Las pantallas de comunicación en toda Iacon se iluminaron al unísono, interrumpiendo la rutina de los ciudadanos. En los distritos residenciales, en los centros industriales, en los pasillos de la alta casta y hasta en las estaciones de seguridad, la imagen de Sentinel Prime apareció con nitidez.
Desde lo alto de su torre, con el cielo metálico de Cybertron de fondo, el líder supremo de Iacon se presentó con su porte imponente. Su armadura dorada brillaba bajo la luz artificial, y sus ópticos destellaban con una autoridad que exigía atención.
—Ciudadanos de Iacon, Cybertron está en un punto crucial de su historia —comenzó con una voz grave, calculada—. Hemos sido testigos de tiempos difíciles, de corrupción y caos que han amenazado la estabilidad de nuestro mundo. Pero hoy, bajo mi liderazgo, forjaremos un futuro más fuerte. Un Cybertron unificado, donde el orden y la justicia prevalezcan.
Mientras hablaba, la transmisión mostraba imágenes de patrullas de seguridad recorriendo las calles, de nuevas fábricas de Energon en construcción, de bots trabajando en armonía. Una puesta en escena cuidadosamente diseñada para reforzar su mensaje.
—No toleraremos a aquellos que buscan sembrar discordia. No permitiremos que la debilidad nos frene. La paz y el progreso solo pueden lograrse a través de la disciplina, la unidad y la lealtad. Confiad en mí, ciudadanos, y os guiaré hacia la grandeza.
La transmisión terminó con el emblema de Iacon brillando en la pantalla antes de desvanecerse.
En los barrios altos, los miembros de la élite aplaudieron con aprobación. En los sectores obreros, algunos bots asintieron con resignación, mientras que otros intercambiaban miradas escépticas. En los distritos más bajos, donde la seguridad era más opresiva, el mensaje se recibió con un silencio tenso.
Pero en la cima de la torre de Sentinel Prime, lejos de las cámaras, la atmósfera era completamente diferente.
Sentinel Prime apagó la pantalla con un gesto y dejó escapar un suspiro de hastío. Se volvió hacia una figura que esperaba en las sombras: Airachnid.
—Bah, ¿has visto sus caras? —bufó Sentinel, su tono ahora desprovisto de toda la calidez que había mostrado en la transmisión—. Tragan cualquier mentira con suficiente adorno.
Airachnid dio un paso adelante, su silueta estilizada reflejada en la luz tenue de la sala. Su sonrisa era calculadora.
—Fue un buen espectáculo —dijo con su tono suave pero venenoso—. Pero hay algunos que no están tan convencidos. Los informes indican que ciertos sectores siguen murmurando en tu contra.
Sentinel entrecerró los ópticos, su expresión endureciéndose.
—Siempre habrá disidentes. Pero se cansarán. Y si no, ya sabes qué hacer.
Airachnid inclinó la cabeza, complacida.
—Por supuesto, mi señor.
Sentinel se volvió hacia el ventanal que dominaba la vista de Iacon. Desde allí, podía ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia. Una urbe que, bajo su gobierno, se mantendría firme… a cualquier costo.
Porque Sentinel Prime no era un líder benevolente. Era un gobernante que creía en el control absoluto. Y pronto, todo Cybertron lo entendería.
Sentinel Prime permaneció de pie junto al ventanal, observando la ciudad como si fuera un tablero de juego en el que cada edificio, cada calle, cada ciudadano no fueran más que piezas bajo su control. El silencio fue interrumpido por el sonido de unos pasos apresurados que se acercaban.
—Mi señor.
Un bot de complexión delgada y armadura oscura se detuvo a unos metros de él, sosteniendo un datapad con nerviosismo. Su designación era High Bureau, uno de los tantos asistentes administrativos de la Torre. A diferencia de Airachnid, él no disfrutaba de la compañía de Sentinel, pero sabía que llevarle malas noticias era un riesgo que debía tomar con cautela.
Sentinel Prime no se giró inmediatamente.
—Habla.
High Bureau tragó en seco y miró el datapad.
—Es sobre el presupuesto para la celebración de la Fundación de Iacon, señor. Las estimaciones iniciales estaban por debajo del gasto real. Con los costos de la seguridad, los suministros y el espectáculo principal… estamos cortos de fondos.
Sentinel Prime frunció el ceño, exhalando con fastidio.
