Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.

Capítulo 26

― Lauren, cállate. Que todos nos están viendo.

Despistadamente vi hacia los comensales que ocupaban las mesas continúas. Era pleno mediodía, en el restaurante más popular y abarrotado de la ciudad. Ocupado en su mayoría por personas mayores que tan solo nos observaban con una expresión de molestia.

Lauren trató de controlarse y llevó las manos a su boca, acallando los gritos que había soltado. Estaba eufórica luego de contarle que Edward y yo estuvimos a nada de besarnos.

― No me puedo controlar ―susurró, aún cubriéndose la boca―. Puedo comprender perfectamente la emoción de ambos y ¡maldita sea! Debí haber llegado anoche para estar ahí, encerrarlos en una habitación bajo llave y mantenerlos ahí hasta que logren hablar y reconciliarse.

Negué.

― Cuéntame más… ¿qué hicieron después?

― Nada. Él se incorporó y le dio leche a Emmy mientras yo me hacía la desentendida.

― Son un par de tontos.

― Me doy cuenta de la lucha interna de tu primo ―conté―. Edward se debate entre seguir o no.

― Lo sé, pero no me has dicho, ¿qué sientes por él?, ¿qué te provoca?

Exhalé suavemente al tiempo que apoyaba la espalda en el respaldo de la silla, manteniendo en todo momento una sonrisa tonta mientras jugaba con el tenedor enterrado en el mousse de chocolate.

― Lo quiero ―confesé por lo bajo―. Nunca dejé de amarlo y te juro que vivir con él es un tormento. Cada que lo veo, siento que necesito abalazarme encima de él, besarlo, tocarlo y que ande sin camisa, no ayuda.

― ¿Por qué no lo seduces?

Levanté la mirada. Lauren era una chica soñadora.

― Y no te hagas que no puedes ―añadió Lauren―. Ahora te toca conquistarlo a él, no tiene nada de malo ¿o sí? Oficialmente están casados, son marido y mujer.

Me quedé escuchando los consejos de Lauren mientras meditaba. Era como tener un dejavu, justo de la misma manera que siempre me incitó a ser más coqueta cuando recién me presentó a Edward.

Ella no entendía que no se trataba de seducción sino de entablar una conversación donde no hubiera reclamos. Necesitábamos romper el hielo entre nosotros y que la confianza volviera a surgir de manera gradual.

Sin embargo, no tenía idea de cómo lograrlo. ¿Qué hacer para que Edward volviera a confiar en mí si ni siquiera me permitía hablar cuando se enojaba?

― No podemos basar nuestra relación en sexo ―respondí.

Lauren frunció los labios.

― Antes era así.

Menee la cabeza sin que la sonrisa se desvaneciera de mis labios.

― Estamos en otra etapa, Lauren. Una más complicada donde existe una niña en común.

― Puedo entender todo lo que has vivido y continúas padeciendo, Bella. Pero debes intentar relajarte, estás todo el tiempo estresada y a la expectativa de todo ―extendió su mano hacia mí, envolviendo mis dedos― no estás sola, nena.

Asentí lentamente.

Reconocía que ya no era más esa chica alegre de diecinueve años que compartió infinidad de momentos con ella. Ya no era esa Bella que llevaba una vida despreocupada y que solo quería poder graduarse de la universidad, ya no más.

― Tengo miedo de este silencio, Lauren. Es algo extraño en mi pecho ―miré hacia todos lados― cómo si estuviera siendo observada.

― No pasará nada, Bella. Mi padre se está haciendo cargo de todo, está leyendo hasta el mínimo detalle del caso para que ellos no puedan acercarse a ustedes.

Sujeté fuertemente sus manos confiando en sus palabras. Sabía que debería sentirme mejor, obtener un poco de tranquilidad al comprender que ellos estaban con nosotros, sin embargo esa molesta sensación de mi pecho no desaparecía.

― Gracias Lauren por ayudarme.

Ella rodó los ojos.

― Deja de agradecer y mejor dime qué harás un plan para conquistar al feo, ¿me lo prometes?

― ¡No haré tal cosa! ―exclamé ofendida, al menos fingiendo que me ofendía su idea. Lauren empezó a reír―. Y vámonos porque Edward no tarda en llamarme para decirme que ya me tardé.

― No deberías dejarte gobernar por él, las esposas jamás deben hacer lo que sus hombres les indican.

Me incorporé.

― Si no llegamos pronto. Emmy hará que Edward baile hula hoop a medio pasillo del edificio.

Lauren se puso de pie viéndome con rostro confundido.

― Déjalo. Es tiempo que sea el padre que Emmy necesita para ella, y si quiere que su papá se vista de princesa, que lo haga.

Podía distinguir la diversión en los ojos de Lauren, ella estaba imaginando la posible idea. Estaba convencida de que ella sería capaz de hablar sobre el tema con mi bebé y todo para que Edward termine avergonzado.

― Ni se te ocurra ―murmuré, caminando hacia la salida.

― Sabías que sueles quitarle la diversión a los días.

― No me importa, no molestaras a Edward.

La escuché resoplar. Era extraño haber pagado la cuenta del restaurante, aunque era el dinero de Edward, me sentía mejor que por primera vez fui yo quien la invitó a comer.

Mi loca y estresada cabeza venía tan distraída cuando salimos del restaurante. Volteé en busca de mi amiga que seguía parloteando, cuando mis ojos distinguieron a la mujer rubia que se aproximaba hacia nosotros.

Me quedé paralizada sin poder dar un paso más.

― Mamá… ―murmuré sin voz y señalando hacia la acera.

― ¿Quién? ―preguntó Lauren tocando mi brazo, pero viendo hacia donde señalaba.

― Renée ―pronuncié, cuando mi madre se acercó―. ¿En dónde has estado todo este tiempo?


Hola. ¿Qué piensan de Renée? ¿creen que sea una aliada o no?

Gracias totales por leer