-Papi, ¿Cómo se llama esta flor?
-Es una flor de lis, pero también se le conoce como lirio. Huele bien, ¿no crees? –La niña asintió de inmediato y con entusiasmo, sabiendo que se venía una buena explicación a continuación. –Se usa mucho como perfume por lo mismo, pero también es por una sustancia que ayuda al aumento de sensación de bienestar.
-¿Bie-qué?
-Que causa tranquilidad. –Su padre rió con su pregunta. –¿Te sientes tranquila oliéndola?
-No sé. ¿Cómo puedo saber si estoy tranquila?
-Si no te sientes preocupada por algo.
-Soy una niña, ¿por qué me preocuparía algo?
-Jajajaja, eso es cierto. ¿Entonces qué me dices de su forma?
-¡Me parece bonita!
Tras lo dicho, su padre expuso una de sus garras para cortar una y dársela de inmediato, a lo cual Frisk sonrió con el regalo que sin duda alguna le pediría a su madre que le ayudara a ponerlo en un bonito florero junto con las otras que ya tenía de colección, oliéndola nuevamente tras ser cargada y colocada con cuidado en su enorme hombro para seguir adelante con el recorrido del jardín. La mejor hora del día a perspectiva de ambos sin duda alguna.
Cada vez que su padre supervisaba con cuidado cada una de sus plantas, Frisk siempre se apuntaba para acompañarle y aprender una cosa nueva siempre con cada pregunta que siempre tenía una respuesta. Así cuando siguiera con las clases de escritura con su madre, podría anotar algunas palabras de lo aprendido para nunca olvidarlo. Aunque había veces que Asriel le ayudaba a dibujar la flor para tener una mejor referencia en sus papeles.
-Es curioso que te guste esa flor. –Comentó el monstruo tras haber dado unos cuantos pasos para ir hacia el siguiente arbusto. –Creo que es muy adecuada para ti.
-¿Por qué?
-Tiene muchas cosas interesantes consigo, justo como lo eres tú. –La niña sonrió con que la considerara interesante como una flor. –Para la historia antigua de los monstruos, se considera la flor que provino de la leche materna de una diosa del amor. Y para la historia antigua de los humanos, se considera la flor que provino de las lágrimas de la primera humana existente.
-¿Crees que soy lágrimas o leche? Eso es asqueroso, papá.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA. –La enorme carcajada la sacudió constantemente, a lo cual tuvo que sujetarse para no caer de su hombro. –Lo que quiero decir con eso es que es una flor que tiene un significado para ambas especies sin necesidad de ser una mágica. Generando calma y paz con su aroma, siendo un símbolo de unión a través de su inocencia.
-Entonces quiero ser un lirio azul. –Respondió sin más la pequeña, sin entender realmente qué había querido decirle con eso y sin importarle realmente ahora que estaba sin apartar la vista de su flor que soltaba mucho polen. –Me gusta el azul porque se ve muy poco en tu jardín.
-Eso es porque es un color muy difícil de ver en la naturaleza. De hecho, no existen los lirios azules.
-¿Por qué? –Se decepcionó inmediatamente al romper su aspiración de hace un minuto. –Si existen algunas flores azules.
-Pero no todas las plantas tienen la capacidad de absorber el color rojo para obtener el azul. Podríamos llamarlas diferentes por eso.
-¿Por qué?
-Porque se requieren minerales particulares para eso, y no necesariamente todas las plantas lo necesitan en extremo. Por ejemplo, las flores que requieren de más calcio y hierro tienen más posibilidades de llegar a un tono azul.
-Pero el cielo es azul, ¿también lo necesita para ser azul?
-Jajajajaja, no lo sé, pequeña. Solo sé mucho de flores, pero es una buena pregunta. ¿Por qué el cielo es azul?
-¿Mamá lo sabe?
-Es probable.
Acto seguido se bajó de su hombro con cuidado, (y con ayuda de su padre, claro), para salir corriendo hacia la casa y preguntarle a su mamá, quien estaba haciendo un delicioso postre a lo que pudo oler inmediatamente. Mostrándole la flor bonita que le regalaron y olvidándose por completo de cuál era su duda anterior al explicarle lo mismo que había aprendido minutos antes. No podía evitarlo, amaba saber cada cosa de las flores, habiendo una historia en cada una, un significado, un mensaje siempre. Una conexión que parecía inquebrantable.
Pero era momento de abrir los ojos ante el presente. Teniendo un ramo de flores lirio que ella misma había hecho en gemela con las otras que había dejado en el terreno desolado, en espera de una respuesta a la que estaba dispuesta a afrontar el resultado, aun cuando no podía evitar sentir algo de nerviosismo que trataba de contener sosteniendo el ramo con una mano y con la otra sujetando la mano de Sans que buscaba indicarle que estaba ahí para ella, aun cuando se encontraba ocupado conduciendo esta vez al tener todos el acuerdo en no permitirle conducir esta vez con tal de evitar que pudieran identificarla a la primera (ya que al parecer si era muy raro observar a una mujer conduciendo en la ciudad). Frisk no había estado de acuerdo con eso, pero no le permitieron reprochar al estar todos poniendo ya demasiado de su parte en su propio plan pese a sus respectivas inquietudes.
No había querido decirle nada a Sans sobre su nerviosismo al respecto, pero estaba segura de que él estaba al tanto a su manera. Razón por la cual se ofreció a conducir él, dado que estaban en una extraña caravana de tres vehículos con cierta distancia para no ser sospechosos ante cualquier espectador. Vigilando y protegiendo a su manera al señor Holiday y a su familia en camino hacia Waterfall. Los cuales en su mayoría eran ignorantes de la situación por el mismo reno que había pedido no decirle nada a su familia para no asustarlas, lo cual Sans había expresado por lo bajo parecerle más sospechoso, mas no cambió de parecer en seguir adelante.
Y al no tener por hacer salvo esperar a la llegada, se puso a ver momentáneamente por la ventana mientras sujetaba su ramo de flores. El lirio era una flor que significaba pureza e inocencia, pero también se trataba de una flor fácil de obtener en Japón. Dejándole en claro que sabía su origen y que no estaba para más mentiras que solo alimentaban el aparente ego del monstruo que alguna vez la crió como su hija. Esperando que si lograba entenderle con eso, al menos algo entre ellos todavía era real de alguna manera y no un delirio de sus recuerdos.
Porque si podía sostener la mano de Sans, sabiendo desde siempre todas las fechorías cometidas, ¿podría sostener la de él a pesar de todo? Si podía sostener un ramo de flores con las que se suponía que la relacionaba, ¿podría haber algo qué perdonar todavía? ¿Todavía se estaba a tiempo de ser una situación similar?
Como si Sans se percatara de su inquietud, oprimió su mano con fuerza para regresarla a la realidad. Una en la que estaba por exponerse para acabar de una buena vez con tanta incógnita.
-Todavía podemos regresar. –Comentó Sans sin apartar la vista al frente. –Que ese reno se las ingenie como pueda si tanto quiere ser alcalde.
-Ya quedamos con él. Y si Asgore Dr…
-Eso da igual. ¿Cómo estás tú con eso?
-¿Eso importa?
-A mí me importa. –Le miró de reojo por un breve momento. –Podrás decirles a los demás lo molesta que estás, podrás mostrarte firme ante cualquier cosa, pero eres mala fingiendo, Frisk.
-Yo no finjo nada.
-Estás inquieta, y creo que tienes muchas razones para estarlo.
-No estamos para retrocesos, Sans.
-Dijiste que estás apostando, pero en las apuestas, puedes ganar o perder todo. –Frisk emitió un bufido por lo bajo que no pudo ocultarle del todo. –Y quieras o no, para sobrevivir a este tipo de actos tendrás que pensar como una buena jugadora o muchos otros tratarán de saquearte todo.
-No hace falta serlo. –Oprimió el ramo de flores que no soltaba en ningún momento del camino, pero a la par oprimió también la mano de Sans de forma instintiva. –Solo estoy siendo una florista invocando a otro florista.
.
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-Deséame suerte, señor Blook.
-No la necesita, sobre todo con semejante competencia, alcalde. –Respondió Mettaton mientras se sentaba en el elegante sofá que le había indicado ante él. –Quién diría que un pobretón de un barrio bajo lograría semejante descaro de postularse y llegar a estas alturas, ¿no cree?
Su día había tenido que iniciar desde muy temprano para anticiparse a muchas cosas y pasar desapercibido entre quienes le estarían prestando atención metódicamente una vez más. Pero aún así, tener que ir ante el alcalde y no al revés le era molesto, por más que no fuese capaz de poder reflejarlo.
-No es cualquier pobretón, señor Blook. Mi gente lo investigó de fondo, y tal parece que es amigo de muchos años de la bestia de Ebott. –Mettaton se sorprendió con ese hecho, mas no expresó corporalmente ese hecho. ¿Frisk estaría al tanto o ese tipo los estaba engañando a ambos? Al menos no recordaba que le dieran un punto tan importante como ese. –Así que ya sabemos de dónde sacó tanto dinero para pagar su registro y resto de presupuesto.
No era tan descabellada su hipótesis, si después de todo, era Frisk quien lo estaba siendo realmente, usando un fondo bancario que provenía de más ni menos que de la bestia acorde a lo que le había explicado en una ocasión para dejar en claro que el dinero usado no provenía de los Gaster, aunque tampoco era un problema a considerar en cuanto no viniera de su propio bolsillo.
