Michael Hallyton no había tenido tanto trabajo en su vida como ahora, dado que se dedicaba a dos rubros que tendían a tener en común la obsesión que le generaban dar con la verdad. No obstante, había momentos en los que ni ello le generaban la emoción suficiente para seguir investigando un caso. Por sus años de experiencia, sabía que las cosas podían ser más simples de lo que aparentaban, y por ello era que terminaba dejándose llevar ante corazonadas que rara vez fallaban para su gusto.
Después de todo, los criminales eran predecibles cuando se les entendía bien en sus objetivos previos. Muchos de ellos eran pasionales al grado de ser sumamente descuidados en sus fechorías, razón por la cual él se especializaba en casos más especiales que un simple asaltante de banco vespertino o un robo de cartera en vía pública, por dar algún ejemplo. Y no, no era por un egocentrismo titular que otros le atribuían por un caso que habría traumado a cualquiera y que le exigían demostrar lo contrario, sino porque muchos se rendían o sucumbían a formar parte del bajo mundo que trataba de erradicar en cuanto él siguiera viviendo. Aun cuando fuese una batalla que no tendría fin sin importar los años transcurridos.
Pero esta vez parecía estar en un caso diferente. Algo que se escapaba de su entendimiento total y que generaba una pizca de curiosidad al momento de ser citado por el investigador forense al que había consultado con confianza para ser discreto.
-Bueno, tenía razón sobre que esto proviene de algo mágico. –Mencionó el joven al momento de entregarle una carpeta con su reporte de investigación sobre la posible mucosidad. –Pero respecto a qué tipo de monstruo proviene, me temo que no le tengo una respuesta clara, detective.
-¿Una especie desconocida? –Intuyó mientras trataba de dar la respuesta primero con la lectura.
-Más bien, muchas reconocidas. –Apartó inmediatamente la vista del documento, enfocándose en el investigador. –La muestra que me trajo coincide al menos con tres especies marinas distintas. No sé si su extracción se vio contaminada en donde la recogió o…
-Soy muy cuidadoso en esa clase de detalles. –Aclaró con seriedad. –No fue el caso.
-Lamento si me vi impertinente. Pero aun así, no le podré ser de más ayuda con esto. Aunque… –El chico puso una mano en una caja que tenía sobre su mesa, teniendo duda consigo mismo de si seguir adelante o no con eso. –Hay algo que tal vez pueda darle una pista, por más que no tenga sentido para mí.
-¿A qué se refiere?
-Hay una especie de la que solo tenemos registro en la ciudad por alguien que vivió aquí hace tiempo. Existen reportes de ella por mal comportamiento, y en más de una ocasión registraron su firma mágica por ese mismo tema. –El chico comenzó a buscar con cierta urgencia en su papeleo. Ciertamente, debía de tener un orden específico que se escapaba de su entendimiento. Porque estar sacando aquello de una caja de zapatos no era lo que consideraba precisamente como formal. –Fue clasificada como especie conflictiva por ese hecho, pero también fue declarada muerta hace varios años por el sindicato de monstruos y siendo la razón por la cual todo caso de ella fue cerrado. Pero si no fuera por la mezcolanza que muestra esta baba, diría que es casi la misma firma mágica.
Con el simple hecho de clasificarla como "especie conflictiva" y además marina, le fue suficiente para saber que se trataba de una sirena sin necesidad de ver los registros previamente, y aquello solo hizo que los hilos de su mente comenzaran a entrelazarse mucho más, a lo cual tendría que hacerlo en físico en su pared repleta de pistas que conectaban a una sola situación.
"Lyra Watterson" leyó en el expediente. Que una sirena tuviese apellido no era frecuente, por lo que debió de tratarse de una ciudadana que ya llevaba al menos dos generaciones habitando en tierra. En sus registros marcaba que hacía mal uso de su magia, causando estragos en calles canturreando sin reparo alguno. No parecía algo grave para su gusto, pero sabía que esa clase de magia tampoco era para tomarla a la ligera. El caos de Waterfall ocasionado por el indiscutible cántico de una sirena, en donde estuvieron involucrados los Gaster, era prueba de ese hecho. Y cada vez había más situaciones que se entrelazaban con eso, volviendo la situación una red que no sabía cuál era su objetivo en sí.
La construcción del parque de diversiones que involucraba al riquillo de Metatton Blook, la ausencia repentina de la yakuza, la muerte del secretario de seguridad… y ahora la aparición de una extraña criatura que atormentaba a muchos pescadores. Algo estaba pasando sin duda alguna, pero había algo que todavía se le escapaba para sacar conclusiones precipitadas.
Las firmas mágicas eran lo más cercano que tenían como huellas dactilares en los monstruos, pero ciertamente no tenían conocimiento alguno de qué tan precisa era esa cuestión para enfocarse en ese hecho, dado que las capacidades de la magia eran algo que estaba fuera del entendimiento humano, incluso de varios monstruos. Aunque debía de reconocer que en cuanto menos, era la primera vez que escuchaba que una firma fuese casi idéntica a otra.
-¿Sabes si hay más aqueloides habitando Ebott City actualmente? –Preguntó al momento de cerrar la carpeta. Sin duda alguna se la llevaría como parte de su investigación.
-Solo quedan dos registrados de momento. –Le respondió poco después de tener que investigar aparte de todo lo que tenía a la mano. –Un hipocampo cerca de la tercera edad y una sirena en sus treintas.
-¿Casados entre ellos?
-No, el hipocampo es soltero, tiene un gimnasio registrado en Snowdin, y… vaya, la sirena también es soltera. –Entendía por qué la sorpresa en ese hecho considerando su edad. –Pero existe cita presencial para registro civil que fue suspendida hace poco.
-¿Para dónde fue la cita? –Intuyó la respuesta desde antes.
-También en Snowdin. Uno diría que les gustaría estar cerca del mar, ¿eh?
Eso era lo lógico, pero lo cierto era que Waterfall estaba haciendo desplazamiento de monstruos desde hace años al ser la zona mayormente turística, subiendo sus rentas, dificultando el trabajo por la "hora monstruo", entre otras cosas. Por lo que no era sorpresa que quisieran mudarse muchos monstruos a una zona que pese al tiempo, no subía sus cuotas de ningún modo, siendo Snowdin o New Home las únicas zonas favorables para ellos. Eso debía de ser una tortura para muchas especies que dependían mucho de la humedad siendo el caso. Y el hecho de que iniciaran los debates políticos justamente en una zona donde discriminaban a los monstruos mayormente, debía de ser una estrategia por parte del alcalde en un afán de aplastar a su competencia sin oportunidad alguna.
Pero algo le decía que estaba por presenciar algo diferente esta vez. Las cosas parecían ir en un rumbo interesante y aterrador al mismo tiempo. Y su labor era frenar cualquier indicio que irrumpiera la justicia de la ciudad. Fuera cual fuera el lado que la población quisiera tomar.
Necesitaba reforzar la seguridad en donde se llevaría a cabo el debate, y visitar finalmente a un viejo amigo que podría darle algunas respuestas necesarias. Antes de que aquello que pudiera pasar, explotara frente a sus ojos sin que pudiera hacer algo nuevamente.
.
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-Frisk estaba mejor sin ti…
-Eres el novio, ¿no? ¡¿Cómo pudiste permitir que le hicieran daño?!
-¿POR QUÉ NO FUISTE TÚ QUIEN LA SALVARA?
-Se manchó las manos por tu culpa…
-¡No la mereces si permites que la lastimen!
-¡ENTONCES RESUELVE EN LUGAR DE LAMENTARTE, MALDITO IDIOTA!
Sans despertó de golpe, levantándose incluso un poco de la cama por mera inercia. Teniendo que respirar profundamente en más de una ocasión y teniendo que controlarse de cometer alguna estupidez con su magia activa por reflejo, teniendo que enfocarse en reconocer que tan solo estaba en su habitación, medio desnudo y a salvo. Incluso parecía que había estado sudando en todo ese tiempo, mas no fue lo que más le importó en todo ello.
Tan solo le bastó para tantear un poco la cama para notar que Frisk ya no se encontraba con él, seguramente por darle su espacio para descansar tras caer dormido, o simplemente por la pena de que pudieran encontrarlos de ese modo. Esos lapsos de inocencia y ternura de su parte le fascinaban por completo, al igual que su fiereza y determinación. ¿Cómo era que alguien tan fascinante e increíble en verdad estaba dispuesta a luchar por él? Porque por más que le insistiera en que valía la pena para ella, él no se sentía de ese modo realmente. No cuando lo hecho, hecho estaba, y no había nada que pudiera limpiar su gran error de permitir que su chica tomara riesgos y decisiones que debería de haber tomado él.
Frisk, ¿qué tanto se estaba aguantando realmente con tal de no preocuparlo? El ser una posible incomodidad emocional futura para ella no le agradaba para nada. Y el que se entregara en cuerpo y alma finalmente… si bien le había gustado y formaría parte de sus momentos más felices de su vida entera, ciertamente estaba preocupado que hubiese sido un acto desesperado de su parte para dejar en claro un punto que no hacía falta afirmar.
Teniendo un vaso de agua a su lado, lo usó para lavarse la cara y despabilarse por completo. Después de todo, aquello se había tratado de un mal sueño, un conjunto de malos recuerdos recopilados en un solo punto de forma tortuosa, como si su mente no fuera ya lo suficientemente cruel con sus constantes inseguridades. Y peor, ahora cuando se suponía que debía de estar infinitamente feliz realmente, en su lugar solo no paraba de lamentarse por cosas que no tenían arreglo. Aquella sensación ya la había experimentado hace mucho, pero se sentía mucho peor ahora que había arrastrado a alguien más a ese camino de mierda.
No obstante, dio un paso adelante al momento de levantarse de la cama de golpe. Después de todo, tenía razones para seguir luchando pese a las circunstancias, ¿no es así, Frisk?
Al momento de bajar con cuidado las escaleras (después de todo, aun se sentía bastante agotado por no haber descansado lo suficiente, pero sin arrepentimiento alguno), se percató de que su familia ya se encontraba desayunando con calma, mas no encontró a Frisk por ningún lado a la vista. Tampoco se encontraba la flor malévola con la cual tendría que tener una conversación seria para otro momento más oportuno.
-CREÍMOS QUE NO DESPERTARÍAS TODAVÍA, SINO HASTA MAÑANA. –Comentó su hermano al momento de verlo acercarse. –ANOCHE TE GRITÉ PARA QUE BAJARAS A CENAR, PERO NO CONTESTASTE.
-Si, bueno… estuve algo cansado. –Sonrió Sans de inmediato. Tal vez esa había sido la razón por la cual Frisk no había permanecido más tiempo con él. –¿Solo desayunaremos los tres?
-La florista salió muy temprano para hablar con los conejos. –Comentó el viejo mientras seguía leyendo el periódico del día, siendo sujetado por sus manos flotantes dado que las suyas estaban sujetando su taza con cuidado. Pero podía notar entre todo eso, su gesto de molestia de haber tenido que ceder a una petición suya posiblemente tras todo lo sucedido. –Le pedí a los seguidores que estuvieran con ella por cualquier cosa.
