Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.
Capítulo 27
― Hija… ―intentó abrazarme y yo me resistí, retrocediendo. Mi madre bajó los brazos a sus costados y me observó con resignación cuando me alejé―. Al fin logré alcanzarte ―dijo sin aliento―, te has estado moviendo demasiado rápido.
― ¿¡Me has estado siguiendo!?
Le semblante de Renée era confuso; sacudió la cabeza mientras se pasaba las manos por el pelo con evidente nerviosismo y sus dedos se encajaban en el cuero cabelludo tirando un poco de las hebras rubias.
― ¡Tenía que hacerlo! ―exclamó.
― Bella ―Lauren me tomó del brazo llevándome unos pasos atrás, me sujetó la cara para que la mirara―. Tienes que calmarte, estás llamando la atención de todos.
Arrugué el entrecejo y me encaminé nuevamente hacia Renée.
― Eres su cómplice ―la acusé―. Estoy segura que siempre supiste que Emmy era mía y no me lo dijiste.
Mi madre abrió los ojos visiblemente sorprendida y negó.
― ¿Qué dices? ―inquirió―. ¿Emmy es tuya? ¿tu hija?
De mis labios asomé una sonrisa hipócrita al verla tartamudear.
― Estás de su lado ―la señalé―. Y no dudo que estés aquí para intervenir por ellos, porque seguramente sabes que los demandé.
Mi madre seguía conmocionada y no sabía si por mí encuentro o porqué razón. Ella solo sacudía la cabeza de un lado a otro, dejando sus labios entreabiertos.
― Es mejor que les digas que lo sé todo. Tengo pruebas que Emmy es mía y de Edward y hemos pedido un nuevo certificado de nacimiento ―mi voz salió sin aliento―. Ellos ya no podrán quitármela, nunca más.
― Bella, por favor… ―Lauren tiró de mi brazo―. No puedes revelar nada relacionado al caso, no debes.
Traté de controlar mi enojo. Pero era imposible al ver la cara de Renée pareciendo tan inocente, como si desconociera totalmente lo que hablaba.
― Eres demasiado temperamental ―mi amiga murmuró sujetando mi mano, arrastrándome con ella hacia el coche―. Mejor vámonos.
Volteé hacia Renée. Mi madre seguía ensimismada mirándome de una forma extraña, como si su mente no estuviera precisamente en el mismo lugar que estábamos.
La vi sacudir la cabeza y correr de nuevo hacia nosotros. Como si acabara de salir de su aturdimiento.
Ella corrió detrás de nosotros con esos altos tacones. Parecía que estaba a punto de caer.
― ¡Bella! ―gritó―. Te juro que no entiendo, no sé qué sucede.
Me molestaba su cara de mustia. ¿Cómo puede mentir tan bien? Le di la espalda dispuesta a subir al coche ―no pude evitar mirar hacia el cielo gris cargado de nubarrones oscuros, era un día lluvioso y frío.
― Bella, ¡hija! Hablemos.
Mamá tiró de mi antebrazo sin darme escapatoria de subirme al auto.
― ¡Ya basta, mamá! ―me zafé de su agarre―. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me buscas ahora? Porque es obvio que te quedaste con ellos, por ayudarlos.
No entendí qué pudo imaginar Lauren cuando rodeó el auto de forma casi fantasmal y envolvió sus brazos en mi cintura, como evitando que me fuera encima de Renée.
Jamás atacaría a mi madre, aunque se lo mereciera.
― Acepto que me quedé con ellos porque no tuve otra opción ―explicó con voz rota y fue entonces que percibí las lágrimas en sus ojos―. Pero no puedes negar que fui yo quien te ayudó a salir de esa casa, por mí fue que te llevaste a Emmy.
― Señora… ―Lauren intervino. Había soltado mi cintura y estaba a mi lado, sosteniendo mi mano―. ¿Qué sabe de su hija y yerno? Necesitamos localizarnos.
Mi madre apenas le dio una mirada y volvió a centrar sus ojos en mí.
― No puedes acusarme de nada, Bella. Porque no te lo voy a permitir.
Cerré un segundo los ojos. Era inverosímil que mi madre estuviera más preocupada por mis acusaciones que por todo lo que estaba ocurriendo.
― Pudiste hacer la diferencia, mamá ―sentencié―. Si al menos me hubieras escuchado, había opciones y te di cada una, se trataba de luchar juntas por salir adelante.
― Estaba mal, ¡entiéndeme! Había perdido a Phil, mi casa, mi patrimonio, mi amor por vivir…
Sentí tanto coraje escucharla. Que solo hablaba de ella. Ella. Ella.
― ¿Y yo…? ―inquirí, mirando fijamente sus ojos―. ¿Dónde me dejaste a mí? Por qué no sentiste amor por mí cuando ellos estaban todo el tiempo insistiendo con su hijo. ¿Por qué les dabas la razón sin pensar un momento en mí? Jamás me preguntaste por mis sentimientos.
― Lo siento, hija. Lamento todo lo que has vivido, pero no me puedes acusarme de nada porque al final yo no estaba en mis cabales. Fui victima de mi dolor, de mi duelo. Yo era quién necesitaba consuelo en ese momento.
Resignada sentí como mis hombros se desplomaban. Probablemente era porque de ella no podía esperar nada bueno ni siquiera arrepentimiento sincero.
― No importa, nena ―continuó―. Ahora quiero que me expliques, ¿cómo es eso de que Emmy es tuya?
― Lo es ―respondí sin dar detalles.
Renée volvió a quedarse absorta y con su vista perdida en algún lugar.
― Es que no puede ser ―dijo―. Alice y Jasper tienen pruebas legítimas que tú fuiste quién les entregó a Emmy. Yo las vi.
Estreché los ojos y volteé hacia Lauren. Estaba convencida que algo vio en mi mirada porque enseguida preguntó:
― ¿Qué es lo que viste? ¿Qué pruebas tienen?
― Los documentos que Bella firmó ―farfulló Renée―. Tienen todo en orden para pelear por Emmy. Están tan seguros que ganarán porque acaban de contrademandar, por eso decidí buscarte. Te quitarán a la niña, Bella, porque legalmente tú la cediste.
Sentí que el aire me faltaba, todo a mi alrededor giraba a velocidad y la opresión en el pecho empezaba a quemarme.
Quería llorar. Gritar. Correr. Huir…
― Bella… ―la voz de Lauren se escuchaba lejana―. Le hablaré a papá; le diré lo que está pasando, no te preocupes. No dejaremos que te quiten a Emmy, ella es tuya ¿entiendes? Tuya y del feo.
Recuerden que Bella tiene 22 años y en sus cortos años ha vivido de todo, me da tristeza estos capítulos. ¿Qué opinan ustedes? ¿Quieren otro capítulo?
Gracias totales por leer
