Buenas aquí les dejo una adaptación de un libro que me gusto, los personajes de inuyasha no me pertenecen si no a "Rumiko" ni la historia ni los personajes del libro sino a "Shelby" espero que les guste

Asesino de brujas

Libro 1

La bruja blanca

(poco a poco, el pájaro construye su nido)

Cap.27

A Donde Vayas

Kag

Pocos minutos después, él se desplomó en el techo con el rostro pálido, jadeando, con los ojos cerrados hacía el cielo abierto. Le hinqué un dedo en las costillas.

-Te pierdes de la vista.

Apretó la mandíbula y tragó como si estuviera a punto de vomitar.

-Dame un minuto.

-comprendes lo irónico que es esto, ¿cierto? ¡El hombre más alto de Cesarine le teme a las alturas!

-Me alegra que lo disfrutes.

Alcé uno de sus párpados y le sonreí.

-Solo abre los ojos. Te prometo que no te arrepentirás.

Tensó la boca, pero abrió los ojos a regañadientes. Los abrió de par en par cuando vio la extensión inmensa de estrellas ante nosotros.

Me abracé las rodillas contra el pecho y las miré con anhelo.

- ¿No son preciosas?

El Soleil et Lune era el edificio más alto de Cesarine uy ofrecía la única vista del cielo sin obstáculos en toda la ciudad. Por encima del humo. Por encima del olor. El cielo entero se expandía en un gran paisaje de obsidiana y diamante. Infinito. Eterno.

Solo había otro lugar con una vista como esa… y nunca volvería al Chateau.

-Lo son -coincidió con Inuyasha en voz baja.

Suspiré y me abracé las piernas más fuertes por el frío.

-Me gusta pensar que Dios pinta el cielo solo para mí en noches como esta.

Apartó la vista de las estrellas, atónito.

- ¿Crees en Dios?

Qué pregunta más complicada.

Apoyé mi mentón en las rodillas, todavía mirando hacia arriba.

-Creo que sí.

Él enderezó la espalda.

-pero rara vez asistes a misa. Tú… celebras Yule, no Navidad.

Me encogí de hombros y toqueteé una hoja seca que estaba sobre la nieve. Crujió bajo mis dedos.

-No he dicho que fuera tu Dios. Tu dios odia a las mujeres. Estamos en segundo plano.

-No es cierto.

Finalmente, me giré para mirarlo.

- ¿No? He leído tu Biblia. Como tu esposa, ¿no me consideran tu propiedad? ¿No tienes el derecho legal de Hacer lo que quieras conmigo? -Hice una mueca, el recuerdo de las palabras del arzobispo dejó un sabor amargo en mi boca-. ¿No puedes acaso encerrarme en un armario y nunca pensar en mí de nuevo?

-Nunca te he considerado mi propiedad.

-El arzobispo lo hace.

-El arzobispo está… equivocado.

Alcé las cejas.

- ¿Acaso mis oídos me engañan o acabas de contradecir a tu valioso patriarca?

Inuyasha deslizó una mano por su cabello platino, frustrado.

-Solo… No, kag. Por favor. A pesar de lo que pienses, él me lo ha dado todo. Me dio una vida, un propósito. – Vaciló y sus ojos hallaron los míos con una sinceridad que hizo temblar mi corazón-. Me ha llevado a ti.

Hice a un lado la hoja rota y me giré para mirarlo. Para mirarlo realmente.

Inuyasha de verdad creía que su propósito en la vida era matar brujas. Creía que el arzobispo le había dado un regalo, que el arzobispo era bueno. Tomé su mano.

-El arzobispo no te ha llevado a mí, Inuyasha. -Alcé la vista al cielo con una sonrisa-. Ha sido él… o ella.

Hubo una pausa pesada mientras nos mirábamos.

-Tengo un regalo para ti. -Se acercó más. Sus ojos dorados penetraron en mi alma. Contuve el aliento, obligándolo a disminuir la distancia entre nuestros labios.

- ¿Otro? Pero aún no es Yule.

-Lo sé. -Miró nuestras manos mientras deslizaba el pulgar por mi dedo anular-. Es… un anillo de boda.

