Notas del autor:
Bueno acá estamos con un nuevo capitulo mas corto de lo normal, me pareció que tal vez el ritmo de la historia era un poco rápido por lo que decidí hacer una pequeña pausa, pero con sus pequeñas revelaciones e impactos a futuro, ¡espero que lo disfruten!
Notas del Editor "Jeznncz":Al autor se le esta acabando el jugo creativo, esperen capítulos mas tardados XD.
Haoalejandro: A veces te odio Jeznncz.
Reviews:
Dart revan1998: Thank you very much! I'm glad you liked the story. I never thought someone would read me in another language. Sometimes I think about making an English version, but maybe later.
El sonido de la puerta cerrándose con violencia aún resonaba en sus oídos.
Weiss caminaba a paso rápido por los pasillos de la academia, sus tacones golpeando el suelo con fuerza, cada paso un latigazo de indignación.
—¡Esto es inaceptable! —exclamó, su voz goteando ira—. ¡No podemos permitir que alguien así esté en la academia!
Yang, con los puños apretados, la siguió de cerca.
—Si ese tipo cree que puede ponerle un dedo encima a Ruby y salirse con la suya, está muy equivocado.
Blake permanecía en silencio, pero sus manos temblaban con incomodidad. Había algo en la forma en que Nimrod se movía, en la precisión con la que la atacó… No luchaba como un matón. Lo hacía más como un asesino entrenado.
Ruby caminaba un poco más atrás, con la mirada clavada en el suelo. Su mejilla aún dolía, pero lo que más la inquietaba era esa daga.
"¿Por qué Nimrod reaccionó así?"
El silencio se rompió con su voz, más suave de lo habitual.
—¿Por qué mejor no buscamos nuestra habitación y nos vamos a dormir?
Las demás se detuvieron en seco.
Weiss se giró de inmediato, fulminándola con la mirada.
—¿Bromeas? ¡Ese tipo es completo sociópata! —espetó, indignada.
Yang frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—Vamos, hermana. Sabes que esto no puede quedarse así.
Ruby bajó la mirada, apretando los labios.
—Lo sé, pero…
—¿Pasó algo, equipo RWBY?
Las cuatro se sobresaltaron y voltearon de inmediato.
Ozpin estaba allí, de pie a pocos metros de ellas. A su lado, Goodwitch los observaba con los brazos cruzados, su mirada severa repasando a cada una.
Por un instante, solo hubo silencio.
Hasta que Weiss rompió la tensión.
—¡Sí, pasó algo! —exclamó, adelantándose un paso—. ¡Ese lunático nos atacó! ¡No debería estar en la academia!
—¿Se refieren a Nimrod? —Goodwitch, pregunto con el ceño fruncido.
Yang asintió con firmeza.
—¡Si y no solo eso, golpeó a Ruby!
La sorpresa pasó por los ojos de la asistente antes de recuperar la compostura.
Blake no dijo nada, pero sus ojos seguían clavados en Ozpin, esperando su respuesta.
El director suspiro antes de responder.
—Entiendo, ¿Cuéntenme que ha pasado? —Dijo dándole una mirada Ruby.
La joven líder dudó por un momento antes de responder.
—Vera, nos confundimos de habitación, por lo que terminamos entrando en la de Nimrod... y puede que por accidente tocara sus cosas...
—Para que en ese momento entrara ese psicópata, golpeara a Ruby y le pusiera un cuchillo en el cuello a Yang —Weiss la interrumpió exasperada.
—Eso mismo —Dijo Yang levantando el mentón y señalando su cuello.
—Espera. ¿Qué es eso? —Ruby dijo, notando que algo en el cuello de su hermana. Se acercó para verlo mejor —¿Es un corte?
Yang se palpó el cuello, pero lo retiró al instante al notar un escozor similar a cortarse con papel.
—¿No levantaste tu aura? —Blake cuestionó levantando la ceja.
—Claro que lo hice… —respondió Yang, pero su tono tenía un matiz de duda que antes no estaba ahí.
—¿Ven? ¡Ni siquiera estábamos peleando y casi la degolla!
