Capítulo 11:
La Decisión del Bufón (Parte 2)
Yuya sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
¿Realmente Hoshiyomi había dicho lo que había dicho?
¿De verdad quería alejarlo del patrocinio?
—¿Por qué...? —
Sus ojos se llenaron automáticamente de lagrimas, ¿había hecho algo mal? ¿No fue suficiente todo lo que ya había hecho en esos días?
Sus labios se apretaron en un gesto amargo.
¿Se mostro inferior a su compañero Astral que usaba las invocaciones XYZ, y esas extrañas cartas que él llamaba números?
Sí era eso, ¡él podía arreglarlo!, solo necesitaba tiempo.
Aprendería y derrotaría a sus rivales.
Y entonces, ¡Hoshiyomi volvería a ver lo que había visto en él!
Pero hasta que ese momento llegara él...
—¿P-Por qué deseas retirar el patrocinio? —
—¡No deseo retirarlo! —
Admitió Hoshiyomi, casi tan estridente que el director dio un salto sobre sus propias rodillas.
El golpe que le secundo se escucho tremendamente doloroso, pero aun así ambos hombres seguían enfrascados uno con el otro.
Por supuesto, y como ya lo había dicho Hoshiyomi, él no deseaba retirar su patrocinio, de hecho esa era su ultima opción, pero no pudo evitar decir aquello a petición del mismo director.
Cuando el director Shuzo le hablo, le expreso lo preocupado que estaba por Yuya; hizo hincapié en que casi no descansaba y le exagero que Yuya había colapsado por cansancio.
Hoshiyomi no necesito mas que eso para lanzarse hasta la humilde escuela de duelos, sin embargo en ningún momento pensó en abandonar a Yuya.
¡Jamas!
No obstante, también era consiente que algo debía de hacerse.
No podía dejar a Yuya colapsar ante la exigencia y el cansancio.
Y por eso, había soltado esas palabras.
Quería que de ello se basara la decisión de Yuya de escogerlo a él sobre lo demás, pero no espero que la mirada de Yuya se llenara de pánico y dolor.
—¿Entonces por qué...? —
—Yuya... —
Llamo Hoshiyomi, sentándose a su lado. Alcanzando sus manos.
Los ojos de Yuya estaban húmedos, y aunque Hoshiyomi se sentía culpable por empujarlo, tenía la obligación moral de hacerlo.
No podía permitirse que Yuya sufriera mas allá de eso, y mucho menos que su cuerpo colapsara por forzarlo, así que le dio una inigualable calidez a su voz.
—Me temo que debes tomar una decisión. —
—¿Una decisión...? —
—Yuya, no puedes seguir creyendo que podrás con todo este trabajo. La escuela formal, la formación en los duelos y el patrocinio te están consumiendo. No podrás con todo. —
—¡Eso no es cierto...! —
—Ahora mismo estas en cama, no puedes negar ese hecho. —
Yuya bajo su cabeza, mientras retenía las lagrimas que luchaban por salir.
—No te estoy culpando, Yuya. A lo que me refiero es que tendrás que renunciar a una de las tres. —
—¿Renunciar? —
El tono de Yuya era frágil, y aunque Hoshiyomi intento permanecer sereno, le fue imposible querer consolarlo.
—Yuya.. —
Alzo el rostro que mas amaba con su pulgar.
—Sé que suena difícil para ti el tener que elegir entre todo lo que te gusta y lo que quieres, pero debes entender que esto es necesario. —
—¿Necesario? ¿Cómo podría ser necesario? Hoshiyomi si tu me ayudas, ¿no podría encontrar una manera? —
—Ahora mismo te estoy dando una manera. —
—¿Haciéndome elegir? —
—Exactamente. —
—¡...! —
Tal vez la mente de Yuya no concebía que la forma de Hoshiyomi era la correcta, pero Shuzo que ya se había recuperado, se lo hizo saber de la única forma que él podría entender.