La noticia le había hecho despertar ante un hecho aplastante, de lo que realmente estaba pasado mucho más de una búsqueda de poder y reconocimiento entre algunos individuos lo suficientemente valientes para atreverse a dar un paso al frente. Saber ese detalle tan esencial le habría servido antes, pero ya no era momento de pensar una maniobra más si ya estaban ante el día del debate como para lamentarse ahora. Esperaba que el reno hubiera tomado apunte de todos sus consejos, así como le habría agradado saber un detalle de esa índole desde mucho antes. Ni siquiera el Gran Don lo había mencionado alguna vez, pero ahora se trataba de un argumento en contra de sus intereses sin espacio a poder reparar ahora.
-Supongo que trajo mi pedido a tiempo. –Comentó Uther mientras tomaba el vaso que uno de los sirvientes habían traído.
-No solo eso, tomé la cortesía de que los colocaran previamente para que ni siquiera sean visibles para cualquier espectador. –Mettaton sonrió triunfalmente por más que fuera algo muy adelantado. Lo conocía tan bien, que sabía que esa clase de detalles eran los que justamente le gustaban al alcalde. –Es lo atractivo de mi producto después de todo el que pueda andar a sus anchas, tal y como su creador.
-¿Y aún no ha logrado que puedan ser permanentes sus efectos?
-Me temo que no. –Meneó su vaso sutilmente, dejando que el hielo tintineante le dieran una breve pausa. –Pero me encuentro todavía trabajando arduamente en lograrlo pronto.
Era mentira eso, por supuesto que con su gran intelecto desde hace meses había encontrado el modo más efectivo de conservar el material a largo plazo y siendo tan solo un mero prototipo lo ofrecido. Pero era lo bastante astuto para saber que mantener a un cliente consumiéndole constantemente era mucho más rendidor que darle un resultado definitivo y que no le necesite más, sin tenerlo al tanto de sus planes que bien podrían beneficiarlo o perjudicarlo dependiendo de los casos.
También por medio de algunos de sus trabajadores se había enterado de la exploración misteriosa que había muy cerca de la construcción que involucraba a algunos monstruos marinos. Y con la muerte del secretario de seguridad en tal construcción y la detención y humillación que le hicieron pasar, aquello lo tomó como amenaza suficiente para poner en marcha sus cartas por si aquello se trataba de una mala jugada de alguien. A lo cual había acertado tras descubrir la extraña minería marítima que estaba habiendo por la zona tras colocar un monstruo a su servicio en modo in fraganti. Muy seguramente la razón verdadera por la cual se estaba haciendo un parque de diversiones para empezar y el motivo por el cual había estado la orden de no involucrar monstruos trabajadores en el proyecto para culpar con más facilidad en caso de ver a uno.
¿Y el señor ante él creyó que podría salirse con la suya a costa de manchar su nombre? Novato. En cuanto a la toma de riesgos, Mettaton sabía que siempre era el mejor. Sobre todo en aquellos riesgos que no cualquiera pudiera salir airoso de una situación. Así había comenzado su fortuna después de todo, tomándose confianzas frente a sus objetivos. Y un claro ejemplo de eso era justamente haber engañado en su cara por tanto tiempo, a más ni menos que al mafioso más temido y rico de toda el área: Asgore Dreemurr. Sujeto que Frisk tenía planeado invocar justamente en el debate que estaba por dar inicio en unas horas a lo que le había dictado en su última cita.
Mettaton evitó un mal gesto tras recordar eso. Pero era la verdadera causa por la cual se había tomado la molestia de llegar personalmente a la casa de gobierno en primer lugar. Queriendo distraerlo cuanto menos una hora para dar el tiempo suficiente a su chica de hacer su plan, fuera cual fuera precisamente.
-Descuide, por su lealtad a mi producto, al igual que por ser hoy un día especial, también he mandado a colocar más en la zona. –Mettaton alzó la copa como si celebrara un triunfo ya escrito. –Va por la casa.
-Lo agradezco. Hoy en día es difícil saber en quién confiar y en quién no.
-Y que lo diga. –Esbozó una gran sonrisa antes de dar un trago de una bebida que ya su sigiloso catador en la cocina se había asegurado de estar todo bien antes. –Tengo ciertos problemas con el sindicato de monstruos por eso.
-¡También yo! Esa pequeña mujer… No la soporto.
Mettaton rió estando de acuerdo, aun cuando era consciente que por más que ambos se quejaran de la líder sindical, reconocían en sus adentros que cada uno tenía una alianza con ella que les impedía hacer algo más que solo quejarse de la molestia que se volvía en momentos determinados y sin entrar en detalles. Y con ello en conversación, brevemente pudo enterarse de que ella estaría también presente en el debate, como una espectadora más que estaría en primera fila tomando nota de dónde estaría su conveniencia a futuro indiscutiblemente. Y si bien la señora Temmie no parecía tener una opinión abierta de qué preferencia tenía, era visible para todos que como líder sindical de trabajadores monstruo, no podía ignorar el hecho de que uno estaba llegando a las filas gubernamentales. Sería de las primeras en cambiar su lealtad si veía algo que le conviniera en un nuevo régimen.
En cuanto a él mismo, ya tenía en marcha su verdadera apuesta. Y no era un rechoncho humano avaricioso o un escuálido reno inexperto. Era una flor invernal con espinas bastantes visibles para pensársela dos veces en acercarse, pero lo suficientemente llamativa para poder contemplar lo tan inusual que era y ansiar poder tocarla por más peligroso que fuese. Una flor que por su cuenta podía formar su propio jardín sin necesidad de ni una más intentando opacarla.
La cual al momento de retirarse de la casa de gobierno y dirigirse hacia Waterfall, pudo reconocer a su hermosa orquídea en el camino, llegando en un vehículo que tuvo la sutileza de mantenerse distante del evento y teniendo que pedirle a su propio chófer que hiciera lo mismo con la limusina para poder conversar con ella previo a cualquier acción que pretendiera tomar. Maldición, en verdad estaba planeando algo, y si involucraba la invocación del Gran Don a como ella lo había comentado, no le convenía de ningún modo estar presente. Pero si no se le veía ahí y algo pasaba con sus reflectores instalados, el alcalde lo podría tomar como traición y todo se iría por la borda. ¡¿Siquiera ella pensaba en eso?! También le perjudicaría a ella, a menos que… estuviera arriesgándose una vez más como sólo él pudiera entenderle.
Lo había visto con sus propios ojos en esa ocasión en que le puso todo el camino para llegar al alcalde y salvar a su manera a los Gaster. No era el tipo de persona que buscaba poner en riesgo a otros por egoísmo, pero algo en ella incitaba a meterse al fuego con ella, a entrar a la locura y emocionarse sin saber un resultado por el simple hecho de sentir una adrenalina colectiva con su guía visiblemente torpe. Su pureza era suficiente para saber que sus acciones eran genuinas sin malicia previa, a lo cual te hacía creer fervientemente en sus ideales con un objetivo simple y directo: no retroceder jamás. Lo había logrado con extraños que en ningún momento se habían invocado para estar a su favor ante un juicio intervenido, lo había logrado con el mismo Gerson Boom presentándose en algo que fácilmente pudo ser una trampa y aun así estuvo por el simple hecho de una curiosidad visible. Y lo había logrado con él, cometiendo locuras que nunca se había imaginado llegar a algunos extremos por una mujer.
Así que si, en verdad creía que ella era capaz de poder invocar a la bestia y causar el apocalipsis que ella quisiera en la ciudad. Y eso, solo le hacía enamorarse más que atemorizarse, conforme lo pensaba seriamente.
Mettaton terminó suspirando al momento de bajarse de la limusina y sonrió al final. No cabía duda de que ambos estaban destinados.
Frisk estaba demasiado elegante para un evento abierto a plena luz del día, pero no cabía duda que estaba resaltando mucho más la belleza exótica andante que se trataba realmente con ese vestido negro y adornos dorados. Sería imposible ignorarla ahora y no solo por sus palabras que siempre sacaban fuera de sí a cualquiera, sino porque estaba sonriendo como nunca había logrado verle hacerlo. Mettaton sabía muy bien de sonrisas, si después de todo, era considerado como uno con las mejores sonrisas de todo América. Pero la que estaba contemplando en esa mujer, que estaba bajando del auto en mano del esqueleto, era sin duda una de las mejores que había visto en su vida. Para nada podía ser una carcajada al ser algo impropio de ella, ni tampoco que le hubiese contado algo gracioso. Era un gesto sutil, fresco, natural… como si ella ni siquiera se diera cuenta que estaba sonriendo en ese preciso momento.
Si él hubiese sido quien la hubiera salvado aquella vez en el hotel, ¿sería él quien le estaría sujetando su mano en ese momento? ¿Sería él quien recibiera esa sonrisa angelical?
Como si fuera demasiado insistente su mirada aparentemente, el esqueleto se giró hacia él para paralizarlo en el instante sin necesidad de magia, aun cuando su ojo mágico estaba fijo sobre él ahora, amenazándolo como antes sin cambiar su gesto que pretendía estar indiferente del entorno cuando era claro que no le agradaba para nada su presencia. Incluso el mafioso se había tomado la molestia de quitarse el saco y ponérselo en los hombros a ella tras un susurro que evidentemente no pudo escuchar, pero que sin duda alguna se trataba de una petición de la humana de que le permitiera hablar con él sin su interrupción. No había necesidad de entender con ello que le estaba dejando en claro que era suya y que más le valía que no intentara nada.
Idiota.
-Así que en verdad pretendes sacar al Gran Don, ¿eh? –Comentó Mettaton cuando finalmente estuvieron cerca el uno al otro, aunque seguramente el esqueleto andaba por alguna parte al pendiente de cualquier detalle. El no verlo no era suficiente para estar calmado. –Tú sí que sabes cometer locuras a corto plazo.
-Me lo han dicho con frecuencia. –Respondió Frisk con indiferencia. –¿Puedo saber en dónde…?
