de las flores más resistentes que existían, pudiendo con mucho peso sobre ellas. Pero también eran de las más sensibles a las cuestiones sonoras, razón por la cual tenía consigo un sartén y cuchara metálica prestadas para que, en cuanto los esqueletos pudieran cruzar el río con cuidado, tener que emitir el ruido incómodo para que se devolvieran de vuelta al agua. Siendo algo que tuvo que hacer al muy poco tiempo de visualizar que había varios guardias persiguiéndolos. Así que tuvo que permitir incluso que las flores apresaran a uno que otro guardia.
Aquello les había dado un poco más de tiempo, pero al ver que definitivamente los esqueletos no podían ir más rápido, tuvo que detenerse una vez que llegaron a la zona que tanto le había gustado en el momento en que Sans la había llevado ahí, pero que lamentablemente tendría que darle mal uso a algo tan hermoso. Dejando que la luz azulada iluminara a la perfección la mirada de desconcierto de algunos al verla apartarse nuevamente.
-Tápense los oídos como puedan y sigan el camino de la luz. Grillby los espera al fondo.
-¿Tú…? –Sans inmediatamente reconoció las flores sobre las que estaban. –Espera, tú dijiste que…
-Estaré bien, sobreviviré. –Se giró al tener que estar atenta. –¡Váyanse ya!
Sans evidentemente no parecía estar de acuerdo y hasta tenía intención de quedarse junto a ella, pero Don Gaster lo jaloneó como pudo al seguir estando sosteniendo la escopeta, y le mencionó algo que Frisk no prestó atención por estar posicionándose sobre las flores moradas. A su vez que estaba atenta en cuanto llegaran al alcance los policías que se le habían escapado a Flowey.
No tenía idea si ciertas cosas de su plan funcionarían a ese punto, considerando que no estaba segura sobre qué limitante pudiera tener su capacidad regenerativa, pero era un riesgo que en verdad estaba dispuesta a cometer si había una verdadera posibilidad de salir airosa de eso. No obstante, eso no significaba que sería inmune al dolor, cosa que la vida citadina ya le había dejado más que en claro.
En cuanto pudo escuchar a los guardias estando lo bastante cerca, se dispuso a jalonear las flores que había logrado reconocer inmediatamente como brotes de mandrágoras. Si bien eran unas plantas curiosas, el daño que producían de muchas maneras serían una verdadera ventaja para ella ahora. Aunque a su vez lamentaba un poco ese hecho, el veneno comenzaba a darle comezón con tan solo el tacto.
-¡Deténgase, señorita!
Frisk habría optado con decirles que lo sentía, pero en cuanto había logrado sacar el primer brote, el llanto incesante fue demasiado paralizante para todos. Haciendo que los policías inmediatamente buscaran taparse los oídos con desesperación y soltando sus armas en el proceso, a lo cual Frisk se esmeró en sacar un brote más como medio preventivo de que definitivamente no pudieran con ello. Las flores eco estando tan cerca, ayudaban mucho más con ese hecho. Razón por la cual había decidido particularmente ese punto para detenerlos finalmente al recordar su momento con Sans ahí. Dándole el motivo suficiente para cometer tal locura que evidentemente le tendría presa también.
Al no poder con tal ruido desesperante, Frisk terminó tumbada en el suelo junto con todos los demás, en busca de cubrirse los oídos como dé lugar pero no funcionando una vez que se hubiese tenido contacto con eso. Cada flor eco repetía constantemente el llanto, y el estar tantas presentes eran más que suficientes para quedar presos en ese punto hasta que los oídos terminaran sangrando. Pero a diferencia de los policías, ella tenía el contacto del veneno en su piel haciendo de las suyas. Haciéndole desear que en verdad pudiera soportar todo eso con suficiente tiempo, o sería una muerte tortuosa pero hermosa de contemplar a su manera.
Sin saber cuánto tiempo llevaban así, las dos mandrágoras a las que le había sacado de su comodidad terminaron siendo conscientes de sus raíces resistentes y comenzaron a correr lejos de ahí. Llevando su terrible llanto a otra parte en donde pudieran enterrarse nuevamente para no ser molestadas. Pero las flores eco en cuanto no tuvieran algo más que producir, seguían emitiendo el sonido desgarrador. A lo cual fue suficiente señal para Frisk, intentando ponerse de pie ante los policías para darles señal de que se retiraran o aquello nunca terminaría bajo su propia mano. Siendo que el mareo a causa del veneno le dificultaba toda clase de movimiento, pero no queriendo reflejarlo de ningún modo.
