Don Gaster sabía que debía de estar sumamente alerta a todo más que nunca, ahora que su familia estaba en la mira de todo tras el escape de prisión. Y si bien debía de admitir en sus adentros que más que aterrado por ese hecho, estaba emocionado con la oportunidad que se le presentaba para seguir respirando y ver crecer a sus hijos ante un posible imperio por crear con un miembro tan particular como lo era la florista, sabía que no podía darse por satisfecho todavía ante el inconveniente de que no había sido una escapada triunfal en cuanto le faltara una figura más que, para bien o para mal, formaba parte de su entorno que debía de proteger.
Una chica que solo le había dado dolores de cabeza desde que cometió un error que no pudo ver a tiempo, pero que tampoco podía dejar de preocuparle al ser su responsabilidad directa.
Muffet era muchas cosas, pero no una desobediente. Y aun así, pareciera estar con ese comportamiento recientemente que ya se estaba convirtiendo en un problema en crecimiento. Descuidando la vigilancia en la frontera y permitiendo que la élite asesina de Dreemurr ingresara a hacer de las suyas sin consecuencia alguna, dejando expuesto a Snowdin sin ningún Gaster que pudiera defenderlo, huyendo de la prisión de forma estrepitosa pese a su entrenamiento previo… ¿Qué demonios le estaba pasando por la mente a esa mujer para que terminara tomando tales insolencias?
No hacía falta que pensara demasiado para saber que se encontraba resguardada en su departamento que le había comprado en su momento, aunque aquello presentaba el problema de que fuese fácil de rastrear para cualquiera que quisiera dar con ella. Y tal vez, eso era lo que Muffet precisamente quería. Dispuesta a exponerse a ese peligro, pero con sus propios términos en que tuviera una ventaja fuera de reglas ajenas. Queriendo que él en persona se presentara ante ella sin correr más riesgos severos, todo con tal de cumplirse un capricho que siempre le dejaba en claro que no estaba ni estaría para eso.
Pensar aquello solo le detonó incomodidad a la luz ante la amenaza de una migraña dado el desvelo. ¿Para eso escapó de prisión, aun bajo sus indicaciones que tenía para esos casos? Eso podía tomarlo como un estúpido berrinche y no estaba en disposición de atender tal cosa. Y menos cuando lo que menos quería por ahora, era separarse de Snowdin.
Contemplando cómo el sol comenzaba a asomarse en el horizonte repleto de edificios, desapareció del techo en donde se había quedado vigilando el barrio que no estaba dispuesto a ceder a nadie. Teletransportándose directamente a su casa, queriendo al menos, dormir un par de horas sabiendo que nadie se levantaba tan temprano como para iniciar el día el resto de los habitantes de la casa. Pero notando de inmediato que tanto la florista como su primogénito, yacían dormidos abrazados en el sofá grande de la sala, aun cuando ambos estaban advertidos de no hacer esa clase de cosas impúdicas bajo su propio techo. No obstante, se limitó a gruñir en sus adentros y colocarles una cobija con cuidado con su magia. Ya luego les regañaría por eso.
Pero al momento de subir las escaleras, notó que su oficina se encontraba abierta, aun cuando sabían todos en la casa que aquel lugar sólo él podía hacer uso de él a menos que requiriera específicamente que otros hicieran algo al respecto con una invitación suya de su parte. Así que al ver de inmediato que se trataba de la flor parlante, no le sorprendió tal insolencia. Aunque por la forma en la que contemplaba la foto de su esposa, parecía que le había estado esperando desde hace horas con cierto aburrimiento que no le competía en absoluto.
-Dígame, Don Gaster, ¿qué cree que pensaría su esposa de todo lo que ha cometido tras su partida? –La flor ni siquiera parecía querer tener tacto alguno, aunque tampoco aquello le era una sorpresa, sino una molestia cuyo cansancio amenazaba con no tolerarlo de inmediato. No permitía que nadie tocara su foto, y la hierba meneaba levemente el marco con su liana. –¿Podría amarle, aun sabiendo de sus fechorías? ¿Podría seguirle sonriendo de esta manera?
-Si tienes algo por decirme, que sea sin rodeos, planta. –Soltó mientras permanecía en la mera entrada, queriendo en verdad dormir un poco. –Que seas importante para la florista no implica que no vaya a hacerte algo.
-Lo sabe ya, ¿cierto? –Wingdings no tuvo que pensar demasiado para saber a qué se refería. –Por supuesto que ya sabe que Muffet escapó, pero no tiene intención de ir con ella siquiera para saber cómo está, ¿cierto?
