Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
ADVERTENCIA: La historia contiene temas fuertes y no es apto para niños.
El castaño se mantenía en silencio. Había pasado una hora desde que se enteraron del estado de la pelirroja y todavía lo estaba procesando. Era una cruel broma del destino y no sabía cómo proceder después de aquello.
─ ¿En qué piensas? ─ la voz de la pelirroja lo rescató de sus pensamientos. Apoyó sus brazos sobre sus piernas y agachó la mirada por unos instantes, para luego, mirarle directamente.
─ Lo que pienso no es importante ─ respondió ─ Dime qué piensas tú…─ ella pareció pensarlo.
─ Si te soy honesta, no sé ni lo que estoy pensando ─ admitió ─ Mi mente aún procesa todo lo que ha pasado en este par de días. ─él sólo se dedicó a observarle por breves instantes.
─ El único pensar que importa aquí, es el tuyo, Cielo; no el mío, ni el de tus padres ─ aclaró. Los padres de la pelirroja tomaron la noticia, como era de esperarse: mal. Al menos Toshiko trató de disimularlo; Haruhiko fue un caso totalmente diferente. ─ Solo el tuyo; sin importar que decidas, estaremos aquí para apoyarte.
La pelirroja no respondió. Sabía que lo decía de corazón, pero después de ver la reacción de su padre, no estaba tan segura. Era como si el mundo se empeñase en ponerle prueba tras prueba, sin tan siquiera esperar a que pudiese asimilar todo lo que estaba pasando a su alrededor. Estaba esperando un bebé del hombre más detestable que conoció en su vida y por más que lo intentara, no encontraba el por qué; ¿qué podría estar aprendiendo de esto? ¿Acaso estaba pagando algo?
─ ¿Podrías dejarme a solas? Quiero descansar un poco…─ Sora giró en la cama, dándole la espalda al castaño, quien sabía perfectamente que la chica no tomaría una siesta. Aun así, se puso de pie, se acercó a ella y besó suavemente su sien.
─ Descansa.
En el momento en que se escuchó el sonido de la puerta cerrarse, Sora dejó que sus emociones salieran a flote.
─ No lograremos nada con lamentarnos; debemos enfrentar la realidad ─ comentó la matriarca Takenouchi. Ella, al igual que su esposo, estaba devastada. Pensar en todo lo que pasó su adorada unigénita, la perseguiría por el resto de sus días, pero tenían que aceptarlo, más aún, sabiendo que un bebé se había añadido a la ecuación.
─ No quiero que tenga a ese bebé…
─ Esa no es tu decisión. ─ esa respuesta no fue del agrado del hombre.
─ Tiene diecisiete años, ¿qué se supone que va a hacer con un bebé. ─ explicó de la manera más calmada que pudo ─ Además, el niño sería un recordatorio de…─ ni siquiera pudo terminar la frase. ─ Ella no puede conservarlo.
─ Pensé que conocías mejor a Sora. ─ ella sabía que no había forma humana de que su hija accediera a terminar el embarazo. Sora era puro amor, una chica maternal que jamás pondría en riesgo la vida de otra persona, especialmente, si se trataba de un ser tan indefenso e inocente como un bebé. ─ Admito que no sé si se quedara con él, pero de que continuará con el embarazo, lo hará; yo…la apoyaré si eso pasa.
─ Toshiko, ¿estás escuchando lo que dices?
─ Soy muy consciente de lo que digo ─ respondió ─ Respetaré su decisión, sea cual sea; no voy a permitir que siga sufriendo ─ Para Haruhiko, fue como ver caer una muralla; podía contar las veces que vio a su esposa llorar y cada vez que lo había presenciado, su corazón parecía romperse en mil pedazos, justo como lo hacía en esos momentos. No pudo hacer otra cosa, más que abrazarla ─ No quiero que siga…sufriendo; casi la perdemos…No sé qué habría hecho si ella…hubiese muerto…
─ Yo tampoco… ─ batallar con sus emociones se tornaba cada vez más difícil, así que, solo se mantuvo allí, abrazado a la mujer que compartía con él toda la frustración de haber sido, técnicamente, los causantes del sufrimiento de su única princesa, quien, sin ellos saberlo, presenciaba la escena a la distancia.
La compañera de Biyomon observó la escena con cierta culpa. Necesitaba salir de allí; sentía que se asfixiaba.
El castaño observaba a las personas ir y venir de la cafetería. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que abandonó la habitación del hospital; sus pensamientos habían divagado en gran manera, anticipándose a todo lo que vendría a partir de allí.
Tomó su teléfono y vio un nuevo mensaje en pantalla.
Hikari
Dijiste que nos mantendrías informado y no nos has dicho nada. ¿Cómo está Sora?
Respiró hondo. ¿Qué se supone que dijera? Él aún no lo procesaba del todo, ¿cómo se supone que lo explicaría sin traspasar la privacidad de Sora?
