"Hermione, es Dumbledore, ¡lo sé!" —dijo Harry frenéticamente. No había dormido mucho en los últimos meses, ninguno de ellos lo había hecho.
Excepto Ron, por supuesto.
Había regresado a la tienda a trompicones esa mañana con una disculpa descuidada y con la barriga llena de la comida de su madre. Hermione quería resentirlo, pero ¿habría vuelto corriendo con sus padres si estuvieran allí para ella? Tal vez. Cada segundo que había pasado con el guardapelo en ella la había hecho desear huir.
"No veo cómo, Harry. Incluso si hubiera organizado esto antes de su... muerte, ¿cómo podría haber sabido dónde estaríamos? Si sabía la ubicación de los otros Horrocruxes, ¿por qué no los había destruido simplemente en lugar de enviarnos a cazarlos?"
Ron resopló, probablemente había dejado de escuchar a mitad de su argumento.
"No lo sé, pero estoy de acuerdo con Harry. Si no crees que sea Dumbledore, ¿quién sugieres que atravesó tus barreras y protecciones para matar a esa maldita cosa?" —Era un desafío; del tipo que Hermione había llegado a odiar de los chicos. Expresaba su preocupación, y cuando no podía probar la validez de sus miedos, ellos seguían alegremente su camino ignorando su consejo.
La peor parte era que ella lo sabía. Sabía quién era, pero ¿podía decirlo realmente? En el momento en que "Severus Snape" saliera de sus labios, la atarían e interrogarían, asumirían que se había vuelto loca.
"No... no estoy segura, Ron" —mintió. Con sonrisas de satisfacción, los chicos volvieron a sus planes y reconciliaciones. Parecía que Harry tampoco culpaba a Ron por abandonarlos. Mientras planeaban con entusiasmo, la mente de Hermione trabajaba dolorosamente rápido.
El momento era demasiado perfecto para ser una coincidencia. Él debió recordar la noche anterior. Entonces, también debía recordarla a ella.
Y si Severus estaba matando y recolectando Horrocruxes, eso significaba que aparentemente todavía estaba de su lado. Pero entonces, ¿por qué... por qué matar al Director? ¿Qué estaba sucediendo detrás de escena que el Director no había considerado conveniente contarles?
Sus pensamientos estaban hechos trizas cuando empacaron todo. Los tres habían acordado aparecerse en Lavernock y recoger la Copa de Hufflepuff, luego intentarían encontrar una manera de ingresar a Hogwarts. Los chicos seguían discutiendo los peligros de ingresar a una "escuela controlada por mortífagos", pero ella les aseguró que funcionaría. Severus estaba allí y estaba segura de que los protegería.
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Todo estaba listo y la guerra prácticamente a las puertas. Hermione y los chicos estaban en la escuela en ese mismo momento, revisando la Sala de los Menesteres en busca de la diadema. Cuando terminaran y vinieran a buscarlo, él ya se habría ido, lo único que les quedaría por encontrar sería su último mensaje. Severus se deleitó en guiar al Señor Oscuro a Hogwarts ese día, sabiendo muy bien que encontraría su fin.
Y él también, sin duda. Severus se dirigía a la Casa de los Gritos para encontrarse con su amo por lo que creía que sería la última vez. O él moriría, o Voldemort moriría al final, y eso era todo lo que le importaba.
La varita de saúco había sido una sorpresa. El Señor Oscuro le agradeció sus años de fiel servicio, explicando cómo su muerte sellaría el destino de la victoria de su señor. Era casi una broma en realidad, sabiendo que moriría en esta casa en ruinas después de todo.
"¿Cuál era ese hechizo que creaste para tu iniciación, Severus?" —preguntó Voldemort con una sonrisa siniestra y giró su nueva varita con regocijo—. "¡Oh, sí, Sectumsempra!"
Voldemort le hizo herida tras herida en la piel, dejando que su sangre empapara las tablas del suelo astilladas.
Severus estaba de rodillas, contando los segundos y rogando que terminara. Sabía que era el final, pero deseaba tanto poder ver a Hermione una última vez. Su viejo hábito regresó, repitiendo ese pequeño poema en voz baja mientras deseaba fervientemente poder estar en cualquier otro lugar. Mientras Severus sentía que la vida lo abandonaba, pensó que casi podía ver la luz azul de su llegada, que lo llamaba a su sueño final.