Así que en cuanto lo logró, los policías entendieron inmediatamente el mensaje e hicieron caso a la petición que no requirió de palabras que no podrían escucharle. Yéndose como pudieran ante tantos problemas y dejando las armas en el sitio al no tener forma de usarlas de cualquier manera. Así que en cuanto la dejaron sola y tras varios segundos de ventaja, Frisk sacó nuevamente el sartén y la cuchara para emitir el suficiente ruido que las flores eco ahora estuvieran replicando. Haciendo que se cayera nuevamente sobre la tierra ante el agotamiento y el aturdimiento de tantas cosas encima.
Sus oídos habían sangrado, pero podía notar que podía escuchar mejor poco a poco, siendo tal vez parte del regeneramiento a su favor. Y en cuanto al veneno… si bien estaba mareada y con hormigueos en la piel, oler la tierra mojada y parte de la naturaleza la mantuvo bastante calmada. Cosa que por alguna razón parecía ayudarle de alguna manera para estar tan bien como pudiera en poco tiempo. ¿Eso tenía sentido?
Terminó dejándose caer al grado de acostarse. El cielo comenzaba a oscurecer, por lo que era un buen momento para contemplar la belleza luminosa de las flores que se habían vuelto sus favoritas. Pero unas pisadas aproximándose no le permitieron poder tomarse un respiro antes de seguir andando. Y en cuanto se giró para ver de quién se trataba, definitivamente tuvo que estar muy alerta.
-Bien hecho, señorita Frisk. Tuvo mi atención. –El señor tortuga le dedicó unos cuantos aplausos conforme se acercaba lo suficiente. No importándole el hecho de poder manchar su ropa elegante en tal lugar. –Es lo que querías, ¿no es así? Que te ayudara.
Frisk no tenía idea de cómo era que el reptil había dado con ella precisamente en ese punto. ¿Acaso la había estado siguiendo? No, se habría dado cuenta de alguna manera en alguna parte del trayecto. ¿Habría estado en alguna patrulla? Flowey se hubiera percatado de eso, ¿cierto?
-Una parte de mi esperaba estar equivocada. –Se sinceró Frisk inmediatamente conforme estaba levantándose con cuidado. Revisando que definitivamente sus manos estaban mejorando. –Gracias, pero no me hace feliz el hecho de acertar.
-Pues felicidades. Te tardaste un poco en darte cuenta de mi presencia contigo, pero mejor ahora que nunca, ¿eh? –El señor tortuga parecía tener intención de ayudarle a levantarse, pero ella se rehusó inmediatamente. –Creo que ninguno de los dos cuenta con mucho tiempo ahora, pero supongo que has de tener cosas por preguntarme.
En el instante pensó en todas sus incógnitas acumuladas en todo su trayecto desde que había puesto un pie en la ciudad. Incluso en todas las dudas que había generado desde su infancia y que precisamente le habían hecho moverse ante un entorno que desconocía por completo. No obstante, tener la oportunidad de tener a la mano algunas respuestas concretas no le agradó para nada. No por el hecho de permanecer todavía en la ignorancia, sino porque no estaba dispuesta a tirar la toalla de esa manera.
Si iba a obtener lo que quería, sería frente a frente ante aquel hombre que le hizo creer que era su padre. No a través de un sujeto al que en primera instancia debía de ser cautelosa.
-"Mantente determinada". –Soltó tras meditarlo un poco. –¿Por qué esas palabras como clave?
-¿Mmhh? De todo lo que pudieras preguntarme, ¿en verdad solo quieres saber eso? –La tortuga no tuvo intención de ocultar su tono burlesco. –Vaya, creí que serías más curiosa a estas alturas.
-Solo responda.
-Bien, bien. Fueron las palabras que te dedicó tu padre. –El reptil ladeó su cabeza suavemente en el instante. –Tu verdadero padre.
-Estuvo ahí. –Concluyó rápidamente.
-Si, estuve presente cuando ocurrió. Tu padre fue un hombre muy intrigante, cosa que aparentemente heredaste. –Comentó con total indiferencia. –Eres una futura líder.
-No, gracias. A mí no me interesa ser responsable de la vida de los demás cuando no tienen intenciones de luchar por ella en primer lugar. Yo solo puedo hacerme cargo de la mía porque soy responsable de mis propias acciones, no la de los demás.