Di un grito ahogado mientras se lo sacaba del bolsillo de su abrigo. El anillo estaba hecho de oro delgado y desgastado y tenía una madreperla ovalada en el centro. Era evidente que era muy viejo. Era la joya más bonita que había visto. Mi corazón latía desbocado cuando me lo ofreció.

- ¿Puedo?

Asentí y él quitó el anillo de Midoriko de mi dedo y lo colocó el suyo. Ambos lo miramos un instante. Él trago con dificultad.

-Era de mi madre… o eso creo. Estaba en mi puño cuando me encontraron. -Vaciló y me miró a los ojos-. Me recuerda al mar… a ti. Hace días que quiero dártelo.

Abrí la boca para decir algo, para decirle lo bonito que era o cuánto me honraba llevar puesto algo tan significativo, llevar siempre conmigo esa parte pequeña de él… pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta. Me observaba absorto.

-Gracias. -Mi garganta tembló cuando una emoción desconocida amenazó con ahogarme-. Me… me encanta.

Y era cierto. Me encantaba.

Pero no tanto como él.

Rodeó mi cintura con sus brazos y apoyé la espalda en su pecho, temblando ante el descubrimiento

Le quería.

Mierda. Le quería.

Mi respiración era más dolorosa más tiempo permanecía sentada allí: cada aliento era estremecedor y vivaz a la vez. Hiperventilaba. Necesitaba recobrar la compostura. Necesitaba ordenar mis pensamientos…

Inuyasha apartó con dulzura mi cabello y aquel tacto suave me desarmó. Sus labios rozaron la curva de mi cuello. La sangre rugía en mis oídos.

- "No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti". - Deslizó los dedos por mi brazo con caricias lentas y tortuosas. Posé la cabeza en su hombro, cerrando los ojos mientras sus labios continuaban moviéndose por mi cuello-. "Donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré".

Un sonido grave y ronco escapó del fondo de mi garganta… tan discordante con las palabras respetuosas que él había pronunciado.

Detuvo sus dedos de inmediato y miró mi pecho, que se movía rápido.

-No te detengas -susurré. Supliqué.

Tensó el cuerpo y colocó las manos en mis brazos, en un agarre implacable.

-Pídemelo, Kag. -Su voz se volvió grave, urgente. Cruda. El calor me invadió.

Abrí la boca. La hora de jugar había terminado. Él era mi esposo y yo era su esposa. Era una tontería fingir que no quería esa relación. Fingir que no anhelaba su atención, su risa, su… tacto. Quería que él me tocara. Quería que fuera mi esposo en cada sentido de la palabra. Quería que él…

Lo quería a él.

Todo lo suyo. Podíamos hacerlo funcionar. Podíamos escribir nuestro propio final, sin importar que fuéramos una bruja y un cazador. Podíamos ser felices.

-Tócame, Inu. -Para mi sorpresa, las palabras salieron firmes a pesar de mi respiración agitada-. Por favor. Tócame.

Él sonrió, despacio y triunfal, sobre mi mejilla.

-Ese no es el modo de pedirlo, Kag.

Lo fulminé con la mirada. Él alzó una ceja interrogante y presionó los labios contra mi piel. Clavó sus ojos en los míos. Separando los labios, dibujó un camino de besos cálidos y húmedos en el lateral de mi garganta y en mi hombro. Movía la lengua despacio, venerándome con cada caricia, y prácticamente exploté.

-De acuerdo. -Mi cuello traicionero se extendió bajo su boca, pero mi orgullo se negaba a sucumbir con tanta facilidad. Si quería jugar una partida más, le daría el gusto… y le ganaría-. ¿Podrías, oh valiente y virtuoso Chasseur, introducir tu lengua en mi garganta y deslizar tus manos debajo de mi falda? Necesito que me toquen el trasero.

Farfulló y retrocedió incrédulo. Me arqueé sobre él, sonriendo conta mi voluntad.

- ¿Demasiado?

Cuando no respondió, la decepción invadió el fuego en mi sangre. Lo miré. Tenía los ojos de par en par y para mi tristeza, estaba pálido. No parecía dispuesto a devorarme, después de todo. Quizás había tentado a la suerte.