La mirada de Ozpin se endureció, mientras un pensamiento perturbador cruzó su mente.
"¿Por qué el aura no ha curado su herida?"
Goodwitch le echó una mirada rápida a su jefe, como si hubiera notado su cambio de expresión, pero no dijo nada.
—Entiendo su preocupación y tomaremos cartas en el asunto —Respondió el director tranquilamente antes de darle un sorbo a su café.
Eso no calmó a Weiss.
—¿Eso es todo? ¡Debería expulsarlo inmediatamente!
—Entendemos su preocupación, pero el caso de Nimrod es algo... especial. —Respondió Glynda ajustando sus gafas con gesto tenso.
Blake levantó la mirada.
—Eso no es una respuesta.
Ozpin mantuvo su expresión estoica.
—Confíen en que estamos manejando la situación.
El silencio que siguió fue pesado, incómodo. Weiss frunció el ceño, Yang resopló con frustración, Blake simplemente apretó los labios. Ruby miró al director con una mezcla de desconcierto y algo más… duda.
Goodwitch finalmente dio un paso adelante, con la mirada severa.
—Eso es todo por esta noche. Están exhaustas. Lo mejor que pueden hacer es descansar y concentrarse en sus responsabilidades como equipo.
Weiss abrió la boca para protestar, pero la mirada firme de Goodwitch la hizo cerrarla de golpe.
Yang sacudió la cabeza, visiblemente molesta.
—Tsk. Vámonos, antes de que siga sin decirnos nada.
Las cuatro dieron media vuelta y comenzaron a caminar hacia la salida. Pero justo cuando Ruby iba a cruzar la puerta, la voz de Ozpin la detuvo.
—Señorita Rose.
Ruby se quedó inmóvil, sin girarse.
Ozpin tomó otro sorbo de su café antes de hablar, su tono aún tranquilo.
—Las primeras impresiones… rara vez cuentan toda la historia.
Glynda suspiro, viendo como el equipo RWBY se alejaba en el pasillo con aire de frustración, volteo a ver a Ozpin, quien mantenía su mirada estoica, pero lo conocía lo suficiente para saber que algo lo había perturbado.
—Tenemos que hacer algo —le dijo en un susurro, hubiera preferido tratar el tema del "estudiantes de apoyo" en un lugar más privado que un pasillo.
—Lo sé —El director respondió, inusualmente serio antes de voltear y empezar a caminar hacia habitación de Nimrod.
—Voy contigo,
Ozpin se detuvo y negó con la cabeza.
—Lo siento, pero tengo que ir solo, nuestro invitado tiene un particular aprecio por la privacidad.
Glynda quería refutar, aun mas sabiendo que Nimrod parece poseer algún arma capaz de atravesar el aura.
Pero solo terminó exhalando un suspiro.
Confiaba en Ozpin, aunque a veces deseara que no fuera tan ambiguo.
—¿Seguro que quieres mantenerlo aquí?
—Lo prefiero a la posibilidad de que "ella" lo reclute.
Ozpin caminó sin apuro, su bastón golpeando el suelo con un ritmo suave y constante.
El pasillo estaba en completo silencio.
Cuando llegó a la puerta de Nimrod, se detuvo por un instante.
No tocó.
En lugar de eso, giró el pomo y entró sin esperar invitación.
La habitación estaba en completa penumbra, con su único huésped apoyado sobre el marco de la ventana.
Sus ojos no voltearon a recibir al director.
No pregunto por qué estaba ahí.
No reaccionó en lo absoluto.
Simplemente observaba la luna, como si el propio astro le pareciera extraño.
Ozpin cerró la puerta detrás de sí y dejó escapar un suspiro.
—No fue la mejor forma de empezar el año, ¿no crees?
El silencio se alargó.
Ozpin no apartó la mirada de Nimrod, pero él no se molestó en girarse.
Finalmente, el encapuchado habló, su voz más baja de lo habitual.
—No tenía intención de empezar el año en absoluto.
Su tono no era de rabia, ni de tristeza… sino de un cansancio profundo. Como si simplemente estuviera harto.
Ozpin ladeó ligeramente la cabeza, observándolo con un poco de curiosidad.
