Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.
Capítulo 8
Tres años atrás…
No se podía distinguir nada a través de las ventanillas empañadas.
Menee la cabeza y suspiré.
Después de poner mi sostén, empecé a abotonar lentamente mi blusa sintiendo el sutil rubor cubrir mi rostro, podía sentir la mirada de Edward sobre mí mientras sus dedos se esmeraban en cepillar mi cabello.
Acabábamos de hacer el amor en su auto y mis mejillas aún se sentían sobrecalentadas por el momento.
Era la primera vez que nuestros deseos nos rebasaban y dábamos rienda suelta a nuestras hormonas. El lugar elegido había sido un parque solitario en plena noche.
Y no podía negar que me sentía la mujer más atractiva de este jodido planeta.
― Quiero que vivas conmigo.
Enfoqué mis ojos en su rostro y aprecié su hermosa sonrisa en medio de la penumbra que nos cobijaba.
Llevábamos tiempo hablando del mismo tema. Edward me había propuesto vivir con él y aún no le daba una respuesta concreta.
Mi reticencia se debía a que él ya se había graduado de ingeniería aeroespacial, tenía un trabajo, planes. En cambio, yo había iniciado mi segundo año de universidad en psicología, me habían dimitido de mi último trabajo, estaba por perder el pequeño cuarto que rentaba; mi padre acababa de tener un hijo con su ahora esposa; mi madre tenía miles de problemas con su última pareja y me usaba de paño de lágrimas.
Mi cabeza era un caos. Sin embargo, siendo consciente quería mandar a todos al diablo, deseaba solo enfocar mi energía en estudiar y amar a mi chico.
Inclusive mi monólogo interno de cada noche, me susurraba que no pensara más, ¡y no lo haría!
― Está bien ―pronuncié, enredando mis brazos en su cuello―. Acepto vivir contigo, pero con una condición ―sonrió ampliamente, arrastrando su nariz contra la mía― controlarás tus celos y me dejarás trabajar.
― Te apoyaré en todo, Isabella Marie ―descansó su frente en la mía―. Prometo ser el mejor esposo.
Estreché los ojos.
― ¿Mmm? no estamos hablando de matrimonio, sino de vivir juntos ―besé sus labios, él sonrió haciendo un puchero―. Tengo diecinueve años, no puedo pensar en ser esposa.
― Yo tengo veintitrés años y quiero una vida contigo. Tengo claro que tú estás en mi futuro.
Suspiré. Porque era exactamente lo que quería. Lo amaba con mi alma y no podía dejar de ilusionarme con pasar el resto de mi vida con él.
― Si continúas haciendo ese hermoso puchero, seguramente te diré que sí ―deslicé mis dedos por su pelo rebelde.
― Al menos ya conseguí que te mudes conmigo.
Vivir juntos…
Quería ponerme a gritar de felicidad. Sentía como mi pecho se inflaba de emoción porque viviría con él; empezaríamos una nueva aventura juntos, una hoja en blanco en donde plasmaremos un nuevo comienzo en pareja, probablemente con aciertos y desaciertos, pero siendo nosotros. Eran mil emociones a la vez.
― Tendré que avisarles a mis padres ―susurré al recordar a Charlie y Renée.
Edward tomó mis caderas impidiendo que me alejara de él.
― Hazlo cuando ya estés conmigo ―explicó, dejando un corto beso― no quiero que se interpongan y que empiecen con moralismos tontos.
― Papá no lo hará, ahora está centrado en su nueva familia. Te he contado que mamá es un caso distinto, ella está tratando de hacer lo mejor que puede a su manera.
La forma en qué Edward frunció los labios me dejaba saber que se molestaba cuando traía la conversación de mis padres. Él reprochaba que Charlie se hubiera hecho de otra familia y se desobligara de mí, así como tampoco estaba de acuerdo en que mi madre me llenara de problemas a causa de su ingenuidad.
― Alice es mi todo ―me adelanté en decir―. Es la mejor hermana que pude tener, es mi confidente, mi otra mitad. Realmente la amo.
― ¿Ya sabes algo de ella?
Negué.
Mi cuerpo entero se estremeció al escuchar sonar mi móvil. Edward resopló una sonrisa tomándolo en mano y mostrando la pantalla que se iluminaba con la imagen de mi madre.
― No quiero responderle ―musité a la vez que me aferraba a él besando su cuello.
Gimió tan alto que fue lo único que necesite para seguir aprovechándome de la piel de su cuello. Deslicé la punta de mi lengua detrás de su oreja y aprese su lóbulo entre mis dientes tirando suavemente.
― Lleva toda la noche llamando ―suspiró, estrellando sus labios con los míos.
Nuestro beso empezó apasionado; narices aplastandose, dientes chocando, lenguas disfrutando. Mis dedos arañaron sus hombros, se arrastraron por la camisa, subiendo por el cuello hasta que sujeté sus mejillas.
― Te amo ―dije, sintiendo cada palabra en mi corazón.
De nuevo mi celular nos interrumpió.
― Deberías responderle ―me tendió el celular. Lo tomé lanzándolo en algún lugar.
― Llévame a mi apartamento ―bajé de su regazo y me rodé al asiento continuo, bajando la tela de mi falda por mis muslos―. Desde ahí le llamaré mientras termino una tarea pendiente.
Asintió.
― Mañana pasaré a buscarte después de salir de la oficina. Quiero llevar tus pertenencias y que pases la primera noche conmigo.
― Te estaré esperando ―prometí, alargando mi mano hacia su cara y deslizando suavemente mis nudillos por su mandíbula―. A partir de mañana nada podrá separarnos, amor.
Edward me tomó la mano dejando un tierno beso antes de entrelazar nuestros dedos.
Puso el auto en marcha, sin soltar mi mano. Cruzamos una breve mirada de complicidad, no podía dejar de sonreír al pensar que mañana sería nuestro día.
Mañana.
Aquí empieza el pasado. Me duele pensar que ellos tenían planes juntos, pero ese mañana nunca llegó 😭 ¿quieren otro capítulo? Para quienes leen Dulce Tentación, esta semana actualizo, también viene capítulo de El vuelo de la mariposa, no se preocupen, ninguna historia se quedará sin terminar.
Gracias totales por leer