-Yo no atiendo caprichos.
-¿Capricho? Ella estaba aterrada de que usted hubiese muerto en todo este tiempo. –La flor tuvo la cortesía de no elevar tanto su voz, pero algo le decía que tal consideración no iba para él. –Entiéndalo, Muffet está enamorada de usted. Tal vez eso me parezca una idiotez, y aún más tratándose de usted, pero es un hecho por aceptar.
-¿Y qué es lo que pretendes ahora, planta? ¿Que le corresponda?
-Por supuesto que no, Muffet es mucha mujer para usted. –Wingdings se hizo una idea fugaz de lo que estaba pasando, mas no fue ni capaz de permitirle a su mente esa clase de conjeturas por lo inverosímil que sería que ese fuese el caso. Atribuyéndole a su cansancio el hecho de que siquiera pensara en eso. –Pero el hecho de que le haga tanto daño, siendo consciente de eso, es lo que me asquea de usted.
Podría ignorarlo y simplemente dirigirse a su recámara, pero no podía pasar por alto que en definitiva quería hablar personalmente con él, y aquello le daba suficiente curiosidad para permanecer despierto todo el día con tal de saber qué demonios le estaba pasando a la flor parlante que se suponía que no tenía capacidad alguna de emitir ninguna clase de sentimientos. Ya había percibido algo de ello cuando no había querido apartarse de Muffet mientras la curaba, sabiendo que le echaría la culpa de todo ante el riesgo que había sido cometer la estupidez de tomar la energía de quien fácilmente pudo perecer en ese intento y grado de debilidad. No obstante, en verdad se había contenido. En verdad sabía ser muy selectivo en quiénes los consideraba dignos de cuidar y no. ¿Por qué? ¿Cómo es que algo que había sido creado sin alma, era capaz de comprender más allá de simples tecnicismos de lo que era estar genuinamente preocupado por alguien?
Así que sin cuestionarlo tanto, se sentó en su silla tras emparejar la puerta con cuidado. Sabiendo que la conversación podría ir para largo que alcanzaría los despertares de los demás. Siendo seguramente la razón por la cual la flor se contenía de gritarle de primera instancia.
-Es una insensatez lo que hizo Muffet, pero aún así, confío en que estará bien y que comprende la importancia de varias acciones a pesar de sus arrebatos recientes. –Comentó a la vez que tomaba la fotografía de su esposa para que dejara de jugar con ella. Siendo la única piedad y oportunidad que le daría de comportarse. –Sabe que tiene las puertas abiertas en esta casa, después de todo. No hace falta esa clase de actitud de su parte.
-Se comporta como cualquiera que estaría desesperado por una muestra de afecto.
-El afecto que ella quiere, es claro que yo no se lo brindaré.
-Usted la nombró alguna vez como la futura señora Gaster, ¿no es así? ¿Cómo quiere que borre de su mente una promesa que usted le hizo? –La flor estiró su tallo, queriendo verse amenazante ante él. –¿Cómo quiere que ponga a un lado el hecho de que todos ustedes la consideraron parte de su familia y luego la desecharon cuando expresó lo que sentía? ¿Cómo saber que no le harán lo mismo a Frisk?
-Es dife…
-¡No! ¡No lo es! ¿Tienen idea de lo que podría ocurrir si la lastiman con eso? ¿Tienen idea de lo importante que es para ella el formar parte de una familia? ¡Fue su razón de venir a esta ciudad, maldita sea! –Wingdings despertó en definitiva con todo eso. Teniendo que admitir estar sorprendido en sus adentros ante el hecho de contemplar total preocupación de su parte. Ya no era solo egoísmo de su parte de resguardar a quien podía tratar sus pétalos. –Todos ustedes la maltrataron, le amenazaron de muerte y le hicieron perder todo. ¿Y solo porque uno de ustedes está colado por ella, ahora resulta que es parte de su familia y borrón y cuenta nueva? Frisk no es una mascota, ni un sujeto de pruebas ni un juguete. Merece algo mucho mejor que un puñado de malhechores que solo saben cometer estupideces al grado de condenar a cualquiera que se encariña con ustedes.
El esqueleto le escuchó atentamente, sabiendo que parte de sus exclamaciones podrían haber despertado a alguien pese al emparejamiento de la puerta. Así que siendo consciente de que le quedaba menos tiempo de lo contemplado, se limitó en respirar profundo antes de seguir hablando.