-¿Están molestos con nosotros?
-Probable, pero no es nuestro asunto el cómo se sientan. Nosotros solo nos hacemos responsables de algunas acciones. –Respondió sin mirar a nadie. Y con ello, Sans se preguntó si Frisk estaba aprendiendo malas actitudes del viejo, o si solo había similitudes que no había visto antes. Tal vez lo mejor para él era no pensar demasiado en ello. –Y ya que estás aquí, Sans…
-Supongo que quieres hablar de lo que ocurrió. –Se adelantó mientras se servía la deliciosa comida que sin duda alguna había preparado su bonita. Agradeciendo incluso en sus adentros que se hubiera perdido la cena que seguramente Papyrus había realizado. Hasta en eso su chica le había dado un maravilloso momento. –Pues yo también quiero hablar contigo. No quiero que le enseñes a portar armas a mi novia. Ya es demasiado el hecho de que la integres a nuestros negocios.
-No estaba en mis planes iniciales, pero dada la situación, prefiero que pueda estar lista en todo lo posible. Pudieron haber muerto los dos.
-Tal vez solo yo. –Mencionó Sans con cierta inquietud. –Frisk se volvió alguien diferente tras los ataques directos. Incluso parecía que se volvía más… agresiva, con cada ataque mortal que recibía.
-Me imagino cómo. –El viejo finalmente bajó el periódico para colocarlo sobre la mesa y prestarle atención. –¿También intentó agredirte a ti?
-No, de hecho, ella me defendió de todos los presentes. –Aunque la comida oliera delicioso, no pudo dar un bocado inicial tras el giro de la conversación. –Viejo, creo que estabas en lo cierto sobre la posibilidad de tratarse de algo hormonal, ya que parece que pudo reconocerme por medio del olfato.
Con ello, no tuvo más alternativa que contar toda su versión hasta el punto de no poder recordar nada más, siendo seguramente el momento de haber perdido el conocimiento tras tanto agotamiento y la parte que seguramente les faltaba conocer, dado que Frisk ya les había dado su versión al momento de tener que actuar ella. Y el simple hecho de tener que hablarlo le bajó las energías casi de inmediato, teniendo que contenerse al estar todavía desayunando y probado apenas bocado alguno. Reconocía que se sentía culpable por todo, aun cuando no lo expresara directamente en el instante por ser algo que estaba demás. Sabía que bastaba con sus gestos o palabras de por medio para dejarlo claro, a lo cual agradeció que no le reprocharan más al respecto. Siendo seguramente que comprendían que ya había tenido suficiente castigo con haber cometido ese error que la habían librado de forma muy poco creíble aunque lo hubiese visto directamente.
Al momento de hablar sobre la humana enmascarada que le había acusado de ser un terrible novio, tanto el viejo como Papyrus se miraron el uno al otro de forma cómplice. Como si hubiesen identificado al sujeto sin necesidad de más aclaraciones de por medio.
-MÁSCARA DE ZORRO. JUSTO COMO LA QUE VIMOS EN WATERFALL, ¿CIERTO? –Tras el acierto silencioso por parte del viejo, su hermano se giró hacia él. –CUANDO NOS SEPARAMOS EN EL CONFLICTO DEL PROSTÍBULO, UNA HUMANA ENMASCARADA Y REPLETA DE CUCHILLOS INSERTADOS EN SU CUERPO, FUE A AUXILIAR A SU JEFE. PERO ÉSTE PIDIÓ RETIRADA TRAS SU LLEGADA Y NO PUDIMOS SEGUIR RASTRO INMEDIATO.
-Definitivamente la yakuza no aprende a respetarnos.
-TAL VEZ DEBIMOS MATAR AL JEFE EN CUANTO CONFIRMAMOS QUE…
-Ya estoy en ello. –El viejo le interrumpió con demasiada firmeza, cosa que no le pasó desapercibido. ¿Le estaban ocultando algo? –Encargué al conejo y al señor Fire que trabajaran en equipo para encontrar la posible fuga que tenemos desde el orfanato.
-Creí que era algo que ya se había solucionado.
-Pues entonces no tengo respuesta de cómo siguen logrando ingresar a nuestros dominios altamente vigilados.
-Ni tan vigilados, si ustedes nunca acudieron a ayudarme. –Musitó Sans con amargura, dejando pasar todo lo demás salvo eso. –¿Qué demonios estaban haciendo para que no se dieran cuenta?
-Estábamos ocupados con algo de urgencia. –Sin que nadie dijera algo más, el viejo sacó de forma inmediata un frasco con líquido al cual pudo reconocer en pocos segundos de qué se trataba. Genial, oficialmente le habían arrebatado el apetito. Eso no era justo para la comida de Frisk. –No nos enteramos de la situación hasta terminar con la operación.
-¿TIENES ESA COSA TODAVÍA CONTIGO? –Reclamó Papyrus con evidente asco. –¡NO LA DEJES EN LA MESA!
-Y para qué querías extraer… ¿un apéndice? ¿Qué no esas cosas son innecesarias para los humanos, según tú? –Cuestionó Sans mientras trataba de no ver más esa cosa. Ciertamente, era asqueroso que fuera un invitado especial al desayuno. Además, ¿qué no esa cosa formaba parte del sistema digestivo de los humanos? –A menos de que hayas encontrado a un comprador más raro que tú, no veo forma de perdonarles el hecho de que…
-¿Perdonarnos qué, Sans? Te entrené lo bastante bien para evitar esta clase de cosas. –Por un fugaz momento pudo ver sus ojos alumbrarse ante su evidente regaño. Había olvidado con quién estaba tratando, después de todo. –Si hubiéramos sido Papyrus o yo en lugar de tu novia, ya habríamos estado muertos siendo el caso, considerando su inusual habilidad de regeneración acelerada.
-Lo sé, lo sé… –Refunfuñó sin poder ver hacia algún lado en específico. Sabía de antemano que Papyrus opinaba lo mismo y no quería cruzar su mirada con la suya que seguramente le afirmaría tales palabras. –Ya sé que yo llevo toda la culpa en esto.
-Entonces ahora que lo sabes, solo debes enfocarte en evitar que vuelva a pasar a toda costa. De lo contrario no habrá cosa en el mundo que pueda sacarte de la tristeza que produce algo como esto. –Poco a poco, Sans se calmó tras escuchar eso. Sabiendo con qué peso le decía aquello. –Evita mis errores, Sans, eso es todo lo que puedo decirte.
No estaba seguro de si habría preferido un regaño a eso, pero definitivamente le había hecho sentirse terrible en el instante, más allá de estar sobrepensando la situación de Frisk y que seguramente andaba en alguna parte del barrio no queriendo pensar más en ello sin reflejarlo directamente.
Justamente el haber estado cuestionándose sobre la hipotética posibilidad de que su madre aún se encontrara con vida (pero en un estado desastroso), había descuidado por completo su entorno que día con día parecía mejorar. Como si el universo, alguna deidad o lo que fuera que gobernara los cielos, quisiera regañarlo por no permitirse disfrutar de lo bueno que finalmente estaban dispuestos en otorgarle, a su vez del recordatorio que también era sencillo perderlo todo en un instante.
Si el viejo lo estaba aceptando después de todo, tal vez él también debía de soltarlo. Dejar a su madre descansar en lo que sea que gobernara el plano de los muertos, si es que había uno.
-Aun así no quiero que le enseñes a portar un arma. Lo que quiero es alejarla lo más posible de todo esto, pero tú te esmeras en adentrarla mucho más a esta mala vida. Si sabes lo horrible que es sentir esta impotencia, ¿por qué lo permites cada vez más?
-LO ESTÁS VIENDO DEL LADO EQUIVOCADO, SANS. ERES TÚ QUIEN LA ESTÁ ADENTRANDO CADA VEZ MÁS AL MOSTRARLE LO VULNERABLE QUE ERES. –Intervino Papyrus al usar su magia para alejar el asqueroso frasco que dejaba en evidencia su contenido. –NOSOTROS ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A TU… EMM.. ESPONTANEIDAD, PERO ELLA DEBE SENTIRSE ATERRADA CADA VEZ QUE SABE LA POSIBILIDAD DE PERDERTE. AUNQUE SEA MUY DIRECTA, NO SABE EXPRESARSE EMOCIONALMENTE, ASÍ QUE LANZARSE AL PELIGRO TAL VEZ SEA SU MODO DE MOSTRAR AFECTO.
-¿Dices que mi novia está conmigo por masoquismo?
-ESTÁ CON UN MAFIOSO IMPULSIVO, ¿TÚ QUE CREES? –Sans iba a reprochar algo al respecto, pero además de no tener un argumento a su favor para ser sincero, Papyrus levantó la mano para impedirle dar palabra alguna continua. Dirigiéndose hacia el viejo inmediatamente. –POR CIERTO, SANS MENCIONÓ QUE FUERON DOS PERROS LOS ATACANTES, NO UNO. ASÍ QUE SALÍ EN BUSCA DE ALGÚN INDICIO DE QUE AMBOS ESTUVIERAN MUERTOS, PERO NO ENCONTRÉ NADA. ASÍ QUE NO ME CABE DUDA DE QUE UNO SOBREVIVIÓ Y ESCAPÓ.
-Lo cual puede significar que vendrán por revancha en algún momento. –El viejo pareció estar por tener un dolor de cabeza por la forma que entrecerraba sus cuencas, pero lo ignoró lo suficiente para mantenerse firme en la conversación. –Sans, los reconociste, ¿no es así?
-Eran el matrimonio de los asesinos élite del Gran Don. –No hacía falta especificar el "eran", pero pensar aquello le hizo recordar algo. Y dado el ejemplo que le acaban de dar, suponía que solo afirmaba su propia torpeza. –Si sobrevivió uno de ellos, significa que le llevarán mi mensaje al Gran Don después de todo. No creí que pasaría en verdad.
-¿Y qué es lo que posiblemente provocaste con esa imprudencia?
-Bueno, de cierta forma le dije a "mi suegrito" que mi chica está en buenas manos. –Sans sonrió para sí mismo de algo que no hacía falta compartir con ellos. –Así que…
-Y HABLANDO DE IMPULSIVIDAD.
-Esa bestia no es su padre. –Recalcó el viejo con evidente enfado, levantando su taza que irónicamente decía "Papá #1", de la cual no recordaba que se la regalaran Papyrus o él en algún momento.
-No, pero creo que ya es algo evidente que la relación que tuvieron Frisk y ese idiota, fue el de padre e hija en algún momento de sus vidas. –Admitirlo solo le aumentaba el mal sabor de dientes que ya había sido afectado por el frasco con el apéndice y con toda la situación de por medio. –Esos perros fueron a darme caza con vida para llevarme ante él, cuando antes el mismo Gran Don había querido que me mataras aquella vez sin darle importancia. Así que la diferencia debe ser que sabe de quién se trata la mujer a la que llaman mi amante, y que no debe causarle gracia alguna, ¿no crees?