-No, no voy a decirte la ubicación de cada reflector ni el cómo se ven. –Le interrumpió sin el afán de ser altanero, pero teniendo que apresurar el encuentro para evitar todo tipo de riesgo. –Ya es demasiado que me tome la molestia de colocar más de lo contemplado, no me pidas más.
-Entiendo. –Asintió levemente con la cabeza. –De mi parte no tengo problema en avisarte que estaré entre el público, escuchando cada detalle del debate hasta que dé la señal. Ahí te recomiendo que te apartes.
-¿Vestida así?
-¿Me veo mal?
-No, ese es el problema. –Le sonrió en espera de que lo tomara como halago al que no a cualquiera le diría, pero olvidaba que estaba ante alguien que no parecía percatarse de esa clase de detalles. –Si tu intención era verte como la esposa de uno de los políticos presentes, tendrás que esmerarte en adentrarte mucho más de lo que crees para que no resaltes tanto.
O peor aún, se veía como una mujer de la mafia, pensó Mettaton seriamente.
-Me da igual lo que piensen los demás. –Extrañamente, tomó su collar en forma de corazón y lo acarició un poco. –Una mujer interesante me dio un buen consejo y yo solo lo estoy aplicando.
-Me alegra que le sacaras provecho a la visita de Coco Channel. –Intuyó de inmediato que se trataba de ella.
Su chofer se asomó por su ventana para señalarle el reloj, con lo cual le indicaba que más le valía estar presente lo antes posible, pero simplemente no tuvo el ánimo de apartarse de ahí en el instante. Quería decirle algo, quería advertirle lo que fuera, o cuanto menos, convencerla de que lo que sea que estuviera pensando en hacer, lo pensara un poco más si lo que pretendía era causar caos en un escenario de lo más complicado de controlar de los medios de comunicación. ¿O acaso eso formaba parte de lo que pretendía? ¿Declararse finalmente como un criminal? Maldita sea, comenzaba a darse cuenta de que por ahí iba su tren del pensamiento y no le estaba gustando para nada ahora.
-Descuida. –Frisk le interrumpió toda incógnita como si fuera capaz de darse cuenta de su preocupación. ¿Acaso estaba siendo muy obvio ahora? –Si él aparece, también te protegeré a ti. Después de todo, es la promesa que te hice para nuestra alianza.
-Me gustaría más que pudieras mantenerte alejada de ese sujeto. –Soltó sin siquiera pensarlo, y el hecho de haber tenido ese arrebato le apenó demasiado. Esta chica sí que sacaba un lado de él que le hacía sentirse muy vulnerable y no le agradaba del todo que fuese así. –Sé que tienes tus razones, pero dudo que se trate del mismo tipo que tú recuerdas como para permitirte algunas confianzas.
-Lo sé, pero estoy harta de tantas preguntas acumuladas. Quiero respuestas. SUS respuestas.
-¿Y si no te gusta lo que descubras?
-No quiero que se me complazca, solo quiero la verdad, sea cual sea.
-De acuerdo. –Metió su mano en el bolsillo de su pantalón para sacar su tarjetero emergente. –Al menos te paso una dirección en la cual podrías esconderte en caso de emergencia.
-No hace falta, ya tengo un lugar al cual ir siempre.
-Créeme, este lugar es mejor. Yo mismo me encargué de que fuese un lugar seguro para…
Al momento de sacar su tarjetero para sacar una tarjeta donde tenía anotada la ubicación que sólo muy pocos conocían, no pudo percatarse a tiempo de que en el movimiento salió su cartera para terminar en el suelo, estando completamente abierta ante la humana que se había agachado en recogerla. Contemplando la fotografía que había guardado con mucho recelo por tanto tiempo.
Que lo tragara la tierra en ese preciso instante, por favor.
-Si, eso es mío. –Mettaton pensó inmediatamente en muchas maldiciones que no se atrevería a expresar en público en riesgo de manchar su imagen. Por más indiferente que quiso actuar, tuvo el arrebato de quitársela de las manos de golpe, lo cual sin duda alguna lo había delatado mucho más. –Gra…
-¿Por qué tienes una foto de mí en tu cartera?
Que lo preguntara tan secamente no era sorpresa, pero aun así le tomó por la guardia baja al no saber cómo reaccionar en el instante. En otro tipo de circunstancias se habría burlado de la situación o inventado algo como fuera, pero ante ella, estaba siendo como un torpe adolescente escolar que no sabía cómo decirle a la chica frente a él que un día llegaría a robársela de su familia para crear una historia juntos.
-¿Acaso… es un delito tenerla?
-Es muy raro que la tengas. –La humana alzó la ceja.
-Eres mi asistente por ahora. Tan solo la muestro a otros para indicarles específicamente a quién deben entregarle las cosas importantes para que tú me las pases a mi. –Guardó su cartera en el bolsillo de su pantalón como si no le diera importancia, pero contar demasiado con su atención a cada detalle comenzaba a inquietarlo. No recordaba algún momento que le viera tan fijamente como ahora. Y algo le decía que no era la única que estaba haciéndolo en ese momento. –Es todo. No te hagas ilusiones, lindura.
-No lo hacía. Pero sí comienzo a pensar que te gusto.
Escuchar aquello con demasiada frialdad y firmeza de su parte le hizo sentir un vuelco en el corazón ante la particular escena que estaban teniendo, a la par de poder comprobar que en efecto, había alguien más atento a la situación y podría matarlo en cualquier momento dependiendo de su respuesta tras eso. O por lo menos sentirse con ese peligro detrás de su espalda se lo dejaba más que claro. Ese maldito esqueleto, ¿qué no los podía dejar en paz?
-¡Ja! ¿y por qué tendrías esa idea? ¿Acaso es lo que deseas, lindura?
-Para nada. –Era bueno que no pudiera escucharse cómo su corazón se partía en varios pedazos en ese momento. –Es solo que tu comportamiento hacia mi es algo que comienza a inquietarme.
-Se llama ser educado. Supongo que no lo sabes al estar tanto tiempo con esos mafiosos.
-Alguien educado no habría invadido mi espacio personal para darme un beso en la mejilla sin mi consentimiento y sabiendo que estoy en una relación. –Internamente eso le hizo sonreír pese a la tensión que estaba sintiendo en crecimiento. ¿Así que eso sí la había desconcertado? Vaya, vaya. –Creo que eso más bien proviene de un cortejo desconsiderado, sobre todo de alguien que en su momento me trató como un objeto.
-Reconozco mi error. –Admitió con sinceridad. –Un objeto se queda corto con tu presencia.
-De nuevo, se siente como si intentaras cortejarme.
-Tal vez es tu deseo interno, lindura.
-Estoy bastante segura de que no.
Eran predecibles sus evasivas, pero aún así le eran molestas. ¿Ni siquiera era capaz de darse cuenta del modo que realmente la observaba? ¿Qué no podía hacer lo mismo? Por favor, él era mejor que cualquier tipo disponible en Ebott City, y de acuerdo con muchos medios de comunicación, él personalmente era un soltero altamente cotizado. ¿Pero ni siquiera era capaz de considerarlo por estar con un papanatas mafioso que de pura suerte seguía con vida? ¿Qué demonios le estaba ofreciendo ese Gaster para que la florista fuese firme de permanecer con él sin siquiera titubear?
Y como si sus pensamientos lo hubiesen invocado, el esqueleto se presentó en un pestañeo entre ellos, teniendo que retroceder un poco ante la sorpresa y molestándose más con ese hecho. Pero aún más, manteniéndose alerta de cualquier cosa que pudiera pasar en el instante.
-Atrapé a este tipo tomándoles una foto en la distancia. –Comentó Sans tras ponerse de pie y dejar en evidencia al tipo que había estado pisando tras su aparición. –Consideré que fue grosero de su parte y lo traje.
-¿Él está…? –Preguntó Frisk inmediatamente.
-Solo asustado. –Aclaró igualmente de inmediato. –Vamos fotógrafo, discúlpate.
El humano apenas y había logrado mover un brazo por el simple miedo. No podía culparlo, el esqueleto tenía la manía de causar pánico con tan solo su sonrisa, la cual indiscutiblemente estaba presente, pero no precisamente por haberle atrapado, sino hacia él personalmente y que comunicaba más que suficiente lo que pretendía con eso. Y como cereza de un pastel mal cocinado, le habló a la florista en italiano para dejarle en claro la conexión que estaban teniendo, porque parecía que le había entendido y retirado sin más hacia el auto para dejarlos solos con el fotógrafo que no separaba la cara del concreto por decisión propia.
-¿"Lindura", eh? –El esqueleto ahora sí se dirigió hacia él al momento de asegurarse de que Frisk estaba de regreso al auto. –¿Así es como llamas a mi novia?
-¿Algún problema? –Soltó sin más. De cualquier forma era obvio que había prestado más atención a más cosas que a eso.
-Si no te estoy matando justo ahora, solo es porque ella me lo pidió. –El esqueleto alzó la cámara que le había confiscado al humano y la destrozó con su magia en el instante. –Pero ambos sabemos que mi tolerancia no durará mucho entre nosotros. Así que atrévete a dar un paso en falso y terminaré con lo que dejé pendiente de arrojarte al mar aprovechando que estamos cerca.
-No me interesa lo que un simple guardaespaldas piense.
-Novio. O. –Ahora sí activó su ojo mágico hacia él. –Si es necesario, te lo grabaré en tu trasero de hojalata para que no lo olvides.
-¿"Novio", eh? –Imitó su mismo tono de hace un momento. –¿Cuánto crees que dure eso?
Sabía que se estaba poniendo una soga al cuello con su altanería, pero sabía que tampoco se atrevería a hacerle daño si Frisk estaba observando todo desde la ventana de su auto. Y ya que habían cosas que no podían ocultarse más, le sonrió sin más mientras tenía que agacharse un poco tan solo para demostrarle que jamás estaría a su nivel.
