"Nunca entiendes" no me pertenece, yo escribo por mera diversión.

Olvidé por completo subir esto también por aquí, tampoco tengo idea de si alguien todavía lee esto, pero comoquiera aquí lo dejo.

Pueden leer esto también en Ao3 y Wattpad, es más probable que ahí no me olvide de subir las actualizaciones.


—Hola, Yuri. Tanto tiempo sin verte.

Las palabras de Jaerim todavía resonaban en la cabeza de Yuri, que de no ser porque le tenía enfrente podría haberle tomado como una alucinación. Pero no, Jaerim realmente estaba frente a él en ese pasillo del hospital.

Después de tantos años le volvía a ver.

Enmudecido todavía por la impresión como de quien ve un fantasma, el pelirrojo fue incapaz de formular palabra o reaccionar, tan solo permaneció parado como un tonto, pálido y estupefacto mirándolo como si todavía no pudiera procesar que lo tenía cara a cara.

Y al contrario de su exterior shockeado, dentro suyo había un bullicio de reacciones, tanto su lobo como su corazón saltaron ante el inesperado reencuentro, el primero por la felicidad tras mucho tiempo extrañándole y el segundo por la sorpresa y los recuerdos de los sentimientos que creyó haber enterrado hace tanto.

Sus manos temblaban, acción que podría haber notado Jaerim de haberse tomado el tiempo de mirarle mejor, pero lo único en lo que pensaba era en irse, correr lejos de ahí, tal y como hizo la última vez que le vio.

Apretó sus labios intentando encontrar fuerzas para dar media vuelta y dejarle ahí para jamás verlo de nuevo. Múltiples sentimientos atiborraron su mente, quería gritarle, hacerle saber un millón de cosas en reclamo, pero a la vez una parte de su interior quería saber de su vida, si acaso la pasó mejor que él todo ese tiempo. Siendo la peor parte de todo el cómo su lobo deseaba volver al calor reconfortante de los brazos del alfa, esos a los que creyó pertenecer y que todavía creía así.

No obstante, a diferencia de su lobo, Jaerim ya no era ese joven que sufrió la separación.

No, ahora tenía motivos de sobra para estar enojado y sabía que tenía todo el derecho de estarlo. El solo recordar como tuvo tan difícil todo después de ser rechazado por Yuri sin siquiera darle oportunidad de explicarse hacía hervir su sangre. Su orgullo le impedía darle una sonrisa o cualquier gesto que evocara los viejos tiempos entre los dos, pues eso eran ahora y tan solo pertenecían al pasado.

Sus puños se cerraron, su ceño se frunció, si bien un hueco de instaló en su estómago haciéndole querer vomitar de la impresión, Jaerim se mantuvo firme, lo suficientemente inmutable para no delatar la maraña de efectos que encontrarse frente a frente con Yuri le provocaba.

Y viendo que el otro no decía nada, y considerando esa la oportunidad perfecta para escapar, el pecoso se apresuró a tomar de la mano a Hye Sung.

—Tenemos que irnos. —dijo dirigiéndose a su hija.

Acto seguido, comenzó a caminar con prisa, casi arrastrando a su hija que confundida se esforzaba en seguirle el paso.

Algo en el interior de Yuri entró en pánico cuando les vio irse, por lo que, en un impulso que ni él se supo explicar, fue tras ellos.

Padre e hija salieron del hospital y cruzaron por el jardín donde algunos pacientes y familiares salieron a tomar el sol cuando, de pronto, Yuri en un par de zancadas les empezó a alcanzar.

—¡Jaerim, espera! —el aludido escuchó a su espalda, pero no volteó y pretendió seguir para huir del otro.

Al ver la resolución con la que el moreno siguió su camino, un impulso se apoderó de Yuri, que sin pensarlo detenidamente atinó a tomarlo de la muñeca, acción que congeló en el acto a Jaerim.

El corazón le saltó con violencia, con tal fuerza que pareció estar a punto de salir de su pecho, se sintió palidecer cuando una calidez que le era tan familiar envolvió su piel. Su omega se removió desesperado, implorándole a su lado racional que se detuviera y le dejara ir al encuentro de su alfa, ese al que tanto había extrañado con desesperación esos años y que como si fuera una señal del destino ahora le tomaba de la muñeca para que no se fuera, como si él también todavía le quisiera.

