Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.

Capítulo 35

Alice

Mordí mis uñas sin importarme mi manicura.

Y cuando un mechón de cabello cubrió mi cara lo removí con rudeza. Estaba enojada, frustrada, dolida, eran muchas emociones a la vez.

Me esforcé en no pensar y continué viendo fuera de la ventanilla del auto en movimiento, eran apenas manchas borrosas de edificios.

Miles de voces en mi cabeza resonaban al mismo tiempo. No podía entender con claridad lo que decían, hablaban todas a la vez. Y mi cabeza ahora mismo era un remolino.

― Detén el auto ―ordené al taxista. El hombre asintió y sin protestar estacionó frente a la acera del lujoso edificio que Renée me había dicho.

― ¿Qué hacemos aquí?

Le di una mala mirada al tipo Newton. Lo ignoré y bajé sin darle explicaciones, mi madre me había dado la dirección de la rubia que acompañaba a Bella.

― Por favor, Alice ―dijo el idiota de Mike―, sin cometer errores.

Me volteé hacia él. Era solo un estúpido abogado que carecía de astucia, un tipo con cerebro hueco y sin opinión propia. Nada que ver con su padre, al menos el señor Newton tenía la sangre fría para resolver todo a nuestro favor, algo que no podía esperar de este idiota.

― Quiero a la niña ―sisee―. Es mi hija y tengo derecho a tenerla conmigo, hay un maldito registro de nacimiento, tenemos pruebas que es nuestra. Entonces, me la llevaré.

Me encaminé hacia el interior de The Barfield. Caminé deprisa por el recibidor hacia los ascensores. No sabía siquiera cómo me veía ante los demás porque parecía que había captado la atención de todos.

Mis pensamientos no eran claros, pero sabía que necesitaba tener a Emmy.

― No hay forma de llevarla con nosotros ―murmuraba Mike detrás de mí. Ingresé al ascensor y él lo hizo conmigo, limpié bruscamente mis lágrimas.

― Ella es mía… de mi esposo ―sollocé.

― No es así. Ellos tienen una prueba contundente, no hay manera de alterar el ADN, la niña es suya.

― No ―negué. Deslicé mi espalda en la fría pared del ascensor y abracé mis piernas.

Emmy era de Jasper. Era un pedacito de él…

― Alice tiene que reaccionar. Estás teniendo una crisis nerviosa, has llamado la atención de los huéspedes y estoy seguro que han llamado a la policía. Necesitamos irnos de aquí antes de que sea tarde.

Levanté mi vista hacia Mike. Las lágrimas me impedían ver su rostro con claridad, aunque podía deducir que era muy joven quizá, unos años mayor que Bella.

― Mi hermana es una zorra ―articulé―. Se atrevió a acostarse con mi marido y terminó teniendo una hija con él, no conforme con eso la tuve en mi casa, para poderle quitar a su hija y así yo criarla, pero la perra nunca lo permitió ―negué― nunca me dejó cargarla y las veces que lo hice fue porque mamá me ayudó.

Sorbí la nariz.

― Bella no es lo que todos creen ―continué desahogándome― ella es una víbora rastrera sin sentimientos, porque no le importó todo el daño que me hacía. ¿Sabes que cuando parió no me permitió cargar a Emmy? Decía que yo no sabía hacerlo y Jasper no le decía nada, nunca lo hizo hasta que le reclamé que debía estar a mi favor, fue en el momento que él empezó a defenderme.

― Nos agarramos a golpes en más de una ocasión ―reí entre lágrimas al recordar―. Una vez me mordió el brazo porque le dije que me llevaría a Emmy al supermercado, no es buena como todos piensan. Bella es mala, cizañosa y una perra.

Mike suspiró pesadamente,

― Puede ser que tu hermana esté llena de defectos, así como todos lo estamos. No te has puesto a pensar que ella simplemente estaba defendiendo su maternidad… a su hija.

Me puse de pie con torpeza y lo enfrenté.

― ¿Estás de su lado? ―increpé.

― Lo que me doy cuenta es que estás consumida en una depresión de la cual eres vulnerable, Alice. Y estoy convencido que tu esposo es el culpable.

