CHAPTER 4
Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
ADVERTENCIA: La historia contiene temas fuertes y no es apto para niños.
Era consciente de que necesitaba ayuda, pero sinceramente no quería enfrentarse a la realidad tan pronto y para ella, ir a terapia representaba todo aquello. No quería hablar al respecto, no sentía que era el momento, aunque sabía que no tenía caso postergar lo inevitable. Había pasado pocos días, lo último que quería era revivir todo tan pronto. Sentada entre sus padres, Sora esperaba ser convocada por la profesional que la estaría atendiendo. La pelirroja no podía evitar sentir incomodidad, no solo la suya, la de sus padres también y no le ayudaba a tranquilizarse; era difícil sincerarse con los que conocía, parecía una broma tener que hacerlo con un desconocido.
─ Buenas tardes, deben ser los Takenouchi ─ La joven levantó la vista, encontrándose con una mujer de aproximadamente unos cuarenta años, facciones delicadas, algo regordeta. Su pelo era castaño, con unos ojos que hacían juego y que proyectaban amabilidad a través de ellos. ─ Me llamo Tami Koeda ─ el matrimonio Takenouchi se levantó de inmediato, presentándose y saludando de manera cordial. La atención de la profesional se centró en la joven pelirroja que se mantenía tranquila, sin moverse, observándola ─ Tú debes ser Sora, un gusto ─ saludó, extendiendo su mano para que esta la estrechara. Dudó por unos instantes.
─Un gusto
La simple respuesta rompió el hielo que se había formado. Tanto Toshiko como Haruhiko entristecieron al constatar de primera mano el cambio de actitud en su hija. No reconocían esa versión de su adorada niña. No había alegría, amabilidad, era obvio que le costaba el simple hecho de saludar a un extraño y sentían que era su culpa, estaban convencidos de aquello.
─ Muy bien, ¿comenzamos? ─ se apartó de la entrada, con la intención de que pasara. Decidida a terminar rápido con aquello, Sora se levantó y entró al lugar, ante las preocupadas miradas de sus progenitores. ─ No se preocupen, estará bien. ─ aseguró, repitiendo la sonrisa amable. La preocupación en los rostros del matrimonio era genuina, se notaba que amaban a su hija y querían lo mejor para ella. Con el asentimiento del hombre, Tami cerró la puerta, re-direccionando su atención hacia la joven. ─ Puedes tomar asiento donde desees. ─ Antes de aceptar el ofrecimiento, Sora observó el lugar: acogedor, de colores tenues e iluminación que terminaba de crear el ambiente que asumía quería asemejarse a "confianza". Un gran escritorio se encontraba a unos pasos de la pequeña sala de estar donde suponía se llevaría a cabo la sesión. Al final, se decidió por el gran sillón acolchado frente a la silla que consideraba la "profesional" ─ Bien, Sora, ¿cómo quieres empezar? ─ la pelirroja enarcó una ceja.
─ ¿No se supone que usted guiaría esto?
─Así es, pero me gusta preguntar y conocer sus expectativas; es más fácil para que entremos en confianza ─ la sonrisa que le dedicó la mujer, no le brindó ningún tipo de desconfianza, así que, decidió cooperar.
─ Me gustaría saber más…sobre usted─ la mujer mantuvo su semblante amable.
─ Muy bien: soy psicóloga. Soy madre de tres hijos, edades 15, 12 y 7, me convertí en viuda a muy temprana edad…
─Lo siento…─ interrumpió rápidamente.
─ No tienes por qué…─ añadió─ En fin, me gusta cocinar, leer y pasar tiempo con mis hijos, los cuales son más energéticos de lo que deberían. Trato de ejercitarme lo más posible, de cualquier forma, pero si me ponen a elegir, me gusta hacerlo a través del tenis; lo amo.
─ Yo practico tenis
─ ¡Eso es genial! ─ exclamó ─ Algo que tenemos en común ─ Sora asintió de manera tímida. Tami sonrió, con cierta ternura. Podía percibir ciertos destellos de una personalidad cálida a través de la coraza protectora que veía en esos momentos. ─ ¿Sabes qué otra cosa tenemos en común?─ Sora negó con la cabeza─ Ambas estamos aquí con el mismo propósito: que estés bien; verás que lo vamos a lograr.
La pelirroja sintió como algo amenazaba con salir de su pecho. Se mordió el labio con la intención de mantener todo a raya, no podía derramar lágrimas ante una desconocida, por más amigable que se viese. No podía darse el lujo de confiar en las apariencias, tenía miedo de volver a caer en un peligro por ser ingenua.