Taichi
Está mejor, pero aun no puedo decirte nada, por respeto. Ella hablará con ustedes cuando se sienta lista
No le correspondía decir nada más.
Se disponía a guardar el teléfono nuevamente cuando entró una llamada, de nada más y nada menos, que de la madre de su Cielo. Decir que se aterró, era quedarse corto.
Corrió por la ciudad como si estuviese loco. Cuando la madre de Sora le dijo que la pelirroja había desaparecido del lugar, el castaño sintió que su corazón salía de su pecho. Demonios, tenía miedo; Sora no estaba en condición de andar sola por las calles de Odaiba, ¿cómo pudo ser tan ingenuo como para dejarla sola?
─ Bien, Taichi, respira…─ se dijo, parando en seco su frenético andar. Él la conocía mejor que nadie, así que, la pelirroja debía estar en un lugar donde pudiese pensar o al menos estar sola. Allí, todo hizo sentido. Se dirigió al único lugar donde se le ocurría podría estar, suspirando con alivio al vislumbrar la figura de la chica de sus sueños a distancia.
Jugueteando con un balón de soccer, en la cancha que ambos frecuentaban en su niñez.
─ ¡Sora! ─ llamó; ella dejó el balón de soccer, dirigiendo su atención al castaño. ─ ¿Qué se supone qué haces? Deberías estar en reposo.
─ Tenía que salir de ese hospital; sentía que me asfixiaba. ─ golpeó el balón con cierta fuerza, anotando un gol a distancia. La joven se acercó a la portería, ante la atenta mirada del castaño y se dirigió nuevamente hacia él, manejando el balón habilidosamente; Taichi se lo arrebató con cuidado.
─ ¿Quieres discutirlo mientras calentamos un poco? ─ ella se dedicó a observarle por algunos segundos, para luego terminar aceptando con un pequeño asentimiento de cabeza. Taichi le pasó el balón. ─ Háblame…
─ Salí a dar un paseo por el hospital y terminé escuchando a mis padres discutir. ─ respondió, devolviéndole el balón al castaño ─ Escucharlos, hizo que cayera en cuenta en algo que ya sabía, pero que no quería interiorizar…en teoría, soy madre.
─ Siempre lo has sido…─ respondió el castaño con algo de humor, sacándole una pequeña sonrisa a la pelirroja.
─ Es cierto ─ concedió. Taichi pateó el balón, anotando un gol y dirigiéndose de inmediato a buscarlo─ Aunque esta vez, realmente hay un pequeño ser creciendo dentro de mí.
─ ¿Qué piensas al respecto? ─ preguntó al llegar a su lado con el balón,
─ Siento que este bebé no pidió ser concebido, así como yo no quise ser víctima de aquel…hombre, ─ explicó ─ pero ya ocurrió y no hay nada que pueda hacer más que aceptarlo
─Entonces, ¿qué harás? ─ El castaño le pasó el balón; Sora lo detuvo con el pie.
─ El bebé tiene el mismo derecho que tú y yo de vivir, así que…lo tendré… ─ respondió firme, mirándolo directamente a los ojos ─ No sé si podré quedarme con él y criarlo, pero al menos, lo traeré al mundo para que, si no es a mi lado, sea feliz con una familia que lo acoja y ame como se merece.
El castaño le dedicó una sonrisa sincera. Claro que su Sora pondría el bienestar de un pequeño inocente antes que el propio. Era consciente de todo lo que tendría que soportar a través del embarazo y no le importaba, siempre y cuando hiciera lo correcto para el pequeño. No sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que aquel pequeño que crecía en el vientre de su Sora, permanecería con ellos; su pelirroja nació para ser madre y no se imaginaba un panorama donde ella pudiese dar en adopción a su bebé. Solo quedaba esperar y ver que acontecería durante los siguientes meses.
─ Muy bien; ya sabes que tienes mi apoyo y de seguro el de los chicos también. ─ ella le sonrió de cierta manera aliviada, lo que provocó que la esperanza se disparara en el castaño, al presenciar cierto brillo en los ojos rubíes. Takenouchi maniobró el balón una vez más, pateándolo y anotando un perfecto gol.
Un gol que, de manera simbólica, representaba una nueva etapa.
Aún no puedo creer que hayan tenido que pasar tres años para que actualizara esta historia…Mis más sinceras disculpas. Agradezco a Sofhi e Irechany por los reviews y a todos ustedes que han estado leyendo desde las sombras. Prometo no dejar que pase tanto tiempo para la nueva actualización.
Cualquier cosa, pueden escribirme un PM o contactarme a través de un blog que tengo en Instagram llamado Like_A_Random_Book (misma foto de perfil que la de mi profile). Como siempre, siéntanse libres de comentar,
Cuídense,
Bye!
