Capítulo 1:
Esta prohibido decir, No.


Es doloroso.

Es doloroso siempre fingir estar bien. Sonreír siempre a todo, es doloroso. Pero, quizá sea mas doloroso observar como es que alguien que sufre, se obliga a sonreír, aún cuando desea hacer justo lo contrario.


Un nuevo día en Ciudad Maiami comenzaba, las sonrisas y los duelos eran algo que se veían por las calles, y en las escuelas secundarias esto no era diferente.

Especialmente cuando el descanso se llenaba del Campo que proporcionaba el sistema de Visión Solida, y cientos de estudiantes listos para retarse.

—¡...Mi turno! ¡Te haré caer!—

Gritaron a lo lejos con entusiasmo. Y ciertamente para Yuya Sakaki, eso implicaba el inicio de la actividad que mas amaba.

—¡Hmp! ¿Con quién deberé pelear hoy?—Se preguntó a sí mismo, mientras acariciaba suavemente su nariz con un toque de picardía.

A la vez que su compañera y mejor amiga de infancia, Hiragi Yuzu, le seguía con una sonrisa tranquila y llena de la misma energía.

—Puedes pelear con quién deseé retarte. ¿No tu duelo es el mas impresionante? —

—¿Tu lo crees? —

Acariciar el orgullo de Yuya, para Yuzu siempre fue sencillo, pero alabar sus habilidades lo era aun mas, así que siempre que tenía la oportunidad lo hacía sin importar como es que los demás la juzgaban.

—Yuya debería poder acabar con todo aquel que se le ponga en su camino, ¿no lo crees? —

Yuya rio de forma bobalicona, para luego posar una de sus manos sobre su nuca, aparentemente apenado.

—Yuzu, basta... Haces que me sonroje.—

Mm, aquella era una escena bastante normal. Dos amigos apoyándose mutuamente debió ser algo que a nadie debió molestar, pero... Lamentablemente, una de las partes involucradas en esa amistad, no gozaba de una buena reputación.

Por lo que tampoco era inusual escuchar las malas intenciones, ni las palabras hirientes.

—¿No eres Sakaki Yuya? Oh, vaya. No pensé que fuésemos a la misma escuela. Con razón se me hacia raro ver tanto cobarde. —

—¿Qué...? —

Quién le hablo fue un chico de mas o menos su misma edad, quizá un poco mas mayor por el color del uniforme. Cabello castaño y ojos claros del mismo color, lo observaban justo con el tono con el que le habló.

Había una hostilidad abierta a su persona, y aunque Yuya jamás había dañado a nadie, eso no implicaba que fuera el blanco de muchas de estas situaciones, especialmente ante la historia que llevaba detrás.

—¿No te sientes avergonzado por salir a buscar duelos para ti mismo? Debo admirar tu valentía, en tu lugar yo ya me habría escondido, justo como tu padre. —

Oh, y vivir quizá en una ciudad donde ademas de atraer sonrisas, también se atraía el morbo y las burlas. Para Yuya no fue en ningún momento extraño el hecho de que el abandono de su padre, siempre saliera a colación.

Y es que era mas que obvio.

Sakaki Yusho, su padre. Fue el duelista de entretenimiento mas grande del siglo, ¡el mas grande del mundo!, pero que haya desaparecido convenientemente ante el reto de quién ahora ocupaba el título de campeón hacia ya tres años, lo hizo el blanco de muchas críticas.

Y en una sociedad en donde era usual comer a los mas débiles, a los rezagados e incluso a los afectados por la pérdida, masticarlos cada vez que se podía significaba que la posición como ser humano se consolidaba.

Aunque, esto solo era para las partes que partían de las burlas y los malos rumores.

—¿Qué dijiste...? —

Yuya levanto una de sus manos en señal de advertencia junto a su disco de duelo.

Por supuesto, para Yuya sufrir cada una de estas injusticias era su pan de cada día, pero entre el ignorar a luchar, ya comenzaba a formarse un oscuro abismo. Por lo que también no fue extraño que mas estudiantes que salían al patio de la escuela, se acercaran a ver lo que sucedía con rostros curiosos y sonrisas burlonas.

La comidilla de la escuela, una vez mas daba de que hablar.

—¡Yuya...! —Yuzu intento interferir, pero como sucedía en esos casos. Yuya fue el primero en saltar a su propia defensa.

—¡Ten un duelo conmigo! ¡No dejare que sigas hablando así de mi padre! ¡Estoy seguro que él no huyo! ¡Él sería incapaz! —

—¿Estas seguro? ¿Y porqué es que ahora tu madre y tu están abandonados? Ah, perdón. ¿Toque algo sensible? Mis disculpas me sucede cuando veo a quién es patético. —

—¡¿Cómo te atreves...?! —Yuzu salio también a defensa de su amigo.

Y aunque ambos ya preparaban su disco de duelo, una presencia más hizo que todo volviera a la normalidad.

—¿Qué esta pasando aquí? —

—¡Gongenzaka...! —

Yuya siempre fue bueno con sus amigos, e intentaba no darles problemas, pero ver esta vez a su varonil amigo, hizo que su rostro volviera a la sonrisa que le caracterizaba.