-Por primera vez, creo que podemos estar de acuerdo en algo, planta. –Recargó sus codos sobre el escritorio. –Somos unos malditos que le hicieron pasar varios ratos malos, pero ahora, queremos que forme parte de nuestras vidas por distintas razones. Somos unos malévolos egoístas.
-¡Exacto!
-Y por más absurdo que parezca la situación… hablo por todos de que Frisk resultó una bendición que sería más perverso no agradecer. –Se sinceró de inmediato, queriendo dejar en claro su punto ahora que todo el embrollo que no le dejaba descansar, era precisamente una preocupación que dejaría para luego comprender el por qué de su razón. –Así que dime, planta. Considerando que tú formas parte de su vida, ¿cómo quieres formar parte de la nuestra?
-¿Qué? –Ahora fue la planta la que cayó al desconcierto. –¿Qué le hace pensar que yo quiero algo que ver con alguno de ustedes?
-Al principio creía que solo eras una flor convenenciera de tener a una florista dedicada al alcance por supervivencia. Pero me es evidente ahora que no es el caso… por más idiotez que parezca. –Enfatizó en sus últimas palabras para devolvérsela con prudencia. –El tema familiar no es solo una prioridad para ella, sino también para ti. O de lo contrario, ¿por qué te preocupa tanto como para querer hablar conmigo sobre esto?
La flor encogió su tallo levemente, no mostrando alguna emoción en lo que venía siendo toda su corola, pero dejando un aire en el ambiente que podría considerarse tenso por llegar a ese punto de la conversación. Interesante, la flor sí tenía una debilidad después de todo. Aunque ya no era algo que le importara ni le sirviera nunca más. ¿Pero qué era lo que estaba detonando que presentara semejantes arrebatos sin más? Era un pregunta que no podría responderse lamentablemente, no sin acercarse a los creadores y eso era algo descartado inmediatamente por él y su sentido común.
-A mí me da igual todo. –Resopló la flor girándose lentamente. –No existo para esa clase de cosas.
-¿Flowey? –Una voz hizo acto de presencia al grado de terminar asomándose con cautela. Sabía que ella sería la primera en despertarse. –Ya volviste, me alegro.
Mientras masajeaba lentamente sus sienes, contempló con cautela la escena de la florista acariciando con cariño a la flor que apenas y se limitaba en responderle una que otra cosa. Qué extraño, ¿había visto la forma de comunicarse primero con él antes que con ella? ¿Siquiera había visto que su hijo se quedó dormido con ella y no había hecho algo para separarlos? Tal parecía que era selectivo en más cosas, pero no sabía qué hacer con tal información de momento. No con todo encima que le imploraba cerrar sus cuencas por lo menos por un momento. Y tal parecía que Frisk estaba de alguna manera atenta a eso.
-Le duele la cabeza. –No era una pregunta de su parte. –Le traeré agua.
La humana había salido con cierta prisa, tal vez notando que en efecto estaba con un dolor de cabeza que enserio quería permanecer encerrado en soledad, pero aún así la flor insistió en hablar con él antes de que ella regresara. No importándole en absoluto su necesidad y tampoco sorprendiéndole ese hecho.
-Papyrus la llamó su hermana, usted la llamó su nuera. Pero sé muy bien que también le tuvieron términos similares a Muffet en su momento y la tratan peor que la mierda en el presente. –Nuevamente moderó el tono de su voz para que nadie se enterara de la conversación. –Frisk podrá ser muy directa con algunas cosas, pero le aseguro que se atormenta con aquellas que no expresa. Si pretenden solo usarla como lo hicieron con Muffet, le aseguro que no habrá rincón en Ebott city que podrán esconderse de mí.
-Y yo te aseguro que estás subestimando la capacidad de ambas con tu sobreprotección.
-Pues bien, entonces dígame. ¿Muffet qué viene siendo realmente para usted?
No pudo dar una respuesta inmediata dado el regreso de Frisk al lugar, aunque aquello había resultado un rescate de alguna manera al no tener precisamente un adjetivo para ella, fuera de ser una aliada a favor suyo. Una aliada de la que tenía que atender gran parte de sus necesidades al no tener a nadie más en el mundo, al igual que como lo hacía con sus seguidores carentes de recuerdos de una vida anterior a la convivencia con él.
-Agua para ti, Flowey. –La florista vació un vaso de agua sobre la tierra de la planta, dándole igual ese hecho sin mencionar una palabra. –Y para usted, señor.
