El día que Duo llegó a Trondheim Quatre lo recogió en la estación central ferroviaria, su amigo venía en el Tren de Dovre, el cual había tomado desde Oslo, ciudad a la que arribó en avión desde Suecia. Al verse se dieron un gran abrazo, aunque mantenían el contacto no se vieron en los más de 2 años desde que Quatre dejó Londres, ninguno había cambiado, al menos físicamente, Quatre ahora era más abierto aunque aún conservaba parte de su timidez, en cambio Duo seguía igual de alegre, igual de platicador, el rubio no sabía cuánto lo extrañó hasta que estuvo ahí, tan tangible como el enorme abrazo que se habían dado.
Llegaron a casa del árabe y éste pronto hizo 2 cafés, se sentaron a conversar tan pronto estuvieron en casa, incluso la maleta del chico seguía a la entrada, junto a la puerta. "Así fue como decidí quedarme, solo debía hacer los negocios allá, pero me enamoré de Trondheim, aquí la vida es tranquila, me ayuda a no pensar estupideces" dijo al finalizar, bebiendo de su café.
"A no pensar en Trowa, querrás decir" contestó sin emoción especial, no pensaba hacerle daño o algo así, Quatre sonrió, apreciaba la sinceridad de Duo, siempre decía las cosas tal cuál eran.
"Es verdad, pero ya no lo extraño" mintió "Cuéntame tú ¿tienes pareja por fin? O quizás Duo Maxwell sigue rompiendo corazones por todos lados".
"Tuve un novio" sonrió orgulloso al ver la expresión de asombro en Quatre. "Sí, un hombre, me dije ¿por qué no? Y resultó que fue bastante interesante, ahora entiendo por qué tus gustos, experimenté de todo con él, creo que no despreciaré la idea de hacerlo de nuevo, a veces algunas chicas me aburren ¿sabes? Hablando de cosas que no me interesan, aunque el sexo siempre está de lujo, eso jamás les podré negar a las condenadas" soltó una risa al decirlo y Quatre le siguió.
El rubio jamás sintió ni hizo nada con alguna mujer así que no entendía de lo que hablaba su amigo. Luego de un par de horas de conversación Quatre recibió un mensaje de texto a su celular, era de Heero, ese fin de semana estaría en Trondheim, sabía que estaría de visita algunos días su amigo de Londres y tenía interés de conocerlo en persona, había visto las fotografías del celular de Quatre, además éste siempre hablaba mucho de él, a Heero le resultaba interesante un hombre así, rara vez se interesaba en alguien.
Casi por la noche Duo se instaló por fin en casa de Quatre como se debe, no era muy grande pero si más modesta que sus residencias en Oriente Medio, además de la alcoba principal tenía 2 más para los huéspedes y un cuarto de servicio, la chica del aseo iba solo 2 veces por semana, ya que Quatre era limpio y ordenado, incluso lavaba su propia ropa, su mucama, por así llamarla, se hacía cargo solo de plancharle, cocinar a veces, lavar baños y limpiar pisos, aquel lugar era de poco polvo, incluso en verano, así que los muebles eran limpiados muy de vez en cuando.
El rubio preparaba la cena en tanto Duo tomaba un baño, éste al salir se dirigió a donde estaba su amigo, olía tan bien que pronto su estómago comenzó a gruñir de hambre, pero Quatre le impidió meter mano hasta que estuviera todo terminado, así pasaron casi cuarenta minutos en los cuales llegó Heero, con toda intención que se encontraran desde el inicio Quatre pidió a su amigo que abriera la puerta, para Duo fue una sorpresa ver a tan guapo muchacho, Quatre le habló de él de manera tan superficial que ni siquiera pudo imaginarlo, todo lo contrario con él, pues Heero pensó al verlo en persona que las fotos no le hacían justicia.
Duo era en verdad guapo y de apariencia relajada, se le notaba vivaracho y alegre, ya que él era todo lo contrario aquellos aspectos le resultaron encantadores, para cuando Quatre sirvió por fin la cena después de dejarlos solos mucho tiempo, ellos dos se encontraban charlando amenamente en la sala, claro que Duo ocupaba el 80 por ciento de la conversación y él tan solo el 20, pero no parecía importarle, el rubio notó en la mirada de Heero al observar a Duo que estaba en verdad interesado en él, que lo escuchaba sin perder de vista su rostro, Quatre sonrió, pensando en que harían una buena pareja.
