- . My Hero Academia 180 grados. -

18. Donde las prioridades de Bakugo y Midoriya parecen claras

(Segmento marcado con * por temas sugerentes IzuxOcha)


La luna brillaba sobre la playa, reflejándose en el suave oleaje. Midoriya continuaba haciendo dominadas con un balón de fútbol, sus pies moviéndose con precisión y fuerza.

Toshinori observaba a su aprendiz en silencio, sus pensamientos vagando por lo mucho que había cambiado desde que lo conoció. Ese muchacho frágil y asustadizo que no tenía un don, ahora estaba de pie frente a él, dominando con fluidez un balón en una playa oscura, con la determinación ardiendo en sus ojos.

—Así que has decidido intentar entrar a la UA a pesar de lo que te dijo All Might —recapituló Toshinori, rompiendo el silencio, mientras cruzaba los brazos.

Izuku dio un toque más al balón antes de atraparlo entre sus manos, respirando profundo. Había llegado a esa decisión después de mucho pensar, y aunque All Might lo había desalentado inicialmente, sabía que no podía rendirse.

—La verdad es que no había querido decir nada hasta ahora, para que tomaras tu propia decisión —continuó Toshinori—, pero creo que ya me lo esperaba.

—¿En serio? —Midoriya lo miró con sorpresa, su sudor brillando bajo la luz de la luna. El balón descansaba entre sus brazos, pero su mente estaba lejos, procesando las palabras de su entrenador.

—Tal vez no te hayas percatado de ello —Toshinori lanzó un cartón circular con un blanco dibujado en el aire—, pero parte de los ejercicios que hemos estado realizando están enfocados un poco en los puntos clave del examen de la UA.

Midoriya reaccionó casi por instinto. Con un toque preciso, el balón voló de sus pies y golpeó justo en el centro del blanco antes de caer a la arena. Tosinori sonrió.

—Ahora cambiaremos a unas pelotas más pequeñas.

Mientras Toshinori rebuscaba en una gran maleta, Midoriya mantuvo la mirada baja. La brisa del mar refrescaba su rostro, pero su mente seguía atada a un recuerdo que no podía dejar ir. Se giró ligeramente, mirando la orilla y dejó que sus palabras salieran.

—¿Sabe? Cuando me enteré de lo que le había pasado a Kacchan con el monstruo de lodo, el que escapó por mi culpa... le mandé una disculpa a All Might en su página web. Le expliqué lo que pasó, lo mucho que lamentaba haberle causado ese problema. Pero... nunca me contestó. —Izuku apretó los labios, sintiendo que el peso de esa disculpa sin respuesta aún lo aplastaba—. Espero que no esté molesto conmigo.

Toshinori se detuvo por un momento, recordando aquel largo e-mail que había leído de principio a fin. Había sido una de las confesiones más sinceras y angustiantes que había recibido en su vida, y había intentado ocultar la sonrisa que le provocó el descubrir cuán profundamente se preocupaba Izuku por los demás.

—Lo dudo mucho —respondió con calma, sin girarse a verlo.

—Señor. Antes de que continuemos, ¿puedo hacerle una pregunta? —La voz de Midoriya se tensó, igual que su cuerpo. Algo en su tono recordó a Toshinori aquel momento en el techo, cuando el joven le había confesado su sueño.

—Claro, muchacho. Pregunta— siguió rebuscando Toshinori de espaldas en la gran maleta deportiva, pero no parecía encontrar las pelotas.

Midoriya se paró con los pies firmes sobre la arena y haciendo puños con ambas manos.

Izuku respiró profundo, sintiendo la arena bajo sus pies. El sonido de las olas lo acompañaba, pero por dentro se agitaba una tormenta.

—¡¿Usted cree que alguien como yo... pueda ser un héroe?! — el grito casi escapó de su garganta, cargado con todas las dudas y miedos que había acumulado desde su infancia.

El silencio que siguió fue perturbador. Toshinori seguía rebuscando en la maleta, sin inmutarse.

—Bueno, si lo piensas, para eso es el examen de admisión...

Izuku se quedó pasmado, porque no era el tipo de respuesta que esperaba y también por que el señor Toshinori siguió hablando y rebuscando en la maleta por las pelotas.

—... el ahora director Aizawa tiene años de experiencia como docente y es el mejor calificado para ver el potencial oculto en los jóvenes. Y aunque es muy severo, su métodos han demostrado ser los adecuados. Aunque por otra parte yo nunca he coincidido en descalificar a los alumnos tan rápido. Creo que a la larga eso sólo propiciará...