—¿Otra vez?
—Sí, mi señor.
El líder supremo de Iacon finalmente se giró, caminando hacia High Bureau con paso firme.
—Dime, Bureau, ¿qué hacemos en estos casos?
El asistente titubeó, pero conocía bien la respuesta.
—Recortamos fondos de sectores de bajo impacto…
—Exacto —interrumpió Sentinel, con una sonrisa seca—. Lo de siempre. Toma lo que haga falta de minería, construcción, obras públicas… lo que no genere valor inmediato.
High Bureau asintió rápidamente, tecleando en su datapad.
—Sí, señor. Lo haré de inmediato.
Sentinel volvió a mirar por la ventana, con una sonrisa satisfecha.
—Este evento debe ser perfecto, Bureau. No quiero que falte nada.
—Por supuesto, mi señor.
Cuando High Bureau se marchó, Airachnid se acercó lentamente, con los brazos cruzados y una sonrisa burlona en el rostro.
—No deja de sorprenderme la facilidad con la que juegas con los recursos de Cybertron.
Sentinel Prime soltó una leve carcajada.
—El pueblo necesita símbolos de grandeza, Airachnid. Y yo se los daré… aunque tenga que aplastarlos para que lo entiendan.
Airachnid inclinó la cabeza, complacida.
—Como siempre, un líder generoso.
Sentinel se quedó en silencio, observando la ciudad con una expresión calculadora. No importaban los costos, ni los sacrificios. Lo único que importaba era su legado. Y nadie, nadie, se interpondría en su camino.
Aquí tienes la escena completa con la despedida de Soundwave y su reflexión posterior en su hogar.
La oficina de administración del sector de comunicaciones de Iacon tenía un ambiente frío y aséptico. Filas interminables de trabajadores desfilaban por los pasillos, algunos cargando cajas con sus pertenencias, otros discutiendo en voz baja con los burócratas que revisaban y firmaban documentos de despido.
Soundwave se encontraba de pie frente a uno de ellos, un funcionario de rostro inexpresivo que apenas levantó la mirada mientras deslizaba un datapad sobre el escritorio.
—Lamentamos informarle que, debido a los recientes ajustes presupuestarios, su puesto ha sido eliminado.
El visor de Soundwave parpadeó tenuemente, procesando la información. No hizo preguntas, no mostró reacción alguna.
—Usted ha sido un activo valioso para Iacon, pero los tiempos cambian. Le agradeceríamos que desalojara su estación antes del ciclo siguiente.
Los murmullos a su alrededor se hicieron más evidentes. No era el único despedido. Otros bots alzaban la voz, exigiendo explicaciones, intentando negociar su permanencia. Soundwave, en cambio, solo inclinó la cabeza levemente en señal de reconocimiento, tomó el datapad y se marchó.
Caminó por los pasillos del edificio una última vez, su paso firme pero silencioso. Miró su estación de trabajo, los monitores donde solía analizar señales y transmitir información a distintos sectores de Cybertron. Todo quedaría en manos de otros, o tal vez en el olvido.
Tomó sus pocas pertenencias y abandonó el edificio sin decir una palabra.
Soundwave llegó a su vivienda en las zonas habitacionales de Iacon, un pequeño espacio funcional, sin lujos innecesarios. Apenas cruzó la puerta, fue recibido por sus cassettes.
Frenzy y Rumble saltaron de su compartimiento y aterrizaron en el suelo con energía.
—¡Soundwave! ¿Dónde estuviste tanto tiempo? —se quejó Frenzy.
—Teníamos hambre… bueno, no hambre, pero ya entiendes —añadió Rumble, moviendo los brazos con impaciencia.
Laserbeak y Ravage, más silenciosos, volaron hasta su lado y se posaron cerca de él, observándolo con atención.
Soundwave no respondió de inmediato. Se limitó a caminar hasta su consola personal y dejó el datapad sobre la mesa. Sus movimientos eran metódicos, pero había algo en su postura que no pasó desapercibido para sus compañeros.
—¿Algo va mal? —preguntó Rumble, cruzándose de brazos.
El visor de Soundwave brilló levemente. Finalmente, habló con su tono mecánico y controlado.
—Despedido.
El silencio cayó sobre la habitación.
Frenzy parpadeó un par de veces antes de responder.
—¿Qué? ¿Cómo que despedido? ¿Nos están diciendo que después de todo el trabajo que hiciste te mandaron a la chatarra así como así?