-Lo siento. -Extendí una mano vacilante hacía su rostro-. No quería molestarte.

Había algo en su mirada, algo prácticamente cohibido, que me hizo detenerme. Sus manos temblaban un poco donde me sujetaban y su pecho subía y bajaba con rapidez. Estaba nervioso. No: aterrado. Tardé un segundo en comprenderlo: Inuyasha de verdad era un Chasseur virtuoso. Un Chasseur puro.

Inuyasha nunca se había acostado con nadie.

Era virgen.

Su arrogancia previa había sido una pose. Nunca había tocado a una mujer, no del modo que importaba al menos. Intenté no mirarlo boquiabierta, pero sabía que él podía leer mi mente con facilidad a juzgar por el modo en que cambió su expresión.

Observé su rostro. ¿cómo había podido Kikyo abandonarlo en ese aspecto? ¿Para qué más servía el primer amor sino para caricias temblorosas y descubrimientos?

Al menos le había enseñado a besar bien. Debía agradecérselo.

Aún sentía el cosquilleo de su lengua en mi garganta. Pero había mucho más que besos.

Despacio, a propósito, me moví en su regazo y sujeté su rostro con ambas manos.

-Déjame enseñarte.

Sus ojos se oscurecieron cuando rodeé su cintura con las piernas. Mi falda subió con el movimiento. El viento tocaba mis piernas desnudas, pero no sentía el frío. Solo existía Inuyasha. Oí su respiración agitada. Clavó sus ojos en los míos con una pregunta silenciosa cuando puse sus manos en las cintas de mi vestido. Asentí y él las desató con cuidado.

A pesar del frío, sus dedos eran competentes. Los movió con firmeza hasta que el vestido se abrió y cayó para dejar expuesta la camisa delgada de debajo. Ninguno de los dos respiró mientras él alzaba la mano y acariciaba la piel desnuda de uno de mis pechos. me apoyé sobre su palma y él inhaló abruptamente. Más rápido que un parpadeo, bajó los hombros de mi camisa y la tela rodeó mi cintura. Sus ojos recorrieron hambrientos mi torso desnudo. No pude evitar sonreír. Quizás, después de todo, no necesitaría demasiadas clases.

Para que no me superara, saqué su camisa del interior de sus pantalones. Él se la pasó por encima de la cabeza, lo cual enmarañó su cabello plateado antes de besar mis labios con violencia y nos apretamos, piel con piel. Después de eso, quedó poco trabajo que hacer.

Él me alzó con facilidad y lancé a un lado mi vestido. Sus ojos ardían. Tenía las pupilas dilatadas, el dorado a su alrededor apenas era visible mientras observaba mi estómago, mis pechos, mis muslos. Tensó sus dedos posesivamente sobre mis caderas, pero no con la presión suficiente. Quería, no, necesitaba que me sujetara más fuerte, más cerca.

-Eres tan hermosa -Susurró.

-Cállate, Chass. -Mi voz salió entre jadeos. Le rodeé el cuello con mis brazos y moví mi cadera contra él. Él respondió acercando sus caderas a las mías y gimió. Sujeté sus hombros para detenerlo-. Así. -Retrocediendo, señalé donde nuestros cuerpos se encontraban. Observamos al unísono mientras me movía encima: despacio, decidida, frotándome de arriba abajo a ritmo agonizante.

Él intentó aumentar mi velocidad, pero resistí y presioné mi cuerpo contra su pecho mientras mordía el lugar sensible en la unión entre su cuello y su hombro. Él dio un grito ahogado y otro gemido grave escapó de sus labios.

-Así tocas a una mujer. -Presioné mi cuerpo más fuerte contra el suyo para dar énfasis mientras sujetaba su mano y la colocaba entre mis piernas-. Así me tocas a mí.

-Kag -dijo con voz ahogada.

