La furia, el odio, la ira… eran cosas que Sans ya había experimentado en más de una ocasión y sabía a lo que podía llegar con ellas. Pero nada de eso se comparaba a lo que estaba sintiendo en ese preciso instante.

-Humanos, son adorables, ¿no crees? –Mencionó la bestia mientras agitaba el cuerpo inerte que sostenía con una sola mano sin tanto esfuerzo. –Tan resistentes para unas cosas, pero tan débiles para otras. No merecen estar en la cima de la cadena alimenticia.

Sans ni siquiera se dignó en ver a la bestia que le dirigía la palabra socarronamente con el objetivo de irritarlo mucho más. No podía dejar de observar a Frisk, completamente ensangrentada, inconsciente y posiblemente con lágrimas en los ojos ante el hecho de que el ser que había considerado su padre… aquel por el que se había presentado en la ciudad, a quien estuvo dispuesta a mantenerlo en anonimato con tal de protegerlo… aquel por el cual se había arriesgado tanto con tal de defenderlo, de quererlo… le había hecho eso sin dudar al mero instante de tenerla de frente. Sin darle oportunidad de una palabra más de su parte que sin duda alguna le habría cuestionado mucho sobre sus actos.

Sabía que Frisk había tenido una pizca de esperanza en el hecho de que aquel sujeto todavía la quería, que había algo por lo qué defenderlo, pero el mismo tipo había acabado con esos sueños y esperanzas. Y él, si bien dudaba mucho del posible comportamiento que hubiese tenido la bestia, creía en la capacidad de Frisk de hacer razonar a cualquier mente terca con el simple hecho de que ella nunca se rendía con sus objetivos, siendo firme consigo misma y exigiendo lo mismo hacia los demás que se comprometían con ella. Por ende, había permitido que aquella reunión ocurriera, siendo tan culpable como cualquier otro por el simple hecho de ser todavía incapaz de mantenerla a salvo.

En sus manos, la bestia tenía a la chica de la que estaba enamorado. No iba a permitirle que la siguiera lastimando de ningún modo. Así que dio un paso al frente, y luego otro, y otro, y muchos más. Sacando su metralleta oculta en su columna y apuntando al frente sin detenerse. Disparando a la primera oportunidad al ser un objetivo muy claro, pero no siendo suficiente ante un tridente moviéndose constantemente para ser un escudo de toda bala que pudiera llegarle.

Como equipo, ya habían contemplado desde antes que los reflectores impedirían el uso de la magia de forma contraproducente, pero para ello se habían preparado para usar armas más potentes de las que frecuentaban cargar consigo y que tenían un alcance suficiente para hacer todo a larga distancia. Algo en lo que el viejo era un experto en usar y le había transmitido el conocimiento a Papyrus por su buena vista, pero al haberse quedado por el hecho de no dejar Snowdin sin un Gaster, y que definitivamente no iba a ser él estando Frisk expuesta, estaban ante una leve desventaja que le disgustaba en gran manera en admitir. Y dado que el experto y jefe de familia no parecía verse por ningún lado ante un momento tan crítico, no iba a quedarse con las manos quietas sin siquiera meditar un poco la situación.

Le daba igual que ese monstruo jefe fuese más imponente que la última vez que le había visto. Le daba igual si era capaz de matarlo de un solo golpe. Le tocaba ser valiente o morir en el proceso. Le tocaba hacer lo que mejor se le daba: combatir de cerca y sin piedad.

La bestia sonrió al momento de notar sus intenciones, golpeando al suelo con su única mano libre al momento de tenerlo al alcance, pero Sans era más rápido y pudo esquivar a tiempo, aprovechando la corta distancia para dispararle con más facilidad y fallando ahora él con el tridente interviniendo. Repitiendo un par de veces más la situación con el fin de ver un punto ciego en su propio combate, en sus fuertes movimientos que pretendían inmovilizarlo dejando sin piso el lugar con cada golpe.

No por nada el viejo le había entrenado durante años para saber cómo combatir tan de cerca de todo oponente. Sabiendo que para muchos era más sencillo combatir a cierta distancia que otorgaban las armas de fuego o la magia, cosa que él mismo usaba en exceso por mera comodidad de hacer todo rápido con el menor ruido posible. Pero al no contar con buena vista mágica como el resto de su familia, el viejo se había encargado de que su debilidad se volviese su fortaleza, desconcertando a todo enemigo que tuviese la mala suerte de tenerlo cerca. Algo que hasta ahora, pensaba seriamente en agradecerle a su padre tras tanta tortura con eso.

-No cabe duda de que quisieron hacer su esfuerzo esta vez. Aplaudo el intento, pero me río de su torpeza. –Comentó la bestia mientras seguía esquivando toda bala con su tridente que se movía a sus anchas sin siquiera tocarlo. –La magia es lo que nos hace monstruos, nos hace ser quienes somos, por ende mi poder va más allá, muchacho. Lo que contemplas es el poder de mi voluntad, y eso nada ni nadie lo puede detener salvo yo.

Sans no respondió, enfocándose mucho más en aproximarse y luego apartarse en cada golpe en respuesta tras sus disparos a corta distancia. Notando en el instante que la bestia también lo estaba evaluando con calma, lo estaba analizando en qué tanto se atrevería y no. Y lo supo por el modo en que pretendió usar a Frisk en uno de esos golpes hacia él, llegándole parte de su sangre y enfureciédole mucho más esa crueldad de su parte. ¡Iba a matarlo, iba a matarlo, IBA A MATARLO!

En efecto, sabía a lo que podía llegar con la ira, pero transmitirla sin magia era una cosa completamente distinta, como si algo en ello lo invadiera y se perdiera en sí mismo con el objetivo de acabar con aquello con sus propias manos. Siendo un claro ejemplo, el hecho de haber acabado con el casi violador de su novia sin siquiera pensarlo, o casi con el estúpido panadero que le había golpeado… Pero nada de eso le ayudaría del todo en ese momento. Si actuaba como su padre lo había hecho en un enfrentamiento anterior, sería el mismo caso de perder la cordura ante un oponente imposible de salir airoso de él. Si él mismo actuaba como ya lo había hecho en el pasado, solo volvería a lastimar a Frisk, dejándole el peso de tener ella que aguantar todos sus errores una vez más. Eso no podía seguir así.

Sabía que necesitaba ser más astuto que poderoso o letal, pero no le era tan sencillo cuando sus ganas de ahorcarlo eran más grandes. ¿Qué haría Frisk en su caso? Afrontar de frente no había funcionado claramente, ¿entonces cómo derrotar a alguien como él? ¿Cuál era realmente su debilidad ahora si resultaba que no era Frisk?

Aquella ocasión en su mansión, la bestia había querido provocar a su padre para tener pelea. Y era claro que estaba haciendo lo mismo con él ahora. Así que tal vez algo dentro de ello debía de tener una debilidad visible, por más tonta que se tratase la posibilidad. ¡¿Dónde demonios estaba el viejo?! A él se le daban mejor estas cosas, él solo estaba siendo capaz de pensar en matar a la bestia de la forma más lenta y dolorosa posible, y eso definitivamente estaba siendo imposible de lograr a su modo.

-Tonto muchacho, ¿y así te atreviste a decirme que tus manos eran apropiadas? –De nuevo habló la bestia con una sonrisa cada vez más irritante. Era como si le divirtiera la situación, agitando el cuerpo ensangrentado de Frisk una y otra vez. –Una lección para ti, joven Gaster, no intentes pensar demasiado en una pelea. ¿Crees que soy lo que soy porque planifico mis tácticas? No, yo confío en mi fuerza, en mis habilidades, en lo que sé y puedo hacer en el instante.

-¡Ella confió en que la quería! –Finalmente exclamó furioso. –En que usted se llamaba a sí mismo su padre.

-Eso fue problema suyo.

Intentó golpearlo ahora, aunque aquello le rompiera los nudillos, pero el tridente intervino una vez más y tuvo que retroceder en el instante. De nuevo estaba en una batalla de resistencia donde él tenía la mayor desventaja de todas, siendo que el oponente ni siquiera estaba liberando una gota de sudor al no tener necesidad de hacer algo de esfuerzo en aquello que realizaba. Ni siquiera estaba dando más pasos, quedándose tan solo en su propio eje sin soltar a su chica que seguía sin poder despertar, sin volverse en otro estado que cuanto menos podría hacerle defenderse de quien no paraba de sostenerle.

Frisk había hecho que su familia recuperara la confianza en ellos mismos, en aceptarse y en creer en oportunidades. Que él no pudiera hacer lo mismo solo le estaba haciendo sentirse más patético de lo que ya sabía que era, pero no estaba para lamentos ahora ante el peligro. Estando solo en una batalla que si bien era justa a su manera, no estaba al nivel de capacidades. Necesitaba calmarse, pensar en algo, pero mierda, estaba siendo muy complicado hacerlo. ¿Qué haría Frisk? ¿Qué haría el viejo? ¿Qué haría Papyrys o Muffet? ¿Qué… tenía que hacer él? No quería fallar, no podía fallar. No tenía permitido fallar, o de lo contrario perdería a Frisk, tal vez para siempre. No, no, eso jamás.

De reflejo pudo evitar un ataque del tridente, pero en ello terminó cayendo torpemente, a lo cual tuvo que rodar para evitar de nuevo otro golpe y escuchar su risa en el proceso. Maldita sea, sabía que no era rival para él, pero sin ser capaz de dispararle, mucho menos golpearle o apuñalarle, lo que le quedaría sería obstruir todo movimiento de su parte, que no serviría de mucho si tenía un arma que se movía, a palabras suyas, a su voluntad. ¿Eso qué demonios significaba?