-No, pero puedes inspirar a otros. Puedes manipularlos o puedes empujarlos a cometer algo. Pude verlo hace unos momentos, señorita. Eres de las que pueden mover una nación entera si se lo propone. Pobres de aquellos que se atrevan a ser tus enemigos.
-¿Y usted que vendría siendo? –Atajó inmediatamente.
-Un interesante aliado. Si me lo permites, claro está.
En el instante, el reptil sacó una pequeña caja de su saco y se la arrojó ante la distancia marcada entre ellos. Frisk por un momento iba a apartarse mucho más por mero instinto, pero terminó atrapando la caja y revisando su contenido. ¿Eran pastillas?
-Sé muy bien de tu situación, así que le pedí a mi esposa que realizara eso. –Procedió la tortuga al no obtener palabra de su parte. –No está probado adecuadamente, claro, pero en tu condición dudo que realmente te genere un problema.
-¿A qué… se refiere?
-A tu alteración genética, claro. –La sonrisa de la tortuga pretendía ser de suma empatía, pero Frisk conocía lo suficiente de sonrisas para poder detectar una falsa de inmediato. –Debe ser una molestia para ti no poder ser una humana normal.
Frisk no tenía una respuesta para ello, ya que realmente no tenía un contexto específico de lo que pudiera o no ser un humano normal a ciertos estándares. Tan solo era consciente ahora sobre que no era normal curarse tan rápido, pero no le generaba una molestia como para contemplar como un regalo agradable aquello que le estaban brindando sin más contexto. ¿Cómo podrían unas simples pastillas ayudarle a ser una humana "normal"?
-¿Por qué cree que tomaría esto?
-Porque confiaste en mí para tu plan. En el fondo, sabes que no estoy aquí para hacerte daño.
-No, pero sí está para querer hacerle daño a Asgore Dreemurr, ¿cierto?
La tortuga soltó una carcajada que no fue nada agraciada, mas no tuvo intención de comentarle algo más al respecto. Dejándola ante una incógnita de forma evidente y hasta cierto punto provocativa para incitarle a cuestionar más cosas al respecto. Pero aunque tuviera muchas dudas, se recordó a sí misma que Don Gaster ya le había advertido sobre ese sujeto. Y lo que menos quería por ahora era ocasionar problemas que luego no sabría cómo solucionar de momento.
Tras pocos segundos, Flowey hizo acto de presencia de forma bastante violenta, teniendo sus lianas con espinas a su alrededor para no permitirle acercarse a ella de ningún modo. Siendo que ya habían planificado entre ellos el reunirse en ese punto para retirarse juntos, mas no contemplado que se toparían precisamente ahí a la tortuga a la que había invitado a formar parte de sus planes no comentados con él.
-Descuida, DT-00X, ya estaba por marcharme.
-Flowey. –Aclaró Frisk con molestia. –Su nombre es Flowey.
-Anotado.
Sin importarle siquiera el hecho de que la flor pudiera atacarle, la tortuga se giró y comenzó a caminar a paso lento hacia el camino de donde él había provenido. Sin saber cómo era siquiera que había dado con ella precisamente ahí, pero no queriendo pensar demasiado en ello por ahora conforme comenzaba a dirigirse ella hacia su propio camino.
-¿Eso es lo que te dio? –Preguntó Flowey al momento de terminar enredado en su brazo. Observando la pequeña caja que aun se encontraba abierta. –No las tomarás, ¿verdad?
-No. –Contestó sin pensárselo ni un solo segundo. Cerrándola para no ver más su contenido. –Solo se las daré al único doctor que conozco y que pueda confiarle esto.
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-No puedo creerlo. ¡En verdad lo logró!
Wingdings contempló cómo el señor Fire corría hacia ellos en cuanto pudo visualizarlos llegando al estar cerca de la salida del pantano. Se habían guiado a través de las luces de las flores azuladas tal y como la florista les había indicado, comprendiendo que seguir precisamente la luz les llevaría hacia otro tipo de luz bajo esa lógica. Entendiendo inmediatamente el cómo se había apoyado con el bartender al haber ciertas cosas que definitivamente no habría podido hacer sola.
-¡¿Por qué la ayudaste a cometer esta locura?! –Reprochó Sans inmediatamente
-De nada, idiota.