Le tendió una taza blanca que no reconoció que fuera parte de su vajilla regular. Y de hecho, no le costó darse cuenta que definitivamente no era algo que estuviera en su casa en algún momento por más que se pusiera los lentes por ese breve momento para apreciar el texto que la taza contenía. Y si bien aquello había estado demás de su parte, el simple hecho de contemplar la pieza ameritaba que no le estuviera jugando una mala pasada su cabeza repleta de dolores e incomodidades.
-La otra vez me reclamó por haber roto su taza, así que hace días le había comprado esta para reponer la pasada. –Aclaró Frisk ante el silencio inmediato que fue de su parte, sin darle siquiera un sorbo a la bebida cristalina por no creer lo que estaba sosteniendo. –Y bueno… no pude encontrar una que se le pareciera a la anterior, así que opté por ésta, ya que… bueno, usted es un papá, ¿no?
"Qué tonta", fue lo primero que pensó ante tal explicación, pero aun así, no podía apartar la vista de la taza que le estaba regalando cuya descripción torpe de tienda de regalos común le dictaba como el "papá número uno" sin siquiera saberlo. Tuvo que desviar su mirada al no poder contenerse a tiempo para aparentar lo contrario y mantener su reputación, pero aún así no le fue suficiente por más que se cubriera los dientes con ambas manos tras dejar la taza sobre su escritorio con prisa. Terminando en una larga carcajada que resonó entre las cuatro paredes que muy seguramente no fueron capaces de contener ese secreto con discreción. Y mucho menos ahora que se encontraba la puerta abierta tras su llegada con el agua.
-¿Se está burlando de mí? –La florista arqueó su ceja sin saber cómo reaccionar. –¿O es que no le gustó?
No pudo responderle al seguirse riendo de la situación, siéndole una extraña sensación que parecía que habían pasado milenios desde que había tenido una reacción como esa. Incluso doliéndole las costillas por el sobre esfuerzo de querer retomar la compostura y no pudiendo por cada vez que veía su taza ridícula de bajo presupuesto. Llamando demasiado la atención al grado de que finalmente sus hijos despertaron y se asomaron por la puerta, sin dar crédito a lo que observaban por lo que indicaban sus cuencas oscuras y mandíbulas abiertas. Perdiendo así la oportunidad de desaparecerse para que nadie más le viese de ese modo vergonzoso para después.
-¿Qué demonios…? –Soltó Sans completamente despierto ante lo que veía. –Esto es signo de que el fin del mundo llegó.
-LA PRIMER SEÑAL DEL APOCALIPSIS. –Le continuó Papyrus sin atreverse a entrar a la oficina con dramatismo de un temor injustificado. –NO HAY ESCAPATORIA.
-¿Qué es un apocalipsis? –Preguntó Frisk sin saber a qué enfocarse ahora.
Wingdings tuvo que respirar profundamente para calmarse, queriendo verse firme como siempre, pero no lográndolo del todo ante la sensación agobiante de estar relajado. Incluso era consciente de que la curvatura de su sonrisa lo delataba lo suficiente para saber que seguía con lo mismo. Pero al menos, todo eso le había hecho dejar atrás todo malestar que había tenido minutos antes, para sustituirlo con un leve mareo que podría corregir con más facilidad.
-Ya que todos están despiertos, vayan preparando la mesa. –Carraspeó un poco para corregir su propio tono de voz. –El desayuno dará inicio a las ocho para hablar de nuestros pendientes.
-YYYYYY VOLVIÓ.
-Falsa alarma, el mundo está a salvo todavía. –Comentó Sans con cierto tono de burla. –Y yo que creí que podría ahorrarme trabajo.
-Callados los dos y adelante. Y Frisk. –La chica que se estaba apartando lentamente, se detuvo en el acto. –Gracias.
La florista se limitó a cabecear a modo de mensaje recibido, emitiendo una tenue sonrisa mientras se llevaba a la flor consigo que no le apartó la vista hasta que ya no pudo más. La cual, había cambiado su semblante irritado por completo para terminar con una mirada de indiferencia tras su inusual arrebato. Tal vez sacando sus propias conclusiones que no compartiría con él.
Dejándolo finalmente solo, pero ahora con carencia de sueño tras todo lo ocurrido y dando un trago finalmente que le sentó bastante bien a lo que había creído. Contemplando una vez más el regalo sin poder dar crédito de tener una tontería como esa en su mano, pero siendo el regalo que no sabía que había necesitado en mucho tiempo.