-Justo ahí. -Dirigí sus dedos, mi respiración se agitó ante su tacto. Mi pecho subía y bajaba mientras él continuaba haciendo el movimiento que le había mostrado. Inclinó el torso hacia adelante abruptamente, tomó mi pecho con su boca y di un grito ahogado. Su lengua era ardiente, demandante. Un dolor delicioso y profundo surgió demasiado rápido en mi estomago-. Dios, Inu…

Ante el sonido de su nombre, mordió despacio. Me hice añicos, perdida entre el placer y el dolor. Tensó los brazos a mi alrededor mientras me corría, sus labios colisionaron contra los míos como dispuestos a devorar mis gritos.

No era suficiente.

-Tus pantalones. -Toqueteé sus lazos, golpeando mis caderas contra las suyas entre jadeos-. Quítatelos. Ahora.

Inuyasha estaba feliz de obedecer y me alzó de modo extraño para deslizarlos sobre sus piernas. Los lanzó a un lado y me observó ansioso, pálido, mientras lo montaba de nuevo. Sonreí deslizando un dedo lascivo en toda su extensión, saboreado la sensación de su cuerpo contra el mío. Él tembló ante el contacto, sus ojos brillaban con necesidad.

-En otro momento -dije, empujándolo despacio contra el techo-, te demostraré lo sucia que puede ser mi boca.

-Kag -repitió, suplicante.

Con un único movimiento fluido, bajé y lo hundí dentro de mí. Cerró los ojos y alzó todo el cuerpo mientras se enterraba más en mí, hasta el final. Hubiera gritado, era demasiado profundo, pero no lo hice. No podía. Hubo dolor, pero cuando él retrocedió y me embistió de nuevo, el dolor se convirtió en otra cosa, en algo intenso, profundo y anhelante. Algo demandante. Me llenaba por completo y el modo en que se movía… lancé la cabeza hacia atrás y me perdí en la sensación. En él.

El anhelo subió y no pude evitar besarlo, entrelazar mis dedos en su cabello, deslizar mis uñas por sus brazos. Aquel anhelo latente me dolía en el pecho. Consumía, anulaba y abrumaba todo lo que había conocido.

Rodeó mi cintura con el brazo, giró y me colocó debajo de él.

Arqueé el cuerpo hacia arriba, desesperada por estar más cerca, por aliviar el anhelo creciente, y coloqué las piernas alrededor de su espalda sudorosa. Deslizó la mano entre los dos mientras aumentaba la velocidad y mis piernas comenzaban a entumecerse. Me tocaba exactamente como le había mostrado, acariciándome con firmeza, incansable. Un gemido grave escapó de su garganta.

-Kag…

Todo en mi interior se puso tenso y me aferré a él mientras me llevaba al límite. Con una última embestida temblorosa, se desplomó sobre mí, incapaz de recobrar el aliento.

Permanecimos recostados varios segundos, ignorando el frío. Mirándonos de modo inevitable. Por primera vez en la vida, no tenía palabras. El anhelo embriagador aún estaba en mi pecho, ahora con más fuerza y más doloroso que nunca, pero descubrí que estaba indefensa ante él. Total, y absolutamente indefensa.

Y, sin embargo… nunca me había sentido más a salvo.

Cuando Inuyasha finalmente se retiró, hice un gesto de dolor en contra mi voluntad. Él no pasó por alto el gesto. Me sujetó el mentón, lo alzó y abrió los ojos de par en par, llenos de ansiedad.

- ¿Te he hecho daño?

Intente escabullirme debajo de él pero era demasiado pesado. Comprendiendo lo que quería, se apoyó sobre los codos para que me acomodara antes de rodar sobre su espalda. Me arrastró sobre él al hacerlo.

-Hay una línea delgada entre el placer y el dolor. -Depositando besos en su pecho, acaricié su piel con los dientes… y luego lo mordí.

Un siseo escapó de sus labios y presionó los brazos a mi alrededor. Cuando retrocedí para mirarlo a los ojos, no vi dolor en ellos, sino anhelo. Mi pecho latió en respuesta-. Es un dolor bueno. -sonreí y acaricié su nariz-. Buen trabajo.

Continuara…

Pd: ¿Que les pareció este capítulo? ;)

gracias por sus comentarios xD

(27/41)

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