Toshinori la fin encontró las pelotas y al girarse se encontró con el rostro de Midoriya que se lo dijo todo: ¿Así sueno cuando doy explicaciones largas e necesarias?

Toshinori se removió el cabello hacia atrás algo exasperado consigo mismo.

—Perdona, joven Midoriya. No me di cuenta. —Toshinori se sacudió la arena de la ropa, poniéndose de pie—. Debes saber que yo también puedo equivocarme. —Se rió levemente—. Supongo que también es el resultado de pasar tanto tiempo contigo. Si tú eres el príncipe de la negación interna y las tonterías, yo me he convertido en el rey con esto.

Midoriya esbozó una tímida sonrisa.

—Vamos, muchacho. Vuelve a preguntar, y te contestaré lo que pienso realmente, como se debe.

Midoriya inhaló profundo, reuniendo de nuevo todo su coraje. Sus pies firmes en la arena, su corazón latiendo con fuerza.

—¡¿Usted cree que alguien como yo pueda ser un héroe?! —repitió, su voz resonando con fuerza en la playa vacía.

Toshinori escuchó una gran ola golpear en una piedra cerca de la orilla de la playa y espero a que se difuminar el sonido para contestar.

—Puedes ser un héroe.

La afirmación fue tan simple, tan directa, que golpeó a Izuku con una fuerza inesperada. Sus piernas temblaron levemente y sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras su pecho se apretaba bajo el peso de esas palabras. Nunca había comprendido hasta ese momento lo mucho que significaba la aprobación de Toshinori. Sin darse cuenta, ese hombre había ocupado un lugar en su vida tan importante como All Might.

Izuku se llevó una mano al pecho, intentando contener sus emociones, pero las lágrimas comenzaron a brotar.

—Aún tenemos que trabajar con los llantos —dijo Toshinori, acercándose con una sonrisa—, pero pienso que serás un gran héroe algún día, joven Midoriya. Me has convencido.

Midoriya sonrió entre lágrimas, sintiendo que por fin, aunque fuera por un instante, ese mal recuerdo con All Might se desvanecía.

—Gracias, señor... —murmuró, su voz quebrada por la emoción.

Y bajo la luz de la luna, en una playa vacía, Izuku encontró el ultimo empujón que no sabía que necesitaba para decidirse a presentar el examen.

...


.

El sonido de la batería resonaba suavemente en la sala. Bakugo mantenía los ojos cerrados, sumergido en el ritmo mientras sus manos golpeaban con precisión las baquetas contra los tambores. Había un aire de concentración tan profundo que parecía que la música brotaba desde lo más hondo de su ser. Y entonces, en perfecta sincronía, la interpretación llegó a su fin. Un silencio lleno de satisfacción envolvió el lugar mientras todos se detenían en armonía.

Jiro se pasó la mano por la frente, limpiando el sudor que se había acumulado tras la sesión intensa. Con una sonrisa entre divertida y admirada, dejó la guitarra eléctrica de lado y miró a sus compañeros. Shouji aún sostenía el bajo, sus múltiples brazos descansando relajadamente sobre el instrumento, y Kirishima, con su usual energía vibrante, estaba de pie junto al micrófono, todavía recuperando el aliento.

—Debo admitirlo —comentó Jiro, rompiendo el silencio mientras lanzaba una mirada apreciativa hacia Bakugo—. Me impresionaste con esta última canción. Cuando te conocí pensé que estaríamos condenados a rock pesado todo el tiempo.

Una imagen de Bakugo apareció en su mente, como una burbuja de pensamiento que todos pudieron ver: Bakugo tocando la batería con una cinta en la cabeza, vistiendo un chaleco y golpeando con una intensidad feroz los tambores, como si estuviera a punto de destrozarlos.

Kirishima soltó una carcajada al ver su imagen mental.

—Sé de lo que hablas —añadió con entusiasmo—. Yo tuve la misma impresión cuando lo conocí. La burbuja de pensamiento de Kirishima de Bakugo decía: Muere!

—Ustedes dos deberían dejar de mirarme tanto y concentrarte solo en tocar —respondió Bakugo, mientras se ponía de pie. Su tono era seco, pero había una pizca de orgullo oculto en sus palabras—. Y no olvides lo que prometiste cuando me uní a esta banda.

Jiro rodó los ojos, claramente acostumbrada a su actitud.

—Sí, sí, lo recuerdo. No me enamoraré de ti, bla, bla, bla —respondió con un aire exasperado, agitando la mano como si espantara una mosca.

