Desde hace días había una noticia que se estaba volviendo persistente entre llamadas al periódico, la cual involucraba el avistamiento de un extraño tiburón que interrumpía la pesca de manera nada común para tratarse de un animal así, en palabras de algunos pescadores o simples espectadores de algo como eso. Y si bien en otros tiempos algún reportero habría corrido por esa noticia con tal de tener algo a su nombre y cargo, por ahora no era una nota impactante que pudiera generar un verdadero interés a comparación de lo que era cualquier cosa que tuviera relación con las campañas políticas. Favoreciendo al perseverante Uther Pendragon, claro estaba.
No obstante, había sido tanta la insistencia recibida, que Michael tuvo que tomar el caso con tal de despejarse del mismo tema en el periódico, aun cuando realmente era un columnista y no un reportero más. No podía decirlo en voz alta, pero realmente comenzaba a hartarse de ver la cara del alcalde una y otra vez en sus dos trabajos, al grado de saber exactamente cuántos lunares tenía el señor (tres para ser exactos). Y no era un dato interesante ni adecuado por saber para nadie.
Así que en cuanto llegó al puerto para ver al pescador que le daría el testimonio, le fue desagradable ver tantas pancartas del regordete de Uther en los alrededores, sonriente ante la cámara con su bigote poblado y canoso. Había tantas que podría considerarse basura visual, pero ese no era un asunto en el que debiera entrometerse o que le importara demasiado. Aunque ver que entre tantas del alcalde que quería mantener su puesto, que al menos había una del reno postulado, fue más una sorpresa que cualquier otra. ¿Así que en verdad tenía presupuesto para publicidad? Debía de investigar de dónde sacaba dinero por lo extraño que era la situación. Ser candidato era de un precio muy caro por cubrir con demasiados requerimientos previos, y un monstruo no podía darse esa clase de lujo. Razón por la cual nadie había creído que se pudiera para empezar, por la vara tan alta que pedía el proceso legal.
Pero sobre todo, quería investigarlo por el hecho de tratarse de un viejo amigo de Asgore Dreemurr. Dato que jamás se le fue pese a ser irrelevante hasta ahora.
-¿Usted es el reportero? –Comentó el trabajador al momento de verlo acercarse, el cual con solo escucharlo supo que se trataba de un latino. –¿Por qué no tiene un brazo?
-Gajes del oficio. –Comentó mientras recargaba la libreta en su pierna al momento de poder sentarse en la valla. –Ahora dígame…
-¡Espere! ¿Usted no es el policía que sobrevivió a La Bestia y capturó a Los Gaster? –Michael se limitó a alzar una ceja como respuesta. No teniendo ni ánimo de aclarar la diferencia entre policía y detective. –¡Es famoso!
-Por ahora solo estoy como reportero. –Atajó de inmediato en cuanto pudo darse cuenta a que iba dirigida la conversación. No tuvo que verlo directamente para saber lo evidente. –¿Qué es lo que tiene que decirme sobre el tiburón?
-Que no es un tiburón como muchos quieren creer. –Ahora el señor parecía más inquieto con la conversación. –Yo lo vi con mis propios ojos, era algo muy diferente.
-¿Puede describirlo?
-Tenía una cola muy alargada, enormes dientes y nadaba muy rápido. –Michael se limitó a fingir que estaba anotando algo. Con tal descripción seguía siendo evidente que se trataba de un tiburón. –¡Oh! Y emitía un rugido muy extraño.
-¿Rugido? –Detuvo el lápiz.
-Sí, era casi… como si hablaran muchas voces a la vez, pero no supiera qué decir. Era muy extraño. –No le entendió lo último, pero no parecía ser importante de cualquier manera. –Sonaba como La llorona, oiga.
-¿Alguna mejor referencia que pueda darme?
-Venga, se lo enseñaré.
Fue así como terminó siguiendo al pescador para contemplar lo que era un pequeño barco de madera que había sido reducido mucho más a mordidas no uniformes. Incluso podía concluir en ese mismo instante que había desprecio en todo ese destrozo que de milagro todavía podía seguir flotando. Y al acercarse, pudo ver que había una especie de baba entre destrozos. Levantando su mano para contemplarla más de cerca y, si bien no era un experto del tema, el color no era normal para tratarse de una baba.
-Esto definitivamente no es una mordida de tiburón. –Murmuró para sí mismo.
-Es lo que le digo.
-Dígame, señor. –Metió su mano en el bolsillo donde sabía que estaba su pañuelo. Dejando evidencia de esa cosa pegajosa para que lo revisara un experto. –¿Acaso con el ruido que escuchó de esa criatura, no se sintió atraído?
-¿Atraído? ¡No señor! Con esos gritos yo solo quise huir.
Bien, con ello al menos descartaba si se trataba de un monstruo de categoría monitoreable no registrado, dado que estaban muy cerca de la zona donde anteriormente había tenido el reporte de un cántico que atraía a hombres. Y lo que menos necesitaba la ciudad por ahora, era alargar un problema de magia en pleno proceso de campañas electorales. Porque cualquier cosa que fuese un problema ocasionado por magia en esos momentos, no cabría duda de que sería un punto en contra para el candidato monstruo. Y no le parecía justo que todo un sector poblacional se viese involucrado por algo como eso.
Y menos cuando sabía que había cierta florista que debía de interrogar antes de la posibilidad de que causara más disturbios en un tema como ese.
Y lamentablemente para él, nunca se había equivocado en una corazonada.
.
.
-G-gracias por ayudarme con esto.
-No hay de que, futura señora Bunny. Estoy para lo que necesiten. –Contestó una voz que en sus sueños pudo reconocer levemente, aunque parecía ser algo fingida en tono de lo que podía visualizar. –Deberían de cerrar ese lugar si sigue vendiendo alcohol. ¿Y cómo es que Ronnie se puso así en primer lugar? Creí que no bebía.
-N-no lo frecuenta… Supongo que está muy mal todavía por lo de su mamá. Y-ya sabes…
-Si, entiendo. Es bueno que cuente contigo.
Ante la pesadez que comenzaba a experimentar en todo su cuerpo, Ronnie se animó lentamente a poder abrir los ojos una vez que pudo notar que no eran sus propias piernas las que le estaban encaminando a un lugar que no podía percibir con claridad en todo el sentido de la palabra, pero rehusándose a tallarse los ojos con tal de permanecer en ese estado una vez que pudo identificar la voz de quien lo estaba llevado. Las escamas debieron darle esa pista antes ahora que lo pensaba.
Lo estaba cargando Ralph… ¡Lo estaba cargando Ralph! Y Shyren estaba ahí. ¿Lo había hecho a propósito? Estaba seguro que si.
-Pues Ronnie ha perdido peso, su pelaje debe ocultarlo. –Al conejo le dio total vergüenza que se diera cuenta de eso. –¿Les hace falta alimento?
-Nos… la ingeniamos.
-Dejen veo qué puedo regalarles de la cosecha que se nos queda.
-Eres muy amable.
Ronnie hizo un esfuerzo descomunal en no mover ni un milímetro de su cuerpo, al grado de que tampoco estaba respirando, con tal de que nadie se percatara de que estaba despierto y le siguiera cargando. Aun cuando le estuviese llevando como un costal, le era en verdad encantador que lo hiciera con total facilidad. Aunque también le estaba generando una duda ahora que podía mantener silencio sin que le prestaran atención. ¿Desde cuándo Ralph y Shyren se tuteaban? Si bien su amiga sabía lo que sentía por él, era demasiado tímida en hablarle como para que ahora pareciera llevarse bastante bien. De algún modo, sentía que se había perdido de algo entre los dos seres y le incomodaría si no fuera por saber de antemano que era absurdo sentir celos por ello.
Cuando por fin pudo reconocer en dónde estaban por los ruidos que percibía, tuvo que fingir mucho más para no ser descubierto una vez que ingresaron a la casa y lo dejaron en el primer sillón que seguramente encontraron disponible. Así que en cuanto escuchó que la puerta se cerraba tras un despido y agradecimiento en conjunto, no le sorprendió escuchar a su amiga de inmediato, dirigiéndose hacia él.
-Ya puedes abrir los ojos, Ro. Espero que eso te animara un poco.
-¿Cómo…? –Se levantó de golpe, pero no tardó ni un segundo en arrepentirse de haberlo hecho. Sintiéndose tan mal que tuvo que sentarse para al menos controlar lo que sea que le estaba pasando. –¡Agghh! Me siento terrible como para cuestionarte cosas ahora.
