Cuando llegó a Londres se maravilló de aquel mundo el cual solo conocía por fotos, el viejo continente, la bella Inglaterra, sus edificios antiguos y modernos le hicieron brillar las pupilas, las personas, tan serias y rectas le parecieron de otro planeta, los Ingleses solían tener ese toque único entre modernidad y buen gusto clásico; sus ademanes y el tan famoso acento Inglés les hacían especiales, por un momento tuvo la ligera impresión de encontrarse frente a personajes de alguna película, todos y cada uno de ellos, él incluso se sintió dentro de un filme, el chico extranjero que llega a un continente que le es ajeno para probar suerte. En esos momentos se sintió tan pequeño en medio de aquella gran ciudad

Cuando se instaló por fin en la Academia que le fue asignada pasó lista de todas sus actividades, estudiaría un posgrado y al mismo tiempo colaboraría en unos estudios sobre Finanzas y Economía, su área especializante, sin embargo, pudo notar un pequeño vacío en su agenda, los sábados por la tarde después de las actividades deportivas (obligatorias para todas las áreas) tenía disponibles dos horas, las cuales no tardó en decidir cómo emplear, así que se inscribió a las lecciones de violín, él poseía un talento nato para tocar dicho instrumento, pero jamás se instruyó adecuadamente, su padre jamás lo permitió, ahora era su oportunidad, no había nadie que se lo impidiera, tampoco estaban sus hermanas que lo acusaban cada vez que lo veían intentando practicar, ahora gozaba de libertad.

No tardó en acostumbrarse a su nueva vida, contrario a lo que pensó todos sus compañeros fueron agradables con él, quizás había visto demasiadas películas donde el clasismo en las escuelas más prestigiosas se encontraba a la orden del día, pero no fue así, claro que se notaban las diferencias entre los alumnos de familias nobles y de las que solo gozaban de gran fortuna, igual como podía notar cuando alguien estaba de intercambio o estudiaba gracias a la ayuda de becas, pero todo dentro del orden, aunque hubiera alumnos demasiado pretensiosos no abandonaban el porte y eso le agradó.

Tampoco tardó en hacerse de un amigo, Duo Maxwell, el becado favorito de todos, era alegre y vivaz, aunque nunca le paraba la boca era agradable y él lo supo comprender desde un inicio, así que se complementaron el uno al otro. Pasaron los meses y la magia comenzaba a desaparecer, sin embargo no dejaba de amar Londres, más específicamente esa parte, Oxfordshire, aquella ciudad Universitaria era realmente un sueño, pocas veces salía de ella, ahí había encontrado su zona de confort, a pesar de las insistencias de Duo porque saliera a disfrutar de las maravillas que la bella Londres tenía por mostrarle, él aún seguía siendo el muchachito remilgado y tímido.

Una tarde de sábado luego de las actividades deportivas él y Duo regresaron a su pieza, el segundo para alistarse y salir de fiesta, él en cambio para asistir a sus clases de violín, de nuevo su amigo le insistió para que le acompañase, pero como siempre se encontró ante las negativas de su amigo "Eres un aburrido" le había espetado mientras peinaba su larga trenza, mirándose al espejo con orgullo, sabía que era de buen ver, chicas y chicos por igual volteaban a verle, eso lo llenaba de una extraña satisfacción, aunque su corazón aún no era de nadie, solía ir de paseo los sábados por la noche, tener alguna aventura pasajera y volver al día siguiente tan fresco como se había ido, aquella era la vida nocturna de su amigo; en cambio la suya era completamente diferente, todo se trataba de hacer lo correcto, no salir a dar paseos que interrumpieran sus actividades obligadas, aunque de vez en cuando fantaseaba que conocía a un chico, un encuentro casual como hace tiempo sucedió con su amigo Wufei, fantaseaba que ésta nueva persona lo cortejaba y volvía a tener una relación efímera que se limitara a compartir una cama y nada más.

Pero su vida en Inglaterra no era tan aprehensiva y demandante como cuando vivía en medio oriente, quizás por eso se había vuelto aún más reservado que antes. "Diviértete por mí y no bebas demasiado" le advertía cuando Duo se disponía a traspasar el umbral para marcharse, éste le sonrió y salió al fin, dejándolo solo, nuevamente el silencio torturador, estaba acostumbrado a su amigo, el escandaloso, el vivaracho, podía notar la diferencia con los Ingleses, Duo era un estudiante becado de intercambio, procedente de las Américas, de Estados Unidos, la gran potencia mundial, él quería visitar el nuevo continente algún día, pero no pronto, quizás cuando su amigo se regresara a casa, pero aún necesitaba pensarlo y sobre todo platicarlo con su padre.