-Aunque quieras llevarla al averno al que perteneces, ella destaca demasiado en cualquier lugar al que vaya. Ella nació para brillar, ¿qué no ves? –De nuevo vio que su propio chofer le indicaba la hora, por lo que procuró apurarse una vez más. –Nunca podrás protegerla lo suficiente ni nunca podrás brindarle la vida que merece porque eres un delincuente y siempre serás un delincuente. Así que admitámoslo, estará mejor conmigo.
-Coincido, pero esto no se trata de lo que tu o yo queramos para ella, sino de lo que ella quiere. –El esqueleto dio un paso al frente, implicando pisar al tipo que seguía sin levantarse. –¿Y qué crees? Ella quiere estar conmigo.
De un movimiento rápido que sería difícil poder ser percibido para cualquier otro espectador a la redonda, un hueso le atravesó el cuello al humano que nunca tuvo el coraje de poder huir de la situación. Dejándole ahora un casi cadáver ahogándose con su propia sangre, mientras el maldito se había desaparecido sin más para estar ahora en el auto junto con la chica que seguramente no fue capaz de darse cuenta de lo sucedido. Siendo un mensaje suficiente de que podría matarlo sin que Frisk se enterara en el instante.
Más le valía retirarse también de una buena vez, antes de que alguien se percatara de que estaba junto a un cadáver del cual no sería capaz de explicar lo sucedido. Maldita situación, maldito Sans Gaster. Se creía demasiado por ser quien Frisk había elegido.
-Por ahora. –Murmuró mientras se dirigía hacia su limusina.
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.
Grillby estaba al teléfono, apenas asintiendo a las indicaciones que daba Papyrus ahora que sería el Gaster al mando en la ausencia de los demás. Si bien le había extrañado que no fuese Sans quien se lo contara inmediatamente, comprendía que si la situación involucraba a su novia por alguna razón, tenía cosas más importantes en las qué enfocarse de momento. Desde que ella había arriesgado su vida para ingresar al prostíbulo y salvar a su sobrina, de alguna manera parecía que Sans se había vuelto más protector con ella. Y no podía culparlo, si aquello resultaba que finalmente estaba comprendiendo la delicada línea de la madurez y estupidez.
No obstante, al momento de colgar, se sintió extrañamente incomodado. Su plan de agradecerle a Frisk por ese hecho, reuniéndola con su hermana, estaba siendo cada vez más imposible conforme trataba de poder comprender a la Saito más distante (o al menos eso le parecía). Y de lo poco que había podido obtener hasta ahora era tan poco, que realmente comenzaba a cuestionarse si estaba haciendo lo correcto. Después de todo, los Gaster estaban en búsqueda de la Yakuza en sus terrenos, y si sabían que la causa de fuga era con él mismo, quién sabe qué pudiera pasarle. Sobre todo con Sans, a quien le podría doler una traición de su parte por más que tratara de explicarle la razón.
Así que comenzó a subir las escaleras, sin saber qué decir con exactitud a Chara ya sea por el hecho de saber que Frisk una vez más estaría en un riesgo, o sobre si diría algo sobre que tendría que buscar otro lado en dónde refugiarse en cuanto pudiera. Pero en cuanto escuchó una conversación proviniendo de la habitación de Fuku, la cual tenía la puerta emparejada, optó por prestar atención primero antes de intervenir algo entre mujeres.
-¿Ves? Era tan sencillo con tan sólo proponérselo. –Escuchó que dijo Chara. –Tres dieces en poco tiempo.
-Por supuesto que esto es sencillo. ¿Tiene idea de lo que realmente enseñan en ese lugar? ¡Sumisión! –Escuchó cómo arrojó las hojas al suelo con evidente molestia de siempre que le obligaban a hacer la tarea. –Y para mi mala suerte tengo que serlo con el tonto de Sans por un tiempo, pero nada de eso cambiará en cuanto la situación no cambie para todos. Todos estamos sumisos ante un sistema que nos quiere ignorantes.
-A veces la ignorancia es una bendición. Te hace inmune al dolor.
-El dolor forma parte del aprendizaje.
-Y no lo sabrías si no estudias. Es bueno que estés en la escuela.
-¿Usted estuvo en una escuela alguna vez?
-Pfff, para nada. –Pese a su tono burlón de siempre, parecía que Chara no estaba siéndolo esta vez. Aunque claro, solo era su percepción sin ver. –Pero saber más de un idioma me ha ayudado en muchos casos. Y tal vez si supiera… no sé, matemáticas, podría librarme de más cosas para que no me vieran la cara.
-¡Yo podría enseñarle! –Sorpresivamente Fuku se mostraba entusiasta ahora. –Y a cambio, ¿podría enseñarme algún idioma? ¿Cuáles sabe usted?
-Inglés, español y japonés. Pero este último no sé escribirlo bien todavía.
-¡Quiero saber "espaniol"!
-Español. Con la lengua pegada al paladar. Y primero demuéstrame que sí sabes matemáticas, de lo contrario sentiré que me estás estafando.
Escuchó una risilla como el cierre de un acuerdo, a lo cual Grillby quedó sorprendido de la facilidad en la que la humana había logrado con tan solo una conversación de unos minutos, lo que él a la fecha le costaba con creces. Todo este tiempo luchando contra su rebeldía, ¿y una humana que conocían de hace poco lo había logrado sin más? ¿Acaso se estaba perdiendo algo en concreto?
-Listo, ¿qué te parece?
Escuchar eso le hizo querer ver a qué se refería la humana, por lo que tuvo cuidado de asomarse de reojo para que no fuese capaz de detectarlo e irrumpir lo que parecía un buen convivio. Tal parecía que la humana la había peinado con aceite en sus manos para moldear el fuego, mientras su sobrina había estado haciendo la tarea, ambas sentadas en la cama como amigas de mucho tiempo. Y de hecho, el peinado le parecía bonito. Le sorprendía que Fuku tuviera tanta confianza con ella para permitirle tal gesto. Desde pequeña había pretendido ser muy independiente de sus propias cosas como para permitir que alguien más le ayude con cosas que consideraba simples.
-No sé… creo que no es mi estilo.
-¿Cuál? ¿Despertarse y salir así sin más es tu estilo? –Ahora sí parecía que se estaba burlando de ella, pero no recibir cuanto menos una sonrisa en respuesta, le fue suficiente a la humana para saber en dónde continuar. –Ok, ¿qué tiene de malo querer verse bien?
-Que yo no soy bonita. Creo que este peinado le quedaría mejor en alguien más, como en usted, por ejemplo. Aunque porte su máscara, es evidente que es una persona atractiva para todos.
-Lo sé, lo sé. –No parecía en efecto, tener alguna intención de disimular su confianza en su figura. –Aunque de mi parte es más un gaje del oficio que otra cosa. Y estás perfecta para tener 14 años, flamita. No deberías de subestimarte.
-Tampoco quiero ser bonita. –Terminó admitiendo Fuku, aunque no paraba de observarse en el espejo frente a su pared, viéndose en diferentes ángulos para contemplar mejor su peinado nuevo. –No quiero estar con nadie. No puedo… dejar solo a mi tío.
Aquello le tomó de sorpresa también. No sabía que se trataba de una inquietud que pudiera tener Fuku en algún momento. ¿Por qué nunca se lo había expresado?
-No conozco muy bien a tu tío ni tampoco me interesa hacerlo, pero creo que es del tipo de sujeto que se sentiría mal si te limitas por su culpa. –Grillby sonrió de saber que pese a sus evasivas y mala cara que siempre le dirigía la humana, tal parecía que no tenía una total mala percepción de él a como frecuentaba expresar. –Al menos deberías de estar agradecida de tener alguien así en tu vida. No creo que muchas mujeres cuenten con esa suerte.
-Lo sé, y es por eso que debo cuidarlo. Los Gaster están abusando de su amabilidad, no quiero que algo peor llegue y no pueda hacer nada. –Había parecido que se había querido quitar el peinado que recién le habían hecho, pero rápidamente se detuvo. –Mi tío me acogió desde pequeña, pero sé que fue porque nadie más podría haberlo hecho. De alguna manera, aunque no haya sido mi decisión, lo terminé atando a mí mas bien. Así que quiero compensarlo no dejándolo solo.
-Entonces eres mucho más afortunada de lo que creí. Que envidia.
-Soy una mujer monstruo, no cuento con derechos que…
-Eres libre, Fuku. Libre de poder ser tú con tu familia, con alguien que te ama y te cuida ante todo. ¿Tienes idea de cuántos desearíamos…? –Grillby prestó más atención a sus palabras en adelante tras su pausa. –¿Tienes idea de cuántos niños pasaron conmigo en el prostíbulo y cuántos fueron buscados por su familia? Solo tú. Para tu tío evidentemente no eres una carga, un número o un objeto. Eres importante.
-Pero…
-Tal vez para tí el estudio sea una pérdida de tiempo, y tal vez en efecto lo sea, pero para tu tío es evidente que representas la esperanza de un mundo mejor. Un mundo que desea para ti. ¿Quieres cuidarlo o recompensarlo? Sé la mejor versión de ti misma que puedas ser. Sé mejor que él. Así que arréglate más a menudo, que él se viste como un tonto.
Grillby dejó de asomarse ante el riesgo de ser descubierto ahora que no pudo ocultar su sonrisa tras escuchar eso. Finalmente Chara había sido quien había encontrado las palabras adecuadas para hacerle entender la situación a su sobrina y sin mucho esfuerzo, pero a su vez, le había reconocido también a él pese a que no hablaban mucho al respecto. Tal parecía que lo que Fuku había necesitado todo este tiempo, era una figura femenina que pudiera comprenderle a través del cariño y admiración que ya se tenían mutuamente.