Rumble golpeó la pared con el puño.
—¡Ese maldito Sentinel Prime! Siempre habla de hacer lo mejor para Cybertron, pero lo único que hace es llenarse los circuitos de créditos!
Soundwave activó la pantalla de la consola y comenzó a reproducir una grabación. Era la transmisión más reciente de Sentinel Prime, el discurso que había dado desde su torre:
"Ciudadanos de Iacon, Cybertron avanza hacia una nueva era de prosperidad. Con esfuerzos coordinados y sacrificios necesarios, construiremos un futuro brillante. Confíen en mi liderazgo, pues cada decisión que tomo es por el bien de nuestro gran mundo…"
Soundwave detuvo la grabación. Durante ciclos había creído en esas palabras. Durante ciclos había servido a ese sistema, recopilando y transmitiendo información bajo la creencia de que estaba haciendo algo importante para Cybertron. Pero ahora veía la verdad.
Los "sacrificios necesarios" de Sentinel Prime no eran más que vidas y funciones eliminadas para el beneficio de unos pocos.
—Hemos sido descartados —declaró Soundwave en un tono neutral, pero con un matiz de frialdad en sus palabras.
Ravage gruñó en señal de acuerdo, mientras Laserbeak se posaba sobre su hombro, como si esperara su siguiente orden.
Rumble apretó los puños.
—¡Pues no nos quedaremos de brazos cruzados!
Soundwave no respondió de inmediato. Se quedó observando la pantalla en la oscuridad de su vivienda, mientras en su mente comenzaban a formarse nuevos pensamientos. No tenía un plan aún… pero sabía que Sentinel Prime pagaría por lo que había hecho.
Era solo cuestión de tiempo.
El sector de construcción de Iacon era un lugar de actividad constante. Los enormes rascacielos metálicos se alzaban como monumentos al progreso, con grúas, vehículos pesados y bots trabajando sin descanso para expandir la ciudad. Sin embargo, ese día el ambiente era diferente.
Los Constructicons estaban reunidos cerca de una estructura a medio terminar, mientras su jefe, un bot de gran tamaño con pintura naranja desgastada, se subía a una plataforma de trabajo. Su rostro reflejaba cansancio y frustración.
—¡Atención, todos! —su voz resonó a través de los ruidos metálicos de la obra.
Los obreros dejaron sus herramientas y se agruparon alrededor. Bulkhead y Boulder se miraron con incertidumbre, mientras los Constructicons cruzaban los brazos, ya imaginando que algo no andaba bien.
—No voy a andarme con rodeos —continuó el jefe—. La administración de Sentinel Prime ha ordenado nuevos recortes en el presupuesto de construcción. Lo que significa que… algunos de ustedes no podrán seguir en el equipo.
Se hizo un silencio tenso.
—¡Oh, venga ya! —gruñó Bonecrusher—. No pueden estar hablando en serio.
—Ojalá no lo estuviera —respondió el jefe, bajando la mirada—. La lista me llegó hace unos ciclos.
Sacó un datapad y comenzó a leer los nombres.
—Scrapper, Longhaul, Mixmaster, Scavenger, Hook y Bonecrusher… lo lamento, pero están fuera.
Los Constructicons intercambiaron miradas, la incredulidad reflejada en sus ópticas.
—¡Esto es una broma! —exclamó Longhaul, golpeando el suelo con su pie—. ¡Hemos trabajado en cada gran proyecto de esta ciudad!
—¿Cómo esperan que terminen los edificios sin nosotros? —añadió Hook con su tono arrogante de siempre.
—No es mi decisión —suspiró el jefe—. A mí tampoco me gusta esto, pero las órdenes vienen de arriba.
Mixmaster dejó escapar una risa amarga.
—Ja… "de arriba", ¿eh? Claro, Sentinel Prime seguro quiere más monumentos para su ego en lugar de pagarle a los que realmente construyen esta ciudad.
—¡Esto es un chatarrazo! —gruñó Bonecrusher—. Apuesto a que solo nos reemplazarán con drones baratos.
Bulkhead y Boulder observaban la escena con preocupación. Ellos se habían salvado, pero a un precio muy alto. Hauler, otro de los pocos que conservaban su empleo, bajó la mirada, sintiendo la incomodidad del momento.