Teniendo las manos sosteniendo su propia cara como si se le fuera a caer de vergüenza, dejó que su amiga se apartara sin más palabras de por medio. No encontraba manera de disculparse por cómo se había ido de la casa y del estado en el que le había encontrado, pero en parte, sólo podía tener en mente que aquello último había sido culpa del Gaster. Y en cuanto al hecho de haberse llevado la escopeta con desesperación… Esperen, ¿en dónde había quedado?
Antes de que se atreviera a preguntar por eso, notó que Shyren había regresado con una taza humeante y un sobre de papel para entregarle. De los cuales recibió con sus manos la taza al ser más preferible para él ahora, pero notando que ahora que lo dejaba a lado suyo con insistencia, se podía previsualizar que contenía varios billetes dentro.
-¿Qué…?
-Es del dinero que gané trabajando en el mar. –Era demasiado extraño verla tan seria, aunque por lo que podía escuchar de su alma, solo era preocupación genuina. –Y regresaré esta misma semana para obtener más.
-No, no puedo aceptar eso, Shyren. Es un riesgo.
-Lo sé, pero es mejor dinero ganado que dinero robado. Eso siempre dice tu madre.
Ronnie tan solo bajó sus orejas por la pena, sabiendo que no era siquiera necesario escuchar su alma para saber específicamente a qué se refería. Al menos podía agradecer que no parecían estar sus hermanos lo suficientemente cerca para escuchar la conversación.
-Me seguiste. –Aun así murmuró.
-Te seguí. –Afirmó la sirena que mantenía su seriedad que lentamente se tornaba a un gesto de tristeza. –No intervine porque vi que Sans estaba ahí, y sabía que no te haría daño.
-¿Cómo puedes saber eso? Si no lo recuerdas, la otra vez casi me…
-Si él quisiera matarte, ya lo habrías estado desde hace tiempo. –Interrumpió con lágrimas asomándose tenuemente en sus ojos. Haciéndole sentirse cada vez más culpable por lo que le estaba haciendo pasar en su arrebato desesperado. –Ro, yo sé que me estoy viendo ingenua al confiar en alguien como él, pero en verdad quiero creer que en su corazón aun vive la esqueleto que tanto cantaba y sonreía junto a mi hermana. Y quiero creerlo mucho más cuando veo que hace a Frisk tan feliz o cuando no te dejó hacer una tontería y hasta me contactó para ir por ti. Quiero creer que podemos salir de esta, y quiero creer que podemos encontrar a tu madre viva y…
No terminó la oración y no podía culparla por no ser capaz. Para él todo era una locura, pero una que no podía quitarse de la mente ante la posibilidad que realmente existía de que fuese el caso de encontrar a ambas amigas vivas pese al tiempo. Y mientras él le daba un trago a su bebida que apenas y contaba con algo de sabor, se quedó pensando en silencio en la propuesta que le había hecho el esqueleto, y en sus palabras respecto a la tontería que estuvo por hacer.
Tenía que admitir que Sans tenía un buen punto además del hecho de que no serían amigos solo por ser similares en cuanto a gustos extraños o por el pasado de sus madres. No sabía realmente cómo mantener a salvo a su familia si ni siquiera sabía cómo mantenerse a salvo a él mismo primero.
Por lo que, por primera vez y con culpa, pensó seriamente en la propuesta de Don Gaster.
.
.
-LAMENTO QUE LA CITA AL FINAL FUESE AQUÍ. –Comentó Papyrus al momento de pasar un bocado. Contemplando el paisaje que era la mansión de los Temmie desde el techo bastante elevado para ser una casa. –TODAVÍA ME SIGUEN BUSCANDO, ASÍ QUE NO DEBO EXPONERME DEMASIADO POR AHORA.
-N-no hay problema. M-me gusta estar contigo sin importar dónde, hoi. –Mencionó Tammy visiblemente ruborizada, notando por su vista periférica que solo lo estaba contemplando a él. –¿T-te… gustó? M-me refiero al pan, claro.
Pappyrus sonrió con su timidez. Si bien la idea había sido que ella le preparara de comer su platillo favorito, a lo que le habían contado algunos sirvientes al momento de llegar, había hecho un tremendo desastre al grado de querer alejarla de la cocina por siempre. Disculpándose todos a nombre de ella sin que lo supiera para que no se sintiese mal al respecto. Y si bien le habría gustado en verdad probar algo hecho por ella, le causaba ternura que se había esforzado en su propia meta de conquistarlo realmente. Siendo en su lugar ahora, obteniendo un pan para compartir juntos y una botella de vino que él trajo de la colección particular de la familia.
No le cabía duda de que Tammy era una mujer que quería luchar por él, que estaba dispuesta a que todo fuese genuino entre ellos. Y eso era más que lo que pudo haber deseado en mucho tiempo, pero aun así se sentía culpable cada vez que veía que ella portaba el anillo de compromiso que alguien más había elegido por él. Estando juntos solo porque otros lo habían elegido por ellos y aun así… podían pasar un momento agradable como ese. Comiendo un pan que habría quedado muy bien como acompañamiento de una pasta y bebiendo un vino que le habría gustado usar en un mejor momento que no fuese tratar de olvidar su propio error en el que su madre estaba al tanto al grado de amenazarlo con eso. Teniendo a alguien más habitando en su corazón pese a que solo estaba dispuesta a lastimarlo en cada oportunidad que se presentara.
Por primera vez estaba envidiando a Sans, pero eso sería algo que nunca le admitiría abiertamente, sabiendo las constantes burlas que habría en el caso. Su relación con Frisk era tan clara y tan fuerte, sin dudas del otro por el simple hecho de ser firmes en lo que sentían pese a tener todo un mundo en contra por sus diferencias, que solo le hacía sentir que el fracasado siempre había sido él mismo tras tantos años de pensar lo contrario. Creyendo que estaba cargando con las constantes metidas de hueso de su hermano en las que debía de rescatarlo, cuando realmente había sido un joven que solo estaba viviendo su vida al grado de por fin encontrar a quien indiscutiblemente era el amor de su vida. Mientras que él, queriendo hacer todo lo correcto, había terminado comprometido con alguien que apenas estaba conociendo, con alguien que le haría abandonar el apellido que tanto le importó y luchó por ser digno de él.
Y si bien ahora comprendía que eso no le haría perder a su familia, no quitaba el hecho de que le doliera cómo le estaban resultando las cosas tras tantos años creyendo que le iría diferente. Aun cuando tendría que admitir que le habría ido peor y no estaba siendo el caso con lo adorable que realmente era su prometida.
-¿Está todo bien? –Le preguntó Tammy con un tono demasiado preocupado.
-SI, SI, YO SOLO… ESTABA PENSANDO EN COSAS. –Terminó sonriéndole para calmarle. Lo que menos necesitaba ahora era que se sintiese mal con su presencia. –NADA IMPORTANTE.
-No te gustó el pan, ¿cierto?
-NO ES ESO, TAMMY, EN VERDAD.
-Yo quería prepararte pasta, enserio… pero los sirvientes me dijeron que tendrían ocupada la cocina hoy. Lo siento por eso.
-TAMMY, EN VERDAD ESTÁ BIEN. –Tomó su mano para tratar de calmarla, lo cual pareció el efecto contrario al notar como movía su colita rápidamente tras eso. –YO DEBÍ PREPARARTE ALGO MAS BIEN. TE ESTOY NEGANDO LA MEJOR COMIDA DEL MUNDO.
-S-si… me encantaría probar tu comida un día de estos, hoi. –Comentó con un semblante ruborizado.
Pese a sonreírle un poco, no cabía duda de que le estaba costando trabajo su esfuerzo con ella, aun cuando la cita había sido idea suya. Y escuchar cómo sus huesos comenzaban a tronar desde dentro, le indicaba que el tiempo estaba transcurriendo y que nada ni nadie podría detenerlo. Tenía que aceptar lo que tenía y hacer algo con ello que le favoreciera, ese era su plan al involucrarse en las cosas del sindicato de monstruos para apoyar de alguna manera los planes de Frisk y de su familia. Pero una vez que se casara, Tammy sería parte de su familia. Y eso implicaría involucrarla en asuntos que la pondrían en peligro de alguna manera por más que quisiera evitarlo, y eso no era nada justo para ella si tan solo estaba queriendo estar con él. ¿Era así como se sentía Sans con Frisk?