—¡Yuya! — Su voz como siempre fue apasionante. —¿Como puedes dudar en un momento tan importante? ¿Que acaso no lo puedes ver? ¡El Señor Tsukumo esta preocupado por ti! ¡Niño, esta bien tener duelos y entregar lo mejor a las personas para hacerlas sonreír, ese fue el trabajo de tu padre...! ¡Pero también esta bien descansar y verse a sí mismo! ¿No te has puesto a pesar que si colapsas nadie va a sonreír? —
—Director... —
—En lugar de estar pensando en lo que has fallado, ¡debes de pensar en como es que vas a recuperarlo! ¡Yuya eres mi mejor estudiante! Pero incluso a sabiendas de eso, tu ya tienes un camino labrado, ¿no es cierto Señor Tsukumo? —
—Sí, es así. —
—Entonces se fuerte y toma el camino que se te ha ofrecido. —
"El camino que... "
Yuya alzo una vez mas su mirada, y notando como es que las lagrimas escurrían por los ojos del director, el tampoco pudo retener las suyas.
—Maestro... —
—¡Yuya! —
La sonrisa de Shuzo jamas fluctuó.
—Tanto tu como yo sabemos cual es la decisión que debes tomar. No puedes abandonar la escuela formal, mucho menos la oportunidad de tener tu patrocinio, entonces... ¡Entonces...! —
Hoshiyomi se hizo a un lado, y dejo que maestro y alumno se tomaran de las manos. Con ojos llenos de lagrimas y caras complicadas.
—Deberás abandonar la escuela de duelos por tu propio bien. —
—¿Abandonar la escuela de duelos? ¿El legado de mi padre? —
—¡Mocoso! Este no es el legado de tu padre, tu padre dejo su legado contigo, en tu sangre. —
Shuzo señalo el corazón de Yuya, para luego tratar de limpiar sus lagrimas.
—Esta escuela es verdad que fue abierta gracias al apoyo de Yusho, y es verdad que se rige con sus nobles creencias, pero... Esta escuela es y sigue siendo mía, así que decir que es la escuela de tu padre es incorrecto, porque hasta donde yo tengo conocimiento, quien paga el mantenimiento sigo siendo yo. —
—... —
—Así que no deberías sentirte culpable. Yuya, esta escuela te ha formado desde que eras un niño, pero ahora es momento de que abras tus alas a nuevas posibilidades. —
Shuzo giro su cabeza hasta Hoshiyomi, como si quisiera mostrarle a Yuya lo que él como adulto, podía ver.
—Hoshiyomi te ha brindado una oportunidad que yo jamas podre darte, y aunque me gustaría que lo rechazaras para quedarte, ¿cuando realmente es que obtendrías un nuevo chance? —
Shuzo negó con su cabeza, mientras sus lagrimas se detenían.
—Estoy seguro que tu padre también estaría de acuerdo con mis palabras, Yuya. ¿sabes que es lo mas importante en este mundo? —
"¿Lo mas importante de este mundo?"
Yuya pareció meditarlo por un momento.
¿Qué era lo mas importante en el mundo?
Su mente se sentía en blanco.
¿Podría decir que los duelos y las sonrisas?
No, eso sonaba a una respuesta que su padre daría pero ¿Él?
¿Para él que era lo mas importante en el mundo?
¿Los duelos? ¿La paz? ¿El entretenimiento?
¿Qué...?
Yuya frunció su ceño.
¿Acaso había algo que fuese tan importante ademas de los duelos y el entretenimiento?
Parecía de locos decir algo mas, pero aun así intento darle una respuesta al hombre que le esperaba con paciencia.
—¿...La felicidad? —
Shuzo que escucho semejante barbarie, se carcajeo.
—¿Dije algo mal...? —
Yuya cuestiono y mirando por el rabillo del ojo como es que Hoshiyomi reía igual, se avergonzó.
¿No eso era lo que Shuzo quería que contestara?
Shuzo por el contrario negó con aire renovado.
¿Como podría explicarle al cabeza hueca que tenia al frente? Tarareo por unos segundos y luego de deliberarlo rápidamente, al final pudo decirle lleno de convicción.
—Yuya, tú eres lo mas importante. ¿Cómo puedes olvidarte de ti mismo en una situación así? —
El sonrojo que Yuya estaba controlando, triunfo una vez surco su rostro.
"¿Yo soy lo mas importante...?"
Yuya estaba estupefacto, tal parecía no podía creer que Shuzo le dijera aquello, pero era cierto.
