Como madre primeriza y que había estado en riesgo de muerte, Arial podía recordar cada mínimo detalle de su pequeño por más insignificante que fuera para otros y no esperaba ser comprendida en ese hecho. Había sido en verdad un riesgo su parto, tanto para ella como para su bebé, por lo que ver que ambos luchaban por estar mejor, por ser una familia junto con Wingdings que también estaba luchando intensamente por ellos aunque no lo hablara, se había dedicado en apreciar intensamente cada uno de los momentos que le regalaba la pequeña criatura que era tan feliz de que la abrazara como ella lo estaba de poder hacerlo. Así que sabía perfectamente el día y hora en que Sans había esbozado su primera sonrisa, balbuceado su primera expresión y ahora, cuando estaba queriendo dar sus primeros pasos.

Vamos caminando de puntitas,

un, dos, tres

Vamos caminando juntitos,

un, dos, tres, ¡un, dos, tres!

Canturreaba mientras le sujetaba las manitas a su niño, siendo un apoyo en todo aspecto para que tuviera la confianza de hacerlo poco a poco. Siendo que la motivación de su niño de querer desplazarse a un lado era por haber visualizado algo colorido en la lejanía suficiente para saber que no le bastaría llegar gateando. Así que sin más se dispuso a apoyarlo en su travesía, en que no se rindiera conforme se acostumbraba a mover sus piernas para cumplir su cometido. Hasta que de un momento para otro, Sans pudo dar sus pasos sin necesidad de ella, soltándola, creciendo y dándole la columna para seguir con su vida sin necesitarla, sin prepararla de que crecería sin que estuviera ella o no.

Arial abrió sus cuencas en el instante, recordándose de que estaba encerrada todavía en un lugar imposible de saber en qué punto de la ciudad estaba. Ahora solo esos recuerdos le quedaban de algo que había cambiado con los años y que se había perdido por completo. Ya no sabía cuál era la voz actual de Sans, como se vería como adulto y cuáles eran sus gustos musicales ahora. No sabía nada de su familia fuera de un temor cumplido, por lo que podría decirse que añoraba poder ver una vez más a desconocidos que amaba tanto.

Era difícil saber cuánto tiempo llevaban de ese modo, siendo vigiladas por la anfibia con mirada tan afilada como su lanza que no paraba de apuntarles con ella desde su distancia. Tal vez disfrutando de causarles algo de miedo con su presencia, o tal vez queriendo incitarlas a que cometieran un error a causa del temor y darle un motivo para realmente atacarlas para divertirse. A estas alturas todo era posible con alguien que se enorgullecía con ser el pupilo de la bestia más temible de la ciudad.

Aun así Arial estaba tratando de aparentar calma mientras trataba de evaluar el entorno que, si bien era exactamente el mismo lúgubre lugar que la mantenía encerrada con hambre y frío, tenía la diferencia de haber desaparecido la barrera invisible que le impedía poder usar su magia con mayor libertad. Debía de ser algo por aprovechar por más temerosas que estuvieran tanto ella como su amiga que aún se abrazaba a sí misma tras haber sido sujetada por las garras de ese terrible monstruo. Necesitaba sacarla de ahí como dé lugar para que no estuviese sufriendo más.

No obstante, desde que el monstruo se había ido corriendo y con furia, había una duda que no podía quitarse de la cabeza.

-"Frisk". Mencionaste ese nombre y el monstruo jefe se alteró. –Su amiga se giró con total atención y sin romper su postura auto protectora. –¿Quién es?

-Creo que será mejor que sea tu hijo quien te cuente de ella. –Arial no pudo evitar abrir sus cuencas con fuerza ante la sorpresa. Además de que el nombre trataba de alguien femenino, si se trataba de alguien que relacionaba a uno de sus hijos, sin duda le llenaba de esperanza en un santiamén. ¡Uno de sus pequeños tenía pareja! ¿Estarían casados ya o solo estaban en relación todavía? –Es todo un caso esa cachorrita.

-¡¿Es un perro?! –Se preocupó en el instante, borrando toda posibilidad de nietos ante semejante incompatibilidad. Además de su mala experiencia con ellos, esos seres solo sabían saborear su anatomía y todo aquello que invocaran. No venía nada bueno en ello. –Bueno, si uno de mis hijos es feliz con ella…

-Oh, no. No es un can, aunque… –Su amiga bajó las orejas con demasiada duda, aquello no la calmaba. –No, no es una canina, descuida. Solo es un apodo que le puse.

-Vaya, ¿y qué tipo de monstruo es entonces?

-Eehhh, bueno…

-Que no me tengas una respuesta inmediata solo hace que me preocupe, ¿sabes?

-Yo le tengo una respuesta a eso, señora Gaster. –Por estar tan concentrada en lo que pudiera decirle su amiga, no había prestado atención del momento en que la anfibia se había acercado a ellas. Y por la sonrisa maliciosa intacta que tenía, no cabía duda de que tenía una mala respuesta por darle. –Su primogénito no solo se atrevió a romper con el orden natural de las cosas, con el orden que impone el Gran Don sobre toda la ciudad. Sino que se atrevió a andar con nada más ni menos que una asiática yakuza anormal. Una humana de lo más problemática.

Arial no supo cómo reaccionar al respecto. Por un lado se mantenía en ella la alegría de saber que su pequeño Sans, aquel que seguramente ya era todo un hombre, se encontraba en una relación y posiblemente feliz (o eso era lo que realmente esperaba), aun cuando no entendía cómo era posible que una relación se diese así ante muchas obviedades respecto a naturalezas tan distintas. ¿Una humana sería mejor que una canina? No, no era quien para juzgar eso. Simplemente no estaba en su sentido común y muy seguramente tampoco en el de su esposo que juntos estudiaron medicina a sus respectivas maneras, pero si se estaba dando al grado de causar tanto ruido al mafioso más grande, no cabía duda de que Wingdings estaba al tanto de los hechos y estaba permitiendo que ocurriese por más ruido que causara. Y si para él resultaba bien esa relación, sin duda alguna para ella debía de serlo también.

Pero por otro lado, estaba justamente eso de ser una humana "problemática, asiática, yakuza y anormal". Una de esas cosas no sabía de qué se trataba para que fuese parte de su descriptivo, pero lo demás lo entendía a la perfección para no poder evitar preocuparse de algún modo, aun cuando pudiese tratarse de una mentira alimentada por el visible desprecio que la anfibia tenía hacia su familia. Los asiáticos no eran bien vistos en América en general, pero tampoco los monstruos por más que nacieran en el territorio, por lo que no era algo que le preocupase específicamente dentro de todo lo demás. Tal vez habían encontrado eso en común para comenzar a relacionarse, pensó seriamente.

-Frisk es mucho más que eso. Es una mujer muy fuerte, tanto por dentro como por fuera. –Bonnie levantó las orejas y la voz con algo de molestia. Que la defendiera aún con temor presente era buena señal. –Su voz y valentía inspira a todos. Y aún más, al vivir bajo mi techo, la hace una hija mía, por lo que no permitiré que se le insulte en mi presencia.

-¡Oh señora! No sea tan idiota. –La apuntó con su lanza luminosa, queriendo hacerle retroceder pero solo logrando que temblara ante el arma. –No defienda lo indefendible. ¿Acaso cree que esa humana haría lo que fuera por usted? Porque si fuese así, no estaría aquí en primer lugar, ¿no cree?

-¿Y qué te hace pensar en que no está buscándome en este preciso momento? –Le cuestionó Bonnie con suficiente valor que no reflejaba del todo su voz, pero sí el hecho de no retroceder ante la amenaza. Debía de quererla mucho para arriesgarse así y considerarla parte de sus gazapos. –Tu jefe le debe tener miedo por una buena razón, ¿no crees?

-¡Jajajajajajajaja! ¿Asgore temiéndole a esa cosa? ¡Por favor! –Con una velocidad sorprendente, la anfibia se atrevió a golpear fuertemente a su amiga, mandándola bastante lejos de donde estaba sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo. Solo correr hacia ella para revisar sus heridas de inmediato. –Aprenda en dónde está su lugar, señora, y acepte la piedad que se le está otorgando.

Arial se dispuso en curarla sin interrupción alguna, sabiendo que la anfibia tan solo se estaba divirtiendo a su manera y el modo de incitarla era hablándole directamente de lo que fuera. Justo como el monstruo jefe que agradecía que no estuviese presente de regreso, pero que podría estarlo en cualquier momento si escuchaba el escándalo.

No había mucho por hacer ahora, fuera de esperar la muerte por agresión, o por hambre provocado intencionalmente para debilitarlas en cuanto no las aprisionaran con aquello que les impedía usar su magia fuera de las paredes. Y si tenía que ser sincera, ya no le quedaba energía ni ánimo para seguir planificando más formas de poder escapar tras tantos fracasos, tras tantos pensamientos que solo la estaban atormentando lentamente. El monstruo jefe había maltratado a su amiga con tan solo hacer mención de un nombre y probablemente buscarían seguir desquitándose con ella si la anfibia lo había hecho sin dudar por el mismo caso. Una humana que consideraban problemática… ¿por estar con su hijo? Aun no entendía qué estaba pasando.

