Capítulo 4: La realidad en el castillo parte 2
Esa canción la conocía muy bien, era la de su hermano Joel, la canción de cuna que creó exclusivamente para hacerlo dormir -Espera que estas ha…- Era relajante, demasiado relajante, ya no podía pensar bien, sus ojos pesaban y finalmente se cerraron.
Sonrió victorioso al verlo dormir -Aún funciona- Acaricio su cabello con ternura, dormido su hijo se movió hacia él colocando la cabeza en su hombro, apegándose y pasando un brazo por encima de su pecho como cuando era un niño -Supongo que ese instinto primigenio nunca lo abandonara- murmuró, recordó la conversación casual que tuvo con su hijo mayor Joel después de que Lucifer volvió a ser un adulto y regreso al infierno.
"-A pesar de los años que mi hermano ha estado en el infierno hay ciertas costumbres que siguen siendo igual- sonrio.
Hace mucho que no veía esa sonrisa algo infantil y traviesa en su hijo mayor, ya que siempre suele estar ocupado y preocupado con la administración del cielo -¿Qué es Joel?-
Dejó en el escritorio los papeles que estaba revisando -Cuando se desmayó después del juicio y lo acostamos en la cama de mi hermana, bueno después ella extrañamente se durmió y los acostamos juntos- estaba estableciendo el escenario.
-Si lo recuerdo- Se tocó el mentón -Aunque en realidad, después de reflexionarlo un poco, supongo que ambos quedaron agotados por ese trato que hicieron- su hijo parpadeo confundido -Lo siento… continua-
-Si… bueno… ambos… apenas dejamos a mi hermana en la cama se juntaron y se abrazaron, como cuando eran más pequeños… bueno en realidad cuando él seguía aquí porque siguen siendo pequeños- se burló -Siempre que dormían juntos hacían eso… se buscaban el uno al otro para abrazarse-
-Eso es tierno- sonrío -Aunque por lo visto ella lo ha visitado de noche también, así que esa costumbre supongo que la han mantenido… Ya sabes lo cercanos e inseparables que son-
Su hijo reflexiono un momento -Supongo… Pero…- Levantó su dedo índice -En esa misma ocasión, cuando me quede con ellos, me recoste en la orilla mientras leía y los vigilaba, mi hermano después de varios minutos se acercó a mí- había cierta emoción y orgullo en su tono suave -Me abrazo y se acomodo igual que cuando era un niño y dormía conmigo- Era evidente que esa experiencia lo hizo muy feliz -Claro… después despertó y se sintió horrorizado… lo que fue muy divertido-"
Ahora comprendía la emoción y felicidad que debió sentir su hijo mayor, porque la sentía en ese momento. En la siguiente reunión podría comentarle esta experiencia similar que está teniendo en este momento, en esas conversaciones casuales que suelen tener con un café y galletas mientras chismean.
-Sigue siendo tan pequeño- Reflexiono en voz baja, él y su hija son los más bajos de la familia con cerca de un metro cincuenta y no es precisamente por ser los menores, ya que Miguel es solo una década mayor y mide casi dos metros, siendo más alto que los tres hermanos mayores que le siguen, sin darse cuenta su mente se desvió y comenzó a analizar las alturas de sus hijos, era un misterio para él la diferencia de sus alturas o sus apariencias en el sentido de que te tan joven o mayor se ven.
Sintió algo húmedo y tibio en su pecho, miró a su pequeño, lo estaba babeando. Uno de sus ojos tiritó -No puede ser- murmuró, debió prever que seguía haciendo eso.
El sonido circense del teléfono de Lucifer invadió la habitación, por inercia contestó sin abrir los ojos -Hola Bee… ¿Hoy?... No lo sé- bostezo -De acuerdo… de acuerdo… iré- Colgó y se acomodó un poco más, entonces lo recordó. Abrió los ojos de golpe -¡Oh mierda!- su cara se colocó dorada al darse cuenta que se había dormido abrazando a su Padre y que lo había babeado.
-Samael… cuida tu vocabulario-
-Estamos en el infierno… Soy el rey del infierno y un adulto… No puedes regañarme por eso Padre-
Levantó algunas de sus cejas -¿Estás seguro Samael?-
Guardó silencio, no discutirá con él, en el cielo lo había visto regañar a Azrael por su vocabulario y eso que es por lo menos casi diecisiete mil años mayor que él, se levantó -Eso no importa… Continuemos con el recorrido… debo hacer algo- Murmuró lo último. Se levantó, salieron de la habitación y avanzaron hasta una puerta no muy lejana doble con dos tonalidades de rojo en franjas verticales alternadas -Espérame aquí… no tardo- sonrió nervioso.