-Con lo que sabemos, es un caso posible. –Admitió el jefe cerrando sus cuencas. –Aunque francamente, no soy quien para opinar sobre lo que es tener una niña huérfana y hacerla parte de tu entorno al grado de ser un acto cruel.
-ESO FUE DEMASIADO ESPECÍFICO. –Sans estuvo de acuerdo con eso. –¿AHORA QUÉ OCURRE CON MUFFET?
Cierto, desde que habían escapado de prisión no había sabido nada sobre la chica cirquera. A estas alturas de haberse escapado por su cuenta, ya habría hecho acto de presencia de forma insistente o entrometida, ¿cierto? O por lo menos, habría mostrado preocupación alguna tras haber sido separados en prisión sin comunicación posible. ¿Por qué no se había comunicado con ellos desde entonces? ¿Por qué la tranquilidad al respecto parecía inquietante ahora que notaba ese detalle?
-Decidí adoptarla oficialmente. –Las palabras del viejo sonaron como si estuviera dando un discurso fúnebre. –Se imaginarán que no lo tomó bien.
El silencio gobernó el comedor por varios minutos tras eso, en el cual Sans recordó de golpe un pasado que era complicado de visualizar que había sido decente pese a todo el sufrimiento de por medio. Una niña que había sido llevada casualmente a su casa en una tarde, bajo el argumento de que tendría que casarse con ella cuando fueran ambos mayores, palabras dichas incluso antes de poder saber siquiera su nombre que siempre le dio la impresión de que ella misma se lo había puesto, mas nunca le quiso preguntar al respecto por tratarse de una vida que ella misma quería dejar en el olvido. Y aquello lo respetó por completo desde ese momento, ya que después de todo, él mismo quería olvidar cosas pese a su joven edad. Tal vez ese silencio que hubo entre ellos había sido la razón por la cual pudieron llevarse bien en un inicio, ahora que lo pensaba.
-O sea que… –A Sans le era extraño tener que formular la pregunta, pero necesitaba romper esa incomodidad de una u otra forma. –¿Es nuestra… hermana ahora?
-Dado que es mayor de edad, ella tiene que firmar también los papeles. Por su reacción que tuvo conmigo, no creo que vaya a ser el caso.
-ENTONCES A ESO FUISTE AL SINDICATO EL OTRO DÍA. A OBTENER PAPELES SIN PASAR POR EL REGISTRO CIVIL. –El viejo simplemente cabeceó en respuesta. –ESTO SE SIENTE RARO. DIGO… MUFFET SIEMPRE FUE… UNA NIÑA MUY RARA EN NUESTRAS VIDAS, ¿NO?
Si, lo había sido. Una niña que estaba feliz de poder pasar tiempo con ellos, atendiéndolos, bromeando con ellos, curando sus heridas cuando era necesario, cubriendo sus columnas cuando algo se perdía de sus vistas, arriesgándose a todo con tal de contar una victoria más a nombre de la familia… Siempre pudiendo contar con ella en las buenas y en las malas, hasta que todo aquello cambió en un instante que no tuvo reparo alguno al tratarse de una traición a su hospitalidad. Una situación que seguía siendo incómoda pese a los años transcurridos, pero ahora con un peso que le carcomía por dentro.
Muffet le había reclamado de que a ella le hubieran juzgado por haber tenido un amor imposible, tachándolo ahora de hipócrita por ser quien se saliera con la suya de perseguir un amor imposible en muchos aspectos. Y a pesar de eso, le ayudó a que Frisk aclarara sus pensamientos y emociones, dándole el empujón de ser consciente de lo que estaba pasando sin necesidad de palabras demás. Y gracias a eso, Frisk había dado el paso que había sido necesario para tener juntos una historia que pese a todos los altibajos y dolencias, era maravillosa por el simple hecho de que contaba con ella a su lado.
Esa niña cirquera, pese a todo, seguía viendo por él a su manera. Tal vez ya era momento de hacerle saber que no siempre era tan molesta como se lo proponía. Porque al fin y al cabo, era cierto que él era un idiota que por poco y pierde lo más valioso que tenía ahora por distracciones que ya no cabían en el presente.
-Viejo, quiero que me entrenes nuevamente. –Soltó Sans sin tacto alguno. Y antes de que llegara el reproche que se le notaba en el cráneo, prosiguió. –Una vez me contaste sobre cómo la libraste tú solo contra varios turcos, usando el blaster multiplicado para obligarlos a retroceder cuanto menos.
-Solo tienes un ojo mágico, Sans. Tu capacidad mágica está más limitada que el promedio de nuestra especie.
-Y tú tienes grietas en tus ojos, lo cual descontrola tu magia si no te limitas, ¿no es así? Pero aun de ese modo eres capaz de emplear magia como ningún otro. ¡Tú mismo creaste esa técnica!
-Y es demasiado peligrosa.
-Mi novia es cada vez más peligrosa. –Expresó al punto de tener el impulso de levantarse de golpe, pero lo contuvo para no hacer de la situación un escándalo más. Ya era más que suficiente que se sintiera mal por lo sucedido. –Tienen razón sobre que he sido irresponsable en muchas cosas, pero aunque trate de apartarme de ciertas cosas por el bien de todos, Frisk se adentra por su cuenta cada vez más conforme va aprendiendo. Y por lo que vi en lo que se transforma cuando está al borde de la muerte, podría perderla en más de un sentido. Por el proyecto que tiene corriendo por sus venas, es probable que algo pueda…
-¿Proyecto ? –Intervino el viejo con total interés.
-Bueno, la hierba mala parlante lo llamó así. Me habló sobre aquello que tiene Frisk como experimentación, y tal vez no fue mucha su explicación, pero me habló lo suficiente sobre la búsqueda de la resistencia en los monstruos, llamándolo "Amenaza de MORtalidad" y sobre el hecho de la sensibilidad que Frisk podría mostrar con la sangre. –Sans hizo una breve pausa en espera de alguna reacción del viejo para saber si algo de aquello le sonaba, pero no parecía estar siendo el caso. O por lo menos, estaba siendo bastante discreto para seguir ocultándolo. Quién sabe. –Obviamente yo no sangro ni ningún otro monstruo, pero el hecho de que Frisk pudiera identificarme justamente con su olfato en tal estado, me hace pensar que no es precisamente la sangre el problema, sino… tal vez, una alteración que le hace buscar una presa a toda costa. Pero también está el hecho de que se supone que su olfato desarrollado es algo que no estuvo contemplado también en palabras de la misma flor, así que solo es algo cercano a lo que puedo llegar.
-"En la guerra y en el amor, todo se vale". –Citó el viejo más para sí mismo que para los presentes. –Eso era lo que solía decir el Gran Don cuando tomaba ciertas decisiones. Si a ese experimento lo llamó de ese modo, significa que al final lo llevó más allá de lo imposible.
-¿A QUÉ TE REFIERES?
-Tanto humanos como monstruos somos las especies que evolucionaron a través de la conciencia y el lenguaje. –Aquella introducción no respondía precisamente lo que se quería, así que Sans intuyó mucho más que estaba guardándose algunas cosas todavía. –Quitar eso es un retroceso evolutivo y tal vez el Gran Don busque eso realmente, hacer eso a todos los humanos para hacerlos retroceder en la cadena alimenticia devolviéndoles su estado primitivo. Tal vez la florista solo sea el inicio de algo grande para su guerra declarada contra la humanidad, pero no explicaría por qué darle tanta ventaja en sus regeneraciones y demás.
-TAL VEZ POR LO MISMO QUE DICE SANS, DE QUE FRISK LE IMPORTÓ PESE A TODO.
-Viejo, tú analizaste su sangre con su permiso y viste cosas, ¿no es así? –Finalmente Sans se puso de pie, no permitiendo que siguiera evadiendo un tema particular. –No solo eso, conoces parte de lo que tiene, ¿cierto?
-Lo que pude encontrar en ello, se lo dije ya a ella. No hubo nada más. –La calma con la que le contestaba no le agradaba para nada. Pero decirle que estaba seguro de que sabía más cosas, tal vez no era lo más sensato por ahora. –Y si supiera algo nuevo, se lo diría a ella primeramente. Tú tiendes a ocultarle cosas por querer sobreprotegerla.
-¡Pues claro que quiero sobreprotegerla!
-Pues elegiste a la peor mujer para hacerlo. –El viejo se puso de pie también, pero no con el afán de protestar con el mismo tono, sino para comenzar a retirarse. –La entrenaré de lo que considere necesario para mantener a salvo a toda nuestra familia, te agrade eso o no. Y en cuanto a ti, lo que necesitas realmente es aprender de tus errores y seguir adelante con ellos. Si sigues cometiéndolos, el problema solo eres tú y más que tú.
Sans iba a protestarle que sabía que él había formado parte de lo que sea que haya experimentado el socio muerto del Gran Don, quería preguntarle qué tanto sabía del proyecto . Si es que sabía algo realmente o si solo había formado parte de forma indirecta. Pero en lugar de todo eso… simplemente se quedó callado. Tenía la carta consigo que uno de sus seguidores le había dado como evidencia, siendo algo que realmente iba dirigido a él para que hiciera algo al respecto, pero en lugar de causarle todos esos malestares que vendrían más bien de un coraje de su parte, simplemente contuvo todo al pensar demasiado que, en efecto, tenía que lidiar con sus propios errores primero, antes que con los de los demás.
Después de todo, estaba más molesto consigo mismo que con el viejo o cualquiera que quisiera regañarle. Y eso era demasiado exasperante al ver que proteger al viejo de una posible verdad, también era protegerse a sí mismo de lo mismo.
Maldita sea. Sí se parecían demasiado.
Finalmente volvió a sentarse y comer en silencio, dejando que el viejo se retirara a sus pendientes y dejando que Papyrus se preocupara en su sitio sin saber qué más decir, o solo tal vez, respetando que no era momento de comentar algo más. Ya habían muchas cosas con las cuales lidiar, pero también, muchas en las cuales pensar tanto de forma negativa como positiva. Y sabía que para el jefe de familia cuanto menos, había cierta urgencia en atender la constante filtración de la yakuza sin que pudieran enterarse, y el hecho de que la gente del Gran Don tuviera demasiada fuerza para adentrarse sin complicaciones y con bastante impacto.
La yakuza nunca intervenía en situaciones de peligro con Frisk, manteniendo demasiada distancia al grado de parecer no importarles realmente qué pudiera pasar en cualquier proceso. ¿Qué era diferente esta vez?
"¡¿Cómo pudiste permitir que le hicieran daño?!"
Tal vez la respuesta estaba en la genuina preocupación que había demostrado la enmascarada, al verla en modo salvaje. Parecía ser alguien que también sabía de sus efectos secundarios y, por ende, de la experimentación que corría por sus venas.