Y aunque no pudiera saber mucho desde donde estaba, le quedaba claro que su familia estaba en medio de un conflicto de delincuentes. Y podrían ponerse en un riesgo más grande si se enteraban de su existencia, podrían matarlos en presencia suya con tal de seguirla manteniendo a ella, con tal de solo ser el entretenimiento sádico de un ser perverso. Y definitivamente no quería nada de eso.

Así que, mientras curaba a su amiga al borde de lágrimas, se quedó pensando en que si pudiera volver a verlos, la mirada de sus niños ya no tendrían ninguna pizca de inocencia y asombro que tanto había anhelado proteger, siendo en su lugar que si los viera en ese momento, se toparía con el temor de recibir de vuelta la mirada indiferente de un asesino que no tenía marcha atrás, la mirada que su esposo trató de borrar de sí mismo y que tal vez se había rendido antes de tiempo.

Afuera había un mundo que había cambiado en muchos aspectos. Un mundo que ahora desconocía sobre qué era posible y qué no, si era posible el romance de un monstruo y una humana. Un mundo en que sus hijos no solo corrían por su cuenta y a sus anchas, sino que seguían sus propios pasos, su propia vida.

Un mundo que ya no la necesitaba de cualquier manera para seguir su curso.

Arial abrazó ese sentimiento por más que le doliera profundamente, por más que se sintiera romperse por dentro al tener más que suficiente de tanto sufrimiento en aislamiento, dejando que las lágrimas corrieran sobre su pómulos sin saber en qué aterrizarían fuera de toda la mugre que sin duda alguna tenía consigo. Lamentablemente la tristeza sería el último sentimiento que experimentaría por el hecho de ser lo que se necesitaba en ese preciso momento. Aquello que salvaría al menos a una de ellas por el bien de todos, por el bienestar del mundo que había andado sus pasos sin ella, pero no sin los de su amiga que ahora le observaba con total preocupación. Muy seguramente escuchando su decisión a su manera.

-Bon-Bon. –Se puso de pie y se colocó delante de ella, dándole la columna e impidiendo que la anfibia le siguiese viendo. –Por favor, sé para ellos la madre que yo no pude ser.

-¡Ari, no…!

Alzó su mano a la par que iluminaba su único ojo mágico e invocaba varias manos flotantes, siendo que algunas de ellas estaban sujetando ahora a su amiga que inmediatamente estuvo dispuesta a impedirle que hiciera algo, pero siendo ella mucho más rápida en tomar acción. Nunca había logrado poder aplicar la teletransportación en su vida, pero sabía muy bien cómo se hacía al recordar la enseñanza de Wingdings al respecto. Así que dejó que sus manos fuesen quienes la llevaran lo más lejos posible de ese lugar, sin saber si lo había hecho realmente bien a la primera pero no deteniéndose a averiguarlo. Quedándose ella contra la anfibia que ahora estaba en verdad molesta por lo rápido que había hecho todo ante su ojo.

-¿Qué…? ¡NO!

Inmediatamente hicieron acto de presencia las lanzas apuntándole hacia ella, pero ya se había preparado para detenerlas con el resto de sus manos flotantes, con el esfuerzo que pudiera darle el tiempo suficiente para que en verdad Bonnie estuviese lo más lejos posible. Nunca había generado tal magia antes, por lo que no tenía ni idea de qué tan lejos pudo mandarla. Así que se limpió las lágrimas y le dio cara a lo que sería su final. Sabiendo que no podría contra su oponente que estaba en verdad molesta.

-¡¿A dónde la llevó?!

-No tengo respuesta para eso. –Le admitió. –Y aunque la tuviera, no te la daría.

-¡Entonces tendré que matarla para averiguarlo!

Arial creó un muro de huesos de forma inmediata, pero no fue suficiente para contener tantos ataques en verdad proyectados con furia. Teniendo que agacharse para salvarse un poco más y dándose cuenta un poco después sobre el hecho de que no tenía ni idea de cómo pelear en una situación como esa y en ninguna otra. Era Wingdings el que sabría qué hacer en un momento como ese, no ella que solo se encargaba de mantener vivos a la mayor cantidad posible, cosa que ya había cumplido y ahora solo quedaba ella en el terreno peligroso de una batalla campal. Condenada a morir por preferir que otros pudieran seguir su vida más libre que la suya, con más oportunidades y seguramente con más emociones y experiencias que la de una mujer que durmió por muchos años como ella.

Wingdings… esperaba que pudiera perdonarla por no luchar un poco más. Nunca fue una buena alumna después de todo.

-De todos los Gaster, usted debe ser la más patética. –La anfibia le puso un pie encima para que no se escapara, cosa que era innecesaria. Se sintió muy débil de inmediato. ¿Acaso la teletransportación hacía mucho uso de magia, o solo era porque no supo qué hacer con ella tras tanto tiempo limitada sin barreras invisibles? O solo tal vez, era su propia tristeza. –Al menos sus hijos dan verdadera pelea. Pero en fin, ya que los malditos mafiosos me arrebataron a mi padre, una mafiosa será quien les quite a ellos a su madre.

-La mafia… eso es una cosa originaria de Italia, Cosa Nostra. –Le sonrió Arial pese a todo, seguramente por que su comentario no lo podría entender. Pero sobre todo, porque no quería morir sin una última sonrisa por dar, sabiendo que al menos había logrado mantener a salvo a sus seres queridos. –Tú no eres una mafiosa, señorita. Sólo eres una joven que aún no sabe qué es lo que quiere y que comete errores tratando de averiguarlo.

-¡La mataré!

Había esperado que le atravesara una lanza o que le cortara el cuello en ese instante, pero en su lugar, escuchó pasos apresurados y estruendosos antes de contemplar rápidamente cómo su oponente era lanzada hacia el otro extremo con total brutalidad que solo pudo ser contemplada por ella. Terminando ahora en las garras del jefe supremo contra el suelo y que definitivamente no estaba nada contento, dándole más miedo ahora que todo lo demás.

-¿Dónde está la coneja? –Preguntó el monstruo sin importarle que su pupilo apenas y podía levantarse de donde estaba. –¡¿Dónde?!

-Ella… la esqueleto, la teletransportó lejos. –Respondió la anfibia con dificultad por el dolor. Pero siendo una verdadera sorpresa ver que estaba de una sola pieza con semejante golpe que le habían dado. No cabía duda de que era una joven muy fuerte. –Yo…

-Búscala.

-Y-yo… lo siento, no pude d…

-Dije, búscala. –Recalcó con amargura, sin querer verla directamente al enfocarse todo el tiempo en observarla a ella mientras la sujetaba. Tal vez temiendo que se teletransportara si le perdía de vista en cualquier segundo. Y no era un mal plan si no fuera por lo débil que estaba ahora. –Y no pienses en volver con las manos vacías.

En lo que fueron los minutos más eternos que había experimentado hasta ahora, la anfibia se levantó como pudo y caminó con dificultad para retirarse de ahí ante la orden dada. Costandole hasta su estado emocional al ser evidente para todos que quería llorar por el dolor y frustración, pero no permitiéndoselo para no defraudar más a su maestro.

El monstruo jefe estaba en verdad molesto desde que se había ido anteriormente y su regreso no había mejorado su humor en absoluto al haber perdido una pieza más de su retorcida colección. Y si aquello hacía que la muerte le esperara de la peor forma posible, Arial en verdad podía sentirse satisfecha con haber sacado a Lyra de ahí y ahora a Bonnie. Con salvar a su familia de alguna manera en espera de que no se presentaran en ningún momento si sus amigas entendieran su decisión a toda costa.

-Vaya, vaya. Lo repito una vez más, usted sí que está llena de sorpresas, señora Gaster. –Los ojos dorados encima de ella querían reflejar burla de la situación. –Creí que no sería capaz de semejante truco, pero justo cuando me descuido se dispone a arruinar mi plan una vez más.

-Su error es subestimar el amor de una madre y esposa.

-Se equivoca, eso solo hace que la aprecie más. –Su respuesta no le calmó para nada. –Si mi mujer fuese como usted, tal vez no tendría estos inconvenientes de ahora. Tal vez esa sea la ventaja que tiene Wingdings de mi, que tiene a alguien que no se meterá en sus asuntos para que no tenga que preocuparse de tonterías, ¿no es así?

-¿Usted…? –Se dispuso a apartar todo temor para observarlo directamente hacia sus ojos dorados. –¿Qué es lo que quiere exactamente? No logro entenderlo.

-¿De nuevo queriendo apiadarse de mí pese a todo?

-Si va a matarme, al menos quisiera saber el motivo. –La bestia rió fuertemente como si hubiese escuchado el chiste más grande de su vida. Pero ni con ello la soltó en ningún segundo. –O lo que sea que planea hacer conmigo.

-¿Así que se trata de eso? ¿Se está sacrificando? Que adorable… –Oprimió mucho más su mano sobre ella, haciendo más peso que dolor. –Necesito a alguien como usted en mi bando.

-¿Esto es una cuestión de bandos solamente? Oh, Don Dreemurr… –Sonrió la esqueleto sin importarle el mal aspecto que podría darle al monstruo frente a ella. –¿Quién le hizo tanto daño para creer que todo solo es blanco y negro?

