Hola
Esta es mi primera historia de Bleach, se agradecen las críticas y aviso de inmediato que no cumplirá con el Canon, cosa que ya deben saber debido a que digo en el resumen que todo está perdido.
Está clasificada como T por lenguaje y violencia típica de la serie. Tengo pensado agregar romance más adelante, aunque aún no tengo nada claro.
Espero que disfruten la historia y me digan qué les parece.
Resumen:
La guerra contra el Rey Quincy había terminado, pero el costo de eso había sido todo.
Al final sólo Ichigo y Rukia vivían, pero eso también acabaría pronto, estaban muriendo.
Pero sin que ninguno supiera una entidad tenía por primera vez en su existencia un sentimiento: Curiosidad. Y esta curiosidad sólo podría ser saciada si ambos vivían.
Quizás una segunda oportunidad no fuera algo malo, aunque todo aquel a quien Ichigo había amado aun no existían, o si lo hacían, no lo conocían, al menos eso era lo que él pensaba.
Todo lo que quedaba era arena. Arena mesclada con cenizas, que lo único que hacían era hacer más lúgubre el páramo.
¿Cuál era el sentido de la guerra? ¿El poder? ¿La ambición? ¿La crueldad?
Todo lo que Ichigo veía era la destrucción que la guerra contra los quincy había provocado. Quizás Juhabach estaba muerto, pero también todos los demás.
Los Sternritter arrasaron con la Sociedad de Almas, matando a todo aquel que se les cruzara en el camino, fuera un shinigami o un alma común del Rukongai. Nada quedó en pie. Puede que Nel y otros espadas se hayan unido a él en su lucha y logrado eliminarlos, pero luego todos cayeron ante la espada de Juhabach.
Ahora todos y todo estaba muerto. Incluso la guardia Real había caído. E Ichigo había visto morir a tantos…
Karakura seguía en pie milagrosamente. Pero con la ausencia de los shinigamis era solo cuestión de tiempo para que el equilibrio ya roto colapsara.
Pensó en su padre y en sus hermanitas, ambas tan hermosas y valientes, tratando de ser fuertes por y para él, para evitar que se preocupe por ellas y se concentrara en "salvar al mundo" como Yusu lo había dicho tan dulcemente.
Pero no había salvado al mundo. Simplemente había matado al causante principal de su destrucción porque, a pesar de lo que muchos pensaban, Ichigo no era estúpido. Sabía que si no existían los shinigamis que hicieran el konso a las almas erráticas, estas en algún momento se convertirían en Hollows, y que estos atacarían a almas que no podrían llegar a la sociedad. Al final solo existirían hoollows hambrientos y los tres reinos number poco más que des llenos de monstruos.
El chico de cabello naranja resopló casi histéricamente al pensar que en este momento el lugar más estable era el infierno.
Era cruel e inhumano que el impulso que había necesitado finalmente para matar al rey Quincy se lo había dado el mismo Juhabach al matar a su familia.
No se sintió orgulloso, pero la venganza, en un pequeño lugar de su mente, se sintió justificada, aunque eso no le quitaba el amargor de la boca.
─Ichigo ─ su nombre fue arrastrado por el viento hasta que llego a sus oídos, y al darse la vuelta Ichigo pudo ver a Rukia, su corto cabello sucio ondeando al viento, mientras sostenía a Sode no Shirayuki flojamente en su mano izquierda. Su brazo derecho lucía completamente deshecho, como si hubiera sido aplastado por un yunque.
Sus ojos violetas lo miraban como un espejo se los suyos, estaba seguro, mostrando dolor, pérdida y culpa.
─No fui lo suficientemente fuerte ─ dijo él con la voz apagada ─. Debía haberlos protegido, todo es culpa mía─ insistió cuando vio a Rukia negando con la cabeza, mirándolo aún más culpable.
─Nada de esto es tu culpa ─ negó ella ─ Se suponía que somos el Gotei 13 quienes debíamos proteger a la tierra y la Sociedad de Almas. Tú nunca debiste involucrarte en nada de esto ─ lo miró a los ojos con claro dolor ─. Yo nunca debí haberte involucrado en nada de esto.
Ichigo miró sus ojos violetas por un momento, sintiendo cómo sus pulmones se llenaban poco a poco de sangre. Sabía que moriría pronto. Puede que Juhabach muriera primero, pero él también lo estaría pronto. El kidou de Rukia no era lo suficientemente bueno para salvarlo y aunque lo fuera en la condición en la que estaba ella era imposible que lo lograra.