-Gracias. El mundo sería mejor si hubiera más tipos como mi tío, ¿verdad?
-Yo diría que aburrido, pero… si, supongo que no todo estaría en el desagüe como lo está actualmente. –Escuchó nuevamente una risa de su sobrina con eso. Incluso notar que estaba demasiado alegre le era una total sorpresa. –No digas que lo dije. No quiero que se tome ciertas confianzas luego.
-Su secreto está a salvo conmigo.
-No es secreto, es… ¡aggh! Haz lo que quieras, flamita.
Y con ello Grillby tuvo suficiente para apartarse y regresar al local sin que lo detectaran, dejando que siguieran conviviendo ahora que se estaban apoyando la una a la otra de un modo que tal vez no comprendería pronto, pero, sí Sans había tenido que ser paciente con Frisk para poder obtener su confianza, tendría que hacer lo mismo con la hermana.
Por ende, tal vez no hacía falta alarmarla de algo que seguramente estaría todo bien.
.
.
Para sorpresa de Frisk, realmente había mucha gente observando un simple escenario donde juntarían a dos sujetos para hablar sobre sus perspectivas de cómo lograrían hacer de Ebott City un lugar mejor. Con lo cual le sería fácil escabullirse entre la multitud como lo había planeado, por lo que agradeció que se tuviera una señal que no requiriera su voz que sin duda alguna quedaría opacada entre tantos. Y también, para sorpresa suya, había quienes se distanciaban de ella en cuanto pasaba por un lado, tratando de encaminarse entre todos, como si quisieran darle un paso o una cortesía que simplemente no la sentía a lugar. ¿Mettaton había tenido razón sobre que su apariencia haría que la confundieran como una esposa de político? Recordando la clase de mujeres que implicaban tal caso en el hotel de Mettaton, simplemente no se tomó bien esa observación.
Teniendo el ramo todavía consigo en una mano, se acomodó el saco de Sans con la otra dado que se le comenzaba a resbalar por el hombro. No hacía nada de frío como para estar portando algo así, pero al menos el aroma impregnado en él le ayudaba a mantenerse serena entre tanta multitud que iba en incremento. Aunque claro, poco a poco se le hacía más complicado concentrarse en un solo aroma conforme se adentraba entre la gente.
Siguió caminando con calma, sabiendo que tanto Sans, como Don Gaster, estaban cada uno en su posición para estar al tanto de todo el evento, al igual que Amable y Leal se encontraban en la parte trasera de lo que sería todo, con el fin de acorralar lo más posible la situación, sea cual sea la que pudiera presentarse. Su parte consistía en estar en el centro, siendo una carnada, tomando el ritmo de qué tanta interferencia o no debiera de haber en caso de que realmente el señor Holiday estuviese amenazado o no. Por lo pronto, no le parecía que hubiera sujetos sospechosos, aunque ella tampoco sabía cómo juzgar algo así en primer lugar. Un ser amenazante podría ser alguien muy bien vestido a su experiencia.
-¿Te estás volviendo loca?
Escuchó la voz de su amigo bastante cerca, haciéndole sobresaltarse al no haberse percatado en qué momento se le había subido y enredado en su brazo para asomarse por su hombro y mantenerse oculto en el saco. Explicándole por qué la prenda se le había movido en primer lugar. Tratar de estar demasiado alerta a todo lo demás le hizo descuidarse a sí misma, eso no era bueno, ¿cierto? Pero es que había tantos colores, tantos aromas… En verdad estaba haciendo un esfuerzo en mantener la calma. No había contado que las elecciones políticas fueran tan populares para querer presentarse media ciudad. La mayoría siendo hombres, seguramente por ser quienes votarían. Y tal vez siendo una razón más para sobresaltar todavía más ahora que lo pensaba.
-Flowey, aún no toca que estemos juntos. ¿Qué no estarías con Muffet primero? –Murmuró Frisk por si alguien en los alrededores estaba atento. Era algo que Don Gaster le había pedido que tuviera cuidado cuanto menos. Aunque parecía una tarea difícil si varios presentes eran más altos que ella y le impedían ver conforme se acercaba. –¿Qué haces aquí tan pronto?
-¡Tratando de averiguar por qué estás empeñada en cometer estupideces! –Flowey igualmente murmuró, pero Frisk no sabía si era por cortesía o porque él comprendía mejor el entorno que ella. –¿Ahora se trata esto tu vida? ¿De cometer riesgos que puedan llevarte a la muerte una y otra vez?
-No moriré. –Tocó su otro hombro por inercia. Anotándose mentalmente el recordar en decirle a Don Gaster sobre retirarle la bala que seguramente seguía ahí desde el disparo del perro. –O por lo menos no me haré un daño real.
-¡Por eso no quería que supieras que te podías regenerar rápido! Sabía que solo detonaría que quisieras cometer tonterías al creerte invencible, pero no lo eres Frisk.
-Tengo un límite, ya sé, es lo que me dijiste. –Continuó caminando lentamente. –La parte que aun no me cuentas es lo que me disgusta de ti todavía.
-Si cometes esta clase de tonterías en gran escala, deberías de saber con ello el por qué opto por no contarte varias cosas.
-Y el hecho de no saber ciertas cosas es lo que me mueve a hacerlas. Tú deberías de saber eso.
-Deberíamos de encontrar un punto intermedio, o esto no llevará a nada.
Frisk sonrió levemente mientras daba pequeños pasos. Al menos el cariño entre ellos no cambiaba por más que estuvieran creciendo, por más que su mundo se estuviera agrandando poco a poco. Eso era un alivio lo bastante grande para calmarse entre tantas cosas en su entorno.
-Gracias Flowey. Creo que extrañaba que me mostraras tu preocupación a tu manera.
-Siempre lo hago, tonta.
-Pero ya no solo somos tú y yo contra el mundo, somos mucho más ahora y creo que vale la pena luchar por ellos. –Aunque no pudiera ver a Sans en alguna parte, estaba segura de que él no le perdía de vista. Y si tanta gente le complicaba que fuese el caso, para eso eran las flores consigo. –Es irónico que la justicia sólo podrá obtenerse siendo un criminal primero, ¿no crees?
-Irónico que aquella joven que no era ni capaz de comprar un boleto de tren, ahora esté por causar un gran revuelo en toda una ciudad. –Rió Flowey con eso, pero en muy poco tiempo se mostró serio tras su comentario. –Sé que ya lo sabes, pero, no tendrás marcha atrás una vez des este paso.
-Ya soy una criminal, Flowey. ¿Sabes cómo es que me están llamando ahora?
-¿Y desde cuándo lo que dicen otros de ti te importa?
-Sigue siendo así, pero ahora creo que lo usaré a mi favor.
-Y es por eso que estoy aquí. Para evitar que sigas cometiendo estupideces. –Y como si lo estuviera pensando desde el inicio de la conversación, agregó. –Te detendré y alejaré si lo considero necesario. La cabra no es alguien con quien se pueda negociar o razonar.
-Suena como si lo conocieras lo suficiente para llegar a esa conclusión inmediata.
-Creo que puedo decir que lo conozco mejor que tú al menos. –De eso tenía bastantes dudas, pero dudaba que Flowey le diera respuestas, al menos de momento. –Y también te conozco demasiado a ti, por lo que sé que estás tratando de convencerte de que estás haciendo lo necesario para mantener lo poco seguro que estás obteniendo en tu vida. Y no es así.
Frisk tenía otros comentarios por argumentar, pero tuvo que mantenerse en silencio ahora que tenía ya varias personas lo bastante cerca al haberse acomodado en una zona adecuada para prestar atención a todo y estar en el centro. Quiso enfocarse en el olor del mar que estaba lo suficientemente cerca para poder ser escuchado, pero ni ello ni el aroma le llegaban lo suficiente. En cambio, podía oler que algunos presentes tenían lociones muy variadas, otros olían a sudor a causa del calor costero, otros olían a tabaco que seguramente habían consumido previamente, entre varios olores más. Comenzaba a sentir náuseas con todo.
-Señorita Saito.
Escuchar eso detrás de ella estaba por hacer que se sobresaltara nuevamente, pero se contuvo ahora que estaba ante tantos presentes. Si aquella voz masculina sabía tal apellido hacia ella, significaba que sabía quién era ella realmente. ¿Quién la había seguido y por qué no se había dado cuenta? ¿Sans estaría atento de quién pudiera ser? ¿O Don Gaster? Si había demasiados presentes, no podrían intervenir de ser necesario, ¿cierto?
Ahora comenzaba a pensar que era bueno y no al mismo tiempo que Flowey estuviese con ella. Si algo pasaba podría intervenir, pero eso desataría un barullo antes de tiempo. Así que se acomodó nuevamente el saco para ocultarlo mucho más, esperando que fuera el indicativo suficiente de que no hiciera nada todavía.
-No acudo a ese apellido. –Se limitó en responder con seriedad.
-Cierto, usted se presentó como Dreemurr. ¿A ese si acude?
Si ya estaba tensa con el hecho de estar con náuseas con el cóctel aromático nada agradable del entorno, sumándole al hecho de que estaba atenta por si el Gran Don se presentaba tal cual había planeado, escuchar eso le hizo ponerse nerviosa finalmente. No quería irse, no estaba para retrocesos y era firme a eso, pero, ¿qué tenía que hacer para una situación como esa? ¿Su plan se había arruinado? ¿Qué pasaba si Asgore Dreemurr se presentaba y no podía hacer nada ante tal descuido? Necesitaba pensar rápido, antes de que los Gaster pudieran preocuparse y cometieran una masacre que quería evitar a toda costa.