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Frisk se había dirigido a primera hora a ayudar en lo que fuera necesario a lo que alguna vez pudo considerar un techo seguro. Y si bien su preocupación era genuina pese a la posibilidad de que la corrieran de ahí nuevamente por razones personales, la verdad era que no quería pensar en muchas cosas de momento. Y tampoco quería darle espacio a Don Gaster para insistirle en sujetar un arma nuevamente como método extraño de distracción.
No era su malestar una prioridad a comparación de lo que tenía ante ella, por más que Flowey le quisiera convencer de lo contrario al estar demasiado pegado a ella desde iniciado el día. Y dos de los seguidores grises estarían casi igual, si no fuera por impedirles bastante. Le había dicho a Sans que estaba bien pese a todo, pero ya no estaba tan segura de si había dicho la verdad o no en eso mientras revisaba entre escombros si encontraba algo por rescatar. Había tenido intimidad con su novio, había disfrutado la vida en ese instante, ¿pero acaso ello pudiera ser un acto cruel hacia la vida que había arrebatado? ¿Como si se hubiese burlado de lo que ella puede disfrutar y ese perro ya no? ¿Cómo le hacían los Gaster para lidiar con esa clase de cuestionamientos? ¿O acaso solo ella los tenía?
-Boba, ten más cuidado en dónde pisas. –Flowey la levantó con prisa, sin darse cuenta de que había estado por dejarse caer en donde había sido el sótano. –¿Segura que quieres seguir haciendo esto? No parece quedar nada más en buen estado.
-Si, debe haber todavía más cosas por las cuales rescatar. –Insistió al momento de volver a tocar suelo un poco más estable con su ayuda. –Yo no pude hacerlo con mi casa en su momento, pero no quiero que los Bunny pasen por lo mismo.
-Creo que es un poco tarde para eso. –Frisk se giró al reconocer la voz de Ronnie de inmediato. –¿Qué haces aquí? Deberías de estar descansando tras lo sucedido.
-Estoy bien. ¿Y tú…?
-Gracias a Don Gaster, estoy bien. –El conejo extendió sus brazos, como si con ello dejara en claro que no tenía heridas visibles, o lo bastante preocupantes a la vista cuanto menos. –Pero sé que tú no. Puedo escuchar tu culpa desde hace una cuadra.
-Es asunto mío el cómo me sienta. –Respondió de forma autónoma.
No quería toparse con Ronnie tan rápido, sabiendo que era quien más le reclamaría de muchas cosas, partiendo del hecho de haberle pedido que le acompañara a otra ciudad sin saberlo, aun cuando el cómo se desarrollaban algunas cosas le era imposible de poder visualizar que pudieran pasar. ¿O acaso ya tendría que poder saberlo? ¿Por eso Don Gaster era tan meticuloso en muchas cosas y por ello en sus enseñanzas también? ¿Estaba siendo muy descuidada últimamente?
Antes de hacerse más preguntas, escuchó como el conejo suspiraba captando su atención de forma intencional. Tal vez visualizando o escuchando él mismo que ni ella era capaz de comprender de sí misma.
-No te culpo por esto, Frisk. –No supo qué responderle con eso, así que Frisk siguió quedándose estática, observando las ruinas a su alrededor en espera de que algo bueno pudiera toparse para mejorar el ambiente. Aun cuando era un caso inútil y hasta insensible de su parte que quisiera que fuese así. –Tal vez sí eres un imán para los problemas, pero no puedo responsabilizarte de todos los malestares de mi familia y esperar que con eso sea suficiente en lugar de hacer algo para mejorar las cosas. Eso está siendo un acto inmaduro de mi parte.
-Me enteré que se quedarán en el orfanato por un tiempo. Y que Don Gaster les ayudará a reconstruir este lugar. –Mencionó con el afán de no quedarse callada por tanto tiempo. Ya era suficiente con el hecho de que estuviera escuchando su alma, de lo cual no tenía duda por cómo tenía las orejas alzadas. –Yo también les ayudaré con lo que pueda.
-¿Sabes? Cuando llegaste por primera vez, quería que te fueras lo más pronto posible, considerando que aceptarte en nuestro techo sería hacer un pacto con la mafia. –Parecía que decir aquello le causaba gracia Ronnie, lo cual no compartía Frisk ese humor por ahora. –No lograba entender del todo sobre por qué mamá te había aceptado de inmediato, pero ahora veo que tú has cambiado a la familia Gaster. Y si pudiste con ese difícil reto… sin duda alguna debes poder con lo que sea que se te atraviese.
-Yo no he hecho nada realmente. Ellos han arreglado sus cosas por su cuenta.
-Eres demasiado humilde con eso. –Que le sonriera se le hizo muy extraño, mas no comentó nada más en espera de una buena aclaración de lo que estaba pasándole por su mente. –A lo que quiero llegar con eso, es que mamá debió querer que nos ayudaras también a nosotros. Y no solo con el hecho de mejorar nuestros lazos con ellos, sino con darnos la pauta necesaria para luchar por nuestras cosas. Mi karma en todo esto, ha sido no aceptar los cambios.
-¿Qué es "karma"? –Alzó la ceja.
-Digamos que es una conciencia cósmica justiciera que premia las buenas acciones o castiga las malas dependiendo del caso. –Ronnie se encogió de hombros con su respuesta. –No es precisamente una deidad o algo religioso, pero se le parece.
-Me parece absurdo pensar en algo superior que arregle las cosas que uno mismo puede hacerlo por su cuenta. Es algo flojo esperar algo así dado que cada quien tiene su propia percepción de justicia aquí.
-Pero si te he visto en la iglesia y hablar con el sacerdote de ahí. Creí que con ello te habías vuelto creyente del dios de los humanos.
-Creo en la bondad desinteresada de ese señor, así como en el amor que profesa con el ejemplo. –Respondió sin pensarlo demasiado, girándose hacia el camino en donde se encontraba la iglesia a unas cuantas cuadras. –Creo en las causas y consecuencias de mis propios actos, porque son mis decisiones las que me mueven para bien o para mal, pero también creo en el amor que me brinda Sans que lo lleva a cometer ciertas locuras, en el amor que Don Gaster le tiene a su familia que lo lleva a cometer muchas acciones de todo tipo. Creo en la lealtad y cariño que Muffet le tiene a todos sin importar las circunstancias, y creo en la confianza de Papyrus en sí mismo y de estar con ellos pese a todo. Eso es en lo que creo, en seres que siguen adelante, pase lo que pase. Algo que no veo o no siento, no me sirve.
-Una respuesta muy cruda de tu parte, pero siendo tú, no me sorprende. –Ronnie nuevamente suspiró con eso. ¿Qué le estaba pasando? Fingir una sonrisa por tanto tiempo no era lo suyo. –Entonces… ¿puedes creer algo por mí?
-No, no puedo. –La pregunta le pareció tonta, y por la risa que soltó Flowey, estaba segura de que también a él. –Tú eres tu propio ser.
-Deja que termine lo que voy a decir primero, ¿de acuerdo? –Ahora sí estaba viendo al Ronnie que conocía, fuera de esa sonrisa que solo aparentaba querer replicar la misma acción de su madre en tiempos difíciles. –Quiero que creas en que pueda proteger a mi familia. Y si, sé que suena tonto que te pida algo como esto, pero en estos momentos me siento el ser más inútil de todos y… estoy harto de eso. Pero tú, que puedes mover todo lo que te propones pese a todo lo malo que te pase… que pueda creer en mí, puede ayudarme a no derrumbarme en cosas como estas.
-Ronnie, es normal que te sientas mal por todo esto. Nadie puede juzgarte por eso.
-La verdad es que sí, cachorrita. Soy el hombre de la casa, el hermano mayor, el que debe tenerlo todo bajo control. Pero perdí a mi madre, la casa, el trabajo… y ahora solo me queda tratar de mantener las pocas piezas que me quedan unidas. Y lo peor es que no sé cómo hacerlo si apenas y puedo luchar por no derrumbarme yo primero.
Escuchar esas palabras hacían parecer que la vida de un hombre era más complicada de lo que podía ver, recordando el cómo Don Gaster había tenido que tomar acciones ortodoxas y exageradas en su momento o el cómo Sans quería protegerla más de la cuenta y que parecía estar vinculado a una obligación autoimpuesta. Todo aquello le confirmaba que en efecto podría ser parte de esa misma complejidad que parecía ir de la mano con el hecho de que en la ciudad tomaban a las mujeres como elementos a cuidar y apreciar cual joyería en un exhibidor. Siendo el caso, los hombres debían de sentirse muy presionados por el hecho de creer que debían de cargar con todo sin importar las circunstancias.
Vaya que todos se complicaban demasiado separando las cosas por géneros y especies, ¿cierto? O más bien, separando lo que sea que les pareciera diferente solo por no querer comprender al otro. Y ahora entendía que tal vez, estaba siendo muy insensible con el tema de creer o no creer en deidades que era imposible no ver. ¿Quién era ella para saber si existían o no, después de todo? Sans creía en el cielo y en el infierno, y ella creía que él era su ángel guardián a su manera. Y si eso le era suficiente para ambos, el resto tenía sus maneras de lidiar con esos casos a su manera también. ¿Acaso sería así para todos los seres?
-Bueno… pedir ayuda es un buen inicio de tu parte. –Admitió Frisk al poco tiempo de estarlo meditando, pero también dándole su espacio de si quería llorar, lo cual no fue el caso. Confirmándole que aquello de no poder llorar en ningún momento al igual que Sans, venía siendo parte del problema que entre hombres tenían. –Ronnie, creo en los ideales y fortalezas que tienes, los cuales resaltas en tiempos difíciles como este.
-Gracias, cachorrita.
-Así que no seas tan duro contigo mismo. Y mejor enfoquémonos en poder mantener a salvo a tu familia y encontrar a tu madre.
-Si es que sigue con vida…
Por un breve momento tuvo el impulso de contarle sobre la teoría de Sans sobre las mujeres que usaban como experimento, siendo ella misma una prueba de ese hecho. Pero si le había pedido no hablar al respecto en tema de poder alarmar demás de algo que pudiera ser solo una vaga esperanza, tuvo que limitarse en mantenerse en silencio hasta poder averiguar junto con él, la posibilidad más realista sobre lo que pudiera llevarlos con eso. Si no querían lastimar a don Gaster con eso, sin duda alguna tampoco quería lastimar a Ronnie con la posibilidad de recuperar algo dentro de todo lo arrebatado.
Aunque… Sans había dicho que había visto con vida a Lyra Waterson, hermana de Shyren, ¿cierto? Aquello tal vez si era necesario compartirlo cuanto menos si era un asunto que le vinculaba con su prometida y siendo la mejor amiga de su madre. Pero en cuanto estuvo en disposición de contarle algo al respecto, uno de los seguidores grises que habían estado vigilando la zona por su propio bienestar y orden del jefe de familia, se acercó con ella con algo de prisa y haciéndole olvidar por ese momento lo que iba a decir antes.
