Hola Mundo, lamento la demora. Tuve un proceso largo de creación porque la historia original la estoy modificando para que se adapte a mi etapa en la vida xD No sé cómo expresarlo, pero podría resumirse en: he cambiado. Muchas cosas que antes escribía con facilidad ahora se me hacen desagradables y otras cosas que no tomaba en cuenta, son más importantes para mí. Entonces esto tuvo que cambiar... en fin. Les dejo el capítulo y espero no demorar mil años en publicar el siguiente ▲
Capítulo 40
Era medio día, iba caminando con pasos lentos, pero con el corazón acelerado rumbo a la sala de reuniones; las cosas habían sido muy movidas desde la noche anterior con tantos asuntos con su padre y sus invitados. Su actitud fatalista le hacía pensar en los desenlaces más desagradables tras esa reunión y sólo deseaba que todos esos finales no fueran a suceder.
La noche anterior había podido conversar con Icabod, junto a Illumi y Kalluto —este último no quiso despegarse de ellos en toda la noche— planeando la manera en la que tendrían éxito en las negociaciones con su padre. Las propuestas eran muy satisfactorias, podía visualizar ese futuro con mucha claridad, después de todo, eran un grupo que estaba acostumbrado a analizar y desarrollar estrategias; generalmente lo hacían de manera individual, y quién diría que en grupo serían mucho más eficientes. No habían demorado tanto como habían creído, y pasaron más tiempo hablando de asuntos personales, con muchas interrupciones entre Icabod y Kalluto que no podían dejar de molestarse mutuamente.
Sonrió pensando en lo mucho que agradecía poder ver a su hermano menor actuando tan amistoso con ese chico. Le había preocupado que su «nuevo estatus» dentro de la familia le hiciera vulnerable y débil frente a los demás, pero en verdad Icabod se había tomado en serio eso de seguir actuando como si nada.
Lo único que lamentaba de esa noche era que no pudo tener la privacidad ni intimidad a la que estaba acostumbrado con su hermano mayor, para colmo, tuvo que dormir entre Icabod y Kalluto para evitar que los dos terminaran a los golpes con todos sus juegos bruscos, mientras que Illumi quedó recluido en el sofá, lejos de ellos. Extrañaba sentir su calor por la noche, y ni tuvo tiempo para desayunar con él dado que por la mañana su padre había llamado a Illumi, así que no lo había visto desde esa hora y deseaba que fuera lo primero que viera al abrir la puerta, anhelaba que fuera así y que su presencia le tranquilizara durante la conversación.
Ahora estaba ahí, frente a la gran puerta, consciente de que los problemas estaban por empezar. Su padre le había mandado a llamar con el mensaje de «tenemos que cerrar el trato con Joab». Sería una dura charla, y de sólo pensarlo se le revolvía el estómago.
La puerta se abrió y vio en la sala a su padre de espaldas, con los brazos cruzados. Illumi estaba a un extremo de la mesa con los puños cerrados y una expresión demasiado seria, su abuelo estaba sentado en medio de todo mientras revolvía una taza de té con una cuchara fingiendo desinterés; Joab estaba a sólo dos asientos de Illumi, también con los brazos cruzados aunque no podía descifrar su expresión.
Pasó saliva. La tensión en ese lugar era evidente, llevaban horas hablando de algo, Roboam estaba de pie junto a la entrada y fue el primero en saludar.
—Hola Killua, estaré aquí como mediador. Parece que necesitan a alguien que sea neutral en esto… o quizá a alguien les realice un exorcismo sería más útil —la mirada de desagrado de Illumi le sorprendió, pero no tuvo tiempo de preguntar ya que Roboam retomó la conversación—. Ya está aquí, si no se comportan esta vez usaré mis habilidades, no me importará nada, ¿estamos claros?
—Somos adultos todos, Silva, Joab —el segundo en amenazar era Zeno—. No hagan que Killua sea el más maduro en esta situación.
Killua buscó la mirada de Illumi, tratando de tener respuestas a lo que estaba pasando, pero Illumi parecía demasiado enfocado en sus pensamientos, sólo cuando sus ojos se encontraron pudo ver una sonrisa pacífica como intentando aliviar sus temores.
—¿Para qué me llamaron? —preguntó ya sin más remedio, debía al menos parecer que tenía iniciativa y una buena actitud para que su padre no enloqueciera más.
Silva se dio la vuelta, vio a su joven heredero y respiró hondo mientras cerraba los ojos. Debía calmarse, ya no podía ser el mismo Silva que tantas malas decisiones había tomado. Era la hora de asumir las consecuencias de haber dejado a un lado su papel como padre y ser sólo el líder de un clan de asesinos.
—Toma asiento Kil —le dijo con voz firme—. Es momento de que dejemos a un lado las actuaciones para ser más claros. Esto es de vital importancia para nosotros.
—Dijiste que querías ver lo de Joab —se adelantó el albino con una sonrisa altanera—, pero yo no estoy de acuerdo.
—Dije que dejemos las actuaciones —fue tajante, no quería serlo, pero estaba pasando por mucha presión como para poder sostener sus propios impulsos.
Killua se quedó en silencio, no quería ser el primero en hablar porque, aunque podía asumir de qué se trataba todo, no sería el primero en revelar sus cartas. Si su padre lo había llamado, era su deber ser quien tuviera que dar el primer paso.
—Kil, esto es sobre la entidad —aclaró Zeno, aunque se notaba que él no estaba molesto, tampoco era que todo el tema le fuera de su agrado—. Sobre eso y sobre su relación.
Desvió la mirada, estaba ruborizado y no quería verse tan obvio. Detestaba ser tan sensible a esos temas en momentos como éste, no quería verse como un mocoso infantil que no podía tolerar hablar de relaciones amorosas.
—¿Y? —aunque estaba ruborizado hasta las orejas, optó por hacerse el valiente—, ¿qué quieren saber? Les aclaro de una vez que Kikyo y la gente de los Iluminados son los únicos que saben sobre la entidad, y el tema de nuestra relación no es asunto de ustedes.
Acostumbrado a improvisar estrategias, pensó que podía desviar la atención de la eliminación de Nimrod atribuyendo la solución a un grupo tan hermético y complicado como a esa hermandad, de modo que les forzaría a no contar con él para cualquier experimento con la entidad.
—¿Qué la relación no es nuestro asunto? ¡Claro que es nuestro asunto! Es de todos aquí en la sala —Silva contuvo su enojo, no quería volver a provocar una nueva discusión acalorada cuando ya le habían advertido al respecto—. Es precisamente por culpa de esa relación que las negociaciones con Joab se están complicando y ahora están enredando a Icabod.
Killua miró a Roboam, era obvio que si estaban mencionando ese negocio, el que debería estar ahí era su hijo, no él, pero no obtuvo respuesta.
—No entiendo… —volvió a confrontar a su padre— No entiendo por qué les afecta tanto nuestra relación. Quiero decir, no me importa lo de Joab, ¿pero por qué hacen tanto drama ustedes si no es como que en Tierra Sagrada el incesto fuera algo para escandalizarse? Los papás de Icabod son primos, ¿no?
—No seas ridículo, ¡¿te comparas con la esposa de Roboam?! —parecía que Silva quería contener la risa mientras respondía—, pero ellos son sólo primos, eso no tiene importancia.
—Killua —Roboam tomó la palabra al ver que Silva estaba empezando a retomar su sarcasmo y se adelantó ya que lo habían usado a él de ejemplo—, sí, el incesto es algo practicado, pero tiene sus condiciones. El matrimonio es parte del negocio, las mujeres en Tierra Sagrada son criadas y entrenadas para ser madres de Asesinos, pero uno no se puede casar con una sólo porque le apetece sin más, se deben hacer pruebas genéticas para garantizar que los hijos tengan una buena salud. Hay miembros de la hermandad que no se pueden casar con ninguna de sus parientas porque sus condiciones se lo impiden, así que deben buscar entre las hijas de otros miembros. Los primos son algo bastante común, también hay casos de entre tío-sobrina o viceversa que puede aplicar, pero el tema entre padres e hijas o el de hermanos, es algo improbable que se dé. Aún tiene sus tabúes.
Lo que Roboam omitió por convencienca era que, aunque era tabú, ese tipo de incesto no era legalmente penado en una sociedad dirigida por asesinos cuyos valores morales eran completamente diferentes a los del resto del mundo, era sencillo visualizar la idea de que un asesino, debido a su constante riesgo de muerte, debía dar satisfacción a sus necesidades por encima del resto de los ciudadanos de segunda clase. Por tanto, aunque legalmente no podían tener un matrimonio de ésa índole por la cuestión genética, nunca tendrían consecuencias por sus actos, así fueran forzados, riesgosos y tortuosos.
—¿Por los hijos?, ¿ese es el problema? —no pudo evitar reír, ese era un tema que no tendría motivo para ser cuestionado, dado que ambos eran hombres, no era como que uno de los dos pudiera correr el riesgo.
—No, el asunto es más complejo. Eres el heredero, se espera más de ti —ahora fue turno de Zeno de intervenir, pero estaba tan concentrado en cada persona en la sala, en sus acciones y expresiones que no quiso añadir más, podía intuir que el tema era todavía demasiado sensible para Silva y Joab.
Killua guardó silencio un momento. Quería ser cuidadoso con sus palabras, no lanzar veneno sólo para ganar la desaprobación de los afectados.
—Si yo…, si yo me casara con alguna chica de Tierra Sagrada y tuviera hijos con ella, ¿podría mantener mi relación con Illumi si la conservo en secreto? ¿Ustedes estarían dispuestos a aceptar eso? Digo, eso es algo que se practica mucho por allá, yo lo vi.
Hubo un silencio incómodo. No se ponían de acuerdo entre cómo tomar la declaración. Joab se sentía ofendido de no ser tomado en cuenta por el chico, pero comprendía su necesidad por entender el tema y los únicos que podían dar las explicaciones correspondientes eran Zeno y Silva, por otro lado Illumi tenía la mirada perdida en otro lado, no quería saltar a oponerse a esa propuesta así que estaba luchando contra sus necesidades. Odiaba la idea de ser un amante, tener que contar con la presencia de una «esposa» y fingir todo el tiempo que eso estaba bien y que aceptaba ser un secreto. No iba con su ideal, sin embargo, él sabía que debía subordinarse a los deseos de Killua, no sólo por ser el heredero, sino porque se lo debía; Killua había accedido a esa relación con tanto sacrificio y dolor, si él le pedía que fuera su amante, con todo su dolor y orgullo herido, aceptaría porque el bienestar de Killua estaba por encima de todo.
—Suponiendo que no se hiciera el trato con Joab, o que Joab accediese a eso, no veo ningún problema con tú propuesta —argumentó Zeno, que estaba tratando de ser racional. Cada que hablaba con los miembros de los Iluminados más allegados a él, le insistían en que no tuviera esperanza con el tema de la entidad, que la posibilidad era tan baja que lo más seguro es que tuviera que mantener esa relación de por vida, así que debía ser abierto al panorama.
—Ese no es el problema —Silva lucía más molesto gracias a las palabras de Zeno, para el abuelo de los chicos las soluciones eran tan simples que a él le irritaba que no considerara sus preocupaciones como padre y líder de la familia.
—¡¿Entonces cuál es el problema?! No es el tema de que somos hermanos, y tampoco el tema de que somos hombres, ¡maldita sea! Están dispuestos a vender a Illumi a Joab a para ganar un favor y una disculpa, pero eso no lo ven mal cuando…
—Eres demasiado niño para entenderlo —Silva se recargó en la mesa mirando fijamente a Killua, quería intimidarlo para frenar sus palabras.
—¡¿Ese es el problema?! ¡¿Mi edad?!
Silva giró los ojos con fastidio y volvió a alejarse para darle la espalda, estaba harto del tema, pero sobre todo, de tener que contenerse y disimular sus preocupaciones para no volver a pasar por una discusión infernal.
—Entregar a Illumi no tiene nada de malo —volvió a hablar, nuevamente su tono era tranquilo.
—Este es el resultado de haberlos criado fuera de Tierra Sagrada —intervino Zeno—. Las prácticas tan comunes y los valores de la hermandad no son tan firmes como con nosotros. ¿Lo ves ahora?
—Roboam tampoco crió a su hijo en Tierra Sagrada —se justificó—. Ya muchos Asesinos acostumbran a criarlos lejos para neutralizar las competencias internas y fomentar una vida más tranquila.
—Ustedes saben… no, todos en esta sala sabemos que Joab no tiene precisamente intenciones puras con Illumi. Eso no les perturba a ustedes —señaló Killua a su padre y a su abuelo—. No les importa pensar que Joab dio un salto de su deseo por mi padre a buscar a Illumi, su hijo —Silva abrió los ojos con sorpresa, no imaginaba que su hijo tuviera esa información—, dime entonces, papá ¿por qué te escandaliza tanto esto si tú tienes esos grandes valores de Tierra Sagrada?
—¿Cómo supiste eso? —preguntó intrigado Silva, aunque pretendiendo no estar alterado.
—Estuve en Tierra Sagrada, se dicen muchas cosas por allá.
—Sí, claro —miró a su padre con reclamo—. Se dicen muchas cosas.
—Sigues sin responder —espetó—. Entiendo que para el abuelo la condición es más fácil de complacer, pero no entiendo tú problema.
