Royal Exchange

Capítulo veinticinco: El peor escenario

(Advertencia: Contenido sexual medianamente explicito, leer con precaución, menores abstenerse).

Dos días después de la visita a su hermana, Kohaku seguía meditando la idea de decirle o no a Senku sobre su verdadera identidad.

Una parte de ella estaba asustada, porque Senku había reaccionado muy mal ante sus mentiras con todo lo referente a Chrome, lo cual la hacía temer que si descubría más mentiras podría desencantarse con ella como persona por completo.

Pero, por otro lado, otra parte de ella se moría de ganas de decirle la verdad, de decirle que su nombre era Kohaku, no Ruri, de decirle su historia siendo una supuesta huérfana criada por campesinos, de decirle que al principio pensó que esto sería una tortura que debería soportar por el bien de su hermana y su amigo, pero que al final acabó enamorándose profundamente de él y más bien la tortura sería separarse de su lado…

Sin embargo, por más amor que sintiera por él, eso no quitaba que había mentido todo este tiempo, y Senku en ocasiones anteriores no reaccionó bien a sus mentiras, entonces…

Estaba asustada de perderlo…

No sabía qué hacer.

Para colmo, el baile sería en poco más de una semana, y pronto su tía Lillian llegaría al palacio y tendría que mantenerse con un bajo perfil, para colmo.

Ah… y había otra cosa mala de que se aproximara el baile… y eso era que con todos los preparativos para el baile y para la boda que ya estaba cada vez más cerca, los dos ya no tenían tiempo libre y sus practicas para bailar habían sido suspendidas, así que ya no podían escaparse para la granja… ni tampoco tenían tiempo a solas…

—Agh, ni siquiera he podido desayunar con él… —Lagrimitas escaparon de sus ojos al pensar que apenas y sí lo había visto desde que regresaron.

En ese momento, alguien golpeó a su puerta y un sirviente dijo que su padre quería almorzar junto a ella, a lo que Kohaku, como siempre, se negó, pero esta vez, a diferencia de la mayoría de las veces, el sirviente insistió.

—Su padre dijo que tiene importantes noticias para usted, su alteza.

Kohaku bufó.

No quería ver a ese hombre, no solo porque era prácticamente el único que podría reconocerla si se molestaba en mirarla lo suficientemente bien, sino porque no olvidaba que era el hombre que la abandonó y separó de su hermana.

No pensaba comer con él si podía evitarlo.

—Me siento enferma, no almorzaré —dijo con todo el dolor del alma, porque se moría de hambre, pero prefería pasar hambre antes que verlo—. Que me comunique las noticias que quiera darme con un mensajero. —Ruri le había dicho que siempre tenía esa opción.

El sirviente finalmente se fue y ella llamó a Kirisame para que le trajera comida a escondidas, cosa que, por suerte, su dama guerrera cumplió muy bien.

Poco después de que terminará de comer frutas y pollo, alguien tocó a su puerta y ella escondió las pruebas de su "crimen" y fue a abrir.

Casi se desmaya al ver a su padre fuera de la habitación, y rápidamente bajó la cabeza, haciendo que su flequillo ocultara su rostro.

—Ruri, hace semanas que no almuerzas conmigo, ¿te encuentras bien? ¿Acaso estás volviendo a recaer en tu enfermedad?

—No es eso… —susurró—. E-es un problema de… mi garganta. Incluso habló raro…

—Si notó algo extraña tu voz. —Alzó una ceja—. Sin embargo, eso no explica que siempre rechaces comer conmigo. ¿Acaso estás enfadada? Ibara me dijo que seguramente estás molesta por comprometerte con Lord Senku, ¿es eso? Cuando tú quieras puedo romper ese compromiso si tanto te…

—¡N-no! —Alzó la voz por un momento, pero rápidamente se controló y volvió a bajar el tono—. Estoy feliz con Senku, padre.

—Entonces, ¿cuál es el problema? Quisiera que hablemos sinceramente, hija. —Sonaba sincero.

"Claro, Ruri te importa mucho, pero para tu otra hija no queda ni una pizca de tu amor, ¿no es así, padre?"

Apretó los puños con rabia.