La puerta del ascensor se abrió en el cuarto piso. Salí de ahí sin dirigirle la palabra a Mike. Caminé por el pasillo mirando cada puerta, buscaba el número 112.

Cuando miré el número me detuve frente a la puerta. Sollocé nuevamente porque escuchaba las risas de Emmy a través de la puerta, por los ruidos parecía que corría y jugaba feliz con esa mujer quien también reía.

Pegué mi frente en la puerta y comencé a llorar con pesar.

Dolía mi alma y corazón.

Hice mis manos en puños y quise golpear la maldita puerta, quería aporrear la pared hasta que Emmy apareciera.

Yo sí la quería. Emmy despertó una ternura que no creí tener en mi interior, me desarmó al ver ese bulto regordete que lloraba por todo y nada, me llenó de un amor que jamás pensé tener en mi vida.

Yo sí la amaba por lo que ella era; una bebé hermosa que cuando por primera vez me dijo mamá la amé más… pero Bella nunca permitía que me llamara así ¿por qué?

― Alice… ―habló Mike Newton―. ¿De verdad no estabas enterada que la niña es de los Cullen? Es decir, de tu hermana y su esposo. Quiero creer en ti, en tu inocencia para poder ayudarte.

En mi cabeza podía escuchar la voz de Jasper: será mejor que mantengas tu distancia con Bella; hazla sufrir con tu desprecio; si la ignoras le provocaras dolor; yo siempre supe que Bella tenía exceso de envidia hacia ti.

Cubrí mi boca para acallar el sollozó que amenazaba con escaparse de mi garganta.

― Sé que mi padre hace favores sucios a gente sin escrúpulos ―comentó Mike, sabía que estaba detrás de mí―. El padre de Jasper lo buscó para resolver lo de una herencia donde convenientemente debía tener un descendiente, ¿estás enterada?

Mis lágrimas seguían descendiendo por mi rostro. ¿De qué herencia hablaba? ¿Qué herencia?

― No sé de qué hablas.

― Lo sospeché. Como te habrás dado cuenta, voy empezando mi carrera en abogacía y quiero hacerlo de la mejor manera posible ―argumentó Newton―. Aún no tengo experiencia suficiente para litigar, pero al menos quiero sentirme orgulloso de cada paso que daré. A lo que voy, es que no puedes permitir que termines en una cárcel por proteger a un hombre que no ha hecho nada por ti, te dejo sola, te envió como carnada y sigue escudándose en ti.

Lloré fuertemente y sin consuelo mientras mis nudillos tocaban la puerta. Quería ver a Emmy…

― Por favor ―susurré― déjame verla. Por favor… ―mi voz se cortó.

Pegué mi oreja a la puerta y el silencio del otro lado de la habitación, me asustó.

― Emmy… ―la nombré en un sollozo―. Emmy soy mamá. Por favor, déjame ver a mi niña, necesito verla. Emmy…

― Emmy, te extraño ―lloré.

Lloré amargamente porque no era mía, lloré de impotencia porque no podía abrazarla, ni siquiera verla. Lloré de dolor por no tenerla conmigo, lloré porque nunca tendría una bebé más hermosa que ella. Lloré fuertemente porque dolía mi pecho y todo dentro de mí dolía.

― ¿Alice Hale? ―dijo un hombre al acercarse. No lo volteé a ver, sólo sentí dolor cuando tomó fuertemente mis brazos y los llevó a mi espalda poniendo algo frío alrededor de mis muñecas―. Queda usted detenida.

― Yo soy su abogado ―respondió Mike Newton―. Alice, confía en mí. Tienes que decirme todo lo que sabes, ¿está bien?

Mis ojos seguían empañados en lágrimas cuando emprendimos el recorrido por el pasillo hacia el ascensor.

Vi a madre deshacerse en llanto cuando nos encontramos frente a frente, no le pude sostener la mirada y solo incliné la cabeza.

Ella me amaba exactamente como era.


Recuerden que hoy subí tres capítulos. ¿Qué opinan de Alice? ¿Quieren otro capítulo?

Gracias totales por leer