Nuevamente se enfocó en ver a Frisk, esperanzado de que pudiera recuperarse como antes, aun cuando era un riesgo para ella misma que se presentara en otro tipo de estado. Pero en ello, pudo contemplar que ante el primer indicio de Frisk de estarse recuperando, el Gran Don inmediatamente la estrujaba. Si bien eso le enfureció mucho más… pudo darse cuenta que el objetivo de la bestia era que en efecto, no se recuperara lo suficiente para despertar. ¿Pero con qué objetivo, si era claro que la tenía a su merced, aun si estuviera consciente? ¿Acaso la estaba torturando ante él para provocarlo mucho más?

Maldición, ahora comprendía. Frisk no lo había sacado de su fortaleza, le había dado su ubicación para llevársela consigo. Recuperarla cual trofeo, a la par que lograba dar con él para acabar con lo que dejó pendiente ahora que sus lacayos no habían cumplido con la labor.

-Debo reconocerte una cosa, muchacho. Hacía tiempo que nadie se atrevía a retarme y se estaba volviendo aburrida la rutina. –La bestia ladeó un poco la cabeza para dejar en claro su punto, como si anduviera en un momento de lo más casual. –Pero al menos creí que tendrías más habilidad con semejante acto de tu parte.

-¿Cree que es lo único que he hecho? –Sans dio un salto hacia atrás y tuvo lista su arma de nuevo. –Parece importarle mucho que sea quien se acueste con la humana que sostiene en su peluda mano. ¿Acaso no le parezco suficiente para ella y por eso la está desheredado?

Había sido una suerte que diera otro salto hacia atrás en el instante, notando la velocidad en la que la bestia ahora había dado un pisotón en la tierra ante su comentario. Haciendo temblar el lugar tras romper el pavimento y haciendo retroceder a la policía que apenas se dignaba en aparecer. La bestia ya no estaba con juegos, ya que eso definitivamente lo habría matado en el instante.

Sin el viejo a la vista o interviniendo, sin los seguidores y sin la flor que seguramente algo le había pasado para que no estuviese con Frisk, tenía que reconocer que por más furioso que estuviera con él, era más prioritario mantener a Frisk a salvo antes de querer afrontarlo a golpes que claramente perdería. Las armas no eran suficientes en sus manos, necesitaba mucho más que eso. Ni siquiera los policías presentes estaban siendo suficientes pese a estarle apuntando con todas sus armas de forma torpe. La sonrisa socarrona de la bestia dejaba en claro eso.

Necesitaba borrarle esa sonrisa, necesitaba acabar con la maldita bestia y hacerle sufrir lentamente por cada lágrima que le había provocado a Frisk.

Al demonio el plan. Necesitaba su magia de vuelta.

-¡Ja! A ti te recuerdo. –Exclamó Dreemurr al momento de ver a tantos interviniendo ahora, siendo que solo se enfocaba en el detective que minutos antes se había llevado a Frisk para apartarla de todo. –Los años sí que han pasado, ¿eh? Ya no eres un joven policía temeroso.

Sans ni siquiera tuvo el ánimo de preocuparse por su presencia al ser el peor momento para que estos idiotas se presentaran a querer trabajar. Ni tampoco el don parecía importarle, ya que el modo de verlos era como si observara hormigas recorriendo el pavimento. Aun así, Sans aprovechó que fueran un tipo de estorbo para volver a disparar en más de una ocasión, teniendo el mismo resultado y ahora teniendo que apartarse con prisa tras la intervención de la policía. Maldita sea, ¿qué no se daban cuenta que estaban ante alguien peor? Si tuvieran sentido común, le dejarían matarlo primero.

-Sans Gaster y Asgore Dreemurr, quedan arrestados por sus múltiples delitos cometidos. –Exclamó el detective, teniendo su arma al frente de la bestia con la única mano que tenía. Lo cual por alguna razón, le causaba mucha gracia al monstruo jefe. –Tienen derecho a guardar silencio.

-¿Derecho, dice? No, detective, es mi deber real alzar la voz. –Y con una enorme sonrisa que dejó en vista todos sus colmillos, prosiguió a gritar. –¿QUÉ LE PARECE SI AHORA LO MATO PARA DEJAR EN CLARO MI NUEVO MENSAJE, EH?

Era evidente que el cuerpo policiaco se estaba confiando demasiado en que ambos monstruos no podían usar su magia, pero olvidaron por completo, aun cuando varios ya habían sido testigos inmediatos, de la fuerza descomunal de la bestia que visiblemente ocultaba hasta qué nivel podía llegar con ella. Y también, se olvidaban por completo que él era un asesino profesional y que el que llamaran a la humana como su "amante" no era por nada, pero en lugar de atacar optó por enfocarse en algo más ahora que había logrado ver en la distancia a varios guardaespaldas llevándose a alguien consigo que no pudo ver a simple vista, pero que tenía en mente de quién se trataba.

La policía estaría enfocada ahora en contener al Gran Don y viceversa, por ende tenía oportunidad de moverse ahora. Aunque justo en el momento en que la bestia comenzó a golpear, supo que tampoco contaba con mucho tiempo, antes de que se le acabaran los objetivos.

-¡Alto!

Vio de reojo que el detective se había percatado de que estaba huyendo al momento en que la bestia golpeó a algunos de ellos, cosa que le era sorprendente que se hubiese escabullido de eso. Pero Sans fue más rápido y se salió de su zona de control como pudo, sabiendo que le estaba siguiendo como podía hasta que aparentemente dejó de hacerlo para no abandonar a sus compañeros en peligro. Siendo así que pudo llegar ante el grupo de guardaespaldas que se pusieron alerta en cuanto lo vieron acercarse, pero Sans alzó las manos esta vez para dejar en claro que no estaba aproximándose para matar a quien estaban cuidando.

Al menos, no por ahora.

-Tú controlas los reflectores que hay en los alrededores, ¿cierto? –Exclamó Sans al momento de estar lo bastante cerca. Pero el maldito robot no se detenía ni siquiera a ver lo que estaba pasando alrededor suyo, mucho menos a él. –¡Desactivalos ahora!

-¡¿Estás loco?! ¡Es lo único que limita en algo a esa bestia en este momento! –Contestó el maldito cobarde. –¿Además no es lo que querían?

-¡Tiene a Frisk! –Aquello hizo que el robot se detuviera en seco y se girara abruptamente. –¡Si no se hace algo ahora, se la llevará!

Lo odiaba, Sans odiaba con todas sus fuerzas a ese tipo que en primera instancia había tratado a Frisk como objeto, haciéndole pasar más de un mal momento y que ahora se daba el aire de estar interesado en ella tras todas sus advertencias que le llevarían a matarlo en cualquier oportunidad. Pero odiaba mucho más al Gran Don, aquel que ni siquiera le había importado dañarla tanto física como emocional con una simple acción. Además, si era cierto que al imbécil le gustaba Frisk cuando menos de una manera, debía de ser suficiente para que le importara hacer algo para evitarlo. Y parecía ser el caso, ya que realmente se le vio preocupado en ese momento por algo más que su propio trasero metálico.

Así que por el bien de Frisk, dejó de lado todo malestar con él. Necesitaba aliados por ahora, salieran de donde salieran.

-No son aparatos cualquiera. Tengo que desactivarlos manualmente cada uno y hay demasiados en el área. –Explicó finalmente el magnate con total seriedad. Pero Sans podía percibir que incluso había algo de nerviosismo en su voz. –Tardaría demasiado.

-Pues hazlo.

-¿Qué no entiendes? Cuando termine será demasiado tarde.

-Y tú no entiendes que tiene a Frisk en sus garras e inconsciente. Lo que sea que quiera ese mastodonte con ella, no es nada bueno. –Sans comenzaba a desesperarse al grado de querer golpearlo para obligarlo. –¡Mueve tus engranes y piensa en una solución ahora!

Sus guardaespaldas se pusieron alerta en el instante de su exclamación, pero Mettaton en un ademán rápido, los detuvo sin darles oportunidad de siquiera sacar sus armas. Ja, como si hubieran tenido oportunidad contra él estando furioso.

-Es muy limitado el espacio de cada uno, pero hay dos puntos ciegos para casos de emergencia. –Sorpresivamente sí pensó en una solución a gran velocidad. O tal vez ya lo estaba haciendo desde antes de que se lo indicara. –El más cercano es el que está en sentido contrario, pero eso hará que alejes a la bestia de la costa y lo acerques más a la población.

-Bien, eso haré. –Sabía que Mettaton no le agradaba la idea por tema de exponer a algunos presentes, pero eso le importaba un comino y estaba seguro de que a él tampoco, solo que tenía que darse la pinta de ser un buen ciudadano sin importar quién lo viese. –Mientras tanto tú sigue con lo demás.

-Tú no me ordenas.

-Y tú no me agradas, pero es lo que hay.

Dio paso prisa para dirigirse de regreso, teniendo ahora la mala suerte de toparse con policías que dijeron algo en el instante, pero no prestando atención ante el hecho de ver que varias arañas se habían presentado para detenerlos lo suficiente antes de que la mayor de todas los noqueara con prisa. Y Sans no recordaba la vez que se sintiera aliviado de verla, siendo eso tal vez nunca, pero no cabía duda de que estaba agradecido de que estuviera una cara aliada en ese preciso momento, aun cuando se tratara de la suya y que estaba sin maquillaje y sin peinarse. Definitivamente debía de sentirse deprimida para presentarse tan demacrada, pero no lo suficiente para estar ahí pese a todo.

-Parece que llegué a tiempo para salvar tu trasero. –Sans no tuvo ánimo de contradecirle, ni ella de pavonearse con ello. –¿Y W.D.?

-No lo sé.

-¿Y Flowey?

-Tampoco lo sé.

-¡¿Estás contra él tú solo?!