Sabiendo que tendría que plantear la cara ante la situación, se giró lentamente hasta ver al hombre que había tenido el cuidado y profesión de seguirla hasta ese punto. Reconociendo aquellas ojeras de hombre acabado y cansado de inmediato, pero sobre todo, la ausencia de un brazo como lo indicaba la manga derecha doblada del jersey mostaza que tenía puesto.
-Usted.
-¿Me recuerda?
-Es fácil de hacerlo, al ser alguien sin un brazo. –Comentó Frisk sin siquiera pensarlo, pero pronto se dio cuenta que tal vez había sido algo descortés de su parte y se apenó lo suficiente para no querer mencionarlo de nuevo. –Usted me protegió de una balacera en la fiscalía.
-Así es. No tengo autoridad para detenerla. Aun. –Enfatizó demasiado la última pregunta, como si quisiera saborear un momento hipotético. –Pero sí para interrogarla. Así que si tiene la amabilidad de acompañarme…
-Y yo tengo la libertad de negarme, ¿no es así?
-No, usted no. –El detective se mostraba cada vez más serio, incluso podría ganarle a Don Gaster en un concurso al respecto. –No me parece coincidencia que esté usted precisamente aquí, por lo que me veo en la necesidad y autoridad de pedirle que me siga para un interrogatorio preventivo. A menos claro, que su intención cumpla con lo que sospecho que pudiera hacer en este momento. Y de ser así, solo tengo que esperar a que lo haga para finalmente detenerla y encarcelarla, ¿no cree?
Frisk se mantuvo en silencio mientras apretaba su ramo con algo de fuerza. Sus nervios le impedían pensar en cómo escabullirse esta vez.
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Sans estaba por matar a medio mundo mientras observaba cómo su chica seguía a un sujeto que aparentemente le había llamado la atención en algo. No tuvo que suponer demasiado para saber que estaba ante un problema que involucraba a la policía si ese tipo tenía un jersey característico de los detectives cual uniforme nada discreto. Si trataba de hacer algo ahora, sin duda alguna llamaría demasiado la atención con tan solo dejarse verse. Y no podía hacer uso de su magia ante tantos reflectores ocultos en la zona que hasta lo hacían sentir debilitado.
¡Mierda, mierda, mierda! ¡Sabía que debía de haberse negado a esta locura!
Desde la altura en la que se encontraba y que tenía el objetivo inicial de vigilar al reno cojo de cualquier posible amenaza en el entorno, pero también con su objetivo personal de vigilar al maldito de Mettaton, pudo ver que Frisk bajaba el ramo amarillo conforme seguía al tipo con cuidado, sabiendo que de ese modo le estaba comunicando lo contrario a hacer algo, suponiendo que quería tener las cosas bajo control pese al pecance. Y si el viejo, quien debía de buscar al señor Gerson en caso de presentarse también, estaba al tanto desde el otro extremo en el que se encontraba, sin duda alguna estaría igual de frustrado que él.
Los aplausos inmediatos dejaban en claro que los candidatos a la alcaldía estaban entrando a escena para iniciar el debate público, y si tenían que elegir entre salvar a Frisk o salvar al reno, era obvia la respuesta. Pero eso no había sido lo acordado y podrían empeorar las cosas si resultaba que se presentaba algo grave después. Aun así, Sans no pensaba quedarse con las manos quietas. Trataría de acercarse como dé lugar por si empeoraba alguna situación desde antes. Y al andar tan alterado, no dudó en desenfundar su arma ante el primer movimiento cercano, en el cual un conejo corpulento alzó los brazos asustado.
-¡Soy yo, soy yo! –Exclamó Ronnie con prisa.
-¿Qué demonios haces aquí? –Sans bajó el arma, pero no su desagrado. –Si es que me estabas siguiendo, te recuerdo que no eres mi tipo.
-Si te estaba siguiendo, pero no por eso. –Aunque se tomara mal su comentario, el conejo se mantuvo firme conforme bajaba los brazos lentamente. –Te parecerá extraño esto… pero vine a ayudar. Papyrus nos avisó a algunos puntos de vigilancia de Snowdin para mantenernos alerta en lo que ustedes están aquí, así que opté por venir y ser de más utilidad.
-No tengo tiempo para tonterías.
-¡Lo digo enserio! Mi familia y yo estuvimos hablando y…
-No me interesa que me cuentes tu vida en este momento. Frisk podría estar en problemas y… ¡agggh! –Sans observó molesto el entorno. Había perdido el punto donde Frisk se había encontrado y ahora no la hallaba en ninguna parte. –Si quieres ser útil, bien, ayúdame a encontrar a Frisk tú que puedes estar entre la multitud sin problemas.
-De acuerdo. –Comenzó a seguirlo, aunque manteniendo su distancia. –Me sería más fácil con mi magia, pero no logro escuchar nada desde que llegué. Es extraño.
-Hay varios reflectores de magia inalámbricos colocados en los alrededores. No tenemos ni idea de cómo se ven, pero son suficientes para que nada de magia pueda ser empleada en toda esta zona.
-¿Inalámbricos? ¿Osea que ni siquiera están conectados? ¿Cómo es eso posible?
-Deberías hablar más con tu falsa prometida.
Era evidente que le tenía más preguntas tras eso, pero el conejo se quedó callado por varios minutos al percatarse que no estaba para interrogatorios o pláticas casuales. Necesitaba encontrar a Frisk, y de preferencia, sacarla de todo de una buena vez. Las cosas no parecían estar en óptimas condiciones ahora para seguir adelante con el plan de atraer al Gran Don en un escenario que ya no parecía del todo controlado ahora, salvo claro, por las estúpidas cosas desviadoras de la licuadora parlante que mataría en cualquier oportunidad.
Pero al momento de bajar del edificio en el que se encontraban para tener una mejor vista, se toparon con gritos de horror inmediatos que para nada eran por un mal discurso de vagos políticos que ciertamente le importaban lo mínimo, ni tampoco por el posible avistamiento que algunos pudieran tener sobre él. De hecho, nadie le prestaba atención una vez que se adentró sin tener el cuidado necesario. Y no podía culpar a nadie por ese hecho ante semejante competencia de temor. Pero no era por lo que por un segundo había creído que finalmente había pasado, sino por algo que nadie había contemplado la posibilidad de toparse con semejante… cosa, saliendo del mar. Arrastrándose y dirigiéndose hacia la tarima.