La curiosidad lo invadió, si bien los humanos y muchas otras criaturas aún pensaban en us omnipotencia, la verdad es que había 'desactivado' esa habilidad después de crear a su hijo Rafael, saber en cada instante lo que hacían sus hijos le parecía horriblemente aburrido, sin sorpresas todo carecía de sentido, aunque de haber conservado aquello posiblemente hubiese evitado que su hija hubiese pasado esa desagradable experiencia en Edén y que su hijo fuese manipulado para darle la manzana a los primeros humanos. Pero eso ya no lo podía cambiar, entre abrió con suavidad una de las puertas y quedó atónito -¿Qué es esto Samael?- En la habitación con aspecto circense habían posiblemente miles patitos de goma, analizó cada detalle.
-Padre te dije que esperes afuera- sacó rápidamente del librero un grueso álbum de fotos, sacó a su padre y en el pasillo le propuso de forma natural -Te lo cambió por el de Joel- Sonrió ajeno a las ideas que su progenitor se había hecho al ver su taller, sentía una real curiosidad por ver a su hermano mayor de niño y si podía sacar una foto de alguna foto vergonzosa aún mejor.
Él pensó un momento, no diría nada aún, esperará hasta el momento indicado -Está bien hijo, intercambiaré el álbum de Joel y Gabriel- sonrió traviesamente, sus hijos menores claramente habían heredado eso de él, aunque jamás lo admitirá. Hizo aparecer ambos álbumes en su mano derecha y los agitó con suavidad tentandolo -Si agregas algo para beber y comer mientras veo el álbum de mi nieta… Lo que hagas mientras dure el intercambio… Ciertamente no es mi problema- Notó el brillo en sus ojos, lo tenía.
-Hecho-
En el comedor casual junto a la cocina Lucifer dejó en la mesa redonda dos copas y un vino tinto que su hermana le trajo del cielo hace algunos años, sabe que es uno de los favoritos de su Padre. Dejó en el horno unas pequeñas empanadas de coctel cortesía también de su hermana, un regalo que la tierra dijo aquella vez.
-Hermano debes comer algo- Ella dijo con ese típico tono y postura de regaño apuntando con su dedo demasiado cerca, entre sus ojos. Si bien ella es por unos centímetros más baja que él, suele ser intimidante cuando está molesta -Sabes que a pesar de ser seres celestiales Padre nos hizo con la necesidad de comer y dormir de vez en cuando- Cruzó sus brazos.
-Pero…-
Frunció el ceño -Nada de peros… Tienes Te traje el pack completo, una congeladora con gavetas y cajas con comida congelada de primera calidad de diferentes países del mundo humano- irradiaba orgullo -Así qué no tienes excusa, cuando tengas hambre simplemente saca algo y comes si te da pereza cocinar… Pero debes comer algo… Prométeme que al menos comerás una vez al día-
Suspiro, no discutirá con ella después del esfuerzo y preocupación, se acercó a ella observo por unos segundos esos ojos de diferentes tonalidades de azul que tiene, azul claro el izquierdo como los que él tenía en el pasado y azul oscuro como los de su hermano guerrero el derecho -Gracias por siempre estar preocupado por mi hermanita- la abrazo.
-Siempre- Respondió ella con suave tomo correspondiendo el abrazo.
Sonrió al recordarla -Bien Padre- Sirvió vino en ambas copas -Pronto estarán listas las empanadas… Es momento del intercambio- Deslizó hasta él el álbum de fotos de su hija.
El gran creador hizo aparecer dos álbumes uno lila y otro gris claro -Tus hermano no saben sobre esto aún-
-¿A qué te refieres?- ladeo la cabeza confundido hacia la derecha.
-No saben que idee una forma de convertir mis recuerdos en fotografías, por lo tanto desconocen la existencia de estos álbumes- Eso era revelador -Bueno, tus hermanos no lo saben por que tu hermana si- Eso era esperable -De hecho ella me dio sin querer la idea-
-¿De verdad?-
-Sí… Me dijo: 'Es una lastima que no existieran las fotos cuando éramos niños, tendríamos tantos recuerdos… ¿Los recuerdos no se pueden convertir en fotos?' y bam… Estuve días intentándolo hasta que lo conseguí… Si lo deseas te puedo enseñar, tu eres el único de mis pequeños que heredó la magia de creación del tipo necesario-
Los ojos del rey del infierno se iluminaron -Eso suena demasiado genial- Miles de ideas pasaron por su mente, por primera vez desde hace miles de años estaba emocionado por crear.
-Son todos tuyos hijo mío… úsalos sabiamente- Sonrió con picardía mientras extendía los álbumes de los hijos que habían cuidado a Samael en su infancia/adolescencia.