-Mira esto, querida. –Mostró la taza a la fotografía, cuya sonrisa angelical siempre le calmaba y ahora sentía que finalmente podía devolverle la alegría reflejada. –Mientras que nuestros hijos se niegan a volver a considerarme su padre, nuestra nuera me regala esto. Que locura, ¿no crees?
Pero al mencionar eso, cayó en cuenta de las palabras de la flor. Dándose cuenta de que si bien la florista había estado en lo cierto de que podía merecer la felicidad si se la permitía, no le exentaba de sus errores que debía de corregir a toda costa si quería ser merecedor de dicha felicidad que no había sentido en mucho tiempo.
Además, ya no era algo que pudiera seguir posponiendo al grado de volverse un problema cada vez mayor.
Era tiempo de hablar seriamente con Muffet.
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.
Sabía que era posible y que le causaría temor sin cuestionamientos, pero Undyne nunca creyó ver enojado a Asgore en algún momento de su vida. No cuando estaba acostumbrada a su risa sarcástica, aire confiado y actitud déspota hasta cierto punto. Por lo que solo se dedicó en tratar de concentrarse en su plato con tal de no reflejar lo nerviosa que estaba ante él o ante su equipo que había sido citado inmediatamente al momento de contarle lo que sabía sobre aquella humana de rasgos asiáticos. Y ciertamente, cada palabra dicha de su parte pareciera que le había acuchillado con algo que le era imposible de comprender, dado que esta vez ahora había dejado que en verdad alguien más preparara la comida cuando parecía que a él le gustaba la independencia al respecto.
Tal parecía que se había equivocado en la conjetura de que Asgore ya había estado al tanto de la yakuza y estaba previniendo cualquier ataque al respecto. O de lo contrario, no podía explicarse cómo era que el tema le estuviera molestando tanto conforme cada quien hablaba de lo que sabía sobre ella.
-Hace unos meses, algunos monstruos testificaron a Sans Gaster salvando a una humana de rasgos asiáticos que acompañaba a Mettaton a su propia fiesta de recaudación de fondos. –Comenzó a hablar Lesser, teniendo varios apuntes consigo como apoyo. Casi podría apostar que se había dedicado toda la noche a acumular cada detalle en escrito con tal de verse más útil que todos los demás que rodaban los ojos con evidente enfado. –Aquella velada no solo mató a miembros de nuestro grupo, sino que salvó a esa humana llevándosela consigo. Lo mismo ocurrió aparentemente en la comisaría, donde me topé con los Gaster y me teletransportaron lejos para no impedirles su fechoría.
-Sí, dile así a tu fracaso, jajajajaja. –Comentó Dogami, teniendo medio bocado entre dientes. –Pues por mi parte, puedo decir que esa humana huele demasiado dulce, como si se bañara en flores todos los días. Pero también huele a huesos, supongo que por revolcarse con su amante.
-Novio. –Su esposa le corrigió de inmediato, emitiendo una sonrisa burlona. –Recuerda que mencionó claramente ser novia de ese maldito esqueleto.
-Como si eso disminuyera lo desagradable que es eso.
Asgore rompió el tenedor que tenía consigo tras escuchar eso, siendo el cuarto que llevaba desde que comenzaron la junta. Sin duda alguna, debía de asquearle demasiado que un monstruo estuviese interesado en una humana románticamente hablando, siendo un modo de romper todo orden que se había esmerado en crear desde que había tomado el poder como el monstruo más temible de la ciudad, y tal vez ya de todo el mundo. Por lo que podía sentir empatía con él por estar molesto con los esqueletos traidores. Ella particularmente los detestaba de múltiples formas.
Papyrus le había hablado sobre la regla particular que tenían en su familia sobre las mujeres, y no obstante, el mismo primogénito se pavoneaba de romperla estando con nada más ni menos que una humana, la cual para cereza del pastel, era una muy vinculada a la yakuza. No cabía duda de que pedía a gritos ser enemigo del Gran Don, el cual no se estaba tomando la situación con nada de gracia.
-Señor, ¿acaso considera que la yakuza se está aliando con los Gaster? –Aventuró Lesser con cierto aire de superioridad, queriendo presumir de alguna manera estar al tanto de la situación, todo con tal de verse superior a los demás perros. –Si es así, permítame…
-No. –Comentó Asgore de inmediato pese a parecer que no estaba del todo presente mentalmente. No cabía duda de que sabía despistar al enemigo con esos simples gestos si se lo proponía. –Es algo más que eso.
-¿Y qué es?
