—. My Hero Academia 180 grados.—

47. Donde Bakugo y Midoriya conocen a Sir Nighteye, Mr. Compress hace una presentación para la liga de villanos, y Hawk habla con Tokoyami


Bakugo y Midoriya avanzaron por el pasillo del ala de profesores hasta detenerse frente a la puerta de la habitación de All Might.

Izuku levantó la mano, listo para llamar, pero antes de que sus nudillos tocaran la madera, un estruendo en el interior los hizo congelarse. Sonaba como si algo—o varias cosas—hubieran caído al suelo de golpe, esparciéndose en un caos repentino.

—¡Tranquilízate, Sir! —pidió All Might algo alterado.

—¡¿Cómo esperas que me calme, All Might?! —replicó la voz de un hombre llena de indignación—. ¡Ese monstruo me utilizó! ¡Nos observó durante años a través de ti! ¿Sabes lo que podría hacer con toda esa información?

—Lo entiendo, pero...

—¿Y ahora me dices que el destino del One for All y de All for One recae en dos aspirantes a héroes novatos?

—Ellos...

De repente, la voz del hombre pareció calmarse al continuar —No. Ya sé lo que vas a decir. Y no es necesario que hables por ellos. Ya están aquí.

La puerta se abrió antes de que pudieran reaccionar. Bakugo y Midoriya permanecieron inmóviles en el umbral, con rostros de sorpresa, bajo la mirada escrutadora de aquel hombre alto y delgado, con gafas brillantes que parecían analizar cada uno de sus movimientos.

—A ti ya te conozco —dijo Sir Nighteye con desdén, dirigiéndole solo una breve mirada a Midoriya—. Eres el insufrible niño que se atrevió a ganarme en aquel concurso de trivias, donde el premio era un póster de edición limitada de All Might, años atrás.

Midoriya parpadeó, confundido. Se llevó una mano a la barbilla, intentando recordar aquel suceso, pero antes de que pudiera hacerlo, Nighteye lo sujetó por el brazo y lo arrastró al interior del cuarto, junto con un Bakugo visiblemente irritado.

—No se queden ahí como dos estatuas. Entren de una vez.

—¡Hey! —se quejó Bakugo, zafándose con brusquedad.

El hombre se giró hacia él con expresión escrutadora.

—Así que tú eres el rufián que terminó heredando el One for All —murmuró, extendiendo una mano hacia su rostro—. Déjame echarte un vistazo.

De pronto le abrió los párpados con los dedos, obligándolo a mirarlo de frente. Bakugo quedó paralizado por un instante, pero en cuanto procesó lo que estaba pasando, se removió como un perro al que intentaban revisarle los colmillos.

—¡Suéltame, hueles a viejo! —gruñó, forcejeando para apartarse.

—Quédate quieto, rufián —ordenó Nighteye, sin inmutarse—. Es más que seguro que no te merecías ese gran poder. El poder de All Might.

Bakugo detuvo el forcejeo por un instante y pensó, con la mente acelerada: ¡Él sabe lo que ocurrió! ¡Debe ser alguien en quien All Might confía plenamente! Pero… ¿por qué siento como si hablara del One for All como si fuera su hija y yo se la hubiera arrebatado a un padre celoso? ¡Hombre ridículo! ¡Cretino!, continuó mascullando en su cabeza, esforzándose por resistirse a las manos de Nighteye. Si no lo soltaba en ese mismo segundo, estaba seguro de que lo empujaría con más violencia de la necesaria.

—Así que un hombre ridículo y cretino, ¿eh? —murmuró Nighteye, soltándolo de una vez.

Midoriya y Bakugo se quedaron pasmados de nuevo.

—¡¿Puede leer las mentes?! —intentó adivinar Midoriya, asombrado.

Nighteye soltó una risa seca.

—Ja. Si pudiera hacerlo, ¿crees que me habría dejado ganar por un niño sabelotodo de cuatro años?

Izuku se llevó la mano a la barbilla otra vez. Esa era la segunda vez que lo mencionaba. Tal vez era importante.

De repente, el recuerdo lo golpeó con claridad.

Su yo de cuatro años, sentado frente a aquel hombre que, ahora que lo pensaba, lucía prácticamente igual a su yo actual. Aquel día, había recibido el póster de edición limitada de All Might, después de un concurso de trivias en que resultó ganador.