-Con gusto podría contarle la historia de mi vida, pero no le daré la satisfacción de que logró distraerme para ganar más tiempo. –Arial borró su sonrisa de inmediato. La había descubierto. –Usted tal vez crea que ya no tiene razones para vivir, pero en realidad no tiene razones para morir, ¿cierto?

Arial se sorprendió con la pregunta, dándose cuenta de que el monstruo jefe estaba en lo cierto pese a su propia decisión. Aunque estuviese dispuesta a dar su vida para salvar a otros ahora que el tiempo había pasado sin ella, la verdad es que todavía quería volver a verlos una vez más. Todavía quería bailar una vez más con su amado esposo, todavía quería escuchar las risas de sus hijos por más que estuviesen muy cambiados para ella. Todavía quería más y ese estaba siendo tal vez su error más grande ante un monstruo que deseaba eso de ella. Que quisiera seguir luchando.

-Vivirá, señora Gaster. Lo hará porque yo quiero que lo haga. –Sin poder hacer un mínimo esfuerzo de su parte para evitarlo, el monstruo la levantó al mismo tiempo que él mismo se puso de pie. –Pero ya que no me la pondrá fácil, deberé tomar medidas necesarias. Fue bueno que le pidiera a Alphys tenerlo listo esta vez. Usted no podrá resistirlo a comparación de su amiga.

No entendía a lo que se refería hasta que sacó consigo lo que parecía un casco que cubría el cráneo por completo. Colocándoselo sin mucho esfuerzo y sintiéndose mareada por aquella toxina que parecía liberar desde dentro. Teniendo que dejarse llevar por aquello al no tener alternativa, dándose cuenta con bastante tardía de que debió luchar por no dejarse poner eso y soltando una última lágrima antes de perderse en sí misma.

Una canción resonó en su mente por última vez, antes de que todo se volviera negro ante sus cuencas. Olvidando por completo en dónde la había escuchado para empezar… y con quién había estado para escucharla.

"Vamos caminando de puntitas, un, dos tres…"

.

.

Aunque hubiera logrado dormir un poco, siendo acompañado por su chica que veló toda su noche sin dejarlo solo en ningún momento, aun así Sans no pudo descansar apropiadamente. Tenía demasiadas cosas en la cabeza por más que hubiera soltado todo aquello que le estaba carcomiendo, teniendo un momento de total debilidad en el que Frisk le apoyó en cada una de las cosas, comprendiéndolo en su dolor y mucho más. Sabiendo que tal vez no había sido bueno contarle tan pronto lo que tenía en mente que estaba ocurriendo, pero que habría sido peor ahora no contarle, sabiendo lo mucho que detestaba las mentiras y que le ocultasen algo. Lamentándose que la primera vez que durmieron juntos fuese por una razón menos memorable de lo que le habría gustado planificar con ella.

Así que al momento en que ella se levantó demasiado temprano y no regresó a la habitación, se dispuso a levantarse también para tratar de distraerse con algo antes de salir de la habitación y actuar como si nada hubiese pasado. Pero no pudo, simplemente no pudo. Así que en su lugar, se puso a revisar finalmente la libreta de su madre que le habían entregado en espera de dar con una pista. Y no podía creer que ahora él creyera que podría ser cierto.

Y para su sorpresa, se topó con un tesoro que le hizo sonreír pese a todo, maravillándose con el simple hecho de ver su letra una vez más. Siempre tan redonda y pequeña.

Su madre tenía anotadas todas sus canciones, incluso aquellas que nadie más en el mundo podría entenderle salvo él dado que era quien las conocía todas ellas y su razón de existir, incluso aquellas que parecían algo absurdas si se prestaba demasiada atención a la letra. Siendo tal vez la razón por la cual la sirena había considerado que solo él podría apoyarles con eso, aun cuando parecía un caso absurdo.

La canción de cuna que le entonaba cuando era casi un bebé, la otra canción de cuna que creó al momento de llegar Papyrus. La primer canción que creó para que se comieran sus verduras, la canción que usaba para que aprendieran a caminar… todas estaban en esa libreta. Incluso partituras de piano anotadas con prisa para que no pudiera olvidar ninguna entonada. Era en verdad increíble.

Vamos caminando de puntitas,

un, dos, tres

Vamos caminando juntitos,

un, dos, tres, ¡un, dos, tres!

Leer aquello le sacó una sonrisa que fue acompañada por una lágrima que aterrizó sobre la libreta. Gran parte de las canciones anotadas eran para ellos, un homenaje a lo feliz que fue con su familia pequeña, pero alegre de estar juntos. Y si los Bunny usaron esas canciones en su cabaret sin saber aquello, sin conocer su origen… tan solo pensarlo le causó gracia suficiente para dejar atrás toda amargura por ese breve momento. Todo el tiempo cantaron cosas que hablaban de una familia feliz mucho antes de caer en el caos. El registro de que los Gaster fueron mucho más que una familia mafiosa, antes de perder razones para seguir sonriendo, antes de perderla a ella.

La forma en la que repetía estrofas, repitiendo palabras tal y como lo hacía al hablar eran huella de tratarse algo de ella. Aunque fuese algo que nunca logró entender por qué lo hacía con tanta frecuencia.

-¿SANS? –Su hermano abrió la puerta sin pedir permiso antes. –¿ESTÁ TODO BIEN?

-Si, yo solo… estoy cansado todavía. Ya sabes como soy. –Bajó la libreta con cuidado para ocultarla poco a poco de su vista. No queriendo verse sospechoso con algo inmediato, aunque también, no queriendo compartirlo tan inmediato cuando apenas se estaba dando en la labor de revisarlo. –En un momento bajo.

-¿ACASO USTEDES PELEARON?

-¿Qué? –Le costó algo de trabajo entender que se refería a Frisk. –No, nada de eso.

-¿ENTONCES POR QUÉ FRISK ESTÁ TAN MOLESTA Y TÚ TAN DECAÍDO ENCERRADO AQUÍ?

Sans no quería responder a eso, fingir que en efecto solo estaba cansado, pero ya había aprendido que no le era tan fácil desviarle ciertas cosas a su hermano que era completamente capaz de poder comprender y tener su opinión, aun cuando no fuese una en la que estuviesen de acuerdo. Quería protegerlo pese a todo, pero la verdad, era Papyrus quien terminaba realmente protegiéndolo a él y le dolía un poco tener que admitirlo. Fue quien le apoyó en todo sobre Frisk, fue quien le apoyó en darle el dato del Gran Don antes que el viejo lo supiera primero, y fue él quien siempre estuvo dispuesto a muchas cosas por él, con tal de verlo bien. Y tratar de ocultarle cosas de ese tipo tan solo sería un retroceso a una hermandad que estaban construyendo pese a todo dolor del pasado.

Además, si había alguien en quien confiar y que debería de saber qué hacer al respecto sin romperse, sin duda alguna era Papyrus.

-Solo no le digas nada al viejo, por favor. Que si se entera, puede que se vuelva un loco suicida de nuevo.

-ME PREOCUPA CUANDO ES ALGO QUE PIDES POR FAVOR.

Cambió de posición en su cama para verse más firme y serio. Dejando que la pequeña libreta todavía estuviese aparte de todo por ahora, pero atreviéndose a verlo de frente antes de tener que admitir lo que realmente le estaba pasando por la mente, aun cuando le generaba demasiado malestar. Si Frisk no se arrepentía de sus decisiones, él tampoco debería de hacerlo.

-Paps, creo que nuestra madre se encuentra viva.

-ESA ES UNA BROMA DE MUY MAL GUSTO, SANS.

-Lo digo enserio.

Esperaba muchas reacciones de su parte y ninguna la habría juzgado, pero para nada había contemplado que su hermano se dedicara en observarlo detenidamente hasta que los minutos pasaron y tuvo que romper contacto para sentarse a lado suyo. Sin poder emitir palabra alguna hasta que pudo acomodar todas sus ideas tras ello. Demostrando que su hermanito que fácilmente se alteraba por cosas que consideraba tonterías, había madurado dentro de los últimos meses.

-¿POR QUÉ LO CREES POSIBLE? –Finalmente se atrevió a preguntarle, sin juzgarlo en ningún momento ni queriendo inquietarse por ello. Solo ayudarlo a despejar ideas. –DEBES TENER UNA RAZÓN PARA CREERLO PESE A LO QUE AMBOS VIMOS.

-Cuando fui a ver a la señora Dreemurr, mencionó algo sobre su esposo y de no matar mujeres. –Comenzó a aclararlo sin verse mutuamente en la explicación. Recordándole de alguna manera a la vez que estuvieron en el techo y hablaron de sus sentimientos por primera vez. –Me había parecido un detalle difícil de creer hasta que comencé a indagar más en el pasado de Frisk. Y además… hace poco pude ver a alguien que creí muerta hace años. Que todos, hasta su propia hermana, creímos que llevaba muerta y que resulta que fue un experimento.

-SUENA COMO SI DESCRIBIERAS A FRISK.