─ ¿Estás lista? ─ respiró hondo. No, no lo estaba, sentía que nunca lo estaría, pero sabía que era lo justo dada la situación. No se trataba de cualquier persona, hablaba de sus amigos, los que habían estado pendiente de su estado de salud, aquellos que sin entender qué pasaba, jamás desistieron en su intento de contactarla. Ellos merecían saber la verdad y tenía que provenir de ella.
─ Eso no importa ─Taichi la observó por unos segundos. Sora solo había tenido dos sesiones con la terapeuta que, al parecer, estaba ganando su confianza. Según le había confirmado la propia pelirroja, estaba profundizando poco a poco según iban pasando las sesiones, lo cual consideraba un logro. Entendía que no se trataba del mismo nivel de confianza.
─De acuerdo, recuerda no sobre exigirte; son los chicos, entenderán ─ El simple asentimiento le corroboró que no escucharía comentario al respecto. Tal vez guardaba energías para lo que se avecinaría, especialmente, teniendo en cuenta que podía escuchar murmullos a través de la puerta. Por más que Sora había insistido en que debía enfrentarlos, él no estaba muy convencido. Había pasado muy poco tiempo y aun temía por la salud mental de la chica.
─ Entremos ─ él asintió, tomó la manija de la puerta y la giró. Casi de inmediato, las voces cesaron y notó como Sora se tensó. Con su mano libre, tomó una de las de ella y se adentró el lugar. No fue ninguna sorpresa para él sentir las expectativas en el lugar, especialmente, cuando la portadora del emblema del amor apareció ante ellos.
─Hola…─ para su sorpresa, la pelirroja fue la primera en hablar. Decidió hacerlo porque era más que obvio que sus amigos estaban pasmados, sin saber qué decir o hacer. Claro que se alegraban de verla en una pieza, frente a ellos y, sobre todo, viva. No entendían que pasó y temían decir algo que pudiese resultar imprudente.
Taichi observó a los presentes. Estaban reunidos en casa de los Yagami, aprovechando que sus padres no estaban. Hikari y Taichi habían organizado la sala de estar para que la pelirroja estuviese un poco alejada de los demás, mientras contaba lo acontecido, hasta donde pudiese. El joven Yagami fue a buscar a la pelirroja mientras los demás llegaban. Además, quería hablar con ella previo a todo y apoyarla
─Sora-san…─ susurró Mimi, la vio tomar un paso hacia ella, pero Yamato la detuvo, presintiendo que no era lo ideal en el momento.
─ Nos alegramos de verte ─comentó Hikari. Taichi no pudo evitar pensar lo atípica de la situación y como nadie estaba actuando como esperaría. Daisuke y Miyako, los más energéticos y extrovertidos del grupo, estaban en blanco y se notaba su incomodidad. Yamato, Ken, Iori Takeru, Koushiro y Joe no podían ocultar la preocupación en su rostro. Hikari y Mimi trataban de dedicarle apoyo, pero la expectativa era reconocible en sus rostros. Su atención se centró en Sora, quien observaba al grupo con la ansiedad a flor de piel, podía notarlo, la conocía perfectamente.
─ Es bueno verlos de nuevo ─ respondió, insegura de saludarlos de una manera más directa hasta contarles la historia. ─ Gracias por venir y por su preocupación durante todo este tiempo, yo…─ un nudo se instauró en su garganta ─ lamento tanto la manera en que los estuve tratando en estos últimos meses, quería mantenerlos alejados.
─ ¿De qué? ─ la firme pregunta vino de Mimi. No correspondía a un cuestionamiento de odio, estaba cargado de genuina preocupación. No era secreto los innumerables intentos que la castaña realizó para saber qué estaba pasando, odiaba sentir que algo terrible pasaba con la que consideraba su hermana, por lo que, al enterarse de todo el fiasco que terminó por enviarla al hospital, sintió literalmente que algo dentro de ella se rompió. Necesitaba saber, entender que había pasado y cómo podía ayudar.
Respiró hondo; Taichi solo se limitó a acercar las sillas que estaban a poca distancia, lo que los demás interpretaron como el momento de la verdad. Se distribuyeron entre los asientos cercanos, alguno de ellos en el piso, todos atentos a lo que la pelirroja diría a continuación. En el momento en que las palabras comenzaron a abandonar los labios de la joven Takenouchi, los chicos confirmaron que se trataba de un suceso turbio y oscuro. A medida que avanzaba el relato, se notaba que Sora hacía un esfuerzo sobrehumano para no quebrarse. Cuando la bomba realmente cayó, todos los presentes contuvieron el aliento y trataron de controlar sus expresiones faciales; varios no lo lograron. La realidad era horrible, más aun, al saber que le había pasado a Sora, a ella, a la persona más bondadosa que cualquiera podría conocer. ¿Por qué ella? No tenía ningún sentido; no era justo la ironía de que ella, la madre del grupo, estuviese esperando un pequeño bajo semejante circunstancias.