Esos segundos lo hicieron pensar en todo lo que había sucedido durante los últimos años. Y decidió que si iba a morir ya no quería tener más arrepentimientos, ya tenía suficientes con la muerte de todo aquel a quien había amado.
─Cuando tenía nueve años, mi madre fue asesinada por un hollow ─ comenzó a contar. Rukia lo miró extrañada, ya sabía eso, pero también se daba cuenta de que se acercaba el fin de todo, tanto para ella como para Ichigo, así que quería, no, necesitaba escuchar lo que su amigo quería decir. Una parte de su alma quería atesorar sus últimas palabras ─, esa fue la primera vez que tuve un encuentro cercano con algo relacionado a este mundo ─ una pequeña sonrisa cruzó los labios de la mujer al escuchar eso, "encuentro cercano" la hacía pensar en enanitos verdes de orejas puntiagudas ─. Mi mudo interior son un montón de edificios que están de lado.
─¿Edificios? ─ Rukia no pudo evitar preguntar. Era raro que un shinigami hablara de su mundo interior. Era considerado un lugar sagrado, y describirlo equivalía a describir la propia alma.
─Rascacielos, tan altos que a veces parecía que alcanzaban el cielo ─ dijo con nostalgia ─. Zangetsu una vez me dijo que odia la lluvia ─ la pelinegra levantó una ceja. Eso era algo extraño ─, y que llueve cuando estoy triste.
El corazón de Rukia se apretó ante esas palabras, ella entendía lo que la Zanpaku-to de Ichigo había querido decir. Zangetsu simplemente odiaba que Ichigo estuviera triste y no poder hacer nada para cambiarlo.
─¿Llovió mucho tiempo después de que tu madre muriera? ─ Ella sabía que la muerte de su madre aún le dolía, y quizás era un poco insensible preguntar, pero no lo pudo evitar.
Ichigo la miró con una leve sonrisa, lucía rota, triste y sin esperanza, pero era genuina y era todo lo que ella podía pedir.
─Llovió sin parar durante años ─ le dijo él dando un paso hacia ella, y el hecho de que Ichigo hubiera estado triste durante tanto tiempo le hizo doler el corazón ─ Zangetsu me contó que la lluvia se detuvo la noche que te conocí.
Esa declaración tomó por sorpresa a Rukia, y la hizo sentir extrañamente conmovida.
─Yo…
─Cuando me diste tus poderes, me diste una forma de luchar, de proteger, de no volver a sentirme inútil. Me diste una manera de no volver a sentirme inútil, de simplemente quedarme atrás mientras alguien más debía poner su vida en riesgo. Quizás no te des cuenta, pero desde que me convertí en shinigami has sido un pilar en mi vida. Me has hecho más fuerte, te has mantenido firme cuando mi mundo se hacía trizas, me has sacado del fondo de desesperación en el que he caído más de una vez.
─Cabezas duras como la tuya solo entienden a golpes ─ respondió ella con la voz temblorosa.
─Me alegro de que estés conmigo en este momento ─ el "aunque nadie más lo sea" no se dijo, pero aún así flotó en el aire entre ellos.
El silencio reinó entre ellos, parado uno frente al otro simplemente mirándose. Ambos sabían que pronto dejarían de existir, pero de alguna forma la presencia del otro los ayudaba a mantenerse firmes y alejar las sombras de la desesperación que acechaba dentro de ellos.
Quizás era el silencio solo roto por el sonido del viento y sus respiraciones trabajosas, quizás era el conocimiento de que pronto todo terminaría, o quizás simplemente era algo que había querido hacer hace mucho pero que o lo había reconocido de forma consiente. Sea cual sea la razón, Ichigo se encontró a si mismo alcanzando la mano de Rukia, la misma que aún sostenía a Sode no Shirayuki, y la atrajo hacia él para abrazarla con la poca fuerza que le quedaba.
Rukia estaba sorprendida, no era algo que había esperado, pero se encontró a sí misma aferrándose a él deseando fundirse con él para no volver a sentirse sola, para saber y no tener dudas de que no moriría sola. Que su corazón estaría con alguien cuando ella muriera. Aunque ese alguien muriera poco después que ella, el saber que Ichigo era a quien dejaba su corazón era suficiente para brindarle paz a su alma.
