Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.

ADVERTENCIA: La historia contiene temas fuertes y no es apto para niños.


Taichi no era un chico que se considerase sutil cuando se trataba de sus amigos. Cuando tenía certeza de que algo andaba mal con alguno de ellos, él no se iba con rodeos, especialmente…

Cuando se trataba de Sora.

Él tenía la total convicción de que algo grave le estaba pasando a su mejor amiga. Estaba más delgada, con ojeras, pálida…la chica que una vez fue alegre y cálida, se tornó en una persona triste y fría. Estaba descuidando sus estudios, faltaba a sus prácticas de tenis… Ya no se juntaba con el grupo de digielegidos y, por alguna razón, les huía en las horas de almuerzo. Ni siquiera le escribía a Mimi, ¡a su mejor amiga! Y la verdad, es que, todos estaban preocupados.

Era tal la desesperación que el castaño había acudido a Toshiko, la madre de Sora, tratando de encontrar alguna explicación, pero al igual que él, ella buscaba las mismas respuestas.

Ya eran tres meses y él estaba al borde de perder la cabeza…No le gustaba estar de brazos cruzados.

Aun recordaba la última vez que la había tenido de frente; cuatro días atrás.

¡Vete al demonio, Yagami! ─

¡Lo haré cuando me digas que te pasa! ─ respondió. No podía conciliar el sueño hasta que averiguara que le estaba pasando. ─Tú no eres así, Sora, por favor…te lo suplico, dime que te pasa; de seguro te puedo ayudar.

Ya te dije que me dejes en paz. ─ ese fue la gota que rebosó el vaso. La tomó bruscamente de la muñeca e hizo que se girara.

¡No, no lo haré! ─ exclamó exaltado, para luego tomar una gran bocanada de aire para recuperar un poco la compostura ─Sora...eres mi mejor amiga, te conozco como la palma de mi mano y sé…que no estas siendo tú misma. ─por primera vez en semanas, la mirada de la pelirroja se suavizó y el castaño pudo ver la tristeza y el miedo que de ellos emanaba. Tomó su rostro entre sus manos. ─Confía en mi…─y pensó que lo tenía, que ella le diría que carajos pasaba, pero no…alguien, con el estridente claxon de un auto, debió interrumpir el momento.

Sora, pequeña, que bueno que te veo. ─ En el auto se encontraba, Akiyama Kishaba, un amigo muy cercano de la familia Takenouchi; de pelo negro, rasgos refinados y ojos chocolates, era prácticamente un tío para la pelirroja y se estaba quedando con ellos por unos meses por cuestiones de trabajo. ─Tu madre llegará realmente tarde hoy y me dijo que si podía te hiciera compañía.

Taichi notó como su amiga tensarse en el momento en que escuchó al hombre.

No puedo; iré a la biblioteca. ─ el hombre observó a la chica de arriba abajo, lo que le causó mala espina al castaño presente.

Muy bien; no llegues tarde. Quiero celebrar que todo va genial en mi empleo y me quedaré todo un año. ─ tal vez comenzaba a imaginar cosas, pero desde el momento en que terminó la frase, notó como su amiga tembló levemente.

Desde que el auto desapareció en el horizonte, Taichi dirigió su atención hacia Sora.

¿Tiene que ver con él? ¿Te ha hecho algo?

Me tengo que ir…

Sora…

No me sigas…

Después de ese día, le envió innumerables mensajes de texto que ella nunca respondió. Y es por eso que, por enésima vez, buscaba a su amiga pelirroja entre la multitud. No pasó un día en esos últimos tres meses donde él no haya intentado tener contacto.

Se dirigió al salón donde se supone debía estar, pero no la encontró.

─Disculpen, ¿han visto a Takenouchi por aquí? ─preguntó a un grupo de chicas que se encontraba allí.

─Salió en dirección al patio.

─Gracias. ─respondió mientras salía del salón, ignorando los pedidos de ellas para que se quedara. Ese tipo de escenas eran muy comunes para él. Casi siempre se quedaba a coquetear un poco, pero nunca era algo serio. Su corazón siempre había pertenecido única y exclusivamente a su Cielo…Porque sí, él estaba enamorado de Sora desde hace tanto tiempo que no recordaba cuando inició, pero no se animaba a decírselo. Sora era una persona muy importante para él y prefería tragarse sus sentimientos por miedo a perderla.