Molesto por ese fugaz pensamiento de su subconsciente, el moreno volteó a regañadientes, dedicándole una mordaz mirada al alfa.

—¿Qué quieres? —le gruñó.

La boca se le secó al más alto, en parte descolocado por la forma en la que el omega evocaba la imagen de un animal arisco a punto de atacar si pisaba en falso, pero más porque ahora que Yuri tenía la oportunidad de hablar no sabía que decir. Le había seguido sin pensar, no sabía que quería obtener precisamente cuando fue tras él, solo fue impulsado en su busca como si de un imán se tratara.

Pero entonces, al bajar la mirada del rostro crispado del azabache hacia un par de ojos verdes que les observaba con confusión, recordó el elefante en la habitación.

Y Yuri apretó los labios molesto por una espina en su interior nacida de un repentino pensamiento.

—¿De… de verdad es tu hija? —logró decir. Una parte de él temía una afirmación y la otra le retaba a mentirle.

—¿Qué? —Jaerim frunció el ceño, el alfa no supo decir si con molestia u ofensa.

Una sonrisa incrédula cruzó el rostro del más bajo, que abrió la boca para mandarlo al diablo. No obstante, se detuvo, no porque el otro mereciera su consideración, sino porque Hye Sung estaba ahí mirándole y porque estaban en público. El omega podía notar como algunas personas les miraban a lo lejos.

Así que haciendo su mejor esfuerzo por contenerse y no armar una escena, pues las noticias corrían rápido en ese pueblo, el pelinegro quiso tomarse el tiempo antes de finalmente responder.

—Sí. —murmuró bajando la mirada, no es que le diera vergüenza admitirlo, es solo que justamente reconocerlo ante Yuri era irritante.

—Pero…—Yuri articuló sorprendido, el solo escuchar ese "sí" fue equivalente a haber recibido un golpe que le dejó sin aire. Abrió y cerró la boca hasta que pudo ser capaz de hablar en medio de su perplejidad.—creí que no podías tener hijos.

Una mueca de ofensa se formó en el omega al creer notar una acusación en las palabras contrarias.

—Pues ya ves que sí… —masculló hostil.

El alfa quedó atónito, de verdad Jaerim tenía una hija.

Posó de vuelta la mirada en la pequeña niña que les observaba sin entender nada, algo en el interior de Yuri se removió en desagrado cuando una nueva interrogante nació en él: ¿quién era el papá de Hye Sung?

Si Jaerim y él se separaron hace siete años poco antes de su graduación y Hye Sung aparentaba al menos cinco o seis años, entonces había una alta posibilidad de que fuera hija de alguno de los alfas con los que se enteró que el omega se enredó o, de lo contrario, era hija de una pareja más reciente. Y Yuri quería salir de la duda, si comprobaba que Hye Sung fue concebida alrededor de esa época entonces probablemente fue producto de la infidelidad de Jaerim, evidencia con la que al fin podría ponerle un alto a los sentimientos a los que su lado alfa tanto se aferraba aún.

Sin embargo, por el otro lado, si Hye Sung resultaba ser por lo menos un año menor significaba que era hija de una pareja más reciente de Jaerim, lo que significaba que este continuó con su vida y conoció a alguien más.

Y esa última opción le irritaba, tanto a su lado animal que le enfurecía pensar en el pecoso con otra persona, como a sí mismo.

No, no podía ser eso, concluyó. Jaerim no parecía estar enlazado a nadie, nada en él indicaba lo contrario. No había un anillo en su dedo y mucho menos una marca en su cuello, si así fuera Yuri habría notado un cambio en el olor de Jaerim, pero no, era tal y como lo recordaba.

Por su parte, la molestia creció como espuma en Jaerim, el otro llevaba tanto tiempo mirándole en silencio que el azabache solo pudo interpretarlo como señal de estar siendo juzgado por este. ¿Quién se creía para juzgarlo?, si no había tenido las cosas fáciles había sido precisamente por culpa de Yuri.

El más bajo tuvo que morderse la lengua para no decir nada incriminatorio en medio de su ira, después de todo, no quería que Yuri se inmiscuyera en su vida y no tenía porqué hacerlo, el alfa podría simplemente seguir con camino y dejarle en paz y Jaerim no se quejaría por eso.

No obstante, desde que le conoce, Yuri jamás le ha hecho la vida fácil.

—¿Cuántos años tiene Hye Sung? —preguntó de pronto con tono serio, su mirada esmeralda afilándose sombría.