—Y, sin embargo, aquí estás. —Nimrod, solo le respondió con un gruñido.
Ozpin tomó otro sorbo de su café, sin apartar su mirada de él.
—No parecías entusiasmado con la oferta. ¿Por qué aceptar?
Nimrod soltó un resoplido, sin apartar la vista de la luna.
—No lo sé.
Su tono era vago, como si él mismo no estuviera seguro de la respuesta.
El director arqueó una ceja.
—Eso no suena como una respuesta que te dejaría satisfecho.
Nimrod chasqueó la lengua.
—Tal vez porque ninguna respuesta me satisface. Tal vez porque al final… daba igual.
Ozpin negó con la cabeza.
—No lo creo y tú tampoco lo haces... Tu pasado, te sigue importando ¿no? —Nimrod cerró el puño con fuerza por un momento. —No se quien fuiste antes, ni puedo afirmar con certeza lo que eres, pero... Quieres pagar por lo que hiciste en ese pasado.
Nimrod respiro hondo antes de mirarlo.
—¿Y cómo sugieres que lo haga?
—¿Por qué no ayudar a los jóvenes a ser la esperanza del mañana?
El encapuchado bufo antes de replicar.
—Lo haré, pero no creas que esto cambió nuestro trato.
El director sonrió satisfecho.
—Bien ahora que estamos en la misma página, vi tu desempeño durante la iniciación, eres un luchador excepcional, pero parecía que los Grimm te afectan de una manera... distinta.
—No sé a qué te refieres, es la primera vez que veo un Grimm.
Ozpin lo miró totalmente confundido.
"Los Grimm existen desde la antigüedad, debería preguntar... No, mejor no tentar a mi suerte"
—El caso es que quería desbloquear tu aura, la sola presencia de los Grimm puede hacer que el aire se sienta pesado y tener distintos efectos en las emociones de las personas sin aura, tal vez esto te pueda ayudar.
Nimrod se cruzó de brazos.
—Ya han jugado lo suficiente con mi alma.
Nimrod se mantuvo en silencio mientras Ozpin extendía la mano hacia él, con una paciencia casi exasperante.
—No voy a jugar con tu alma —dijo el director, su voz tranquila, firme—. Solo voy a darle una capa extra de protección.
El encapuchado sostuvo su mirada por un instante antes de soltar un resoplido. Se sentía como un animal que accedía a dejarse domesticar, aunque fuera por un momento.
—Como sea un engaño, lo vas a pagar caro.
Ozpin no respondió a la amenaza. En su lugar, cerró los ojos y colocó su mano sobre el hombro de Nimrod.
— Cuando la sombra avance y la desesperanza amenaza con devorarnos, solo la voluntad nos mantendrá firmes. Por ello, caminamos en la penumbra, para que otros puedan vivir en la luz. Por mi mano, libero tu alma y te concedo el dominio de tu propio destino.
Entonces, la luz lo envolvió.
Al instante, Nimrod sintió cómo algo invadía su cuerpo, como un calor repentino tras una larga tormenta. Sus músculos se tensaron al notar la presencia de esa energía recorriendo su piel, su sangre, su alma…
Todo su ser rechazó la intrusión.
El destello blanco se volvió inestable, parpadeante, como una llama a punto de extinguirse. Un latido ensordecedor explotó en su cabeza, haciendo que un escalofrío helado recorriera su columna.
Alzó la mirada a Ozpin quien tenía los ojos cerrados, concentrado.
Estaba a punto de apartarlo de un empujón…
Pero entonces, la resistencia desapareció.
El dolor cesó, reemplazado por una calidez suave, extraña, casi reconfortante. Su respiración, se volvió más pausada. La tensión en sus músculos se disipó.
No recordaba la última vez que su cuerpo se sintió de esa manera. Un calor suave. No quemaba. No dolía.
Era… extraño.
Ozpin abrió los ojos y apartó la mano con un leve suspiro, como si hubiera notado algo…
—Peculiar —murmuró, sacando su pergamino y examinándolo con calma.
