Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
ADVERTENCIA: La historia contiene temas fuertes y no es apto para niños.
Abrió los ojos en un sobresalto, recibida por la oscuridad de su habitación. Se sentó en la cama, arreglándose algunos rebeldes mechones de cabello. Semanas habían pasado desde que la verdad se destapó y las cosas volvían de a poco a su curso. Sora seguía yendo a sus sesiones de terapia y, si era honesta, se sentía mucho más tranquila con cada sesión superada. El hecho de poder desahogarse sin restricciones le ayudaba de una manera que no creyó posible.
Volver a su rutina normal fue bastante retador en el aspecto psicológico, más aún porque el embarazo comenzaba a notarse. Los rumores comenzaban a surgir y, aunque en la mayoría de los casos los ignoraba, le costaba bastante hacerlo cuando la interrogante constante era el padre de la criatura. Taichi siendo Taichi, y preso de su locura, se ofreció a mostrarse como el padre del niño, como si se estuviese ofreciendo para alguna actividad extracurricular. Como era natural, Sora no lo permitió.
Los directivos del instituto estaban al tanto de lo ocurrido. No quería hacer el asunto público, pero para evitar represalias por malos entendidos, sus padres se vieron en la dura obligación de ponerlos al tanto, así como, mantenerlos al tanto de sus avances, cosa que la pelirroja odiaba. Mientras más personas conocieran la verdad, más crecía el riesgo de que alguien lo diera a conocer y ella prefería mil veces que la reconocieran como una madre soltera que como víctima de todo lo que pasó.
Observó a Piyomon dormida en el improvisado colchón a su lado. Sonrió enternecida. Tener a su compañera con ella había sido un gran punto de mejora. Piyomon no sabía mucho más allá de que alguien le había hecho mal; se había enfocado en ayudarla y tratar de hacerla sentir mejor. Su compañera digimon estaba más emocionada de lo que pensó con el bebé que llevaba en el vientre, incluso se había ofrecido como niñera.
La joven Takenouchi se levantó de su cama y se acercó al espejo del otro lado de la habitación. Se colocó de perfil y se levantó la camisa del pijama; de inmediato, notó el pequeño bulto en su bajo vientre. Quedó en trance por unos momentos, simplemente observando su reflejo. Con cierta duda, colocó una de sus manos sobre la zona donde se gestaba un nuevo ser. Existían días donde no creía que dentro suyo crecía un ser humano. Desde pequeña, supo que en algún momento de su vida sería madre, nunca pensó que sería bajo esas circunstancias. Estaba a horas de tener el primer contacto verdadero con la criatura. En unas horas, tendría el primer control oficial y por eso, se esforzó de que coincidiera con su habitual cita de terapia; sabía que la necesitaría.
─ ¿Sora? ─ la adormilada voz de su compañera la trajo nuevamente a la realidad. ─ ¿Estas bien? ─ preguntó caminando hacia ella, aun estrujando sus ojos para apartar el sueño.
─Sí; solo me levanté un momento. ─ respondió sonriéndole. ─ Piyomon, ¿quieres dormir conmigo? Tengo algo de frio. ─ mintió. Obviamente, el digimon no se negó. Mientras se acomodaban en la cama y Piyomon le abrazaba contenta, Sora no podía dejar de pensar en los próximos acontecimientos.
El joven Yagami movía sus piernas con impaciencia. Mataría por saber cómo le estaba yendo a Sora con la cita médica. Toshiko había solicitado el día libre para que la pelirroja pudiese tener paz durante ese día y el fin de semana que estaba por iniciar. Aunque Sora había estado progresando, no tenía idea de cómo reaccionaría ante ese primer gran choque de realidad.
─ ¡Joven Yagami! ─ el estridente llamado de la maestra lo hizo saltar, literalmente, de la silla. ─ ¿Qué fue lo último que dije? ─ Taichi sonrió nervioso. ─ Salga, ¡ahora! ─ más aliviado que avergonzado por lo que acababa de pasar, el elegido del emblema del valor se puso de pie, y salió del lugar. Era lo que quería hacer desde el principio.
No podía dejar de pensar en lo que estaba pasando. Tomó su teléfono y le escribió a la pelirroja.
─ ¿Cómo va todo? ─ Taichi sonrió al ver 'en línea' aparecer en el chat.
─ ¿Qué haces con el teléfono?
─Me expulsaron de clases.
─Solo esperas que no esté cerca para meterte en problemas…─ Taichi sonrió.
─No me regañes y contesta mi pregunta: ¿cómo va todo? ─ Mientras veía el "escribiendo", el castaño se imaginaba la escena detrás del teléfono y le encantaría estar alli. Él sabía que Sora, por más que no lo admitiese en el momento, era fuerte y podría manejar esa situación, más aun, con el progreso que había experimentado.