-Q̴̨̺̦̗̹̺̀̏͒̎̌ũ̷̢̨̡̺̞ͅę̸̠̜̠̦̮̈͋̾̄̌ ̸͓͙̹̪̠͐̌̿̎̓͝ͅḷ̴̗̹͗̐͂̀̌á̸̛̮͖͓̼̈̈́̈́̍͗̅̑̽ ̷͉͉̬̯̻̩̟̱̆̽̈́̓͑̅̓̃̓̔͗ç̴̛̻̳̟̠͕̌̄̇̿̆i̵͎̲̅̋̈́̇̉̏͒̓̒͝͠ư̴̫͔͙͍͍̻̠̗̏̿̅͆͐̌́̓͜ḑ̷̺͉̙̭̈́͐̂́́̋̕͜ḁ̶͈̖͐̾̈́ͅḑ̵̾̇̈́̊̅̓̏ ̸͚͈̬͉̱̖͖̌̓͋͂̔́̈́̽̏͌͒p̴̢̛̛̹̐͋̆̐̈́͐̄̕͠a̸͓̖̪͑̉̕g̵͖̯̳̃͑͂͂̌̍̃͐͐͐̚u̵̡̨̬̞̲̝͇̘̻͛̏͑͌̚ͅẹ̸͒͠,̵̛͇̱͉̭̭͙̻͓́͒̑̐͒̈́̂͝ ̸̴̛̳̝͓̥̖̲̀̈́̈́̎̿̄̃̅̽̀̇̎̇̈́͑͝q̷̾̊͌͜ǘ̵̧̠̜̲̣̫̊̃̚ě̶̛͇̥̃́͒̑̄̾̕͝ ̶̙̜͛̈́͊̉͘m̷̛̖̞̌̉̈́̿͘i̸͔̰̱͚̼̪̤̪̿̉̿̓̐ ̵̹͈͍͇͔̾̏́͊͛͠͠͝ͅl̴͈͙̞̝͓̼͒ǎ̸̘̠̣̟͎̠͇̠̭̘̉͋͆͐̽̈́͒͑͝͝m̶̡͙̳̩͖̱͇͓̃̒ḙ̶̛͚̩͍̱̥͖̰͈̌̀͆̀͒̈́̚͘ņ̴̧̨̻͕̳̺͖͇̾͌̒̾̚ͅt̵̢͎͚̫͍̀̓̃̎̚͝o̸͗́͐͂̽̓̊͑͘̕͝ͅ ̷̢̛͍̠͊͊͂̓͊̀̇̍̕s̵̻̬̙̙͎̥͘ę̸̛͔̥̰̺̱͎̱͋̔͌̒̈́͐̂͌̚͝ ̷̧̟͓̪͌͋p̴͚̦̤̘͚͖͇̹͂́ŗ̷̖̯̹̤͉̾͝ṍ̷̜̓́͗̆̐̂͒͝p̵̩̽̌̊͋̑̔̄̓̒͠ą̴̨̲̪̭̩̣͎̫̹̄͜g̴͕͖̳͈͉͕̠̿͊̋u̶̡͓̤̪̪̭̒̑̚ͅȩ̶͚̦̙͚̲̼̏̃̎̉̂ͅ. ̷͈̱̞̹̹̮̹͊͋͐̂̎̃̔̒̋̽̉Q̸͉̰̬̊̐͐̿́͋̅̆̅̚͜ủ̵͇̳͖̠̝̰̜́͆̋͂̎̅̕͜e̷̢̨͔̫̮̜̗̫̐̒ ̸̗̫́͗͗͋͝t̴̠̗̝̂͋̾̂̾̽̽̄͝o̸͖̔̎̅͗͂̇̓̕d̸̖̣̞̰̯͓̙͎͔̻͌͌̾̽̓̔͂̽̈́͜ǫ̶̡͚̹̲͓̘͓̲̝̌̄̓͂̀̃͗͝ ̴̧̧̩̮̟͍̘̞̳̳͒̓͂̂͌͛͗̚͝q̷̛̳͋͂̈́̂͐́ͅű̷̡̧̘͉̟̱̬̮͖̙̳̔͆̐̑͠e̵̤͂̂̑̕͝d̶͉̜͖͙̻̠̘͎̮̏̈́e̶̬̱̖̪͔̱̼̔̊̽̽̈̄ ̷̼̱͚̻̣̺̼̘̱̪̜̂̌̀̔ȇ̶͎̖̉̕ͅń̴̢͚̰̠̙͍̆̔̽̓̅͝ ̵̰̖̯͈͉̘̏̐́̀̽̓̓͛͗͜͝r̵̞̎́̔͐̈́͘͘͝û̵̧͙̩̜̫̲̘̰̍̀̐̔̂̒̕i̴͓̤̝̔͐́̋͗͆͋n̷̛͈̣̤̟̠̰͓̖͈͂̊̀͋͂̕̕ͅͅä̵̰̖̝̻͉̗̗̳̪̠̇̚͝s̸̢̭̘̻̟͔̪̪͇͒̊̾̊͌̍̉̽͊̎ ̶̢̛̯̜̋̔̈̇̓̓̍̅͠͝ ̷̢̡̡̛̛̩̪̞̩̄̌̓̇̒̉̋͜ͅy̴̡̢̩̲̠̯̝̪̏̀͜ ̸̖͚̗̼̟͙̗̉q̵̺̋̾̽͋̿͌͋͐͗̌ͅṳ̷̲͂̀̊̇͆̉̉̕̕͝e̸̘̜͌͛̆́̋͛͌ ̶̛̹̻̤̙́̅͐̑̐̓̅̾̂͝p̸̠͎̙̰͉̝̰͗̓͝ẽ̷̖͊̎̈̎͐̊͒̕̕r̸̻͇̅͜ȩ̶̡̜͙͕͍̹̗͕͔̓͊̉̽͆̆͋̈͆̑͐z̵͖̻͍̯̯̦̯͊̑͒͊̈͛̔̀̚c̸̢̱̩͉̞͈̺̎̿͗̇͐̍̚͝ä̶̯́̈̈́̈́̃͑̐̆̽ ̶̦͔̟̮̖̺̬̺͈̇͋̏̈́̓́̿̆͝q̵͕̗̦͔͈̙̯͚̹̮̉ͅu̶͙̳̙̲̯̺͛̃͋́͆͋i̸̼̻̲̍͐̆̌͑͆ê̸͍̪̖͇͊̐̎̅̓̕n̵̫̹̳͒ ̶̥̽͒̎́͠ḷ̵̜̘̙͚̼̮̣͉͇̖̔̅́̄̆̍͘o̶͙̖͔͎̞̔͂̓́̔ ̷̢̛̝̰̹͉̝̈́̃̋̊̉̀̀̚m̶͖̦͙̂́e̴͓͋̈́̆͗́̀͠r̷͎͕͔͔̬͔̻̜̳̿̍̅͋̈́́̾̀e̴̺͔̘̮͇̥͎̖̓̾̒̾̋͐͊͗̌̆̾ͅz̸̼̳̎͑͝ć̴͉̟̯̎͒͑͑̉͘ȃ̴͎̆͒̆͑̚͠.̴̰̌̃̿̈̄͗̒͊
̶̛̳̳̏͐͒̽̀̀̔̚͠
-¡¿Qué demonios…?! –Escuchó a Ronnie exclamar con miedo.
Sans tenía muchas cosas por exclamar también, pero tan solo tuvo los fugaces pensamientos de que todo esto pintaba ir de mal en peor.
.
.
El detective la había encaminado lo más lejos que se pudiera de todo el relajo, pero seguramente también para poder asegurarse de que no pasara nada relacionado con ella. Frisk se aseguró en mostrarse lo más calmada posible, pero el no poder ver a ninguno de los Gaster mientras se separaba cada vez más, comenzaba a inquietarle sin saber qué hacer ahora fuera de ocultar a Flowey en el saco para que no haga algo tampoco antes de tiempo. Habría sido bueno que Don Gaster le prestara una vez más sus anillos para la situación que presentaban, pero el jefe de familia no lo consideró necesario al estar todos expuestos de alguna manera. Debieron pensarlo mucho más.
Al menos, al estar en la parte alejada del evento, sabía que tendría cerca a Amable y Leal. Solo esperaba que tampoco actuaran por su cuenta antes de tiempo.
-Muy bien, señorita Dreemurr…
-No acudo a ese apellido tampoco, señor. Solo soy Frisk. ¿Y usted cómo se llama?
-No estamos para socializar. Aquí quien hace las preguntas soy solo yo, señorita.
-Me parece un pésimo trato. Así que no responderé a nada.
-Entonces supongo que no le importará que la retenga aquí hasta que acabe el evento.
-¿Acaso pretendió otra cosa? –Atajó Frisk mientras alzaba una ceja. Ya le había dado la impresión de que ese podría ser el motivo de apartarla tanto. –Mi trato es que tengamos una dinámica de preguntas y respuestas entre ambos. De lo contrario esto será inútil para usted. Y le recomiendo que sea rápido.
-¿Alguna razón por la cual quiere apurarse, señorita?
-Si. Y ahora es mi turno.
-Espere, yo no accedí a…
-¿Por qué investiga a Asgore Dreemurr?
Si bien la mirada de hartazgo que le lanzó el detective era una señal para saber que no le respondería nada tampoco, le sorprendió el haberse equivocado. Aunque sí que se tomó cuanto menos un minuto entero en meditarlo, claro estaba.
-Es mi caso, mi trabajo. Así de simple. Ahora me toca preguntar, ya que lo pone en tema. ¿Qué es lo que usted quiere con Asgore Dreemurr?
-No quiero matarlo, ni tampoco verlo muerto. Quiero detenerlo porque es necesario. –Simplificó inmediatamente, en espera de que le fuera suficiente información para alguien que parecía tener más que ella. Mientras tanto, sintió cómo Flowey se retorcía un poco tras su respuesta. –Sé que usted también y eso lo admiro, pero no estoy de acuerdo con sus métodos en cuanto trabaje para un sistema que no es equitativo ni justo. Es por ello que debo pedirle que no intervenga en mis asuntos.
-¿Le parece justo que se maten entre delincuentes?
-¿Y a usted que sea el sistema que los orilló por la desesperación, quienes sean sus verdugos?
-Aquellos que pretende justificar, mataron a decenas de familias. Acabaron con empleos que otros lucharon por mantener con tal de no caer en esa clase de situación lamentable. Así que no, no siento empatía por aquellos que solo se dejaron llevar injustificadamente, porque creo que hay mejores maneras para luchar si realmente están inconformes con un sistema que no les está favoreciendo. –Pese a la tensa situación, Frisk sonrió con ese argumento. Había utilizado las palabras que ella había dado en el juicio. Dándole a entender que había estado presente y que había tomado nota para tener su propio punto de vista. –Y algo me dice que usted opina lo mismo. O de lo contrario, ¿por qué apoyar la campaña de un monstruo que propone precisamente una mejor vida para los monstruos?
Frisk se preguntó sobre cómo era que sabía el detective tal cosa, pero optó por mantenerse en silencio a como le había recomendado Don Gaster que hiciera para esos casos donde era mejor esperar a obtener más información por su cuenta, que interrogando y haciendo las cosas más agresivas a su paso.
-Creo que usted me agrada, detective. –Y lo decía en serio. Aunque se tratara de alguien que apenas y distinguía su rostro del resto, con tan poco podía saber que era alguien que cumplía con lo que creía. Era fiel a sí mismo, al igual que la señora Bunny o el sacerdote. –Pero insistiré en que no intervenga. Solo yo puedo manejar este asunto al que pretendo poner un fin.
-¿Un fin, o continuar un legado? –El detective hizo un movimiento que tal vez habría podido interpretar como "cruzar de brazos", tras cómo había movido sus hombros. Aunque no tuviera un brazo, ¿podría tener el hábito de actuar como si lo tuviera? –Me imagino que estará buscando venganza como hija de El Jugador. De lo contrario me habría respondido de inmediato como Dreemurr y ya no fue el caso.
-¿Venganza? No, eso me es burdo. Como dije, solo quiero detenerlo.
-¿Y cómo pretende hacerlo, señorita?
-No es asunto suyo.
-Lo es. Todo lo que pasa en esta ciudad es asunto mío. –Acto seguido, el detective se quitó su jersey para dejar aún más expuesto la ausencia de su brazo derecho. Portando una camisa que dejaba en un estado libre la manga blanca. –Pero sobre todo, no quiero que esa bestia le haga algo como esto a nadie más. Y lo crea o no, la incluye a usted.
-¿Cómo fue que…? –Soltó la pregunta ante la curiosidad, pero se detuvo un poco al cuestionarse nuevamente que podría ser algo grosero de su parte.
-De un jalón. La fuerza de ese tipo fue descomunal en ese momento, y no dudo de que lo sea mucho más ahora. –Respondió el detective sin importarle en lo más mínimo si su duda se trataba de algo descortés o no. ¿Acaso se trataba de algo que le preguntaban mucho para ya no darle importancia? –Solo a mi me dejó con vida con el objetivo de que quedara alguien para contar los hechos. Muchos lo llaman suerte, otros me llamaron héroe. Pero no fue nada de eso, solo un hecho y ya que le habría pasado a cualquiera en ese momento, pero me tocó a mi.