Su prometida había estado tan acostumbrada a la sobreprotección y manipulación de su madre, que en verdad le parecía un momento feliz estando ocultos en el techo de su propia casa. Siendo una ficha de intercambio con tal de reparar los errores de su padre y las ansias de poder de su madre sin siquiera percatarse. Teniendo un medio hermano asesino por una vida que seguramente le fue negada en un principio y ahora tendría que matarlo para seguir con sus tratos con la líder sindical. Mientras que ella tan solo estaba siendo feliz por el hecho de que estaba sosteniendo su mano.
Mantenerla ignorante parecía un acto piadoso en el argumento equivocado. Y ahora que lo pensaba, no tenía ni idea de qué es lo que a Tammy le gustaría hacer realmente.
-TAMMY, CUANDO NOS CASEMOS, NO QUIERO QUE SIENTAS QUE VOY A LIMITARTE DE ALGUNA MANERA, ¿DE ACUERDO?–Soltó al no poder aguantarse más esa incomodidad. Por más grandioso que él fuera, la verdad es que al lado de ella se sentía un ser despreciable. –SI HAY ALGO QUE QUIERAS HACER, SOLO DÍMELO Y HARÉ LO QUE PUEDA PARA APOYARTE CON ESO.
-¿P-por qué… me lo dices?
-SOLO TIENES QUE PEDIRLO. –Insistió.
-B-bueno… solo quisiera tener más momentos como e-este. –Cada vez más parecía estarse ocultando en su largo cabello. –M-me es s-suficiente.
-ESTAMOS EN UN TECHO. DEBERÍA DE PODER LLEVARTE A UN BUEN RESTAURANTE AL MENOS.
-He ido a buenos restaurantes, a lugares lujosos que pocos podrían conocer, hoi. Pero en todos esos lugares me siento siempre sola. –El hecho de que le respondiera sin pensarlo, sosteniendo su mano de vuelta y con algo de fuerza, le dio un valor que no sabía como describirlo, pero que de algún modo le hizo sentirse conmovido. –Para todos siempre soy la bonita hija de la líder sindical. Es mucha atención la que me ponen p-pero… realmente no siento que me vean, hoi. Aun así siempre es vergonzoso y… ¡Ahhh! Está sonando como si me estuviera quejando, lo siento.
-ADELANTE, HAZLO. NO ESTÁ MAL QUE TE EXPRESES. –Ahora sí sentía que le estaba sonriendo de verdad. –¿QUÉ MÁS TE HACE SENTIR INCÓMODA?
-B-bueno… muchas cosas…
-¿COMO QUÉ?
-Y-yo… no está bien que una señorita se queje. Es lo que siempre me dice mi madre, hoi.
Lamentablemente Papyrus ya no pudo mantener su sonrisa tras eso. ¿Qué haría Frisk en un momento como ese para liberarla? Entre las opciones seguramente estaban insultarle o arrojar una taza para dejar en claro su punto con rudeza, pero esas eran cosas que funcionaría a la inversa con su acompañante que se intimidaba con mucha facilidad. Así que tendría que hacerlo a su propia manera.
-L-lo siento, soy una compañía aburrida. Siempre lo he sabido.
-NO ES ESO, TAMMY, ES SOLO QUE ME PREOCUPAS. EL COMPROMISO QUE TENEMOS FUE ARREGLADO, PERO ESO NO SIGNIFICA QUE DEBAMOS PASARLA MAL. POR MI PARTE SOLO QUIERO QUE TE SIENTAS CÓMODA CONMIGO.
-¡Y lo hago! E-es solo que yo… –Se había girado hacia él con suma urgencia, pero se había quedado paralizada por un breve momento al comprender su propio impulso. Sonrojándose mucho más de lo que ya estaba, pero manteniéndose ahí al ser consciente de que no debía de ir hacia atrás con su punto. –Siento que eres tú el que no se siente cómodo conmigo, Pyrus.
Aquello solo le hizo sentirse más culpable porque estaba en lo cierto. Si bien era una compañía agradable… compromiso o no, había traicionado su confianza sabiendo lo que sentía por él, mientras estaba ahí teniendo una cita con ella como si nada. Quien la estaba manipulando en esa percepción, era él. E iba a matar al hermano que ella no tenía ni idea de su existencia, sin saber si realmente fuese un dato que le gustaría saber si se trataba de una traición de su padre hacia su familia. ¡Agghh! ¿Cómo era que una mujer tan diminuta le hacía sentirse un asco de hombre? Tal vez era buen momento para reconsiderar sus estándares acorde a lo que era realmente. Tal vez era un castigo que siguiese sintiendo algo por una mujer que en cualquier momento le atravesaría el alma con su lanza, por estar lastimando indirectamente a alguien tan buena como ella.
Regresando a la mansión para ir en busca del jefe, no dejó de pensar en eso. ¿Por qué no podía olvidar a Undyne? Si bien era un enamoramiento infantil, el hecho de que siguiese ese sentimiento en su etapa adulta con todo de por medio, le causaba una incomodidad a la que no le encontraba sentido. No solo había dejado de ser la Undyne que había conocido, sino que ahora era aliada del Gran Don, una traicionera a sus propios principios con tal de lograr sus objetivos incomprensibles ahora para él. En cuanto a Tammy, ella… era tan amable, ingenua y delicada… que la hacía una mujer de la que no tendría problema en compartir su vida. Alguien que le recordaba a su madre antes de perecer.
Papyrus se retorció por dentro al pensar eso último, haciendo que la capa de su brazo fuese algo visible ahora. Tal vez esa era la razón por la cual había algo dentro de él que le impedía sentir algo por Tammy realmente. Pero, ¿era por lo extraño que era recordar la amabilidad de su madre en ella, o por el hecho de que le aterraba cuidar de alguien tan delicado?
-Papyrus, ya terminaste. –Escuchar al jefe saliendo de una oficina, le hizo regresar en sí. Llevaba una carpeta consigo que no recordaba que hubiese traído antes. –Adelántate en ir por la florista. Yo tengo todavía algo más por hacer.
El jefe comenzó a retirarse lentamente sin dar más explicaciones, seguramente alejándose para encontrar un punto en el que nadie le viese y desaparecer de toda vista, pero en el instante le dio el impulso de querer hablar con él. Notando que si había alguien que pudiera comprenderlo en una situación similar, incómoda o no, era precisamente el hombre que lo crió.
-¿PUEDO HACERTE UNA PREGUNTA? –Soltó en el pasillo.
-Puedes.
-¿CÓMO LE…? –Le apenaba tanto tener que hablarlo, que le costó poder encontrar las palabras adecuadas para no verse como un tonto. –¿CÓMO LE HICISTE PARA SENTIRTE DIGNO DE ESTAR CON ALGUIEN COMO MAMÁ?
Por un momento creyó que lo dejaría ahí solo, desapareciendo de la vista inmediatamente con tal de no responderle algo tan personal pese a tratarse de su madre, pero quedó sorprendido de que fuese todo lo contrario a lo que había creído o estaba acostumbrado. Siendo que el jefe se giró para darle una respuesta que no le llegó al menos no de forma inmediata, pareciendo que estaba pensando también demasiado en las palabras adecuadas para poder expresarse. Y ese simple hecho tan común le hizo sentirse contento como avergonzado de que estuviesen en las mismas.
-Creo que nunca logré sentirme lo suficientemente digno para ella, para la vida que merecía tener. –Terminó admitiendo el jefe con algo de seriedad en su tono de voz. –Pero el hecho de que ella me aceptara pese a todo, hizo que quisiera esforzarme todos los días. Y aunque ya no se encuentre con nosotros, comprendo ahora que debo seguir esforzándome.
Sin más por decir, el jefe de familia desapareció de la vista dejándole todavía con algunas dudas. Olvidando que estaban en un lugar donde las paredes escuchaban. Y los peores oídos posibles siempre eran de la señora de la casa que siempre estaba al tanto de todo lo que le rodeaba.
.
.
Si bien Mettaton estaba lleno de sorpresas en cada puerta que abría, Frisk se sentía cada vez más incómoda conforme pasaban algunos minutos tras la conversación sobre los Gaster y su propuesta de guiarla en otro proyecto. En esencia no sonaba como algo malo, pero de alguna manera, le hacía sentir que sí lo era.