-El candidato Holiday está solicitando su asistencia, jefa.
-No me sigan diciendo así. –Respondió con algo de enfado con esa insistencia, a lo cual Flowey rió de inmediato. –Y en este momento me encuentro atendiendo otra cosa.
-Parece ser algo urgente. –Continuó el felino sin darle importancia a su indicación. –Dijo algo sobre estar recibiendo amenazas de muerte.
Y con ello, no tuvo duda de que tenía algo más por atender con urgencia. Teniendo que resignarse a medir sus prioridades filtradas por compromisos que ella misma se había puesto. Ahora entendía por qué Don Gaster siempre estaba tan agotado al tener que estar alerta de demasiadas cosas.
Tras tener que suspender la búsqueda de pertenencias de la casa Bunny con cero resultados y despedirse de Ronnie bajo la promesa de ayudarles con lo que fuere, tuvo que retirarse hacia la casa en donde sabía que vivía el reno con dificultades para caminar, pero con el coraje de hacer frente a sus ideales. Y era por ello que pese a no interesarle la política, creía en que el sujeto no estaría para defraudarle, aún cuando algunos métodos eran algo absurdos a su perspectiva. Después de todo, el señor Holiday había cumplido con su palabra respecto a apoyarle en el juicio a su manera, y ella, estaba cumpliendo con su parte de encaminarlo a su aspiración siempre y cuando también fuera algo que le favoreciera a ella. Y apoyar a la equidad era algo que le favorecía en primer lugar.
-¿Cartas amenazadoras? –Cuestionó Frisk al momento de ingresar a su casa y ver el contenido con el que el señor Holiday tomaba como urgencia. –¿Es todo? ¿Papeles escritos con recortes de periódicos y ya?
-Bueno, no es algo que pueda tomarme a la ligera, ¿verdad? –El reno tomó con gracia su comentario, aunque el leve castañeo de sus dientes reflejaban lo contrario pese a estar con una tetera humeante recién separada de la estufa. –¿Té?
-No, usted lo prepara terrible. –Comentó mientras levantaba una de las cartas, leyendo la simple amenaza que cualquier niño podría dar seguramente. Pero al notar lo brusca que había sido su respuesta, suavizó un poco su voz. –Digo, no, gracias.
-Trabajar en la mafia le ha hecho más ruda, ¿eh? Supongo que unas cuantas amenazas de este tipo no son nada para usted tras haber sido agredida físicamente hace muy poco.
-¿Se enteró? –Apartó la vista de las hojas.
-Ya sabe lo que dicen, "pueblo chico, infierno grande", jeje. –El reno se sirvió una taza de té para sí mismo. A lo cual el olor le indicó que nuevamente era canela quemada. –La sorpresa es verla como si nada tras eso.
-Soy alguien resistente. –Se limitó en contestar. Viendo a Flowey asomándose de vez en cuando por la puerta dado que no le permitió acompañarle tan directo en una negociación como esa. Aunque mostrara preocupación a su manera, también quería su espacio en asuntos que solo a ella le competía. –Mettaton ya había advertido que esto pasaría, pero que sería algo sin importancia en comparación a lo que el mismo contendiente pudiera hacerle de frente. ¿Por qué le preocupa?
-Porque soy padre de dos hijas y esposo de una buena mujer. No quiero que se alarmen más al ser quienes reciben esto primero antes que yo.
-Entiendo. Aunque ellas también deberían de entender el riesgo cuando usted aceptó postularse.
-Digamos que… no creen en que pueda hacerse un cambio por medio de un monstruo. –Aunque lo admitiera con una sonrisa, le era evidente que no era un punto agradable de procesar para él. –Pero sí creen en la Flapper Florista que le hizo frente al mismo alcalde.
-¿En verdad es así como me llaman? –Recordó que Sans le había mencionado que aquel seudónimo comenzaba a rumorearse entre calles, haciendo referencia a ella de alguna manera. –Esta es una lucha por y para monstruos, yo solo la estoy financiando.
-Haces más que eso. Estás inspirando a que varios alcen la voz tras tantos años en silencio impuesto. –Sans también le había hecho mención de eso. –Siendo sincero, muchos están relacionando mi partido contigo tras la liberación de los Gaster, así que está perjudicándome y favoreciéndome a la vez de alguna manera. Aun cuando no hago mención de que estamos involucrados por obvias razones.
-Entonces estas amenazas no son solo para usted, ¿dice que también son hacia mí? –Alzó la ceja de inmediato. Tomando nuevamente las cartas en búsqueda de que algo dentro de todas esas amenazas burdas, algunas realmente dejaran en claro eso. –No me parece el caso. ¿Trata de orillarme a que le brinde protección solo por algo tan minúsculo?
-En realidad, estoy planeando algo mucho más con eso. –Ahora sí se mostró serio, ocultando su cara tras el humo que soltaba su taza lentamente. –Por el bien de nuestra lucha, tal vez usted deba intervenir en el debate. Desafiar al alcalde una vez más, pero con más presentes.
-Está volviendo a intentar usarme como símbolo, ¿cierto?
-Señorita, usted ya es un símbolo en esta ciudad. La Flapper Florista que está sembrando esperanza a un cambio verdadero.
Aquello le sonaba demasiado tedioso y pretencioso, pero también le hizo recordar a las palabras de Don Gaster sobre ser mucho más que una jugadora en la vida conflictiva que gobernaba sobre todos. Y ahora que lo pensaba de ese modo, tal vez sí sería algo provechoso para ella después de todo. El debate sería en Waterfall, donde cualquier ciudadano podría acceder, donde cualquiera podría enterarse de lo sucedido. Justo al lado de donde se estaba construyendo el parque de diversiones. Justo a lado de la inversión de Mettaton.
Si ponía sus piezas en las casillas correctas, podría sacar finalmente a Asgore Dreemurr de su fila que lo mantenía a salvo. En un punto donde estaría demasiado sobreprotegido de reflectores de magia a favor del mismo alcalde, pero sin poder medir el cuánto ayudará a los demás también. Sí era algo provechoso, pero tenía que pensar muy bien cómo podría usar todo a su favor.
-Lo consultaré con los Gaster primero. –Comentó finalmente, al no tener una respuesta inmediata de qué podría hacer. –No le prometo su participación directa dado que tratan de mantenerse ocultos por un tiempo, pero habrá algo que pueda hacerse sin arriesgarme yo sola.
-Interesante que busques mantenerte a salvo también.
-También tengo a quienes se preocupan por mí, señor.
Y decir aquello, le sacó una sonrisa como no lo había hecho en mucho tiempo. Ya no solo eran Flowey y ella contra el mundo, ahora había una familia que por más pequeña que fuese, le demostraban estar preocupados por ella al grado de regañarle y enseñarle cuanto fuese necesario para que se mantuviera a salvo. Aquello no podía seguir tomándolo tan a la ligera, lo estaba comenzando a entender.
-Entonces, hablemos de algo más cálido para aligerar la tensión y que esto no solo sea una plática de negocios. –Propuso el reno con una sonrisa que pretendía simpatizar con ella pese a poca información. Aunque le pareciera un sujeto extraño a su manera, sabía que en él también había alguien amable dentro de todo. –¿Qué le gustaría hacer de su vida en cuanto ganemos la alcaldía?
-Usted ya sabe que quiero la posibilidad de casarme con Sans en algún momento. –Pudo escuchar el bufido de Flowey desde su sitio, dejando muy en claro su desagrado al respecto, pero lo pasó por alto. –Pero en cuanto a lo demás, me gustaría poder rehacer mi florería como antes y también estoy pensando en la posibilidad de emprender en el mundo de los licores para brindar más empleos y…
Se detuvo al escuchar cada vez más, una risa de su parte que no pasó desapercibido para ella al grado de tomarlo como algo grosero de su parte.
-¿Qué?
-Nada, es que… con la venta de alcohol me recuerda a él inevitablemente. A Masao Saito. –Aclaró al ver su expresión de desconcierto, la cual Frisk cambió radicalmente a una de desagrado por ello y no fue consciente de eso hasta escuchar su tenue risa una vez más. –Llegó a esta ciudad como un mercader de productos importados, principalmente de sake, bebida de Japón.
-Entonces eso concluye que no me dedicaré al alcohol. –Comentó demasiado rápido para matar finalmente ese tema siendo el caso. Siendo la cosa detonante para que dejara finalmente la idea. –Es una lástima, Sans ya le tenía un nombre a la bebida.
-¿No le agrada parecerse a él?
-Es complicado. –Admitió sin meditarlo antes. –La verdad es que sé muy poco sobre él como para importarme.
-Quisiera ayudarle con eso, pero la verdad es que fue un hombre bastante enigmático, pero mayormente rígido y estoico en su postura y actos. –Por su forma de expresarlo, daba la impresión de que no eran descripciones con intención de halagar, sino todo lo contrario. –Y no sé si decir si se le parece físicamente, porque siempre portaba una máscara de madera y un traje bastante amplio que casi parecía una bata, así que nunca supe cuál era su rostro. Ni yo ni nadie más en la ciudad seguramente.
-¿Una máscara?
-Si, parece que era algo tradicional de Japón. Ummm. –Tomó la pluma que tenía en su bolsillo de su camisa y comenzó a garabatear algo en la servilleta. –Se veía… así.
Pese a tratarse de un garabato simple, la forma de zorro y sus detalles malformados que parecían decorar una expresión de mirada afilada y sonriente, le vino a la cabeza el recuerdo de algo que podía considerar muy reciente, sino fuera por el hecho de que el reno había dibujado algo de rostro completo y lo que ella había visto parecía ser más bien un antifaz ortodoxo que una máscara en sí. Pero también le vino el recuerdo de un zorro llamándole desde las llamas, marcándole de algún modo el camino y el hecho de impedirle dejarse derrumbar en un momento como ese en que su vida estaba en juego. También, el hecho de haber visto en un sueño al mismo zorro jugando ajedrez junto a un perro blanco de risa molesta.
Que le pasara más de una vez algo tan particular no podía ser considerado una casualidad o coincidencia. ¿Acaso… no eran simples alucinaciones?
-Si mi memoria no falla, allá en Japón lo llaman "kitsune". Una criatura mágica que no sé si existió realmente o no. –Continuó el reno al ver que observaba demasiado la servilleta rayoneada. –Pero parece que para usted significa algo.
-No estoy segura, pero aprovechando, ¿puede aclararme algo más? –Sin pedir permiso, tomó la pluma de sus manos y comenzó a dibujar algo a un lado del garabato y sin necesidad de mucho espacio dada la simpleza de la figura de cuatro picos. –Hay un símbolo con el que Saito y Dreemurr se comunicaban de algún modo. Se veía como esto.
-Oh sí, la reconozco. –El señor Holiday levantó la servilleta con algo de pesar en su expresión. –No es un recuerdo agradable, ya que la primera vez que lo vi, fue cuando oficialmente Asgore y yo dejamos de ser amigos. Y el resto, fue cuando cada vez más esta ciudad sucumbió al caos solo por ellos dos. ¿Qué es lo que necesita saber de esto?