-¿Ves a alguien más aquí, además de esos estorbos? –Señaló a los policías amordazados.

Muffet se mordió el labio, seguramente cuestionando si era bueno que se quedara o no, hasta que pudo ver de nuevo cómo esa bestia sujetaba a Frisk como si se tratase de una muñeca de trapo. Cambiando su semblante rápidamente tras tomar una decisión firme.

-De acuerdo… Tienes un plan, ¿cierto?

-Hay que llevarlo hacia el otro extremo para poder usar magia.

-Bien, tú te encargas de eso y yo de tratar de quitarla de sus manos. –Sans se giró hacia ella con breve enfado. Vaya apoyo que estaba resultando. –¿Qué? Eres el más apropiado para la tarea. Si ese mastodonte se considera su padre de alguna manera, debe odiarte con todas sus ganas.

-No sé si esa sea la relación ahora. Ve cómo tiene sujeta a Frisk.

-¿Qué no ves? Es el típico señor queriendo resguardar a su retoño. –Sans mantuvo la misma mirada. –Si, si, con más violencia de por medio, pero debe ser el primero en saber que Frisk no es normal. Si la está llevando consigo, debe ser que no quiere que despierte en todo el proceso. De lo contrario, la habría mordido o descuartizado ante todos para dejar en claro su crueldad y no es el caso. ¿Qué no tiene el rumor de que come carne humana?

-Pensé lo primero, pero tal vez sea porque la considera su experimento y quiere recuperarla tal cual. –Citó Sans con molestia. En serio que no era un buen momento para una conversación así. –Intenté provocarlo, pero fue en vano.

-Pues no lo suficiente. Creo que ella le importa, pero eso bajaría su reputación ante tantos presentes. En cambio tú, es claro que la buena reputación no es lo tuyo por ser un idiota.

-¿Gracias?

-Es bueno que lo seas, Sans. Es justo lo que se necesita ahora. –Sans esperó a que se explicara mejor, ya que no estaba seguro de sí sentirse ofendido o halagado con eso. Y el resultado de eso le haría golpearla o dejarlo pasar. –Si ya eres lo suficientemente loco para admitir ser un monstruo enamorado de una humana, entonces eres lo bastante demente para hacerle frente a quien quiere demostrar que los humanos y monstruos deben ser enemigos naturales.

Sans se giró a ver de nuevo a la bestia, sosteniendo a Frisk con la suficiente fuerza para retenerla sin oportunidad alguna de escape, pero también, evitando romperla fuera de lo necesario pese a ser totalmente capaz de hacerlo sin esfuerzo alguno. Muffet estaba en lo cierto, su intención no parecía aniquilarla por completo, sino evitar que despertara en cuanto estuvieran en tal escenario. Siendo el caso, debía de haber una pizca de duda en él si su arma imponente no se dedicó a matarla, sino que su objetivo siempre había sido sacarla de toda la ecuación sin perder el impacto de ser imponente ante todos. Sin dar pie a la duda ajena de sí se había ablandado con el tiempo.

Vaya relación familiar de mierda que tenían, pero él no era el ser adecuado para poder expresarlo. Era irónico que recordara en un momento como ese, el hecho de que Frisk había tenido que romper una taza para reflejar que algo roto podía repararse, sin negar las fisuras.

Frisk había logrado la atención de todos en un juzgado al admitir ser su novia, poniendo todo de cabeza y saliéndose con la suya al ser sincera ante una ciudad llena de mentirosos, poniendo en evidencia todo lo que estaba mal en cara de todos aquellos que merecían escuchar sus palabras crudas. Poniéndose en el centro para acaparar toda atención y jalar a todos a la trampa que ya les tenía. Eso era lo que definitivamente necesitaba hacer ahora.

-Gracias Muffet, siempre cuento contigo para ver esa clase de detalles.

-Eso no es cierto, pero gracias.

No perdiendo más tiempo, Sans se dispuso a dirigirse al punto ciego de los reflectores de magia, pero a la vista de todos aquellos que pese a la situación tan catastrófica, decidieron quedarse por la anécdota. Teniendo libretas y cámaras en mano para narrar lo sucedido, siendo la mejor nota periodística que podrían sacar en sus carreras. Y pues bien, estaba ahí para darles más material. Para exclamar ante todos quién era él y quién era Frisk para él.

Sus enemigos la veían como su debilidad, pero nunca comprendieron ni comprenderán que ella realmente es su mayor fortaleza. Su razón para seguir luchando, su razón por vivir un día más. Y era él quien dejaría un mensaje claro para toda la ciudad, para todo aquel que le estuviese escuchando en ese preciso momento. Y era que nadie, NADIE, debía de atreverse a lastimar a su bonita. Sin omisiones.

Tomó uno de los micrófonos que habían tenido de reserva para el debate y le dio un par de golpecitos para comprobar que lo había conectado bien.

-Damas, caballeros y cabrón, muy buenos días. –Habló al micrófono, teniendo inmediatamente la atención de todos. Incluyendo la policía que tenía sus armas sin saber hacia dónde apuntar ahora. –Mi nombre es Sans Gaster, y este espectáculo se lo quiero dedicar al amor de mi vida, Frisk la humana, y al estúpido patán que la sostiene en este momento.

El silencio nuevamente se hizo presente ante sus palabras, salvo por los lápices moviéndose a prisa ante todo lo que decía y seguiría diciendo. La policía, los Blook, los medios de comunicación… estaba ante muchos peligros siendo un blanco muy fácil para todos, pero nada se comparaba con la mirada del Gran Don, que si bien su sonrisa la mantenía intacta, sabía reconocer de primera una mirada repleta de furia tras esos ojos ámbar. Aquello habría paralizado a cualquiera, pero no a él. No ahora. Dando un paso al frente para dejárselo claro a él mismo.

Después de todo, le tocaba ser valiente por ambos.

-Vamos, cantemos a dúo, figlio di puttana. –Iluminó su ojo en respuesta, junto con esbozar una sonrisa desafiante. –¿O debería de decir, "suegrito"?

Era evidente que el Gran Don no sabía italiano y ni le interesaba comprobarlo, porque lo que realmente había disgustado a la bestia, era precisamente el cómo lo había llamado al final ante tantos que no tenían ni idea de cómo reaccionar ante tal declaración.

.

.

-Por aquí, señor.

Rudolph junto con su familia seguían al par de sujetos extraños que trabajaban para la familia Gaster, siendo sus guardaespaldas particulares de forma voluntaria, a comparación de la inmensa cantidad de seguridad que contaba su oponente que había huído de inmediato. Y era bueno que no les reconocieran tanto públicamente a seres tan extraños, o de lo contrario su esposa habría gritado escandalizada queriendo huir a otra parte, o sus hijas habrían entrado en pánico al instante. Ya era demasiado lo que estaba pasando en el mismo instante para que tuviera que poner más sal a la sopa de angustias.

Esa criatura marina parecía que le había reconocido por alguna razón, pero si ese fuese el caso, estaba seguro de que él jamás habría olvidado semejante ser tan impactante. Aunque no se comparaba con el hecho de haber visto a su viejo amigo tras tanto tiempo, golpeando sin piedad a esa criatura, pareciendo seguramente ante tantos presentes que el mafioso más peligroso de la ciudad le había salvado, cuando él sabía perfectamente que no era el caso. Asgore siempre había sido un gran boxeador, un peleador nato que jamás le diría que no a una batalla, y pese a tantos años, aquello no había cambiado para nada. Por lo que podría tratarse de una mera coincidencia su presencia, sino fuese por la jovencita que había accedido muy fácil a su petición de seguridad.

¿Así que lo había usado como carnada para atraer tanta prensa? ¿Finalmente le había tomado la palabra sobre ser la única que podría demostrarle su amor a la humanidad y quería ponerlo en evidencia? Era una tirada muy peligrosa, incluso para alguien de sangre fría como ella. Así que esperaba que estuviese bien. Tantos reflectores en el entorno hacían sentirse débil a cualquier monstruo, razón por la cual él se movía mucho más lento que de costumbre. Teniendo que apoyarse en una de sus hijas para apresurar paso y alejarse lo más posible. Así que los Gaster tal vez no podrían ayudarle mucho como quisieran.

Cosa que comprobó al poco tiempo de tratar de alejarse lo más posible. Escuchando como algunos ciudadanos despavoridos mencionaban que la bestia de Ebott había perforado a una humana que se le había atravesado en el camino. No tuvo que pensar demasiado para saber de quién se trataba, y aquello solo le hizo sentirse mucho peor. Él le había metido la idea de que ella debía de ser lo único bueno que Asgore tal vez tenía en su corazón, ella había dejado en visto que él le importaba sin dejar en claro qué relación tenían. Él de algún modo, la había orillado a tomar cierta acción y ahora… esto.

Asgore, ¿en verdad le había dicho adiós a todo lo bueno que había en él?

-¿Qué hacemos? –Preguntó uno de los extraños seres incoloros, deteniéndose abruptamente.

-Nuestra orden fue mantener alejada y a salvo a esta familia si se presentaba un problema.

-Pero la jefa…

-¡Vayan con ella! –Exclamó Rudolph con urgencia, pero parecía que no le estaban prestando atención en lo más mínimo, como si estuviesen atrapados en un bucle mental. Eran más extraños de lo que parecían. –Mi familia ya está fuera de peligro, vayan con ella ahora.

-Rudy, ¿qué…? –Comenzó a cuestionarle su esposa tras sus palabras. –¿Qué piensas hacer?