—Me duele la garganta, no puedo hablar ahora, por favor déjame descansar —dijo con dureza, sin poder controlar la ira en su voz.

Notó a su padre tensar la mandíbula.

—Muy bien, si realmente te sientes tan mal, te dejaré descansar… —Le dio la espalda—. Por cierto, tu tía Lillian llegará mañana, espero que a ella si puedas recibirla y acompañarla en el almuerzo y la cena.

Finalmente, se marchó, y Kohaku cerró de un portazo.

—Genial, un problema tras otro… —Tendría que ver qué se inventaba para evitar a Lillian a toda costa.

.

—Hay algo que Ruri no me está diciendo —le dijo Kokuyo a Ibara, recostándose con pesar en su trono—. Nunca antes fue tan distante conmigo.

—Le repito que es culpa de ese muchacho, su alteza —dijo Ibara—. Seguro ella no desea el matrimonio y secretamente está acumulando rencor contra usted. Debe romper ese compromiso antes de que sea tarde.

—Pero ella me dijo que no es eso, y los sirvientes dicen que los ven muy sonrientes. —Frotó su barba con rostro pensativo—. Debe ser otra cosa…

Ibara entrecerró los ojos, antes de sonreír.

—¿Y qué tal si ese muchacho la está envenenando en su contra, mi señor? A veces pasa, personas que vienen de afuera se embriagan de poder, él podría querer deshacerse de usted tan pronto como sea coronado, y está intentando que la princesa se distancie de usted ahora.

Kokuyo frunció el ceño profundamente.

—Esa es una acusación grave, ¿dices que planea matarme?

—No necesariamente, quizás enviarlo lejos, mi señor. El chico es un genio ¿no? Puede pensar que usted conservará algo de poder y si planea cosas malas, no lo dejaría.

—¿Dices que él podría planear cosas malas? ¿Cómo qué? Es hijastro de Lillian, y ella dice que es un joven sensato que piensa en el bienestar de los demás, incluso si lo disimula demasiado bien. —Rodó los ojos—. Con esos malos modales sin duda no pareciera muy digno, pero por ahora ha demostrado tratar bien a mi hija, por lo menos, y eso es lo que más me interesa.

—Claro… —Ibara arrugó aún más su arrugado rostro, antes de sonreír amablemente—. No estoy diciendo que yo sospeche de él, claro que no, pero sino ¿por qué su hija está tan rara? Y todo comenzó cuando él llegó, no puedo evitar pensar que algo tiene que ver él.

—Tienes un punto ahí. —Kokuyo apretó la mandíbula—. ¿Qué sugieres, entonces? Acusar a Lord Senku sin ninguna prueba no es sensato… Quizás yo esté exagerando…

—En lo absoluto, su alteza. —Ibara lo reverenció—. Su hija siempre fue dulce y apegada a usted, ahora está distante, cambiada, sin duda algo pasó, y ese muchacho tiene que ver.

—Y ella no quiere hablar conmigo al respecto… —Frotó sus sienes—. No me gusta que mi Ruri esté distante conmigo…

—¿Qué tal si vigilamos a Lord Senku? Poner a algún soldado a mantenerse cerca… sin que él lo sepa…

Kokuyo entrecerró los ojos.

—Lo pensaré, pero por ahora veré si la presencia de Lillian calma a mi hija, siempre se han llevado muy bien.

Ibara tuvo que esforzarse mucho en ocultar su cara de disgusto.

—Por supuesto, majestad, siempre admiró su sabiduría al tomar decisiones. —Lo reverenció.

"Primero Mozu me traiciona, aunque no lo admite tan abiertamente, y ahora esto, tengo que buscar una mejor forma de deshacerme de Ishigami Senku", pensó Ibara frustrado mientras abandonaba la sala del trono.

Apenas él se fue, Kokuyo abrió el compartimento secreto del reposabrazos del trono y de allí extrajo una caja, de la cual sacó un pequeño vestido tejido a mano por su difunta esposa. El vestidito que su pequeña Kohaku usó solo una vez antes de irse del palacio y no volver jamás…

—Ni siquiera puedo estar cerca de mi hija pequeña, y la mayor ya está tan distante… ¿Me quedaré solo al final, querida? —Miró con nostalgia el cuadro de su esposa sonriente.