Silva apretó los labios. Era un tema bastante complicado para él. Más allá de todo lo dicho, era una cuestión que estaba a punto de explotar si se mantenía aferrado a su silencio.
—Mira, Killua, entregar a Illumi no es malo porque… porque Joab es un heredero con experiencia —trató de ser más indirecto. Tenía la mirada de todos puesta encima y sentía que todos menos Killua estaban comenzando a comprender lo que estaba intentando expresar indirectamente.
—¡Ah no! ¡Tiene todo el sentido del mundo! Me queda claro —contestó con sarcasmo—. Yo también soy un heredero, ¿eso no te basta?
—Killua, entiende. La entrega es una transacción, y al darle a Joab un subordinado damos un mensaje paz entre nosotros y hacemos ver a Joab más… más fuerte.
A excepción de Killua que arrugó el entrecejo preocupado por las cosas que salían de la boca de su padre, y Silva que estaba a punto de perder la compostura, el resto estaba entre llevarse una palma a la frente o girar los ojos con una expresión de incredulidad a lo que estaban escuchando.
—¿Al darle un subordinado lo hacemos más fuerte? ¿Dices que nos veremos inferiores a él y eso está bien para ti? —preguntó Killua intentando descifrar sus palabras.
—Silva, eso ya es de otra época —por primera vez intervino Joab con una sonrisa nerviosa—. Ya los jóvenes y muchos tipos de nuestras generaciones no lo ven de ese modo.
—¿De qué hablas? —el albino realmente quería entenderlo, hasta Illumi parecía comprender por qué todos estaban en desacuerdo con su padre.
—Es mi heredero, Joab, no puedo permitirlo.
—Silva, tienes que hacerte a la idea de que Killua ve las cosas desde otra perspectiva —salió Roboam a defender.
—¿Tú permitirías que tu hijo pasara por algo así?
Se quedó en silencio. Claro que también a él le incomodaría que fuera así, pero él se resignaría a permitir los deseos de su hijo con tal de no perder a su heredero. Le daría prioridad a su relación antes que a las costumbres de su hijo.
—¡¿Podrían dejar de hablar en clave?! Maldita sea, me están haciendo perder el tiempo.
Los tres hombres se vieron entre sí, tratando de ver cuál de ellos se lo diría.
—Lo que este trío de imbéciles no te está diciendo es sobre la sexualidad entre hombres —Zeno tuvo que intervenir—. El detalle de ser penetrado o penetrar en la relación. Se considera, desde la antigüedad, que el que es penetrado es un ser inferior y débil, mientras que el que penetra se le ve como alguien dominante y respetable —de pronto los tres señalados por el anciano lucían como un grupo de adolescentes incapaces de llamar las cosas por sus nombres—. Por eso muchos herederos tienen varios chicos a su disposición, para verse «superiores» entre los hombres, ese era el sentido de apadrinar, pero estamos hablando de que eso era así en el pasado, incluso antes de que yo naciera. Las cosas han ido cambiando y ahora hay quienes apadrinan para hacer negocios sin interés sexual y también el tema de la penetración ya no es tabú, ya deberían dejar esas ideas absurdas a un lado.
—¡Puta madre! —Killua estaba rojo de vergüenza, si ellos hablaban así era porque ambos asumían sus roles en la relación, pero él sentía que las cosas eran mucho más complejas de lo que parecía.
—Yo los descubrí cuando fuimos a la ceremonia con los Iluminados —confesó Silva—. No fue nada agradable.
—¡No puedo creer que todo este drama es por algo tan estúpido! —Killua se llevó las manos a la cara embarrando sus dedos en sus mejillas para deslizarlos al cuello de su playera y mirar al techo. Podía apostar que Illumi estaba resistiendo el deseo de reír, no quería verlo porque se contagiaría y él no sería capaz de aguantar.
—Silva, déjalo ya. No tiene caso —Joab trataba de calmar las aguas porque temía a la capacidad de atar cabos de Killua, ya lo estaba viendo en acción y sabía que lo que vendría no iba a ser agradable.
—No, no —se levantó Killua y colocó sus manos sobre la mesa para recargarse—. Dime una cosa, Joab, cuando te imaginabas tener una relación con mi papá, ¡¿qu-quién te imaginabas que penetraba a quién?!
Aunque estaba completamente rojo gracias a su propio pudor y casi se ahogaba con sus propias palabras, tenía que sacar sus armas, debía adelantarse a todo. Cualquier detalle era útil.
Silva y Joab se vieron a los ojos sin decir una sola palabra.
—Ay Dios, no, esto es algo que no quería saber… —Roboam se llevó los dedos al ceño frotando en medio de sus cejas.
—Vaya sorpresa, ¿y quién le dio a quien? —se burló Illumi al fondo, arriesgándose a incendiar la ira de su padre.
—¿Y eso los hizo más débiles? —Killua había bloqueado su mente para evitar imaginar a su padre y a Joab en ese estado, quería enfocarse en lo importante.
Había dejado caer la pregunta cual bomba que de algún modo sabían que caería sobre ellos tarde o temprano, pero que al venir por boca del menor, les hacía parecer más miserables de lo que en realidad esto era. Cada uno tenía su postura y cada uno estaba esperando analizar las consecuencias que esto traería a sus vidas.
—Debo admitir que Killua es muy bueno negociando —Joab se cruzó de brazos y se desplomó en su silla—. Ahora sí tengo motivos para temer a tus negocios con Icabod.
—Me alegra saber que estoy apostando por Killua —contestó con una sonrisa burlesca Roboam y al fin dejó escapar su risa.
De pronto el ambiente ya no parecía tan tenso y desagradable, había risas y vergüenza infantil, pero la agresión había tomado una tregua. Observó a su padre y notó que él también parecía sonreír y su ceño estaba relajado.
Silva había tenido una revelación personal, por más que deseaba seguir usando excusas para frenar a sus hijos, estaba claro que su motivación principal era retrógrada y absurda. Que si deseaba impedir esa relación, lo mejor sería ser honesto consigo mismo y aceptar que no podía admitirlo porque eran sus hijos y, aunque él podía aceptar que esa realidad ocurriera en otras familias, no quería compartir esos valores con sus propios hijos. Sin embargo, aún no estaba preparado para reconocer esas emociones.
—Kil —le habló a su hijo, en un tono que denotaba más compasión y paciencia que antes—, todos estos temas son asuntos que pueden afectar nuestros negocios y la forma en la que se nos ve en Tierra Sagrada. Sí, entiendo que mucho de esto salga de tu comprensión porque no tienes los valores que allá tenemos, pero es que tú tienes una personalidad muy sensible y sueles empatizar con las causas más fácil que todos nosotros, eres capaz de… hacer todo esto sólo por lástima, no quiero que te rebajes por algo así. No quiero que llegues a este extremo sólo por una maldición. Es por ello que tenemos qué removerla lo antes posible.
«Rebajarse» esa palabra le había calado al albino, no le gustaba que se refirieran así a su acto de amor, para él no tenía nada de humillante abrir su corazón y corresponder a un amor más allá de toda lógica.
—Como bien sabes —levantó la voz con autoridad—, estoy conversando con Icabod respecto a los negocios entre nosotros. Tenemos una estrategia y si me das tiempo, puedo renegociar contigo para la entrega de Illumi —aprovechó que su padre se había tranquilizado para sacar el tema.
Silva miró a Joab en busca de una respuesta en su mirada y le sorprendió ver que había una felicidad sincera. Tenía muchos años que no veía en él esa expresión amigable y pacífica, sin malos sentimientos entre ellos, la venganza había quedado saldada aunque deseaba preguntarle qué había pasado, se guardó aquello para otra ocasión.
—Qué gane el mejor —contestó Joab celebrando el acuerdo entre él y Killua.
Por primera vez Killua sintió que el hombre no decía algo con burla o con una doble intención. Su actitud proyectaba un sentimiento cálido que no pensó que fuera posible, casi como si cariñosamente quisiera empujarlo a ser mejor, y retarlo a ganarle en su área para volverlo un heredero digno de los Zoldyck.
—Aún así, Kil —advirtió Silva—. En cuanto la entidad sea removida, yo no aprobaré esa relación. Eres todavía muy chico, tienes mucho por delante, a esta edad está bien experimentar, pero no voy a permitir que esta relación tome una connotación más seria de lo que puede ser para un adolescente de tu edad.
Su corazón se apretó, de nuevo ese futuro tenebroso le resonaba, pero recordaba las palabras de Illumi. Ambos eran estrategas, no se rendirían sin dar una pelea justa, buscarían la forma de burlar las reglas de su padre y salir victoriosos. Tenían tiempo —eso pensó— que por lo menos su padre ya no le arrebataría a Illumi al dárselo a otro tipo en la hermandad.
Optó por no discutir, no refutar ni prolongar más la charla. Illumi le había dicho que lo que más necesitaba era que crecieran juntos, que él fuera capaz de demostrarle que nada lo haría desistir de su amor, era al único al que le debía demostrar algo. Ya su padre, su abuelo y el resto de factores sólo serían retos para fortalecer su vínculo y darle la confianza a Illumi de que él estaba convencido de su amor.
Volteó a ver a Illumi y sintió que todo su mundo se volvía un lugar maravilloso y que sus fuerzas se renovaban cuando sus miradas se cruzaron. Ese hombre le hacía sentir que no había problema imposible ni situación que no pudieran resolver juntos. En su lenguaje personal, ambos se daban calma, sabían que nada los podría separar si estaban de acuerdo en ello.
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En cambio, las cosas esa mañana habían sido diferentes para Kalluto. Había vuelto a dormir en el cuarto de Killua e Illumi, pero se había marchado más temprano por órdenes de su abuelo para tomar el entrenamiento que le correspondía.
Para las nueve de la mañana había terminado y estaba agotado, se había dado un baño en las aguas termales en la parte trasera de la montaña. Raramente la familia iba a ese lado, y prefería pasar el tiempo ahí para estar tranquilo. Tuvo que salir cuando uno de los mayordomos le fue a buscar para preguntarle si deseaba desayunar, ahí cayó en cuenta en que no había ingerido nada antes de salir a su nueva rutina.
Estaba algo agotado, pero debía apresurarse a ir a la casa si quería comer en la mesa con los demás, pero luego pensó en la forma en que su padre y sus amigos lo mirarían después de lo que habían escuchado sobre él y detuvo sus pasos, rodeo hacía el jardín en el que su madre solía pasar el tiempo y se dirigió al kiosco, solicitando que le trajeran el desayuno ahí. Apenas se acomodó en la mesa, vio llegar al mayordomo junto a su sonriente hermana, caminando detrás del hombre que llevaba dos bandejas. Se alegró de que al menos tendría una compañía agradable, pero luego notó una presencia más y rodó los ojos.
—Trae otro plato más —solicitó al mayordomo mientras el hombre acomodaba las cosas para los hermanos Zoldyck.
—En seguida, joven amo.
—¿Y tú piensas salir a saludar o seguirás fingiendo ser un árbol?
—Buenos días —saludó el ruborizado adolescente mientras veía al par de Zoldyck que le observaban atentos.
—¿Ya desayunaste? Bueno, no importa, de igual modo ya pedí algo para ti.
—No he desayunado, me escabullí hace rato —parecía cada vez más rojo de vergüenza, pero también más empeñado a fingir que no lo estaba—. Ya no te vi en el cuarto —se acercó a la mesa y tomó asiento frente a ellos.
—¿Quién es él? —preguntó Alluka observando al chico que sonreía atolondrado mientras recargaba ambos codos en la mesa.
—No importa —contestó Kalluto.
—Soy Icabod, el prometido de Kalluto. Un gusto conocerte.
Alluka abrió la boca dejando escapar el aliento, pero no tuvo tiempo de hacer ningún comentario ya que Kalluto se había levantado y de un puñetazo había mandado al chico volando hasta caer de espaldas al otro extremo del kiosco.
—¡Eres un idiota!
—¡Kalluto, no trates así a tu prometido! —Alluka comprendía que no era verdad, quizá ella no estaba muy involucrada en los temas de la hermandad ni los negocios familiares, pero era evidente que se trataba de una broma, y a ella le encantaba seguir el juego cuando veía la oportunidad de divertirse a costa de alguno de sus hermanos.
—¡Alluka! —reclamó el menor completamente rojo de vergüenza.
Icabod se levantó sobándose la cara y con una mueca victoriosa regresó a la mesa, sentándose satisfecho de su actuación.
—Descuide señorita, he sido entrenado para soportar el dolor del amor.
—¡Te estás buscando otro! —levantó el puño en señal de amenaza.
—Tranquilo, tranquilo —Alluka le dio un par de palmadas en la espalda y Kalluto regresó a su asiento—. Es la primera vez que veo que alguien se lleva tan bien con Kalluto —reía entre palabras, y era verdad lo que había dicho, Kalluto era demasiado reservado y poco sociable, era un milagro que existiera alguien con quien tuviera algún contacto más allá de los negocios.
—¡¿Te parece que me llevo bien con este pervertido?!
—¡Seré un maldito imbécil, pero no un pervertido! —fue su turno de reclamar.
—Kalluto… —Alluka nuevamente intentó frenarlo, aunque había algo divertido en verlos discutir.
—¡Él empezó!