-Saber si tenía un significado en específico o algo.
-No lo sé, no es algo que Asgore me haya compartido en su momento. Aunque…–Por ese breve momento el reno titubeó sin saber si era apropiado seguir hablando, a lo cual terminó concluyendo que ya no tenía modo de retractarse si ella le estaba mirando muy fijamente ahora y dependía de ella para protegerse después de todo. –Creo que hay alguien que sí podría decírselo. Alguien que estuvo muy cerca de esos dos.
-¿Quién?
-Se hace llamar Toby Fox, y no, no es también un zorro, sino un perro. –Aclaró el señor Holiday dada su expresión. –En aquellos tiempos siempre apostaba mucho a favor de Asgore en las luchas clandestinas, e incluso fue invitado a la boda, pero supe que también estuvo en eventos importantes de El Jugador y a ambos no les importaba. No he sabido de él en mucho tiempo, así que no sé dónde podría buscarlo.
-Entiendo, gracias de cualquier manera.
Tras un par de conversaciones breves y que no llevaban a nada importante, Frisk dio por terminada la reunión al querer enfocarse en más cosas con mayor urgencia a su propia percepción, no sin antes asegurarle de tenerle una respuesta pronto dada la aproximación del debate que daba un poco margen para organizar algo con precisión. Pero bueno, si había organizado el rescate de los Gaster con el mismo tiempo y siendo un mayor peligro en cuanto a urgencia se refiere, esto tenía que ser sumamente sencillo en comparación.
-¿Qué es lo que ocurre? –Le preguntó Flowey al poco tiempo de salir de la casa.
-¿Me creerías loca si te digo que he soñado o alucinado con ese zorro? –Le mostró el dibujo.
-Te considero loca para otras cosas más serias. –Aquello no respondía del todo su pregunta. –Deja de acumular cosas a las que quieres involucrarte y decídete solo por una.
-Saber quién soy debería de ser mi prioridad sobre todo lo demás. –Comentó sin cuidado, pero al ver que su amigo de algún modo estaba ignorando el garabato de la servilleta, se percató de algo más con algo de molestia. –Flowey, tú sabes algo, ¿cierto?
-No sé sobre todas las cosas del mundo, Frisk. –Aun así, la mencionada le mostró con más insistencia el dibujo hasta que lo contemplara con más detenimiento. –Pero sí sé quién pudiera tenerte una respuesta precisa para esto. Ni más ni menos que el líder de la yakuza.
-¿Kris Yamaguchi? –Apartó la servilleta de su vista. –No, ese sujeto no me agrada.
-Te agrade o no, es quien conoció mejor a tu padre biológico. –No parecía agradarle del todo tener que expresar eso, pero ambos lo pasaron por alto por respectivas razones. –Sigo creyendo que hay respuestas que no necesitas, pero ya que andas de terca con eso, al menos podrías obtenerlas de un modo más seguro. No es un sujeto que vaya a intentar hacerte daño.
-¿Cómo podrías saber eso?
-Solo lo sé. –Encogió su tallo sin importancia. –Y si me equivoco, yo estaré contigo, así que no te pasará nada.
-Pues tendrá que ser algo para otro momento. Tengo cosas más importantes en las cuales pensar por ahora.
-¿Como intentar casarte con un costal de huesos?
-E-eso no es asunto tuyo.
-Te sería más eficiente desenterrar un cadáver y ponerle un saco encima. Valen para lo mismo.
-Déjame en paz.
Siguió caminando teniendo a Flowey aferrado en su brazo canturreando cosas con el afán de molestarle sobre una boda en un funeral o algo por el estilo, y siendo seguida por los dos seguidores que al menos le daban un margen de un metro de distancia para sentirse menos incómoda sobre tanta atención que estaba teniendo, pero no siendo suficiente para ella. No obstante, prestó más atención a la servilleta que tenía consigo en busca de algo de sentido en esos trazos.
¿En alguna parte estaba un zorro con detalles carmesí cuidándola en los peores momentos? ¿O se trataba de una simple premonición? ¿Las premoniciones eran reales? ¿O si se trataba de un ente del más allá y pudiera tratarse de…? No, eso ya era una locura de verdad. Ella ya tenía un ángel guardián y ese era Sans. No necesitaba a un ser que quisiera convencerla de que había un más allá, o de un pensamiento insistente, o una deidad, o lo que sea que se le comparara.
Lo que sí necesitaba era un descanso si estaba dándole importancia a esa clase de cosas.
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.
Al momento de oír un ruido algo hueco, Grillby se dispuso a bajar a ver su local, suponiendo que de nuevo sería Sans queriendo robarle algo de su mercancía dada la dificultad creciente de poder obtener algo de alcohol hoy en día. Sin embargo, además de recordar que su amigo estaba haciendo eso cada vez menos ahora que tenía algo mejor con qué entretenerse, que había alguien más ahora que tenía ese tipo de hábito y del que debía de estar más alerta.
La humana ni siquiera le importó ser descubierta, incluso parecía que le estaba esperando y que había cometido tal ruido para llamar su atención de algún modo sutil a su manera. Estando recargada en la barra como quien esperaba poder ser atendida para la obtención de un buen trago que no obtendría de su parte.
-Te recomiendo no tener ese hábito de venir como si nada y robarte mi mercancía. –Comentó al momento de colocarse ante ella. –Sans también hace eso, y no creo que quieras ser descubierta, ¿cierto?
No hubo respuesta, y verla tan seria le preocupó en el instante.
-Dime, parrillero. ¿Esos conejos son buenos seres? ¿Los niños estarán bien?
-Sí, lo son. –Aun así la respuesta no pareció calmarla de ningún modo. Así que añadió.–Frisk quiere mucho a la familia Bunny, incluso fueron quienes la acogieron cuando estuvo sin hogar por un tiempo.
-Bien.
La humana no parecía querer preguntar por detalles sobre cómo había vivido con una familia de monstruos y luego con otra. Tal vez por el evidente cansancio que reflejaba en su voz, o por la ausencia de su sonrisa burlona que aparentaba siempre, ya fuera portando máscara o no. Y por la forma en la que había preguntado primero por los huérfanos, supuso que tal cansancio se debía a que se había quedado muy alerta vigilándolos hasta dar con algo que le demostrara lo contrario. ¿Y al no dar con nada, había acudido a él para confirmar ese hecho? Era lo más cercano a lo que podía intuir con ella, pero era complicado en alguien que siempre se mantenía a la defensiva.
-Decidí… aceptar tu propuesta. –Nuevamente habló la humana tras una pausa. –Si es que todavía es vigente, claro.
-Por supuesto.
-Bien, porque Snowdin estará más vigilado que nunca tras lo sucedido. Así que pensé que el lugar más seguro para estar, es justamente aquí. –Por el tono de lamento que lo decía, le daba la impresión de que había tenido que pensarlo demasiado para convencerse de ese resultado. –Los Gaster confían en ti, así que no me buscarán aquí.
Eso era cierto, y era la razón por la cual comenzaba a incomodarse de que Don Gaster le pusiera en equipo de investigación para justamente dar con ella al relacionarla como parte de la yakuza. Tenía que admitir que no había pensado en ese detalle al haberle dado prioridad y acción inmediata en poder agradecerle a aquella humana que había mantenido a salvo a su sobrina. Pero ahora con lo que él mismo se había metido, fácilmente podría considerarse un traidor si no aclaraba los hechos, ¿cierto?
Antes de seguir pensando en eso, escuchó que alguien tocaba la puerta pese a que aún no era hora de abrir. Y en cuanto se dirigió a ver de quién pudiera tratarse, se arrepintió totalmente.
-Saludos, muchacho. Tiempo sin vernos.
Evidentemente más demacrado que la última vez que estuvieron juntos en un momento desagradable, pero no cabía duda de que se trataba de su ex jefe y héroe local para muchos, el detective Michael Hallyton. Y tal vez había quienes lo reconocían de inmediato por su ausencia de su brazo como herida de guerra en su juventud, pero para él, era inconfundible esa mirada cansada que acumulaba ojeras cada vez más que resaltaban la edad que estaba pasándole encima, o su jersey amarillo desgastado que de algún modo no lo ponía en aprietos por el color llamativo que implicaba, pero que era incapaz de separarse de esa prenda aparentemente.
Sabía que le estaba esperando pacientemente para que le permitiera pasar, y si bien quería dar alguna señal o tiempo para indicarle a la humana que se fuera, no podía hacerlo por el simple hecho de que el detective no era cualquier sujeto que habitaba la ciudad. Era EL detective. De quien le había aprendido tanto en su momento y de quien cualquier malhechor debía de tenerle miedo por su insistencia de resolver casos a toda costa. Siendo muy odiado en varias prisiones según recordaba.
Y el hecho de que estuviera precisamente ante él tras tanto tiempo, no era buena señal.
-Ya soy un señor como para que me siga diciendo así. –Se hizo a un lado para permitirle pasar con toda la casualidad que se permitió en la sorpresa. Pensando en el proceso en cómo podría advertirle a Chara de cualquier cosa, pero al girarse no la vio por ningún lado. Había sido demasiado rápida y silenciosa como para notar su ausencia inmediata. Qué bueno. –Estoy ya en mis treintas después de todo.
-Para alguien de mi edad, sigues siendo un muchacho que tiene mucho que aprender. –Pese a su mirada visiblemente cansada, pudo sonreírle tras su comentario. –Además no te has casado todavía, ¿cierto?
-No es algo que tenga como necesidad. Tengo otras prioridades de momento.
-Te estás perdiendo la vida por enfocarte demasiado en otras cosas. Espero no haber sido yo quien te enseñara eso.
-No, señor. De usted aprendí mejores cosas.
-Es bueno oír eso, porque necesito de tu ayuda con algo.
Llegando ambos a la barra, dejó encima una carpeta a la que pudo leer de inmediato en su pestaña, el nombre del informe que le había asignado seguramente él mismo por lo que se rumoraba entre calles. Si bien los medios de comunicación omitían rotundamente a la humana que les ayudó a los Gaster a escapar, varias voces comenzaban a susurrar el nombre de "Flapper Florista" como un seudónimo imposible de ignorar tras ese suceso. Y si el mismo Michael Hallyton estaba en el caso, significaba que las cosas estaban empeorando a su manera.
No, no podía involucrarse en nada de lo que pudiera pedirle con eso. Ya era demasiado estar teniendo oculta a la humana que había pertenecido a la yakuza, enemigos de la familia Gaster por razones personales. No podía acumular cosas que en un descuido, podrían meterle en problemas por malentendidos que no era capaz de aclarar sin delatar a nadie.