—Lamento esto, en serio —dijo el jefe—. Pueden recoger sus cosas antes del final del ciclo.
Scrapper apretó los puños, su servomecanismo temblaba de rabia contenida.
—Nos largamos… pero esto no se va a quedar así.
Sin decir más, los Constructicons se alejaron, dejando sus herramientas tiradas en el suelo. No había nada más que hacer allí.
Mientras los observaban marcharse, Boulder murmuró en voz baja.
—Esto no terminará bien…
Las minas de energon de Cybertron eran un infierno metálico. La atmósfera densa y sofocante, combinada con el zumbido incesante de la maquinaria pesada, hacía que cada ciclo allí dentro se sintiera interminable. D-16 trabajaba en la extracción de energon, sus servos rechinaban con cada golpe que daba contra la roca. Sabía que esto no duraría mucho más.
Él y C-24 llevaban ciclos planeando su escape. Habían sido traídos a ese lugar como mano de obra barata, como engranajes desechables en la maquinaria de un sistema corrupto. Pero D-16 no era un engranaje. No estaba hecho para seguir órdenes de bots que jamás habían tocado una herramienta en su vida. Y pronto, él y C-24 serían libres.
Pero entonces, todo cambió.
Un estruendo sacudió la mina. Un túnel en la zona más profunda colapsó con un rugido ensordecedor de metal y roca. Gritos de alarma se mezclaron con el estrépito del derrumbe. D-16 giró la cabeza, y su óptica se congeló.
C-24 estaba en ese túnel.
—¡C-24! —gritó, dejando caer su herramienta y corriendo hacia la nube de polvo y escombros.
Escarbó desesperado entre las rocas, apartando pedazos de metal retorcido con toda la fuerza de sus servomecanismos. Su respiración se volvió errática cuando al fin encontró su cuerpo atrapado entre los escombros.
—No… no, no, no.
La sacudió con cuidado.
Nada.
El color de su armadura… ya no era el mismo. Había perdido su brillo metálico. Se había vuelto gris.
D-16 se quedó inmóvil, su procesador se negaba a aceptar lo que estaba viendo.
Ella estaba muerta.
—Eh, ustedes —la voz áspera del supervisor rompió el silencio—. Dejen de perder el tiempo. Vuelvan al trabajo.
D-16 no reaccionó.
—¡Dije que vuelvan al trabajo!
El supervisor lo empujó con fuerza, alejándolo del cuerpo de C-24.
—No tenemos ciclos para perder con chatarra defectuosa.
Algo dentro de D-16 se rompió.
Sus ópticas ámbar parpadearon.
Y luego… se tornaron rojas.
Sin previo aviso, giró sobre sus talones y se lanzó sobre el supervisor con una furia incontrolable. Su puño se estrelló contra el rostro del bot con una fuerza brutal, haciéndolo tambalearse. Antes de que pudiera reaccionar, D-16 lo sujetó del cuello y lo azotó contra la pared con un estruendo ensordecedor.
Los demás mineros se detuvieron, observando la escena con ojos desorbitados. Algunos con horror. Otros con una mezcla de miedo y… satisfacción.
—¡Basta! —intentó gritar el supervisor, pero D-16 no escuchaba.
Lo levantó del suelo con una sola mano y con la otra le propinó un golpe tras otro. La pintura del supervisor se astilló, su armadura se resquebrajó. Gotas de energon azul comenzaron a salpicar el suelo. D-16 solo veía rojo. Su visión se volvió borrosa. Su respiración era un rugido.
No había dolor suficiente que pudiera compensar la injusticia de ese ciclo.
Cuando finalmente recuperó el control de sí mismo, lo primero que vio fue el cuerpo destrozado del supervisor tirado a sus pies. Y sus propias manos… cubiertas de energon.
D-16 dio un paso atrás, con horror.
—¿Qué… qué he hecho?
Antes de que pudiera procesarlo, un par de guardias irrumpieron en la mina, armas en mano.
—¡Al suelo, ahora!
D-16 no opuso resistencia. No porque tuviera miedo.
Sino porque en lo más profundo de su chispa… sabía que esto no había terminado.
Aquí está la introducción de Sentinel Prime en la historia, su aspecto es parecido al de la pelicula de Transformers One. Y para los que se lo preguntan, la apariencia de los personajes es similar a las de sus versiones G1, pero con mejoras como en Cyberverse, One, War for Cybertron Trilogy, etc
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