El reno no respondió, cuando claramente no tenía idea de qué poder hacer fuera de sentir una angustia aplastante. Su candidatura ya era un logro impresionante para muchos en el país, pero lo que pocos sabrían era que había sido gracias a esa chica de nervios de acero que era capaz de mover todo a su paso, teniendo los contactos adecuados. Le había dado la oportunidad al ver que él creía en verdad que los monstruos debían de luchar por sus derechos, brindándole la oportunidad de representarlos y… ¿estaba huyendo como cobarde? No, eso no era lo que necesitaba la ciudad. No era lo que quería comunicar.

-Rudy, él ya no es tu amigo. –Su mujer le sujetó el brazo, como si supiera de antemano lo que estaba por hacer. –¿O acaso olvidas lo que hizo la última vez que se vieron?

-Jamás podré olvidarlo. –Le sonrió con cierta culpa. Tal parecía que la preocuparía una vez más. –Pero tengo que ser fuerte una vez más.

-¡Tu tiempo de luchador terminó hace tiempo! ¡Maldita sea, Rudy, tienes a tu familia! –Sujetó su brazo con más fuerza, reflejo de su desesperación. –¿Por qué sigues obsesionado con pelear? ¿Por qué sigues buscando meterte en peligro?

No le tenía una respuesta, o al menos, una que fuera a gustarle. En su juventud había peleado más por dinero que por cualquier cosa, pero en Asgore conoció el honor en una pelea y la satisfacción que daba ganar una al saber que habías hecho de todo por lograrlo. Siendo el premio vivir una vez más, pero no como una situación altamente lamentable, sino como para demostrarse a uno mismo que se tenía el derecho de vivir. Esa sensación todavía la recordaba, y por ello, todavía era capaz de recordar el gran amigo que fue Asgore para él. Por ello era que creía fervientemente en un mundo mejor si se luchaba y se aguantaba lo suficiente en el rin de la vida, aun cuando habían tomado caminos muy diferentes para lograrlo.

Sabía que tenía una familia que lo necesitaba y amaba, y era por eso que le dolía tener que dejarlas así una vez más, aun cuando su razón principal de luchar eran ellas ahora. Porque si la florista no había logrado detenerlo, conociéndole tal vez como nadie lo hacía recientemente, entonces tendría que hacerlo él con tal de mantenerla a salvo, si es que se estaba a tiempo para eso todavía.

-¡Papá, no!

-Regresen a Snowdin. Las veré ahí.

Dedicándoles una sonrisa antes de retirarse, se encaminó de regreso hacia el punto de reunión. Sabiendo de alguna manera que el extraño personal de la familia Gaster le seguiría con tal de no dejarlo solo. Esperaba poder llegar a tiempo con semejante torpeza que se cargaba con su pierna mala. Pero definitivamente, no podía darle la espalda a la situación. No de nuevo. No cuando estaba tan cerca de demostrar un camino diferente para todos los monstruos que creían en él y en una vida mejor.

Gorey, ¿realmente a qué se había presentado? ¿Aún había algún anhelo en su corazón?

-¡Ayuda aquí!

Escuchó que alguien llamaba a lo lejos, pero los sujetos grises solo siguieron su paso, ignorando por completo cualquier ayuda que no pidiera algo relacionado a sus indicaciones iniciales. Por lo que él, al no ser capaz de ignorar algo que pedía tal cual ayuda, terminó desviándose para auxiliar aquello que con algo de desesperación estaba pidiendo algo de apoyo. Aunque claro, al momento de acercarse y ver de qué se trataba, no le fue grata su propia decisión. Después de todo, aquel ser había tratado de comérselo minutos antes.

Pero quien no pedía auxilio no era la criatura al estar visiblemente inconsciente tras lo que todos habían tenido que contemplar, sino que un conejo castaño y robusto trataba con todas sus fuerzas de apartarla lo más posible del escenario tan catastrófico que había generado su presencia en primer lugar.

-Joven, tal vez deba dejar que otros se encarguen de eso. –Comentó Rudy al momento de ver su sobre esfuerzo. –Y resguardarse en un lugar seguro.

-No voy a dejarla aquí. –Afirmó el conejo, el cual le sorprendía que fuese capaz de confirmar que se trataba de un ente femenino semejante ser tan particular. –Ella necesita ayuda.

-Ella… trató de comerme hace un momento, ¿qué no lo vió?

-Lo sé, pero es complicado explicar por qué es importante evitar que el monstruo jefe se la lleve. –Al levantar la vista para verlo mejor, el conejo apenas y emitió una tenue sonrisa. –Este día está resultando una total locura, por lo que no lo culparé por ignorarme, candidato Holiday.

-No podría llamarme candidato si no estoy dispuesto a afrontar toda locura. –Rudy le devolvió la sonrisa, sabiendo que su ayuda no serviría de mucho y que tal vez haga que las cosas tarden más, pero no podía ignorar una petición de esa calibre cuando bien dependía principalmente de los votantes jóvenes. Acercándose para tratar de cuanto menos, levantarla. –¿Acaso esta… señorita es conocida tuya?

-Larga historia que ni yo comprendo. Pero si es todo como creo que están siendo las cosas… A mi prometida le dará mucho gusto el poder haber encontrado a su hermana.

-Oh, ¿está comprometido con… alguien así? –Rudy no quiso verse grosero, pero realmente no tenía ni idea de qué criatura marina se trataba la que estaban cargando.

-Una sirena. –Le aclaró con amabilidad. Tal vez tampoco él tenía respuestas de su forma física después de todo.

-Ten cuidado muchacho, las sirenas saben encantar demasiado el corazón, y por lo mismo luego dejan dolor cuando se apartan.

-Shyren no es así. Pero en cuanto a Lyra, no estoy seguro.

-¿Lyra? –Se detuvo por un momento, tratando de contemplar directamente a quien estaban cargando entre los dos. –¿Ella es Lyra Waterson?

-¿La conoce?

Rudy se mantuvo en silencio, sonriendo levemente mientras seguía ayudando como pudiera. Si lograban que todos sobrevivieran, sería gracioso para después el procesar que había dejado a su familia en otra parte para salvar aparentemente a su viejo amor imposible sin haberse dado cuenta antes. Aunque claro que también su esposa se disgustaría muchísimo con eso.

¿En verdad estaba cargando a aquella sirena rebelde que volvía locos a muchos en Snowdin? ¿Aquella belleza que habían dado por muerta hace muchos años? Vaya que los años cambiaban a los seres, ¿eh?

.

.

Wingdings se encontraba tras un vehículo, estando acorralado tras su breve intento de escapar y siendo algo en cuanto no diera con una salida apropiada. Queriendo concentrarse en la batalla que estaba presentando, a la par que cuestionaba sus posibilidades de llegar a tiempo ante semejante bestia presente en el lugar donde se encontraba su hijo y su nuera.

Había sido un pésimo momento que se presentaran los Blook en el lugar, pero aún mucho más, que la policía pusiera en marcha sus neuronas y supieran cómo debilitarlos tras fracasos recientes. Y aquella preparación seguramente serían culpa de dos sujetos desagradables, uno más que otro claro. Sabiendo pavonearse entre humanos al contar con sus alianzas, cuando eran claras sus intenciones de solo saber manejar las cartas a su conveniencia: Mettaton, el cual había visto presente tal y como la florista había indicado, y Gerson, quien no había logrado ver en alguna parte pero que no le cabía duda de que algo había tenido que ver.

Después de todo, el maldito había sido quien había acabado con su informante sobornado. Desde entonces, no cabía duda de que Gerson se estaba divirtiendo a su manera al acorralarlo en su propio control. Queriendo estar cerca a través de lo que podía hacer por medio de Frisk. Aquello debería de usarlo a su favor, sino fuera por el hecho de ya no querer exponer tanto a la florista en cuanto no se asegurara de enseñarle lo suficiente de cómo defenderse físicamente.

-Monstruos, dependen demasiado de su magia.

Wingdings apenas y miró de reojo al sujeto que se había colocado a lado suyo de la nada. No cabía duda de que la yakuza sabía ser sigilosa, pero su líder parecía ir más allá si no había logrado detectarlo a tiempo. ¿Acaso pretendía ser una especie de ninja?

-Considero oportuno encontrarlo en este momento, Don Gaster.

-Pues para mi no lo es. Tengo asuntos más importantes a los qué atender. –Algunas balas de la policía se hicieron presentes, pero ambos jefes hicieron caso omiso por estar más concentrados el uno del otro. –Pero le mandaré mi agradecimiento a quien le rompió ese brazo. Yo me encargaré luego de romperle el resto de sus extremidades.

-No estoy aquí como su enemigo.

-Y yo no estoy aquí por gusto.

El humano chasqueó sus dedos como señal a sus locos seguidores que también surgieron de la nada en varios rincones, tomando acción inmediata y disparando hacia la fiscalía sin siquiera pensar en si vivirían o morirían. Malditos locos, si poco apreciaban su vida, cuanto menos debían de poder hacer algo más funcional considerando que estaban en el lado más favorable de la vida por su especie. Pero al menos aquello les había dado mayor libertad de movimiento ahora que todos los policías estaban concentrados en otros más.

El maldito gobierno, los Blook, el Gran Don… y ahora la yakuza. ¡¿Por qué demonios accedió a semejante plan?! Si lograba sacar a todos con vida, le esperaba la regañiza de su vida a la florista. Era claro que no estaba lista para actos tan grandes, pero se había dejado llevar por su modo de haber llevado las cosas en su ausencia en prisión.

Comenzó a caminar con prisa fuera del lugar, en busca de algún vehículo adecuado al cual robar, pero el líder de la yakuza le siguió al mismo paso.

-Si está esperando un agradecimiento de mi parte, espere sentado. –Trató de desaparecer en el instante, pero ni siquiera pudo moverse un centímetro fuera de donde estaba. Tal parecía que los reflectores del entorno además de desviar la magia, estaban conteniendo cualquier clase de fuga. ¿Qué clase de tecnología macabra era esa? –Ustedes solo son una plaga molesta de la que me haré cargo luego, iniciando con usted.