La ofensa y enojo hirvieron dentro de Jaerim, cerró sus manos en puños y apretó sus labios para no explotar ahí mismo. ¿Quién se creía Yuri para preguntar y más de ese modo?, ¿quién demonios era para exigirle una respuesta?

Dando un pisotón hacia el frente, el omega le miró con furia.

—Eso no te impor…

—¡Tengo seis años! —Hye Sung respondió en su inocencia y emocionada por contar ese dato sobre ella.

Ajena a la mirada molesta que le dirigió su papi, que no estaba enojado con ella sino que ese dato era algo que no quería que el alfa supiera, la pequeña saltaba haciendo énfasis en su edad mostrando con insistencia seis dedos al pelirrojo.

Si bien le resultó inconveniente que su hija respondiera, lo que más sintió Jaerim fue temor, no sabía que haría el otro con esa información y tampoco quería quedarse para averiguarlo.

Sintiéndose acorralado, chasqueó la lengua, maldiciendo en sus adentros. Apartó su vista de su hija y luego miró al más alto, que pareció complacido por la respuesta de la menor, pues a juzgar por la reacción de Jaerim era obvio que ella no mentía.

Con una sonrisa que se le antojó irritante al omega, Yuri volvió a verle.

—¿Así que tienes una hija?—una burla altanera tiñó sus palabras, un tono de voz que revivió viejos recuerdos en el moreno.—, supongo que debe ser hija de uno de esos alfas, ¿o me equivoco? Por eso no estás enlazado, ninguno de ellos te tomó en serio después de todo.

El omega se congeló cuando le oyó, su cuerpo tembló de la conmoción, aturdido miró un momento en dirección de su hija, la que podía verse bastante confundida. Entonces reaccionó, una furia hasta ese momento desconocida le invadió, ¿cómo podía Yuri decir eso frente a Hye Sung?

Y Jaerim vio rojo, nunca había odiado tanto a alguien como en ese momento, jamás había odiado a Yuri y menos tanto como ahora.

Él no era nadie para hacer comentarios, fueran buenos o desatinados como aquel, a fin de cuentas, lo suyo terminó hace siete años. Y justo como el pelirrojo le pidió, Jaerim hizo su vida lejos de él y así lo seguiría haciendo.

No quería nada de Yuri, no quería obtener nada de él, no cuando lo único que este le dio al final de su relación fue dolor.

Y ahora que Jaerim tenía una vida hecha lejos de ese alfa, aun si fuera una con dificultades, quería ocultar cuánto más pudiera el parentesco entre Yuri y Hye Sung y si podía ser para siempre mejor.

No obstante, tras la intervención de su hija, ya no podía hacer nada excepto negar hasta el final.

Y él era terco, y si Yuri le estaba dando la oportunidad de ocultárselo al pensar aquello, entonces Jaerim se aferraría a eso. Pero primero se encargaría de ponerle en su lugar.

—Te prohíbo decir esas cosas frente a mi hija—le advirtió entre dientes, su instinto protector le hizo mostrar los colmillos en amenaza. Se le plantó enfrente al otro, que sorprendido no supo reaccionar, mucho menos cuando Jaerim le tomó con fuerza de las solapas de la ropa.—, si vuelves a hacerlo te voy a matar, ¿entendiste?

No espero por una respuesta del otro, pues al ver la atónita mirada esmeralda pudo notar que le quedó claro no volver a cometer tal desliz, por lo que repugnado le soltó en un fuerte empujón, ya no le importaba si otros le veían.

—¿Papi? —oyó a su hija hablarle preocupada, un dejo de miedo se vio en sus ojos.

Con rapidez el omega se apuró a recuperar la compostura tras notar cómo las lágrimas se asomaban en los ojos de su pequeña. Se acercó a ella y sonriente le dio palmaditas en los hombros.

—Vámonos ya, cariño—le dijo tranquilizador, para luego, voltear hacia atrás donde el alfa les observaba. Molesto y sin apartar la mirada del otro, agregó:—ya no tenemos nada que hacer aquí.

El pecoso se enderezó y volvió a tomar de la mano a la niña más que dispuesto a retomar su intención de irse.