Con las manos tiritando de la emoción, no odia y no tiene resentimientos contra ninguno de sus hermanos pero poder fastidiarlos un poco lo emocionaba, tomó los álbumes, el lila sabe sin abrirlo que corresponde a su hermano mayor -Esto es oro puro- saco su celular y comenzó a fotografiar las imágenes que parecían interesantes, algunas las usará para avergonzarlos otras sólo para mirarlas en su momento de fragilidad.
Su nieta era perfecta, las fotos de su infancia reflejaban a una niña feliz y plena, en muchas de esas fotografías podía ver a su pequeño Samael en las expresiones y sonrisas, con su magia hizo aparecer la empanadas en un plato ya estaban listas pero su hijo claramente estaba perdido entre el vino y las fotografías de sus hermanos -Samael… ¿Por qué hay tantos patos de hule en ese cuarto?- preguntó casual mordiendo una empanada de queso y camarón, analizando una fotografía de su nieta en los brazos de la primera mujer.
-¿Eh?- analizo la pregunta- Es sólo un tonto pasatiempos Padre- Respondio indiferente.
Sabe que hay algo más -¿Cuándo comenzó ese pasatiempos?-
Pensó en sus posibilidades, simplemente podría no responder o decir alguna mentira, pero para qué -Cuando Lilith me dejo- respondió bajando la mirada y cambiando automáticamente el ambiente a su alrededor.
-¿Ella se llevó a Charlie?- su hijo asintió -¿No te dejaba verla-
Desvió la mirada -No… Pero estaba bien… fue por el bien de nuestra hija- Trato de sonreír, pero el dolor era evidente-
-¿Por qué se fue?-
Suspiro, jugó con sus manos y se quedó pegado en ellas. Tuvo un pequeño debate interno hace poco, había reconectado con su familia del cielo, aún había algo de reticencia hacia su familia -No se si deba…- susurro inseguro.
-Lo siento… si te incomoda no estás obligado a decirme hijo- Levantó la mirada -Pero quiero que sepas que estoy dispuesto a escucharte y apoyarte en lo que necesites… Sé que fui un mal Padre y que te abandoné, pero eso no volverá a suceder y quiero estar para ti-
Por años había deseado escuchar esas palabras y ahora no estaba seguro que decir o cómo reaccionar -Gracias Padre- murmuró con voz suave.
Se levantó y lo abrazó completamente, apoyando en su pecho la cabeza mientras acariciaba su cabello -Esto es real hijo… estoy aquí para ti-
-Gracias Padre- Se apartó un poco de él -¿Te gustaría acompañarme a un lugar diferente? Uno más divertido y lejos de toda esta carga emocional negativa- No estaba seguro de si se arrepentiría en el futuro cercano pero quería hacerlo.
-¿Por qué no?-
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En el cielo, Joel y Gabriel estaban en la oficina del mayor revisando unos papeles para la siguiente reunión, la última del día antes de poder regresar al castillo y descansar. Las notificaciones de sus celulares habían estado sonando repetidamente los últimos diez minutos, algo había sucedido al parecer. Sin embargo, las ignoraron para poder terminar pronto este día.
La puerta de la oficina se abrió de golpe, ambos dieron un salto al escuchar la puerta azotarse.
-¿Qué sucede Azy?- Preguntó intrigado Gabriel al verlo con una expresión entre sorprendido, preocupado y divertido.
-Az… Sabes que no debes entrar así a mi oficina- lo regaño Joel con el ceño fruncido.
El pelinegro sonrió -¿No lo han visto cierto?-
-¿Ver qué?- Preguntaron ambos extrañados.
Leo apareció detrás de su gemelo -Al fin alcancé- murmuró cansado -Azy te dije que no los molestes- lo regaño cruzándose de brazos.
Su gemelo peliazul es una cabeza más alto que él, siendo el más alto de todos y uno de los más rígidos -Oh… vamos Leo, deben saberlo- Los miro divertido -Deberían ver el video que envió nuestro querido hermano pequeño al grupo 'Hermanos y hermana'- El nombre del grupo de chat no es del todo original, pero ahí sólo estaban los nueve.
Ambos parpadearon mirandose, la curiosidad los pico, no es usual que su hermano pelinegro los interrumpa sólo para ver un vídeo. Joel tomó su celular, en el grupo 'Hermanos y hermana' habían por lo menos cien notificaciones -¿Por qué hay tantas?- murmuró el mayor extrañado por la cantidad, ignoró los mensajes escritos y dirigió su atención al mencionado vídeo, sus pupilas se expandieron por la sorpresa.
-¿Esto es real?- Gabriel estaba impactado por la sorpresa.