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Habían ido a Hogwarts y todo se había descontrolado a partir de ahí. Los mortífagos habían sido notificados y se dirigían al castillo, y el personal estaba escondiendo a los estudiantes por todas partes. Todos corrían un grave peligro.
La oficina del director estaba vacía cuando llegaron, con la diadema destrozada y todo. Había un pensadero sobre el escritorio, con el agua arremolinándose siniestramente mientras esperaban que lo exploraran. Junto a él había dos frascos, cuidadosamente etiquetados. Uno decía "para Harry" y el otro "para Hermione". Harry vertió el contenido de su frasco en el pensadero y se sumergió en los recuerdos, pero Ron la miraba con curiosidad.
"¿Por qué el profesor Dumbledore te dejaría recuerdos, Hermione?"
Las lágrimas brotaron de sus ojos sin que pudiera controlarlas y cayó al suave suelo alfombrado.
Se estaba despidiendo. Severus esperaba morir, así que le dejó sus recuerdos. Ella nunca volvería a verlo, nunca conocería al buen hombre que sabía que era.
Ron trató de consolarla, confundido como estaba, y luego Harry reapareció del Pensadero, luciendo mucho más viejo y sombrío.
"¿Harry? ¿Qué pasa? 'Mione no deja de llorar", dijo Ron desde su posición sobre su temblorosa amiga.
Y luego su corazón se rompió dos veces cuando Harry le explicó lo que era. Lo que tenía que pasar.
Después de la batalla, Hermione trató de buscarlo. Muchos buscaban a sus muertos, con urgencia para poder llorarlos y enterrarlos. Molly, la pobre Molly tuvo que enterrar a su hijo y Ron a su hermano.
Todos tenían alguien por quien llorar, pero solo Harry sabía que la persona por la que ella lloraba era Severus.
Los Aurores encontraron grandes cantidades de su sangre por toda la Casa de los Gritos, pero no había ningún cuerpo allí para recuperar. El débil rayo de esperanza que eso le dio se desvaneció cuando le dijeron cuánta sangre se había descubierto. Ella y Harry relataron su heroísmo, limpiaron su nombre, pero importó poco. Severus Snape estaba muerto. Su Slytherin se había ido.
La exoneración legal y los certificados de defunción habían llevado tiempo, y muchos otros tuvieron que ser enterrados primero. Pasó un año antes de que pudieran enterrarlo oficialmente, y habían elegido recordarlo en el aniversario de la Batalla Final. La tumba no albergaría nada más que su recuerdo y una caja de madera, pero Hermione había insistido en que lo honraran. Tendría un día dedicado a él, Hermione se aseguró de eso.
Se sentó en la primera fila de los dolientes, junto a su frágil y severa madre Eileen. Habían llegado a conocerse y crecer en cercanía la una a la otra a raíz de su muerte. La anciana era la única parte de él que Hermione tenía.
Si alguien estaba desconcertado por ver al cerebro del Trío de Oro sentada donde una viuda debería sentarse durante un homenaje de este tipo, nadie lo comentó. Su triste vestido negro estaba cubierto por la voluminosa capa de enseñanza de él, la capa la protegía de la curiosidad y la burla de los espectadores.
Mientras un ataúd vacío era bajado al suelo escocés, Hermione murmuró el dulce conjuro una última vez. Una última y amarga llamada para él.
"Amor verdadero, amor verdadero, ¿no puedes dejar de extrañarme? Amor verdadero, amor verdadero, ¿no podrías venir a besarme?".
Y entonces estalló el pandemonio. Los invitados y los dolientes gritaban confundidos y asustados, Harry estaba de pie con su varita desenvainada, apuntando a una rasgadura azul en la realidad cortada directamente a través del cementerio de Hogwarts.
Al otro lado de la superficie azul, podía ver a Severus siendo abatido, la espalda de Voldemort retrocediendo mientras salía de la Casa de los Gritos. Hermione entró en acción, trepando sobre coronas de flores y montones de tierra.