-Pudo haber sido encerrada por esto, o peor. Pudo haber muerto.
-Ella insistió en ser la única en dar la cara en todo esto, considerando que lo que le quedaba por perder eran ustedes. –Contestó mientras revisaba las esposas que tenían colocadas. Apretando las cadenas de Sans para derretirlas inmediatamente, dándole la libertad de por lo menos no tenerlas juntas. –Además, si no la ayudaba yo con algunas cosas, jamás me lo habría perdonado. En parte es mi culpa que… Bueno…
-La imprudencia de su sobrina fue un enorme inconveniente, definitivamente. –Irrumpió Wingdings antes de que siguiera pretendiendo verse miserable innecesariamente. –Espero que esto haya servido como indicador suficiente sobre prestarle más atención.
-Sí, lo fue. –Comentó sin saber si podría excusarse más o no. Optando inmediatamente con pasar de tema. –Antes de que Frisk regrese, considero conveniente advertirles que Mettaton ingresó a Snowdin por petición y permiso de ella.
-¿QUÉ TANTO SE INVOLUCRÓ EN ESTO?
-Demasiado para mi gusto. –Terminó de derretir las cadenas de Sans de los pies. No pudiendo quitar gran parte, pero siendo más que suficiente para darle total libertad. –Sans, creo que él…
El mencionado no le dio paso a más explicaciones. Corriendo directamente hacia la humana que comenzaba a ser vista en la distancia y no dudando en cargarla y besarla pese a los gritos en protesta de la flor que aún se encontraba enredada en ella. Y si bien en otros tiempos le habría regañado por esa clase de comportamiento, no podía culpar a ese par de jóvenes emocionados de poder reunirse en esas circunstancias, aun cuando tan solo habían estado separados un día, pero siendo algo que pudo volverse eterno para ambos en un simple instante que requirió decisiones precipitadas.
Y mientras el señor Fire ahora se encargaba de derretir sus cadenas, no pudo apartar la vista de ese par de tontos que más que dolores de cabeza, le producían la extraña sensación de sentirse contento con lo que tenían por más que fuese una locura en muchos aspectos. El tonto de su primogénito en verdad estaba aprendiendo el valor de la sensatez y madurez en algunas cosas, y la grosera humana había dejado su máscara inexpresiva para dejar en claro en todos los aspectos la intensidad de sus emociones. Estaban creciendo gracias a la presencia del otro, lo cual le generaba un extraño orgullo que nunca creyó sentir en esa clase de cosas.
Lo había sentido. La humana le había conectado sus emociones como indicadores de que debía de prepararse para sus acciones. Y si tenía que ser sincero consigo mismo, no había logrado comprender en su totalidad sus señales, pero al fin y al cabo ahí estaba la diferencia entre humanos y monstruos después de todo. Algunas emociones simplemente tenían formas distintas entre ellos para siquiera comprenderlo, sin contar que había estado tan acostumbrado a sentir los cálidos sentimientos de su mujer, que estar conectado con alguien tan testaruda, ansiosa y enojona no era nada grato por más que hubiese sido su idea. Pero si tuviera que describir aquello que le había transmitido de algún modo… podría decirse que se había tratado de una mezcla entre furia y alegría en un mismo punto.
-No cabe duda de que dejamos libre a un peligro andante. –Terminó comentando tras no querer ver más a los tórtolos.
-Y esperen a ver lo que hizo con Snowdin mientras estaban ausentes. –El señor de fuego rió un poco tras terminar de separar sus cadenas. Lo cual le hizo querer comprobar si aquello sería suficiente para poder usar su magia y notando en el instante de que no. Aquello que los ataba debía de estar en alguna parte de las esposas, pero era bastante complejo para su mente por ahora. –Creo que estarán aliviados de saber que ella se encargó de que los habitantes estuvieran en calma y protegidos.
No comentó nada de ello, pero definitivamente le hizo contemplar ahora sus manos, las cuales estaban sin sus guantes por culpa de los policías, pero con su argolla intacta que nada en el mundo terrenal podría retirarla en cuanto fuese su voluntad. Sin comprender si realmente era su cansancio lo que no le estaba haciendo analizar la magnitud de lo que aquello implicaría para sus vidas de ahora en adelante, pero entendiendo lo suficiente para concluir que para bien o para mal, su familia había crecido.