"Es hora de la clase" se decía con moderado entusiasmo, cargando con él aquel hermoso instrumento que se había comprado el primer día que asistió a una clase. Como siempre no apartaba la sonrisa del rostro, el profesor llegó puntual como siempre, dos minutos antes de la hora señalada, jamás tardaba más de eso antes de empezar la clase y nunca llegaba después de la hora indicada, siempre era uno o dos minutos antes de la clase, a él le gustaba eso, siempre había apreciado la puntualidad.

"Hoy nos acompañarán alumnos de otra universidad, el conservatorio Royal Academy of Music de la Universidad de Londres" les anunciaba el profesor a todos sus alumnos, pronto comenzó haber cuchicheos llenos de expectativa, "Habrá un evento para la Reina en un par de meses y serán elegidos los mejores de ambas escuelas para la presentación principal, es por eso que hemos hecho ésta alianza, por favor olviden cualquier tipo de rencilla que tengan ¿de acuerdo?" avisó con prontitud para acallar a sus alumnos, pronto estos comprendieron la seriedad y formalidad del asunto, así que no hubo mayor discusión y guardaron silencio.

La puerta se abrió en aquel instante y los alumnos del citado conservatorio junto con uno de sus profesores entraron en la sala, ambos maestros se saludaron con afecto, en cambio con algunos alumnos se pudo notar la fricción, era obvio que varios se conocían y la relación no era buena. El profesor los miró en una vista general y sonrió con aquel encanto Inglés que a él le gustaba tanto.

"El profesor y yo hemos acordado elegir a nuestro mejor alumno, ambos competirán para convertirse en el concertista el día del evento" les anunciaba con orgullo el profesor de Oxford, ya que solo podía haber un concertista y siendo justos debían elegir entre dos candidatos, uno de cada escuela. Nuevamente los cuchicheos y las voces llenas de expectativa ¿Quiénes serían esos dos? Todo mundo se preguntaba.

"Quatre Raberba Winner" comunicó el profesor del mencionado alumno, al escuchar su nombre se sobresaltó, jamás creyó que diría su nombre, él no tenía tanta práctica, quizás su maestro estaba confundido, no obstante, dio un paso al frente y sus compañeros le aplaudieron, todos sabían del talento nato que poseía, de ese amor y esa entrega cada vez que sus gráciles dedos tocaban un instrumento musical tan hermoso como aquel o el piano "Quatre es maravilloso interpretando a Vivaldi, Paganini, Kreutzer, etcétera, etcétera… todo un prodigio, excelente violinista" les presumía ante el sonrojo de su alumno estrella, el otro profesor aclaró su garganta, no había escuchado tocar a tal prodigio pero sintió la presión, aunque él también tenía un gran alumno.

"Yo elijo a Trowa Barton, mis contemporáneos lo han llamado el Henryk Wieniawski de nuestros días", presumió el otro sin titubear, todos exclamaron una expresión de asombro, Quatre por su parte sintió una extraña excitación de felicidad ¿Existía alguien realmente en esos días que fuera comparado con Wieniawski? Él tenía que conocer a esa persona, pero a diferencia de él, el mencionado no dio ningún paso al frente, él y sus compañeros le buscaron con la mirada pero no hubo nadie que acudiera, el profesor mostró una expresión de disgusto y sin embargo guardó la calma, después de todo no era la primera vez que su alumno se escabullía, como todo buen genio también era un gran problema.

Se aclaró la garganta con cierta incomodidad "Debió irse de emergencia, algún asunto personal" le excusó discretamente. "Bien, en otra ocasión nos tocará presentarlos, mientras tanto tengan en cuenta lo que les hemos hablado y preparemos en conjunto un excelente concierto para nuestra reina", dijo en tono casi pomposo el profesor de Oxford, luego de forma educada los alumnos del conservatorio se fueron, su profesor se quedó hasta el final para despedirse y después se marcharon todos. "Jóvenes, prepárense que se vienen días dificultosos, descansen y coman bien, pueden irse, hoy no habrá clase" les informaba con su encantadora sonrisa, cuando se prepararon para irse llamó a Quatre a su lado.

"Dígame" habló de forma educada, acomodando sus ropas para estar 100% presentable "No quiero que te distraigas además de tus clases y proyectos académicos ¿sabes a lo que me refiero?" le cuestionaba, atento a sus ojos claros que le observaban "Claro que sí" le respondió con educación, podía entender que hablaba de citas y cosas así, por lo que su profesor no tenía de qué preocuparse.