Izuku contorsionó un poco el rostro. Solo esperaba que ese hombre nunca se enterara de que, años después, estuvo a punto de tirar ese póster.

—Joven Midoriya, joven Bakugo —intervino All Might desde uno de los sillones de la habitación—. Les presento a Sir Nighteye.

—Creo que las presentaciones ya sobran, ¡¿no crees?! —gruñó Bakugo, aún molesto.

Midoriya, sin embargo, reaccionó de inmediato.

—¡Oh! ¿Sir Nighteye? ¡Usted es...!

Pero se quedó a medias cuando notó la manera en que Nighteye cruzaba sus largas y delgadas piernas con aire inquisitivo.

—Adelante —dijo, ladeando la cabeza con una sonrisa sarcástica—. Muéstranos lo insufriblemente sabelotodo que eres. Estoy ansioso por ver si sabes más de mi que yo mismo... Así como lo probaste con All Might.

Midoriya se sintió avergonzado por algún motivo y bajo el rostro.

All Might frunció el ceño y miró a su antiguo compañero con desaprobación.

—Ya basta, Sir.

—¿Qué? Yo no hice nada. Ellos empezaron.

All Might apretó los dientes, sintiendo cómo su temple de héroe legendario flaqueaba por un segundo.

Fans..., pensó con resignación.

Pero esa breve distracción casi le hizo olvidar la gravedad del asunto que iban a discutir.

...


El viejo teatro estaba sumido en sombras, con su telón polvoriento y sus butacas desvencijadas, pero eso no impedía que la atmósfera fuera inquietante. En la séptima fila, cinco figuras permanecían sentadas en completo silencio, sus rostros apenas iluminados por la tenue luz de una lámpara defectuosa. Spinner afilaba sus uñas contra el reposabrazos, mientras Shigaraki se rascaba la palma de la mano con impaciencia. Kurogiri, siempre estoico, se mantenía erguido en su lugar, mientras Dabi tenía los brazos cruzados, con su característica expresión de aburrimiento. Toga, en cambio, jugaba con un Gameboy que había encontrado.

Un sonido seco resonó sobre el escenario. Pasos. Un foco solitario se encendió, revelando a Twice en el centro, vistiendo su traje habitual, pero con un moño de presentador anudado en el cuello. Con un micrófono en mano, aclaró la garganta antes de hablar.

—Para empezar, haré una recapitulación —anunció. Hizo una pausa dramática, como si esperara una reacción, pero todos permanecieron impasibles.

—Como saben, tuvimos que suspender el plan de ese día, y abandonar nuestro escondite en la casa de verano de Endeavor después de lo ocurrido con mi clon. Ya saben, el que se suponía que nos ayudaría, pero terminó traicionándonos.

Su tono subió de pronto en un grito furioso.

—¡Y ya saben que odio a los malditos traidores!

El eco de su voz retumbó en el teatro. Dabi resopló con fastidio, mientras Spinner apretaba los dientes ante el estruendo del micrófono. Toga, por su parte, dejo el Gameboy de lado al perder el juego.

Twice respiró hondo y retomó la compostura.

—En fin, es tiempo de continuar, y para ello, pido que le den un cálido aplauso a nuestro siguiente acto: ¡Mister Compress!

Uno de sus clones golpeó las teclas de un piano desafinado, arrancando una melodía teatral. Otros tres clones, sentados en la primera fila, comenzaron a hacer bulla como un público revoltoso, incluso lanzando basura al escenario.

—¡Tú apestas!

—¡Solo espero que no seas otro maldito traidor!

—¡Démosle una oportunidad! Puede ser un buen chico.

De repente, una espesa nube de humo emergió en el centro del escenario, extendiéndose como un velo de misterio. La silueta de un hombre apareció entre la bruma, su postura elegante y su sombrero de copa inclinándose con una reverencia. Cuando el humo se disipó, la luz resaltó el brillo de su máscara.

—¡Ah, la tragedia y la comedia de nuestra existencia! —declaró Mister Compress, extendiendo los brazos con dramatismo—. ¿Cuántas veces nos han visto caer, solo para volver a levantarnos con más determinación?