Bakugo no respondió, solo levantó una mano en señal de despedida, sin voltearse a mirarlos, antes de salir del lugar con su usual estilo despreocupado.

Kirishima dejó escapar un suspiro mientras veía a su amigo irse.

—No lo tomes a mal, Jiro —dijo con tono comprensivo, cruzándose de brazos—. Aunque no lo creas, muchas chicas se le han declarado últimamente, y ya está harto de toda esa situación.

Shouji, quien había permanecido en silencio durante la mayor parte de la conversación, asintió ligeramente mientras ajustaba las cuerdas del bajo.

—Con razón su ego está por los cielos —comentó con su característica calma.

Kirishima negó con la cabeza, sonriendo.

—Al contrario —replicó, defendiendo a su amigo—. Creo que, a diferencia de cuando lo elogian por su quirk, aún no sabe cómo manejarse cuando se trata de chicas. Lo hacen sentir incómodo.

Jiro arqueó una ceja, incrédula.

—¿Bakugo incómodo? Pensé que solo era un cretino con aires de grandeza.

Kirishima soltó una carcajada.

—Nada más alejado de la realidad — continuó defendiéndolo Kirishima —Creo que Bakugo genuinamente está cien por ciento enfocado en convertirse en el héroe número uno, que ni siquiera ha considerado tomar ventaja de alguna de las chicas a su alrededor. En ese sentido es bastante decente.


.*

Midoriya se removía en su cama, atrapado en un sueño que lo arrastraba hacia una realidad confusa y vibrante. Estaba en los baños públicos de nuevo, donde había encontrado a Uraraka tras el ataque de Himiko Toga. Todo se sentía increíblemente vívido: las paredes empañadas, el sonido tenue del agua en la piscina y la sensación desesperada de darle respiración boca a boca. En ese momento, creyó que iba a perderla. El terror lo había invadido por completo, pero también había sido un momento de revelación, un instante en el que comenzó a entender algo que, hasta ese punto, no se había permitido pensar con claridad. Sus sentimientos por ella eran algo más profundo de lo que había querido admitir. Y era algo muy intenso.

Ahora, en el sueño, el escenario había cambiado sutilmente. Veía la misma escena, pero esta vez, cuando sus labios se separaron de los de Uraraka, no fue con la sensación de alivio desesperado por salvarla. Fue más bien el final de un beso, un beso lleno de una calidez desconocida. Uraraka abrió los ojos, y ambos sonrieron de una manera que parecía habitual, como si ese momento no fuera extraordinario, sino parte de una rutina que se había formado entre ellos. Todo era tan natural, tan fácil.

—Deberíamos continuar — sugirió Uraraka poniendo ambas manos en sus mejillas y luego pasando sus brazos por su cuello.

Midoriya sintió cómo el nerviosismo lo envolvía, mezclado con una extraña atracción que no podía negar. Sin embargo, algo dentro de él resistía, como si su cuerpo tratara de advertirle sobre lo que venía. La idea de acercarse más a ella, de sentir el calor de su cuerpo desnudo contra el suyo, le producía un cosquilleo en el estómago, una mezcla de deseo y pánico. Pero Uraraka no parecía compartir esa duda. Sus dedos se hundieron con delicadeza en la nuca de Midoriya, instándolo a continuar.

—Uraraka... —susurró con voz temblorosa, mientras descendía lentamente, volviendo a besarla.

El contacto de sus cuerpos fue un choque de sensaciones nuevas. Sentía sus senos presionando suavemente contra su pecho, una sensación que lo sobrecogió por lo placentero y excitante que era. Los besos entre ellos comenzaron a intensificarse, las manos de Midoriya se deslizaron por su cabeza, acariciando sus suaves mechones, mientras su corazón latía cada vez más rápido.

"Detente. No está bien" trató de decirse a sí mismo, sintiendo la lucha interna entre el placer del momento y la culpa que lo invadía.

Pero entonces, Uraraka lo llamó. Su voz era suave, pero lo suficientemente fuerte como para cortarle el aliento. El agua comenzó a hervir a su alrededor, el vapor llenó el lugar, envolviéndolos en una neblina tan espesa que apenas podía ver su rostro.

"Deku..." lo llamó Uraraka una vez más, casi como un gemido.

—¡Ah! —exclamó, despertando de golpe.

Su habitación estaba en completa oscuridad, excepto por el débil resplandor de la luna que se filtraba a través de la ventana. El aire a su alrededor estaba frío, pero su piel ardía. Se cubrió el rostro con ambas manos, su cuerpo temblando y su corazón latiendo a mil por hora. Nunca se había sentido tan sonrojado en toda su vida.