El más alto estaba sin habla, jamás había visto tanto odio en Jaerim, la mirada asesina que este le dirigió logró congelar su sangre. No entendía, ¿porque se ponía así sí no dijo nada que no fuera verdad?, ¿acaso pensaba fingir decencia frente a la niña hasta el final? Jaerim no tenía vergüenza si de verdad quería ocultarle aquello a Hye Sung. Seguro ni siquiera le había dicho quien era su padre porque ni siquiera él sabía quién era, no cuando se metió con tantos alfas.

No, había algo más, Yuri lo intuía. Un sentimiento extraño se revolvía en su interior.

Entonces, algo dentro de su cabeza hizo click cuando una idea fugaz cruzó por lo más recóndito de su mente.

Con el corazón latiendo desbocado ante su suposición, se giró justo para ver qué Jaerim ya se había echado a andar, por lo que se apuró en darles alcance.

—¡Hey, espera!

El azabache chasqueó la lengua al escucharlo, maldijo por dentro al ver qué Yuri no pensaba dejarles en paz. Así que harto se detuvo y giró para verle.

—¿Qué diablos quieres? —escupió impaciente, no entendía como es que si hace años las últimas palabras de Yuri fueron que no quería volver a verle, entonces porque insistía tanto en seguirle.

El alfa no había esperado que Jaerim realmente se detuviera, pero al ver que este le estaba dando la oportunidad de hablar, la usó.

—Dímelo, ¿es mía? —soltó con voz trémula, ansioso y temeroso de cual fuera la respuesta.

En cualquier otro momento y situación Jaerim habría respondido con acidez, pero ahora no pudo evitar palidecer ni el salto que dio su corazón tras la pregunta. Quería negarlo, disimular su reacción, pero sabía que su expresión justo ahora debía delatarle.

—¿Hye Sung es…?

—¡Shhh! —escandalizado el moreno saltó hacia adelante para callarle, no quería oírle, pero sobre todo, no quería que Hye Sung le escuchara.


Hye Sung jugaba en la caja de arena, enterraba piedras y ramas fingiendo ser una exploradora que encontraba fósiles y los desenterraba, se le veía bastante entretenida.

El padre de la niña suspiró con disimulo, ahora que ella se hallaba unos metros lejos en aquel parque y tenía la certeza de que no les escucharía, podía estar tranquilo o por lo menos intentarlo.

Su manos se apretaron con fuerza, casi sintiendo sus uñas enterrarse en sus palmas, estaba inquieto, la conversación que jamás esperó que pasara estaba sucediendo.

En un mundo ideal Yuri jamás se hubiera enterado de aquello y Jaerim podría haber seguido teniendo una vida tranquila con su hija, pero como siempre la suerte parecía no estar de su lado.

—Así que realmente es mi hija—soltó el pelirrojo procesando la situación tras unos minutos en silencio. El omega no respondió, permaneció con la mirada apartada de la esmeralda, apretaba sus puños intentando contenerse. El alfa apretó los dientes molesto por no escuchar nada de parte del otro, le tomó de los hombros con fuerza.—¿Por qué no dices nada?, ¿piensas explicármelo sí o no?

Nublado por la ira le zarandeó, acción que acabó con la paciencia de Jaerim, que apartó de un manotazo al alfa. Ahora era su turno de hablar.

—¿Y por qué tendría que hacerlo?—bramó, amenazante se inclinó hacia el otro, entre dientes soltó:—"No quiero volver a verte" ¿lo recuerdas?

Más Yuri ignoró su furia, para él no importaba eso, cualquiera que fuera la queja del otro era lo de menos.

—¿Sabías que esperabas un bebé y aun así te fuiste? —le recriminó.

Furioso el omega abrió la boca para espetarle porque de repente le interesaba tanto eso, pero a último momento calló. La verdad es que Jaerim tampoco se lo había esperado, al fin y al cabo, creció con la idea de que era una desgracia para su casta al haber fallado en la única obligación que según la sociedad él tenía como omega. Así que no fue de sorprender que, como adolescentes con las hormonas a tope y que recién descubrían el sexo, tanto Yuri como él tomaran malas decisiones, como no usar condón pensando tontamente que era imposible que Jaerim quedara embarazado, pero ¡oh sorpresa!, no fue así.

No obstante, era demasiado tarde para lamentarse, lo hecho estaba hecho y tan solo quedaba atenerse a las consecuencias de sus acciones.