-Suena como si describiera a muchas mujeres que pasaron por manos del Gran Don. –Enfatizó de inmediato. Agradecido de que comenzara a comprenderle el punto. –Antes de morir, el hermano de Grillby estuvo investigando las desapariciones en manos de Omegle Sallow, el antiguo socio del Gran Don. Todas fueron mujeres monstruo a excepción de Frisk y su hermana.

-¿Y QUÉ TE CONFIRMA QUE ESAS MUJERES DESAPARECIDAS NO ESTÁN MUERTAS TAMBIÉN?

-El hecho de que todo lo que le vincule, pareciera ser obligado a seguir su voluntad. –Se le retorció el estómago de solo recordar aquellas criaturas viscosas rodeádole en espera de una orden. –De una u otra forma.

-Eso es porque es un hombre que no sabe cómo hacer que las cosas se queden consigo como él quiere. –Intervino Frisk en la habitación de forma algo estrepitosa por sus tacones. Ahora entendía a lo que Papyrus se refería. –Mientras que las que tienen la voluntad de hacerlo, solo las aparta sin razón.

Ese comentario no había sido cualquier cosa, y era evidente para su hermano también por su mutismo inmediato. No obstante, no se atrevieron a decirle algo ahora que estaba presente y con una rudeza que marcaba una barrera de que era mejor no tratar ni de tocar por ahora. Después de todo, tenían la experiencia suficiente para saber que Frisk molesta era capaz de muchas cosas.

-Hoy iré a una reunión importante de Mettaton. Ahí trataré de sacarle algo de información sobre esos reflectores. –Frisk habló de forma tan inmediata y con algo de prisa, que Sans ni tuvo tiempo de molestarse de que fuese a ver de nuevo a ese tipo y no le hubiese dicho antes. –Los necesitaremos para detener a Asgore de una buena vez.

-¿DE UNA BUENA VEZ? ¿QUÉ ES LO QUE…?

-Papyrus, ya que estás al tanto por lo que veo, y si lo que dice Sans es cierto sobre que la líder sindical de monstruos sabe algo, solo tú podrás averiguarlo. –Se giró hacia él de forma tan abrupta, que calló a su hermano con tan solo la mirada. Esto no le gustaba ya, en verdad parecía decidida a hacer algo y lo que fuera a querer hacer sería peligroso. –Ambos tenemos la misión de obtener información para tener cualquier ventaja a nuestro favor.

-ACABO DE TERMINAR DE MUDAR, ASÍ QUE PUEDO IR, SI. –Por la forma en la que Frisk tomó eso de forma natural, supuso que estaba al tanto de eso. Era una lástima, había planeado sorprenderla con eso cuando le pasara a él. Pero todavía le faltaban un año. –¿NECESITAS QUE TE LLEVE DE NUEVO?

-No, puedo moverme por mi cuenta.

-No. –Ahora Sans sí tuvo el impulso de querer intervenir. –No estarás con ese idiota a solas. Iré contigo.

-La policía te está buscando con demasía tras el escape. Exponerte a un evento…

-A tí también te buscan, Frisk. –Le recordó de inmediato al saber a lo que quería llegar para defenderse. Aunque admirara su valentía, era mejor que dejara ciertos aires de ser invencible antes de que se terminara haciendo daño de nuevo. –No saldrás anunciada en los medios, pero aun así eres la Flapper Florista que sacó a los Gaster de prisión y le dijo al alcalde en su cara que no hace bien su trabajo en pleno proceso de reelección. Eres un peligro tan grande como nosotros porque incitaste a que existiera un candidato monstruo, dividiendo una ciudad que ya estaba en la mierda.

-Justamente por eso puedo mostrarme al público, Sans. Porque el gobierno no quiere admitir que yo hice todo eso, así que lo usaré a mi favor para obtener lo que necesitamos. Además, solo una florista sabe usar el abono a su favor. Así que eso haré.

No entendía mucho a lo que se refería con eso, pero algo le decía que no se trataba de algo bueno en absoluto. Si de algo se estaba arrepintiendo Sans ahora, era de haberle dicho sobre algo que tal vez le había afectado mucho más de lo que comunicaba. ¿Así había actuado cuando se había enterado de que los matarían estando presos? Podría comprender con ello cómo era que había conseguido aliados fuertes en tan poco tiempo. Frisk no solo estaba actuando dejándose llevar con su molestia, sino que estaba apresurándose como si no tuviese más tiempo por perder. Y tal vez, no era tan descabellado que se sintiera así, por más peligroso que fuese que se arriesgara tanto.

Su novia no quería estar de brazos cruzados porque tenía la esperanza de que tal vez podría salvar a algunas víctimas, ¿no es así? Y eso era porque ella estaba viva, estaba luchando… y quería luchar por aquellas que tal vez no estaban pudiendo, justo como los niños encerrados y explotados en el prostíbulo, justo como alegó y defendió ante el jurado sobre todas las injusticias existentes sobre los monstruos. Y si bien las probabilidades eran casi nulas, no eran garantía tampoco. Después de todo, Lyra Watterson había sido declarada muerta mucho antes que su madre y le había tocado verla todavía lo suficientemente estable para poder comunicarse en un acto desesperado.

Quería dejarse llevar por esa fortaleza de su chica, esa valentía inquebrantable y esperanza de que aún podía hacerse algo… pero no pudo. Así que por instinto activó su magia para querer impedirle dar un paso más, pero ella se rehusó de inmediato de una forma que aún no logró comprender cómo era que lo hacía.

-Descuida, no planeaba ir sola en ningún momento. –Mencionó Frisk a los pocos segundos. Comprendiéndole finalmente que estaba preocupado por ella. –Tengo en mente al conejo perfecto para que me acompañe.

Sin más por añadir, se retiró dando pasos firmes y cerrando la puerta para que siguieran hablando con discreción. Sabiendo que no quería que el viejo se diese cuenta en caso de que estuviera en alguna parte de la casa, pero dejándolo con más angustia de lo que estaba generando tan solo con una incógnita que no lograba quitársela del cráneo y que solo le producía cierto dolor emocional. Ante el pánico que estaba teniendo, estaba permitiendo que Frisk fuese dolida por eso y ahora estuviera dispuesta a arriesgarse por él sin que pudiera impedirlo porque muy en el fondo, esperaba que en verdad pudiese lograr algo de lo que él no estaba siendo capaz.

Pero qué maldito novio estaba resultando. Justo lo que siempre quiso evitar mucho antes de ser pareja, tan solo lo estaba dejando llevar. Y peor aún, permitiendo que viese a un sujeto que siempre le dio mala espina desde que la vio con ella y que ahora tenía más razones para detestarlo. Necesitaba hacer algo.

-TU NOVIA ME PREOCUPA.

-A mí también.

-SANS, CREO QUE TE HAS VUELTO LOCO AL CREER QUE PUEDA SER VERDAD ALGO ASÍ. –Apartó la vista de la puerta para enfocarse de nuevo en él, con la misma seriedad con que había mantenido la conversación antes de la interrupción. –PERO TRATARÉ DE OBTENER ALGO DE INFORMACIÓN DE CUALQUIER MANERA, SI ESO TE AYUDA A ESTAR TRANQUILO.

-Gracias, Paps.

Quedó solo en un parpadeo. Con una libreta en mano para seguir leyendo en busca de algo que le diera sentido a su temor, pero a su vez, esperando que solo se tratase de una sola paranoia de su parte.

.

.

-¡Ayudaaaaaaaaaaaaa!

Bonnie se encontraba abrazando el punto alto de un rascacielos sin saber a ciencia cierta cómo era que había terminado ahí para empezar, pero tenía que bajar de una u otra forma. Aun cuando el miedo a las alturas era inminente en ella al grado de estar abrazando lo primero que tenía a la mano, lo cual era suficientemente sólido para sentir que podía aferrarlo a su vida por ahora.

Sea lo que sea que había hecho Arial, la había sacado lejos de ese terrible lugar, pero no a ella misma. Eso era malo, muy malo. Había escuchado el alma de su amiga, y estaba tan triste que en verdad estaba dispuesta a cometer la peor de las locuras. ¡Necesitaba hacer algo para evitarlo! Pero por más que estuviera en un punto alto, la verdad era que no tenía idea de en dónde estaba. Podía contemplar de reojo y a lo lejos el puerto de Waterfall, pero también por el otro lado a la magnífica ciudad que era Hotland, la cual seguramente era su ubicación esencial para poder hacerse una idea de también en dónde pudiera estar Arial oculta en ese momento, ¿cierto? Aunque aquella magia podría llevarle a cualquier parte… algo que solo Wingdings conocía a ciencia cierta sobre cómo era que funcionaba tal cosa…

Wingdings, nunca lo había necesitado tanto en su vida y eso solo le asqueaba lo suficiente para sacarle una sonrisa amarga. Pero si había alguien que pudiera poner orden a esa familia particular, era sin duda su amiga. Tal vez había algo de esperanza dentro de todo y más le valía aferrarse más a eso que al tubo que tenía abrazando con fuerza.

-¡Ayudaaaaaaaaa! –Exclamó de nuevo con toda su fuerza. –¡Ayuuuuu…!