Después de la cena Quatre se retiró a la cocina para lavar los trastos, volviéndolos a dejar solos con aquella 'mala' intención de que se conocieran mejor, cuando Heero se levantó al baño Duo fue rápido hasta la cocina, se le notaba una gran sonrisa en el rostro. "Eres un listo" le pegó en el hombro al acercarse "Me estabas reservando lo mejor para el final ¿eh?" se notaba en su voz la emoción, Quatre levantó la mano en un gesto de declararse culpable.
"Sabía que congeniarían, son como agua y aceite" estaba satisfecho, sabía que todo estaba saliendo como pensó y se sentía contento, ojalá él también encontrara a alguien en quien enterrar por fin el amargo recuerdo de Inglaterra.
"Por favor dime que no te acostaste con él" su voz que sonaba casi como en un eco lo sacó de su trance, entendió lo que le preguntaba y luego de analizarlo se quedó helado, lo miró a los ojos e hizo aquella mueca de indecisión que Duo conocía tan bien. "No me digas… Eres un cochinote" le pegó en las costillas con el codo, aunque se mostraba alivianado Quatre notó una pequeña mueca de decepción, quizás tristeza.
"Solo fue una vez" apresuró la explicación. "Cuando nos conocimos, te juro que nunca ha vuelto a pasar y jamás sucederá de nuevo, aquella vez fue un error y ambos lo sabemos" ahora el del gesto triste fue Quatre, su amigo lo miraba fijo. "Nada me haría más feliz que se dieran una oportunidad, lo vi en sus ojos Duo, le gustas de verdad, en los meses que tengo de conocerlo jamás lo vi interesado en nadie" le explicaba de forma tan convincente y sincera que Duo se sintió conmovido, sonrió y después lo abrazó, el rubio respondió el abrazo y al soltarse se miraron de nuevo.
"Muchas gracias por tu sinceridad amigo, no te sientas culpable, esas cosas suceden y ambos somos adultos, así que no te preocupes más, si se da algo entre Heero y yo esto no será una sombra, te lo prometo" de nuevo aquella sinceridad, aquellas palabras fieles de un amigo leal, volvieron a darse un abrazo.
Afuera de la cocina, muy cerca de la puerta estaba Heero, había escuchado gran parte de lo último y ahora sonreía ligeramente, él estaba de acuerdo con Quatre, lo que sucedió entre ellos aquella noche fue solo cosa del momento, algo que jamás se repetiría, porque eran buenos amigos y nada más.
Duo se quedó en Noruega cerca de tres semanas, debía regresar a Suecia, ahí tenía su trabajo, poseía una empresa dedicada a la exportación e importación de obras de arte moderno, negocio que había abierto con ayuda de un préstamo bancario en Londres, donde se encontraba la oficina principal, solo ahí y en Estocolmo, era una empresa relativamente pequeña aunque sus aspiraciones eran mayores.
El día que hubo de irse el trenzado, Quatre y Heero lo llevaron a la estación del tren para que partiera rumbo a Oslo y ahí abordar su avión, luego de despedirse del rubio éste se alejó, esperaría a Heero en el auto, los quería dejar solos para que se despidieran. Lo supo después por Duo y no por Heero aunque a él si lo veía en persona, su amigo Estadounidense le contó todo vía e-mail, Heero le propuso que saliera con él, se verían cuando pudieran, ya sea que él viajara a Suecia o Duo a Noruega; ahí en la estación sellaron el acuerdo con un beso, el primero, más no el último.
Conforme pasó el tiempo su relación se hizo más sólida, incluso compraron una casa juntos en Estocolmo, al cabo de medio año ya vivían juntos en Suecia, Heero había conseguido otro trabajo allá, quizás no de tan alto rango como el que tenía en Noruega pero le iba bastante bien, lo importante ahora en su vida era Duo, así como para Duo lo era Heero, aquellas noches de relaciones pasajeras habían quedado atrás.
Quatre estaba contento por sus amigos, los había conocido por separado en dos etapas distintas de su vida, ahora esos dos mejores amigos salían uno con el otro, ¿había mejor milagro que aquel? De momento no se le ocurría ninguno.