—¡¿Yo empecé?! —incrédulo lo señaló para resaltar sus palabras— Tú fuiste el que me llamó «grandísimo imbécil» y luego se justificó diciendo que en realidad querías insultar a mi padre —dijo refiriéndose al momento en que se conocieron, cuando Kalluto había resbalado con sus propias palabras.
—¡Kalluto! —fingió escandalizarse, realmente estaba entendiendo el juego que esos dos se traían.
—¡Y no estaba equivocado! De tal palo tal astilla.
La escena se interrumpió cuando un mayordomo se acercó a la mesa saludando cordialmente y anunció que traía el desayuno para el invitado. Así que con un ambiente más moderado los tres se dispusieron a desayunar. Kalluto al fin presentó a su hermana y se sorprendió al ver que Icabod no preguntó nada sobre ella. Era consciente de que los Zoldyck eran conocidos por ser sólo hombres en la familia, no sería la primera ni la última vez que alguien preguntaría por la condición de su hermana, pero para Icabod estaba claro que no era relevante.
—¿Sigues evadiendo a tu padre? —le preguntó tratando de averiguar el motivo por el que había optado por ir tras él desde temprano.
—En parte sí, pero desde ayer había querido encontrar una oportunidad para hablar contigo —lo miró a los ojos con seriedad y pasó saliva, no quería verse dando más explicaciones desagradables a alguien más.
—No creo que sea necesario —quería evadirlo, al menos con él sería más sencillo porque no era una autoridad como para presionarlo.
—Es sólo si quieres. Estoy aquí para responder tus preguntas —soltó tranquilo y luego dio un largo trago a su bebida.
—¿Preguntas…? —quedó pasmado, hasta ahora nadie había tenido tal consideración con él.
—Sí, de lo que quieras. Te lo debo.
Entendió a lo que se refería. Icabod había tenido la osadía de indagar sobre su vida más oscura e íntima, apenas y había tenido trato con él y ya sabía los secretos que por tanto tiempo había ocultado. En cierto modo le estaba diciendo que podía preguntarle sobre el interrogatorio, todo lo que había descubierto y, también si es que lo deseaba, podía hacerle preguntas de su vida privada para igualar condiciones.
No podía creer que existiera un chico como él, una especie de asesino que tuviera una empatía tan latente, casi como lo que veía en Killua. Era capaz de congeniar y congraciarse con quien fuera, al grado de sentir compasión hasta por sus enemigos en los momentos menos oportunos.
Miró hacia su plato vacío y asintió. Quería eso, hacerle preguntas y sentirse respetado después de esos angustiantes días, pero no quería hacerlo en presencia de Alluka, en especial si Icabod tenía alguna historia que no quisiera compartir demasiado.
—Permíteme contarte algo vergonzoso de mí —Icabod alzó la voz, consciente de que Kalluto podía no sentirse tan seguro para empezar a hacer sus preguntas, en especial con su hermana ahí sentada entre ellos.
—N-no tiene que ser ahora mismo —trató de frenarlo, pero Icabod levantó la mano para indicar que no había necesidad de preocuparse, no sería un tema que su hermana no pudiera escuchar.
—Sabes que yo tampoco crecí en Tierra Sagrada, ¿cierto? —Kalluto asintió— Verás, tuve la educación típica de la hermandad, toda esa mierda de entrenamientos y torturas, pero yo fui un niño de mamá… so-soy un niño de mamá —empezaba a ruborizarse, lo que ambos Zoldyck les parecía tierno considerando que estaba haciendo el esfuerzo por verse como un hombre maduro—. Mi padre es un gran asesino, pero mi madre es mucho mejor que él, y no lo digo por exagerar, pero su técnica y capacidades son superiores a las de mi padre por mucho. En secreto ella me entrenaba —susurró mirando a su alrededor, buscando algún espía entre los árboles.
—¿Por qué eso es vergonzoso? —preguntó Alluka extrañada.
—En este mundillo, no es bien visto que una mujer entrene a un asesino, menos cuando es un heredero —respondió Kalluto con voz suave, tratando de no darle mucho énfasis al tema.
—¿Por qué?, ¿qué tiene de malo ser mujer?
—Yo también lo quiero saber —contestó Icabod—, pero lo que quiero decirte, Kalluto, es que yo no comulgo con muchos de los principios de la hermandad. Apoyo la causa de la hermandad, sí, pero hay muchas cosas que me gustarían que cambiaran. Empezando por todo ese rollo de las prácticas denigrantes de los apadrinados…
Para Kalluto esas palabras tenían mucho peso. Icabod le estaba diciendo que él no creía que su vida fuera una aberración sólo por sus malas experiencias. Él tampoco debería ser considerado un heredero legítimo si se supiera que su madre había intervenido en su entrenamiento, ese era un secreto muy delicado desde el punto de vista de un Asesino. Eso también debería ser considerado una aberración si acatara las reglas de la hermandad. Además le estaba diciendo que él deseaba cambiar las ideologías que eran más dañinas. Kalluto se sentía inferior de acuerdo a esas ideologías, al haber sido criado por su madre, entrenado en ámbitos no aptos para los Asesinos, usado como un juguete sexual; tenía todas las características que cualquier heredero rechazaría apadrinar por ser considerado demasiado inferior y dejarían de tomarle en serio. Era el motivo principal por el que no quería que nadie supiera de su condición.
Se había estado haciendo a la idea de que al crecer y ser presentado en la hermandad, las oportunidades de ser tomado en serio por un alto mando serían nulas, sólo volvería a pasar a ser el juguete sexual de alguien más. No veía un futuro en la hermandad por la que había sufrido día con día en sus entrenamientos. Sí, se había ilusionado con Joab cuando vio que le cayó bien, pero si Illumi lo rechazaba, lo más seguro era que por su propio orgullo ese hombre lo ignoraría también. Icabod estaba ahí diciéndole que no tuviera miedo, que él comprendía su posición al haber sido entrenado por una mujer, y que no lo veía como un objeto sexual, que para él todas esas ideas no tenían relevancia.
—Más te vale que no estés bromeando —su voz tembló por un segundo, se sentía emocional después de tanto esfuerzo por permanecer tranquilo.
—De ningún modo lo haría, no con esto, ¡¿sabes en cuántos problemas me metería si se supiera?! —colocó una mano sobre la cabeza de Kalluto— Por eso quiero que te sientas libre de hacer tus preguntas, creo que no seremos injustos entre nosotros.
Kalluto asintió lentamente y miró a su hermana, ahora más que nunca necesitaba un tiempo a solas con él, dejando a un lado todas las bromas y juegos.
—Alluka, necesito hablar con él.
—¡Apenas les iba a preguntar de qué tanto hablan! ¡No es justo!
—Esto es importante.
—¿Es un asunto de novios? —preguntó aferrándose a no irse y seguir molestando.
—¡Nada de eso! —gritó y señaló a Icabod—, ¡por tu culpa mi hermana no me dejará en paz!
—Claro, todo es mi culpa —rodó los ojos con ironía—. Descuida, Alluka, cada día me siento más rechazado.
—¡¿Cada día?! Suena como si nos conociéramos de hace mucho.
Sus miradas se confrontaron retadoras. Alluka estaba a punto de estallar en una carcajada, de verdad que no quería dejarlos, pero entendía que ambos tenían algo importante a tratar, así que se levantó de su asiento acomodando su ropa, lista para marcharse.
—Ni crean que los dejaré mucho tiempo, volveré más tarde —advirtió.
—Descuida, señorita —Icabod aprovechó la distracción para tomar la mano de la chica y con una voz seductora añadió—: más tarde podríamos tener una cita a solas tú y yo —y selló aquello con un beso.
Alluka palideció primero y luego enrojeció, nunca en su vida, nadie le había tratado de ese modo. Se quedó sin palabras por un segundo, por más consciente que fuera de que se trataba de un juego, podía ahora comprender a Kalluto y sus arranques histéricos.
—¡Deja a mi hermana en paz, pervertido! —le arrebató la mano de su hermana y se colocó entre ellos dos para defenderla.
—¡¿Quién te entiende?! No quieres estar conmigo, pero tampoco me dejas estar con nadie más. Eres demasiado posesivo —pero Icabod estaba disfrutando demasiado aquello.
Alluka se dio la vuelta y salió corriendo avergonzada y, de un modo extraño, fascinada. Era la primera vez que se sentía así y era algo bastante agradable. Sólo esperaba que Kalluto también compartiera esa emoción al ser tratado como si fuera una persona con un atractivo interesante.
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Milluki estaba sentado al borde de la escalera, había encendido un cigarro y se había quedado ahí, sin hacer nada, sólo miraba al frente en silencio. Los gritos de su madre le provocaban dolor de cabeza, pero ahora era consciente de que era el único que tendría el ánimo para soportarlo. No dejaba de darle vueltas a las palabras de su hermano. Él no creía en las casualidades, siempre fue capaz de ver a través de sus cámaras todas las complejidades de su familia. Los rituales extraños de su madre con Illumi y Kalluto, las rarezas de Alluka y, por supuesto, las actitudes de Killua.
Sospechaba más de Killua que de ningún otro en la familia porque no podía aceptar que el chico fuera tan bueno y noble, no cuando era un asesino, el heredero de una mordaz familia. Un niño que había sido bendecido con todas las comodidades en la vida, amado por los mayordomos, respetado por su padre y su abuelo, entrenado y adorado por Illumi, la vaca sagrada de su madre. Fuerte, hábil, inteligente, amigable, y perfecto, eso carecía de toda lógica, no podía aceptar que algo así existiera por su simple naturaleza. Estaba convencido de que había algo de malévolo y perverso detrás de esa fachada de niño bueno e intocable, pero nunca había tenido la oportunidad para desenmascararlo hasta ahora.
Creía que había llegado a un punto importante, la solución al enigma de Killua. Detrás de toda esa apariencia de niño bueno, había un manipulador pervertido que deseaba a Illumi. En su imaginario, Killua había estado planificando el modo de aislar a Illumi de la familia para tenerlo bajo su dominio y, aprovechando la debilidad de su hermano mayor por él, le empezó a seducir hasta hacerlo caer en su trampa. No podía dudarlo después de haber visto su actitud en los pasillos. Killua era celoso, demandante, odiaba que otros vieran a Illumi y se acercaran a él, podía notarlo con Joab, la forma en la que Killua había enviado a Kalluto y a Alluka a interrumpir, la manera obsesiva de estar con él por horas sin dejarlo a solas le parecía enfermizo. Él también había visto las marcas en el cuerpo de Illumi, en especial esa mañana que las cámaras le habían captado con el torso desnudo andando por los pasillos para ir a su encuentro con su padre, mientras que Killua no tenía nada evidente, eran pruebas de su deseo por marcarlo para que nadie dudara de su autoridad. El recuerdo le revolvía el estómago.
—Buenos días, amo Milluki —saludó un mayordomo con una nueva bandeja de comida para la mujer, era la tercera que le traían ya que las dos anteriores habían sido arrojadas y desperdiciadas.
—Dámela, yo se la llevaré —solicitó poniéndose de pie—. A ti sólo te rechazará y ya es hora de que desayune algo.
—Como desee, amo.
Milluki subió las escaleras, su madre estaría aún de mal humor y tendría que insistir con paciencia antes de que ella se relajara y permitiera que él la atendiese.
—Mamá, soy yo, Milluki. Te traje el desayuno, ¿quieres comer?
—Trae al fracasado de tu padre aquí, eso sí sería útil —ya no tenía nada para arrojar.
Ella era todo un desastre, el cabello suelto y revuelto, enredado en algunas partes en hebras largas abultadas que caían por su rostro, sus ojos estaban vendados para no mostrar las cicatrices que habían quedado en los huecos; pálida, los labios resecos y partidos, usando una pijama morada con jirones de la tela y botones reventados. Milluki se entristecía por verla en tal estado.
—Desayuna primero, déjame arreglar tu cabello y tu ropa, y le diré a papá que venga a verte, ¿de acuerdo? —parecía cada día más un adulto cuidando de un niño pequeño y revoltoso que era imposible de mantener tranquilo por mucho tiempo.
Kikyo sabía que sus palabras eran vacías, no había forma en que Silva le hiciera caso, no cuando nadie en casa lo respetaba, pero a este punto había llegado. Debía conformarse con los recursos que le quedaran. Al menos pensaba que Milluki no era tan inútil como todos lo creían. El vigilaba todo en casa, sabía más de lo que pensaba él mismo y era capaz de traerle más información sin darse cuenta.
—Ven aquí, dame de comer, no tengo ganas de moverme —le dijo y se sentó en la cama, torpemente acomodando su ropa y sus cobijas para cubrir su piernas.
Se sentó junto a ella y empezó a darle la comida en silencio, sólo deteniéndose para darle agua y ayudarle a limpiar cuando algo se escurría, y unos minutos después, cuando vio que se encontraba silenciosa y pacífica, aprovechó para cepillarle el cabello y hacerle conversación.
—Mamá, pude hablar con Illumi ayer.
—¿Te dijo algo útil ese bastardo?
—Illumi asume todo como su culpa, pero yo creo…
—¿Y estás seguro de que es Illumi?, ¿ya se lo preguntaste?
—¿Por qué no me explicas a qué te refieres? Mamá, lo que más me está preocupando es el poder que Killua tiene sobre él. Illumi no hace ya otra cosa que no sea existir para ese mocoso.