—¿Y que querías que hiciera?—preguntó el pecoso, ya no con el enojo resaltando en su rostro o voz, sino una resignación llena de reclamo.—, ¿habrías hecho algo si te lo decía?, te recuerdo que no querías verme más.

Las lágrimas picaron en los ojos del omega, se odiaba por querer llorar en ese momento, no quería ni debía hacerlo frente a Yuri, no tras todo lo que ha pasado. Hacerlo significaría que perdió, que una parte suya reconoce que no pudo hacer nada mejor sin su ayuda por más que se esforzó. Y ese pensamiento hacía hervir su sangre.

—Y aún así te busqué. —soltó a su pesar.

Los ojos verdes del alfa se abrieron conmocionados por esa inesperada confesión, conocía bien a Jaerim, sabía lo orgulloso que podía ser y que seguramente le costó admitir aquello. Y no se equivocó, el moreno apretó la mandíbula disgustado por tener que reconocer ese frustrante detalle, pero si Yuri tanto quería oír la verdad de porqué no le contó se la daría.

—¿Sabes qué es lo peor? Que tú no querías volver a verme—declaró, una sombra de impotencia pintó sus facciones, una mueca en su boca demostró cuánto le molestaba aún eso.—y yo pensé que entonces debería querer lo mismo. Qué yo debía odiarte y desear no ver de nuevo tu cara…

El interior del alfa se removió en un sentimiento al que Yuri no pudo ponerle un solo nombre, sentía su lobo aullar y moverse inquieto y herido por las palabras llenas de enojo del omega, como si la idea de ser detestado por él fuera rechazada con vehemencia por su lado animal. No podía soportar oír a Jaerim decirle eso, era inadmisible, su omega jamás lo haría, su lobo se negaba a ello.

Entonces, la voz de Jaerim volvió a alzarse deteniendo por un momento su temor.

—Pero Hye Sung…—dijo en un débil susurro de tono abatido.—ella es idéntica a ti.

Un gran pesar se escuchó en sus palabras, la expresión cansada del omega dejaba en evidencia como aquello había sido una lucha constante incluso para sí mismo, el querer odiarlo y sin embargo fallar en el intento.

Porque Jaerim no le podía odiar, no cuando cada día que veía la cara de su hija le veía a él. No podía amarla a ella y odiarlo a él, era incompatible, pero no por eso le amaba, simplemente ya no creía sentir nada por él, era demasiado agotador hacerlo a esas alturas.

Movido por ese pensamiento, y con sus manos temblorosas todavía sosteniendo la carpeta de los resultados de Hye Sung, se infundió valor para decir lo siguiente:

—No pienso molestarte pidiéndote ayuda con ella, me las he arreglado estos siete años solo. —dijo, sonando más como un recordatorio para sí mismo esto último para no olvidar todo lo que ha logrado pese a las dificultades.

El recuerdo de todo lo que ha tenido que afrontar llegó con fuerza a él: cómo lidió solo con el embarazo pese a su cuerpo que resintió el abandono del alfa, cómo el miedo y la culpa le invadió cuando por trabajar en medio de su estado sufrió un riesgo de aborto, y esas solo fueron las que más se le quedaron en la memoria, habían más. Pudo con eso solo, nunca necesitó de Yuri para salir adelante, y recordar esa verdad le llenó de determinación.

—Así que tú tampoco nos molestes. —ordenó.

Jaerim se levantó de su asiento con prisa aprovechando el aturdimiento del alfa tras sus palabras, y sin perder un solo segundo más ahí, caminó con rapidez rumbo a la niña, a la que levantó del suelo y en brazos se la llevó de ahí con pasos rápidos. Todo eso en cuestión de unos cuantos segundos.

—¡E—Espera…!—atinó a balbucear el alfa tras reaccionar a la repentina huida.

Quiso ponerse de pie y correr tras ellos, pues esa conversación en su opinión todavía no terminaba. Sin embargo, en cuanto se puso de pie un dolor repentino le hizo detenerse en seco y mascullar en queja. Maldijo, la caída había comenzado a dolerle al fin, pero eso no le detendría.

Cómo pudo corrió en dirección por dónde les vio irse, más al dar vuelta tras unos arbustos no vio rastro de ellos. Se habían ido.

Frustrado se pasó una mano por el cabello mientras daba unos pasos y farfullaba, si Jaerim creía que dejaría las cosas así estaba equivocado. No descansaría hasta encontrarle de nuevo y obligarlo a darle respuestas, pues algo no cuadraba para él. Presentía que le ocultaba algo, su lobo no dejaba de estar inquieto desde hace rato molesto por un detalle desconocido, había notado algo en Jaerim, pero no sabía qué.

