NIRVANA

Prólogo.

El viento revolvió los cabellos rubios que brillaban al sol con sus últimas luces. Aquel cielo, tornado en tonos naranjas, no fue percibido por los ojos que lo miraban. Imágenes de un joven de cabellos castaños y ojos perspicaces llenaron su mente. Light Yagami, un ser que le había sido arrebatado por una figura que una vez idolatró.

Esa figura que, a concepto de muchos, fue un ente omnipotente; hecho que una vez ella misma creyó con gran certeza, cuando le había dado la justicia que sus padres tanto merecieron y las leyes humanas les negaron. Ahora, sin embargo, ese casi Dios omnipotente llamado Kira le había cobrado llevándose a la persona que más amó.

Tan perdida como se encontró en sus memorias, la claridad había llegado a ella rápidamente; hubo sólo un paso entre él y ella. Sólo un pasó y lo vería una vez más; sólo un paso y la distancia acabaría; sólo un paso y la reunión sería inminente.

Y así lo hizo.

La sensación de la caída fue instantánea; toda la información que pudieron enviar sus sentidos quedó eclipsada por la imagen de él. Su mente reprodujo cada detalle sobre él, ignorando la visión rápida de los alrededores y la presión del aire en sus oídos. Todo lo que existía era él, y él fue lo último que vio antes de que el dolor más intenso que había experimentado diera paso a la oscuridad.

Al menos fue así hasta que la sensación del pasto picando su piel la volvió a la conciencia. Sus sentidos no captaron nada más; El silencio fue profundo. No obstante, la luz que golpeaba sus ojos le hizo abrirlos. Ante ella se encontró un paisaje que no esperaba ver jamás.

El pasto suave bajo su cuerpo era extraño, casi irreal. Se incorporó lentamente, sintiendo cómo sus músculos se despertaban de la inercia. Sus ojos se adaptaron a la luz que la rodeaba, revelando un paisaje vibrante y verde, lleno de vida. Nada en este lugar se parecía al mundo que recordaba.

Caminó unos pasos, sintiéndose atraído por un susurro lejano. Cada paso que parecía resonar en la tierra, como si el lugar mismo estuviera vivo. El aire estaba lleno de aromas frescos y desconocidos, y el sonido de un arroyo cercano la guiaba.

Se encontró frente a un claro donde el agua cristalina corría serenamente. Allí, en el borde del arroyo, vio una figura familiar. Un joven de cabellos castaños y ojos perspicaces. Sus labios se movieron en un susurro inaudible, pero el nombre que formaban no necesitaba sonido para ser comprendido.

-Light...- susurró ella, sintiendo una mezcla de incredulidad y esperanza. Dio un paso hacia adelante, estirando la mano, pero la figura se desvaneció como una ilusión.

Confundida y ansiosa, se sentó junto al arroyo, sumergiendo sus manos en el agua fría y dejando que la realidad la envolviera. ¿Dónde estaba? ¿Era esto una nueva oportunidad, o simplemente un sueño del que no quería despertar?

Pero era tan real.

Las sensaciones que atrapaban sus sentidos se lo confirmaban. Tal vez la imagen de Light había sido un juego de su mente; Sin embargo, el tacto no le mintió sobre el líquido frío que resbaló de sus manos.

Fuera lo que fuera, este lugar era real.

Su mente había aclarado lo suficiente como para que los recuerdos fueran nítidos; Ella realmente había saltado de ese edificio. Esa había sido la última acción realizada antes de despertar en este lugar.

Quizás no había fallecido y solo estaría en una especie de coma.

Un pensamiento que logró tranquilizarla. Al recordar unos segundos antes de aventarse al precipicio, fue consciente de que ella no buscó morir, solo quería alcanzar una Luz para poner fin al sufrimiento.

Morir nunca estuvo en sus aviones.

Se quedó allí, inmóvil, tratando de procesar la realidad de su situación. La incertidumbre y el miedo comenzaron a disiparse mientras aceptaba lo inevitable. Muy probablemente estaba muerta. Pero, ¿qué significaba eso? ¿Qué propósito tenía este lugar?

De repente, el susurro que había escuchado antes se volvió más claro, como si la tierra misma le estuviera hablando. Siguió el sonido, cada paso resonando en el paisaje extraño. El arroyo a su lado parecía brillar con una luz propia, guiándola hacia adelante.

Finalmente, llegó a un lugar abierto, rodeado de árboles altos cuyas hojas susurraban al viento. En el centro del claro, vio una figura que reconoció al instante: Light Yagami, de pie, mirándola con esos ojos perspicaces que tanto amaba. Esta vez, no se desvaneció como una ilusión.

-Light... - susurró ella, sintiendo cómo su corazón se llenaba de esperanza.

Light le tranquilizó suavemente, pero había algo diferente en sus ojos, una serenidad que no había visto antes. Se acercó a ella y extendió la mano.

-Misa, he estado esperando por ti - dijo con una voz suave pero firme. - Aquí, podemos empezar de nuevo, sin el peso de nuestro pasado. Este es un lugar para encontrar paz y redención.