-Aquí nadie la oirá, señora. –Una voz masculina le hizo sobresaltarse de golpe. ¿Cómo era que no se había dado cuenta de que había alguien más ahí en todo ese tiempo? No había escuchado nada, aunque claro, tampoco se había enfocado en escuchar desde que aterrizó ahí. –¿Sabe cuántos metros de altura tiene este edificio?

Con el valor que le quedaba se atrevió a girarse para ver con cierto horror cómo era que un joven humano con un brazo lastimado con un cabestrillo, se encontraba sentado en la orilla del barandal sin temor alguno. Contemplando el horizonte como si el paisaje fuese algo común para él, siendo que el viento desacomodaba una y otra vez el cabello abultado que tenía y que de alguna manera se las ingeniaba para cubrir sus ojos con cierta periodicidad.

-¡¿Cómo es que un jovencito como tú está aquí?! –Se atrevió a preguntarle con total preocupación. ¿Y si trataba de hacerse daño?

-Usted es quien se apareció de la nada, señora.

-B-bueno, yo soy…

-Sé quien es. O al menos lo suficiente para mi interés. –Ni siquiera con ese comentario se dispuso a verla directamente. Casi como si le disgustara que no le dejara solo en ese lugar de locura. –Tuvo a Frisk Saito bajo su techo desde el invierno, mientras los Gaster la vigilaban de cerca.

-Creo que ella no responde a ese apellido.

-Lo hará cuando esté lista.

Con ello se agarró un poco de valor para moverse, aun cuando no fuese del todo capaz de separarse del tubo. Le bastaba con poder acercarse al sujeto que debía de conocer a Frisk lo suficiente para que tuviera una opinión. Aunque también estaba lo alarmante de que supiera que había tenido a Frisk consigo desde el invierno, ¿acaso la estuvo vigilando? ¿Los Gaster estarían al tanto? La bestia temible que se había irritado demasiado al grado de escuchar su nombre, la alma que parecía pertenecer a una deidad por lo inusual que era pero que conocía su nombre, la anfibia loca que al parecer le tenía cierto rencor y ahora esto.

Parecía que el menor problema de la cachorrita era estar relacionada con una familia mafiosa de un barrio pequeño.

-¿Qué… es lo que quieres de ella?

-Que juntos recuperemos el honor de su padre.

-¿Asgore Dreemurr?

-No la insulte con eso. –Finalmente el humano se dignó en verla ahora, aunque con tanto cabello era difícil si realmente lo hacía o si solo había movido la cabeza en un punto. –Esa bestia solo fue su raptor. Su padre, mi maestro… fue un gran hombre que esta ciudad olvidó muy rápido. Eso es imperdonable.

Bonnie finalmente apuntó sus orejas hacia él, armándose de valor para ignorar la gran altura en la que se encontraba y enfocarse en el muchacho de poca expresión consigo, pero con dolor evidente reflejado en su voz, y no precisamente era por su brazo sujeto cuya incógnita le generaba sobre cómo había logrado subir hasta ahí.

Y en efecto, le bastó con activar su magia por un segundo para saber que el humano cuyo nombre desconocía y parecía de la edad de su Ronnie, estaba sumamente deprimido. Temiendo lo peor ahora, soltó una mano ahora para sujetar el hombro del chico, en espera de poder detener algo o ayudarlo.

Porque tal vez estaba con prisa de que su amiga estuviese corriendo peligro en ese preciso momento estando sola, o tal vez ella misma estaba en peligro a una gran altura que para nada del mundo le haría ver hacia abajo, pero que alguien tan joven estuviese en una profunda tristeza al grado de atentar contra su vida, sin duda alguna correría en su auxilio. Siempre era lamentable que mientras más jóvenes hoy en día, eran más propensos a la tristeza. Eso siempre era consecuencia del error de un adulto que no supo brindar un mundo mejor donde una sonrisa podría salvar el día. O por lo menos, esa era su forma de ver las cosas.

-¿Quieres hablar, muchacho? –Preguntó con genuina preocupación.

-¿Por qué querría hablar con un monstruo? –Vaya, así que era un racista más de Hotland. –La naturaleza de ustedes siempre es engañar y abusar de todo aquel que tomen despistado.

-¿Qué monstruo te hizo tanto daño para que creyeras eso?

Parecía que su comentario le había molestado, no solo apartando su mano con total desprecio, sino también parándose y asustándole que estuviera así al borde de una terrible caída. Aunque pareciera que tenía un perfecto equilibrio para no importarle el punto en el que se encontraba.

-De acuerdo, ese es un tema delicado para ti. –Tuvo que concluir ahora con algo de prisa. Ya sea para detenerlo de lanzarse, o por el simple hecho de que estaba perdiendo tiempo de lo que fuese a pasarle a su amiga. –Pero sabes, no eres el único que quiere mantener bien a Frisk. Para hacerlo, no hay mejores manos que las de los Gaster para eso. Y necesito ir con ellos de forma inmediata.

-No puedo ayudarla con eso. Los Gaster me detestan, y además hay alguien ahí que definitivamente no estará feliz de verme cerca.

-Bueno, bienvenido al club de los detestables para los Gaster. –Le sonrió con la poca gracia que le quedaba en el día. –Pero en verdad hay alguien que necesito que salven y que es muy importante para mí y para ellos. No sé qué es lo que quiere la bestia con ella y con Frisk.

-¿La bestia? –Finalmente tuvo su total atención. Incluso pudo visualizar la oscuridad de sus ojos alargados fuera de todo ese cabello. –¿Asgore Dreemur?

-Si, él me tuvo secuestrada, pero mi amiga me trajo… hasta aquí con su magia, pero no a ella. –Le narró en espera de que pudiera tentar su corazón para que realmente quisiera ayudarla. Y a su vez, a que él mismo abandonara tan semejante altura alarmante. –Él se volvió loco cuando mencioné a Frisk de que está en la ciudad y ahora su aparente pupilo hizo lo mismo. No sé qué es lo que ocurre, pero…

-¿Entonces Dreemurr no sabía que Frisk estaba en la ciudad desde hace meses? –El humano concluyó de manera inmediata. Su murmuro le llegó gracias al viento, ya que definitivamente no estaba hablando con ella ahora. –¿Cómo…? ¿Cómo es eso posible si él mismo pareció heredarle una gran suma de dinero y su mismo negocio con el que inició?

-Ella también tuvo esa duda en su momento.

El humano se desplazó de un lado para el otro, aparentemente meditando sin importarle que pudiera caerse ante el hecho de tener un perfecto equilibrio. Por lo que ahora Bonnie podía suponer que había concluído demasiado rápido que aquel joven quería hacerse daño con toda esa tristeza encima, sino que tan solo había querido un punto demasiado aislado de todo para meditar. Eso lo hacía un completo loco, casi como todos los que parecían rodear a la cachorrita que esperaba que estuviese bien en ese momento.

-Está bien, señora. La sacaré de aquí, pero le advierto que no será para salvarla. –Se detuvo en seco, extendiéndole su única mano sana. –Usted será mi pase para Snowdin.

-Espera, ¿cómo pretendes que bajemos? –La posible respuesta comenzó a aterrarle.

-Sujétese de mí.

No le dio tiempo de prepararse para lo que siguió a continuación de forzarla a abrazarlo. Siendo ahora lo único sólido a lo qué aferrarse a la vida tras el primer gran salto que dio el humano cuya única mano sana la usaba para sujetarse de vez en cuando en algunas esquinas para balancearse como mono, sin importarle el peso que tenía consigo en la espalda y que no paraba de gritar del miedo una y otra vez, sin atreverse a ver hacia abajo sabiendo que podría empeorar su ya temeroso estado.

Sea quien sea el muchacho que estaba con ella, le daba la impresión de que parte de esa tristeza provenía de algo que lo vinculaba con Frisk. Y si era lo que se imaginaba, tal vez no era tan buena idea que lo acercara a los Gaster, específicamente a Sans. Pero por ahora, no le quedaba de otra si quería rescatar a Arial de lo que sea que pudiera hacerle ese monstruo jefe a sus anchas.

Arial… Le había dicho que fuese una madre para sus hijos dado que ella nunca pudo serlo en su crecimiento, pero no entendía que solo ella podía ser madre de ese par de esqueletos tan particulares y peligrosos a su manera.

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.

-Explícame bien por qué tengo que ser yo quien te acompañe.

-Si no querías venir conmigo, simplemente pudiste haberlo dicho. –Le mencionó Frisk sin apartar la vista al frente mientras sujetaba el volante. Si bien era la camioneta de Ronnie, había extrañado conducir por su cuenta y no iba a desaprovechar la oportunidad. –Yo no te estoy obligando a algo, para que quede claro.

-Llegaste a mi casa y me mencionaste específicamente a mi. Por lo que no puedes culparme por suponer que es por una razón en particular.

-Si lo que estás pidiendo son razones, es porque eres el hermano mayor de todos, por lo que no querrás que tus hermanos sean quienes salgan de Snowdin con alguien que está en la mafia. –Ni siquiera le importó que el conejo se inquietara en el asiento del copiloto. Estaba demasiado acostumbrada a ese gesto de su parte como para querer lo distinto ahora, aun cuando internamente extrañaba poder llevarse bien con él como antes. –Y también es porque necesito a un traductor de francés conmigo.