—Me haces preguntas y no me das respuestas primero, ¿por qué no empiezas tú por explicar qué es eso que dices? ¿A qué te refieres tú con que Illumi vive para Killua?
—Mamá —lo pensó una última vez, pero ya era algo que había decidido confesar en busca de una reacción diferente—, Illumi tiene una relación incestuosa con Killua. Los he visto juntos en los pasillos, eso… eso no es normal.
No dijo nada, no parecía sorprendida ni asqueada, sólo estaba pensativa. Kikyo no iba a mostrar la sorpresa e indignación que sentía por la noticia, no era el momento ni la persona indicada para hacer su berrinche, pero dentro de ella había un fuego nuevo.
«Este es el deseo que Nimrod detectó en Illumi. Su deseo imposible», ella entendía el juego de Nimrod y Semiramis. Uno se encargaba de conceder deseos materiales, deseos fáciles acorde a su poder, cobrando una cuota de sangre o una de amor si el deseo era desinteresado y puro, el otro era detector de deseos imposibles, se suponía que esto alejaba a Semiramis del peligro de involucrarse con un ser cuyo deseo pusiera en riesgo el orden del bien y el mal, pero también Nimrod tenía una función más, una que nunca había sido revelada. Su misión real era sanar los deseos imposibles tales como: revivir a los muertos, conseguir un Nen superior a cualquier otro, volverlos dioses, ser inmortal, la juventud eterna, todos esos deseos que eran capaces de corromper a los seres humanos, Nimrod estaba ahí para traer orden y paz, traer a la realidad a aquellos que ambicionaban ese tipo de cosas para encauzar el camino de ser que lo requiriera.
En la alquimia era común encontrar a los iniciados que tenían ese tipo de desviaciones, personas en busca del elemento sagrado, y cuya obsesión por obtenerlo los llevaba por caminos perversos y llenos de oscuridad. Nimrod se había levantado como el sanador de los iniciados, el gran maestro y juez que podía limpiar sus auras oscuras para hacerles ver la luz.
Cuando Nimrod conoció a Illumi, supo que ese chico no le daría problemas terribles con su deseo. Su definición de «imposible» estaba limitada por su propia naturaleza y principios, así que manipularlo sería fácil y creía que con su guía lograría llevar a Illumi a su propio final. Su deseo era fácil de alimentar y controlar, por eso lo había elegido a él por sobre todos sus hijos.
«¿Por qué se dejó vencer? No lo entiendo, él podría destruir a Illumi sin problemas y no darle nunca su deseo…» Tenía una enorme curiosidad al respecto, ella conocía muy bien a esa entidad, sabía del inmenso poder y autocontrol que poseía y no podía aceptar que las cosas se hubieran solucionado sin su intervención. Ser dejada de lado por su esposo, por casi todos sus hijos y hermandad, y ahora, ni siquiera tener poder para controlar una sola cosa a su favor le hacía hervir la sangre.
«¿Qué tanto sabrán sobre su poder? ¿Será que aún puedo tener una carta a mi favor?»
—¡Mamá! Te estoy hablando, ¿no me estás escuchando? —salió de sus pensamientos cuando Milluki insistió en llamar su atención.
—Ya, ya… sí te escuché —movió sus manos para apaciguar al molesto chico.
—¡¿No me dirás nada al respecto?! Te estoy diciendo que he visto a Illumi y a Killua actuando como si fueran… ni siquiera quiero decirlo, es asqueroso.
—Ay no vengas a hacerte el puro y santo conmigo, que yo sé de las prostitutas que traes a casa cuando crees que nadie te ve.
—¡¿Y eso qué?! Es su trabajo… esto es diferente, se trata de mis hermanos… ¡Tus hijos! ¡¿Eso no te indigna?!
—Indignarme, ¿por qué? Si todos mis hijos son asesinos, todos han matado a un incontable número de personas y animales, han practicado la tortura y se han aliado con mafias y cada cliente de dudosa moral… No me voy a poner a hablar de ética y valores a estas alturas —lo cierto es que sí lo repudiaba, pero no le daría la satisfacción a nadie, necesitaba estar segura de quienes estaban a favor y en contra de esa relación para saber si mostrar su desprecio o no.
Milluki apretó los puños y se quedó en silencio. Su madre tenía un buen punto a favor, no podía debatir cuando él tampoco veía mal el negocio familiar. Pensó que incluso sus valores podían ser cuestionables si los expresaba en voz alta, pero tras una breve reflexión se convenció de que su verdadero enojo era debido a que Illumi estaba en brazos de su enemigo, del mocoso que se había vuelto la adoración de su padre y su abuelo. Permitir que su hermano cayera en esa trampa y se volviera otro adorador más de Killua le hacía tener deseos de vomitar.
—¿Ni siquiera te preocupa lo que Illumi pueda lograr al tener el control emocional de Killua? —indagó recordando la devoción de su madre por el albino.
—Eso depende, ¿cuál es la intención de Illumi al estar con él? ¿Realmente crees que Illumi está con él para sacar ventaja de su posición? —se levantó de la cama y a tientas se dirigió al baño—, Milluki, tú no sabes nada sobre la hermandad de Asesinos, ni la forma en la que uno adquiere más poder en la familia. Te corresponde a ti averiguar eso, y cuando lo entiendas, sabrás que Killua no corre ningún peligro. Investiga si tu padre y tu abuelo saben del tema y si lo aprueban, y vuelve aquí.
Dicho eso se encerró en sí misma y Milluki no tuvo más opción que salir de ahí. Él ya conocía los temas de la hermandad, no era correcto lo que su madre opinaba. Todos en casa lo menospreciaban y creían que era un monigote ignorante que sólo estaba a cargo de la seguridad y vigilancia de la montaña, pero se olvidaban que como parte de ese puesto su más grande ventaja era el flujo de información a la que tenía acceso.
Sabía que Killua tenía ventaja, que Illumi corría el riesgo que no ser apadrinado y volverse su esclavo sin acceso a un puesto real como miembro de la hermandad, pero desconocía el verdadero significado de ser apadrinado y los contras de recurrir a esas prácticas. También sabía que su padre y su abuelo estaban tramando algo con respecto a sus hermanos, sospechaba que era relacionado al asunto de su relación, pero no podía confirmarlo, ninguno de los mayordomos podían hablar al respecto, tendría que torturarlos si deseaba arrancarles lo que supieran, pero incluso así era más posible que no tuvieran tampoco gran conocimiento. Lo único que le quedaba era confrontar a su padre y a sus hermanos, de ahí podría recurrir a su madre y pensar en una forma de involucrarse para rescatar a Illumi.
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Silva le había pedido salir para tratar «asuntos de herederos», como solía llamarlo cuando quería resaltar que él no era el líder de la familia. Illumi tuvo que resignarse para dejar a Killua en la sala junto a su padre, su abuelo y esos dos tipos que su padre había llevado, y aunque sabía bien de qué hablarían, no tenía opción alguna más que abstenerse a intervenir o correría el riesgo de un castigo que empeoraría las circunstancias. Estaba molesto de sólo recordarlo, y no quería pensar más en ello, así que sólo quería hundirse en sus pendientes y enfocarse en los asuntos más importantes para él.
Fue de vuelta a su recámara, era el mejor momento para empezar a tratar el tema de Kalluto con la persona más indicada para proporcionarle información con respecto a la hermandad. Tomó su celular y marcó a la mascota del concilio, Annie.
—¡Gran Maestro! Es un honor volver a tener contacto con usted —escuchó la voz entusiasmada de la chica después de saludarla.
Illumi no congraciaba con ella, su personalidad tan entusiasta y abierta le incomodaba, podía imaginar que Killua se pondría celoso si la escuchaba dirigirse a él, su personalidad era accidentalmente coqueta.
—Annie, necesitaré tu ayuda para conseguir una información —se detuvo frente al balcón, ajustando las cortinas a su gusto—, ¿crees poder obtener los nombres de los pilares del templo de Inanna? Sólo busco a los que trabajaron con Geppetto.
—Me parece que esa información la tienen en las oficinas principales, si no, será en la cueva de Inanna —le escuchó pensar en voz alta, dudando en revelar del todo el tema—. Me fue impuesta una restricción del tema, pero en tres días estaré en las oficinas principales y lo buscaré para usted.
«Una restricción, seguramente los del concilio sabían que esto tarde o temprano saldría a la luz», no le gustaba como sonaba eso. Cabía la posibilidad de que estuvieran tratando de prevenir que atrapara a los involucrados.
—Bien, mantenme al tanto.
—Maestro, ¿puedo hacer una pregunta sobre su cargo?
—Dudo mucho poder responder, ni siquiera he tomado el puesto oficialmente, desconozco mis deberes.
—No, no… eso lo sé —se aclaró la garganta con nervios—, ¿ha pensando en lo que hará con «El Único»? Me preocupa que él esté esperando resultados sobre usted, y él le encomendó una tarea.
—Annie, ese tema es asunto de Nimrod con ese ser. Conociendo el poder que tiene, ya debe estar enterado de todo y no creo que tenga interés en mí —fue franco, pero también pensaba que si «El Único » quería que él continuara con su legado, de algún modo se lo haría saber. Estaba seguro de que no sería necesario, así que ese tema lo tenía sin cuidado.
—Entiendo, sí, tiene razón. Yo no debería preocuparme al respecto.
—Te encargo ese asunto.
—Se lo enviaré tan pronto lo tenga en mis manos.
Se despidió de ella. Comprendía su verdadera preocupación, ella buscaba auténtica justicia por su caso y por todos los casos que ella conocía que estaban en igual condición. Necesitaba un héroe justiciero, pero él no era Nimrod y sus intereses estaban más bien en el bienestar y cuidado de Killua, arriesgarlo era lo último que haría en busca de algo que no era su asunto.
Se cambió de ropas por algo más cómodo, podía imaginar que Killua demoraría mucho tiempo en esa reunión y no tenía planes para más tarde, en especial ahora que Joab no estaría presente gracias a que sus reuniones habían terminado. Estaba pensando en eso cuando su celular volvió a sonar y se extrañó de ver que nuevamente era Annie.
—Gran Maestro, lo siento, soy Gio, acabo de recordar algo nuevo —la voz había cambiado al igual que su personalidad como era de esperarse, alguna otra de las personalidades había tomado lugar para buscar respuestas y hacer su encargo—. En el registro de Innana, hay un apartado con las firmas y nombres de los doce pilares.
—Envía eso, pero lo que en realidad estoy buscando es más información. Necesito los perfiles y datos de ellos, no sólo nombres.
—En el registro viene sobre sus cargos, pero no están actualizados, le enviaré la información sobre los nombres y sus datos, deme una hora y se lo haré llegar a su correo.
—Bien, eso está mejor.
—También le haré saber en dónde encontrar la información que busca, en caso de que yo no pueda acceder.
—Entendido. Te lo encargo —volvió a colgar.
Entendía por qué Annie no podía llegar a ese punto mientras que Gio sí. Era evidente que Gio era el lado más rebelde de las personalidades, un tipo que disfrutaba con llevar la contraria a sus amos y encontrar maneras de evadir las reglas que le eran impuestas. Era por eso mismo que raramente Gio se hacía presente, Annie lo había llamado al notar que ella no podía darle la información que Illumi buscaba. Era una chica muy eficiente y estaba buscando congraciarse con él por todos los medios.
«Es una lástima que no soy la persona que buscas».
A partir de ese momento sólo había una persona confiable que podía ayudarle a localizar a las personas de la lista, pero para eso tendría que hacer una labor de investigación sobre sus vidas, sus cargos y la forma en la que podría justificar sus juicios sobre ellos. Era consciente de que quizá no con todos podría aplicar matarlos, pero tenía otros métodos en mente, unos que la hermandad difícilmente podrían juzgar y que de igual modo le daban satisfacción.
Con la información en mano salió en busca de Kalluto. Uno de los mayordomos le informó que se encontraba en el jardín en el que usualmente su madre solía estar, así que fue allí en silencio, y cuando estuvo cerca pudo ver a lo lejos la figura de su hermano sentado en el barandal de madera y, a su lado, se encontraba Icabod; estaban muy cerca y parecía algo más allá de una amistad, sintió que se le revolvía el estómago. No estaba seguro de cómo se manifestarían los cambios en su hermano y no quería pensar en eso en ése momento, pero al ver la manera en la que Kalluto se acercaba al otro chico, no pudo evitar seguir su impulso por darles una señal de que estaba cerca para que tomaran distancia.
Kalluto se giró para ver a su hermano mayor, se veía tranquilo, sonriente, mientras que Icabod parecía no haberse enterado de nada, continuaba cerca del chico y saludó a lo lejos a Illumi.
«Maldita sea», estaba seguro de que no eran celos, sino ese instinto sobreprotector que no le permitía dejar que sus hermanos tuvieran cercanía a cualquier persona sin su previa autorización.
—Illu-nii, ¿todo está bien? —Kalluto conocía a su hermano lo suficiente como para entender que ese despliegue de Nen no era casual.
Illumi se acercó a los chicos y tomó a Kalluto del brazo para acercarlo a él y asintió. Kalluto enrojeció por completo comprendiendo el mensaje.
—¡Estás alucinando! ¡Suéltame! —se hizo a un lado, dando un codazo a su hermano por haber pensando que ellos dos estaban haciendo algo que él no podía ni imaginar.