Para Shuzo, Yuya era importante. ¡Era el hijo de su mejor amigo! Así que, ¿como no iba a tenerlo en alta estima?
Ambos habían caminado uno al lado de otro como maestro y estudiante, entonces ¿cómo es que Yuya siempre se olvidaba de sí mismo?
—Yuzu siempre me dice que eres un tonto sin remedio, en estos casos, creo que debo creerle. Yuya, eres y siempre seras lo mas importante. ¡Recuerda eso! Así que toma la decisión que creas correcta, no por los duelos, no por tus amigos, y no por el sueño que era de tu padre. Hazlo por y para ti, por tener un mejor futuro. —
—Maestro... —
—¡Y mas vale no te arrepientas porque de lo contrario, te buscare y te golpeare tan fuerte que me preguntaras que ha sucedido! ¿Me escuchaste? —
Yuya sentía todo un torbellino en su interior, su cuerpo estaba tenso y su corazón martillaba en su cabeza, pero aun con todo ello, asintió como su maestro esperaba pudiera hacerlo.
Con una reacción tan apasionada, como el otro había sido siempre.
—¡Si! ¡Lo prometo! ¡Prometo que me hare mas fuerte! ¡Prometo que cumpliré mi sueño! ¡Y prometo que jamas voy a arrepentirme de esta decisión! —
—¡Yuya! —
Shuzo chillo con lagrimas surcando su rostro, estaba tan orgulloso.
—¡Director! —
Así que dándole un empujoncito, Shuzo grito lleno de entusiasmo.
—Ahora que has decidido. ¡Sakaki Yuya, estas expulsado! —
—...¿Qué? —
La carcajada limpia de Hoshiyomi se escucho por el recinto, pero nadie dijo nada al respecto.
¿Había sido difícil decirle a Shuzo que debía irse?
Yuya pensaba que sí. De hecho, estaba seguro de que había sido lo más doloroso que había experimentado hasta ahora.
Sin embargo, descubrir que el día ya no era martes sino miércoles, y que había dormido hasta la tarde del día siguiente, lo dejó aturdido.
Apenas lograba procesar lo sucedido cuando Yuzu apareció frente a él, con el rostro encendido y lágrimas empapando sus largas pestañas.
Yuya sabía de inmediato que Yuzu ya estaba al tanto de su decisión.
De otro modo, ella lo habría abrazado al salir del salón de descanso, como siempre hacía.
—Yuzu... esto... —Murmuró, con dificultad.
Hablar con ella era incómodo, pero Yuya sintió que le debía una explicación.
Se esforzó por contarle todo: cómo Hoshiyomi había propuesto cancelar el patrocinio, cómo Shuzo había rechazado la idea sin dudarlo, y cómo, al final, él mismo había tomado la decisión de marcharse.
A medida que hablaba, Yuya intentaba limpiar las lágrimas de su amiga.
—Es difícil para ti también, ¿cierto? —Le dijo, con una sonrisa vacilante.
Yuzu lo miraba fijamente, sus ojos aún llenos de lágrimas.
—Yuzu... Sé que habíamos acordado convertirnos en un dúo dinámico, pero... creo que voy a adelantarme. —
La reacción de Yuzu fue inmediata.
—¿Vas a adelantarte? —Repitió, su voz cargada de emociones difíciles de descifrar.
Yuya le restó importancia. Siempre había visto a Yuzu como alguien fuerte y decidida. Estaba seguro de que lo entendía.
—Yuya, ¿prometes que regresarás? ¿Con nosotros... conmigo? —
Había hecho esa promesa antes, y repetirla le resultó sencillo.
—Por supuesto —Respondió, con convicción.
El aire era cálido y tranquilo, y el graznido de algunas aves se escuchaba a lo lejos.
Sin embargo, aunque Yuya sentía que dos corazones amigos se separaban por las vicisitudes del destino, no percibió lo que se gestaba en silencio.
—Bien, entonces... debo irme. —
Yuya se despidió mientras más niños se reunían a su alrededor, muchos de ellos llorando.
Era una escena conmovedora, digna de arrancar lágrimas a cualquiera.
Cualquiera, excepto a Hoshiyomi.