-Su disgusto hacia mí es absurdo, Don Gaster.

-¿Absurdo? –Se giró abruptamente para tomarlo de la camisa, casi queriendo levantarlo al estar cada vez más estresado. –Usted no solo se atrevió a seguir en mis dominios pese a mis advertencias, sino que se atrevió a hacer daño a uno de los míos. Ustedes son un grupo de cobardes, reflejo de su líder inexperto que no hace nada más que reclamar sin merecer.

-La señorita Saito pertenece a la yakuza, no importa cuánto quieran negarlo. –A pesar de estarlo sujetando, aun así el mocoso se dignó en contestarle de frente. Sin negar su fechoría. –Pero no estoy con usted con el objetivo de pelear por ello ahora, sino para una tregua necesaria.

-No la acepté antes y no la aceptaré ahora. –Sus ojos se iluminaron en el instante. –¿Qué le hace pensar que quiero una tregua con usted y su gente?

-Porque es claro que nos necesita para salir de aquí. ¿Por qué tiene tanta prisa, además?

-Asgore Dreemurr está en el debate por la candidatura de la alcaldía. –Pese a no ser capaz de verlo a los ojos con semejante cabello encima, le fue claro que su expresión había cambiado radicalmente. Comprendiendo más que suficiente para saber que el tiempo apremiaba más que nunca. –Frisk y Sans están ahí enfrentándolo, mientras que yo estoy perdiendo el tiempo aquí con usted.

Lo soltó para seguir su camino. El líder inexperto bien pudo haberlos matado él mismo a toda la policía con habilidad que ya le había tocado presenciar de su parte, pero con una simple orden en japonés, prefirió que otros más lo hicieran sin medir consecuencias. No sabía si era un completo cobarde, o si simplemente le parecía innecesaria su intervención directa para algo como eso. Como fuere, no era asunto suyo y ahora tenía mayor movilidad.

-No soy alguien a quien le guste armarse de enemigos, Don Gaster, pero ambos tenemos en común que queremos ver muerto a ese sujeto. –Pese a sus amenazas de por medio, el líder una vez más se había acercado a él, entregándole las armas que uno de sus suicidas había logrado arrebatarle a un policía. –Y si también tenemos en común el querer mantener a salvo a la señorita Saito…

-Frisk. Su nombre es Frisk.

-… es claro que nos necesitamos, nos parezca o no. –El humano siguió hablando sin darle importancia. –Que esa bestia salga de su cueva tras tantos años podría ser una oportunidad de oro, pero tampoco es una buena señal.

Que un humano llamara bestia a un monstruo era insultante, siendo algo que solo entre monstruos se permitían aun cuando era un modo despectivo de describirse. Pero se mantuvo en silencio al tener que meditar algo mucho más que un racismo nada novedoso, teniendo que aceptar que pese a odiar al tipejo que tenía enfrente, quien había mandado a un sujeto a intentar violar a la florista y que su hijo no tenía idea (y ni debería por su propio bien), tenía el número necesario de secuaces para entretener a la policía y a los Blook presentes, quienes ya eran enemigos latentes de la misma yakuza.

Así que se limitó a tomar sus armas y en quedarse ahí, dándole a entender que no saldría de sus dientes una aceptación de su parte, pero que no protestaría en una alianza momentánea, aun cuando el objetivo de ambos era matar al monstruo jefe con sus propias manos. Haciendo que el líder inexperto asintiera con la cabeza e hiciera que todos le siguieran, incluyéndose en semejante caravana hasta llegar a varios automóviles donde había más de ellos, aunque claro, no todos tenían rasgos orientales. ¿De dónde demonios sacaba a tantos tipos queriendo seguir a un tipo como él? Creía que la yakuza era un grupo muerto tras el deceso de El Jugador, pero no cabía duda de que su pupilo se había encargado de recobrar su legado, fuese como fuese, bajo las sombras hasta ese momento.

Debía de odiar tanto al Gran Don para poder transmitir esa emoción a otros humanos, pensó detenidamente. Pero también aquello explicaba por qué su obsesión de considerar a la florista como parte de su gente. Siendo solo un tipo obsesionado tras la pérdida de algo importante, queriendo resguardar todo aquello que consideraba parte de su maestro. Y aquello, para su mala suerte y desagrado, le recordó a él mismo. Siendo la razón por la cual quería matar al Gran Don él mismo.

Al momento de subirse a la camioneta junto al joven, le sorprendió ver que además de un par de su gente sentada atrás, tenían a una monstruo amarrada de todas sus extremidades y boca. La cual, sus ojos enormes y dorados comenzaron a brillar a causa de las lágrimas que soltaba con solo verlo. Forcejeando mucho más como si aquello pudiera ayudarle a llegar hacia él, aun cuando era en vano si tenía a un par de humanos a sus costados para impedirle cualquier intento de escape. Incluso la habían amarrado las orejas.

-¿Coneja? –Reconoció Wingdings con sorpresa. –¿Cómo…?

-La encontré de un modo inesperado. –Respondió el líder de la yakuza mientras se sentaba a lado suyo y ponían a andar el vehículo con prisa. –Mi intención no era censurarla, pero estaba hablando demasiado sobre sentimientos en todo el trayecto y ya tenía harto a mi personal.

-Si, puedo entenderlo. –La coneja protestó como pudo, forcejeando mucho más para querer su atención. –Ahora no tengo tiempo para ti, coneja. Sans y Frisk corren peligro.

Pese a ello, la coneja siguió forcejeando en todo el camino, teniendo que ignorarla con el fin de poder mantenerse concentrado hasta qué punto dejarían de estar aquellos desviadores de magia, pero no cabía duda de que, o tenían un rango impresionante, o eran demasiados al igual que en el debate. Como fuere, se apuntó mentalmente en tratar de saber cómo funcionaban aquellas cosas para que no fueran una molestia latente, aunque primero debía de sacar a su familia de semejante peligro. Era claro que las cosas ya no estaban del todo a su favor, aún con la yakuza de su parte.

Usando la tecnología en contra de los monstruos… si esa clase de cosas hubieran existido en su tiempo en la guerra, habría muerto en aquel entonces. En el lugar del debate, así como fuera de la fiscalía, se había sentido débil ante tanta sobrecarga de semejantes aparatos. No cabía duda de que los humanos ni siquiera estaban pensando en el daño a la salud que les provocaba esas cosas, ni mucho menos les importaría si lo supieran.

Así que una vez que pudo invocar un hueso en su mano para comprobar que estaba fuera de rango de esas cosas, extendió su mano para estar cerca del brazo del tonto líder que se había mantenido en silencio en la mayor parte del camino. Curándola en el instante sin intervención de nadie.

-Recuerde esto muy bien, así como puedo curar sus heridas, puedo provocarle unas mucho peores. –El humano se quitó su cabestrillo al darse cuenta de que ya no lo necesitaba. Moviendo su hombro con cuidado. –Así que no espere que con esto estemos a mano o que seamos aliados permanentes. Sacará a su gente de mi territorio y no los volveremos a ver nunca, o me encargaré de que todos ustedes sean mi granja personal para extracción de órganos. ¿Le quedó claro?

El humano sonrió, como si algo dentro de ello le hubiese causado gracia y solo molestándole mucho más esa socarronería de su parte. Tal vez se trataba de un rasgo japonés, porque definitivamente eso último le recordaba a la florista.

-¿Quién lo diría? –Comentó el humano tras mover su brazo curado una vez más. –Un japonés y un italiano trabajando juntos contra el mundo.

Wingdings se limitó a gruñir en su asiento, mientras que no paraba de escuchar a la coneja forcejear una y otra vez, pidiendo con desesperación su atención. Lo que sea que le estuviera inquietando, le tocaba esperar.

.

.

Mettaton no paraba de maldecir en su adentros por estar haciendo semejante cosa que solo hacía que corriera el riesgo de verse como un traidor. ¿Qué no es lo que querían desde antes? ¿Por qué demonios no pudieron prevenir su error? Malditos esqueletos. No tenían ni idea de nada, solo eran un grupo de impulsivos que corrían con la suerte de salir bien en la mayoría de las situaciones, pero no cabía duda de que aquello se les había terminado y habían condenado a Frisk en el proceso. Si ella estuviese en sus manos, habría estado segura desde un inicio. Sin semejante locura y disfrutando de todas las flores que él era capaz de conseguirle de cualquier parte del mundo.

Pero ahí estaba, desactivando una a una de sus creaciones en solitario para que nadie viese cómo lo hacía, esperando poder terminar a tiempo si es que eso lograba ayudarla. Aun cuando la posibilidad era mínima si estaba en garras de ese sujeto, el cual había corrido con cierta suerte de que no le hubiese visto ahí, ¿o acaso había sido Frisk quien había evitado que pasara? ¿Estaba cumpliendo su promesa de mantenerlo a salvo poniéndose en ese peligro? No, eso no era lo que quería, pero haberlo permitido lo hacía un completo cobarde.

Maldición, no importaba cuánto se esforzara, ella siempre iba un paso adelante en protegerlo en lugar de ser lo contrario.

-Patético.

Por un momento pensó que aquello había sido producto de su mente, pero no tardó en darse cuenta de que era algo mucho peor. Hacía tiempo que no le veía, ¿y se le ocurría que ese era un buen momento para hacerlo? No, no iba a darle la satisfacción de sorprenderse con su presencia.

-A pesar de tantos años, sigues prefiriendo estar en el bando traidor, Hapsta.

-Ya no respondo a ese nombre.

-También siempre fuiste un cobarde de primera. –Aquello sí le molestó, pero nuevamente se contuvo como todo un caballero. –No cabe duda que lo de madurar nunca fue lo tuyo.