—¿Eh? —Icabod en cambio estaba confundido, no había entendido lo que ocurría ni por qué Kalluto había agredido a su hermano—, ¿me perdí de algo?
—¡¿Ves tarado?! ¡Es tú culpa por tus jueguitos! —Kalluto le reclamó apuntándolo con el dedo índice.
—¡¿Y ahora qué hice?!
—Basta —los frenó Illumi, lo cierto es que le aliviaba que Kalluto se defendiera, eso significaba que seguía siendo el niño tímido que no pensaba en nada romántico ni sexual—, parece que sólo fue un malentendido.
—¡Sí y más te vale que no vuelvas a hacer algo así!
Fue hasta ese momento que Icabod cayó en cuenta de lo que pasaba e inesperadamente se ruborizó. Icabod era un chico que disfrutaba de hacer bromas porque le divertía la reacción del chico, notaba que era bastante sensible a ese tipo de temas, probablemente la mayoría de los Zoldyck eran así y eso le instaba a seguir con sus actitudes inapropiadas, pero que fuera tomado en serio era mucho para él, en especial con Illumi, a quién respetaba y no quería causar una mala impresión que luego repercutiera en Killua.
—¡Nada de eso!, sólo estaba bromeando, es todo —intentó disculparse y retrocedió para marcar más su distancia.
Kalluto suspiró e hizo un puchero en protesta. Odiaba la idea de que su hermano interfiriera en sus relaciones cada que notara que alguien se volvía cercano a él, debía advertirle a Illumi que no estuviera haciendo ese tipo de cosas o si no se las vería con él, o peor aún, le diría a Killua para que le pusiera un alto. Seguro que Killua encantado le daría una mano para controlar a su posesivo novio.
—Kalluto, necesito hablar contigo —Illumi ignoró el ambiente. Tenía un objetivo y quería darle prisa al asunto mientras pudiera.
—¡Ah sí, yo también! —aunque él tenía en mente reclamarle por su actitud.
—Necesito que hablemos en privado, es importante.
—Y-yo iré a buscar a mi padre —se excusó Icabod, pensando en deambular por la casa haciendo tiempo en lo que su padre volvía a llamarlo—. Seguramente va a volver a regañarme, es todo lo que sabe hacer.
—En cuanto termine iré a buscarte —Kalluto lo dijo con naturalidad, pero no se percató de que su hermano de nueva cuenta estaba tenso, Icabod se fue a toda prisa queriendo escapar de cualquier enredo posible.
Kalluto se cruzó de brazos, estaba molesto porque había intimidado a su amigo, pero Illumi le desconcertó cuando colocó una mano en su hombro, dando un par de palmadas; era un modo de disculparse sin decir nada ni ahondar en el tema. Illumi entendía bien que a Kalluto no le hacía gracia que él tuviera ese tipo de actitudes, pero era necesario y odiaba tener que darle la mala noticia a su hermano.
Lo condujo a su habitación, en donde podrían hablar en privado y cuando ambos se sentaron en el sofá, Illumi dejó su actitud relajada para mostrarse más serio.
—No había querido decirte nada de esto porque aún estás muy chico para lidiar con tantos problemas, pero no tengo idea de cuándo todo puede empezar a salir mal, así que será mejor que hablemos de todo lo que está por venir.
Kalluto pestañeó perplejo, al principio pensó que le hablaría de algún tema vergonzoso relacionado a su vida amorosa, pero al escuchar esas palabras incluso se puso más a la defensiva para prepararse mentalmente.
—Si es por tener amigos, no te preocupes, yo sé lo que hago…
—Kalluto, los rituales femeninos que mamá te hacía realizar tienen un efecto devastador en la persona que los practica —no le permitió tomar la palabra, no quería perder el deseo de decirle la verdad. Más tarde podría arrepentirse, pero por el momento esto era lo que sentía que era lo mejor.
—¿Efectos?, ¿qué tipo de efectos? —sintió que su pecho se apretaba y sus manos temblaron, tomó aire tratando de controlar su temor.
—No es algo que me dé gusto hablar, pero tengo que ser directo contigo —se disculpó por ser el portador de las malas noticias, en especial con un niño que ya había pasado por muchas cosas terribles en tan corta vida—. No hay una garantía de una edad o fecha concreta en la que esto comenzará, pero durante tu desarrollo, tú cuerpo comenzará a experimentar un cambio energético, te volverás un imán de atracción sexual para cualquier persona que se acerque a ti y tendrás mucho apetito sexual, tanto que te será imposible controlar tus impulsos y con tu atracción vas a lograr satisfacer esa necesidad… el problema es que este efecto es permanente y no te permitirá tener una vida digna.
«No lo intimidó por ser mi amigo…», pensó Kalluo, sus ojos se abrieron con sorpresa y horror. Hubiera preferido que fuera así, que Illumi sólo estuviera siendo Illumi, el hermano mayor que no permitía que nadie se le acercara, y no que fuera por algo tan deplorable y vergonzoso.
—P-pero hay algo que…
—Quiero que vayas conmigo a la Ciudad de la Iluminación —anunció—. Creo que ahora que todavía no está el efecto es un buen momento para empezar a trabajar con ese tema. Yo conozco algunas técnicas para minimizar el proceso, pero hasta ahora desconozco si tiene cura, tal vez allá encontremos una solución diferente. Aunque también está la opción de poner una aguja…
—¿Cómo Killua? —se mordió el labio, él conocía ese tema, pero no sabía todo lo que Illumi había tenido que realizar para hacer ese proceso, así que no le sonaba tan mala idea.
—Sí, pero desconozco si esto puede ser peor para ti. La aguja podría tener un efecto nocivo mezclado con esas técnicas, quizá te lleve al otro extremo y no puedas sentir deseo sexual —quería ser honesto porque estaba tratando con su cuerpo y mente, Kalluto debía tener la oportunidad de elegir lo que considerara más apropiado—, y antes de que decidas, aún si quieres la aguja, tendré que hablar con Killua para que él lo apruebe.
—¡Es mi maldito cuerpo! No es necesario que Killua decida por mí.
—No es sólo eso, Kalluto, yo no quisiera ponerte la aguja aún, en caso de que todos estemos de acuerdo, preferiría que fuera hasta que lo hayas pensado lo suficiente como para que valga la pena. Estás todavía muy chico y esto podría impactar de manera destructiva en ti.
—¡Prefiero eso a más malditos rituales! —soltó sin más, odiaba la idea de estar en manos de los Iluminados y que estos le «hicieran el favor» de ayudarle con los problemas que originalmente ellos habían provocado.
—Kalluto, cálmate —era severo, pero tenía que hacerlo. Entendía su indignación y deseo por no ser ayudado por ellos, y estaba de acuerdo en eso, pero aún así debían intentarlo. En especial si es que había una solución real de por medio—. Iremos allá, ¿entendido? Además quiero que me ayudes a localizar a los tipos que te hicieron esto, eres el único en quién puedo confiar para este trabajo. Tu técnica es perfecta para ello.
—Bien, bien… —aunque Illumi le diera opciones, al final sería su padre y su abuelo los que tomarían la decisión, quizá con suerte Killua podría intervenir a su favor siempre y cuando lo convenciera de atender a su deseo—, pero ¿por qué esperar a estar allá? Podría empezar ahora mismo.
—Quiero investigar más sobre el tema de los rituales femeninos. Allá podremos conseguir respuestas, además estando allá tendremos acceso a la información de los bastardos que te agredieron. Podrás tener mejor preparación si puedes saber más de los tipos, ¿no es así?
Tenía razón, pero la idea de tener que estar rodeado de esa gente le ponía de mal humor.
—Illu-nii —sólo había algo que en realidad le podía interesar—, ¿crees que se puede revertir la maldición?
Illumi colocó una mano en los cabellos de su hermano, acariciando con cariño para darle tranquilidad. Entendía que le molestara estar ahí y que no quisiera tener que pasar por más rituales, pero si encontraba una alternativa que no fuera la aguja, lo tomaría aún si Kalluto insistiera en lo contrario. La experiencia con Killua le hacía pensar en lo terrible que podía resultar al final, que el efecto se volviera en su contra y terminara siendo una tortura, por más habilidad y control que tuviera con su Nen, la mente y el cerebro eran temas demasiado complejos como para enfrascar todo en una simple técnica.
—Los rituales que yo conozco tendrías que memorizarlos y ser muy disciplinado para realizarlos, sólo servirían para contrarrestar los efectos y que puedas tener más control sobre tus impulsos, pero en el momento en que lo dejes, los efectos del ritual femenino volverían.
—¿De por vida? —Illumi afirmó con la cabeza—, incluso así, suena mejor ponerme una aguja, tener que hacer tantas cosas me haría perder el tiempo —se cruzó de brazos.
—Es mejor ir y ver por nuestra cuenta los recursos que existen, tal vez allá descubramos algo más útil.
—¿Cuándo nos iríamos?
—Estoy seguro de que papá nos dejará ir ahora mismo, pero necesito hablar primero con Killua… supongo que mañana sería el momento.
—Yo quiero hablar con mamá —confesó en un tono serio—. Tengo muchas preguntas qué hacerle.
—No te dejarán hacerlo tú solo, ni siquiera creo que te dejen hablar con ella directamente, pero puedes intentar.
—Me lo deben, todos me lo deben, así que más les vale no darme problemas.
Kalluto aprovechó el momento para explicarle a Illumi el asunto con su técnica. No estaba seguro de que Illumi conociera a fondo el tema y era mejor exponer sus recursos para que Illumi sacara provecho de ello. Además quería hablarle de Icabod, aclarar el tema de que ellos dos se estaban llevando bien, y no dejar ese tema abierto, era un fastidio para él dejar huecos en su vida, en especial con Illumi, quién realmente deseaba protegerlo.
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—¿Es acaso esta una intervención o algo por el estilo? —preguntó Killua con un aire retador y burlesco. No disfrutaba ser el centro de atención de tantas miradas, en especial cuando se trataba de un tema como el de su relación.
—No tienes idea de lo que te espera… —contestó Joab con una amarga sonrisa.
Silva lo acusó con la mirada, lo último que deseaba era que Killua empezara con su actitud cerrada cuando ya había pasado por un momento difícil con Illumi y ahora era su turno. Illumi podría enojarse e intentar hacer sus debates infinitos, pero no tenía ningún poder que pudiera frenar sus órdenes, en cambio Killua era otra historia.
—Ya que podemos hablar con honestidad todo el asunto de Illumi, necesito aclarar unos puntos contigo —Silva pretendía ser suave y no iniciar una guerra, al menos, no tan rápido—. Entiendo que ustedes dos van a continuar con sus… sus prácticas —aún le costaría trabajo encontrar la manera de mencionarlo sin ser explícito—, y el hecho de que en este momento estoy permitiéndolo, no quiere decir que esté de acuerdo. Ambos son mis hijos.
No podía culparlo, era un asunto turbio y él también lo comprendía. Quizá ahora lo había normalizado y aceptado a profundidad, pero no podía forzar a los demás a verlo desde su perspectiva romántica y tampoco era que deseaba que todos cambiaran de parecer, lo único que esperaba era que lo dejaran pasar.
«Aunque me exaspera que quiera hacerse nuestro padre después de tantos años… », se guardó eso porque entendía que él no estaba en su lugar y no quería juzgarlo sin tener el contexto completo.
—Pero tendré que poner una serie de límites para que esto pueda funcionar manteniendo la armonía en la casa.
—¿Límites? —notó la tensión en el ambiente, esto mismo era lo que Illumi había tenido que vivir antes de que él llegara, esa era la dichosa discordancia que él había presenciado cuando ingresó a la habitación.
«Seguramente le hablaron de esa mierda y ahora me toca a mí escuchar el sermón», se enderezó en su asiento. Si iba a escuchar sus condiciones, lo haría atento, listo para oponerse si notaba alguna trampa de por medio.
—Quizá en estos momentos no puedo actuar como corresponde, pero lo más importante ahora es encontrar un modo de remover la maldición del cuerpo de Illumi —con Killua no funcionarían las mentiras, no iba a decirle que esa relación tendría futuro y que aceptaría vivir con sus términos, aunque tampoco iba a lanzarse a sus puntos débiles sin un preámbulo adecuado.
—¡¿Estás jodiéndome?! —apenas iba a levantarse de su lugar cuando Zeno le puso una mano en el hombro para que se tranquilizara— No, ¿qué es esa estupidez de «actuar como corresponde»? Pensé que todo esto ya había sido aclarado, no entiendo la insistencia en separarnos.
—Killua, sólo eres un adolescente que apenas estás empezando a vivir, no se te puede tomar en serio.
Podía visualizar a Illumi furioso al escuchar eso, ahora juraba que Illumi veía en él la seriedad y el compromiso que implicaba una relación tan compleja. Era un todo o nada, no iba a jugar con Illumi y él tampoco jugaba con sus sentimientos.
—¿Cómo puedes estar seguro de que Illumi hace todo esto por una relación contigo cuando ni siquiera tiene opciones? —pero Joab intervino antes de que Killua pudiera alegar algo.
Estaba fuera de sí. Escuchar algo tan estúpido de la boca de la persona que menos ganas tenía de tolerar le hacía hervir la sangre. Aunque tenía una respuesta a eso, no iba a compartirlo, no quería decirles de lo apasionados que ambos eran cuando estaban en soledad y de los momentos tan llenos de romance y amor que habían vivido tan sólo unas horas antes. Ninguno de los presentes merecía escuchar semejante desglose de motivos.