Resignado Yuri chasqueó la lengua y dio media vuelta, tenía trabajo que hacer, después se encargaría de buscarle de nuevo. La única ventaja de ese pueblo era lo pequeño que era, así que tenía la certeza de que volvería a verle, quisiera Jaerim o no.


El corazón parecía estar a punto de salirle por la boca, Jaerim tenía un gran malestar desde que huyó de Yuri.

Su pecho ardía y se movía agitado intentando atraer aire a sus pulmones tras el esfuerzo físico usado en su improvisada carrera hasta la casa, y haber corrido hasta ahí cargando a Hye Sung la mayor parte del camino solo aumentó su cansancio.

Se dejó caer hacia el piso, necesitaba sentarse, no solo por el cansancio físico después de tanto correr, sino por el que le provocó encontrarse con Yuri.

Dios, todavía no podía creer que realmente estuvieron frente a frente hablando tras tanto tiempo. Había sido tan agotador emocionalmente que Jaerim podía sentir como su ser entero fue afectado por la maraña de emociones experimentadas ese día.

Quería vomitar, sentía su frente llena de sudor frío y ni qué decir de su corazón que todavía saltaba dolorosamente dentro de su pecho, el omega sentía que en cualquier momento comenzaría a hiperventilarse, le costaba respirar y mantener la calma. Se llevó ambas manos al cabello mientras se inclinaba sobre sí mismo y temblaba.

—Papi—le llamó Hye Sung tras lo que pareció una eternidad metido en sus preocupaciones, al bajar la vista hacia ella pudo ver sus ojos confundidos, pero llenos de preocupación.—, ¿te sientes bien?

Bastó esa simple pregunta de parte de su hija para querer desmoronarse ahí mismo. Retuvo a tiempo un sollozo, parpadeó para alejar las lágrimas, no bastaba con tener suficientes problemas para que aquello también le ocurriera.

Sorbió su nariz y en un intento por aparentar normalidad, y desesperado por consolarse con el calor de su hija, la apretó contra sí en un abrazo.

—S—Sí—le respondió con cariño, frotó su cabeza contra la de ella para impregnarle de su olor en muestra de afecto, cosa que hacía pocas veces, pues no quería que los demás niños detectaran su olor y la molestaran por tener un papá poco digno de ella.—, no es nada, Hye Sung. Simplemente estoy cansado.

La niña se apartó del abrazo, dejándole ver la expresión de entendimiento que apareció en su cara.

—Oh, entonces estás llorando porque tienes sueño. —concluyó con inocencia, para ella eso era lo más lógico, pues ella también solía ponerse irritable cuando tenía sueño.

El mayor asintió riendo con ligereza ante la tierna deducción.

—Creo que sí, recuerda que despertamos muy temprano.

La menor le tomó de la cara y limpió con torpeza sus lágrimas, para después, verle con toda la seriedad que solo un niño podía tener.

—Ve a dormir, papi. Prometo no hacer ruido para que puedas dormir.

Jaerim sonrió enternecido, para después, abrazarla de nuevo.

—Muchas gracias, linda—susurró, de verdad que su hija le hacía muy feliz, la adoraba más que a nada. Apretó un poco más el abrazo antes de finalmente apartarse, hubiera querido seguir abrazándola más tiempo, pero si lo hacía ella podría notar que algo anda mal. Se pasó la mano por los ojos antes de volver a hablar.—, pero no me voy a dormir aún, tengo que hacer la cena.

La pelirroja inclinó la cabeza en confusión, después abrió la boca tras recordar algo gracias a las palabras de su papá.

—¡Papi, me prometiste que me comprarías lo que yo quiera!—dijo dando saltos, para después, tomarle del brazo y jalarle con insistencia para dirigirlo a la puerta.—, ¡cómprame un helado!

Una ligera risa divertida brotó de entre los labios de Jaerim, le alegraba ver que su hija no pareció ser afectada por todo lo acontecido ese día.

Cualquier otro día le hubiera dicho que sí, pero ahora tendría que defraudarla, no quería salir ni sacarla a ella si Yuri todavía rondaba por el pueblo. El pecoso temía lo que podía pasar ahora que Yuri ya sabía la verdad, por lo que, solo le quedó negarle a su hija el helado esa ocasión. Acarició su cabeza y se puso de pie.