No recordaba que su socio fuese tan invasivo del espacio personal fuera de tener que comunicarse de vez en cuando, y aquello le parecía más que suficiente en cuanto uno no estorbara al otro con sus respectivos intereses. Pero ahora, era como si Mettaton quisiera estar tocando su mano en todo momento, ya sea para guiarla a algún punto o solo para dejar enfatizada alguna palabra. ¿Acaso la situación requería más cercanía de la que ya acostumbraba de forma no verbal? ¿Qué se le estaba escapando ahora? ¿Qué era lo que no estaba viendo o conociendo?
Se suponía que debía de abordar el tema de los reflectores de magia sin cables, pero el dueño del lugar estaba tan platicador en varias cosas que no le interesaban del todo, que comenzó a hartarse un poco. ¿Si le decía algo ya no le agradaría? Se suponía que eso era clave para que le diera tal información a como tenía indicado, ¿no? De alguna manera, le daba la impresión de que solo quería marearla con tantos datos de sus múltiples empresas exitosas que no le interesaban en lo más mínimo, pero le parecía demasiado cuestionar algo así si todo ello no llevaba a nada. Ni siquiera para conocerlo realmente fuera de toda esa farsa de tener en control total lo que le rodeara. ¿Y se suponía que le enseñaría a ser astuta para ella misma? Si era ser como él, no se imaginaba tan parlanchina para empezar.
Así que sin más, optó por parar toda palabrería para que le dijese algo útil en todo eso. Debía de servirle algo el hecho de que le hablara de sus proyectos en ese momento, ¿no?
-¿Qué me dices sobre los reflectores de magia? –Soltó a media conversación.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, los Gaster me dijeron que…
-Claro, también te mandaron por eso, ¿cierto? –Frisk se mantuvo en silencio al no ser necesaria una explicación detallada. –Lo lamento, lindura, pero te daré la misma respuesta que le di a ellos. Tengo las manos atadas en ese tema.
-Tienes toda una pared que proyecta un dibujo que simula tener vida ¿pero tienes limitaciones en eso? –Si bien su comentario no tenía ninguna intención salvo opinar, pareció que le había irritado un poco. –Para ser alguien que tiene contacto cercano al alcalde que quiere reelegirse, pareciera que él te tiene como su marioneta. ¿Cómo podré confiar en ti en nuestro proyecto que nos vincula?
-¿Estás tratando de provocarme, lindura? –Por alguna razón, su pregunta le sonó algo sugestiva.
-Estoy tratando todavía de entenderte. Por un lado suenas esperanzador con metas atractivas, pero por otro lado, tus acciones se prestan a traiciones visibles. –Un mayordomo se estuvo acercando en el instante, pero Mettaton le pidió que se alejara con un simple ademán de su mano para seguir dándoles espacio. –La verdad es que te estoy otorgando confianza ciega por el hecho de que quiero creer que como monstruo, entenderás la importancia de tratos más justos para ustedes. Pero también tengo presente que a quienes justamente traicionaste son monstruos. Y esos reflectores lo demuestran mucho más si pretenden oprimir lo que por esencia son y esa es la magia.
-Esos reflectores no oprimen, lindura. Protegen la paz que puede obtenerse por ahora. –Pese a su visible molestia, en verdad parecía que su socio estaba haciendo un esfuerzo en tenerle una respuesta de alguna manera. ¿Entonces eso significaba que era cierto de que le agradaba? –Humanos o monstruos, todos pueden hacer daño. Pero la diferencia está en que los humanos decidieron ser más civilizados en multitud. Mientras los monstruos, llevan siglos queriendo mantener tradiciones que ya no aplican para la actualidad porque temen ser remplazados con tecnología. Y la verdad es que es un futuro inevitable, y debería de ser bueno para ellos también si tan solo se detuvieran a analizarlo. Pero muchos solo quieren estar molestos, así que se llegó a esa medida de seguridad.
-¿Tú defiendes eso además de financiarlo?
-Defiendo todo aquello que implique progreso. Y mientras haya seres como Don Dreemurr que incitan el odio colectivo, será mejor poder ser precavidos para quienes están dispuestos a una verdadera equidad, ¿no crees? –Frisk tuvo que estar de acuerdo con eso. Lo cual supuso que fue lo suficientemente visible en ella para que Mettaton ahora le sonriera. –Duele que no puedas confiar en mí con eso, pero en mi posición, también tengo que defender en lo que creo.
-Sí, eso lo entiendo. Pero aun así debo insistir.
-Pues estamos en las mismas. ¿Ya me tienes una respuesta para mi propuesta de ser mi asistente temporal?
De algún modo, Frisk sentía que le estaba dando una apertura para negociar ese leve intercambio de intereses, pero también comprendía que no sería sencillo a comparación de lo que parecía a simple vista. Tal vez eso era lo que Don Gaster quería decirle, más allá de solo dejarle en claro que su idea de alcohol no había sido buena como había creído. Mettaton solo cedía a cosas que le eran de interés particular y que le beneficiaran. Y si aquellos reflectores lo beneficiaban lo suficiente para mantener su función oculta, simplemente no sería algo que soltaría.
Por otra parte, su propuesta sonaba como algo muy diferente a lo que se suponía que se refería, más no supo qué decir en el instante salvo querer mantener su distancia sin mucho éxito. Esperaba que estar figurativamente contra la pared no hubiese sido un plan del magnate, que de lo contrario podría suponer que había caído en una especie de trampa que le haría quedar como una tonta. Es ella quien debía de hacerle sentir contra la pared para obtener lo que Don Gaster le había pedido, no al revés.
No lograba captar qué era lo que se le estaba escapando, pero tampoco planeaba regresar con las manos vacías si esto suponía una prueba. Así que tuvo que optar por algo un poco más intermedio.
-Sabes que si acepto, aun así sigo trabajando con los Gaster, ¿cierto? ¿Quieres correr ese riesgo?
-Olvidas que soy un experto en tomar riesgos, lindura. –Mettaton le tendió la mano tras dedicarle una sonrisa digna de una foto de primera plana. –Y digamos que estoy ante el riesgo más interesante que me he topado en la vida.
-Espero que sigas pensando eso cuando logre que me digas lo que quiero. –Terminó estrechando su mano para aceptar la oferta.
-Y yo espero que no te sorprendas cuando tú me digas lo que realmente quiero oir de ti.
-¿Ah? ¿Y eso qué es?
Tal vez su intención había sido aprovechar su desconcierto, o tal vez lo había planeado desde un principio al prepararla lentamente con su cercanía. Pero aun así le había tomado por sorpresa que besara su mano una vez más. Algo fugaz y frío considerando que estaba ante un hombre de metal, pero que no le dio una percepción de malicia en su gesto como para molestarse más allá de la invasión de espacio personal. Aun cuando tuviese en mente que estaba ante alguien que consideraba a las mujeres como un objeto de uso personal.
-Que confías en mí.
Frisk dio un paso hacia atrás para poner una barrera de alguna manera, pero aquello solo hizo que el magnate riera en el instante. Y era extraño, pero fuera de todo lo que sabía de lo que debía de estar cautelosa, le daba la impresión que por primera vez había visto un lado genuino de él.
Una vez que se pusieron de acuerdo de lo que haría para su evento de mañana, se dispuso a retirarse en cuanto Papyrus hizo acto de presencia con el auto. Había sido interesante conocer ese dibujo simulando vida en una pared luminosa, o la gran cantidad de plantas extranjeras en un solo punto y bien cuidadas en su mayoría, pero no obtener nada de lo que se había propuesto en primer lugar le causaba el suficiente malestar para opacar todo lo demás. ¿O acaso tanta distracción había sido su estrategia para que en verdad dejara de insistirle? Si ese era el caso, ahora sí le molestaba pensar que había perdido en su primer intento de obtener información. ¿Por qué pensó que le iría mejor que cuando había tenido que negociar con Kris? Tantas advertencias de que Mettaton no era tan sencillo de negociar, y simplemente quedó como tonta al percatarse ahora de que era ella quien había cedido a sus cosas y no al revés, empezando por haber asistido a su mansión. ¿En qué más cosas le había aplicado lo mismo y no se había dado cuenta?
-¿Y BIEN? –Le preguntó Papyrus al momento de ingresar al auto. –¿LOGRASTE QUE TE DIJERA?
-Estoy… en progreso de eso.
-¡JA! Y TÚ QUE TE BURLASTE DE MI.