-Que mis padres sean franceses no significa que yo o mis hermanos sepamos francés. –El conejo bajó las orejas con desagrado. –Eso es algo racista de tu parte, ¿sabes?

-Sans y Papyrus hablan perfecto italiano pese a que no nacieron en Italia. –Le extrañó que no fuese el mismo caso. Estaba segura de que si ella se hubiese quedado con los Saito fuera de todo lo ocurrido, estaría hablando japonés sin duda alguna porque eso era normal, ¿no era así? –¿La señora Bunny no habló contigo nunca en francés?

-Sí, algo, pero tampoco es algo que nos insistieron. Por lo que no tengo un francés fluido.

-Pues es una pena, porque la posible inversionista que tendrá Mettaton es francesa. Y yo no tengo idea de si sepa algo de inglés como para poder aportar algo.

-¿Nos dirigimos con Mettaton? –Nuevamente alzó las orejas con evidente interés repentino. –Creí que ya no se frecuentaban desde que te ayudó a sacar a los Gaster.

-Somos socios desde entonces. Nos comunicamos de vez en cuando.

-¿Y a tu novio no le molesta eso?

-¿Por qué habría de importarle?

El conejo soltó un suspiro que no supo cómo interpretar, pero que tampoco le generó el interés suficiente para insistir. Una gran parte de ella solo quería enfocarse en su misión personal de obtener la funcionalidad de los reflectores de magia a toda costa, pero otra parte, la tenía con el deseo de poder aligerar un poco las cosas entre ellos desde todo lo ocurrido. Pese a que colaboraban con más frecuencia, inclusive tratando de unirlo a un plan comercial, parecía que la rechazaba a toda costa por haber permitido que se llevaran a su madre ante ellos. Y si bien podía comprender hasta cierto punto el enojo, tampoco le era justificable ante la obviedad de que no había sido su culpa en ningún momento de que eso ocurriera. ¿Cómo era posible que algo que de antemano no era su culpa ni su responsabilidad, aun así la hacía sentirse mal?

Ronnie siempre le había parecido alguien sumamente protector. Y no lo pensaba por el hecho de ser muy musculoso a comparación de sus hermanos masculinos menores, sino por su actitud que había tenido con ella desde un principio ante el temor de ser un problema para su familia a corto plazo, algo que sin duda alguna a su perspectiva, era el caso. Aun así, había accedido a ayudarle a vigilar el barrio ante la ausencia de los Gaster y ahora parecía querer mantener ese ritmo por propia protección favorable para ambas familias, pero se rehusaba a ser partícipe de algo más. Cosa que le habría aplaudido sino fuera por el hecho de ahora creer que no defenderse de todas las maneras posibles, era una tontería.

Se miró a sí misma por el retrovisor tras eso. ¿Realmente había cambiado demasiado al grado de ser temible como cualquier mafioso? ¿Qué tanto le quedaba de ella de antes? ¿Todavía podía reconocerse a sí misma en el reflejo? El conejo a lado de ella le parecía un completo terco que llevaría a muchos riesgos a su familia si no se disponía a salvarlos a toda costa, pero en el pasado, seguramente aquello le habría parecido aplaudible por no permitir que ciertas circunstancias corrompieran sus propios ideales. Y muy seguramente su yo del pasado jamás se habría atrevido a pensar en un plan para detener a un monstruo que consideró su padre en toda su vida, sino que habría visto el modo de poder mantenerlo a salvo, aun cuando aquello implicara no poder verlo nunca más.

Las cosas sin duda alguna cambiaban conforme marchaban las manecillas del reloj. Y no estaba segura de si aquello implicaba una mejora o no.

-A todo esto, ¿consideras que vas bien vestida para aquello a lo que asistiremos? –Ronnie irrumpió sus pensamientos de golpe.

-¿A qué te refieres?

-Digamos que con tan solo verte con ese saco masculino y porte rígido, sin duda alguna eres una mafiosa. –El conejo lo mencionó con cierto desdén que quiso pasar desapercibido, pero que no fue suficiente para que ella sin duda alguna lo notara. –No creo que la intención de tu socio sea intimidar a la inversionista que mencionas, ¿cierto?

-No, pero tampoco me dijo mucho de lo que quiere obtener realmente con ella. Solo me dijo que es francesa, que tiene alguna relación con el alcohol y que se llama Coco Chanel.

Tras decir su nombre, no esperó a que Ronnie se quedara en silencio inmediato, al grado de hacer que se volteara a verlo para asegurarse de que estaba bien. Y por la forma en la que tenía tan abiertos sus ojos por la sorpresa, supuso que él sí conocía el nombre y eso ya era ganancia para ella que al menos uno de los dos lo supiera.

-¡C-C-Coco Chanel!… –Por un breve segundo le recordó a la señora Bunny con sus ojos tan abiertos como platos. –Me estás diciendo que… conoceré a la GRAN Coco Chanel… ¡¿Vestido así?! ¿Por qué no me dijiste nada?

-¿Eso importa?

-¡Claro que importa! Ella es una excelente diseñadora… no, ¡Ella es quien le da voz y sentido al diseño de modas! La dueña del color negro. –Frisk tuvo que voltear de nuevo hacia el frente al recordarse que estaba conduciendo. Pero no pudo evitar soltar una tenue sonrisa con su expresión, recordándole ahora a Muffet con la forma de emocionarse solo con ropa, en especial negra. ¿Habría tiempo de invitarla también? Suponía que le gustaría conocerla siendo el caso. ¿Estaría en su departamento? ¿Cuál era el número a marcar? –Es cosa seria si vamos a ir a verla, Frisk. ¡Detente en una tienda o algo!

-No creo que quede tiempo para eso, quedé de verme con Mettaton en su mansión a la brevedad. –Comentó de inmediato, pero al ver que en verdad parecía ser algo importante, continuó. –Él tiene mucha ropa elegante, seguro que podrá prestarte algo.

-¿El monstruo millonario de la ciudad? Dudo que quiera hacer eso con un pobre como yo.

-Pues él me compró un vestido la primera vez que lo conocí.

-Es diferente, eres mujer. Y alguien que él… pfff, olvídalo mejor. No me corresponde entrometerme.

-¿Qué es lo que estás insinuando?

Ronnie no le respondió, pero fue realmente por visualizar a lo lejos la mansión que agradeció poder recordar el camino a la primera y no pedir indicaciones que pudieran exhibirla un poco. Así que mientras el conejo se puso a murmurar con velocidad para sí mismo varias palabras en lo que parecía ser francés conforme en lo que se acercaban cada vez más, ella se dispuso a memorizar mentalmente su propio plan para no fallar en absolutamente nada. La vida de muchos podría depender de su éxito o fracaso dependiendo de cómo se viese la situación.

Asgore Dreemurr… Jamás se habría imaginado que estaría queriendo detenerlo como cualquier otro en la ciudad. Aún podía tener el recuerdo vivido de estar juntos cuidando flores, aprendiendo de cada una, jugando en un gran jardín donde planificaban plantar más cosas y tomando té de aquello que cultivaban o cocinándolo dependiendo el caso. El cariño estando juntos como padre e hija en ese momento… había sido real, ¿cierto?

Pero el dolor de Sans era real también, de haber perdido a su madre de niño sin que pudiera hacer algo para evitarlo. El dolor de Don Gaster hablando de su esposa que evidentemente tenía en mente y corazón siempre, el dolor de Papyrus que le hizo odiar a la humanidad por la mentira que le tuvieron… todo eso era real también. Y entonces, ¿qué era real sobre ella misma ahora?

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Sans estaba completamente loco, y su novia le estaba haciendo segunda con ferocidad no esperada. ¿Por qué demonios había accedido a una tontería? Se cuestionaba Papyrus mientras observaba a lo lejos la ventana a la que debía de aparecerse directamente para hablar con la monstruo que podría tener alguna respuesta de algo que para nada creía posible y nadie debía de hacerlo en sentido común. Tal vez la idiotez se le estaba pegando, cuestionó antes de suspirar y terminar aquello a lo que había accedido.

Tras las veces en las que había estado en la oficina de la líder sindical, se había dedicado en memorizar cada mínimo detalle como parte de su entrenamiento personal. Tener una visión de lo que quería disparar siempre le ayudaba a dar en el blanco de aquello que no importaba cuánto se moviera o lejano se encontrara. Siempre tenía el ojo en lo que quería y lograba su objetivo a la primera. Y había descubierto que la teletransportación no era algo diferente a sus tácticas.

Así que al momento de aparecerse en la oficina de forma ejemplar no había sido una sorpresa para él ahora. Incluso merecía un aplauso de lo preciso que había sido ahora, pero la señora ni siquiera pareció importarle que estuviese ahí de la nada.

-Tenemos puertas y mayordomos por algo, ¿sabes? –Parecía que la señora Temmie estaba trabajando en algo tan importante que hizo que no se dignara en verle en ningún momento. Anotando algo con insistencia como si se le pudieran ir las palabras si apartaba la vista de sus hojas. –Estoy segura de que Wingdings sí te enseñó esos modales al menos, hoi.