Nimrod flexionó los dedos, sintiendo un leve cosquilleo en la palma.
—¿Pasa algo?
—No, nada de eso… —dijo el director sin apartar la vista del pergamino—. Es solo que despertar el aura de alguien suele ser agotador. Normalmente, el aura del individuo expulsa parte de la energía del que realiza el proceso, arrebatándole un poco de fuerza. En tu caso, no fue así.
Nimrod entrecerró los ojos.
—¿Y eso qué significa?
Ozpin le dirigió una mirada breve antes de volver a su tono más relajado.
—Estaba dudando de que siquiera tuvieras aura.
Nimrod chasqueó la lengua, molesto. La idea de estar "incompleto" era algo a lo que estaba más familiarizado de lo que se sentía cómodo.
—Entonces el aura me protegerá del daño ¿No?
—Es una de sus funciones.
Nimrod no respondió. En cambio, retiró el guante de su mano izquierda y sacó una daga de su cinturón.
"Vamos a ver si funciona"
Ozpin lo observó con interés cuando el filo de la daga se deslizó lentamente por la palma de Nimrod.
Apenas podía sentir pasar el filo, que no dejó un solo rasguño a su paso.
Pero entonces… su mano brilló débilmente con un resplandor oscuro. Que momentos después se fragmentó en líneas irregulares, resquebrajándose como cristal roto, desvaneciéndose en el aire.
La calidez se escurre de su cuerpo como agua entre los dedos, dejándolo con un vacío familiar.
Ozpin inclinó la cabeza, observando la escena con calma estudiada.
—Curioso… Tu aura es bastante débil. Haría falta mucho más que un pequeño corte para quebrarla.
—De todas formas, no lo hacía por su protección física —espetó Nimrod, notando una pizca de irritación en su voz. —Ozpin esbozó una sonrisa leve. —¿Ya terminamos? —agregó colocándose el guante de nuevo con impaciencia.
El director dejó escapar una breve risa y se encaminó a la puerta.
—Sólo una última cosa.
Nimrod alzó una ceja.
La expresión de Ozpin se volvió más seria.
—¿Tengo que preocuparme por la pequeña herida en el cuello de la señorita Xiao Long?
La pregunta flotó en el aire por un segundo más de lo necesario. Nimrod no apartó la mirada, pero su mandíbula se tensó ligeramente.
—No. Esa arma no es particularmente efectiva contra los humanos.
El director lo escudriño con la mirada, antes de relajar su expresión.
—Comprendo.
Se giró hacia la puerta y la abrió con calma.
—Gracias por su tiempo, joven Nimrod. Que tenga una buena noche.
La puerta cerró con un leve clic.
Y por primera vez en mucho tiempo Nimrod empezó a creer que tal vez no todo era tan malo.
Clap, Clap, Clap.
El eco de los tacones resonaba en los sombríos pasillos del palacio, donde la noche era eterna y la luz apenas se atrevía a filtrarse. Odiaba este lugar. Siempre tenía la sensación de que algo la observaba desde las sombras.
—Supongo que vamos a conocer a la gran jefa. Aunque podría remodelar este lugar.
—Dudo que le puedas dar un mejor look a este lugar, Mercury.
—Vamos Emerald, este lugar es demasiado elegante, cualquier toque de caos lo haría ver mejor.
—Silencio ustedes dos, más les vale no decir ni una sola palabra en su presencia... a menos que ella lo pida
—Por supuesto Cinder. —Emerald le respondió, dispuesta a seguir la orden al pie de la letra.
Mercury solo bufo tomando la instrucción más como una sugerencia.
Los tres siguieron caminando hasta que se encontraron con una gran puerta.
—Supongo que nuestra benefactora está al otro lado, espero una buena... paga. —El humor de Mercury se apaga mientras más se acercaban.
Incluso Cinder se tensó, aún no se acostumbraba a lo pesado que se volvía el aire en presencia de ella.
Emerald solo tragó saliva y mantuvo la vista al frente.
Entonces, las puertas de la gran sala se abrieron con un murmullo espectral.
Y desde el otro lado, una voz los llamó, Salem.
—Entren.
