Tres días después de la propuesta, Sesshomaru citó a todos a una audiencia en la corte, todo el salón estaba en un tenso silencio observando el asiento al lado de él ocupado por primera vez en cinco milenos.
Se levantó con elegancia y tomó la mano de Kagome, ayudándola a ponerse de pie. Con una sonrisa en los labios, la guió hacia el salón principal, donde el consejo yokai ya estaba reunido, esperando novedades.
— Mi elección ha sido hecha. —anunció Sesshomaru con voz firme y clara, dominando la sala con su presencia imponente—. Kagome Higurashi será mi esposa y compañera.
Un murmullo de asombro y susurros corrió entre los miembros del consejo. Algunos yokai asintieron con aprobación, pero otros, especialmente los pocos miembros restantes del clan dragón, no ocultaron su descontento.
— Sesshomaru-sama, con todo el respeto, —intervino Yong, el líder del clan dragón—, ¿cómo es posible que elijas a una humana para acompañarte? Nuestra tradición siempre ha sido preservar la pureza de nuestra sangre yokai.
Sesshomaru lo miró con ojos fríos y determinantes.
— Kagome no es solo una humana. Ella ha demostrado su valentía, sabiduría y poder en más de una ocasión. No permitiré que nadie cuestione mi elección.
Yong frunció el ceño, pero no se atrevió a replicar. Sin embargo, su descontento era palpable, y Sesshomaru sabía que no todos en el consejo aceptarían fácilmente a Kagome. A pesar de las protestas silenciosas, el compromiso fue aprobado de forma oficial y la ceremonia se celebraría pronto.
Aunque sabía que habría desafíos por delante, Sesshomaru estaba dispuesto a enfrentar a cualquiera que se opusiera a su decisión. Kagome, a su lado, sentía una mezcla de nerviosismo y emoción, pero también una inmensa gratitud hacia Sesshomaru por su apoyo inquebrantable.
Juntos, enfrentarían cualquier obstáculo que viniera, fortaleciendo aún más el vínculo que los unía.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos aún estaba por delante: anunciar al mundo la existencia de los yokai. Kagome, como historiadora y la persona que había iniciado toda la investigación sobre los yokai, sabía que sería ella quien tendría que dar la noticia.
La responsabilidad recaía pesadamente sobre sus hombros, pero estaba determinada a enfrentarla con la misma valentía que había mostrado hasta ahora.