"¡Severus!" Hermione atravesó el velo con sus manos y entró en la casa, agarrando su túnica sucia con frenética determinación. Era un peso muerto mientras ella tiraba, y comenzó a gritar de dolor cuando el portal quemó su vestido y su piel en protesta, cortando hasta el hueso.
¡Así no se suponía que fuera, no era como se suponía que funcionara el hechizo!
Harry estaba a sus espaldas, arrastrándola hacia su tiempo. Él la soltó en el momento en que Hermione atravesó el portal con Severus. Él aterrizó de espaldas con un golpe doloroso y Hermione fue arrojada sobre él. La túnica negra que vestía cayó alrededor de ellos como un sudario, sellándolos y protegiéndolos.
Los ojos de Severus parpadearon cuando un nuevo dolor lo atravesó, una costilla se había roto en la caída. Cuando su mirada se concentró tanto como pudo, se sintió abrumado por el asombro.
Su chica estaba allí sobre él como un serafín, bañada en luz azul. A lo lejos, la gente comenzaba a gritar, la confusión se extendía rápidamente a medida que se desarrollaba el espectáculo. Alguien gritaba que un cadáver había caído del velo.
"H... Hermione, bésame y cierra esa... maldita cosa", exigió débilmente su áspero barítono. Con un sollozo ahogado, Hermione selló sus labios con los de él y lo besó, su dolor se transmutó en alegría. ¡Un año desde ese día y aquí estaba, justo aquí en sus brazos!
Harry corrió hacia ellos y conjuró el contrahechizo, deteniendo la hemorragia del Profesor antes de que pudiera morir en la hierba. Hermione todavía estaba agarrada al hombre como si su vida dependiera de ello, acariciando su rostro y sonreía con lágrimas en los ojos.
"¡Estás aquí, estás aquí y no estás muerto!", decía Hermione entre besos, sus labios rara vez se separaban de los de él. Severus echó una larga y aturdida mirada a su alrededor, al ataúd que flotaba en el aire detrás de ellos y a las hordas de temerosos espectadores vestidos de negro, y suspiró.
"Muy perceptiva, amor", respondió con una sonrisa irreverente.
El día de su entierro, Severus Snape fue declarado vivo. Los periódicos informaron que fue un extraño accidente de la naturaleza, la forma en que había sido depositado sobre su propia tumba, y nadie sabía muy bien qué pensar al respecto.
Hermione le entregó con orgullo a Severus su Orden de Merlín, primera clase, por su heroísmo, y se deleitó con su sorpresa cuando Harry Potter le agradeció efusivamente.
Y finalmente, el camino entre ellos había sido recorrido hasta su conclusión.
O, tal vez, su comienzo…
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Estaba despertando de sueños de tiempos pasados. Severus podía sentir unos labios cálidos que le besaban el rostro con una difusa luz azul a su alrededor y, al principio, parecía que no se había despertado en absoluto. Abrió un ojo para asegurarse de que no seguía soñando y su curiosidad fue recompensada con un rostro lleno de salvajes rizos castaños. El azul no provenía del precipicio de un portal mágico, sino de un par de cortinas de color huevo de petirrojo que colgaban sobre la ventana de su dormitorio.
"¿Por qué me has despertado, mujer salvaje?" se quejó juguetonamente. Hermione se sentó sobre su regazo y le dio un delicado beso en la punta de la nariz.
"Amor verdadero, amor verdadero..." se rió entre dientes, ganándose que le hicieran cosquillas en el costado. Severus les dio la vuelta y la sujetó debajo de él, dejando escapar una risa antes de poder contenerse.
"Deja de hacer tonterías, Hermione."
Ella se rió y lo abrazó con fuerza.
"¿No quieres venir a besarme, Severus?" —preguntó Hermione sin aliento, y él lo hizo. Le robó un beso por cada segundo que habían pasado separados y no dejaron la cama hasta que era mucho más tarde de lo que pretendían.
Nota de la autora: Bueno, eso es todo. Muchas gracias a todos por el cariño y los comentarios. Me han dado mucha motivación para seguir escribiendo. Espero que todos hayan disfrutado leyendo esta historia tanto como yo disfruté escribiéndola.
Nota de la traductora: bueno, llegamos al final. Espero que le haya gustado esta historia y les invito a que visiten mis otras traducciones. Un besito a todos =*