Frisk pretendía explicar cómo le había ido en espera de que le diera una retroalimentación mejor que solo una burla, pero al momento de escuchar un crujido bastante extraño, se asustó al momento de darse cuenta de que provenía del brazo de Papyrus. Algo que le daba la impresión de que era una capa en busca de expandirse, pero que no le parecía importante al esqueleto que seguía conduciendo tranquilamente.
-¿Qué es lo que le ocurre a tu brazo? ¿Estás herido?
-TRANQUILA, SOLO ESTOY COMENZANDO A MUDAR.
-¡¿Ustedes mudan?! –Exclamó Frisk, abriendo demasiado los ojos por la sorpresa. –¿Algo así como un reptil?
-MAS BIEN DIRÍA QUE COMO UN CANGREJO, SI TE SIRVE DE ALGO LA VISUALIZACIÓN. –La verdad es que eso solo generaba más preguntas dado que no tenía ni idea de que un cangrejo mudaba para empezar. ¿Cómo era siquiera que lo hacían? ¿Acaso era todo su cuerpo o sólo partes específicas? Y por la forma en la que Papyrus sonreía, supuso que estaba siendo obvia con su inquietud. –DEBERÍAS DE PREGUNTARLE A SANS ALGUNAS COSAS, ¿SABES? NOSOTROS SABEMOS MUY BIEN DE LA ANATOMÍA HUMANA POR ENSEÑANZAS DEL JEFE, PERO TÚ NO SABES NADA SOBRE LA NUESTRA, ¿CIERTO?
-Hasta ahora sólo sé que si pueden besar pese a que no tienen labios. –Frisk se percató tarde de lo demasiado informativa que estaba siendo con eso, a lo cual terminó sonrojándose en el instante. –E-eso es todo.
-¿DÓNDE QUEDÓ LA CURIOSIDAD QUE PARECIERA QUE TE CARACTERIZA? NYE HE HE. –Por alguna razón se sentía como si se estuviera burlando de ella pese a que no podía verle directamente por estar conduciendo. –BUENO, CON ESO ME CONFIRMA QUE SANS SÍ SABE COMPORTARSE CONTIGO. CREÍ QUE POR COMO ERA ANTES…BUENO, MEJOR OLVÍDALO.
-Te refieres al incidente con Connie, ¿cierto?
-¿ES ASÍ COMO SE LLAMA ESA CONEJA?
-Por la forma en la que lo llama, supongo que se trata de ella. –Recordarlo no le causó ningún bien. Como si no pudiera verla de la misma forma ahora que sus sospechas indicaban que en algún momento habían estado juntos de esa forma… aun cuando no debía de ser asunto suyo por pasado que no le correspondía. Pero no podía evitar sentirse mal al respecto. –Ella tiene mucho pecho.
-¿Y TE PREOCUPA ESO AHORA?
-No, pero me hace cuestionarme si podré complacerlo si yo no lo soy.
-NO NECESITABA SABER ESO. –Ahora el incómodo fue él.
-Se supone que esas cosas se hacen al casarse. O bueno, es lo que yo creía que era así. –Continuó hablando mientras pensaba en ello. La canción de los conejos retumbando tenuemente en sus recuerdos le generó más nostalgia que incomodidad por ahora. –Y dado que por ahora no es legal el matrimonio entre humanos y monstruos…
-¿EN VERDAD CREES QUE PUEDA SER UNA POSIBILIDAD?
-No es una opción que quiera negarme. Al menos por esto puedo hacer algo al respecto, en vez de solo lamentarme por algo que no tiene arreglo.
-SI TE REFIERES A LO QUE ESTOY PENSANDO, QUIERO QUE SEPAS QUE NO ME IMPORTA QUE NO PUEDAS DARME SOBRINOS. –Frisk tan solo sintió su cara arder tras eso. –SIEMPRE PENSÉ EN QUE SI HUBIERAN TENIDO HIJOS, HABRÍAN SIDO MUY RAROS CONSIDERANDO SUS NATURALEZAS DIFERENTES.
-Eso no ayuda.
Pero eso le dejó pensando en el resto del camino. Si los esqueletos mudaban, ¿habrían tenido una especie de humano que muda? ¿O un esqueleto con órganos visibles? ¿La combinación no sería algo tan incompatible que solo habría causado dolor si hubiesen podido dar vida? ¿En verdad los cangrejos mudaban su cuerpo? Nunca había visto uno como para saberlo, solo sabía que eran comestibles. ¿Los esqueletos también lo serían? Si no tenían carne… pero tampoco los cangrejos, ¿o si? ¿Cómo era que los cangrejos se comían?
Había estado con tantas preguntas en mente, que no se había dado cuenta que en ningún momento le había cubierto los ojos para que no supiera en dónde estaba exactamente la casa Gaster. Pero por lo mismo, tampoco se había percatado del camino como para siquiera recordar algún indicio de cuál era el camino a tomar. Como fuera, no era algo que le importara de momento. Quería llegar a la casa y preguntarle a Sans sobre cómo era que funcionaba su cuerpo y si él también estaría en ese proceso de muda pronto. ¿Sería algo similar como la caída de pétalos de Flowey en otoño?
Pero en cuanto ingresaron simplemente no hubo nadie, ni siquiera Flowey que no había hecho mención alguna de que saldría, aunque tampoco le cuestionaba demasiado por ahora dado que necesitaba luz solar que el lugar no le brindaba. Así que recordando que ya se había escapado de esa casa una vez, no le cabía duda de que sabría desde antes en dónde estaba la ubicación de la casa y en ningún momento se habían puesto a hablar de ello.
Por lo mismo de lo que le pasaba en su cuerpo, Papyrus se retiró a su habitación tras avisarle de que tardaría algo en el proceso, pero que no vería ningún cambio seguramente cuando saliera. Dejándole más dudas que respuestas con posible intención de que le hiciera preguntar a su hermano. O por lo menos le indicaba eso su sutil risa que dejó en el camino. Quedando sola en la sala sin saber qué más hacer por ahora si todo se encontraba limpio y tenía comida ya preparada guardada. Así que en cuanto pudo escuchar que alguien se aparecía al poco tiempo, se sintió aliviada de no tener que estar sentada sin hacer nada por mucho tiempo.
Pero eso cambió drásticamente al momento de percatarse del estado en que se encontraba.
-¡Sans!
Corrió hacia él al momento de percatarse de que podría caerse al suelo en cualquier momento ante las malas pisadas que estaba dando sin rumbo fijo. Dándole el recuerdo inmediato de la vez en que había llegado a su casa completamente alcoholizado ahora que le había llegado el olor intenso. Y si bien quería reprocharle por estar así cuando se suponía que debía de estar en alerta del barrio, pudo darse cuenta de que algo estaba pasando para que ni siquiera se percatara de que le estaba sosteniendo. Siendo en verdad algo muy similar a aquella vez que le había declarado gustarle su aroma floral de su cabello.
-¿Qué es lo que ocurre, Sans?
Fuera de un tenue suspiro, no obtuvo respuesta. Así que con cuidado lo encaminó hacia el sillón para sentarlo y de algún modo atenderlo, pero no tardó en darse cuenta de que la sonrisa de su novio estaba apagada por completo. No estaba ni el semblante que a muchos podría engañar sobre estar indiferente ante algo, ni tampoco la sonrisa que le dedicaba una vez iniciando el día. No, no había nada de eso. Solo una tristeza lo bastante visible para que cualquiera que le viera en ese momento, se diera cuenta de que algo lo estaba atormentando para no importarle quedar en ese estado.
Teniendo cuidado de no lastimarlo, llevó su brazo a que le rodeara sus hombros para encaminarlo hacia las escaleras y llevarlo a su habitación a que descansara. Si bien Papyrus se encontraba en la casa, no quería molestarlo si estaba en ese momento con la muda y desconocía si aquello le dolía o fuese lo suficientemente incómodo para hacer algo. Si después de todo, se había encerrado por alguna razón, ¿cierto? Y tampoco estaban algunos de los seguidores, seguramente observando varios puntos del barrio por decisión propia en cuanto el jefe no estuviera. Así que no le importó hacerlo ella si en ese momento su novio necesitaba ayuda.
Dado que de momento dormía ahí por ofrecimiento del propio Sans, ya se sabía perfectamente el chillido que emitía la puerta al momento de abrirla un poco, y también las cosas que siempre estaban estorbando como si tuviesen alguna intención de permanecer para incomodar o dañar a cualquiera que pasara sobre ese desastre que se contenía de ordenar para respetar sus pertenencias.