—Después de cenar, ¿de acuerdo?

La menor hizo un mohín desilusionada.

—Pero yo lo quería ya… —rebatió cómicamente.

—Después de la cena, ya dije. —soltó mientras se dirigía a la cocina.

—¡Pero, papi…! —oyó decir a Hye Sung a su espalda, sus pasos resonaron tras de él divirtiéndole.

—Ya dije que no.

—¡Papi!

Y lo que sea que su hija haya dicho para intentar convencerlo, ni el sonido de él cortando las verduras, llegó a sus oídos, no cuando en el fondo no podía dejar de pensar en su encuentro con Yuri y las consecuencias que su conocimiento sobre Hye Sung les traerían.

Apretó los labios, agitó su cabeza para mandar lejos sus pensamientos y poder concentrarse en lo que hacía para no cortarse por error.

Eso ya no importaba ahora, sí Yuri ya sabía de su paternidad no tenía caso fingir lo contrario, después de todo, eso no cambiaría nada. Sin embargo, quería dejar en claro que no permitiría a Yuri perturbar la paz de su familia si es que tenía intención de hacer algo.

Porque Jaerim desde hace mucho que dejó de hacerse ilusiones, no esperaba que ahora con su reencuentro mágicamente se convirtieran en una familia como la que habían prometido ambos hacer años atrás.

No, porque el primero en romper todas sus promesas fue el alfa, el primero en decepcionarle al no creerle fue él, quien abrió una gran brecha por malentendidos y comentarios insidiosos dejándose engañar fue el pelirrojo.

Porque todo lo que destrozó lo que tenían fue lo fácil que Yuri creyó en los demás antes que en él, olvidando todo lo prometido y vivido juntos.

Y si así de fácil fue para Yuri hacer todo eso, entonces Jaerim no debía de tener consideración alguna con él.

Porque ahora era el turno de Jaerim para hacer lo mismo, porque en lo que a él respecta, ahora era él quien no lo quería volver a ver.


La mañana era cálida y tranquila permitiéndole a las personas acostumbrarse a despertar para iniciar su día.

Y Yuri y Jaerim no eran la excepción.

El omega aferraba sus manos a la cabecera de la cama, mientras a su espalda se hallaba su alfa embistiendole con fuerza.

Puede que fuera demasiado temprano para ello, pero tras despertar y compartir algunas bromas matutinas se sintieron con ánimos para empezar de una buena forma el día. Tampoco se les podía culpar, siendo jóvenes amantes con sus hormonas a mil y el apartamento de Yuri solo para ellos dos, era obvio que aprovecharían cada oportunidad para amarse sin reparos.

Fue una certera embestida la que hizo al omega jadear en medio de un gemido, arquear la espalda y restregar inconscientemente su trasero contra la pelvis que golpeaba con tanto vigor su interior. Sus piernas temblaban y cerrarlas para más estabilidad no era opción, pues Yuri disfrutaba mucho de mantenerlas abiertas con las suyas para impedírselo, ya que, adoraba ver a su omega sucumbir al placer y temblar con cada estocada que recibía y la atención que le daba a su miembro y pezones.

Hacer temblar y llorar del placer a Jaerim era lo que más disfrutaba Yuri, podía decirse que ver esa faceta tan diferente a la actitud normal del omega lo ponía más duro que el acto en sí, y saber que solo él conocía y conocería ese lado de Jaerim hinchaba de felicidad a su alfa interior.

—Yuri—lloriqueó, sus uñas arañaban la madera de la cabecera, de no ser porque se sostenía a ella el constante choque de esta contra la pared habría llamado la atención de los vecinos desde hace bastante. Apretó los labios y ahogó un gemido, sentía el final cerca, todo su cuerpo se lo decía, bastaba con la desesperante sensación instalada en su vientre para saberlo.—, Yuri, por favor…

Las fuertes manos del pelirrojo todavía le tomaban por las caderas, el azabache sintió como una de ellas se deslizó con la palma abierta hacia adelante, ahí donde la puntas de los dedos ajenos le estremecieron al cruzar la línea del pliegue de su cresta iliaca. Su cuerpo tembló, se echó hacia atrás en acto reflejo, donde de nuevo su trasero chocó contra el cuerpo contrario, una risa divertida se le escapó a Yuri.