El monstruo no respondió, limitándose a observar uno de los asientos vacíos que tenía su larga mesa. Tal parecía que había solicitado también la presencia de Gerson y su esposa para la misma junta, siendo incluso citados desde antes y aun así seguían sin aparecerse en la mansión. Parecía molestarle mucho ese hecho también, como si todo lo que tenía armado, en un instante lo estuviese perdiendo de sus manos y a su gente cercana ni siquiera le importara. O por lo menos, esa impresión le daba por sentir lo mismo desde que había perdido contra los esqueletos en esa casucha en Snowdin. Desde que había cedido sus impulsos para corresponder el beso de Papyrus y cuando no pudo contra esa humana demasiado anormal que había querido advertir desde el instante.
De lo cual último, cuando finalmente le había explicado a Asgore al respecto de lo que presenció sobre su agresión y sanación, no pareció sorprenderle ese hecho como hubiese creído. ¿Acaso en la yakuza era una situación normal? Desearía que pudiera contarle más sobre lo que sabía para poder apoyarle en erradicar a todas esas molestias, pero de momento, no parecía tener el ánimo para abrirse con el tema.
Humor que solo fue en picada en cuanto se presentaron los reptiles al área del comedor. Sin siquiera dar espacio a dar aviso de su llegada o alguna invitación de que pasaran pese a la descortesía de llegar tarde. Y ahora que lo pensaba, no estaba acostumbrada a presenciar a ambos en una misma habitación. Por lo que suponía (o al menos esperaba), que tal descontento con su presencia fuese una simple casualidad o no algo frecuente, si después de todo se trataban de socios de mucha confianza, ¿cierto?
-Lamento que llegáramos tarde, pero atender demasiados asuntos a la vez es algo que debería de tomarse como carrera profesional, ¿eh? –Comentó la tortuga con algo de gracia, acomodándole su silla a su esposa antes de sentarse él mismo a lado de ella. Ignorando la mirada casi fúnebre del superior a todos. –¿Y bien? ¿De qué nos perdimos?
-Gerson, ¿qué sabes sobre la humana que acompaña a los Gaster? –No pareció ser capaz de parpadear al momento de soltarle la pregunta.
-La policía la llama "Flapper Florista" desde que la tienen catalogada como cómplice de muchos atentados recientes. –Comentó Gerson mientras pedía que le sirvieran café con un sutil gesto hacia el mayordomo que estaba en la esquina esperando. –Su descripción sobre ella es que es una mujer extranjera revoltosa, pero parece que tiene la peculiaridad de defenderse con flores dado un basto conocimiento del tema y por un compañero particular que tiene consigo.
-DT-00X. –Parecía que el monstruo había concluido algo que solo para ese par podía tener sentido. –¿Cómo es…?
-Parece que el experimento ha evolucionado por su cuenta al grado de poder tomar decisiones con más precisión que impulsividad. Eso, o esa humana logró lo que ninguno de nosotros pudo y es domarla con su conocimiento en flora. –Ahora la tortuga sí se mostró serio con la conversación. –Y los Gaster lo han tenido todo este tiempo y nunca tuvieron intención de decirnos desde antes de su traición visible.
-Pues esa flor acudió al rescate de la arácnida en el combate que tuvimos con ella, así que no solo es con la humana su apoyo. –Mencionó Dogami con desagrado. Siendo tal vez un mal recuerdo. –Si no hubiera sido por Greater, la situación se habría alargado para mal, ¿eh, grandulón?
-Grrrr.
-Esa flor… la conocí. –Soltó Undyne al percatarse de a qué se referían. Teniendo la atención total de Asgore casi de golpe. –Mató gran parte de los canes que me acompañaron ese día en la florería. La detuve cortándola por la mitad. ¿Cómo no la maté tras eso?
-No te sientas mal por eso, Undyne. Ese ser es casi imposible de matar gracias al trabajo excepcional de mi esposa.
La mencionada apenas y cabeceó por el reconocimiento sin importarle realmente, enfocándose mejor en su taza humeante que empañaba sus lentes sin cuidado. Entonces esa flor, ¿era como las amalgamas? Eso podría explicarle lo anormal que le había parecido aquella vez, pero que estuviera junto a la humana que fuese igual de anormal, significaba que había más de un elemento destructivo a favor de los Gaster y eso solo complicaría un poco más las cosas, ¿cierto?
-Pero que forme parte de los Gaster, ayudándolos a escapar… –Continuó Gerson, casi como si le hubiera leído el pensamiento. –Es un problema a largo plazo.
-¿DT-00X es el causante del escape de los Gaster? –Rugió el Don.