-Descansa, Sans.
Comentó al momento de sentarlo en su propia cama. Pero al girarse para retirarse y acomodar el sillón para ella, Sans le detuvo con cierta urgencia que le hizo sobresaltarse un poco. Al menos, no parecía tan perdido mentalmente tras eso.
-Por favor, duerme conmigo. –Susurró Sans.
Frisk se mantuvo intacta, sin saber si se vería demasiado grosera por no atreverse a verle directamente ahora. Sintiendo su cara arder de inmediato sin saber qué responderle, pero tampoco con la intención de alejarse de su agarre que parecía ser un poco más insistente que de costumbre. Sans ya le había dicho que se esperaría a que ella quisiera. ¿O acaso le había hecho esperar tanto que ya estaba queriendo dar ese paso pese al estado en el que se encontraba? ¿O era precisamente por cómo estaba que no quería esperar más? ¡¿Qué se supone que debía de hacer ahora?! ¿Podía decirle que no pese a que el aroma de toda su habitación le trataba de sugerir mucho más que sus palabras? ¿Podía estar segura de darle un sí aunque sus nervios le traicionarían seguramente en el intento? ¡¿Q-q-qué debía decirle realmente?!
Y tal parecía que su silencio había comunicado todo aquello que no tenía ni idea de cómo expresar ahora, porque Sans soltó un breve suspiro antes de seguir hablando con el mismo tono decaído que le daba la impresión de que se echaría a llorar en cualquier momento. Haciéndole sentirse culpable en el instante que se percató de estar siendo grosera de alguna manera.
-No es lo que piensas, Frisk. Es solo que no quiero estar solo esta noche con estos pensamientos.
Finalmente se calmó lo suficiente de esa sugerencia que le había malinterpretado para observarlo una vez más. Asustándole ahora por nunca haberlo visto así desde que le conocía, ni siquiera aquella vez que había tomado demasiado al grado de invadir su casa sin aviso previo. Así que definitivamente no era algo a causa de un alcoholismo desenfrenado, sino algo más que simplemente no lograba notar fuera de una tristeza atemorizante para sus ojos.
-¿Qué es lo que ocurre, Sans? –Volvió a preguntar.
-Por favor, no me dejes solo. –Para cierta sorpresa y desconcierto de ella, le jaló con algo de insistencia y fuerza no controlada para terminar abrazándola de la cintura. –N-No… puedo soportarlo esta vez, maldita sea…
Sin que pudiera predecir o saber qué hacer en el momento salvo quedarse paralizada del desconcierto, notó como Sans estaba comenzando a llorar sin que le pudiera ver directamente, aunque tal vez era esa su intención. Asustándola por completo al nunca haberle tocado verlo así en algún momento, o siquiera estar tan mal para llegar a un grado así. No obstante, le abrazó el cráneo ante lo único que podía acceder por ahora dada la posición, con algo de pena de que estuvieran de ese modo. Queriendo consolarlo en aquello que le estaba inquietando, pero deseando poder hacer algo más que simplemente estar ahí, escuchándolo cómo se contenía de llorar y no lográndolo en ratos. No podía hacer mucho en cuanto no supiera qué le estaba pasando de cualquier manera.
Fue así como tuvo que dejar que pasara todo, permitiéndole soltar todo aquello que parecía estar atormentándolo y que no lograba comprender a simple vista. Siendo su novia, ¿debía de saber exactamente qué era lo que tenía, aún sin que le explicara algo? ¿O por lo menos saber qué hacer además de solo estar ahí? Lentamente se sintió muy torpe y descuidada con eso, así que mejor se sentó a lado del esqueleto para poder abrazarlo mejor, viendo finalmente sus cuentas a las que no le tenía explicación sobre cómo era que podía llorar un esqueleto para empezar, pero siendo una duda que dejaría para otro mejor momento junto con la de la muda de su cuerpo. Incluso estaban temblando todos sus huesos debido a sus visibles ganas de seguirse conteniendo… y eso sí era algo que podía comprender lamentablemente. Después de todo, hacía poco se había percatado de lo tanto que le había dolido realmente la ausencia de sus hermanos, las mentiras que le tuvieron y demás problemas. Terminando explotando por todo al no poder más.
Sans, ¿qué tanto había estado acumulando para que terminara en tal estado? ¿Cuánta bebida y tabaco se acostumbró a consumir para desviar todo ese dolor por mucho tiempo?
Ante la ausencia de la luz lunar o cualquier indicio exterior, no supo cuánto tiempo pasó para que Sans lograra calmarse, ni tampoco era algo que le interesaba realmente. Dejando que el silencio les otorgara lo suficiente para poder apaciguarse y, con cuidado, lo orientó para que se acostara en su cama mientras ella hacía lo mismo para indicarle que en efecto, se quedaría con él y no solo porque se lo había pedido, sino porque realmente estaba muy preocupada ahora. Limpiando sus lágrimas con sus dedos poco a poco, teniendo cuidado de no lastimarlo, inquietarlo o algo por ese hecho, pero siendo todo lo contrario aparentemente en lo último.
-Creo que es la primera vez que te veo llorar. –Tuvo que admitirlo después de un rato.
-¿Te parece que me hace poco hombre hacerlo?
-¿Por qué debería de creer eso? –Instintivamente puso su mano sobre su pómulo ya seco. Le alarmó que pensara eso de ella o de cualquier otro. –No es malo sentirnos mal de vez en cuando, ¿recuerdas que me dijiste eso una vez?
-Cierto. –Aunque no fuera del todo sincera, aun así su novio se esmeró en tenerle una sonrisa inmediata, una curvatura bastante forzada a lo que realmente estaba reflejando con su voz. Tal vez, esa era una cualidad que de alguna manera podía admirarle al mismo tiempo que le daba ganas de reprocharle. –Supongo que es algo más por agregar a la lista de lo que tenemos en común, ¿eh, bonita?
-Bueno, me calma que vuelvas a ese extraño humor. –Le devolvió una tenue sonrisa para continuar con aquella calma en retorno, aunque tampoco queriendo verse grosera al respecto. –Aunque en realidad, el hecho de que puedas hacerlo ante mí, me hace sentir que me tienes la confianza para poder mostrarte vulnerable. Y creo que eso es bueno… porque eso es lo que siento contigo cuando tengo ganas de llorar.
-Yo soy quien debería de protegerte a ti de esto. No al revés.
-Nos tenemos mutuamente, Sans. Tu mismo me dijiste también que no te estuviera apartando de mis cosas, ¿no? Así que no seas hipócrita y deja que yo también te proteja o salve cuando lo necesites.
-Hipócrita es una palabra muy ruda, ¿no crees? –Pese a ello, Sans mantuvo la sonrisa, aunque algo más apagada que de costumbre. –Gracias, Frisk.
-Quisiera poder hacer algo más que solo escucharte o estar aquí.
-Ya haces demasiado con hacerlo, bonita. En verdad.
Frisk no estaba de acuerdo, pero tampoco supo cómo expresarlo. Nunca creyó ver a Sans en tal estado, y ciertamente nunca creyó que algo así le hiciera sentirse inquieta en un sentido no agradable. Necesitaba atender aquello que le había hecho sentir mal a su novio y de ser necesario, hacerle pagar las consecuencias si lo requería la situación. No entendía esta clase de enojo, ¿era normal? No se sentía como los celos, aquella irracionalidad que esperaba no volver a pasarlo, pero tampoco se sentía como preocupación ahora. ¿Acaso estaba experimentando el querer desquitarse con algo, o solo estaba sobre pensado las cosas de nuevo?
No queriendo que algo negativo le invadiera, permitió que Sans le abrazara estando acostados, relajándose tan solo con enfocarse en su aroma tan impregnado en todas partes, pero sintiéndose algo culpable de ese hecho, cuando debía de ser quien calmara a él y no al revés. Definitivamente no servía para esta clase de cosas. ¿Acaso Sans había notado su disgusto y por eso estaba calmándola en silencio?
-Duerme, bonita. No te preocupes tanto por mi. –Aquel susurro le confirmó su sospecha de inmediato. –Soy un hueso difícil de roer después de todo. Me repondré como si nada en la mañana. Ya verás.
-No parece ser el caso esta vez. Pareciera que estás aterrado por algo.