Ninguno de los dos era capaz de discernir cuanto tiempo habían estado en esa posición, y no fue hasta que Ichigo calló de rodillas tosiendo sangre que cambiaron la posición en la que estaban. Rukia fue con él. No era capaz de separarse de la única persona que le quedaba. Pero tampoco quería hablar de lo que había pasado, de la muerte de sus amigos y familia, aliados y desconocidos. De tanta muerte que había ocurrido por culpa de un loco hambriento de sangre y poder. Y parecía que Ichigo tenía los mismos pensamientos, porque cuando habló, el tema tenía que ver con lo que vendría, no con lo que fue.
─¿Qué crees que nos ocurrirá después de morir?
La morena debió tomarse un momento para pensar en su respuesta.
─No lo sé ─ dijo al final ─, normalmente nuestros cuerpos físicos se desintegrarían en partículas de reishi y este se uniría al ambiente de la sociedad de almas, pero ahora no hay nada a lo qué unirse.
─¿Y nuestras almas? ─ preguntó él luego de unos segundos de silencio, obviamente no queriendo pensar en lo que le había sucedido a la Sociedad de Almas
─Tampoco lo sé ─ suspiró Rukia, apoyando suavemente su cabeza en el hombro de Ichigo, estaba cansada y su cuerpo se sentía cada vez más pesado, aún así se sintió reconfortada por la presencia del chico, su hombro, a pesar de todas las heridas se sentía firme, como si pudiera protegerla de cualquier cosa y, por una vez en su vida, Rukia se permitió a sí misma disfrutar de la sensación, de no sentirse ofendida de que alguien creyera que ella necesitaba ser protegida y simplemente disfrutar del hecho de que alguien estaba ahí para ella.
─Es hipotético. Me importa una mierda la precisión, solo quiero escucharte hablar.
Y Rukia entendió.
No era solo curiosidad lo que impulsaba las preguntas de Ichigo, también era su deseo de escuchar algo más que el silencio desolador que los envolvía. Ella podía identificarse con ese deseo.
─Siempre me ha gustado la idea de la reencarnación ─ se encontró a si misma diciendo. Podía escuchar la debilidad de sus palabras, el como cada palabra salía más débil, en gran parte podía conversar con Ichigo debido a lo cerca que estaban ─, el hecho de que tu alma vivirá de nuevo, ganando nuevas experiencias y relaciones, pero aún así manteniendo la esencia de la persona original me hace sentir reconfortada, como si de alguna forma aquellos a quienes amamos nunca mueren realmente, siempre están con nosotros, más allá de sus corazones. Pero─ y esta vez su voz se volvió triste, casi sin esperanza ─, ya no hay nada en qué reencarnarse, quizás en unos años ya no nazcan más seres vivos y el ciclo terminará para siempre.
─Si ya nada existe en este mundo ─ dijo Ichigo con voz apagada, casi susurrando contemplativamente ─, quizás nos reencarnemos en enanitos verdes de otro planeta.
Esa respuesta fue tan inesperada y extraña que Rukia no pudo evitar la risa que escapó de sus labios, más aún al recordar sus pensamientos anteriores sobre enanos verdes.
─Eso sería una locura ─ respondió, la risa aún presente en su voz.
─Gracias ─ dijo Ichigo después de unos segundos. La fatiga y la derrota más clara que nunca en su voz.
─¿Por qué? ─ Parecía ser que el tiempo se les había agotado. Estaban muriendo, pero ninguno quería simplemente yacer hasta que la vida los abandonara, preferían morir hablando, sentir la presencia del otro hasta el final.
─Por hacer que lo último que escuche sea tu risa.
Esas palabras tocaron a Rukia profundamente, conmoviéndola y haciéndola sentir fundamentalmente feliz de poder darle algo de paz a Ichigo. Y también trayéndole paz.
─Gracias por hacerme reír ─ susurró, era todo lo que era capaz de decir. La vida ya abandonaba su cuerpo.
Ichigo sintió que algo dentro de él se rebelaba, no quería morir, no quería que Rukia muriera, quería haber hecho tantas cosas de forma diferente, haber sido más fuerte, matar al bastardo antes. Pero ya era demasiado tarde. Tarde para tantas cosas que ni siquiera podía contarlas.
Podía sentir como Rukia cada vez se volvía más lacia en sus brazos, como la vida abandonaba su pequeño cuerpo, y lo único que quería era aferrarse a ella con todas sus fuerzas, hacer que se quedara con él mantenerla viva con pura fuerza de voluntad, pero la vida también lo estaba abandonando a él. Podía sentir como sus fuerzas desaparecían, al igual que podía sentir a Shiro y O'san cada vez más débil en el fondo de su alma, pero todavía sentía fuertemente la ira de Shiro por lo que estaba pasando el deseo férreo de su Zampaku-to de protegerlo a él y la ira por no poder hacerlo.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Ichigo.
