Bianca estaba acostada sobre Charles en algún jardín del Olimpo donde no pudieran ser molestados.

Probablemente a Charles se le estaba durmiendo la pierna, pero no lo veías quejándose.

—Me puedes quitar cuando quieras —señaló Bianca.

—No lo voy a hacer —dijo el chico encogiéndose de hombros—. Estás cómoda.

Bianca sonrió —Es que tengo una muy buena almohada.

Pero a pesar de sus palabras se levantó, quería que su novio pudiera estirar bien las piernas.

Novio, que palabra tan extraña. No llevaban mucho tiempo de relación, pero al mismo tiempo parecía que había estado con él desde siempre.

Y era verdad, prácticamente habían sido amigos durante toda su vida. Siempre pregrados al costado del otro, sus papás les decían que parecían unas pequeñas sanguijuelas.

Bueno, hubo un momento en el que no estuvieron tan juntos.

—¿Te acuerdas de aquella pelea que tuvimos? —preguntó Bianca.

Charles frunció el ceño —Me acuerdo, dijiste que jamás en toda la vida querías volver a ser mi amiga.

Bueno, fue un poco dramática.

—¿Alguna vez pensaste que estuviéramos aquí? ¿Así?

—Lo esperaba, pero no pensaba que tenía oportunidad, al menos hasta después de la pelea —dijo Charles con una pequeña sonrisa tímida.

Bianca no pudo evitar burlarse, ¿que Charles no tenía la oportunidad? Era el único que en realidad tenía oportunidad, la pelea había sido por eso —una pelea absurda que a sus papás les gustaba sacar a colación cuando contaban "anécdotas divertidas"—. Cuando tus propios padres te hacen burla, sabes que exageraste o como a ella le gusta llamarlo, sacó su lado legado de Apolo.

Todo empezó cuando Charles tuvo que hacer un trabajo en parejas con una niña de Venus, a la que se le notaba que él le gustaba, pasaban demasiado tiempo juntos y él no parecía darse cuenta de que esa niña era cada vez más descarada en sus coqueteos y a Bianca eso no le gustó para nada.

Cada que se ponían a trabajar Bianca aparecía casi mágicamente para ser la tercera rueda, pero un día, de la nada, Charles le reclamó sobre eso, dijo que tenía que dejarlo hacer su vida, que tenía que entregar un trabajo y que Bianca lo deconcentraba mucho, tenía razón, por supuesto, pero ella no se lo tomó muy bien.

Ese día salió gritando y jurando de la biblioteca que nunca más sería su amiga, aunque al menos no juró por la Laguna Estigia.

Llegó llorando a su casa, sus papás se preocuparon por un segundo y luego, ella está segura que se rieron a su costa —aunque no frente a ella, al menos—, fue la peor semana de su vida, deambulaba por su casa y la escuela como si fuera un fantasma y por lo que supo gracias a su mejor informante (Zoé) Charles actuaba de la misma manera.

Sus padres y los de Charles se aburrieron de sus tonterías, así que un día simplemente y con engaños, los obligaron a hablar, fue humillante, pero recuperó a su mejor amigo.

Sonrió ante el recuerdo y dijo —Nadie más que tú tenía oportunidad.

Charles se sonrojó y le dió una sonrisa brillante —Me alegra, habría sido incómodo no estar en la misma página.

Después de toda esa tontería, Bianca entendió que se había puesto celosa y una charla con su tía después, entendió que estaba sintiendo. Durante ese año, parecía que los sentimientos se hacían más grandes, tan grandes que parecían que en cualquier momento se escaparían de donde los tenía retenidos.

Pero eso no podía pasar, porque había la posibilidad que Charles no sintiera lo mismo y arruinar su amistad no era una opción, prefería tenerlo como amigo a no tenerlo en lo absoluto, probablemente sería horrible una vez que encontrara una novia, pero al menos seguiría en su vida y eso era algo bueno.

Aunque cada vez los sentimientos se fueron haciendo más evidentes, una mirada que duraba más de lo normal, la sensación de mariposas cada que lo veía y ese hundimiento del estómago cuando no lo hacía, los toques y abrazos que se estaban volviendo más comunes, los halagos sorpresivos. Todos los llevaba a un mismo lado.

Lamentablemente ambos se tardaron un poco de tiempo en admitirlo, lo que los llevó al ataque. Durante los días que pasó sola con Esperanza sintió como todo su futuro se le escapaba de las manos. En lo más profundo sabía que sus padres no irían por ella, y aumentarle el dolor porque tampoco Charles lo hiciera, fue casi insoportable.

Cuando lo encontró, pudo respirar otra vez.

Pero el futuro se vio truncado, estaban tratando de sobrevivir, estaba juntos, pero solo había una ira latente dentro de ella, un deseo de venganza que parecía haber desplazado a las otras emociones. Durante esos días —semanas—, vio como todo lo que imaginaba se iba al demonio, se dio cuenta que no importaba cuánto lo amaba, porque no iba a ser suficiente.

Cuando llegaron aquí tuvo un poco de esperanza, aunque no quería volver a sufrir, pero aun no podía ver un futuro juntos.

Luego las cosas cambiaron un poco, sus padres aunque no la conocieran la ayudaron a sacar esa ira y volver a dejar pasar a los otros sentimientos, todavía estaba ahí latente, pero ya no ocupaba tanto espacio, Charles parecía llenarlo todo.

Luego ya no hubo secretos de ningún tipo, ambos se confesaron y por fin pudo volver a ver el futuro. Todavía estaba empañado por el dolor, pero volvía a tener esperanza y tal vez, eso era lo único que necesitaba.

—Te amo —soltó Bianca de repente, por un segundo se quedó congelada, era la primera vez que lo decía.

Charles le dio la sonrisa más brillante que pudiera existir, es que le hacía un pequeño hoyuelo en la mejilla y dioses —Yo te amo más.

Bianca le sonrió hasta que le dolió la cara y lo besó.

El futuro todavía estaba empañado con incertidumbre, todo podría cambiar en cuanto acabaran los libros, pero por ahora, podía conformarse con el presente.

Tenía todo lo que necesitaba.