-¿Qué es lo que quieres de mi parte para estar con tus estúpidas palabras, Napsta? –Apenas y se dignó en girar cuanto menos un poco para ver al fantasma, sin perder detalle de su trabajo al ser más importante que el ser molesto presente. –Nunca tuve tiempo para los insultos familiares ni mucho menos ahora.

-Tú ya no eres parte de la familia.

-Si, eso me lo dejaron en claro hace tiempo. Y como podrás ver, nunca los necesité.

Mettaton regresó a lo suyo, teniendo mucho más por perder conforme pasaban los segundos. Eran un total de treinta reflectores los que estaban instalados en la redonda y apenas llevaba seis desinstalados. Le había dicho a ese tonto esqueleto que sería imposible terminar a tiempo, pero si no hacía nada, se lamentaría de por vida. Ahora más que nunca, estaba decidido en ser más sincero con ella. Demostrarle que no solo el idiota de Sans era su héroe, sino que también él podría serlo.

-Tus traiciones siempre me han parecido denigrantes de tu parte. –Continuó hablando Napsta, a lo cual Mettaton solo rodó los ojos por su insistencia de estar ahí. –Pero que quisieras de algún modo afectarnos con la muerte del secretario de seguridad…

-Ustedes fueron los que me quisieron afectar con eso. –Intervino con molestia, pero el silencio del fantasma finalmente le hizo girarse por completo y verle de frente. –¿Cierto?

-Odiamos al gobierno, pero no nos metemos con ellos. Después de todo tenemos un trato con el sindicato. –Aclaró el fantasma con cara de pocos amigos. Definitivamente no había cambiado ni un poco. –¿La yakuza colabora con los Gaster?

-Si lo supiera, no te lo diría. ¿Y ustedes están trabajando con Dreemurr? –Sin necesidad de una respuesta, captó. –¿Estás aquí para distraerme?

-El Gran Don quiere a Sans Gaster y eso tendrá. Así que no intervengas.

Si bien le daba completamente igual lo que le pasara a ese esqueleto, el que fuera quien tenía la total locura de querer afrontar a la bestia le era conveniente de algún modo si con ello podía salvar a Frisk. Así que siguió con lo suyo, sabiendo que si se trataba de Napsta el único queriendo detenerle, no habría mucho que pudiera hacerle. Su cuerpo era un contenedor andante que no permitiría que nada saliera, y era algo que su primo sabía más que nada. Pero el que aun así estuviera ahí tratando de distraerlo le fue cuanto menos curioso.

-Esa humana te importa, ¿cierto? –Que le preguntara eso le desconcertó al grado de parar lo que estaba haciendo por un par de segundos. –Eres alguien que solo busca beneficiarse a sí mismo con el menor esfuerzo físico, por lo que ponerte en este tipo de riesgo debe ser un interés distinto.

Mettaton no respondió, encaminándose a lo que estaba haciendo y concentrándose en cada una de sus creaciones colocadas con cuidado bajo sus indicaciones previas. Siendo una desventaja ahora para sí mismo que fuese tan bueno en lo que hacía y que ahora el tiempo era el mayor enemigo de todos. Las balas y gritos que podía escuchar en la distancia eran los indicadores más grandes que necesitaba para apurarse sin importar cualquier inconveniente que se le presentara. Pero también lo era el silencio, sin saber qué estaba pasando del todo al no querer distraerse de su objetivo, aun cuando estaba en el riesgo de que alguien le viese haciendo tal cosa y que además esté acompañado de un mafioso con el que compartía el apellido.

Tanto que le había costado crear su reputación y que ahora otros quisieran arruinársela. Bien podría irse, ignorar todo y mantener su vida tal cual la tenía con sus perfecciones e inversiones a corto y largo plazo, pero, ¿cómo podría llamarse hombre si no ayudaba a aquella chica que necesitaba su ayuda? No iba a quedarse atrás mientras ese esqueleto se salía con la suya, aun cuando era la razón por la cual ella estuviese en peligro. Necesitaba hacer algo, demostrar que estaba a la altura, que podría mantenerla a salvo sin necesidad de tanta estupidez que implicaba fuerza bruta. Necesitaba comprobarse a sí mismo que podía ser su héroe ahora.

-¿Por qué? ¿Por qué siempre prefieres a los humanos antes que a nosotros? –Le insistió el fantasma que le seguía como una sombra molesta. –Ellos son malagradecidos, hipócritas y unos total destructores a su paso. Esa humana no debe ser la diferencia si a pesar del esfuerzo que estás haciendo ahora, seguramente se quedará con Sans Gaster como los vulgares amantes que son.

Era consciente de esa posibilidad por su puesto, pero eso no significaba que se diera por vencido. Necesitaba que estuviera a salvo primero para luchar por su corazón, de lo contrario no sería digno de querer estar a su lado, ¿cierto? Ahora iba comprendiendo eso conforme se esmeraba en ser lo más rápido posible.

Frisk, por favor, que resistiera lo suficiente para poder ser totalmente sincero con ella de ahora en adelante.

-Solo eres un traidor latente, por lo que me sorprende que no estés por traicionarlos a ellos también justo ahora que puedes. ¿Qué los hace mejores que nosotros para que aun no lo estés haciendo?

Siguió ignorándolo, esperando que se cansara en algún punto. Napsta solo estaba en su juego de causar sufrimiento en lo que más le dolía a su oponente después de todo, era su actividad favorita desde hace años a como lograba recordarlo. Aunque claro, lo lograba entrando en sus víctimas, causándoles hasta el suicidio con tal de sentir la satisfacción de haber acabado con sus vidas sin hacer ni un movimiento más de su parte. Cosa que no podía hacer con él por obviedades, pero sí recordarle todo lo que le disgustaba de él como intento burdo de mantenerlo lo más lento posible. Cosa que no le permitía de ningún modo en cuanto se enfocara en ignorarlo por completo.

Y en verdad que era una lástima que su reunión tras tantos años solo resultara peor de lo que recordaba. Aunque claro, eso solo le confirmaba que había tomado la decisión correcta de apartarse de todos, incluso de quien había sido él mismo.

-En verdad que eres una total decepción. Nunca supiste cuando rendirte.

-Ese fue tu error, y esa fue mi fortaleza. –Finalmente respondió. –Por eso cada uno le va como le va.

Tras ello pudo notar su presencia en los siguientes reflectores que iba desactivando, pero ya no hizo comentario alguno hasta que pareció que se había rendido y dejado solo finalmente. Percibiendo una burda melancolía que su ausencia había dejado y que solo le generaba malestar que fuese así. Familia, solo eran un gran fastidio, pero a fin de cuentas su punto de origen.

Mettaton solo siguió con lo suyo, tratando de no romper ritmo alguno, aun cuando le faltaba bastante y sin poder saber si todavía estaba a tiempo de lograr ayudar realmente o no con lo que parecía un reto complicado con cuenta regresiva. Y cuando pudo percibir una figura sólida cercana, apuntó con su destornillador hacia la pequeña señora que se había acercado a él con total gracia de que quisiera amenazarle con eso.

-Ahora no estoy para diplomacias, señora.

-Si, yo tampoco. Allá es una completa locura, hoi. –Que lo dijera de esa forma parecía que le divertía de alguna manera, como si ante sus grandes ojos solo se tratasen de perros intentando morderse los unos a los otros, sin darse cuenta de que solo perseguían sus colas. –Pero ya que parece que está del mismo lado que de los Gaster, tal vez pueda apoyar con algo.

-¿Y con qué objetivo? –Se giró para tan solo reírse de su vago intento de tener todo el control pese a la situación. Continuando con lo suyo. –Permítame corregir mi pregunta. ¿Qué es lo que quiere de mí ahora?

-Jijiji, parece que le estoy agarrando de mal humor, hoi. –La mirada perspicaz que le lanzó inmediatamente y qu pudo notarle de reojo no le gustó para nada. Esa mujer sí que era todo un caso. –Verá, escuché su cálida conversación con su primo…

-Él ya no es mi primo.

-Como sea, escuché lo que estaban conversando, y me di cuenta de un detalle interesante. Usted no sabe nada sobre lo que está financiando realmente, ¿cierto?

-¿Sobre que el alcalde está usando mi dinero para ocultar lo que hace en el puerto? ¿Por quién me toma, señora?

-Bien, bien. Entonces supongo que también sabrá que aquello que el alcalde planea podrá afectarnos a todos los monstruos, hoi. Incluyéndole.

-Así que me está permitiendo ver su verdadero rostro ahora. –Ahora sí que apartó la vista de sus creaciones y se enfocó en ver a la señora Temmie, quien en verdad no parecía alterada con el entorno en caos que estaban viviendo ahora. –Ya se había tardado en confirmarme que lo que pretende es traicionar al alcalde.

-¿Y usted acaso no está haciendo lo mismo? –La señora miró a su alrededor para dejar en claro su punto de encontrarlo desactivando los reflectores que el mismo alcalde le había pedido que pusiera. –Me parece que finalmente estamos en el mismo bando, señor.

-A mí me parece que no. Sus métodos me parecen ortodoxos, considerando que usa a su hija como instrumento para sus objetivos. Mira que comprometerla con un mafioso…

-Bueno, se lo habría ofrecido a usted si las cosas se hubiesen presentado diferente, pero hay alguien más que ya vive en su metálico corazoncito de cualquier manera, ¿cierto? –Aquello no le causó nada de gracia a comparación de la señora que emitía su irritante risilla tras eso. ¿Qué todo mundo lo notaría ahora? –Un hombre enamorado se delata muy fácilmente. Quién diría que habría más de uno gustándole una humana, ¿hoi? Y la misma humana para variar, jijiji.