En la carpeta no había nada que no supiera ya. Desde el acta de defunción que él mismo había extraído en su momento (y que la propia Frisk se había quedado y perdido aparentemente), hasta la garantía de la casa en donde había estado habitando y que seguramente le costó conseguir por medio del banco y sus políticas confidenciales. Por lo que le estaba poniendo encima, ya la estaba relacionando con la yakuza, con los Dreemurr, los Gaster y… ¿con Mettaton?
-En los bares se cuentan muchas cosas, así que debes saber algunas interesantes como dueño de uno.
-Este es un restaurante familiar.
-Por favor, muchacho. No me hagas señalar exactamente dónde guardas el alcohol que seguramente obtienes de fabricantes caseros y que vendes por las noches a quienes sepan el código al respecto. El cual debes cambiar cada semana con lo meticuloso que eres, ¿no es así? –Ni siquiera había sido una pregunta real, ya que ante sus ojos, ya sabía todo al respecto con tan poco haber observado el lugar. Él era así después de todo, sin sorprenderle el hecho aparentemente de que su antiguo compañero de trabajo y pupilo hubiera caído en ese tipo de crimen. De algún modo eso era ofensivo pese a no haber palabra de por medio. –No estoy aquí por eso, así que lo pasaré por alto por ahora en cuanto me ayudes con esto que tiene más urgencia. Este es un lugar pequeño, debes haberla visto en más de una ocasión.
-La protegen demasiado los Gaster, no hay mucho por obtener con ello. –Soltó con indiferencia para no ponerse en evidencia, a lo cual también soltó algo más para no quedarse rígido ante algo así. –Pero si le sirve de algo, causó impacto desde el momento que llegó al barrio. Algunos la aman por arreglar el jardín central, por tomar a todos por igual sin importar la especie. Y otros la odian por tener tanta preferencia de la familia esqueleto sin muchos cuestionamientos.
-He oído que la llaman "la amante", pero por lo que pude ver, creo que es algo mucho más que eso, ¿cierto?
-Sí, así es. No ocultan el noviazgo que tienen. Eso sí puedo confirmarle.
-¿Y qué más puedes confirmarme, muchacho? ¿Qué puedes decirme, por ejemplo, de esa carta de defunción que llegó a mis manos?
Grillby tuvo que fingir estar revisando el documento para darse tiempo para pensar. El hecho de que le preguntara tan específico por eso, esperaba que no fuese para confirmarle que él había sido quien había robado ese documento para dárselo a Sans en aquel entonces. Pero al darse cuenta de la fecha en la que había sido la aparente muerte y la textura…
-Es falso. –Comentó de inmediato. ¿Qué estaba tratando de obtener con eso entonces? –Las letras se sienten recién escritas. No es un documento viejo.
-Justo lo que yo pensé. –Le sonrió su ex jefe, pero sabía que ya lo sabía de antemano como para querer su opinión al respecto. Incluso podía apostar que él mismo lo había hecho para ponerlo a prueba. –¿Y qué me dices de este otro?
Ahora sí lo tomó con sorpresa la estar recibiendo en sus manos directamente el acta de defunción de Chara Saito, declarada muerta el mismo año que Frisk en el incendio declarado como resultado final de aquel incidente. Pero no solo eso, sino que también le estaba pasando una fotografía en donde parecían varios hombres con grandes sombreros, algunos con grandes bigotes y armados en varias partes como si fueran a una guerra extraña. Pero en todo ello, su atención estuvo en la adolescente con cabello trenzado que no miraba fijamente a la cámara, sino a algo más de forma indiferente de la situación en la que tal vez le habían obligado a presentarse. Una joven con mirada alargada, labios delgados y cara redonda, justo como la humana que por una fracción de segundo le pareció verla trepando por el techo con velocidad y siendo bastante sigilosa para no ser escuchada.
-Me costó poder conseguir esa fotografía, pero creo que vale la pena. –Comentó su ex jefe sabiendo que estaba sorprendido. –Cuando la embajada japonesa me entregó su acta de defunción, me dispuse a contactar a otras naciones por si el nombre les sonaba de algo, pero no tuve que adentrarme mucho. Los mexicanos me hablaron de haber visto a alguien muy similar en un grupo llamado "Villistas".
-¿Entonces, dice que está viva también y en México?
-No lo sé aún. –Tenía que admitir que tenía su total interés en el tema, aun cuando sabía que de quien hablaban estaba presente en alguna parte del restaurante. Seguramente muy al pendiente de cada palabra. –Dimos por muertas a esas niñas muy pronto y La Bestia seguramente aprovechó eso. Es algo que tendré que cargar en mi consciencia.
-¿Por qué? Usted no tuvo que ver en ese caso.
-Oh muchacho… Yo estuve en esa noche cuando El Jugador murió. Era un joven policía en aquel entonces, muy inexperto. Así que no pensé en nada más que en detener al monstruo que había cometido un asesinato sumamente despiadado por más que no fuese mi caso como dices. No pensé en nada más y aquello detonó que años después me enfrentara al sujeto en persona y me dejara así. –Tocó su costado para dejar en claro la ausencia de su brazo. Grillby se preguntó por primera vez si estaba lamentando más cosas que lo que hablaba. –Para la ciudad tal vez sea aquel que sobrevivió a La Bestia, pero ahora que pude ver ante mis ojos a una joven reclamar a la justicia por nunca haberle prestado importancia al hecho de que nunca murió… me doy cuenta de que estoy ante un caso que debo resolver a toda costa. Se lo debo a esa joven de ojos alargados que irónicamente deberé detener por sus crímenes.
-¿Cuáles crímenes?
-Te conozco, muchacho. Sé que sabes muy bien a qué me refiero. –Le observó fijamente con seriedad. Eso no era bueno. –Que finjas inocencia comienza a preocuparme.
-Lo siento, es que… me he desconectado de esa vida. –Atajó lo más pronto posible, sonriéndole tranquilamente.
Al comentar eso no solo notó cómo el detective lo miraba fijamente en espera de algo más, o tal vez, solo evaluándolo de que dijera la verdad, sino que pudo visualizar cómo una humana con mirada cazadora estaba detrás de él sin que se percatara, seguramente lista para matarlo. Su impulso fue tan solo quitarse los lentes para que en primera, su ex jefe no la viera a través del reflejo por más silenciosa y rápida que fuese, fingiendo masajear un poco sus ojos. Y para evitar que algo en verdad malo pasara al detective, simplemente agregó:
-Tengo a Fuku, mi sobrina, ¿recuerda? –Recalcó con seriedad pese a no ser tan necesario para el humano que le seguía mirando, pero sí para la chica que en verdad se veía molesta. –Tuve que hacerme de nuevos hábitos por el bien de ella.
-Entiendo. Es de sabios preferir el bienestar. –Mencionó el detective después de una pausa, mas no le pareció del todo convencido por cómo lo conocía. –Te felicito por eso, muchacho.
Estaba casi seguro de que no le había creído y que le estaba dando la oportunidad de retractarse de lo que fuera, pero Grillby se contuvo con tal de no empeorar más las cosas que ya de por si estaban siéndolo para él. Chara tenía razón sobre que los Gaster confiaban demasiado en él, sobre todo Sans, a quien consideraba como su mejor amigo. Si se enteraban que estuvo todo este tiempo resguardado a alguien que perteneció a la yakuza, aun cuando había una buena razón para eso, sería algo que pudiera dolerle por no ser capaz de explicar él mismo cuál era la situación en sí. No sin traicionar la confianza de Chara que ya de por sí era muy baja.
Si Don Gaster le había asignado hacer equipo con Ronnie, cuya magia era impertinente en cuanto a secretos, no sabía cómo manejar todo ahora. Y el que ahora también tuviera a su ex jefe encima investigando todo sobre la descendencia de El Jugador, no cabría duda de que lo ponía en un centro donde cualquiera podría tacharlo como traidor.
Necesitaba que Chara pudiera abrirse finalmente y poder reunirse con su hermana con ello, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo sin presionarla.
-En fin, hay algo en lo que también puedes apoyarme. –El detective tomó la carpeta de regreso y la guardó en su gabardina con todo lo demás que parecía tener consigo. –Estoy buscando a una sirena que vive en este barrio. ¿Qué sabes de ella?
-Supongo que habla de Shyren Waterson. Vive con la familia Bunny. –Contestó demasiado pronto sin analizar antes que fuera algo importante. Y todo por comenzar a preocuparse por lo cuidadoso que tendría que ser de ahora en adelante. Irónico. –¿Por qué la busca?
-Respetaré que hayas querido apartarte del juego, muchacho, así que no te involucraré con más detalles. –Pese a lo rígido que había sido con su respuesta, le había emitido una sonrisa cansada. –Aunque es una pena, eras muy bueno en encontrar información en poco tiempo. Eso me serviría mucho en lo que estoy ahora.
Sin más, comenzó a retirarse del lugar y Grillby lo acompañó quedando con mucho en qué pensar pese a la poca información obtenida por ambas partes. Sin saber qué hacer en corto plazo de los problemas que podrían implicar cada detalle. Y como cereza de un pastel que nunca pidió, el detective le comentó algo al momento de darle la espalda.
-El que alguien apoye a la mafia, lo hace un cómplice, un delincuente más. Lo sabes, ¿cierto?
-Sí, señor.
-Bien. Porque no me gustaría tener que arrestar a un buen amigo.
Y sin más, siguió su camino. Sin pedirle alguna indicación más sobre dónde encontrar a la familia Bunny, sobre por qué estaría buscando a una sirena, o sin explicarle realmente por qué se había presentado con él sin tomar nada, sin pedir algo más que una simple conversación. Y tal vez, era porque ya había obtenido algo con tan solo estar ahí, como regularmente lo hacía cuando trabajaba para él. Y ese simple hecho lo puso nervioso.
Pero por ahora, tenía que encargarse de un asunto que había dejado pendiente. La cual al momento de girarse de vuelta a su local, ya se encontraba sentada en la barra con calma, sirviéndose un trago sin necesidad de haberle indicado en dónde había guardado esas botellas. ¿Acaso era más predecible de lo que creía?
-¿Cómo…?
-Fui entrenada para engañar y complacer, pero también para liquidar sin que nadie se entere. –Comentó la humana sin necesidad de verlo. Sabiendo a qué iba dirigida realmente su pregunta. –Soy algo así como un ninja sensual con barrio, considerando que también pude aprender algunas cosas de los mexicanos.
-Así que estuviste en México. –Quiso comenzar la conversación al momento de acercarse. –¿Cómo le hiciste para comunicarte?
-Hablo español, idiota. –Grillby supuso que le había contestado en español para dejar en claro su punto. –Aunque había algunos que se comunicaban en una lengua muy antigua de su región, esos sí no los entendí jamás.
Y ahí pareció que la conversación terminaría. Agradecía que la situación no hubiera pasado a mayores si su intención había sido matar a aquello que consideraba una amenaza, mas no se veía molesta por no habérselo permitido de forma silenciosa pese a que oficialmente se trataba de alguien que la estaba investigando personalmente, partiendo del hecho de saber que se encontraba con vida en alguna parte.