Quizás este era el final de todo, quizás ya no había nada por lo que luchar, nada que proteger. Pero en este momento, al final de todo, estaba agradecido por lo que había tenido en su vida, una vida quizás efímera comparada con la longevidad de algunos shinigamis, pero para Ichigo había sido suficiente para conocer a las personas más importantes de su vida.
La culpa de no poder proteger a todos aún lo carcomía. Pero esa misma culpa era lo que lo hacía darse cuenta de que en su corta vida había amado profundamente y también había sido amado, por su familia y amigos, y nunca podría arrepentirse de ser un shinigami o haber participado en guerras de otra vida. Porque si luchar por su vida una y otra vez era el precio a pagar por haber conocido a Rukia y a Shiro y O'san, su poder y parte de su misma alma, entonces lo pagaría una y otra vez. Solo deseaba haber sido más fuerte. Haber terminado esta guerra antes de que todo fuera cuesta abajo. Haber protegido a todos. Pero ya era demasiado tarde, y moriría con esa pesada carga de culpa sobre él. Pero también moría agradecido de poder morir junto a alguien a quien amaba. No todos tuvieron ese privilegio. Muchos murieron en medio de campos de batalla, donde los muertos caían a centenares y muchas veces ni siquiera tenían tiempo de reconocerlos y mucho menos llorarlos.
Sin que Ichigo lo supiera había algo más con vida en el páramo, si es que se le puede llamar vida a la existencia del ser, pero lo importante es que el ser era sensible, y sentía.
Sentía el dolor que aún empapaba el aire que quedaba en la Sociedad de Almas, los ecos de los gritos de dolor y desesperanza que muchos combatientes habían dejado escapar antes de morir, los ecos de dolor por la pérdida de seres queridos.
Pero sobre todo eso sentía las emociones de un joven que se había negado a rendirse, aunque todo estaba en su contra, sentía sus deseos de proteger, su culpa por no poder hacerlo, sentía su inquebrantable lealtad hacia aquellos que él consideraba amigos.
¿Por qué?
¿Qué llevaba a los seres humanos a evolucionar de tal forma que podían enfrentarse a cualquier cosa por otros?
¿Amor?
Si era eso ¿Qué era el amor al final?
¿Por qué algunos seres podían sentirlo y otros no? ¿Por qué para unos era más importante que para otros?
Cientos de por qué se arremolinaban dentro del ser, pero no tenía respuestas para ninguna de ellas.
Y ya nunca las tendría, ya todo había terminado, toso había sido destruido…
El ser estaba solo… ya no había vida a su alrededor…
No… sí había vida, el niño de cabello naranja aún estaba vivo. Apenas, pero vivo.
Y por primera vez el ser se encontró teniendo un deseo propio.
El deseo de hacer real el deseo del niño.
Toda su existencia había girado en torno a volver real los deseos de sus portadores, y siempre habían sido deseos egoístas de una u otra forma.
Deseos de reconocimiento, de poder, de trascendencia…
Pero esta era la primera vez que el deseo era por otros. Proteger a otros, salvar a otros, darle una oportunidad a otros…
Era curiosa la forma en la que había sido creado. Concebido para hacer los deseos de otros realidad, un experimento que resultó ser algo mucho más de lo que inicialmente suponía ser, pero aun así visto como nada más que una herramienta.
Pero ahora el ser tenía un sentimiento propio. El primero que había tenido durante toda su existencia.
La curiosidad, el deseo de saber "qué pasaría si…"
Y este deseo estaba en perfecta sincronía con el deseo del único ser vivo de su alrededor.
Así que la decisión fue tomada.
Y una vez más, una última vez en esta línea de tiempo, el Hogyoku usó su poder por una persona que ni siquiera lo había pedido e hizo realidad su deseo.
Le dio la oportunidad al niño de proteger a todos, de no dejar que muriera, de derrotar a sus enemigos antes de que estos tomaran lo que era amado, y al mismo tiempo le dio la oportunidad al ser de quizás entender un poco más que significaba estar vivo.
Pero cosas que estaban fuera de control, especialmente cuando un poder era usado sin dirección de un alma.
Y es así como el tiempo, lugar e identidad fueron arrojadas al caos, un caos que de alguna forma se conjugó para crear un reinicio, no para una, sino para dos almas que he estado en el final de la línea.