El plan era que Ruri se casara y retirarse como rey, y entonces podría irse a vivir a una casa de campo y, tal vez, visitar a su hija pequeña, que ya debía ser toda una señorita.

Podría quizás presentarse ante su hijita como un tío lejano y al menos poder hablar con ella y saber cómo estaba…

Hace tanto que no la veía… Su última visita fue cuando ella tenía once años, sin decirle ni a Jasper ni a Turquoise, simplemente se mantuvo oculto aprovechando su destreza de soldado y pudo observarla jugar con los animales de la granja toda una tarde.

Sin embargo, sintió tanta tristeza de no poder cargarla en brazos que prefirió ya no volver nunca más, pero ahora que Ruri estaba tan distante, no podía evitar anhelar ver a Kohaku.

"No obstante, nunca podré decirle la verdad, eso ya lo sé, nunca me perdonará, ya lo sé… yo tampoco me perdonaré, querida".

Guardó el pequeño vestido y se encogió en su solitario trono de oro, rodeado de riqueza, pero tan, tan solo…

.

Al día siguiente, Kohaku aún estaba en un dilema de qué hacer respecto a Lillian.

Había ido a visitar a Ruri para pedir su consejo, y ella le dio dos alternativas: o se escondía a toda costa de Lillian, o le decía la verdad, y que de paso debería aprovechar y decirle la verdad a Senku.

¡Agh! ¡¿Cómo es que su hermana no entendía que no era tan sencillo?!

Para colmo, ahora mismo estaba atrapada en la sala de diseño de Yuzuriha y la costurera real oficial, que estaban terminando los últimos detalles del vestido para el baile que se celebraría en tres días.

Y la boda de Chrome y Ruri se celebraría en dos días, puesto que ya habían convencido a Jasper y Turquoise.

"Me gustaría estar allá ayudando a preparar la boda, en vez de aquí", pensó, bufando.

De repente, Yuzuriha le lanzó una sonrisa extraña y miró a la costurera real.

—Creo que ya está todo listo, solo queda agregar las últimas perlas. ¿Por qué no descansa y me lo deja, sensei?

—Bien, de todos modos es un trabajo aburrido y ya has demostrado tu buena mano. —La costurera real frotó su espalda con cansancio—. Aun así, es otra media hora de trabajo, ¿segura que podrás sola?

—Claro, aunque sea lento, pero la princesa y yo aprovecharemos para hablar de la infancia de Senku-kun, ya que lo conozco desde pequeño. —Rio divertida.

—Bien, bien, diviértanse. —Finalmente se fue.

Kohaku miró a Yuzuriha con interés.

—¿Me hablarás de Senku pequeño? Eso es… —Calló cuando Yuzuriha empezó a tejer con rapidez bestial las últimas perlas, dejándola boquiabierta—. ¡Q-que veloz! ¡¿No que iba a tomar media hora?!

—Soy más diestra de lo que parezco. —Rio divertida—. Además, el objetivo siempre fue dejarte esa media hora para otra cosa…

—¿Eh?

—Como siempre eficiente, Yuzuriha. —En ese momento, Senku asomó la cabeza cautelosamente en la sala de costura.

Kohaku se quedó boquiabierta.

—Aunque el plan fue tu idea, Senku-kun. —Yuzuriha soltó una risita y se dirigió a la puerta—. Estaré en la habitación de al lado, vigilando que nadie se acerque, pero les advierto que espero que no hagan nada indebido. —Miró con un puchero a Senku, que apartó la mirada, haciéndola suspirar—. Tienen media hora a solas. De nada.

—¡Ja, eres la mejor, Yuzuriha! —Kohaku de inmediato corrió a abrazar a Senku, y Yuzuriha se fue con una sonrisa divertida.

Senku rio entre dientes, pasando las manos por su cintura sin perder ni un segundo.

—De haber sabido que esto sería así, nos hubiéramos quedado con Ryusui más tiempo.

—¡Ja, es cierto! Es muy molesto no tener tiempo a solas. —Hizo un puchero, mirándolo anhelante.