La humana los había arrastrado a una nueva oportunidad, pero en respuesta, ellos la habían terminado arrastrado a la vida de un criminal.
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La sala de juicio había terminado en un desastre que fue imposible ocultar a los medios que evidentemente estaban rondando en busca de respuestas, mas no permitiéndoles acercarse en cuanto estuvieran en pleno proceso de revisión que bien podría tardar más horas con tantas plantas encima y semillas que eran bastante pegajosas y que entorpecían las investigaciones. En verdad era como si dentro de todo el espacio amplio y luminoso, estuvieran recorriendo una jungla entre tantas enredaderas que habían quedado esparcidas en varios rincones. Pero no se comparaban con las múltiples flores doradas que se habían hecho cargo de facilitar tales expansiones a lo que Michael pudo apreciar con sus propios ojos. Pareciendo que se habían acoplado al lugar con tanta facilidad que pudo detectar más de un brote surgiendo entre paredes pese al poco tiempo de comenzar a habitar ahí.
Si no fuera por el hecho de que la situación debía de denominarse como un atentado directo, diría que era muy hermoso el lugar con tantas flores encima y la luz del atardecer asomándose entre rincones visibles. Una extraña poesía visual sobre el combate entre el bien y el mal, sobre que nada era lo que parecía en primera instancia. Pero varios de sus compañeros ni jefe estaban de acuerdo, mucho menos el colérico alcalde que no paraba de gritar una y otra vez con cada respuesta que su personal le daba. Entorpeciendo el hecho de que la prensa estaba lo mayor atenta posible desde la distancia apenas permitida, pero no importándole ese hecho al no ser asunto suyo.
-¿Me están diciendo que TODO ESTO, fue ocasionado por una sola persona? –Preguntó el alcalde Pendragon una vez que escuchó a los policías que pudieron regresar por cuenta propia. –¿Una maldita flapper?
-Una flapper florista, señor.
-¡No me importa eso, me importa que la atrapen ahora! –Exclamó cada vez más enojado. –Me dejó como un tonto ante varios votantes.
Y en efecto, la florista lo había dejado como un político incompetene al no poder responderle inmediatamente sus cuestionamientos. Pero no era nada comparado con los policías que estaban hablando con él, siendo que algunos todavía tenían flores gigantes apresando gran parte de su cuerpo y que aún no lograban que se deshicieran de tal obstáculo. Incluso algunos se habían quedado completamente sordos ante el ataque de otras flores pantanosas y que tuvieron que ser llevados a revisión hospitalaria para garantizar que pudieran recuperar el oído próximamente.
Tantos policías presentes, políticos, inversionistas, empresarios, investigadores, y demás profesionistas importantes… fueron detenidos solo con flores. La situación no podía ser más ridícula e insultante.
-Descuide alcalde, por eso no permitiré que los medios de comunicación a mi poder publiquen algo al respecto. –Mencionó Mettaton mientras se acercaba y se quitaba algunas semillas en el proceso. –Aunque hay detalles que me temo que no podrán ser opacados por completo. Véase el destrozo de este lugar, por ejemplo.
-¿Qué? ¿Por qué…?
-Bueno, el hecho de que haya sido una mujer la que hizo todo esto sin armas, podría comunicar que hay un grado de descontrol tan elevado que ni eso puede ser detenido. –Comentó el robot con total indiferencia, pero eso solo hizo que Michael le prestara más atención. Era evidente para él de alguna forma que ya sabía que todo aquello pasaría. Pero no tenía forma de demostrarlo para comentar algo inmediato. –En su lugar puede solo narrarse el hecho de que los Gaster lograron escapar por su cuenta ante el peligro que son, y que no parará hasta detenerlos.
-Muchas gracias, señor Blook. –Comentó el alcalde un poco más calmado al tener por fin una solución presentada. –Al menos sé que cuento con usted.
Aquello último era evidente que era por Gerson Boom, quien ya había tenido pistas de no ser cualquier sujeto y ahora tenía lo suficiente para por fin abrir una carpeta de investigación hacia su ser. Y el hecho de que había parecido estar colaborando con la florista… No sabía si realmente había sido una casualidad o una espontaneidad, pero era un hecho de que había querido ayudarle por alguna razón que todavía se le escapaba de las manos.