—Eres la última persona que puede darse en el papel de preocupado por la libertad de Illumi cuando bien que estarías encantado de adueñarte de él sin importar su voluntad —contestó sagaz y Joab recordó que con un chico así no podría darle cualquier tipo de razonamiento sin recibir una respuesta mordaz.
—Entiendo tu enojo con Joab, pero tiene razón en lo que dice. Illumi tampoco es que tenga opción para estar contigo. Se está jugando la vida —continuó Silva, desviando la posible pelea entre esos dos.
—¿Sí? Vaya, me encantaría escuchar qué otras cosas suponen que piensa una persona que ni siquiera conocen.
Hubo silencio, Silva sentía una contrariedad de emociones. Estaba orgulloso de la inteligencia y capacidades para negociar de su hijo, pero le fastidiaba en sobremanera que usara esas habilidades en su contra.
—Y es precisamente porque tú conoces mejor la condición de Illumi y la entidad que por eso deberías preocuparte por la libertad de Illumi —esta vez fue Zeno el que decidió tomar postura—, ¿no te gustaría que Illumi no tuviera que vivir más con esa carga?
«Maldito viejo manipulador», reconocía las espléndidas habilidades de su abuelo de usar las palabras a su favor, una respuesta directa sólo le haría ver como el malo de la historia y lo arrinconarían.
—Les voy a decir esto con toda la calma posible —dejó escapar un suspiro pesado y se relajó para dejar a un lado su postura defensiva—. En efecto, soy el que mejor conoce a Illumi y puedo distinguir bien al maldito monstruo que está en él. Desde mi infancia tuve que cargar con esa maldición y vivir todo su tormento de cerca. He sido yo quien descubrió la verdad con mucho pesar y quien tuvo que sacrificarse para poder liberarlo y, antes de que usen mis palabras en mi contra, nada de esto me molesta, estoy actualmente agradecido de la condición en la que esto evolucionó —se giró a mirar a su abuelo para dejarle en claro que lo que estaba a punto de decir era para su pregunta cargada de falacias preparadas para confundirlo—. ¿Crees que no me importaría el bienestar de Illumi si fui yo quien dio el primer paso para rescatarlo a pesar de todo? Cuando me propuse rescatarlo, lo hice a un sin saber si esto representaría un riesgo para mí, sin buscar mi beneficio personal. En lo que a mí respecta, ya hice todo lo que me correspondía, Illumi está bien y yo estoy bien con él. Sí, es verdad que el riesgo continúa ahí, pero eso sólo será un problema si las condiciones se dan, es decir, si nos separan, y nosotros no lo vamos a permitir. Ninguno de los dos estamos inconforme con nuestra relación, así que, si ustedes están muy preocupados por quitarle la entidad, entonces eso es su problema, no nuestro. Yo hice lo que me correspondía.
No se dejó controlar ni amedrentar, eso quedó en claro para los presentes en la sala. No iban a seguir por esa ruta, ya todos sus intentos habían fallado y sólo quedaba la burda honestidad sin medios para negociar. Killua lo sabía, les había cerrado todas las posibilidades porque no quería que continuaran haciendo ese tipo de movimientos para echar sobre sus hombros la responsabilidad de solucionar algo que era de su interés.
—Entonces, si no tengo tu colaboración, voy a tener que advertirte que si interfieres en mi camino habrán consecuencias, ¿entiendes de lo que hablo?
Y claro que lo entendía. Su padre y su abuelo no hacían ese tipo de conversaciones con sus otros hermanos, con él trataban de mantener las cosas en paz y llegar a acuerdos porque no querían tener un heredero que se opusiera a ellos cuando eran parte de un mismo bando; no se basaban en la obligación y sometimiento como lo hacían con su hermano. Las consecuencias a las que su padre se refería no recaerían sobre él, sino sobre Illumi, y para su desgracia, por más que deseara que Illumi fuera más firme y no se dejara intimidar por su padre, era imposible. Illumi sí deseaba ser un Asesino, sí le importaba el tema de la hermandad y seguir las normas de la familia.
—Bien, puedo vivir con ello —contestó con confianza, incluso si dudaba no debía demostrarlo, prefería que creyeran que ya tenía un acuerdo con Illumi al respecto que les haría fallar en su objetivo.
—Perfecto, entonces hablemos de las reglas de la casa —ahí las cosas se pusieron intensas.
Roboam se colocó detrás de Killua disimuladamente, la experiencia que había tenido con Illumi cuando Silva le puso las restricciones le decía que los chicos podían llegar a ser violentos cuando las negociaciones fallaban. No estaba seguro de si serían las mismas restricciones que Silva había impuesto en su hijo mayor, dado que Killua era un heredero, pero era mejor prevenir.
—Lo primero es lo evidente, no queremos que estén por la casa haciendo sus demostraciones frente a todo el mundo. Deben ser discretos —eso era fácil, tampoco es que a él le encantara la idea de andar por todos lados haciendo ese tipo de cosas frente a todos.
—De acuerdo.
—A partir de este momento no habrán más entrenamientos juntos. Cualquier actividad de ese estilo en casa se considerará inapropiada.
—Qué exagerado —tornó los ojos—. No es como que entrenar con mis hermanos sea algo por lo que debes preocuparte.
—Killua, tú ya no estás para entrenar con tu hermano mayor, en todo caso ya estás para entrenar a otros —le dijo su abuelo—. Aunque por el momento te centrarás en los negocios de la familia, no en dar entrenamiento ni nada de eso.
—Correcto, y tampoco se te asignarán trabajos con Illumi, así que evita solicitar ese tipo de cosas.
—¿No creen que están siendo demasiado estrictos? En especial en eso de que me piden que evite solicitarlo, en ocasiones no hay muchas opciones y trabajar en equipo es mejor que en solitario.
—Para eso tendrás a los mayordomos, tendrás un equipo dedicado a ti así que no requieres la asistencia de Illumi.
—Me refiero a los trabajos especializados, no a esas otras tonterías —estaba a punto de mencionar el asunto con los Iluminados, pero no quería darles ideas—. Hay misiones que requieren las habilidades de Illumi en conjunto con alguien más.
—Sí, pero no necesitas estar con él para completarlo, puede ir Kalluto, tu abuelo o yo mismo —no había punto a discutir, su abuelo y su padre eran capaces de hacer lo mismo que él e incluso con mayor precisión y experiencia.
—Ya entendí, ya… nada de trabajos juntos, ni entrenar juntos ni muestras de nada en casa.
—No podrán sentarse juntos ni estar demasiado cerca cuando estén frente a alguien más en casa —Killua sentía que eso era excesivo, no podría tolerar que Kalluto pudiera sentarse al lado de Illumi en la mesa cuando él ni siquiera tendría permiso para pararse a un lado de él—, y lo más importante, sé que han estado compartiendo cuarto…
—¡No, ya fue suficiente! No vas a hacerme usar otra habitación —el enojo nuevamente lo dominaba, no quería escuchar más reglas ridículas que sólo harían más evidente que algo ocurría entre ambos.
—No es eso, ya pasamos por esto con Illumi y quedamos que no usarían cuartos separados —por las caras de todos en ese momento, estaba claro que eso había sido motivo de pelea entre todos—. Es necesario que tengan tiempo en privado, eso lo entiendo, así que podrán utilizar el cuarto de Illumi para ambos, pero deberás usar uno de los pasajes secretos para ingresar sin que todo el mundo vea que estás ahí y tendrán un horario fijo para estar en el cuarto.
Las palabras «horario fijo» resonaron en su cabeza, no le gustaba lo que eso podía significar, en especial al ver la cara de Roboam, quien parecía más alerta que antes, esperando su desplante para intervenir.
—¿Horario?
—Negocié con Illumi y será de seis de la tarde a diez de la mañana para ambos —remarcó eso último con desagrado, dejando entrever que Illumi había peleado con todo para conseguir que los dos estuvieran en un mismo horario con un tiempo decente en el mismo espacio, aún así no le gustaba lo que escuchaba, había un hueco que faltaba rellenar. Su padre no estaría tan tranquilo si no se hubiera salido con la suya.
—Quiero días de descanso —se aventuró, pensó que por ahí iba la trampa—. Al menos dos días a la semana, cualquier empleado de cualquier cosa tiene días de descanso.
—Killua, estamos saturados de trabajo gracias a los Iluminados y a tu ausencia en casa, ¿no te bastaron esos dos años fuera para descansar?
—Me hubieras dicho que era un descanso adelantado y me lo hubiera planteado más, pero tú mismo me diste el permiso, no puedes cambiar de parecer sólo porque quieres sacar provecho de mí.
—Ponte al corriente con el trabajo y negociaremos días de descanso —se cruzó de brazos, no iba demostrar debilidad y dejar que él lograra su cometido. Era el líder de la familia y como tal tenía un deber importante. No dejarse controlar por un niño que, aunque era muy inteligente, carecía de su destreza en el tablero familiar.
Tenía dos opciones, aceptar la condición o seguir peleando. Su padre era un líder, no le gustaba perder, no era parte de su papel, si comenzaba a ceder con cualquier argumento, de ahí su padre comenzaría a presionar para hacerle bajar más la guardia.
—No, estableceremos de una vez por todas el tiempo de descanso y cuándo comenzará a aplicarse. Yo fácilmente me puedo organizar y ponerme al corriente en un mes, y con eso te compensaría por el atraso, pero te conozco, tú nunca juegas limpio —su padre podría alegar que era más y más trabajo, que necesitaba más tiempo, y que no era suficiente, haría lo posible por alagar más las cosas para que no pudiera acordar los días de descanso.
—Siempre soy yo el enemigo, ¿verdad? No importará lo que diga. Tú ya tomaste esta postura y no piensas dejarla.
—Para ganarte una oportunidad primero deberías preocuparte por hacer méritos, hasta ahora tus malas decisiones fueron las que nos llevaron a este punto y quieres que de un momento a otro confíe en ti sin compensar por todo el daño que provocó tu mala gestión.
El tono era cada vez más hostil. Killua comenzaba a entender que esta reunión era más parecida a una imposición de un castigo que a un acuerdo. Silva estaba protegiendo sus intereses, aunque él no entendía cuáles. Era complicado notarlo cuando su mente estaba saturada de rencor por las tonterías de sus padres, y lo peor era que las consecuencias las tenían que vivir ellos, los hijos, mientras que los padres podían seguir con sus vidas perfectamente tranquilos, y darse el lujo de actuar como indignados por las actitudes de los demás a pesar de ser las víctimas de la historia. Iba a levantarse, a rechazar de una vez por todas todos esos reglamentos y amenazar con marcharse otra vez de la casa, cuando sintió que una mano presionaba su cuerpo, forzándolo a permanecer sentado.
—Killua, entiendo tu indignación, Silva no ha sido precisamente el padre del año, pero esta conversación no va a tener ningún progreso con una mala actitud. Nada se resolverá si no ponen de su parte —Roboam estaba interviniendo con una voz suave y comprensiva.
Killua se giró para observarlo, tenía sus dudas, no quería estar de acuerdo con su padre tan fácil. Miró esos ojos azules con ligeras líneas de expresión, su rostro bien rasurado, limpio y perfumado. Era seguro que en la calle debía llamar la atención por su atractivo que le hacía parecer un hombre rico y elegante con esos trajes de sastre. En parte le daba un aire a Icabod, pero podía asumir que el chico debía tener mayor similitud a su madre. Lo que más destacaba en Roboam era su sonrisa brillante, su profunda voz y esa aura amable, poco común en su profesión, supuso que de ahí podía deducir la personalidad de Icabod, el cual también tenía una serie de principios no muy frecuentes en los Asesinos
—Yo estoy aquí para ayudarles a mediar esto —continuó explicando Roboam—. Killua, tu padre ya estableció unas reglas que para él son justas. La primer regla es a fin de evitar ser descubiertos por más personas fuera de la familia porque sabemos lo importante que es mantener oculto cualquier detalle que pueda ser motivo de debilidad, esto es más que nada para seguridad de la familia —era sensato, Killua podía admitir que, en efecto, una relación romántica, sin importar su naturaleza, podía ser un riesgo para la integridad de los involucrados—. El segundo punto «no trabajar juntos en las misiones» es para evitar conductas que puedan poner en riesgo el secreto y les servirá de garantía frente a su padre así él no podrá alegar que ustedes dos están poniendo en riesgo su trabajo— tenía un gran punto a favor, el tiempo juntos podría prestarse para ser falsamente acusados por conductas inapropiadas lo que los metería en muchos más problemas y restricciones—. Por otro lado «el uso de un horario» es para su beneficio, esto es para que ambos puedan recurrir y ampararse de esa regla para no ser molestados y poder estar en un mismo espacio con privacidad. Tu padre removería todas las cámaras que estén cerca de la habitación, incluidos los pasajes y el exterior, todo con tal de darles privacidad, además de que no se permitirá la presencia de personal empleado en el horario de ustedes. Podrán andar libremente sin ser molestados ni cuestionados.
Poco a poco la tensión fue bajando, Killua había cambiado su visión de las cosas, pero aún quería apelar a su favor, necesitaba aferrarse a ello aun si fuera como un clavo ardiendo en su mano.
