IX

Un fuerte ruido interrumpe su sueño.

Eleven se endereza de golpe, sus ojos buscando la fuente del estruendo.

No logra ni siquiera levantarse cuando escucha el golpeteo de nudillos contra la puerta de la recámara.

En un segundo, la noche anterior vuelve a ella: el laboratorio destruido, sus hermanos y papá muertos, el escape, la casa…

Henry.

Eleven carraspea y logra pronunciar un débil «pasa».

Cuando la puerta se abre, lo primero que ve es la sonrisa de Henry.

—Buenos días, dormilona —la saluda él, y Eleven advierte entonces que ha reemplazado su atuendo ensangrentado del día de ayer por unos pantalones oscuros y una camisa celeste—. Perdona, pensé que ya te habías levantado; podría haber bajado las botellas de agua con más cuidado…

Eleven baja la vista a sus pies y, efectivamente, distingue una caja con las botellas de las que habla Henry.

De pronto, cae en la cuenta de cuánta sed tiene.

Henry parece leerle la mente, pues levanta la mano y, prontamente, un vaso levita hasta él (¿desde la cocina, posiblemente?).

—¿Quieres un poco? —Asiente en respuesta, y él se apresura a destapar una de las botellas y llenar el vaso; luego, se lo acerca hasta la cama, donde ella sigue sentada—. Ten. Trata de no beber demasiado rápido.

Debe hacer un esfuerzo para hacerle caso; Henry la observa en silencio, aparentemente complacido de que acepte su recomendación. Cuando termina de beber, él hace levitar el vaso fuera de la habitación sin siquiera prestarle atención.

Eleven siente una chispa de envidia ante la facilidad con la que maneja sus poderes.

Henry le sonríe y luego coloca una mano sobre su cabeza. Aunque debería haberle temido, Eleven se relaja instantáneamente ante el gesto. Supone que debe estar acostumbrada al contacto físico con Henry —no piensa que fuese a reaccionar tan tranquilamente ante el toque de cualquier otro—.

—No seas impaciente, Eleven. Primero debemos asentarnos; luego, te enseñaré todo lo que sé.

Okay…

—Ahora, ¿tienes hambre? Te preparé el desayuno.

Como toda respuesta, asiente y lo sigue en silencio escaleras abajo.