No queriendo agobiarse tanto con eso por ahora, se apartó lo suficiente para seguir evaluando el lugar en busca de alguna pista fuera de lo normal. Pero al ver al juez, quien había sido víctima también de las lianas que aprisionaron a todos los presentes durante el juicio, quiso asegurarse de que en definitiva se encontraba bien por más que los paramédicos ya lo habían analizado por su avanzada edad. Y en efecto se encontraba tan bien que hasta se le contemplaba arrancando algunas flores para llevarse a casa.
-¿Por qué le permitió estar al frente? –Le preguntó el detective con algo de discreción para cualquier curioso cercano. –¿Por qué darle paso si es su trabajo que la ley se respete?
-¿Por qué no la detuviste si tu trabajo es detener esa clase de gente? Ambos estuvimos en lo mismo, Michael. –Respondió el juez con total calma. En verdad disfrutando del lugar como si estuviera recorriendo un campo florido en un día pacífico. Sin importarle que realmente se trataba de su zona de trabajo al que le habían faltado al respeto completamente. –Me parece que tendrás mucho trabajo también con ella de ahora en adelante.
-Eso me temo.
-Bueno, supongo que serán otras vacaciones familiares sin ti. –Su sonrisa fue de completa resignación. Pero acto seguido le pasó un pequeño libro de forma discreta para que ningún otro se percatara de ello. –Pero tal vez esto te ayude a agilizar tu trabajo. Lo dejó tirado cerca de mí en cuanto huyó.
El detective actuó como si no le diese importancia ante posibles miradas curiosas, pero en primera instancia parecía ser un libro retirado de una biblioteca. Un libro sobre leyes básicas de la ciudad que sin duda alguna le ayudaron a la florista saber qué decir, por más que no fuese información actualizada.
-Gracias, padre.
-Por favor, cuídate.
Retirándose finalmente del lugar al no requerirse más de él, Michael se apartó en lado contrario para poder revisarlo con cuidado en caso de que requiriera obtener algo de ello en ese mismo sitio. Notando inmediatamente que la florista había dejado en ello su acta de nacimiento y acta de defunción en conjunto. Comprobando que definitivamente era la misma persona y coincidiendo perfectamente con la otra acta de defunción que tenía en su pared repleta de investigaciones sobre el monstruo más temido de todos los tiempos y el causante de la ausencia de su brazo.
-¿Por qué la chica quiso abogar si de cualquier manera iba a hacer este destrozo? –Preguntó el muchacho pelirrojo que estaba a su cargo. Acercándose tras no tener nada más que hacer pese a que debía de descansar por su hazaña. –No tiene sentido.
-Lo hizo como distracción para tomar tiempo. –Mencionó sin girarse directamente. Teniendo su atención los documentos consigo. –Pero creo que también fue un mensaje para nosotros. Una advertencia.
-¿De qué?
Michael no tuvo una respuesta concreta para eso. La chica había dejado en claro que estaba disgustada por falta de libertades de lo que ella precisamente quería para ella y su pareja. Pero también había mencionado sobre la falta de sentido común dentro de varios dictámenes, que simplemente no le parecía justo que se trataran de mantener cuando producían falta de oportunidades para otros. Y por bien o mal que fuese sus acciones… no eran tan descabelladas sus observaciones. Siendo tal vez la razón por la cual el juez le había dado pase a hablar aprovechando que el alcalde en persona había estado para escucharle. Siendo tal vez la razón por la cual ahora tenían trabajo acumulado manteniendo alejados a algunos manifestantes junto con algunos periodistas que no pasaban desapercibido ese hecho.
Por más que el señor Mettaton quisiera aparentar el papel de amigo del alcalde, varias figuras importantes habían podido presenciar aquello y divulgado a su manera lo ocurrido. Llegando a oídos opositores y queriendo opinar de igual manera sobre algunas injusticias percibidas. Y no era tonto, algo tuvo que ver el mismo robot dentro de eso también. Él trabajaba para un periódico también, después de todo. Y no había recibido ningún anuncio de cubrir algo al respecto todavía. Así que definitivamente tenía mucho trabajo por hacer en su búsqueda de detener a la gran bestia que amenazaba todo bienestar en la ciudad, y todo lo que conectara con él.
Definitivamente tendrá que prestarle atención a la flapper florista que amenazaba con sembrar un nuevo tipo de caos en la ciudad.
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He aquí una autora gritando como loca por llegar finalmente a esta parte. Por lo que no diré nada más por ahora para no romper con la emoción y tensión de esto.
¡Michi fuera!
:D