Escuchó el timbre sonar anunciando el final del almuerzo y tuvo que batallar contra el mar de gente que venía contrario a él. Cuando por fin pudo llegar al lugar, buscó con la vista a la pelirroja y, al principio no la vio, hasta que se acercó a una zona repleta de árboles que podrían hacerse pasar por un pequeño bosque. Se adentró un poco en el lugar y la divisó de espaldas a él, apoyada en el tronco de un árbol. A medida que se acercaba, un olor peculiar comenzó a envolverlo. Sus ojos casi se salen de sus órbitas al observar una especie de cigarrillo en la mano de la pelirroja, pero no uno común y corriente…

─ ¿Desde cuándo usas drogas? ─ella dio un pequeño respingo.

─Me asustaste.

─No respondiste mi pregunta.

─Porque no es de tu incumbencia…─la frialdad con la que pronunció esas palabras fueron una daga directo al corazón del castaño. ¿Dónde estaba su Sora? ¿Cómo era posible que en tan pocos meses la pelirroja que todos conocían se hubiese esfumado?

─Dame eso. ─expresó arrebatándoselo de la mano, tirándolo en el césped y posteriormente, pisoteándolo.

─ Pero ¿quién te crees? Eso era mío

─ ¿Sabes en los problemas que te puedes meter con el mero hecho de que te vieran con eso en la mano? ─ella bufó. ─ Tú sabes que esas…sustancias son peligrosas.

─Pero las necesito…─soltó sin pensar.

Él frunció el ceño. ¿Por qué ella necesitaría usar esas porquerías?

─No sabes lo preocupado estoy por ti…─y allí estaba. Aquella mirada que días atrás él había logrado sacarle…una mirada de desesperación.

Pero así como llegó, así mismo se esfumó.

Sin pronunciar palabra alguna, tomó su bolso y comenzó a alejarse del lugar. Se sentía frustrado con toda la situación. Obviamente, ella estaba lidiando con algo difícil y eso lo carcomía por dentro. Él amaba a su Cielo y no podía concebir que estuviese sufriendo sin el poder remediarlo.

Frustrado, le pegó un puñetazo al tronco de uno de los árboles y escuchó un "crack"


Tendida en su cama, la pelirroja lloraba amargamente. La oscuridad de la habitación parecía reflejar lo que estaba sintiendo y es que, durante esos meses, era lo único que embargaba su ser. Y ya no sabía cómo combatirla porque, solo una hora atrás…

Había vuelto a ocurrir.

Y ella seguía empeñada en que nadie se enterase. Todo lo ocurrido en esos meses habían roto su espíritu y no sabía cómo reestructurarlo. Ella se había encargado de alejar a sus amigos y allegados lo más que pudo de la situación porque no quería que se enteraran; sentía vergüenza de todo lo que estaba pasando y ni siquiera podía mirarlos a los ojos.

Su llanto se volvió más intenso.

Luchaba contra los hipidos que amenazaban con hacerse notar, pero es que rememoraba lo acontecido en esos tres meses, una y otra vez y sentía nauseas, asco y desesperación por no saber cómo detenerlo sin que alguien saliese herido. Porque tal vez ella lo vivía de manera física y emocional, pero sabía que su familia y amigos sufrirían con ella y eso…es lo que quería evitar.

Limpiándose las lágrimas, se levantó de la cama, con celular en mano, y se dirigió al baño. Lo primero que hizo fue admirarse en el espejo. ¿Ese era realmente su reflejo? Ya ni siquiera se reconocía a sí misma. Las bolsas debajo de sus ojos mostraban el infierno que se desataba cuando ella cerraba los ojos; revivía absolutamente todo. Levantó un poco la franela y observó el nuevo moretón que adornaba su piel. ¿Qué dirían sus padres si se enteraban? ¿Qué dirían sus amigos?

¿Qué diría Taichi?

No…ellos no se podían enterar y ella...no podía seguir así.

Tomó su teléfono, escribió un simple mensaje y lo envío a los destinatarios importantes para ella.

Observó nuevamente su reflejo en el espejo y casi de manera automática, abrió el botiquín frente a ella.


La vibración de su celular sobre la mesa, lo terminó de despertar. Realmente no podía conciliar el sueño. Primero, por el dolor que sentía en su vendada mano izquierda, luego del tremendo puñetazo que había lanzado preso de su frustración, y segundo, pero más importante… Sora. No podía dejar de pensar en ella...

Tomó su teléfono y se sorprendió sobremanera al ver que era de la pelirroja. Con esperanza de que, por fin, estuviese lista para contarle que le ocurría. Abrió rápidamente el mensaje y quedó inquieto al leerlo.