—Sí… y por eso mismo, hay que aprovechar esta media hora. —Sonrió descaradamente, tomando su mejilla y besándola con entusiasmo.

Ella se derritió en sus brazos, correspondiéndole con las mismas ganas.

Sin embargo, el vestido que tenía puesto tenía una falda tan ancha que no le permitía estar tan cerca de él como quería, así que frunció el ceño en medio del beso y lo apartó de repente, alejándose unos pasos y quitándose el vestido ante su mirada incrédula.

—¿Qué parte de "no hacer nada indecente" en lo que dijo Yuzuriha no entendiste, leona insaciable? —Rio entre dientes.

—Cállate, he estado días sin ti, no me hagas cargarte en mi hombro, salir por la ventana y llevarte a mi cuarto escalando.

Él la miró perturbado.

—Lo dices tan seria que me haces pensar que realmente harías algo tan absurdo…

—¡Ja! Te aseguro que habló muy en serio. —Finalmente se quitó del todo el vestido, quedándose en paños menores, y volvió hacia él para besarlo apasionadamente, envolviendo los brazos alrededor de sus hombros y colgando una pierna en su cintura.

Senku gruñó contra su boca.

—Harás que me maten en la plaza… —murmuró entre beso y beso, llevando una mano a su muslo y metiéndose por debajo de su ropa.

—Entonces deja de tocarme en lugares inapropiados, pervertido… —Sonrió, apartándose, riendo cuando él comenzó a besar su cuello con ganas.

—Pensándolo bien, morir en la plaza no suena tan mal. —Dicho eso, le bajó la ropa por los hombros y expuso su pecho, comenzando a besarlo con suavidad que la hizo sonrojarse profundamente y comenzar a sentir las piernas débiles y temblorosas.

Él la sujetó al sentirla temblar y trastabillar, presionándola contra la pared, entreteniendo su boca en ese lugar sensible.

Kohaku gimió bajito, a lo que él rápidamente cubrió su boca con su mano.

—Yuzuriha puede ser permisiva, pero me jalará la oreja y no volverá a dejarnos solo si nos descubre. —Rio entre dientes—. Intenta no delatarnos, leona. —Dicho eso, pasó la lengua descaradamente por su pezón, y ella cerró los ojos con fuerza, concentrándose en apretar los labios y no hacer ningún ruido que los delatara.

Pudo sentir sus manos subir por sus muslos, y su rostro se calentó aún más al pensar en sus indecentes intensiones, mientras se abrazaba más a él y se pegaba al bulto en sus pantalones, jadeando.

Él subió más sus manos por sus piernas, pero entonces ella repentinamente lo volteó y lo presionó contra la pared, cambiando posiciones y haciendo que la mirara sorprendido.

—La última vez, tú me hiciste sentir bien… pero no tuve oportunidad de recompensarte… —Lo miró deseosa.

—Oh, créeme que con verte me bastó y sobró… —Sonrió descaradamente.

—Pues ahora yo quiero verte a ti… —Presionó la palma abierta de su mano sobre su pecho, empujándolo para acorralarlo contra la pared, riendo al ver sus ojos muy abiertos—. Tienes muchas capas de ropa, sabes…

Sus manos se deslizaron por su camisa y luego por su chaqueta, quitándosela, antes de comenzar a desabrochar lentamente cada botón, intercalando la mirada entre la piel exponiéndose y sus ojos oscurecidos e intensos que no dejaban de observarla.

Una vez terminó con los botones, abrió bien la camisa y la dejó cayendo levemente por sus hombros, pero no la quitó del todo, sino que rápidamente se lanzó a besar su cuello, bajando por su garganta y hasta su pecho, riendo cuando él se estremeció al sentir su lengua jugar en su piel junto con sus labios y dientes.

Su respiración se descontroló, y Kohaku cayó sobre sus rodillas y besó más abajo, besó justo por encima de sus pantalones, subiendo las manos arriba y abajo por sus muslos sobre el pantalón, antes de llevar una mano al bulto que sobresalía, mirándolo con ojos hambrientos mientras él la miraba expectante, su respiración lenta y sus ojos entornados, con una ceja levemente alzada.

—Si alguien abre la puerta en este instante… me matarán en la plaza, sabes eso ¿no? —Rio.