—Me están retando a un duelo. ¿Puedes ayudarme? —

Gongenzaka no necesito mas para correr a los estudiantes chismosos con su mirada, y al atacante con su aura. Así que luego de que la situación fuese salvada, recibir un ligero regaño, para Yuya tampoco le era inusual.

—¡No puedes dejarte llevar por los malos sentimientos! ¡Yuya...! ¿Qué diría tu padre si se entera? —Yuzu exclamo antes de cruzar sus brazos, luciendo una pose molesta.

—Eso es verdad. —Gongenzaka apoyó, aunque en un tono mucho mas conciliador. —Estoy de acuerdo que comiences a defenderte, pero los duelos no son una herramienta para las peleas. ¡Los duelos son para traer sonrisas! Debes recordar eso. —

—Lo sé. —Yuya acepto cada palabra, sin cuestionar.

Sin levantar la voz.

Y tratando de ignorar el vacío incómodo en la boca de su estómago.

Esto se debía por que se dejaba llevar por la ira, cosa que no debía ser. Así que ser regañado estaba bien. Tenía que estar bien, fue él quien levanto primero la mano con su mazo, y eso era plenamente inaceptable para su propio estilo de duelo, por lo que comprendía por completo las palabras que sus amigos le dedicaban.

Después de todo, no quería faltar a su promesa.

A la memoria de su padre.

Por lo que luego de minutos, con una bella sonrisa, dijo: —Tienen razón, casi actuó mal. Papá estaría decepcionado. Gracias. —

Y sus amigos, que le miraron con ligera satisfacción al ver la culpabilidad adornando su rostro, asintieron contentos con su actuar.

Yuya por lo pronto, se sintió conmovido. Sus amigos, realmente se preocupaban mucho por él. Mínimamente debía escucharlos y confiar en ellos, después de todo. Su padre alguna vez lo quiso así, por lo que... Para él, también debía estar bien.

"¿Me cuidas a través de ellos verdad? Papá."


El día escolar había concluido, por lo que los estudiantes una vez mas se dirigían contentos a sus hogares y otros tantos a las academias de duelo esparcidas por toda la ciudad.

Y es que, en un mundo donde todo se manejaba a través del duelo de monstruos, no era raro ver como es que los jóvenes que caminaban a la adultez, se prepararan adecuadamente incluso en el aprendizaje de los duelos.

Por lo que Yuya, que aspiraba a ser igual que su padre, también se dirigió junto a sus amigos hasta la escuela a la que todos ellos asistían.

La una vez famosa, You Show Duel School, creada y sustentada por el amigo mas cercano a su padre. El director Hiragi Shuzo, y padre de la única fémina del grupo, Hiragi Yuzu.

—¡Papá! ¡Estoy de regreso! ¡Papá! —

Llamo Yuzu con amable insistencia, y justo como sucedía en los días de escuela, aquel padre salio de quién sabe donde, vestido para recibir a cada uno de sus valiosos estudiantes.

—¡Ah! ¡Llegan a tiempo! Es bueno que forjen su rutina y se acostumbren a llegar temprano. ¡Vamos! Pueden dejar sus cosas en los gabinetes, los espero en el salón de clase. ¡Hoy aprenderemos las invocaciones especiales! —

Y ese, fue el saludo enérgico del cariñoso pero torpe padre, antes de dar media vuelta y hacer lo que había dicho.

Yuya, que acompañaba aun a sus amigos, hizo lo pedido y cuando menos lo espero, ya estaba una vez más en el pequeño salón de clase observando la proyección de cartas mágicas y monstruos de duelo, mientras su maestro sostenía una tiza blanca y garabateaba de aquí allá, dando la segura teoría, sus estudiantes olvidarían hasta ponerla en práctica.

—¡...y entonces, si colocamos esta carta en este momento, podremos hacer esta invocación! Recuerden que los momentos en el duelo son clave, no cualquiera puede percibirlos. Así que deberán esforzarse, o de lo contrario su contrincante podría aprovecharse. —

Fueron las sabias palabras del Director, pero el entusiasmo de Yuya no despertó hasta que fue el momento de la hora del Duelo.

—¡Por fin! ¡Es hora del duelo! —

Gritó con renovado entusiasmo, pero cuando le dijeron que la práctica se interrumpía para hacer un duelo de exhibición a un posible nuevo alumno, su emoción creció.

Por lo que intento hacer lo mejor. Dar lo mejor, siempre lo mejor.

—¡Te demostrare cuanto he aprendido en esta escuela! ¡No te arrepentirás! —Aseguró al niño de cabello azul y mirada brillante, jurando en su corazón que él no decepcionaría a este pequeño. A ese niño, que le veía como a una estrella.

Como a un gran duelista.

Por lo que entrando en la arena de duelo, suspiró ansiosamente antes de que su amiga activara el sistema de visión solida.

Él debía brillar, tenía que brillar. En cada duelo, en cada oportunidad. Él, como su padre, traerían sonrisas a todos.