Para él, los sentimientos que envolvían esa despedida le eran ajenos, distantes, casi irrelevantes. Sin embargo, mientras su mirada recorría el grupo, algo oscuro y perturbador llamó su atención.
La neblina que cubría los ojos de Yuzu.
Esa mirada no era la de una amiga que aceptaba resignada una separación temporal.
Era algo más profundo, más peligroso.
"¿Debería preocuparme? Ella, después de todo, es..."
—¡Hoshiyomi! —
La voz de Yuya lo sacó de su ensoñación.
El joven lo llamaba con una sonrisa radiante, acercándose a él.
—¿Podrías venir un momento? Los demás quieren conocerte. —
—¿Qué...? Ah, sí. —
Hoshiyomi asintió y caminó junto a Yuya. Pero, antes de irse, volvió la vista atrás.
Yuzu ya no estaba allí.
La sombra de su ausencia pesó más que las lágrimas de los demás.
En el edificio central de las Industrias Arckumo, la atmósfera era sofocante. Tokiyomi, de pie frente a su mayor, sostenía en sus manos una carpeta cuyo contenido lo hacía temblar.
Frente a él, Astral, con una forma juvenil y terrenal, lo observaba con un aire solemne, casi trágico.
—Esto... esto es... —Murmuró Tokiyomi, su voz tensa, cargada de incredulidad y angustia.
Sus manos temblaban mientras pasaba página tras página, leyendo los detalles del informe. Cada línea era como un puñal en el pecho.
—¿Por qué...? ¡¿Por qué algo así?! ¡Tío! —
El grito desgarrador de Tokiyomi resonó en la sala, y sus lágrimas empezaron a caer con fuerza.
Astral no lo detuvo. No lo regañó por su exaltación ni le pidió calma. No podía hacerlo. Él entendía el peso de esa verdad.
El informe detallaba cómo Heartland, la ciudad que ambos habían llamado hogar durante siglos, había sido arrasada durante la guerra en la Dimensión XYZ. Las imágenes de destrucción, los testimonios de horror, todo estaba allí, crudo y sin filtros.
—¡AHHH! —
El grito de Tokiyomi fue de puro dolor, un grito que llenó el espacio con una desesperación palpable. Intentó cubrirse la boca con las manos para contener el sonido, pero la fuerza de su sufrimiento era demasiado grande.
Antes de derrumbarse, se aferró a Astral como a un salvavidas en medio de un océano oscuro.
—No es cierto, ¿verdad? —susurró, con la voz rota—. Nuestra ciudad... nuestra bella ciudad no está destrozada, ¿verdad? La guerra no pasó, ¿verdad? ¡Tío, dime que no es cierto! —
Pero Astral no respondió.
En su lugar, desvió la mirada, incapaz de sostener los ojos suplicantes de su sobrino. Alzó una mano temblorosa y la posó sobre la cabeza de Tokiyomi, acariciándola con una ternura que intentaba ser un consuelo.
Luego lo abrazó con firmeza, como si con ese gesto pudiera reconstruir todo lo que habían perdido.
Astral sabía que no había palabras para aliviar ese dolor.
Las imágenes de guerras pasadas llenaron su mente, recuerdos que creía haber enterrado pero que ahora resurgían con fuerza. Su cuerpo parecía fuerte, pero su espíritu se quebraba al sentir el peso de esa pérdida compartida.
Tokiyomi seguía exigiendo una respuesta, sus sollozos haciéndose cada vez más desesperados.
—Tío, ¿por qué no dices nada? —
Astral cerró los ojos con fuerza. No podía decirle lo que sabía. No podía pronunciar las palabras que confirmarían la devastación de Heartland. Pero más que eso, no podía hablar del nombre que estaba escrito en ese informe.
"Yuto."
El nombre de su hijo menor, grabado en ese documento como si fuese un epitafio.
Verlo ahí, como un simple registro más entre los escombros de la guerra, le destrozaba el corazón.
Había fallado como padre.
Y aunque lo había rescatado, aunque lo había encontrado después de años de angustia, nada sería igual.
"¿Cómo podré recuperarlo...?"
El silencio en la sala se volvió pesado. Astral, aún abrazando a Tokiyomi, dejó que el tiempo hiciera lo que él no podía: tratar de cerrar la herida abierta en el alma de su sobrino.