─Pensé que…manteniendo todo en secreto, esto no los alcanzaría a ustedes…─ terminó de relatar─ Al final, estaba sola en una situación que al parecer no terminaría jamás, así que, yo…solo…quiero seguir y superar esto─ No se sentía orgullosa de la opción que había tomado como salida; era una vergüenza. ─ Lo siento…─ Furia, impotencia, tristeza…eran algunas de las emociones que podía leer a través de los rostros de sus amigos. No entró en detalles, no abundó en la totalidad del horror que sufrió, y, aun así, el impacto fue contundente. ─Yo…─ no terminó su oración. Su mejor amiga se había levantado de su lugar, Yamato ni siquiera intentó detenerla. La castaña no pronunció palabra alguna, las lágrimas eran suficiente evidencia de lo que sentía en esos momentos, así que, solo atinó a abrazar a la pelirroja.
─ Es nuestro turno de cuidarte, ¿bien? A ti y al bebé ─ y con esa simple oración, la barrera se rompió. Trató de contenerse, pero fue inútil. Todos se acercaron hasta propiciar un abrazo grupal que no le permitió reprimirse. Era la primera vez en semanas que no pensaba que estaba sola. Sabía que era momentáneo y que aún quedaba un largo camino hacia la salida del abismo, pero por primera vez, de manera genuina, lo veía factible, lo veía como una posibilidad.
─Los extrañé tanto, chicos… ─ respondió entre lágrimas. Estaba tan aliviada, ni siquiera había sentido la carga que llevaba ocultándole la verdad a los chicos.
Había salido mejor de lo que anticipo. Taichi no podía dejar de sonreír mientras acompañaba a la pelirroja a su hogar, luego de la mejor reunión que habían tenido en años. El motivo tan oscuro que la propició, terminó siendo un motivo de unión más allá de lo pensado. La diferencia en el ánimo de la pelirroja fue lo mejor de la noche y esperaba que lo que aún le tenía reservado, funcionase para que terminase de ser el mejor día hasta el momento.
─ Es la primera vez desde lo ocurrido que te veo llorar y me siento alegre al respecto
─ Eso sonó sádico, Taichi ─ el sonrió.
Sora se sentía más tranquila de haber visto a sus amigos. Los chicos se habían tomado la noticia como se esperaba: con rabia e impotencia hacia la situación, pero, sobre todo, con un nivel de apoyo infinito hacia ella. Todos habían demostrado que sin importar que pasara a partir de allí, ellos estarían, para ella, Mimi siendo la más entusiasta al respecto.
─ Pero real…─ respondió ─ Además, aún no termina; alguien está en casa, esperándote ─ ella le observó con una ceja perfectamente enarcada. Todos sus amigos estaban en la fiesta, los únicos que estarían en su hogar, eran sus padres.
─ ¿Quién? ─ respondió. El no dijo nada, se limitó a sonreír mientras observaba como la chica abría la puerta de la residencia con curiosidad en sus facciones. Aun no se sentía totalmente cómoda de estar en su hogar, especialmente en la habitación que puede ser considerada el epicentro de todo el fiasco, pero sabía que debía enfrentarlo y no tratar de huir. La puerta se abrió y ni bien había entrado una voz muy conocida retumbó en el lugar.
─ ¡Sora! ─ el corazón de la joven dio un vuelco y una sincera sonrisa apareció en su rostro mientras una criatura rosa volaba a sus brazos.
─Biyomon…─ susurró mientras la abrazaba.
─ ¡No te preocupes, Sora! ¡Ya todo va a estar bien! ─ no sabía cuánto le habían contado a, pero amaba tenerla allí. Su compañera digimon siempre había estado en los mejores momentos de su vida, le recordaba tiempos felices, de superación, era justo lo que necesitaba en esos momentos.
¡Nuevo capítulo: listo! Me disculpo por la tardanza; entre el trabajo y la publicación de mi primer libro, todo ha sido un caos. Gracias a: Irechany, honter11, Kmtz y Lin Lu Lo Li por los reviews en el capítulo anterior.
Guest reviews
Kmtz: ¡Hola! Tardé más de lo esperado, pero volví. Espero seguir explorando la relación de ambos dadas las circunstancias. Muchas gracias por el review
Honter11: Hi! No te preocupes, no me he olvidado de las demás historias, estoy trabajando para actualizar a un ritmo más rápido. Muchas gracias por el review
Como siempre, siéntanse libres de comentar. Cualquier cosa, pueden contactarme a través de los reviews, PM o a través del blog que les dejé en la bio.
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Bye!