Kohaku hizo un puchero, moviendo su mano de arriba abajo sobre el bulto bajó sus pantalones, como si estuviera calculando su siguiente movimiento, aunque la verdad era que estaba demasiado distraída por los cambios en su respiración y los leves estremecimientos que lo recorrían, haciéndolo mecer su pelvis hacia adelante.

Cuando empezó a mover la mano en movimientos circulares, él se mordió el labio con fuerza, y ella empezó a frotarlo más y más rápido, hasta que Senku gruñó una maldición, la tomó de la muñeca y la jaló hacia arriba solo para voltearla y volver a cambiar posiciones empujándola a ella contra la pared, atrapando sus labios en un beso abrasador mientras tomaba su muslo y lo levantaba para encajarse directo contra su entrepierna y comenzar a sacudirse contra ella, haciéndola sentir directamente su erección presionando su zona más sensible y dejándola sin aliento de inmediato.

Por poco y gime ruidosamente, pero él le cubrió la boca con su mano, enterró el rostro en el hueco de su cuello y empezó a frotarse más y más fuerte y rápido, haciéndola cerrar los ojos con fuerza a la vez que apretaba los labios y llevaba su propia mano a cubrir también su boca, meciendo sus propias caderas contra él mientras su otra mano se aferraba a su hombro desnudo, arañando su piel.

Los dos se volvieron un desastre errático, sudoroso y jadeante hasta alcanzar el punto máximo y finalmente derrumbarse en el piso abrazados y respirando agitadamente.

—Mierda… T-tengo que irme, quedan cinco minutos… —Senku se apartó de ella pasando una mano por su rostro sudoroso—. Yuzuriha vendrá y… supongo que me matará ella misma, aunque lo peor sería que viniera la costurera real… D-debo irme, lo siento.

—E-está bien, yo debo arreglarme… —Kohaku acomodó su ropa con una sonrisa boba y el rostro totalmente enrojecido—. Veté, veté, no quiero que te maten en la plaza. —Rio.

—Lo habría valido, Ruri. —Le sonrió, pero la cara de Kohaku de repente cayó y lo miró dolida, y él se preocupó mientras se acomodaba la ropa—. ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?...

Ella apartó la mirada, sus ojos llorosos, odiándose porque tenía ganas de gritarle que ese no era su nombre y a la vez estaba demasiado asustada de decir la verdad.

—Yo…

—¡E-espera, no puedes entrar! —La voz alarmada de Yuzuriha hizo que ambos se congelaran mientras la puerta se abría de golpe.

—¿Por qué? Me dijeron que mi sobrina está aquí y… —Lillian se quedó muda al ver la escena delante de ella.

Senku estaba sudoroso, despeinado, desarreglado y pálido, Kohaku seguía arrodillada en el piso, en un estado muy similar y en paños menores… aparte de los ojos aguados.

—¡Ishigami Senku! —Lillian de inmediato fue a jalarle la oreja—. ¡¿Qué le hiciste a la princesa, niño travieso e incorregible?! ¡¿Estabas queriendo aprovecharte de su inocencia, es eso?! ¡Ya verás, le diré a tu padre, muchachito!

Kohaku rápidamente le dio la espalda y fue a ponerse el vestido simple con el que había llegado a la sala de la costurera, devolviendo el vestido de la fiesta al maniquí y cubriéndose el rostro con ambas manos.

¡Mierda, esto era el peor escenario posible! ¡Se suponía que Lillian no debía verla!

Intentó pensar cómo escapar, pero de repente tuvo a Lillian tomando su hombro y haciéndola voltearse, tomando su rostro y mirándola preocupada.

—Ruri, cariño, ¿mi hijo hizo algo indebido o…? —Se calló a media frase, palideciendo al ver bien su rostro—. Tú… Tú… —La soltó, llevándose una mano a la boca, sus ojos amplios y horrorizados—. Tú no eres Ruri… —dijo con voz fuerte y clara, delante de Yuzuriha… y delante de Senku.

Contiuará...

Holaaaa :D

Seguimos con el fic! Y se vienen cositas interesantes owo

Espero que les guste! Muchas gracias por su apoyo y paciencia :3

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!