-Sí, según mis informantes que presenciaron el evento, la flor acudió junto a la Flapper Florista para liberarlos. Amenazando al alcalde y todo aquel que quisiera hacer algo en su contra, abogando por una familia que afirmaba quererlos. –La tortuga le puso lentamente azúcar a su taza, mientras parecía meditar la situación con algo de curiosidad. –No me ha tocado verla, pero suena como alguien interesante. Una humana queriendo defender a los monstruos…
-Sin duda debe ser una farsa. ¡Esa humana debe tener algo que ver con la yakuza!
-¡Con los asesinos de Tobyfox!
-¡Grrrrr!
-Tampoco lo descarto, de hecho. –Gerson alzó la mano para calmar un poco a los perros molestos con la situación. –El atentado en Waterfall parece que tuvo algo que ver con los Gaster aliándose con la yakuza para acabar con los Blook. La muerte del secretario de seguridad en esa misma zona, Mettaton formando parte del parque de diversiones… todo parece alinearse de alguna manera, pero aún no descifro en qué.
En efecto, parecían acciones muy extrañas para tratarse de los Gaster, quienes había estudiado demasiado tiempo para atraparlos personalmente. Sin embargo, ella misma también era testigo de que se estaban comportando diferente desde hace poco. Los esqueletos eran muchas cosas, pero no unos deseosos de poder fuera de su territorio pequeño y aburrido. Y aquellos niños en el prostíbulo… esa humana había mencionado algo sobre estar ahí para liberarlos, siendo incluso que le había perdonado su propia vida, aun cuando le habría ganado en aquella batalla que sintió que moriría en manos de una salvaje.
Sacudió su cabeza con prisa. No, no tenía que pensar demasiado en eso. No permitiría que la manipularan tan ridículamente. Ya era demasiado con el hecho de haberse visto vulnerable por el beso de Papyrus como para agregar eso más. Y además, ya había otra humana en ese lugar que se había preocupado primero por esos niños. No la hacía especial en nada.
Esa maldita familia… ya no le bastaría con detenerla. Haría pagar a cada uno de ellos con todo y aliados, con todo y amantes, prometidas y demás.
-Por favor, Don Dreemurr, permíteme ser quien obtenga mayor información sobre estos hechos. –Undyne se puso de pie, completamente decidida. –Le aseguro que detendré toda esta barbaridad por parte de esos esqueletos y aliados.
-Tú no, Undyne. –Respondió el monstruo jefe de inmediato, cruzándose de brazos. –Tengo una misión especial para ti.
-¡¿Qué?! Pero…
-Dejé un poco expuesto mi proyecto personal con mis cosas de valor, así que te pido que seas la guardiana principal hasta nuevo aviso. –Continuó Asgore sin darle importancia a su enojo de por medio. Mas no le insistió más al ver que él estaba mucho peor como para tentar a su suerte. –Alphys, deja que ese par esté más controlado ahora con lo que te pedí hace tiempo. Y en cuanto termines… Undyne, no dejes que nada salga o entre a ese lugar hasta que yo te indique, ¿de acuerdo?
Por un lado comprendía que se refería a la señora Gaster y a la señora conejo que recientemente su equipo le habían conseguido, pero que fuese muy específico de que nada entrara tampoco… Era porque había algo en que no confiaba por ahora, ¿cierto?
-Sí, señor.
-Y en cuanto a ustedes, les tengo un nuevo juego. –Los canes comenzaron a menear la cola en el instante. –Quiero que traigan a Sans Gaster con vida ante mí. Un saco de dinero a quien lo logre.
-¡Sí, señor!
-Bien, ahora déjenme a solas con Gerson.
Inmediatamente el resto se puso de pie, aun cuando hubiera algunos que no terminaron su respectivo desayuno a medio tocar su plato, pero que estaban emocionados con el aparente juego ambicioso que le había puesto a su equipo. Teniendo que cumplir ella con su tarea encomendada que, si bien no le generaba ninguna satisfacción a como le habría producido cazar por su cuenta a ese maldito esqueleto asesino, ver por última vez la mirada del superior de todos antes de que cerrara la puerta… le comunicaba algo que no había visto antes en él. Algo que le habría sido imposible de identificar si no fuera por la mala experiencia con esa humana extraña de ojos carmesí.
Asgore tenía muy claro su objetivo de atacar.