-NECESITO ALGUNAS RESPUESTAS DE SU PARTE.

-Y yo necesito entregar este informe de presupuestos. Aunque no lo creas, soy una mujer muy ocupada, hoi.

No le importó molestarla o interrumpirle, dando un par de pasos hacia el frente y recargándose con su mano encima sobre el escritorio para demandar su atención. Si bien estaba para una locura de su hermano, no le gustaba que ella solo estuviera dispuesta a pedirles cosas a él y su familia de forma inmediata, mientras que ella no estaba para hacer lo mismo. Líder sindical o no, era terrible para hacer su trabajo de defender los derechos laborales de los monstruos si solo estaba dispuesta a atender los de ella.

-AQUELLA VEZ EN PRISIÓN MENCIONÓ ALGO SOBRE MI MADRE. –La señora se dignó en levantar la mirada tras eso, aunque sea un poco. –ALGO SOBRE QUE NO LA VERÍAMOS EN EL MÁS ALLÁ SI NOS DEJÁRAMOS MORIR. ¿QUÉ QUISO DECIR CON ESO?

-Solo eso. –Sonrió tan de inmediato, que aquello le generó sospecha.

-LA CONOCIÓ EN VERDAD. –Insistió tras estar atando algunos cabos que tal vez había dejado como detalles desapercibidos. Y ahora que tenía en mente la locura de Sans, se daba cuenta de algo. –DIGO, HA TENIDO FOTOGRAFÍAS DE ELLA AQUÍ Y HECHO MUCHA MENCIÓN SOBRE ELLA EN OTRAS OCASIONES. ME DA LA IMPRESIÓN DE QUE HA QUERIDO HABLAR AL RESPECTO DESDE HACE TIEMPO.

La señora Temmie dejó lo que estaba haciendo para finalmente enfocarse en él. Teniendo ahora su total atención, que le permitió sentarse frente a ella con la cordial invitación que le hacía con tan solo la mirada de ojos grandes y engañosos de una ternura que no estaba ahí en ningún momento. Razón por la cual Papyrus era consciente de que aunque estuviera dispuesta ahora a hablar, no debería de tomarse todo a la ligera cuando se trataba de su futura suegra.

-Si. La conocí. Una mujer agradable y atenta, hoi. –Finalmente le respondió, sin verse grosera o manipuladora de primera instancia por ahora. –Digamos que ella me ayudó en un apuro hace bastante tiempo.

-¿PUEDE CONTARME SOBRE ESO?

-No lo creo. Te he pedido un par de pequeños favores, pero ninguno lo he visto resuelto mientras que yo sí he cumplido con mi parte, hoi. –Vaya, no había tardado nada en mostrar ese lado suyo. A lo cual Papyrus se limitó a soltar un gruñido por lo bajo. –Toda información cuesta, y tú más que nadie debería de saberlo, hoi.

-LA MUERTE DE ESE PERRO LLEVARÁ MÁS TIEMPO, CONSIDERANDO QUE HEMOS PRIORIZADO NUESTRA DISCRECIÓN DESDE NUESTRO ESCAPE. –Aclaró de inmediato pese a no ser algo necesario para nadie. –ESTAMOS EN LA MIRA DE MUCHAS COSAS DESDE ENTONCES, Y PARA ESTO SE REQUIERE SIGILO. TENDRÁ QUE SER PACIENTE.

-¿Y en lo otro que lo solicité desde antes, hoi?

-EN ELLO ESTAMOS TRABAJANDO ALGO A CIEGAS. –Mencionó con intención de reprocharle, pero luego recordó lo que Sans mencionó en una de las juntas familiares recientes sobre la posible relación que había con el puerto de Waterfall y las esposas que les habían retenido su magia. –PERO NOS HACEMOS UNA IDEA DE LO QUE QUIERE OBTENER QUE EL PROPIO GOBIERNO ESTÁ MINANDO Y NO PRETENDE DECIRLE PORQUE PESE A PERTENECER A CIERTO PRESTIGIO, SIGUE SIENDO UNA MONSTRUO, ¿NO ES ASÍ?

La pequeña mujer le sonrió maliciosamente en respuesta. Papyrus pensó inmediatamente que esa expresión le quedaba mucho mejor que su falsa ternura que pretendía reflejar.

-Sí, es una situación que nos afectará a todos los monstruos, sea cual sea la posición que tengamos.

-NO ME INTERESA QUE QUIERA MANTENER SUS PRIVILEGIOS A TODA COSTA, SEÑORA. –Reprochó al ver que la monstruo frente a él tenía un hambre enorme de poder en un cuerpo tan pequeño y lo demostraba de múltiples maneras sin importar el momento. Si bien acceder a apoyarle en ello era para dar más tiempo de anular su contrato que lo comprometía con Tammy, ya estaba más que resignado en que pasaría sí o sí como para lamentarse ahora. –ASÍ QUE SI LO ÚNICO QUE QUIERE CON ESTO ES SEGUIR USÁNDONOS COMO HERRAMIENTA PARA ENCARGARNOS DE SUS ASUNTOS…

-Ummm, la paciencia no es lo tuyo, ¿verdad? –La señora ladeó su cabeza con un gesto de lo más irritante junto con el chasquido que hizo con la lengua. –Ya que tanto insistes en saber algo…

Poniendo a un lado lo que había estado haciendo antes de su llegada, sacó unos papeles de uno de sus cajones para mostrarlos ordenadamente ante él. Los cuales en un principio no le decían nada, hasta que encontró el patrón de que en su mayoría eran monstruos marinos en edad productiva, o seres que tenían cierta facilidad para manejar agua a su disposición cuanto menos. Todos aparentemente trabajando en la costa de Waterfall.

-Necesito que se intervenga en aquello que el alcalde pretende crear para reducir el problema que cree él tener con los inmigrantes de la ciudad. No cuento con varios detalles todavía, pero se trata de algo que reducirá los derechos y oportunidades de todos los monstruos. –Explicó la señora sin apartar la vista de las fotografías. –Mi poder no llegará siquiera a hacer algo al respecto tras eso, hoi.

-¿ENTONCES TIENE ALGO QUE VER CON LOS REFLECTORES DE MAGIA PORTÁTILES? –Nuevamente intuyó Papyrus de inmediato, a lo cual la señora asintió inmediatamente con la cabeza con algo de alegría. –NO ENTIENDO, ¿QUÉ TIENE QUE VER EL MODO DE LIMITAR LA MAGIA CON LOS INMIGRANTES?

-Simple, a perspectiva del alcalde, los extranjeros son los que traen los problemas a nuestra nación, hoi. Pero no es tan idiota como aparenta. Sabe que los seres se le lanzarán encima si comenta realmente cuáles son sus intenciones cuando está en proceso de elecciones, y aún más ahora que uno de sus oponentes es un monstruo. Así que lo está haciendo fuera de toda vista, literalmente hablando.

-BAJO EL AGUA.

Ahora podía verlo con claridad teniendo varias piezas expuestas. En Waterfall se estaba construyendo un parque de diversiones que encajaba perfectamente para ser un desvío de recursos a la vista de todos. Un proyecto que utilizaba el dinero de Mettaton y que además declaraba ser quien financiaba la creación de los desviadores de magia portátiles que el mismo alcalde estaba usando a su favor. Encajando también con el hecho de que Gerson y el mismo Gran Don querían deshacerse de él mucho más que por una simple venganza que no encajaba con la personalidad de quien se auto coronaba como rey y que claramente no le interesaba las cuestiones personales ajenas, tan solo que se cumplieran los mandatos impuestos de su parte y ya.

Y para que tantos reflectores en un solo punto se presentaran como un problema, significaba que la ciudad entera podría volverse un contenedor libre de magia si se lo estaba proponiendo. O peor aún, en una barrera que ningún monstruo pudiera atravesar por voluntad. Dejándolos a la deriva del mar y muy probablemente llevándolos a la muerte a aquellos que pretendían luchar por llegar a la ciudad en busca de una nueva oportunidad. Justo como lo hicieron sus padres en su momento en busca de una oportunidad y libertad que su país no se los concedió.

La señora Temmie tenía razón. Una barrera que no permitiera que una ciudad entera pudiera usar magia, tarde que temprano podría atentar con la salud de los monstruos que ya residían el lugar. Y eso al gobierno no le interesaba en cuanto gestionaran el desplazamiento a otra parte, siendo un problema para alguien más. Y luego para otros, y luego para otros… y así sucesivamente.

Pero Frisk tenía razón también, era un modo inteligente para poder encargarse particularmente de Asgore Dreemurr. Un monstruo tan temible que requería de medidas necesarias y extremistas… pero dejaría ese pensamiento para otro momento.

-¿Y POR QUÉ NOSOTROS? ¿POR QUÉ PEDIRLE A UNOS MAFIOSOS QUE INTERVENGAN EN ALGO ASÍ? NO SOMOS LOS JUSTICIEROS, SOMOS LOS MALOS.