Una sala del trono se reveló ante ellos, entraron sin mucha prisa, el lugar estaba iluminado por una tenue luz carmesí, frente a ellos se encontraba una mujer cuya tez era blanca como el hueso, los miraba fijamente mientras caminaban hasta los pies del trono.
Cinder fue la primera en arrodillarse seguida de Emerald. Mercury se quedó de pie. Hasta que un tentáculo oscuro emergió del suelo agarrándolo del cuello y obligándolo a poner las rodillas sobre la tierra.
Estaba a punto de luchar hasta que vio la mirada de Cinder, que silenciosamente le aconsejaba no hacerlo.
—Creí que tus cachorros estarían mejor educados Cinder.
Cinder inclinó la cabeza con reverencia.
—Mis disculpas, mi señora. Me aseguraré de corregir su actitud.
El tentáculo soltó a Mercury con un movimiento seco, dejándolo caer sobre una rodilla. Se frotó el cuello, reprimiendo el impulso de hacer algún comentario. Sabía que no le concederían una segunda advertencia.
—Hablemos de lo importante —dijo con una calma que resultaba aún más aterradora—. ¿Por qué tardaste tanto en volver?
—Después de emboscar a la doncella, Ozpin envió a uno de sus agentes a perseguirnos, no fue fácil, pero logramos perderlo.
Salem asintió levemente aceptando su excusa.
—Bien entonces, ya tienes el poder de la doncella de otoño ¿no?
Cinder sintió que el frío de la habitación se volvía más intenso.
—No en su totalidad —admitió con cautela—. La transferencia fue interrumpida por ese mismo agente y otro individuo.
Salem alzo la ceja con interés.
—¿Otro individuo?
Cinder asintió, el recuerdo aún fresco en su mente.
—Un desconocido, no parecía más que un asaltante de caminos. Pero... —Cinder miro la palma de su mano —El Grimm reaccionó a él.
—Explícate —ordenó Salem.
Cinder trago saliva.
—Al principio fue algún tipo de atracción, pero en cuanto se acercó... empezó a temerle.
Salem entrecerró los ojos.
—Algo más a destacar sobre este "asaltante".
Emerald, que había permanecido en silencio hasta ahora, dudó antes de hablar.
—Tenía una espada bastante rara, parecía brillar a la luz de la luna.
Salem tamborileó los dedos sobre el reposabrazos de su trono.
—Intentaste obtener los poderes de la doncella hace treinta y cuatro días ¿no?
Cinder abrió los ojos de par en par.
—Sí… ¿Cómo lo sabe?
—Hicieron bien en escapar —Salem la interrumpió con suavidad, pero su tono no tenía rastro de elogio—. Los habría asesinado si lo enfrentaban. Y muerta… no me sirves.
Cinder sintió cómo la temperatura de la habitación descendía ligeramente.
—¿Debemos preocuparnos por él? —preguntó con cautela.
Salem esbozó una pequeña sonrisa.
—No — Se reclinó en su trono, observándola con un interés casi casual. —Quiero que vayas a Beacon, completes lo que falta del poder de la Doncella… y reclutes a nuestro asaltante.
—¿Reclutarlo? —repitió, con evidente desagrado —Pero...
—¿Algún problema? —Salem la miraba fijamente.
Su tono no era amenazante, pero algo en él hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Cinder. Por un instante, sintió como si algo la acechara desde las sombras detrás del trono.
Apretó los puños con discreción y bajó la cabeza.
—Como desee, mi señora.
Salem hizo un gesto perezoso con la mano.
—Pueden retirarse. No me decepcionen.
Cinder giró sobre sus talones sin perder tiempo. Emerald la siguió sin cuestionar, aunque su postura era más rígida de lo normal.
Mercury, por su parte, tardó un segundo más en moverse. Sus ojos recorrieron la habitación con la misma sensación de que algo más estaba allí. Finalmente, dejó escapar un suspiro bajó y siguió a las demás.
Las puertas se cerraron tras ellos con un eco profundo.
La sala del trono quedó en silencio.
Salem observó la gran puerta por la que Cinder y su equipo se habían marchado, como si pudiera seguir viéndolos más allá de los muros del castillo.