—Perdón, perdón, perdón, perdón... —murmuró apresuradamente, levantándose de la cama con un movimiento torpe. Abrió la cortina y la ventana, dejando que el aire fresco y húmedo de la noche entrara en la habitación. Cerró los ojos, esperando que la brisa calmara su cuerpo y su mente.

Se quedó ahí de pie, respirando hondo, tratando de alejar la imagen de Uraraka de su cabeza. Todavía sentía el peso del sueño sobre él, como si cada detalle estuviera grabado en su piel para siempre. Finalmente susurró—: Perdón... Uraraka. No fue mi intención...

Sin esperarlo, las palabras de Kacchan resonaron en su mente:

'Si quieres tener una remota oportunidad de ingresar a la UA deberías olvidarte de ella. Las mujeres no causan más que problemas"

Izuku reflexionó sobre eso.

'A su manera... Kachan había sido considerado al darle un consejo? Debería... alejarse un poco de Uraraka? Al menos hasta que entrara a la UA' Sin embargo, a idea de apartarse de ella le pesaba más de lo que esperaba.

Suspiró, dejando la ventana abierta para que la brisa nocturna continuara fluyendo. El aire fresco acariciaba suavemente su rostro, pero no lograba disipar la inquietud que sentía. Se dirigió a su escritorio y, con un gesto mecánico, encendió la lámpara. La luz cálida inundó el cuarto, proyectando sombras suaves en las paredes. Se sentó lentamente, apoyando la cabeza en sus manos mientras fijaba la vista en el techo, sus pensamientos desordenados. A su derecha, el reloj digital brillaba con un número implacable: las cuatro de la mañana. Demasiado temprano para levantarse, demasiado tarde para volver a dormir.

Ese sueño... Era la primera vez que soñaba algo así. Sabía lo que significaba, pero no quería convertirse en alguien que sólo pensara en ese tipo de cosas.

'Definitivamente las chicas eran peligrosas' pensó al recordar su primer encuentro con Hatsume y también la forma en que Ashido Ashido se había colgado de su brazo de manera juguetona.

Sacudió la cabeza, tratando de borrar esas imágenes también.

Ahora que algunas personas lo apoyaban para realizar su sueño de convertirse en héroe, definitivamente no quería defraudarlos.

El primer rostro que vino a su mente fue el de Uraraka. Recordó claramente sus palabras, esas que había pronunciado con tanta convicción.

"No quiero interponerme entre tu y tu sueño de ser un héroe"

Luego pensó en su madre, su expresión preocupada pero al mismo tiempo llena de amor.

"Sabes que estaré asustada y preocupada por ti todo el tiempo, pero a partir de ahora te apoyaré en todo lo que te propongas"

El eco de las palabras del señor Toshinori resonó con fuerza en su cabeza:

"Puedes ser un héroe"

Y no podía olvidar la promesa que le había hecho a Todoroki. Había algo de dolor en su pecho cada vez que pensaba en ello, porque hasta ahora no había podido cumplirla:

"Entonces yo te ayudaré" le había dicho aquella vez, frente a la playa, después de enterarse del secuestro de la madre de Todoroki.

Y pensar que Todoroki le había dicho:

"Siento que eres el primer amigo que tengo"

"Confiaré en que todo saldrá bien"

Ahora se sentía bastante culpable.

Había tantas expectativas puestas sobre él, tantas promesas hechas. Al girar en su silla, dejó que sus ojos recorrieran su habitación por completo. El espacio se sentía vacío, más de lo normal. El muro frente a él, que alguna vez estuvo lleno de posters de All Might, ahora lucía desnudo y apagado.

Se levantó lentamente, caminando hacia su escritorio con una idea repentina. Tal vez, si organizaba sus pensamientos, si los ponía en palabras, podría recuperar algo de control. Tomó un pequeño block de notas que estaba en el borde de la mesa y se puso de pie frente al muro vacío. Rasgó una hoja y la pegó en el centro.

Con una caligrafía precisa, escribió una sola palabra: "Dabi."

El nombre resonaba en su mente con una mezcla de incertidumbre y determinación. Volvió a su escritorio, tomando uno de sus cuadernos, y empezó a revisar las notas. Quizás, si se enfocaba en los detalles, en lo que ya sabía y en lo que tenía que hacer, podría encontrar el camino para cumplir cada una de las promesas que había hecho.


Notas de la autora.-

Listo el capitulo dieciocho. Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Saludos!