Su voz resonó con una mezcla de burla y encanto. Dabi se movió en el asiento con impaciencia, mientras Toga se inclinaba un poco hacia adelante, interesada.

—Basta de rodeos —gruñó Shigaraki, apretando el apoyabrazos de su butaca con cuatro dedos—. ¿Qué tienes para nosotros?

Mister Compress chasqueó los dedos y, en un instante, una pequeña esfera apareció en su mano.

—Paciencia, paciencia, querido líder —dijo con tono afable—. Antes de hablar de negocios, permítanme una pequeña demostración de cómo puedo contribuir a nuestra causa.

Con un giro de muñeca, lanzó la esfera al aire. En cuanto tocó el suelo, un destello la envolvió y, al disiparse, varias bolsas de dinero cayeron con un sonido seco y satisfactorio.

—Cortesía de nuestros amigos en un banco cercano —anunció, haciendo una reverencia.

Uno de los clones de Twice silbó, impresionado.

—Un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, el arte del ilusionismo sigue siendo útil.

Shigaraki observó el botín sin mucho interés, pero sus ojos revelaban pensamientos calculadores.

—Bien. Un poco de dinero nunca está de más —murmuró—. Aunque nosotros no somos simples ladrones.

Mister Compress sonrió detrás de su máscara.

—Por supuesto que no. No son ladrones, ni secuestradores… y, sin embargo, miren lo que me encontré.

Con un movimiento teatral, levantó su capa. En el acto, dos figuras aparecieron en el escenario, sentadas en sillas con las manos sujetas y la boca cubierta.

Los ojos de Rei Todoroki y Toru Hagakure estaban cubiertos por vendas, impidiéndoles ver su entorno.

Dabi no se movió visiblemente, pero una ligera rigidez y movimiento en sus cejas traicionó su reacción. Kurogiri, siempre observador, captó el detalle, aunque no hizo comentario alguno.

Mister Compress extendió los brazos una vez más, como si estuviera presentando la gran revelación de la noche.

—¿Están listos para el mejor espectáculo de la historia?

...


Hawks repasaba por enésima vez la grabación del enfrentamiento que había tenido con Dabi y Twice. Sus ojos se mantenían fijos en la pantalla de su computadora mientras adelantaba y retrocedía los fragmentos clave, concentrándose especialmente en dos momentos: la pelea de Shoto contra Dabi y, poco después, la aparición del portal de Kurogiri que facilitó su escape.

Por más que ajustara el brillo o ampliara la imagen, la vista a través del portal seguía siendo poco clara. Sin embargo, había un detalle innegable: al fondo, una pared roja con un cuadro coincidió más tarde con una de las propiedades recién adquiridas por Endeavor, con graffiti en el que se leía Liga de Villanos. Un descubrimiento significativo, aunque todavía insuficiente.

Hawks suspiró, frotándose los ojos con cansancio. Su reloj en la pantalla marcaba la 1:00 a. m., pero ignoró el agotamiento y tomó su celular, desplazándose por sus contactos hasta dar con un número en particular.

A kilómetros de distancia, en los dormitorios de la U.A., la pantalla del celular de Tokoyami brilló con la notificación de un mensaje entrante. Dark Shadow se removió inquieto entre las sábanas por el resplandor, despertándolo al instante. Sin perder tiempo, Tokoyami se levantó con sigilo y, asegurándose de que Kaminari seguía profundamente dormido, salió de la habitación.

Justo cuando terminó de cerrar la puerta con sumo cuidado, su celular comenzó a vibrar. Respondió de inmediato, manteniendo la voz en un susurro discreto.

—Puedo hablar ahora —murmuró con su tono habitual, aunque más contenido. Escuchó atentamente la respuesta al otro lado de la línea y luego asintió—. Sí, te mantendré informado de todo. De hecho, ocurrió algo extraño hace aproximadamente una hora… en el dormitorio de abajo, en la habitación de Bakugo y Midoriya.

Lo que Tokoyami no notó fue que, desde su cama, Kaminari había fingido un sueño profundo manteniendo los ojos cerrados, respiración pausada con ronquidos y una postura desordenada. Sin embargo, en cuanto escuchó las palabras Bakugo y Midoriya, sus ojos se entreabrieron con cautela.

Y escuchó con atención.

...


Notas de la autora.—

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