Tomar su mano fue fácil, contengase no. Deseaba tanto envolverlo y no soltarlo. Aún había dificultad en aceptar lo que estaba aconteciendo. Todo parecía tan irreal, pero su mano, al sujetarla y estrecharla, le habló de la calidez, de lo real.

Light estaba aquí, junto a ella.

Cada pensamiento anterior, cada duda que resguardaba sobre su estado y este lugar, parecieron evaporarse ante él. Nuevamente, nada más tuvo importancia, solo su presencia y las palabras dichas por él.

Palabras que fueron un sueño; jamás en vida se había dirigido a ella con esa suavidad ni afecto. Ahora que sucedió, su cuerpo entero vibró en éxtasis.

Energía que transmitió cuando lo jaló suavemente para que la siguiera, todo sin soltar su mano. Sorprendentemente, Light se había dejado llevar por ella con una sonrisa en sus labios.

No tenía un destino marcado ni sabía dónde se encontraban, únicamente quería caminar en su compañía. Sin el peso de la incertidumbre y de analizar aquella realidad, por fin se permitió disfrutar del lugar.

Los colores fueron tan vívidos.

Había estado tan centrado en lo maravilloso del paisaje y el calor de su mano en la suya, que no se percató en qué momento él había invertido los papeles; y ahora, él era quien la guiaba.

Hecho que no importó: confiaba en él. No obstante, Light había permanecido en silencio todo el tiempo; no le había dicho más después de aquellas palabras que le dio en su reencuentro. Algo que la extrañó

Realmente deseaba escuchar su voz y tener su atención una vez más.

—Light… —Su voz había salido como un susurro inseguro. Él había continuado su camino mirando al frente, sin ninguna indicación de que la hubiera escuchado.

-Espera... -Esta vez había habido más fuerza en su tono, sin embargo, la respuesta de él fue la misma.

-¡Light! -el llamado vino con el frenar su paso, acción inútil ante el agarre de él que la instó a avanzar una vez más, todo ello, sin voltear a verla-. ¡Detente!

Ya no podía ver su rostro; el ángulo que alcanzaba a percibir de él solo le mostró una parte de su cabellera, mejilla y oído. Sin embargo, su puerta parecía más rígida, y toda la calma y serenidad que transmitió anteriormente se había marchado, dejando una especie de tensión percibida en el ambiente.

Su agarre en su mano también se había vuelto más fuerte: la sensación de estar en un refugio se había transformado en un aprisionamiento. Trató de soltarse, pero Light aplicó más fuerza acelerando su paso.

Interiormente, intenté calmarse. Quería pensar que todo era su imaginación, que las cosas con Light estaban bien, que él simplemente tenía prisa por llegar a algún lado. Pese a este razonamiento, podía sentir cómo el miedo y la angustia ya sentida se incrementaban cada vez más.

Un último intento la hizo encajar sus pies en el suelo, lo más firmemente que era capaz. Esto pareció servir; él se había detenido inmediatamente, para, por fin, encararla.

Lo que la dejó sin aire.

Sus ojos, que la habían mirado hace poco con serenidad y dulzura, ahora la observaban con ese brillo carente de todo afecto. La mueca de reproche estaba grabada en su rostro. Era una imagen de él que había olvidado.

Visión que la hizo retroceder inconscientemente. Apenas había dado ese paso atrás cuando Light acortó la distancia entre ellos nuevamente. En un movimiento que la tomó desprevenida, sentir su cuerpo muy cerca de ella nubló su mente otra vez.

Fue muy inusual recibir un abrazo de él; generalmente fue ella la que lo buscó, sin mencionar que sus muestras de afecto no siempre fueron bien recibidas. Por lo que esta acción era algo extraordinario y maravilloso para sus sentidos, tanto que su gesto anterior quedó en el olvido.

Un momento que parecía ralentizar el tiempo.

—Misa —comenzó él con un tono suave lleno de dulzura, que poco a poco iba adquiriendo una nota más sombría—. Pensé que esto era lo que querías, estar juntos por siempre.

La forma en que había dicho la última frase heló algo dentro de ella; una sensación de vino acompañada de su fuerte agarre cuando intentó alejarse para mirarlo a la cara. Su fuerza la inmovilizó. Una onda de pánico la recorrió efímeramente, antes de que la razón intentara justificar lo que estaba aconteciendo.

Cualquier razón que su mente quisiera proporcionarle para explicar esto murió cuando sintió que los brazos de Light se adelgazaban y endurecían. Ahí donde estaban sus manos sujetándola, ahora algo la pinchaba. Toda sensación de calidez y solidez se convirtió en una frialdad y dureza que no había sentido antes, algo que la confusión en demasía.

Por un momento, se abrió el espacio necesario para que ella pudiera mirar a Light. Lo que encontró la horrorizó; Aquello que la sujetaba ya no era él, era un árbol. Uno cuyo objetivo era envolverla entre sus ramas y plantas hasta no dejar espacio entre su cuerpo y su tronco.