Lo siento tanto…Los amo a todos.

¿Qué se supone que significaba ese mensaje? Lo leía mil veces y, en vez de entrañar su significado, solo lograba sentir un mal presentimiento.

─ ¿Hermano? ─escuchó como Hikari lo llamaba mientras entraba a la habitación del mayor. ─ ¿A ti también te llegó un mensaje de Sora? ─preguntó de manera preocupada. ─Algo anda mal…

Menudas palabras…Claro que algo andaba mal. Las notificaciones de sus respectivos teléfonos comenzaron a anunciar la llegada de mensajes provenientes de sus amigos quienes estaban igual de perturbados por el mensaje que acababan de recibir de su pelirroja amiga.

¿Por qué le había enviado ese mensaje a todos, en especial, a medianoche?

Un nudo se le instaló en la garganta; nunca en su joven vida, Taichi había sentido un grado de preocupación tan grande.


Consideró quedarse a dormir en la academia, pero algo la incitó a volver a su hogar; una sensación de intranquilidad que le decía que debía ir. Introdujo la llave en la cerradura cuidadosamente. Después de todo, tanto Sora como Akiyama debían estar dormidos y no quería perturbarlos. El hombre que se hospedaba en su hogar era uno de los mejores amigos tanto de su esposo como de ella, incluso fue aquel hombre que los presentó; ambos le tenían cariño y confianza y no dudaron en darle un lugar donde quedarse en su temporada en Odaiba que se había extendido a todo un año y, por supuesto, ellos le otorgarían todo ese tiempo en su hogar.

Ingresó a su hogar y lo primero que notó fue la luz del baño encendida con la puerta entreabierta. Se extrañó. Eran casi las una de la madrugada y ella había asumido que sus dos acompañantes estarían dormidos. Dejó su bolso sobre la mesa y se dirigió hacia el baño. Podía escuchar el agua corriendo, pero nada que indicara que alguien estuviese allí. Sin pensarlo mucho, abrió la puerta.

Sus ojos se abrieron en terror al ver frente a ella la pesadilla de cualquier madre.

Histérica, dejó salir el grito más desgarrador de todos.


Ninguno de los digi-elegidos había podido volver a la cama. El mensaje que la pelirroja había enviado los perturbó y para empeorar los males, Sora no respondía a sus llamados.

─ ¿Escuchas eso? ─preguntó la menor de los Yagami.

─Una ambulancia se acerca. ─los hermanos se miraron entre ellos y casi al unísono, salieron al balcón para observar hacia la calle y en efecto, a la entrada del edificio, se encontraba el vehículo médico estacionado.

El castaño sintió una corazonada que no pudo explicar. Descalzo y solo vistiendo su ropa de dormir, salió a toda prisa de su habitación y posteriormente, de la residencia, seguido por Hikari de cerca. Ni siquiera se molestó en esperar el ascensor; bajó por las escaleras como si de eso dependiera su vida. Cuando finalmente llegó al piso y residencia que buscaba, se quedó congelado en su sitio. Con la respiración agitada aun por su esfuerzo, vislumbró como los paramédicos salía del apartamento de su mejor amiga, con ella inconsciente en una camilla, siendo atendida con carácter de urgencia.

─Oh por Dios…─exclamó Hikari totalmente en shock. Solo al escucharla, Taichi volvió a la realidad y corrió hasta la camilla.

─ ¡Sora! ─exclamó al llegar a su lado. ─ ¿Qué pasa?

─La joven, al parecer, ha tratado de quitarse la vida…

El moreno quedó estático.

"Lo siento tanto…Los amo a todos."

No…no, no, no; se negaba a creerlo. ¿Ese era el significado del mensaje? ¿Ella no quería vivir más?

─ ¡Por favor, no la dejen morir! ─exclamó una histérica Toshiko mientras seguía fielmente al lado de su única hija. Y después, apareció él. Parecía estar preocupado y siguió la camilla en todo momento.

Taichi lo observó con odio y rabia. No sabía que había hecho, pero el sabía muy bien que aquel hombre tenía algo que ver en esto.