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Algo que no le gustaba a Mettaton era tener que esperar por alguien, y aún más, tener que rogarle de alguna manera cuando era a él quien debían de brindar tal atención. Y pese a ello ahí estaba, a lado del teléfono en espera de la llamada que le había prometido la florista para confirmar su vista a su mansión y simplemente seguía sin pasar. Desesperándose al grado de molestarse realmente. ¿Qué tanto tenía que pensarlo? Esos malditos esqueletos seguramente la tenían completamente manipulada para que siguiera pensando en que no era de fiar, teniéndola sólo para ellos aun cuando era inevitable que se vieran ya que eran socios en la planeación de campaña política.
Lo cual estaba resultando más simple de lo que hubiera creído con anterioridad. Con el impacto de una humana defendiendo monstruos ante el juzgado siendo el chismorreo entre zonas favorables de bajos recursos, el hartazgo de injusticias laborales ante las pocas oportunidades y el dinero imposible de dejar rastro que salió de un modo ilícito, simplemente estaba resultando perfecto en conjunción de su propia asesoría incógnita y la aparente trayectoria del reno que estaba haciendo todo el resto sin problema alguno. Ya había contado con seguidores desde antes, votantes jóvenes, lo cual era una gran ventaja que no se podía desaprovechar de ningún modo. Pero no se podía cantar victoria con semejante oponente, cuya trayectoria y aliados conformistas estaban en todas partes de la ciudad. Se suponía que él era uno de ellos y era la razón por la cual lo sabía, pero no todos serían como él tan flexibles al posible cambio.
Terminó dejándose caer lentamente en su asiento tras soltar un suspiro. Esa humana era un fastidio que gustosamente había aceptado en su vida, pero no era justo que le tuviera así. No iba a doblegarse en llamarle, no, no. Mettaton Blook no rogaba a nadie, era a él quien todas querían. No obstante, cuando sonó su teléfono del escritorio se lanzó con bastante prisa de la que le gustaría admitir. Al menos, nadie había sido testigo de su absurdo arrebato.
-Buenos días, Mettaton. Soy…
-Lindura, que agradable escucharte. –Sonrió al teléfono, agradeciendo que en verdad fuese ella al otro lado de la línea finalmente. –¿Era hoy el día que me llamarías?
-En realidad no. Lamento la tardanza en mi llamada. Tuve que ver otras cosas por atender antes.
-Me imagino que tu aislamiento debe acaparar mucho tus tiempos. –No pudo evitar soltar el comentario con el afán de hacerle sentir mal por hacerle esperar tanto, sin ser capaz de admitirle que en efecto había estado esperando su llamada desde mucho. Pero aun así no pareció generarle un mínimo malestar como para importarle. –En fin, ¿contaré ya con tu presencia?
-Si, ¿te parece mañana por la tarde?
Mettaton no tuvo que revisar su agenda para saber que ese era un leve imprevisto. Maldita sea.
-Mañana no podré. Tengo una junta con una francesa a la que quiero cerrar tratos de comercio sobre su nueva colección.
-¿Vas a negociar con una mujer?
-¿Por qué? ¿Celosa de que no seas la única? –Recibió un rotundo silencio que le confirmó todo lo contrario. –Tú fuiste quien me abrió los ojos al respecto, lindura. Así que, ¿te gustaría acompañarme para convencerla?
-No tengo buena experiencia con tu interpretación de compañía, así que no, gracias.
-¡Auch! ¿Aún me tienes con mala perspectiva pese a que trabajamos juntos ahora?
-Mantengo mi propia cautela en caso de que se presente el momento. –Su sinceridad aplastante era bastante hiriente en ese momento, más no se lo expresaría por mera dignidad. –Es de lo poco que conozco de ti todavía.
-Bueno, eso puede cambiar. ¿Me permites demostrarte lo bueno que soy? ¿Qué te parece si nos vemos esta tarde para merendar juntos?
-Está bien. –Si tenía que ser sincero, no esperaba esa respuesta tan de inmediato. Pero no era algo que le admitiría. –Le pediré a Sans que me lleve.
Escuchar el nombre del estúpido le desagradó por completo y aún más cuando aquello significaría que les vería juntos probablemente, pero no quiso que aquello le opacara su proceso que pretendía lograr lentamente y a la segura. Después de todo, el premio valía la pena para lamentarse tan pronto. Así que se limitó en dar su dirección y una que otra indicación para que no tuviese problema, e inmediatamente al colgar se dispuso a ordenar a su personal que pusieran manos a la obra para tener todo listo y con la mejor calidad para su invitada especial.
Su paso dos estaba por dar inicio.
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¡Michi fuera!