-Porque es mejor que se vea como una simple fechoría, que como un detonante a una revolución. Hasta yo estoy de acuerdo en que eso sería un caso incontrolable, hoi. –Respondió la señora de inmediato. Comprendiendo que finalmente estaban en la misma línea. Ciertamente, parecía emocionada con ese hecho. –Aunque se trate de algo desagradable, sería el modo de tener las cosas al margen necesario. Y para ello, los más confiables son precisamente quienes saben lo que es estar en el peor lado. Así que no lo veas como el intento de ser los salvadores de una ciudad a la que claramente no les importa su bienestar, sino como un tema más a tratar que interviene a sus propios intereses, hoi.

Eso sonaba igual de terrible, pero no comentó nada al respecto. En efecto, en un entorno tan caótico, no ser egoísta era de estúpidos. Frisk había salvado a aquellos niños de un futuro trágico, pero en ningún medio de comunicación se hizo mención de lo ocurrido al enfocarse únicamente en ellos como peligrosos delincuentes detenidos. Bajo su manto, nadie estaba a salvo de ser considerados los buenos de ningún modo, pero ante la segunda oportunidad que tenían de la vida, más les valía sacarle provecho aunque sea con puñetazos y balas que bien sabían dar y brindar. Y eso pudiera partir tomando responsabilidades en lo que sí estaba en sus manos, mientras que de lo otro estaba en la disposición de interesarle o no.

Y la verdad, es que no era asunto suyo intervenir en algo así. Su familia tenía otros planes más desgastantes que ver por algo semejante por ahora.

-GRACIAS POR SU SINCERIDAD, SEÑORA. SUPONGO QUE NO LE ES TAN SENCILLO SERLO CON ALGUIEN QUE NO SEA SU REFLEJO. –No perdió la oportunidad de poder resaltarlo en su cara. Ahora sí le tocó esbozar una sonrisa burlona. Si su hermano estuviese presente, se habría sentido orgulloso de él. –PERO RECHAZAMOS FORMAR PARTE DE ALGO COMO ESO. NOS ENCARGAREMOS DE LOS NUESTROS Y QUE EL RESTO SE VAYA AL DIABLO SI QUIERE.

-Jjijiji, me encanta tu modo de expresarte, hoi. –Pese a su risilla molesta para sus oídos, por la forma en la que volvió a recoger las fotografías de los monstruos, le daba la impresión de que estaba decepcionada por algo. –Pues es una lástima que no quieras colaborar en esto.

-Y ES UNA LÁSTIMA QUE NO QUIERA CONTARME ALGO SOBRE MI MADRE.

Papyrus se lamentó de haber accedido a intentar hablar con ella por querer calmar a Sans de una tonta idea que podría llevarlo al manicomio. Había sido una pérdida total de tiempo, aun cuando había conseguido algo de información sobre el alcalde que no estaba ni seguro de si ello le serviría. Así que dio dos pasos hacia atrás para apartar a la señora de su vista, girándose para desaparecer en el instante.

Sin saber que si no le hubiese dado la columna, habría contemplado el rostro serio de una señora que se esmeraba en ser siempre una máscara risueña.

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Sans apenas y había bajado a la sala para tomar algo de comida que había dejado preparada su bonita anticipadamente, dándose cuenta de que en efecto el viejo no estaba en casa, pero sí sus seguidores que estaban de regreso para comer de lo mismo. Parecía que tampoco ellos podían rechazar lo que Frisk preparaba para todos, si se veían bastante animados sirviéndose por su cuenta sin inmortales que él estuviese ahí observándolos. Y no podía culparlos, realmente todo lo que preparaba Frisk siempre sabía bien, aunque lo hacía mucho mejor cuando contaba con su compañía y esta vez no estaba siendo el caso.

Tenía que admitirlo, se sentía culpable por haber permitido que se fuera por su cuenta, arriesgándose mientras él solo se estaba lamentando con dificultad de levantarse de su cama hasta ahora por hambre. Se sentía mal por haber terminado contándole a Papyrus, y pese a que por ahora era evidente que no le creía, también estaba haciendo lo posible por animarlo en conjunto con Frisk de hallar la verdad, aun cuando fuese algo que lastimaría a todos de distintas maneras.

Leer las canciones de su madre minuciosamente había sido un viaje de tiempo que no estaba seguro de si le había alegrado algo o no ahora. Aunque tuviera anotado las partituras de piano en esa libreta, con tan solo verlas podía recordar perfectamente cada tonada.

-... caminando de puntitas, un, dos, tres…

Sans apartó la mirada de su plato tras escuchar eso. Si bien había sido demasiado tenue, definitivamente ese tarareo no había surgido de su mente. Sino de uno de los seres monocromáticos que estaba sirviéndose un segundo plato sin darle importancia a que él le estaba observando detenidamente ahora como si fuese una futura víctima de sus manos.

Era imposible que alguien más supiera esa canción con todo y tonada, sobre todo ellos que no recordaban nada de su propia existencia salvo… ¡Maldita sea, no era posible!

-Hey, tú. –Señaló a uno de ellos, sin poder recordar qué número tenía ni tampoco importándole del todo, pero logrando su atención inmediata. –Una vez me dijiste que lo único que recordabas era una luz verde, ¿cierto?

-Sí, joven Sans.

-¿Entonces cómo es que sabes una canción que solo yo había escuchado?

El extraño ser se quedó meditando sin ser algo que le inquietara visiblemente, pero todos los demás le siguieron en el acto como si la pregunta hubiese sido para todos. Como si en conjunto apenas se percataran de que tenían un mismo recuerdo y no supieran el por qué. O esperaba que ese fuese el caso para no sentirse todo un paranoico.

-No lo sé, joven Sans. –Respondió al no tener algo de utilidad inmediata. –Solo resuena en mi cabeza en este momento.

-Y en la mía.

-Y en la mía.

-Y en la mía.

-Un, dos, tres… –Repitió la almeja.

-¡Tú! Fuiste la última en aparecerte de la nada. Algo debió de motivarte a saber el camino. ¿Qué fue? –La almeja tan solo le observó con ese único ojo macabro que no daba simpatía alguna. Ni siquiera parecía que necesitara parpadear o algo dada su extraña anatomía, pero que si se ponía a sobre pensar demasiado, de todos los seres grises era la más extraña y no solo por su modo de hablar tan disperso, sino por ser la única mujer de tan anormal grupo. –Dime… ¿Conociste a Omegle Sallow?

-Omegle…

-¡Agghhh!

Estuvo por lanzar su plato por la frustración que sentía cada vez más. Era un caso inútil, se cuestionó mentalmente mientras se desplomaba en el sillón resignado. Sentía que estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo de algo que no tenía ni pies ni cabeza. ¿Acaso ese era el fin de la cordura que le quedaba como mafioso?

Antes de que comenzara a pensar en escribir una carta a sus seres queridos antes de que perdiera la cabeza literalmente, le desconcertó que la almeja se le acercara lentamente hasta el punto de detenerse ante él y sacar lo que parecía un papel doblado y muy viejo que tenía detrás de su ojo. Y si bien aquello le daba mucho asco inmediato, no se cuestionó demasiado para querer leer de qué se trataba tal acción repentina.

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"Estimado Asgore, si estás leyendo esto, significa que yo ya estoy muerto. Y debes saberlo de antemano porque tú mismo habrás sido quien me haya dado fin, ¿no es así? Pues bien, el motivo de escribir esto sabiendo mi posible destino es porque no me abstendré de darme la oportunidad y breve satisfacción adelantada de poder ser aquel que dicte tu derrota. Porque si finalmente diste con esto, es porque ya no tienes más alternativas y eres incapaz de reconocer que perdiste el juego que tanto quisiste preservar sobre todos nosotros.

El proyecto es un fracaso. No hay más que se pueda hacer. Tú mismo fabricaste el instrumento de tu derrota a través de la niña humana, y lo creas o no, yo no tuve nada que ver en eso. Así que aquel poder que tanto anhelas estará siempre lejos de tu alcance. Y para asegurarme aún más de que así sea, hice de las mías y apuesto toda mi esperanza en mi pupilo Wingdings, sabiendo que el regalo que le hice será suficiente para darte tal batalla. Después de todo, no le agradará para nada saber lo que planeas hacer con su esposa.

Atentamente se despide desde el infierno, Omegle Sallow".

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Sans bajó la carta lentamente, sin saber cómo reaccionar ante eso. Fuera de confirmarle que sus sospechas eran ciertas sobre su madre en manos de la maldita bestia, hacía mención de que su padre había trabajado con el sospechoso más grande sobre las desapariciones de todas esas mujeres. Pero si él supiera algo al respecto, ya habría concluido lo mismo que él desde hace muchos años, ¿cierto? No tenía sentido. Un poder que anhelaba el Gran Don, pero que Frisk era su condena… Tal vez en verdad era su punto débil como había cuestionado desde un principio.

Tal vez esa era una razón por la cual comenzar a sospechar nuevamente de la flor parlante que estaba demasiado ausente últimamente.

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Saludos desde mi trinchera… literalmente hablando. Escribir es lo que me está relajando pese a que debería de estar trabajando. Descuiden, estoy bien pese a todo, aunque sí algo estresada a ratos. Así que de antemano muchas gracias por la paciencia.

**Inserta teorías locas aquí**

¡Michi fuera!

PD: Necesito terapia y un buen masaje x.x