Con impotencia, observó como la ambulancia de alejaba seguido de cerca por el huésped de los Takenouchi en su auto. Él no iba a dejar a su Cielo sola; claro que no. No le importaba el hecho de que era de madrugada; volvió a su departamento, tomó su billetera y tan solo tomando su chaqueta, y ordenándole a Hikari que le avisara a los demás y a sus padres, partió hacia el hospital


Se removió incomoda. Al abrir los ojos, la luz del lugar la cegó por completo y fue presa del desconcierto. No reconocía el lugar, no recordaba que había pasado ni como había llegado ahí…De lo único que estaba segura es que alguien estaba tomando de su mano. Giró y se encontró con una maraña de pelo castaño. Su mejor amigo, sostenía su mano con las suyas mientras su frente descansaba sobre el colchón de la cama donde ella yacía.

Un nudo se le instaló en la garganta.

Recordó absolutamente todo y, no pudo evitar las lágrimas que comenzaron a brotar de sus ojos mientras mordía su labio inferior tratando de no realizar ningún tipo de sonido para no alertar al castaño. Su intento había fallado y ella solo había empeorado todo el asunto. Y con ese mero pensamiento, no pudo controlar los hipidos que el llanto le provocaba y observó casi automáticamente como el castaño levantaba la vista.

─Sora…─susurró.

─Taichi…─comenzó a decir presa del llanto; se sentó como pudo en la cama─ Lo…siento, yo…─pero no pudo terminar la oración. El castaño se había abalanzado sobre ella en un abrazo que la sorprendió sobremanera. Esperaban regaño, gritos, hasta palabras mal sonantes…jamás esperó aquel abrazo. ─Tai…

─Dios, Sora… ¿por qué has hecho algo así? ─preguntó en un hilillo de voz. ─ ¿En qué pensabas? ¿Qué iba a hacer yo si tú…? ─ni siquiera podía terminar la frase. ─Dime, que te está pasando. ─ordenó.

─No es…

─No me mientas. ─ respondió seriamente. ─Los médicos ya nos contaron sobre los moretones y golpes que tienes en varias partes del cuerpo; tu madre está hablando con las autoridades porque creen que ella te ha estado maltratando. ─la respiración se le cortó por un instante. ─ Tu y yo sabemos que Toshiko es incapaz de lastimarte.

─Es que…no puedo decirlo.

─ ¿Por qué?

─Tengo miedo a lo que…puede venir después. ─ Con toda la delicadeza y paciencia que tenía, Taichi tomó su rostro entre sus manos e hizo que lo mirase directamente a los ojos.

─Sabes que yo nunca dejaría que algo malo te pase; te lo vengo diciendo desde que éramos niños y tal vez, no pude evitar lo que sea que te ha pasado en estos tres meses, pero quiero evitar que siga pasando. ─ limpió las lágrimas que caían libremente pos sus mejillas. ─ Confía en mi…por favor; ya no puedo con la situación, Sora. No sabes lo que he sentido estos últimos meses al ver cómo te derrumbabas ante mis ojos sin yo poder hacer nada al respecto. Y hace tan solo unas horas…en mis 17 años de vida, jamás sentí un terror tan intenso como el que tuve de perderte; todos estamos preocupados y queremos ayudarte, por favor…déjanos ayudarte.

La pelirroja quedó sin habla por unos instantes. Entre hipidos, trataba de organizar sus ideas. Estaba harta de la situación; realmente ya no podía sola y necesitaba que alguien la ayudara. Observó al castaño; había notado que el chico estaba aún en pijamas, lo que indicaba que había salido de su apartamento sin mirar atrás…solo por ella. ¿Cuántas veces Taichi había estado para ella? Había perdido la cuenta porque el castaño sacrificaba lo que tuviese que sacrificar por el simple hecho de verla feliz.

─Tai…

─Confía en mi…─ y no pudo más; esos grandes y marrones ojos le transmitieron un sentimiento tan puro que ella sintió la suficiente seguridad como para contarle. Tomó una gran bocanada de aire y, sin dejar de mirarlo a los ojos, le respondió.

─Mi madre no me ha hecho nada, fue…Akiyama.

─ ¿Qué te hizo? ─preguntó controlándose lo mejor que pudo; desde un principio sospechó que ese individuo tenía algo que ver. Ella dudó por unos segundos, pero ya no había vuelta atrás. Ella debía terminar con eso de una vez por todas.

─Estos últimos tres meses, él…─ respiró hondo. ─ ha estado abusando de mí.

Rabia no llegaba a describir el sentimiento que se instauró en portador del emblema del valor…


Una idea que me ha venido rondando la cabeza desde hace tiempo y decidí compartirla. Me encantaría saber que piensan al respecto, así que, espero sus reviews, por favor.