—Entiendo lo que dices, pero de todos modos quiero tener días de descanso.
—Y me parece justo que lo pidas —Roboam volteó a ver a Silva, levantando más la voz para dejar ver que iba muy en serio—. Sé más congruente Silva, Killua es un niño, ¿si o no? Si lo es, entonces necesita tener un ritmo de vida más pacífico, menos presiones y compromisos…
—¡Espera, no! No puedes usar el concepto de ser un niño y asociarlo con «un ritmo de vida» —de nuevo ese tema de la edad, no iba a permitir que lo usaran en su contra con tanta ligereza.
—Eso es así, entre más adulto eres, más responsabilidades debes tener —contestó Silva sonriente
—No, es simple coherencia, no pido menos responsabilidades, pido aunque sea un día de descanso. Ni siquiera en el trabajo se puede hacer todo tan rápido, hay veces que tenemos que tomar nuestro tiempo para poder hacerlo en el momento perfecto.
—¿Y bien, Silva? El chico tiene razón, dale un día de descanso pactado y entre ustedes pueden renegociar eso en otro momento —intervino Zeno, conociendo el plan de su hijo.
—Uno al mes —sentenció Silva con los brazos cruzados, usando ese tono que indicaba que no estaba dispuesto a ceder más que eso.
—Papá, no puedes…
—Eso entrará en la renegociación que será en tres meses, ¿estamos de acuerdo? —interrumpió Roboam como buen intermediario, consciente de que Killua podría rebatir por horas y Silva no accedería por más que se le presionara—, tienes que demostrarle a tu papá que tienes méritos para ganar otro día de descanso.
—Me parece bien —contestó Silva—. Estoy más que dispuesto a ceder más días, si eres capaz de mostrar tu responsabilidad y habilidad en estos tres meses.
Killua no tuvo más remedio que aceptar el trato además había sido una conversación agotadora con toda esa gente a su alrededor escuchando atentos a su respuesta. Su abuelo intimidándolo con la mirada para que no discutiera demasiado, mientras que Joab parecía menos interesado en la negociación y más en ver las reacciones de Killua. No quería seguir siendo el espectáculo de la tarde.
Salió fastidiado de tanta presión con las manos en los bolsillos rumbo a su habitación. Su padre le había dicho que esa noche se reunirían con Podesta para continuar con el trabajo y que debía estar preparado para dar cierre a esa misión. Ya suponía que lo mandarían a otra ciudad por algunos días y no estaba nada contento.
Cuando estaba cerca del pasillo que llevaba a su cuarto se encontró con Icabod, que venía enviando algunos mensajes en su celular y con una sonrisa alegre le saludó, al menos se había encontrado con alguien de buen humor para hablar.
—¿Has visto a Illumi? —preguntó haciendo conversación.
—Está hablando con Kalluto en uno de los jardines, yo estoy esperando a mi padre para ver qué otra tontería se le ocurre —por un segundo se ruborizó al recordar el momento incómodo que había vivido.
—Tú papá sigue en la sala, es bueno para ser mediador —Killua había notado la vergüenza en su rostro, pero lo ignoró al estar más concentrado en lo que había vivido momentos atrás.
—Ah… sí, claro, cuando se le paga por esos servicios, suele conseguir buenos acuerdos para sus clientes —contestó desinteresado.
—¿Tu padre cobra por esos servicios? —detuvo sus pasos, su respuesta había preocupado más bien a Killua, quién empezaba a dudar de lo que había ocurrido en esa habitación.
—Killua, mi padre es un hombre de negocios, no hace nada por nadie si no tiene un beneficio —entonces comprendió lo que ocurría, se paró frente a Killua y lo tomó de los hombros—. ¡¿Mi padre estuvo mediando sobre un asunto tuyo?!
Killua asintió nervioso, ese chico medía al menos unos diez centímetros más que él y ese gesto de lejos parecía como si le estuviera intimidando.
—¡No creo que haya sido para tanto! —se excusó tratando de minimizar el tema.
—¿Puedo saber qué ocurrió? —le soltó y dio un par de pasos atrás, Killua era bastante tímido y reservado, no era alguien que disfrutara el contacto físico en todo momento y podía verlo en la rigidez de su cuerpo.
—¿En serio crees que puede ser algo malo? —se rascó una mejilla intentado recordar la conversación— Al principio me opuse a lo que querían y no me refutaron, tu padre sólo intervino cuando se trató del tema menos relevante.
—¿Qué tema?
—Sobre mis días de descanso… mi padre no quería darme días de descanso y yo le pedí que me asignara unos, al final tu padre… —ahí fue cuando se percató de lo injusto que era eso, que había accedido a trabajar con un sólo día de descanso por tanto tiempo, con una renegociación en tres meses. Por dónde lo viera, era un trato abusivo.
—¡Ves! Seguro te dijo algo como «deja que tu padre vea tu compromiso», ese bastardo entrenó a tu padre para someterte y usó su supuesta neutralidad para hacerte ceder a sus deseos.
—¿Pero por qué negociar algo tan tonto? Un día de descanso al mes, no es nada comparado con las otras cosas que pudieron pedirme —recordó que se había negado a colaborar en el tema de la entidad, ahí el hombre ni siquiera había intervenido.
—Desconozco el plan, pero puedo decirte que si están negociando algo que «te parece tonto», entonces es porque quieren llegar a algo más grande… no lo sé, quizá quieren mantenerte agotado con tanto trabajo para que te centres en tus días de descanso en lugar de lo otro a lo que te obligarán sacrificar a cambio. Mi padre suele usar esa técnica.
—¡Maldita sea! —por un momento se sintió estúpido, recordó la tensión que había entre Illumi y los demás cuando él ingresó y comprendió que su hermano había sido más despierto y por ello no había terminado bien el tema. Sobre todo siendo Illumi un miembro sometido de la familia no debió correr con tanta suerte como él.
—¿Habrá renegociación? —preguntó un poco más entusiasmado, y sonrió ampliamente cuando vio la afirmación del albino—, invítame a la siguiente reunión, ahí abogaré por ti. Le demostraré al grandísimo imbécil de mi padre que no puede meterse en mis intereses.
Killua se rió al escuchar esa manera de llamar a su padre, siendo que Kalluto la había usado al principio y agradeció el gesto. Lo tendría en cuenta si es que notaba que su padre se había vuelto imposible y el trato en serio le perjudicaba.
Llegaron a la habitación, Killua le invitó a pasar, interesado por conocer más sobre las técnicas que su padre había implementado en su contra y aprender a ir un paso adelante en esas situaciones. No pensaba caer dos veces en una manipulación tan elaborada como esa.
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Illumi sintió que su celular vibraba y lo tomó para verificar que, en efecto, era Killua para avisarle que ya estaba de vuelta en su habitación junto al «amigo» de Kalluto. Sonrió como tonto enamorado ante la idea de estar de vuelta en sus brazos, aunque no estaba del todo contento, dado que las cosas estaban por tomar un giro desagradable le preocupaba. Killua era brillante, superior a cualquier otro chico de su edad, pero carecía de experiencia y eso podía ir en su contra. No lo podía culpar si había caído en los juegos de su padre, sólo lamentaba no haber podido estar presente para darle apoyo.
—Ven conmigo, Kalluto —solicitó una vez que terminó de hablar con él—. Voy a necesitar tu ayuda para sacar a Icabod del cuarto.
—¿Eh? ¿Por qué yo? —se cruzó de brazos, ahora que conocía su situación, lo que menos quería era estar cerca de las personas porque desconocía cuándo comenzaría su maldición a manifestarse—, ¿qué tal si ese chico ya está sintiendo los efectos?
—Porque es el último día que podré estar a solas con Killua en un largo tiempo y no necesito darte detalles, pero si ese chico no sale de mi habitación ahora mismo, no estaré de buen humor los próximos días.
Podía visualizarlo, Illumi de mal humor era el tipo más desagradable que pudiera recordar, y si iba a viajar con él, lo que menos quería era pasar por el drama inmenso de consolarlo por no poder ni respirar cerca de Killua.
—¡No es mi culpa que papá les pusiera esas estúpidas reglas! —Illumi ya se lo había explicado, dado que iba requerir su apoyo para sus próximos planes para contrarrestar a su padre.
—Y nadie te está culpando, sólo haz lo que te pido, es todo.
Fueron a la habitación. Killua estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas, mientras que Icabod parecía muy entusiasmado, de pie, hablando de algo que detuvo cuando vio ingresar a los dos chicos que los miraban fijamente.
—¿Interrumpimos algo? —preguntó Kalluto con curiosidad.
—No.
—¡Le explicaba a Killua técnicas que usa mi padre para negociar!
Illumi rodó los ojos, recordando lo desagradable que había sido la reunión de esa mañana. Killua soltó la risa, ahora podía intuir con facilidad lo que Illumi pensaba y le parecía divertido que tuvieran ese tipo de conexión.
—Tú padre es un hijo de puta —expresó Killua ya más consciente de que ese tema sería complicado de hablar con Illumi.
—¿También te peleaste con él? —preguntó Illumi.
—¿Te peleaste con él? —Icabod estaba sorprendido, aunque en parte le agradaba ver que habían personas que fueran capaces de ver a través de las artimañas de su padre.
—No fue para tanto, de todos modos se salieron con la suya.
—¡¿Pero qué pasó?! ¿Qué son todas esas reglas que les pusieron? —era interesante que ese chico mostrara más interés en el tema que cualquier otro en el cuarto, era demasiado descuidado de su parte.
—Deja esas preguntas para después, ven conmigo y yo te lo explicaré —Kalluto dio unos pasos adelante para tomar del cuello de la camisa del chico y sacarlo casi a rastras, entre reclamos y quejas porque quería seguir ahí, especialmente lejos de su padre, pero Kalluto lo ignoró y se lo llevó sin despedirse.
Illumi dejó escapar una bocanada de aire y se dirigió al sillón, para recostarse en él mientras colocaba su cabeza en las piernas del albino.
—No debí haberte dejado solo con papá —sonaba arrepentido, pero no era que se sintiera responsable, era algo inevitable, su padre igual le hubiese echado de la habitación.
Killua deslizó sus dedos por las suaves negras hebras y sonrió, comprendía ese sentir, él tampoco era feliz dejando a Illumi pelear sus batallas por sí solo. Quería estar cerca para darle la ayuda que necesitaba.
—¿Estuvo muy mal? —preguntó Killua, demostrando así que no había podido entender el plan de su padre con tanta profundidad—, entiendo que es para quitarte la entidad, pero yo me negué y eso no fue negociable.
Illumi se giró para quedar boca-arriba y mirar a su adorado albino.
—¿Qué reglas te pusieron a ti? Supongo que nos pusieron reglas diferentes.
—Lo de no hacer muestras… ya sabes, fuera del cuarto —pasó saliva sonrojado—, ¡Pero eso es obvio! No tenía pensado hacerlo frente a nadie.
—¿Te dijeron que no podíamos sentarnos cerca?
—Sí, y que tampoco podemos entrenar juntos.
—¿Lo de las misiones?
—Sí, también eso, y los horarios para estar en el cuarto. Papá dijo que me daría acceso por un pasillo secreto para llegar a este piso sin que nadie me vea.
—Cuando escuché todo eso, pensé que papá quería experimentar con mi aguante —Killua contuvo la respiración, empezando a hilar entonces lo que Illumi había concluido—. Le pedí que respetara entonces nuestro horario en la habitación, pero él se negó, ahí fue cuando empezamos a pelear. Fue inútil, de todos modos soy sólo un subordinado más, no tengo las libertades que tú tienes.
Killua apretó el puño, estaba furioso consigo mismo por no haber pensado en ese detalle. Se había centrado demasiado en los días de descanso, que olvidó el obvio y sutil problema con el horario en la habitación.
—Ese hijo de…
—Me imaginé que ambos ignoraríamos algo que era importante, yo sólo pensé en los horarios en la habitación, pero ni siquiera se me ocurrió negociar desde otra perspectiva. Quizá pedir días de descanso o que tomara a consideración la entidad para darnos un tiempo obligatorio juntos.
—¡Ahora van a pensar que no es serio que estemos juntos!
Sí, Illumi también lo había concluido. Si ninguno de los dos puso en la mesa el tema del tiempo obligatorio cerca, entonces todos darían por un hecho que lo único que hacía falta era que los dos tuvieran un mínimo de interacción romántica para dar por satisfecha la condición de la entidad, lo cual era verdad, pero nadie más necesitaba saberlo. Ahora no podrían renegociar sin verse como mentirosos, tendrían que jugar sus cartas con cuidado para ganar la confianza y garantizar las condiciones para ambos.
—Me distrajeron con discursos tontos, es mi culpa —intentó dirigir hacia él la responsabilidad, pero Killua le puso una mano en la boca para que dejara ese hábito suyo.
—Yo también caí, yo pensé que lo importante era tener días de descanso, me centré mucho en eso y no negocié nada más. Yo también dejé que me engatuzaran con sus palabras elocuentes. No digas nada porque me harás enojar.
Todo en esa sala había sido preparado para ponerlos en desventaja, poner factores de distracción, hacerlos perder la visión amplía de las negociaciones y ponerlos bajo mucho estrés emocional al tener a Joab y a Zeno presentes, mientras intentaban salir con éxito de una trampa. Si hubieran estado en equipo posiblemente ambos se hubieran sentido menos intimidados, pero incluso habían hecho a propósito eso de que Illumi fuera antes de la conversación para que estuviera inestable emocionalmente al estar preocupado por la reacción de Killua, y a Killua lo habían convocado después de esa otra reunión, de modo que él también estuviera vulnerable después de tocar un tema tan delicado como el descubrimiento de su relación frente a toda una multitud.