—Eres tan sensible, Jaerim—soltó en alabanza. Una de sus manos fue hacia la oreja de Jaerim, donde bastó una caricia con la punta de su dedo para que el otro chillara sobreestimulado, y eso era normal, Jaerim sentía tanto cada toque y cosa que Yuri hacía con él. Sonrió complacido.—¿Que hice para tener a alguien tan lindo como tú?, te amo tanto.

Su boca bajó para ser ahora la que jugara con el lóbulo de la oreja del pecoso, sus labios atraparon el pedazo de piel y tironearon con dulce malicia.

El moreno suspiró sin aire, no podía aguantar más, todo su cuerpo estaba acercándose al clímax: con la mano de Yuri presionando donde su miembro se asomaba por el vientre de Jaerim con cada empuje, el sonido de las pieles chocando con tanta insistencia y desesperación en busca de la liberación, sentirse tan lleno y caliente que el omega no creía que fuera posible estar vacío después de eso. Y todo eso hacía que sus mentes obnubiladas no se preocuparan por nada más que el estímulo más cercano a ellos.

—¡Yuri!

El orgasmo llegó en medio de un grito, Jaerim se inclinó hacia la cabecera y apoyó ahí su frente a la vez que su cuerpo se tensaba y su entrada se contraía en el miembro del alfa, que ante la presión extra no pudo más y se corrió mientras ahogaba un gemido que resonó en los oídos del omega.

La calidez liberada estremeció al más bajo, que siguió temblando mientras ambos procesaban la culminación del acto, con Yuri abrazando a Jaerim por el pecho y este todavía inclinado y jadeando.

El más bajo agradeció que no hubo un nudo esta vez o sino, aparte del ligero dolor inicial que este provocaba, se les haría tarde para la escuela.

Un amoroso beso fue depositado en su cabello húmedo por el sudor, el omega se removió.

—No hagas eso, Yuri, estoy sudado. —dijo para después hacer un mohín, lo único que obtuvo del otro fue una ligera risa.

—No me importa—declaró, para luego, volver a besarlo con la misma ternura, lo que esta vez provocó una sonrisa en el pecoso.—, ve a bañarte primero, mientras yo haré el desayuno, ¿de acuerdo?

El moreno sonrió ante la propuesta.

—Me parece bien—aceptó, más no se esperó la reacción decepcionada del pelirrojo. Frunció el ceño con confusión.—, ¿qué?, ¿qué pasa?

—Pensé que me insistirías para pasar más tiempo juntos o que me invitarías a bañarme contigo.

Jaerim usó todo su autocontrol para no rodar los ojos ante el berrinche del alfa.

—¿Y arriesgarme a llegar tarde otra vez? —soltó mientras arqueaba una ceja, la última vez que Yuri propuso bañarse juntos Jaerim no fue capaz de quitárselo de encima, por lo que llegaron tarde a la escuela y además fueron castigados.—, ¡ni hablar!

—Oh, vamos, prometo que no intentaré nada.

—Lo mismo dijiste esa vez y no pudiste quitarme las manos de encima, así que no, ¡hmp!

—Jaerim, por favor~

—¡Déjame ir!

Y entre un forcejeo iniciaron su día.

Y probablemente fue esa vez que algo en el interior de Jaerim cambió.

Una vida se formó.


Hola a todos.

No hay palabras para describir lo mucho que me sorprendió ver qué esto estuvo casi cinco años sin actualización jajaja

Ahora la verdadera pregunta es: ¿De cuánto será el siguiente hiatus?, ¿Un mes?, ¿Un año?, ¿Otros cuatro años? Bueno, lo

Quiero agradecerles enormemente por su paciencia y lindos comentarios, me hacía feliz ver qué habían personas que todavía seguían esta historia y no la daban por muerta, releyendo y votando de nuevo para hacerme ver qué estaban ahí. Gracias por tanto y perdón por tan poco 💖

Espero poder traer otro capítulo este año, la esperanza es lo último que muere (?)

Para este capítulo estuve escuchando mucho "No me voy a morir" y "Rosa pastel" de Belanova, les queda mucho a estos dos jaja

Pido perdón por las faltas de ortografía e incoherencias que haya pasado por alto. Edité esto más de dos veces y comoquiera siempre algo se me escapa

Sin nada más que agregar, hasta la próxima ✌️