-No lo sobre pienses demasiado, parrillero.
-¿Qué?
-Estás preocupado por lo que ese tipo pueda pensar de ti, ¿no es así? –Ciertamente, había quedado sorprendido de que se hubiera percatado de ese detalle. –Creo que nadie puede hacer lo correcto todo el tiempo. Eventualmente necesitarás ser egoísta. Al menos tienes una ventaja. Nadie te juzgará por querer serlo al menos una vez, ya de por sí eres un hombre muy aburrido.
-Eso no significa que esté bien lo que estoy haciendo.
-Depende, ¿el bien para quién? ¿El mal para quién? –La humana meneó su vaso con suavidad. Tal vez para no hacer ruido o simplemente para tener algo por hacer con las manos. –Estás tratando de defender y proteger a quienes otros nos consideran los malos del cuento. Tan solo deberías de dejarte llevar y ya, sin complicaciones morales. Aunque, ¿cómo es que trabajaste para un detective como él?
-Mi hermano y yo aspiramos mucho al puesto, pero jamás nos dieron la oportunidad por ser monstruos. Ante la ley, somos la causa de muchos actos delictivos. –Al sentirse un poco extraño de estarla observando hacia arriba, optó por sentarse también en la barra para estar a la par. En el otro modo, podría interpretarse como un pervertido por la exposición de sus piernas a esa altura. –Pero el señor Hallyton nos dio la oportunidad, acogiéndonos como parte de su equipo. Mi hermano fue quien más se apegó a sus reglas y enseñanzas, siendo su mejor pupilo. En cuanto yo… bueno, fui algo rebelde.
-¿Enserio? ¿Tú, el rebelde? –Su sonrisa burlona hizo acto de presencia finalmente. –Me cuesta pensar eso.
-Lo fui. No siempre me apegué a sus cosas. –Insistió con una sonrisa. Sin comprender cuál era su necesidad de cambiarle de parecer. –En aquel entonces consideraba demasiado la injusticia de la policía pese a trabajar en ello, así que eventualmente me dedicaba a falsificar documentos para salvar a quienes sabía que eran inocentes con mala suerte. Mi hermano intentó hacerme segunda por un tiempo al comprenderlo, pero era tan correcto que prefirió seguir el buen camino. Yo en cambio, seguí con eso hasta que tuve que hacerme cargo de Fuku.
-Supongo que entre hermanos, siempre habrá uno que es correcto y otro que es un caso incorregible, ¿eh? –Sorprendentemente le sirvió un trago al momento de servirse ella también. Entregándoselo para brindar por ese hecho. –Qué pena que no te haya conocido en esa etapa, habrías sido más divertido.
-Aun soy divertido.
-Con esa vestimenta lo dudo mucho.
-¿Qué tiene de malo mi ropa?
-Que la tienes puesta.
Pese a lo atrevido que había sido eso y que le había hecho sonrojarse inmediatamente, aun así le sacó una risa por haberle agarrado desprevenido. Pero agradeció en silencio, tomando el trago de inmediato, por haber intentado levantarle el ánimo aparentemente.
Chara era una mujer extraña indudablemente que debía de tener más de mil razones para ser precavida al punto de rayar en lo agresivo, pero le estaba siendo incapaz de considerarla un peligro o una mala persona por esos detalles que comenzaba a conocerle y que seguramente ella ni siquiera se daba cuenta de que lo hacía. Y un claro ejemplo de eso, era el hecho de no haber matado al detective en el instante de saber que había encontrado una foto suya que corroboraba que no había muerto en el "incendio". No era alguien que quisiera matar realmente por situaciones egoístas, pero sí sería capaz de hacerlo por salvar a un niño, conocido por ella o no.
Así que si, le era difícil siempre saber en qué estaba haciendo el bien realmente. Razón por la cual Fuku le regañaba en ocasiones al ser quien había heredado la brújula moral de su padre. Y si ella consideraba a Chara como una buena persona al grado de querer ayudarle de inmediato, sabía que el hecho de él también querer hacerlo, debía de tratarse de algo genuinamente bueno. O al menos eso pensaba hasta el momento de toparse con la figura autoritaria que tuvo por un largo tiempo. Su amenaza final le dejaba en claro saber algo sobre él después de todo. O de lo contrario, ¿por qué dejarle la curiosidad de saber que estaba investigando a las hermanas Saito?
No, no necesitaba nada de eso, no tenía razones para estar dudando ahora. Tras tantos años de ver a Sans autodestruirse, había llegado finalmente el momento de ser feliz y todo gracias a Frisk. Y no solo eso, había hecho feliz también a la familia entera, podía notarlo. Había hecho un poco más feliz incluso al barrio entero, dando una esperanza que se sentía en el aire por el simple hecho de expresar que había una injusticia que aplastaba a todos. Y en cuanto para él, ella se había arriesgado en salvar a Fuku sin siquiera dudarlo, siendo algo que estuvo a punto de concluir con perderlo todo y jamás le culpó por eso. Esa chica merecía toda la felicidad que estaba dando a todos, así que por su parte, quería recompensarla cuanto menos con poder reunirla con su hermana.
Pero era un caso más complicado de lo que parecía a simple vista.
-¿Cómo le haces para tomar con humor esa clase de cosas? –La humana arqueó la ceja sin entenderle. –Me refiero a que pareciera que aceptas muy fácil tu situación.
-¡Pff! ¿De nuevo tu preocupación con eso?
-Bueno, es que haces muchos chistes al respecto, y me da la impresión de que haces lo mismo que Sans hacía en su momento. Haciendo bromas de estarse manchando las manos cuando realmente no le gusta hacerlo.
-Algunos como tú me ven con lástima de que sea una prostituta, pero para mí, es tener libertad de mi cuerpo, de mi propio ser. Fuera de todo juicio de cómo me vista, como me expreso o como me arregle. –Se terminó su bebida de un solo trago, con una velocidad que solo había visto en Sans que se pudiera así. –Pero al desnudo todo es diferente, literalmente hablando. Es un punto en el que tengo el total control de la situación, con mis reglas y con mi propio placer. Una vida perfecta para alguien solitaria como yo.
La humana se puso a jugar un poco con su vaso vacío, seguramente sin percatarse de lo simple o indefensa que estaba pareciendo ante él mientras hablaba de una vida algo deplorable pese lo bueno que quería resaltar en ello. Tal vez siendo una trampa de su parte para seguir jactándose de él a su manera, o solo tal vez, una compensación de que le contara algo sobre su vida. Era difícil saberlo con alguien como ella.
-Tu vida con la yakuza…
-No fue buena. Si pudiera tener la capacidad de tener cicatrices como los demás, podría demostrarlo. –Admitió la humana sin borrar su sonrisa burlona, mientras se servía otro trago. ¿Cuántas llevaba ya? –Para el oyabun solo he sido siempre un arma, un as bajo la manga para su venganza. Me entrenó como tal sin importar cuánto dolor pudiera sentir. Y ahora que sé que tuvo oculta a Frisk todo este tiempo… supongo que yo soy la menos favorita de todo esto, la que siempre estuvo destinada a ser un objeto para todos. Así que, da igual que sea una prostituta si con ello disfruto más las cosas a comparación, ¿no crees?
-Lamento mucho que tu vida haya sido así.
-¿Por qué? No es como que sea tu responsabilidad o algo. –Dio un pequeño trago y al momento, su sonrisa disminuyó un poco. –No necesito lástima de tu parte. Las cosas son como son y punto.
-Bueno… México tiene una bebida muy buena. –Ahora él quiso calmarle de algo que tal vez había provocado, pero no parecía el caso ahora que se había visto como un tonto seguramente con su comentario casual. –Pero me imagino que sabe mejor tomándola en su región, ¿cierto?
-¿El tequila? –Grillby asintió con la cabeza. –La verdad es que no probé ninguna gota de alcohol hasta que estuve en la yakuza. El Centauro del Norte odiaba el alcohol y odiaba que su gente lo tomáramos.
-¿Quién?
-¿Ubicas a Pancho Villa?
-No.
-Bueno, era un maldito demente. Me hacía montar la silla que estaba hecha de piel de un chino como recordatorio de lo que podría hacerme en cualquier momento si no hacía caso a sus órdenes. –Lo comentó con una gracia que no pudo compartir con ella, pero al menos aquello le había regresado su sonrisa. –Aprendí a hablar español rápido para aclararle que yo no era china, sino de ascendencia japonesa y nacionalidad estadounidense, pero no cambió mucho la cosa. El tipo odiaba a los chinos por alguna razón.
-Y si parecías uno, ¿cómo fue que sobreviviste a lado de alguien así?
-Él y su gente me tuvieron miedo en un inicio. Me decían "nahuala" por todas las veces que intentaron matarme y no pudieron. Creo que me relacionaban con una leyenda de la región o algo así, nunca entendí bien eso. Con el tiempo, me tuvieron como amuleto de buena suerte porque yo lograba encontrar siempre a enemigos suyos, por más ocultos que estuvieran. –Señaló su nariz para aclarar de algún modo cómo era que lo hacía realmente. Y poco a poco su semblante fue disminuyendo de ser algo que le causara risa a algo serio. –Pero pese a como inició todo, me terminaron agradando lo suficiente para querer formar parte de su lucha, de la libertad que tanto mencionaban y anhelaban. Aunque no fue un sentimiento mutuo, ya que lograron deshacerse de mí en cuanto supieron que había un japonés queriendo comprarme.
-¿El líder de la yakuza fue quien te compró? ¿Cómo supo que estabas con vida?
-No lo sé. Pero si ese detective amigo tuyo pudo averiguarlo, supongo que no he sido tan discreta como había creído. –La humana dio un suave salto para bajarse de la barra. –Bien, ya hablé demasiado. Confórmate con eso, parrillero.
-Gracias por la confianza.
-Como sea. Ahora dime en dónde dormiré.
Sin más que añadir por el hecho de que no le permitiría nada más, se limitó a orientarla a las escaleras que seguramente ya conocía y que conducía a su departamento que tenía encima del local. Siendo recibida por Fuku con total alegría y dándole una demostración de su cuarto que tenía totalmente ordenado.
Grillby les dio su espacio al no ser necesario que estuviese ahí con ellas, pensando nuevamente en la situación y en cómo podría abordarlo para que todo concluyera apropiadamente.
Sabía que en algún momento le caería el karma de sus acciones. Solo esperaba que fuese piadoso el resultado.
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Esta vez tuve que tomarme un breve tiempo por salud mental, siendo la razón por la cual me ausenté unas semanas. Muchas gracias a quienes me mandaron mensaje preocupados, ya me encuentro mejor n.n
Se supone que en el mes de julio tendré más tiempo libre disponible (se supone, mas no lo creo del todo por cómo me explotan T_T), así que lo aprovecharé para ponerme al corriente con todo lo que he estado planeando en cuanto a contenidos y poder retomar el ritmo de publicaciones de esta historia. Deseenme suerte.
¡Michi fuera!
:V