Mettaton habría tenido toda una respuesta para un caso como ese, pero tenía que admitir que su sentido de urgencia le indicaba que no valía la pena el esfuerzo de hacerle cambiar de parecer.

-Quiero que trabajemos juntos, señor Blook. Que usted rasque mi espalda y yo… ¿pula la suya? Hoi. –Continuó hablando la señora sin importarle su mutismo al respecto. –Además, yo estoy aquí para ayudar con la situación ahora que este es un reflector más que tendrá que desactivar. Ya que me parece que este amiguillo puede serles de ayuda si la policía quiso asegurarse de tenerlo aparte, hoi.

No se había dado cuenta de en qué momento había tenido la señora esa caja de cristal detrás de ella, ni mucho menos cómo había logrado obtenerla en sus manos. Entregándosela ahora y dejando en visto a la flor que si bien se notaba furiosa con todo, no parecía ser capaz de librarse por su cuenta ni mucho menos dejarse oír todas las posibles maldiciones que estaba soltando. No tenía ni idea de en qué momento la flor había terminado en tal situación, pero no cabía duda de que su desviador actualizado era más potente de lo que había creído si estaba logrando contener semejante peligro. Pero también, le confirmaba por qué Frisk se encontraba en las garras de esa bestia si su particular y violento amigo estaba ahí con ellos y no con ella.

-Nos mantenemos en contacto luego, hoi.

La señora Temmie se retiró con calma, dejándole la jaula de cristal en sus manos y apartándose oficialmente de todo al no tener nada más que hacer ahí. Optando por concentrarse más en sacar a la flor que en pensar en lo extraño que había sido la presencia de esa señora que nunca era de fiar por más favorecedora que fuera en casos como ese.

-¡¿Dónde está Frisk? –Exclamó la flor al momento de ser libre.

-En peligro, por eso tengo que desactivar mis creaciones una por una o…

Sin que pudiera detenerlo a tiempo, la flor había sujetado con una liana su prisión y usado con fuerza para romper el reflector más cercano, dejando total desastre a la vista.

-Una menos, ¿en dónde están las demás?

.

.

Al momento en que Frisk abrió los ojos, no pudo ver nada salvo blancura en el entorno que le incomodaba a la vista, siéndole familiar lo que posiblemente estaba por pasar seguramente como un sueño repetitivo y algo vago.

-Tonta. Aún no es tu turno.

Dado que parecía que había estado acostada por mucho tiempo, tuvo que levantarse un poco para poder girarse y ver al zorro que le había hablado. Sabiendo que se trataba del mismo al haber reconocido su voz una vez más. Solo que ahora en lugar de verlo en circunstancias nada agraciadas de su vida, o acompañado de un perro igual de extraño que él, ahora lo contemplaba solo, estando jugando con lo que parecía una baraja acomodada en hileras de diferente tamaño cada una. No tenía ni idea de qué tipo de juego estaba haciendo si nunca le había tocado usar una baraja al haber quedado pausada esa clase de conocimiento por parte de Don Gaster, pero le parecía absurdo que fuera algo que se requiriera solo uno para entretenerse.

Jugando… de nuevo le veía jugando. Un zorro albino… Definitivamente su mente estaba jugando con esa información de un modo un tanto cruel. El señor Holiday le había dicho que él portaba una máscara así, ¿cierto?

-Disculpe, ¿usted es…? –Frisk sacudió su cabeza en un instante. No era ni capaz de poder mencionarlo ante la locura que podría ser eso. Aun cuando todo fuese un sueño o una alucinación más que trataba de recrear algo.

-Sabes la respuesta, aunque sea una verdad vista desde una superficie. –El zorro siguió atendiendo sus cartas con calma, colocándolas detalladamente entre hileras como si tuviera algún sentido. ¿Cómo era que podía sostenerlas con sus patas en primer lugar? –Así que solo dilo. Menciona el nombre.

Frisk ni siquiera tuvo que pensarlo demasiado.

-Masao Saito. –Siendo más extraña la situación, el zorro sonrió en respuesta antes de continuar con su juego personal. –¿Cómo es posible que sea un zorro? ¿Está vivo o está muerto? ¿En verdad es mi padre biológico? ¿Si es un zorro, acaso yo también lo seré aquí? ¿Esto es a lo que llaman cielo?

-Historia larga, solo estoy, si, no creo y no. –Sorpresivamente respondió cada una de sus preguntas con calma. Ni siquiera la estaba observando directamente al enfocarse en su juego en solitario. –Y antes de que preguntes, tampoco es el infierno.

-¿Entonces qué es?

-No lo sé. ¿Qué te parece a ti que es esto?

Frisk se dedicó a observar su entorno nuevamente, sin ponerse de pie al no parecer necesario por no poder ver alguna pared, puerta, o lo que fuera que indicara el tipo de espacio en el que se encontraba. ¿Cómo era que el zorro estaba ahí en primer lugar? ¿O acaso estaba atrapado ahí por no haber salida? Debía de haberlo si no observaba al perro blanco de la otra vez en alguna parte, además del hecho de que ella misma estaba ahí sin saber cómo había terminado en esa zona en primer lugar. ¿Acaso se estaba volviendo loca por considerar que en efecto estaba en un lugar extraño y no producto de su mente? Todo estaba siendo muy confuso.

-Es una… sala muy grande, blanca, vacía… y ya. –El zorro no le confirmó ni le contradijo nada, lo cual solo la dejó más confundida. –¿Cómo es que puedo verlo y escucharlo?

-Tenemos una conexión especial aparentemente. Pero al yo ya no estar en el mundo físico y tú sí, parece que solo podemos comunicarnos cuando tú estás cerca de la muerte. –Nuevamente el zorro se mostró calmado al responderle y jugar al mismo tiempo. Por lo que podía observar, estaba acomodando las cartas en cadena de orden numérico sin poder voltear algunas cartas debajo de algunas secciones. –Así que tu descripción bien pudiera significar que estamos en el limbo… o que todavía tengo asuntos pendientes que puedo arreglar contigo. Quien sabe.

-¿Entonces dice que me necesita?

-No lo sé. Tal vez eres tú quien me necesita. O ambos nos necesitamos a la par.

-Nada de esto tiene sentido ni responde nada.

-Si la vida dependiera de tener todas las respuestas en mano, no valdría la pena siquiera vivir. –Frisk se desesperó con su actitud calmada. –¿No crees que es divertido buscarlas y al momento de encontrarlas, buscar otras?

-No, estoy harta de estar así.

-Pues que aburrida eres. Eso lo sacaste de tu madre.

Escuchar aquello le hizo sentirse incómoda en el instante, sin saber si ello era bueno o malo. Hacía mucho que no escuchaba esa palabra, relacionándolo en concreto hacia una vida que era una incógnita para ella de saber qué era real y que no. Pensando en una tumba que había logrado visitar sin que fuera su propia iniciativa, sin poder sentir siquiera tristeza por verla. Por tanto tiempo solo había pensado en Toriel como su madre porque se suponía que así era su situación, pero crecer con alguien que vivía aislada de sí misma a comparación de lo que había podido observar en la señora Bunny, le había hecho cuestionarse si realmente tuvo una madre en su infancia en primer lugar. Tal vez, tan solo estaba en el mismo caso de Asgore y no había sido capaz de poder ver qué tanto la había rechazado con su tristeza.

Las relaciones afectivas eran muy complejas de llevar, y era por ello que de vez en cuando se cuestionaba si era necesaria tanta atención hacia otros cuando cada cabeza era muy compleja de entender. Era fecha que no comprendía cómo Ronnie se había quejado tanto del comportamiento de su madre, para terminar de algún modo en lo mismo. En lo mucho que Muffet anhelaba la atención de los Gaster y pese a tenerla no hacer nada con ello, en cómo Don Gaster decía amar a su familia mientras no había dejado ir el dolor sobre su esposa al grado de considerar la venganza, y muchas historias más que le había tocado contemplar en su estadía, queriendo de algún modo poder brindarles cuanto menos una solución… pero era como si prefirieran estar sumisos a su propio malestar y eso le irritaba. No lograba entenderlo. ¿Para qué sentir, si eso encaminaba a una insatisfacción?

Y odiaba esa cuestión, porque definitivamente era algo que estaba experimentando en ese momento ahora. Teniendo que admitir que le había dolido demasiado saber que aquel monstruo que había llamado padre, no dudó ni por un instante en lastimarla, cosa que muchos le habían advertido que podría pasar y simplemente no quiso escuchar. Y si esa era la realidad a la cual debía de afrontar… pues bien… ¿cierto?

No, sentía que no era tan simple, y eso solo la molestaba más. Todo le estaba molestando ahora.

-Disculpe. –Frisk se giró completa para estar en mejor posición. –¿Acaso usted me quiso como su hija?

-Eres mi hija. –El zorro ladeó la cabeza.

-Eso no es lo que pregunté.

-¿Y tanto te importa que alguien que ya no está contigo físicamente, te quiera? –Parecía que lo estaba diciendo en más de un sentido por la forma en que la observaba ahora. –Enfócate en la vida que estás viviendo, no en el anhelo de algo que pudo o no ser. ¿O acaso era mentira tuya de que seguías adelante siempre, sin importar las circunstancias?

-Eso no tiene nada que ver con esto.

-Lo tiene, todo está conectado. Y una vez que logras verlo… –El zorro terminó una columna de cartas que tenían un corazón rojo. La cual aparentemente era la que le había hecho falta por armar. – … puedes verlo todo.