Así que esperando el momento oportuno, montado en su monstruo por excelencia, gritó con entusiasmo:

—¡Damas y Caballeros! ¡El Show esta a punto de comenzar! —

Y aunque su corazón se agitó alegre, y sus cartas estaban listas. Que fallara el sistema de visión solida por culpa de su amiga, bueno fue más de lo que podía pasar.

Por lo que cayendo de bruces una vez el campo desapareció, intento hacer reír a ese niño. El niño de cabello azul que aun le miraba con una sonrisa, contento de ver cada una de sus tonterías.

Él era un bufón, Yuya mismo se consideraba un bufón, así que estaba bien que los demás rieran con su trabajo y sus ocurrencias, aun cuando él no se reía verdaderamente con ellas.


—No puedo creer que se haya roto. —Se quejo el único adulto en la habitación, mientras sostenía su cabeza con visible agravio. —Nuestra escuela de entretenimiento se acabará si no hacemos algo. —

El niño que había venido con anterioridad, ya se había ido, por lo que fue natural que el Director de la escuela se quejará abiertamente y con tonos amargos.

Yuya se sentía un poco incómodo al ver a un adulto tan apasionado como lo era el director lucir abatido, por lo que recordando quien era su padre, intento recordar cada una de sus palabras.

"Si tienes ganas de llorar, ríe en su lugar. Esa puede ser una buena solución."

—Solución. —Se murmuró a sí mismo, por lo que intentando aligerar el ambiente soltó como un niño pequeño. —Estaba tan cerca de hacer reír a ese niño. Y ahora Yuzu lo estropeo. —

Yuzu que fue señalada, rápidamente se defendió.

—¡Yuya! ¡Esto fue causado por ti! Si te hubieses tomado mas en serio ese duelo, estoy segura nada de esto habría sucedido. —

¿Y eso era verdad? Tal vez, pero los impulsos eran la mala fortuna de su preciada amiga, por lo que Yuya intento hablar, claro hasta que Gongenzaka interfirió en su lugar, con un tono, que hizo incómodo el nudo sobre su estómago.

—¡Yuya! ¡Ese niño no se estaba riendo! ¡Hay una diferencia entre reír contigo y reírse de ti! —

Fue un reclamo, frío y directo. Pero Yuya era un experto en salir de ese tipo de situaciones, especialmente cuando Gongenzaka agregó.

—Tu padre hacía reír a todos con su estilo de duelo, ¡no hacía que se burlaran de él! ¿Acaso piensas empañar su legado? —

—¡...! —

¿Cómo podría? ¿Como haría cosa tan deshonrosa al empañar las enseñanzas de su padre? ¡Jamás! Él no haría algo como eso, pero si Gongenzaka no entendía su actuar, entonces tenía que ponérselo en claro antes de seguir escalando.

—No tiene nada de malo que ese niño se ría. Fue una sonrisa a fin de cuentas, ¿qué tiene de malo? —

—¡Yuya! —

Gongenzaka parecía agraviado, pero antes de siquiera seguir conversando sobre el tema, un hombre extraño envuelto en traje amarillo llegó con una propuesta que... No hizo mas que tensar su cuerpo.


—¿Un duelo de exhibición? —Cuestionó el director, antes de observar a Yuya de arriba abajo, llenándose de sincera preocupación. —¿Y acaso esta loco? ¡No expondré a Yuya a mas sufrimiento!—

El hombre que había llegado, con traje amarillo, bigote extraño y de nombre Nico Smiley, sonrió como si ya esperara esa respuesta.

—Por favor, piénselo por un momento. Podemos llegar a un jugoso acuerdo. —Pidió mientras frotaba sus manos, con un deje perverso. —Esta sería la oportunidad de Yuya de limpiar su nombre o el nombre de su padre. ¿No esta de acuerdo con ello? —

—¡...! —

"¿Limpiar el nombre de mi padre?"

Yuya se cuestionó en silencio, mientras su estómago volvía a sentir ese vacío que le venía acompañando desde esa mañana.

¿Acaso estaba bien atreverse a pelear por su padre? ¿Limpiar su sagrado nombre? ¿Tentar su legado?

Ese hombre, Nico Smiley había venido por una propuesta y una respuesta, pero... ¿Él podría hacerlo? ¿Podría enfrentar ese reto?

—No sé que busca aquí, pero le pido se retire. —

Pidió el director, señalando la salida antes de que el hombre de traje amarillo rogara una vez mas.

—¿De verdad arrebatara esta oportunidad a Sakaki Yuya? —

El hombre era insistente, pero el director no iba a dar su brazo a torcer.

Sin embargo, como el recién llegado contemplo. La sola mención del padre desaparecido, le trajo buenos resultados.

¿Y es que nadie mas que Nico veía ese anhelo en la mirada ajena? ¿En ese pobre niño abandonado y arrojado al fango como un sucio perdedor?

Ah, Sakaki Yuya era carne fresca aun luego de tres años, así que no dudo en seguirlo masticando hasta que le dio el sí que ya se esperaba.

Manipular niños era su especialidad, pero conseguir morbo era su trabajo. Por lo que saliendo de forma satisfecha, espero a que la mañana llegara por sí misma.

Y con ello, el tan anhelado encuentro.