Su voz ni siquiera encontró la forma de salir; el sofoco provocado por la fuerza con que el árbol la abrazaba había matado de cualquier manera en que ésta pudiera expresarse. Quiso arrancar con sus manos cada rama que la sujetó, pero su fuerza no fue nada comparada a su captor.

El tiempo pareció diluirse al igual que su conciencia escapaba poco a poco. El mareo inicial había cortado casi cualquier pensamiento que pudiera tener. Solo quedó el eco de la angustia y la desesperación, aunada a la sensación de ahogo. Casi no había aire que entrara a su cuerpo.

Sintió sus brazos caer y su cuerpo relajarse mientras el agarre del árbol sobre ella se reforzaba más, envolviéndola casi en su totalidad. Momentáneamente, su vista se nubló antes de que la oscuridad comenzara a reclamarla.

Fue entonces cuando sucedió; en ese punto, donde estuvo al borde de la inconsciencia y la vigilia, una fuerza contraria a la aplicada por el árbol la llevada en sentido contrario, con el suficiente impulso como para romper las ramas que la aprisionarón y alejarla de aquel tronco.

Era como nacer nuevamente; el aire volvió a entrar de golpe en sus pulmones, y la tos fue la reacción a esto. Lentamente volvió a captar el mundo a su alrededor; su visión se fue aclarando y pensar se hizo más fácil cada vez.

Cuando finalmente fue plenamente consciente, identificó que se hallaba sentado sobre el pasto. Algo o alguien la había liberado de aquella pesadilla. Podía sentir la presencia detrás de ella, tan silenciosa y quieta; observándola.

Acto que le cortó la respiración, la inquietud que sintió a lo que estaba seguro fue una mirada fija en su persona. Sentir su piel erizándose no ayudado a que tuviera el valor para voltear y afrontar al ser detrás de ella.

Después de lo que pudo ser un largo rato, su parálisis se vio interrumpida cuando comprendió que aquel ser no haría ningún movimiento por el momento. Juntando todo el coraje que pudo reunir, se levantó de manera pausada, intentando no hacer movimientos bruscos, y lentamente también giró para hacer frente a lo que sea que estuviera en su compañía.

Lo que vio el dejo pasmada, sin aliento.

L Lawliet estaba ahí, a un metro de ella, mirándola tan intensamente como solía hacerlo en ocasiones cuando estuvo vivo. Todo en él era idéntico a como lo vio por última vez hace tantos años, antes de que Light le informara sobre su muerte. El detective que murió queriendo capturar a Kira. Al menos eso fue lo que sus memorias confusas le dijeron.

- Amane-san - Finalmente, él había roto el silencio sin dejar de mirarla. Su voz era tal y como la recordaba. - Debes saber que este lugar cumplirá lo que deseas, pero cualquier ilusión será solo una trampa.

Apenas fue capaz de procesar lo que acababa de escuchar. L, el gran detective que había pasado tanto tiempo persiguiendo a Kira, estaba allí, frente a ella, dándole una advertencia ominosa. La sensación de incredulidad la embargó, pero no había duda: su voz, su mirada, todo en él era inconfundible.

-¿Una trampa? - Logró preguntar, su voz apenas un susurro. - ¿Qué quieres decir con eso?

Él no apartó la mirada de la suya mientras le respondía, con ese tono calmado y analítico.

-Este lugar no es lo que parece. Puede cumplir tus deseos más profundos, pero a un precio. Todo lo que ves aquí puede ser una ilusión, un reflejo de lo que anhelas, pero esas ilusiones pueden atraparte y hacerte perder.

Palabras que provocarón un escalofrío a lo largo de su espalda. La idea de que este lugar, que parecía un refugio, pudiera ser una trampa, la llenó de temor.

-¿Por qué estás aquí? - Preguntó ella, intentando entender su presencia.

No respondió, él solo dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellos.

—Sígueme, Amane-san —su tono fue tan formal y distante que le recordó los tiempos en que ella solía ser la sospechosa principal de ser el segundo Kira a sus ojos—. Debemos encontrar la manera de salir de este lugar antes de que te atrape para siempre.

Pese a la confusión inicial y aún tratando de procesar la información, la presencia de L, aunque desconcertante, le daba una sensación de esperanza en su interior.

Estar en su compañía fue mejor que la soledad en este lugar.

Además, conocía sus habilidades e inteligencia, y lo capaz que él era. No hubo nadie mejor que pudiera brindarle ayuda.

Así que cuando él le dio la espalda para avanzar, sin dudarlo ni un segundo, emprendió la marcha detrás de él.

Dirigiéndose ahora por un rumbo contrario al camino por donde la supuesta figura de Light la había llevado, ella dio una última mirada, solo para contemplar cómo aquel árbol que casi la atrapó se marchitaba; su tronco, una vez fuerte y liso, actualmente crujía y se partía.

Sin querer ver más cómo esa vida se escapaba, apresuró su paso para tratar de alcanzar a L.

FIN DEL PRÓLOGO... CONTINÚA EN EL CAPÍTULO 1.