-Lo estoy.
Soltó Sans sin pensarlo mucho, a lo cual su expresión reflejó no estar cómodo con admitirlo ante todo lo que le estaría atormentando al respecto. Es por ello, que Frisk se contuvo de toda interrogante que su curiosidad o preocupación pudiera hacerle soltar. Sans no necesitaba que le hicieran pensar más las cosas, ¿cierto? Necesitaba sentirse seguro y por eso había acudido a ella, ¿no es así? Aquello era halagador si era el caso, pero de alguna manera le hacía recordar el momento en que por primera vez le dijo sobre estar asustado por algo. Y aquello había sido por ser declarado como traidor y enemigo de aquel que llaman Gran Don.
De alguna manera, se estaba sintiendo tan similar, que no dudaba de que esa era la razón por la cual Sans no parecía querer expresarse al respecto. Siendo el tema que siempre terminaban topando por necesidades distintas entre ellos con eso. Así que fue una sorpresa de que, a pesar de tantos silencios de por medio, Sans finalmente quisiera hablar sobre lo que estaba sintiendo tras haberlo meditado entre pausas. O por lo menos, esperaba que ese fuese el caso al momento de poder iniciar una conversación entre ellos.
-¿En verdad no logras recordar nada sobre…? –Parecía pensarse demasiado la pregunta, pero Frisk de alguna manera estaba sabiendo a lo que quería llegar por la forma en la que le quitaba un mechón que irrumpía un poco sus ojos. –¿... cuando experimentaron contigo?
-No. No recuerdo nada al respecto. Ni tampoco recuerdo cuando estoy en esa clase de estado. –Aclaró de una vez, al notar que su pregunta iba por ese lado también. –No lo habría creído si no fuera por el hecho de ver que sí me curo al grado de no morir. ¿Por qué preguntas?
-Porque la vi. –No le parecía sencillo poder explicarse ahora, por lo que en silencio, le dio el espacio para hacerlo. –Vi a Lyra Watterson. Está viva.
-¿La… hermana de Shyren? –Frisk abrió sus ojos con sorpresa y desconcierto. ¿Qué no ella había muerto en manos de mafiosos por robarles? Recordaba al menos que eso le habían contado. –¿Cómo…?
-No lo sé, pero me reconoció… e intentó decirme algo que no pudo por algo que le pasaba en todo su cuerpo. –Sans de nuevo temblaba con tan solo el recuerdo. Tal vez le fue en verdad terrorífico ver a alguien que se creyó muerta por tantos años y que fue amiga de su madre. –Y ese perro quiso darle un mensaje a la coneja que tampoco pudo darle, ¿cierto? Y en su lugar se la llevaron en lugar de matarla ahí mismo. Y eso… me hace pensar que hay cierta similitud que me es imposible de ignorar ahora.
Después de eso, Frisk se dedicó a escucharlo atentamente, llevándole gran parte de la noche contando cada detalle o percepción que Sans tenía con ese tema, aun cuando el desvelo sería algo que les cobraría factura después. Entendiendo finalmente por qué Sans estaba tan aterrado ante cosas que podrían ser una verdad aterradora, pero a su vez, sintiendo como su propia sangre hervía con cada palabra, mientras pensaba seriamente en apresurar muchos de sus planes. Comprendiendo a lo que Sans quería llegar con toda su explicación, como si por ese instante, en verdad fueran una sola mente llegando a una sola conclusión nada gratificante de procesar.
La hermana de Shyren, la señora Bunny, ella misma… y seguramente muchas mujeres más que pasaron por lo mismo. Todas abandonando una familia, una naturaleza, una vida entera, por un señor que definitivamente no tenía piedad con algo que no fuese sí mismo. Experimentando con sus cuerpos sin permiso y con un fin aún incomprensible, pero no quitando lo terrorífico que venía siendo ese hecho. Y si no estaba dispuesto a tener piedad por nada ni nadie… entonces ella tendría que hacer lo mismo para detenerlo de ser necesario, y aquello no era nada agraciado. Adentrarse en el campo de rosas espinosas que alguna vez ambos pudieron compartir el cariño a esas imperfecciones, cuidándolas y amándolas tal y como eran, pero siendo claramente las cosas diferente ahora.
Asgore Dreemurr no solo había aniquilado a su familia biológica para hacerle creer una cosa diferente por tantos años. También lo había hecho con Shyren, con los Gaster y seguramente quería que eso pareciera a la familia Bunny.
-Creo que hay posibilidad de que mi madre siga con vida. –Finalmente Sans pudo confesarlo sin temblar tanto o llorar, pero no quitando el dolor en sus palabras. –Pero eso no significa nada bueno.
-Crees que experimentaron con ella. –Concluyó Frisk al saber que era necesario dejarlo en claro con palabras pese al dolor que le producía a Sans tener que pensar siquiera en eso. –Como conmigo.
-El Gran Don tenía un socio llamado Omegle Sallow, un tipo fanático de la biología que fue puesto bajo investigación de la desaparición de muchas mujeres, pero que nada pudo comprobarse tras su muerte. –Sans cerró sus cuencas por un breve momento. Tal vez por el cansancio o tal vez porque le ayudaba a poder procesar mejor lo que estaba formulándose cada vez más. Pero por lo menos, podía notarlo un poco más sereno por el simple hecho de que podía conversarlo en lugar de dejarlo ser un tormento en su mente. –Y "Sallow" es el apellido de soltera de Alphys, la esposa de Gerson Boom y creadora de DT-00X, conocido entre nosotros como…
-Flowey. –Intervino Frisk con algo de sorpresa. Entendiendo a la perfección cómo se estaban conectando algunas cosas. –Entonces lo que forma parte de mi sangre ahora, y lo que conforma la existencia de Flowey… lo tienen todas esas criaturas extrañas que mencionaste. Lo tiene la hermana de Shyren y… lo va a tener la señora Bunny si no hacemos algo pronto.
-Si no es que ya lo tiene. –Por más amargado que fuese su comentario, no podía evitar pensar que era una posibilidad a estas alturas. –Y claro, nada de esto garantiza que puedan sobrevivir a algo como eso, pero… si lo que la señora Dreemurr dijo tiene peso, significa que bajo ningún motivo, permiten que puedan morir ninguna de ellas. El hecho de que estés viva es un ejemplo de eso.
-Pero olvidas que mi hermana no. Si tuvo lo mismo que yo, Chara no debió morir. Asgore Dreemurr no debió permitir que muriera. –Algo en eso le daba el enojo suficiente para querer pararse y hacer algo de inmediato, aun cuando fuese golpear algo dentro de la habitación. Pero se contuvo al preferir seguir estando recostada junto a Sans. –Pero solo me encuentro yo. Y mi cuerpo no permite que muera por más grande que pueda ser una herida.
-Pero tu mente va en retroceso a lo que explicaron Flowey y el viejo. Perdiendo tu propia voluntad, tal vez justo como lo estaban esas cosas viscosas en la mansión.
-Entonces… mi propósito para Asgore Dreemurr era ser un arma a controlar.
Ahora le tocó a ella tener ganas de llorar, pero no por una tristeza de algo que ya había procesado hace tiempo, ¿cierto? Tenía enojo indiscutible ahora, pero también, saber mucho más sobre lo tanto que había sido menospreciada por alguien a quien creyó que era mutuo el cariño, siendo una familia… dolía. Dolía demasiado. ¿En verdad solo la había apartado por ser un fallo más de todos sus experimentos? ¿Qué era lo que quería obtener con eso? Estaba harta de sentir que las preguntas solo se acumulaban en su mente, cuando lo que necesitaba eran respuestas que le debían y que exigiría a toda costa por más que le dolieran. Y ahora no era solo por ella, sino por su hermana y muchas mujeres más. Por la figura materna que tuvo por un breve momento pero valioso, y por la mujer que fue importante en la vida de Sans y que se la arrebataron siendo tan solo un niño. Incapaz de poder hacer algo en ese momento y ahora sintiéndose nuevamente así ante la posibilidad de que estuviese realmente con vida con limitantes inexplicables.
Don Gaster le había hecho mención hace tiempo sobre que su cuerpo parecía absorber lo que tuviese contacto dentro de su cuerpo, aun cuando no fuese algo de utilidad para sí mismo y aquello le comparaba con Flowey, quien ante sus ojos había podido contemplar cómo podía absorber almas para fortalecerse mucho más de lo que ya era como especie única. ¿Sería el mismo caso con ella? Si tenía capacidad de absorber almas para ser más fuerte… O tal vez, solo era necesaria una sola alma. Una que le interesara al mismo causante de todo esto, al grado de poseerla con recelo a lo que Don Gaster le había explicado.