Frisk quiso acercarse para ver mejor lo que estaba jugando a su ritmo para entender mejor su aparente alegoría, pero el zorro le deslizó una carta antes de siquiera poder moverse un poco, algo que al parecer le había sobrado en su juego. Y al momento de contemplar la carta, parecía que tenía un bufón con prendas azules dibujado en ella, cuya sonrisa impresa se le hizo familiar en el instante. Recordándole lo último que había visto antes de presentarse en tan extraño lugar. ¿Cómo estaría Sans? Debía de salir cuanto antes, ¿pero cómo, si no tenía ni idea de cómo se presentaba en esa zona en primer lugar?

-¿Por qué no permites poder divertirte de vez en cuando? –El zorro estaba siendo quien se estaba acercando a ella. –Tienes una vida y ni siquiera la disfrutas.

-¿Cómo divertirme si tengo tanto por hacer? ¿Cómo si tengo tanta… estúpida tristeza conmigo?

-Entonces haz algo con esa estúpida tristeza. –Se colocó a lado de ella con demasiada confianza. Frisk pensó por un momento en tocar su pelaje para saber qué tan real era, pero le pareció algo grosero de su parte siquiera pensarlo. –¿Y bien? ¿Dónde piensas ponerla o cómo usarla?

-¡No sé! No sé como hacer eso o si realmente eso es posible de hacer. No estaría en esta situación si no fuera por tantos secretos que me han tenido toda mi vida. Tan apartada y… sola.

Por ese instante quiso reclamarle de haberla dejado en manos del monstruo jefe que le engañó por tanto tiempo, aun cuando se tratara de la muerte lo que había ocasionado ese hecho. Siempre había creído la mentira sobre que sus padres biológicos habían muerto en un accidente que nunca le importó su origen, pero ahora, comenzaba a pensar en qué tipo de vida habría tenido en el caso de que todo ello no hubiera pasado. Y tan siquiera tenerlo en mente, le hizo sentirse como una tonta. Porque si no hubiese ocurrido todo ello, jamás habría conocido a Asriel, a Flowey, a la familia Gaster, a la familia Bunny, a todo Snowdin…Jamás habría conocido a Sans.

Cierto, él era el culpable de que estuviese así. Si Sans no le hubiera insistido tanto en conocerla desde que puso un pie en la ciudad, si no le hubiera hecho probar comida nueva, sino hubiera sido el primero en regañarle cuando no le había dado importancia a que alguien le golpeara, si no hubiera sido el causante de que tuviera que dejar su espacio seguro para conocer nuevos lugares y otras familias, sino hubiera sido quien le estuviese rescatando una y otra vez de situaciones que no entendía cómo ocurrían, sino le hubiese abrazado cuando lo necesitaba, sino hubiera sido quien le hubiese besado, sino hubiese sido quien le llevó a conocer la tumba de sus padres, sino hubiese sido quien le había dado el impulso de actuar realmente… Jamás habría entendido lo tanto que le importaban las cosas. Lo tanto que podían dolerle, alegrarle o hacerle anhelar algo fuera de una comodidad.

Gracias a Sans, había dejado de vivir como una flor plantada en tierra seleccionada por alguien más, contemplando las estaciones sin nada que pudiera hacer.

Levantó la carta para verla más de cerca, como si quisiera grabarse esa sonrisa en su mente. Tal vez había terminado siendo huérfana, acogida por una familia que era peor de lo que pensaba, siendo aislada, atormentada y más por variedad de experiencias vividas. Pero si todo ello le había llevado a conocer a Sans, no había nada por lo qué lamentarse. Aquel chico lleno de caos que extrañamente le daba emoción a su vida. Su acosador personal, su ángel guardián, su novio… quería estar con él ahora.

-Ni una lágrima, ¿eh?

-Cállese. –Se molestó que le irrumpiera sus pensamientos.

-Bien, esa actitud sí que lo heredaste de mi. –El zorro parecía ser capaz de sonreír con la mirada, porque definitivamente le estaba observando con un semblante diferente. –Contéstame, si solo te estás limitando a existir, ¿por qué esforzarte por vivir?

-Tal vez solo tengo mi propia forma de vivir.

-¿Quejándote de por qué te mienten? ¿Anhelando el cariño de seres que no están dispuestos a estar contigo? Patético. Necesitas barajar mejor tus cartas.

-Yo no soy una jugadora. No soy como usted.

-¿Entonces me permites a mí jugar?

Se giró abruptamente al percatarse de que la voz le había cambiado, pero inmediatamente se dio cuenta de que había sido algo más que eso, contemplándolo ahora de mayor tamaño ante ella, rodeándole con más de una cola mientras le observaba fijamente con una mirada repleta de detalles carmesí rodeando su pelaje albino. ¿En qué momento había cambiado tan rápidamente sin que se diera cuenta? Tenía el tamaño suficiente para poder montarlo.

Pese a lo extraño que estaba siendo el momento ahora, no se inquietó por eso. Más allá de saber que todo estaba en gran posibilidad de ser una alucinación suya, producto de todo lo malo por lo que estaba pasando, no parecía que fuese alguien peligroso para ella. Tan solo le observaba pacientemente, como si estuviese preparado para tomar cualquier acción con la respuesta que le diera en el instante. Y siendo el caso, no tuvo que pensarlo demasiado.

-No.

El zorro nuevamente sonrió con la mirada. Quitando todas sus colas antes de que se atreviera a tocar al menos una de ellas para saber qué tan suave o no era su blanco pelaje. Y por extraño que pareciera, había sido la intención el tentarla a hacerlo, ¿cierto? De lo contrario no se explicaba por qué había cambiado tanto de la nada, además claro, de un intento de intimidación. De alguna manera, le parecía que solo pretendía ser una cosa y luego otra para ver qué reacciones tendría, tal cual como un zorro que quería divertirse con su presa. Pero que lo hiciera particularmente con ella no le era grato de ningún modo.

-Tienes razón, aun no es tu turno. –Su voz volvió a la normalidad tan rápido como lo había sido la otra, que comenzó a dudar si también había sido un delirio sobre otro delirio. Todo estaba siendo más confuso conforme pasaban los minutos ahí, ¿o tal vez llevaba más? –En cuanto no decidas querer jugar, aprende cuanto menos a tener siempre un as bajo la manga.

-No entiendo a qué se refiere con eso. ¿Puede ser más claro?

-No, es momento de que sepas divertirte en verdad.

El zorro mantuvo su enorme tamaño, lo cual hacía de sus palabras más impactantes, por más tontas que fueran realmente. Pero ahora había abanicado todas sus colas, resultando ser nueve y con un leve grabado resaltando en cada una de ellas, brillando como si flotaran fuera de su pelaje, a lo cual no pudo entender algo de ello al parecer algo japonés. ¿Qué clase de zorro estaba imaginándose? ¿Cómo podía pensar en palabras en japonés si ella no tenía ni idea de cómo funcionaba ese idioma? Cada vez tenía menos sentido que estuviese ahí.

-Mantente determinada, Frisk.

-En serio que no le entiendo.

-Mantente determinada, Frisk.

-¡Aghh! ¡Estoy harta de que me diga eso una y otra vez!

-Entonces deja de estar por morir una y otra vez. –Ahora sí que le sonrió de verdad. –Y mándale saludos de mi parte a Asgore, ¿quieres?

Iba a preguntarle el por qué de su actitud tan extraña y sus palabras que no llevaban a nada, pero en cuestión de un pestañeo resultó estar en otro lugar, o más bien, de vuelta a la realidad. Una en la que estaba siendo aprisionada por el monstruo jefe en su mano, sintiendo la humedad a causa de su propia sangre, pero también las garras encajadas en su ropa, siendo capaces de romperla en cualquier momento que lo decidiera, incluyendo el perforar su piel.

Apenas y podía abrir los ojos, sintiendo mucho pesar de golpe, mucho movimiento que podría marearse por el estado en el que se encontraba y razón por la cual por ese instante se la pensó seriamente en seguir con lo que había quedado, pero una voz persistente le indicó que no perdiera el conocimiento de nuevo, que debía de concentrarse cuanto menos en escuchar. Algo que si bien no eran comentarios dirigidos hacia ella tal cual… pudo reconocer el encanto que implicaban cada uno de esos versos. Haciéndole sonreír levemente en ese instante, pese al malestar y problema en el que estaban todos actualmente. ¿Cuántas veces le había escuchado a Sans halagarle por su forma de pensar en los momentos más improbables? ¿Cuántas veces le escuchó coquetearle? ¿Cuántas veces le escuchó decirle que le parecía una humana interesante?

Sans, su elocuencia e insistencia le habían parecido un tipo muy raro en primera instancia, pero también, lo había hecho un tipo interesante de igual forma, del que definitivamente no estaba arrepentida de haberle permitido entrar a su vida. Necesitaba decírselo, pero para ello requería enmendar su error primero.

.

.

.

Este capítulo sin darme cuenta estaba quedando impresionantemente largo, así que me vi en la tarea de dividirlo, jeje.

Debo reconocer que pese a ser el capítulo que más estuvo en mi mente desde hace años de cómo sería en todos los ángulos posibles, también es de los capítulos más complejos que he escrito junto con el que le sigue. Y no solo es porque haya sido el encuentro más esperado en toda esta historia desde el inicio, sino por la cuestión emocional de algunos personajes y la mía, que sumándole el estrés laboral e incertidumbre de mi situación de salud agobian más de lo que creí, jeje. Razón por la cual estoy pensando en darme una pausa de al menos un mes para regresar con más energía.

Pero para que las esperas de fin de año no sean tan largas, estoy pensando en hacer algo en mis redes ante la ausencia de un flappertober y un aniversario apropiado en este año. ¿Qué les parece si por fin logro un Adviento FF para esta etapa navideña? La idea ya la había tenido el año pasado, mas no pude hacerlo por temas ahora sí que de tiempo x.x (la vida adulta pesa a su manera, amigos).

Los quiero mucho n.n

¡Michi fuera!

:)