Finalmente, desvió la mirada hacia un ventanal que solo mostraba un paisaje sombrío.
—El tablero está en movimiento… y parece que tu buena suerte al fin se acabó, Ozma.
El sol filtraba su luz a través de las ventanas del dormitorio de RWBY, proyectando largas sombras sobre el suelo.
Ruby parpadeó y se estiró con energía.
—¡Vamos, equipo RWBY! ¡Nuevo día, nuevas oportunidades!
Nadie respondió.
Weiss estaba de pie junto a su cama, cepillando su cabello con el ceño fruncido. Blake, sentada en su escritorio, hojeaba un libro con la mirada distraída. Yang, por su parte, permanecía acostada, con un brazo sobre los ojos y una expresión de mal humor.
Ruby infló las mejillas y puso las manos en su cintura.
—¿En serio? ¿Todavía están con eso?
Yang suspiró, girándose hacia un lado.
—Dame cinco minutos. O cinco horas.
—Discúlpame si no estoy de humor después de lo que pasó anoche —espetó Weiss, dejando caer su cepillo sobre la mesa con más fuerza de la necesaria.
Blake ni siquiera intentó entrar en la conversación.
Ruby miró a su equipo. No hacía falta ser una líder con experiencia para notar que la moral estaba por los suelos. Yang aún estaba en la cama con el rostro enterrado en la almohada, Weiss cruzaba los brazos con el ceño fruncido, y Blake... bueno, Blake estaba en su mundo.
Pero Ruby no estaba dispuesta a dejar que el mal ambiente persistiera.
Inspiró profundamente, infló el pecho y golpeó sus puños entre sí con determinación.
—¡Ok, equipo! Sé que ayer no fue nuestra mejor noche, pero hoy es un nuevo día y lo comenzaremos con una actividad de equipo.
Weiss arqueó una ceja.
—¿Qué clase de actividad?
Ruby sonrió.
—¡Vamos a decorar nuestra habitación!
El silencio volvió a ser la única respuesta.
Yang apenas levantó la cabeza para mirarla con incredulidad. Weiss entrecerró los ojos como si evaluara si Ruby hablaba en serio. Y Blake simplemente pasó la página de su libro sin reaccionar.
El entusiasmo de Ruby no pasó a su equipo.
Weiss suspiró con frustración y tomó su horario de clases de la mesa.
—Agradezco el intento, pero tenemos cosas más importantes que hacer que jugar a la decoración.
—¿Cómo qué? —preguntó Ruby, cruzando los brazos.
Weiss le lanzó una mirada como si la respuesta fuera obvia y le extendió el horario.
—Como nuestra primera clase de estudios Grimm con el profesor Port.
Ruby parpadeó.
—Oh… bueno… —Trató de mantener su sonrisa—. ¡Entonces tendremos que estar preparadas!
Blake finalmente alzo la mirada del libro.
—Mejor vamos a clase. No quiero llegar tarde el primer día.
Yang se estiró con un bostezo y bajó los pies de la cama. Por un momento, su mano se posó instintivamente en su cuello, donde la pequeña herida había estado.
No sentía dolor. Su aura la había curado durante la noche… probablemente.
Weiss notó el gesto, pero decidió no decir nada.
Yang dejó escapar un suspiro y se puso de pie.
—Bueno, supongo que no podemos alargarlo más. —Dijo, dirigiéndose a la puerta.
Blake cerró su libro sin prisa y lo dejó sobre la mesa antes de seguir a Yang sin decir nada.
Weiss tomó su bolso y se arregló un mechón de cabello, avanzando con paso firme, como si solo quisiera dejar atrás la noche anterior.
Ruby las miró salir una a una, sintiendo que su entusiasmo se disipaba.
—Oh… sí. Vamos, equipo RWBY… —Murmuró para sí misma, su voz perdiéndose en el aire.
Se ajustó la capa y salió la última, cerrando la puerta detrás de ella.
¡Gracias por leer! Si te gusto no dudes en dejar una reseña, realmente me motivan bastante a escribir, ¡Hasta la próxima!