El alma de aquel que fue su padre biológico. La razón por la cual Asgore Dreemurr realmente quiso conservarla seguramente.
-Lamento si esta conversación te está haciendo sentir mal, bonita.
-Soy responsable de cómo me hacen sentir las cosas, nadie ni nada más. –Argumentó de inmediato sin pensarlo mucho. Casi como si fuera algo que ya tuviera en innercia con tal de no irrumpir el resto de sus pensamientos. ¿Acaso estaba sintiendo que debía de culpar abiertamente a Asgore, al menos por una vez? –Y además, me preocupo más por ti en este momento, que en lo que sea que me hicieron.
-Frisk…
-Lo que tengo me hace anormal, Sans. Yo lo sé. Pero aun así, no me importa lo que otros perciban de mí. Ni siquiera Asgore Dreemurr ahora. –Intervino de inmediato antes de que su novio se atreviese a tenerle lástima, cuando era lo menos que necesitaba en ese momento y nunca. Porque por más mal que se sintiese, no estaba para pensar demasiado en los sentimientos de otros hacia ella. Razón por la cual no estaba para culpar a otros tampoco. –Pero lo que tiene mi total atención ahora, es el hecho de que no se detuvo conmigo para experimentar. Lo siguió con otras mujeres, más grandes que yo, con seres más queridos que yo. Lo que significa que… está desesperado en obtener algo. Tanto, que cada vez pareciera importarle menos causar dolor y sufrimiento con sus acciones.
-Es peor que eso, le gusta provocar. Demostrar que es el más fuerte y más temido. –De alguna manera, sentía que Sans le había comprendido en que no se preocupara por ella. O por lo menos, la forma de calmarse al momento se lo indicaba. –Cuando estuvimos ahí, provocó al viejo para que me matara si quería su perdón de su traición. Pero al no obtenerlo, lo provocó lanzándole la argolla de matrimonio de mi madre. Salimos con vida de ahí con suerte por el simple hecho de que no nos siguió. No tuvo el interés de hacerlo.
-Porque sabía que ustedes tratarían de vengarse en cualquier momento. –Pudo concluir de inmediato. Causándole malestar de tan solo recordar el disgusto que le había dado que quisieran hacerlo en el momento, cuando ahora comenzaba incluso a comprenderlo. –Sans, tu familia…
-No, no hay que decir nada todavía. –Sans le interrumpió en el instante. –Si esto resulta ser cierto, el viejo se volverá loco. No viste cómo se puso aquella vez.
Pese a enojarse más con eso, Frisk simplemente no lograba encontrarle todo el sentido. Alguien que estaba queriendo ser despiadado porque sí carecía de sentido, a menos claro, de que fuese alguien que había caído en la locura de una desesperación que no lograba entender. Si lo que pensaba sobre el alma de su padre estaba en buen camino, significaba que solo estaba obsesionado con el enemigo que se pavoneaba de derrotar y ahora no le quedaba nada de esos tiempos de gloria, queriendo causar más dolor en busca de nuevos enemigos, nuevos desafíos que le regresaran a aquellos momentos de triunfo vacío. Razón por la cual tal vez había provocado a Don Gaster como un elegido de algo trágico. Un hombre extrangero que conocía la guerra a como lo había concluido hace tiempo.
Pero, ¿y si se estaba equivocando por pensarlo demasiado? No sonaba como algo que conociera de ese monstruo, aunque ciertamente ya nada sonaba como lo que había creído conocer como para ser una preocupación ahora. Lo que debía de hacer ahora era concentrarse en cómo detenerlo de todo el sufrimiento que ocasionaba a todos. De parar el dolor que le produjo a Sans, a los Gaster, a la familia Bunny… ¿cierto? ¿Eso era lo que quería obtener con su enojo actual? ¿Era el camino correcto al igual que lo que había hecho en liberar a los Gaster de prisión? ¿Había algo de sentido todavía en cada una de sus acciones ahora? ¿Estaba haciendo algo bueno o malo ahora? ¿Qué es lo que quería?
¿Y si… lo que quería realmente era también vengarse de él… porque comenzaba a detestarlo por lo que le hizo a ella? ¿Por el evidente dolor que le causó a Sans y los Gaster? ¿Y si estaba llegando al grado de querer odiarlo? No, no era eso, ¿cierto? Debía de haber algo que pudiese darle una buena explicación todavía, por más aberrante que fuese y que de cualquier manera le llevara al camino de que debía de detenerlo. Por más que la imagen de un buen monstruo esponjoso enseñándole sobre flores todavía fuese algo latente en su mente. En sus recuerdos. En aquellas cartas que siempre recibía dándole buenos deseos en la distancia.
No, nada tenía sentido por más que lo pensaba. Y justamente eso era lo que le dolía, por lo confundida que le dejaba con cada cosa que iba descubriendo.
-¿Crees que… hay una relación en las mujeres secuestradas? –Preguntó Frisk con tal de no pensar demasiado en todo ello. Recordándose que debía de estar para Sans en un momento doloroso que estaba siendo para él, y no al revés. –Por ejemplo, Chara y yo fuimos hijas de aquel que llamaban "El jugador", un enemigo clave en su aparente carrera criminal. Tu mamá y el resto…
-No, no le encuentro tanto sentido todavía. La sirena fue la primera de las tres amigas, pero nada garantiza que haya sido en algo particular. El conejo maricón y la trucha que le acompaña me dieron algo hace poco, para que les ayudara a encontrarla. –Supuso que se refería a Ronnie y Shyren, pero no tenía ni idea de lo que significaba "maricón" para saber si aquello era bueno o no. –Es una libreta de mi madre, con sus canciones que compuso para ella y sus amigas.
-¿Y hay algo en ella que muestre alguna pista?
-Todavía no lo reviso del todo. –Tal parecía que Sans ya había estado pensándolo desde antes que llegara a la casa, pero por lo mismo no parecía tener ánimo por ahora de hojearla. –Y siendo el caso, debería haber un patrón particular en todas que pudiese indicar algo. Más allá de que todas fueron monstruos las registradas.
-¿Ninguna humana además de Chara y de mi?
-Ustedes fueron declaradas muertas al momento del incendio. Si no fuera por lo evidente ante nosotros ahora, sería casi imposible relacionarlas con lo mismo.
-Espera, ¿y cómo pudieron darnos por muertas sin un cuerpo? –Cuestionó de inmediato ante un pensamiento fugaz. Aquello cada vez tenía menos sentido, pero le recordaba levemente a todas las imágenes que había visto en la comisaría. –¿Sin una figura que confirmara que éramos nosotras? ¿Cómo nos hicieron tumbas sin siquiera asesorarse de que éramos en verdad nosotras?
-Alguien tuvo que darlas por muertas, reconocerlas en el instante. –Sans le agarró el hilo de manera inmediata. Esta vez levantándose un poco de la cama, rompiendo con el abrazo para sentarse. –Alguien que tuviese cierta autoridad o influencia para hacerlo.
-Alguien que puede meterse en la policía y gobierno sabiendo quién soy yo. Cubriendo mi propia identidad de ellos para que siga así.
No cabía duda de que ambos aterrizaban en sus mentes el nombre sin necesidad de algún cuestionamiento al respecto. Y si él había sido quien las declarara por muertas al grado de que se pudieran hacer las tumbas y el regalo particular que había sido el árbol de wisterias en el cementerio… también debía de saber exactamente qué le habían hecho en su cuerpo al grado de ser una alterada genéticamente. Al grado de darle una aparente medicación particular para gestionar lo que sea que tenía consigo.
Gerson Boom debía de saber exactamente qué estaba pasando desde entonces. Debía de saber qué le había pasado a la madre de Sans en todo este tiempo.
.
.
¡A retomar el ritmo quincenal! Debo reconocer que estoy emocionada de llegar a estas alturas de la historia, y debo reconocerles que es gracias a su apoyo. Digamos que este año habrán muchos capítulos de tensión y emoción, así que váyanse preparando. El siguiente capítulo será subido el 2 de febrero, en el cual daré aviso de cómo será la celebración de aniversario en este año ;)
¡Michi fuera!
n.n