-¿Y se arrepiente de haber sido quien quedó así?
-No, solo sigo adelante. –De su bolsillo, sacó el pequeño libro de leyes que había dejado en el juicio. Definitivamente había estado presente esa vez. –Tal vez es algo que tengamos en común, señorita, pero no con el mismo objetivo, ¿cierto? Le repito, ¿qué es lo que pretende lograr ahora?
Frisk estaba por responderle, pero una cantidad de gritos aproximándose poco a poco le recordó que debía de darse prisa, en lugar de estar perdiendo el tiempo con una dinámica de preguntas con un desconocido. Así que sin más, se giró abruptamente para retirarse sin siquiera tener que avisar o algo, pero el detective inmediatamente la sujetó del brazo tras haber dejado caer el pequeño libro.
-Si intenta retirarse ahora, me veré en la necesidad de arrestarla.
-¿Qué no escucha los gritos? Algo está pasando.
-También lo creo, pero mi personal se encuentra presente y podrán hacerse cargo. En cuanto a usted…
-Yo me retiro.
Para Flowey aquello fue una señal, porque inmediatamente se dejó ver al mostrar sus enredaderas saliendo desde su prenda, tomando al señor y arrojándolo lo más lejos posible para que juntos emprendieran carrera de regreso. Pudo escuchar gritos por parte del detective pidiéndole que se detuviera, pero en ningún momento tuvo intención de girarse siquiera para ver si estaba bien. Si aquel escándalo pudiera darse por la llegada de Asgore Dreemurr, necesitaba estar presente a la brevedad. O si se trataba de la posible amenaza que había recibido el señor Holiday, de igual manera necesitaba estar ahí para intervenir y causar una distracción.
Pero en lugar de todo eso, vio que una extraña criatura marina se estaba haciendo notar desde el punto más vistoso de todos en el evento. Siendo que varios guardaespaldas se llevaban al alcalde con cuidado, mientras que el señor Holiday no tenía ni idea de qué hacer ante semejante criatura que daba la impresión de estarse derritiendo a su paso. ¿Eso era lo que le había tenido amenazado? Siendo el caso, levantó el brazo con el ramo de flores para dar la señal, pero no pasó nada en el instante. ¿Dónde estaban el resto? ¿Acaso algo había pasado? ¿Había perdido demasiado tiempo con el detective? ¿Acaso estaban buscándola ahora? ¿Qué debía de hacer ahora?
-Frisk, creo que los reflectores me están debilitando también. –Escuchó que Flowey le decía estando en su hombro, lo cual la alteró mucho más en el instante. –Acabo de tratar de sacarte de aquí, pero apenas y puedo estirarme.
-Pero acabas de usar tus lianas allá.
-Creo que es un punto ciego de todo esto. Tal vez por eso el detective te llevó para allá. Debe saber ese dato si trabaja para el gobierno.
-No tiene sentido, a menos que… hubiera querido ver si los Gaster llegaban a mi auxilio. –Concluyó rápidamente. Sin saber qué hacer con esa información por ahora. Estaban pasando demasiadas cosas ahora y le estaba costando trabajo concentrarse. –Flowey, tendrás que ser tú quien detenga a la policía antes de que se adentren más a intervenir.
-¡Deberíamos huir ahora!
-Tengo que sacar al señor Holiday de esto, es el compromiso que tengo con él. –Y antes de que le insistiera con lo contrario, se lo quitó del hombro para dejar que se moviera a sus anchas en el suelo. –Por favor, al menos tratemos de que no todo quede perdido hoy.
Parecía que Flowey le había entendido a regañadientes, porque terminó haciéndole caso mientras ella seguía corriendo hacia adelante en espera de poder contar con el hecho de que los Gaster tenían armas consigo para intervenir. Teniendo que separarse de nuevo con tal de salir lo más airoso posible de todo.
Pero no había logrado ni acercarse más, cuando algo más tomó acción inmediata de la criatura marina que apenas y se había acercado un poco más. No había sido la policía, quienes le daban prioridad a la seguridad del alcalde todavía en turno, o a la ciudadanía que aun se encontraba paralizada ante lo extraño que se estaba tornando todo. Tampoco había sido Sans, Don Gaster o los seguidores, quienes por algún motivo no los veía cerca o en alguna parte, seguramente quienes debían de saber ya que algo diferente estaba pasando. Tampoco vio a Mettaton, quien debía de tener en mente dónde eran los puntos más seguros que él mismo había creado y que tal vez ya se había encaminado hacia ellos.
Sino un monstruo jefe que había llegado desde las alturas, tal vez dando un solo salto para llegar de inmediato y dar un solo golpe que empujó a la criatura marina sin problemas.
Frisk ni siquiera supo de dónde había venido realmente, había sido demasiado rápido en hacer acto de presencia que costaba procesar que estaba finalmente ahí, como el hecho de haber golpeado con una inmensa fuerza que nunca había creído posible de ver en un ser vivo. Y también para asombro de todo espectador, la criatura marina había logrado levantarse tras eso, soltando un grito que ponía los pelos de puntas a todos ante lo desgarrador que era, casi pareciendo un grito de furia hacia el ser que le había golpeado. Incluso, parecía algo aturdida, mas no importándole en lo más mínimo a comparación de sus ganas de querer morderlo a toda costa.
No obstante, no fue un problema para el oponente que había llegado de la nada. Tomándola de la cola para azotarla en el suelo y dejándola inconsciente en el instante sin siquiera haber pestañeado. Sin siquiera dignarse en ver cómo había terminado tras su intervención, como si ya hubiera sabido el resultado mucho antes de haberle dado pelea.
El silencio reinó por ese instante. Ni siquiera el mar se atrevía a molestar al monstruo jefe que se había presentado ante todos.
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Asgore apenas y se dignó en ver su entorno, aun cuando nada en ello le interesaba lo suficiente para quedarse más de lo necesario observando algo fijamente que no fuera su razón de estar presente.
Pese a los años ausentes presenciales que se había dado como acto piadoso para la ciudad, no cabía duda de que nada había cambiado en cuanto a lo que provocaba con su presencia, a lo cual le hizo sonreír momentáneamente conforme daba unos cuantos pasos hacia el frente, ignorando por completo el caos que había causado con tan solo una pizca de su poder, ignorando a la amalgama que le había faltado y que sin duda alguna llevaría de vuelta a casa.
Podía sentir la trampa que habían pretendido darle, pero ni con todos los desviadores de magia que pudieran haber en el entorno, podrían detenerlo y lo dejaba más que en claro con tan solo un par de golpes dados. ¿Detenerlo? ¿Debilitarlo? Ternuritas, uno diría que en varios años habrían podido prepararse para ser mejores, pero no cabía duda de que alguien inferior siempre sería eso. Sin importar cuántas miradas y pistolas le estuvieran apuntando hacia él.
Pudo ver a Rudy de reojo, tal y como Gerson le había dicho que estaba queriendo dedicarse actualmente, pero realmente fue de lo más decepcionante contemplarlo tan debilucho, apenas sosteniéndose con un bastón desde la tarima. Así que ni siquiera se dignó en decirle algo, mucho menos en verlo más de la cuenta. Hace tiempo que ya no era alguien de su interés y no había algo que le cambiara de parecer.
Lo que sí tenía su atención total ahora, era justamente un ramo de flores doradas, resaltando dentro de tanta opacidad ocasionada por gente miedosa. Un ramo sostenido por una mujer elegante con detalles dorados… un collar dorado perfectamente reconocible… y que, sin duda alguna, no le tenía ni una pizca de miedo.
Esa mirada estoica y retadora, aun cuando supiera que estaba por enfrentar a la muerte misma sin escapatoria alguna. Aun cuando el averno le estuviese rodeando y sin nadie que pudiera auxiliarle en el instante ni tampoco importándole ese hecho, era sin duda un rostro que nunca creyó volver a ver en su vida. Una mirada que se aseguró en atesorar para sí mismo y para nadie más, como un trofeo que nadie pudiera merecerse de semejante oponente que no cualquiera pudo darle frente salvo él mismo. Pero no cabía duda de que se había equivocado, había cometido un error que ya era muy tarde para repararlo. Ahora todos la estaban observando haciéndole frente, retándolo. Ahora todos la estaban reconociendo como un posible objetivo si estaba siendo capaz de estar de pie ahí, sin necesidad de ocultar su identidad porque evidentemente esas cosas le valían por completo.
Habían pasado tantos años sin verla, que no pudo darse cuenta del momento en que Frisk comenzó a parecerse tanto a Masao Saito en muchos aspectos. Esa mirada afilada e indiferente, aun en un posible lecho de muerte, era sin duda alguna la misma.
-Estoy aquí. –Escuchó su voz por primera vez en mucho tiempo, la cual ya no era aquella infantil que trataba de obtener su atención de forma inocente en sus recuerdos. Sino la voz de una mujer seria. –Asgore Dreemurr.
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Trabajo muy duro, como un esclavo… ¡pero sin rendirme! ¡Aaahhhh! Creo que soy la persona que más se frustró con tanta ralentización que tuve esta vez en cuanto a actualizaciones, por lo que tuve que conformarme con escribir en algunas escapadas al baño, a escondidas, entre viajes en transporte rumbo a mi casa, en lo que fuera que me diera unos cuantos minutos para no parar de escribir, aun cuando fuese poco a poco. Todo con el objetivo de no solo tener este capítulo listo, sino avanzado el siguiente para no atrasarme una vez más. Es por esto que Ramón dice que soy la fan número uno de Flapper Florist, jajajaja.
¡Michi fuera!
:)
Pd. Los quiero mucho.