Illumi aprovechó que aún tenía esa mano sobre su boca para besar sus dedos y provocar un sobresalto en el albino, el cual enrojeció hasta las orejas al contacto y quitó la mano en reflejo. Miro la sonrisa traviesa del morocho mientras se sentaba a su lado, y supo que si no hacía algo, le dejaría salirse con la suya, así que dejó a un lado su vergüenza y se abalanzó sobre él para robarle un beso. Para su mala suerte Illumi lo tomó de la cintura y lo fue guiando hasta hacerlo sentarse sobre sus piernas.
—Tres meses para renegociar, ¿podremos aguantar así? —susurró el albino, recargando su frente en la del mayor, rodeando su cuello con sus manos, la realidad apenas empezaba a golpearle.
—Ya se nos ocurrirá un plan —contestó atrayendo al albino por la cintura respirando el delicioso aroma que su cuerpo desprendía.
Killua tuvo la necesidad de frotar sus caderas contra las de Illumi, presionándose en busca de más contacto y se inclinó hacia su rostro para volver a tomar sus labios.
—¿Puede ser ahora mismo? —preguntó jadeante.
Illumi empezaba a sentir que el calor de su cuerpo subía. No podía resistirse cuando Killua era quien estaba tomando la iniciativa por más que quisiera hablar con él de otras cosas.
—Necesito mi aliento si quieres que lo haga —murmuró contra su boca.
Ya era demasiado para ambos, su sola presencia los enloquecía y volvía ansiosos por tocarse, peor cuando estaban a solas, perdían su inhibición, dejaban que sus emociones tomaran el control de sus cuerpos.
Illumi deslizó sus manos por debajo de la ropa del adolescente, bajando una por su ropa interior para rodear con su mano su endurecida entrepierna, sintió como ese cuerpo se contraía con la estimulación y presionó con suavidad para masturbarlo.
—N-no, tramposo, harás q-que… —con sus mejillas sonrojadas, se frenó para admitir que estaba ardiendo por más fruición.
—¿Tramposo? Pero si eres tú el que se montó sobre mí y empezó a estimular mi verga —le dijo al oído mientras restregaba su erección para dar más énfasis a su expresión.
Killua gimió sin aliento, encontraba excitante escuchar que Illumi le hablara de ese modo, tan explícito y sucio. Deseaba provocarlo más, mostrarle que estaba disfrutando para que no creyera que de verdad se estaba quejando, así que se abrazó más a él, meneando sus caderas para que su trasero se frotara con esa erección aún cubierta por la tela y con ese ímpetu aprovechó para clavar sus dientes en el cuello de Illumi y succionar su piel, dejando una oscura marca roja.
Illumi sonrió satisfecho, esa marca la iba a amar por el resto de días que no viera a ese hermoso chico que se aferraba a él. Lo abrazó por la espalda, sosteniendo su cadera y lo recostó en el sillón, para luego desnudar su parte inferior y acariciar por un momento esas piernas suaves y pálidas, luego él mismo se dejó al descubierto sus pectorales, sabía lo mucho que Killua disfrutaba ver su pecho y abdomen, y así fue, Killua miraba con lujuria su piel mientras inconscientemente abría las piernas para concederle permiso de acceder a su cuerpo.
—Buen chico, ahora disfrutemos juntos —desabotonó su pantalón y lo deslizó para dejar al descubierta su entrepierna palpitante, luego se colocó entre sus piernas, dejando que sus miembros se encontraran.
—Illu… mi —gimió cuando el morocho tomó ambas erecciones para tocarlas con lascivia, podía sentir la humedad del líquido preseminal deslizándose entre sus apretadas erecciones.
Amaba con locura esa expresión de Killua; sus mejillas sonrojadas, su boca entreabierta dejando escapar dulces gemidos entrecortados, un hilo de saliva escurría por su labio; tembloroso, sometido a su voluntad, llevándolo hasta su límite.
Killua ya no trataba de resistirse, giró su rostro hacia un lado, estremeciéndose con un orgasmo que le dejó sin voz. Illumi se separó para disfrutar la imagen y tocando aun su endurecido pene, dejó que sus fluidos se escurrieran entre el semen de Killua, revolviéndose en el proceso. No obstante no tenía suficiente, necesitaba más, no podía estar satisfecho hasta que el albino terminara rendido en sus brazos.
Deslizó sus dedos entre los fluidos y lo llevó hacia la entrada del menor, lubricando con el semen caliente que aún estaba fresco en su cuerpo. Killua tuvo un sobresalto, y su rostro enrojeció por completo al ver aquella acción.
—¡Illumi! —intentó protestar, pero al ver la mirada de lujuria de su amante dejó escapar la respiración y se mordió el labio inferior. Era difícil contener sus reacciones—, dame un ah…
Los dedos de Illumi empezaban a hundirse en su cuerpo con lentitud dando un ligero masaje para ayudarle a relajarse, el problema era que aún estaba sensible por el orgasmo que le había dejado una sensación intensa en la piel y toda la zona. Apretó las piernas, no podía con tantas sensaciones y el pensamiento morboso de ser usado de ese modo, recibiendo la revoltura de esperma en su cuerpo mientras que la mirada profunda de su hermano mayor reducía sus intentos de frenarle a pesar de estar tan sensible.
—Respira hondo mi amor, estás muy tenso —le dijo Illumi y al escuchar esa expresión su corazón comenzó a latir con fuerza, tuvo el impulso de cubrirse el rostro con ambas manos. No podía describir lo mucho que le encantaba el romance, ser tratado como lo más especial del mundo, un tesoro único. Era algo que no admitiría, pero estaba deseoso por ello.
Illumi sonrió al ver esa reacción tan adorable. Detuvo sus movimientos para darle tiempo de recuperarse, podía notar que estaba bastante alterado después de haber usado esa expresión que ni siquiera él mismo había podido retener. Estaba disfrutando tanto que quería seguir provocando ese tipo de expresiones tímidas, era satisfactoriamente contradictorio.
—Mírame —le insistió y volvió a lo suyo, tomando más semen e introduciéndolo en su interior con movimientos circulares, Killua volvió a gemir y apretar los músculos, esta vez intentando cerrar las piernas, pero Illumi lo retuvo, los vellos de sus piernas se erizaron al sentir esos dedos penetrando más profundo.
—Espe-espera —suplicó, pero no se atrevía a verlo, entre la vergüenza y el deseo, estaba paralizado.
—¿Esperar a qué? Si no me miras no me detendré, mi amor.
Illumi veía esa aura rosada cubriendo el cuarto entero, parecían espesas nubes fluyendo por su piel, era la primera vez que lo veía tan claro, comprendía que Killua estaba tan emocionado y feliz que hasta su ser entero le traicionaba en su afán por ocultarlo.
Killua tomó un respiro corto y descubrió su rostro, había tenido la intención de lanzarle una mirada furiosa, pero apenas sus miradas se cruzaron se ablandó por completo, sólo pensaba en lo hermoso que era verlo con su cabello largo desaliñado por la actividad, esa marca que le había dejado en el cuello y lo atractivo que era en cualquier ángulo.
—¿Y ahora? —Illumi presionó otra vez sus dedos, estaba claro que quería ver su cara mientras se retorcía— ¡Dijiste que pararías!
Optó por darle lo que pedía, sacó sus dedos y se inclinó sobre él para besar su rostro con ternura, repartiendo delicados besos en sus mejillas hasta sellar sus labios.
—Hoy estás muy sensible —era más de lo usual, se preguntaba si era parte del efecto de la carta o había otra razón más.
Para Killua la explicación más clara era que Illumi estaba siendo más expresivo de lo usual y eso repercutía en sus emociones y reacciones. Uno de sus propósitos desde que había descubierto el amor por Illumi, era cruzar la línea de su corazón, llegar más profundo en él y que tuviera la confianza de ser él mismo sin temor; ver que Illumi estaba abriéndose cada vez más le llenaba de amor, en especial cuando Illumi no era consciente de que lo hacía.
Illumi le sacó de sus pensamientos al rodear su cintura y pedirle que se sostuviera con sus piernas a su alrededor, quería llevarlo a la cama para tener más comodidad, y en unos pasos ya estaban ahí.
El albino se quedó expectante mirando a su hermano que iba por el lubricante para luego terminar de desnudarse, así que aprovechó el momento también para dejar a un lado el resto sus prendas. Estaba más aliviado ahora que había tenido tiempo para relajarse, pero también estaba más deseoso por tener a ese hombre cerca y tocarle.
Illumi subió a la cama gateando para ir subiendo por el cuerpo del chico, aprovechando para ir acariciando su piel y, con suma atención, besar desde sus pies, piernas, muslos, abdomen y poco a poco se posó sobre él para tomar sus labios en un beso acalorado que le hizo estremecer. Killua acariciaba su espalda, enterrando sus dedos ansioso por más contacto. Adoraba sentir su cuerpo desnudo y agitado por debajo del suyo, cuando notó que la erección del menor se volvía a frotar contra su entrepierna, entendió que era el momento de retomar lo que había dejado pendiente. Tomó el lubricante y volvió a lo suyo.
Killua cerró los ojos, para dejarse llevar y relajarse. Estaba nervioso, pero no lograba entender bien el motivo. Era que en el fondo, tenía miedo de que esta fuera la última noche en un largo tiempo. Ante el temor de no estar a su lado con tantas presiones de su padre, decidió que era momento de ser él quien debía tomar más iniciativa.
—Illumi, estoy… estoy listo —se había levantado sobre sus codos, pero había evitado ver a los ojos a su amante.
Illumi lo observó detenido, con su mirada que se había desviado a un lado, sus mejillas sonrosadas y su delicada figura desnuda y sudorosa. Era tan perfecto y tierno que no podía imaginar un mundo sin él, con tantos recuerdos hermosos en su memoria, le dolía pensar que terminando el efecto de la carta sólo quedaría eso. Se relamió los labios ansioso y subió por su cuerpo, tomando sus muslos para colocarse en medio.
—Kil, mi dulce Kil, no te imaginas cuán tuyo soy —le dijo al oído y empezó a penetrarle.
«Sí puedo imaginarlo» pensó Killua con su cuerpo ardiendo en amor y pasión, imaginaba que era similar a lo que le ocurría a él. A veces era tan intenso que lo comparaba a estar hambriento, un hambre hueca y dolorosa.
Apenas sus cuerpos se habían conectado, Killua decidió que era momento de tomar el control y dejarle un buen recuerdo para repasar los siguientes días. Con un movimiento de sus caderas, se giró para que Illumi entendiera que quería estar arriba.
La visión de Killua sin aliento, montado en su cuerpo mientras movía sus caderas para controlar a fuerza y velocidad le tenía embelesado, aprovechó para tocarlo y ayudarle, sosteniendo su cintura. El menor se apoyaba en sus pectorales, gimiendo hasta que le escuchó decir su nombre. Sus ojos se iluminaron y se sentó para abrazarlo y besar su cuello, dejando una marca más al otro lado de su cuello, ya nada le importaba si ese chiquillo seguía enloqueciendo sus sentidos.
—Te amo —suspiró al oído, seguía masturbando su sexo y con el vaivén cada vez más errático, Killua se apretó a él al escuchar esas palabras y supo que estaba por terminar.
Gustoso dejó su autocontrol y se enfocó en su necesidad, así ambos terminaron casi al mismo tiempo, agotados y satisfechos, conscientes de que si les daban un momento más para recuperarse no dudarían en retomarlo.
Se recostaron tranquilos en la cama, necesitaban recuperar el aliento y estaban listos para hablar cuando escucharon que llamaban a la puerta. Era Kalluto que desde lejos se notaba que estaba de mal humor.
—Killua, papá me pidió que te dijera que tienes que estar allá en veinte minutos. Dile que no vuelva a pedirme venir aquí, tiene todo un maldito ejército de mayordomos.
Ni siquiera les dio tiempo de responder, el chico se marchó tan pronto como terminó de decir esas palabras. Estaba claro que llevaba unos minutos afuera, consciente de lo que sus hermanos estaban haciendo, pero su padre había dicho que ya no pondría vigilancia en ese piso, así que mandar a Kalluto era lo más lógico en ese caso. Lamentaba que fuera así, que su hermano menor tuviera que pasar por algo tan incómodo, pero ya negociaría usar el celular para enviar sus mensajes.
Miró a Illumi un poco triste por tener que levantarse, pero tenía que ducharse antes de ir a ver a su padre, no quería llegar todo sudoroso. De por sí las marcas serían bastante notorias en esos momentos como para darle más contexto.
—Todo estará bien —le dijo Illumi, acariciando su mejilla con el dorso de la mano.
Ambos sabían que era mejor mentirse un poco antes de que el desastre comenzara.
El siguiente capítulo es uno de esos que llevo AÑOS pensando y repsando en mi mente, todo el montón de ideas que tengo, muchas cosas que deseaba expresar y me contuve por tanto tiempo. No puedo creer que al fin llegará el gran día de hacerlo público... Muchas gracias por el aguante ▲