Se despidió de igual forma que siempre, tan respetuosamente que resultaba tierno, y enseguida se alejó, rumbo a su habitación, dejó el violín sobre su cama de forma delicada y miró el reloj, aún tenía una hora libre antes de ir a dormir, era muy exigente con sus horarios. Miró por la ventana, el cielo estaba gris, a punto de oscurecer, la ventana se mostraba empañada, se encontraban en invierno, uno muy crudo según escuchó, hacía tiempo que no tenían un invierno así, incluso algunos creían que quizás nevaría, cosa que no solía suceder a menudo en Londres, así que se abrigó apropiadamente, al final se colocó unos lindos guantes de lana y un sombrero, se miró al espejo, no se sintió atractivo como Duo se consideraba a él mismo, pero no se encontró tan mal después de todo, estaba satisfecho de su aspecto.

Echó andar por las calles cercanas a su Academia, pudo sentir el frío colándose a través de la ropa, sin duda era cierto, su primer invierno en aquel país y resultaba ser el más crudo en años, era la primera vez que tenía mala suerte en algo. Frotó ambas manos después de propinarles una dosis de su cálido aliento, no podía ver bien el horizonte frente a él, estaba nublado y pronto comenzó una terrible ventisca, pudo ver a través de sombras a personas huir en busca de refugio, el frío se estaba haciendo más intenso, le calaba los huesos, cerró los ojos cuando una fría ráfaga de aire le molestó, por instinto también se cubrió la parte de los ojos con su brazo derecho, se quedó de pie, con miedo a seguir caminando y caerse, mientras con su mano izquierda se cubrió la boca, sus labios estaban tan helados que temió no poder moverlos a voluntad en un futuro, estaba acostumbrado a los climas calurosos y sabía poco del invierno.

"Debo seguir" pensó mientras comenzó andar con cautela, de regreso a su Academia, quitó el brazo de su rostro y avanzó con precaución, pudo ver la silueta de algo o alguien acercarse a él, quiso enfocar y no pudo, pero siguió caminando, estaba seguro que le faltaba poco, solo rogaba por no quedar enterrado en la nieve, de nuevo un pensamiento quizás demasiado trágico, pero no sabía nada del invierno "Ya no puedo", se dijo asustado, cada vez le costaba más trabajo continuar, así que se dejó caer de rodillas sobre el frío suelo, solo había una ligera capa de hielo bajo él, fijó la vista al frente y vio la silueta tan cerca que temió que chocara con él, pero no fue así, cuando le tuvo lo suficientemente cerca distinguió a un hombre, joven y apuesto, le miraba fijamente, con un rostro tan serio y casi inexpresivo que creyó por un momento que tal vez se trataba de una alucinación, pero no fue así, en los ojos esmeraldas pudo notar una ligera dosis de preocupación, compartieron mirada durante varios segundos.

Quatre se aferró sin pensar en el brazo de aquel joven, el otro aprovechó para ayudarlo a ponerse de pie, poco a poco la ventisca comenzó a mermar, casi como si hubiera aparecido solo para que ellos dos se pudieran encontrar, o al menos eso pensó Quatre en aquellos instantes. De pie pudo notar que aquel guapo muchacho era más alto que él, más fornido y tan elegante que bien podría pasar como Duque o tal vez como Rey, le sonrió en agradecimiento.

"¿Te encuentras bien?" le miraba con aquella expresión casi muerta, pero sus ojos estaban fijos en los suyos, Quatre asintió atrapado en un hermoso duermevela, seguía sin creer que aquello era real, pero lo era, le sonrió cortésmente y se alejó un leve paso. "Muchas gracias" le respondía con la misma cortesía con que le sonrió, el otro se mostró más tranquilo, suspiró casi imperceptiblemente "Me alegra" dijo en tono sincero, así lo percibió Quatre, volvió a sonreír, mirando aquel atractivo rostro "Te acompaño a donde vayas" con su acento tan Inglés le habló de forma tranquila, casi lo hizo estremecer, sintió calor en sus mejillas y solo atinó a asentir, caminaron juntos, aquel chico lo sujetaba del brazo con delicadeza, casi como si llevara de la mano a una mujer.

Escudriñó su rostro desde aquel perfil, no le calculaba más de 25, o quizás era más joven que él, lo cierto es que su apariencia tranquila lo hacía ver muy maduro, hacía tiempo que no le gustaba tanto alguien, basado no solo en tales atributos físico, el porte, un bello rostro, hermosos ojos, rasgos perfilados y varoniles; sino también por aquella aura que percibió de él, caminando a su lado, como todo un caballero Inglés, que diferencia a aquella ocasión en que conoció a Wufei, le gustó su apariencia de chico malo que lo hizo sentir que se revelaba y rompía todas las reglas, sin duda una pasión juvenil que duró tanto como la ventisca que lo llevó a conocer tan maravilloso ser que ahora caminaba a su lado.