─Bien, es mi turno. ─ Por el tiempo que le tomó escribir esa respuesta, el joven Yagami sabía que había omitido cosas o había escrito algo mucho más extenso y decidió, al final, no enviarlo.
─Ok; iré a tu casa después de clases.
─Tengo cita en la tarde…
─Pues… ¿puedo alcanzarte allá? ─ otra vez, la respuesta tardó en llegar.
─De acuerdo. ─ con eso fue suficiente. Después de lo sucedido, no se despegaban, por lo que, a veces, pensaba que estorbaba, pero para su sorpresa, parecía ser lo contrario. Toshiko hacía de todo para que se sintiera en casa, más aún si eso era posible. Haruhiko había vuelto a Kyoto y aunque nadie se lo confirmaba, sabía que era por lo del embarazo.
No era como si estuviesen saltando de alegría ante la situación, pero Taichi consideraba que lo que importaba en el momento era Sora y ese arrebato de su padre no ayudaba. Esperaba que el hombre se diese cuenta de aquello lo más pronto posible.
─Dicen que es Takenouchi…
─ ¡Eso explicaría muchas cosas!
La mención de Sora hizo que el castaño, observara a dos chicas que pasaban por el pasillo.
─Sí, ¿quién pensaría que justo Takenouchi sea la embarazada?
─Bueno, sabes que mi padre es policía, ¿verdad? Hace unos días me preguntó si lo conocía pues estaba trabajando en un caso y el apellido le sonó.
─ ¿Y qué tiene que ver?
─Papá trabaja en la sección de casos especiales, de aquellos relacionados a…
─Chismosas…─murmuró, notablemente furioso. Los rumores se expandían rápido y de por sí, ya estaban bastante extendidos, con todo y articulo en el periódico incluido. Ni el, ni los padres de Sora sabían quién había filtrado la historia; no mencionaba nombres, pero el colocar que la víctima era hija de un historiador y una experta en ikebana, daba una combinación muy específica y fácil de ubicar dentro de Odaiba. Incluso, habían osado en preguntarle a él en busca de confirmación. Los chicos hacían lo mejor que podían para proteger a la pelirroja, pero sabían que era cuestión de tiempo antes de que todo se descontrolara. Respirando hondo, Taichi decidió alejarse del lugar, temiendo que terminase en un conflicto innecesario.
Mientras esperaban por la doctora, Sora no podía apartar la vista de su madre. A pesar de que su expresión era estoica como siempre, la pelirroja podía identificar sin problemas su ansiedad. Los dedos de la matriarca no dejaban de juguetear entre ellos mientras esperaban a que la puerta se abriese para iniciar el chequeo.
─ Entonces, veremos al bebé, ¿verdad? ─ La pregunta de Piyomon las trajo de vuelta a la realidad.
─Algo así; aún es muy pequeño para que lo veas bien. ─ Se podría decir sin temor a equivocaciones que la compañera de Sora era la más emocionada con lo que estaba pasando. Desconocía muchos detalles de lo que había pasado y lo mas que podía entender era que un o una mini-Sora venía en camino. Sabía que alguien le había hecho algo malo a su compañera y siendo tan protectora como lo era, exigió saber quién para tomar cartas en el asunto, pero como era de esperar, nadie le entregó esa información. Lo importante, según le dijeron, era contentar a la pelirroja para que todo saliese bien y Sora siendo Sora, debía estar feliz por el bebé en camino.
─ ¿Por qué Taichi no vino?
─Está en clases. ─ respondió esta vez Toshiko.
─Esto es más importante, ¿no? Es su bebé también. ─ ante la respuesta del digimon, tanto Toshiko como Sora se miraron entre sí.
─ ¿Por qué dices eso? ─ preguntó la madre de Sora.
─Porque él quiere mucho a Sora y los bebes se hacen cuando dos personas se quieren mucho.
─No siempre es el caso, Piyomon. ─ comenzó Sora a decir. Explicarle todos los escenarios donde los bebes podrían ser concebidos, sería demasiado complicado y ella quería mantener a su amiga lo más tranquila posible.
─Disculpen la demora; tuve que buscar tu record actualizado. ─ Gracias al cielo, no tuvo que hacerlo, pues la doctora decidió aparecer al fin y Piyomon tuvo que entrar en su papel de peluche. La profesional se sentó al lado de la cama, acercando el aparato y comenzando la configuración. ─ ¿Cómo estás, Sora? ─ preguntó, una vez terminada su labor. Aunque le sonreía de manera amable, la joven podía ver cierta pizca de expectativa en su voz. Esta mujer había sido su médico de cabecera por bastante tiempo como para tener una relación más cercana que aquella sonrisa afable llena de contradicción ante querer saber su cuadro clínico dada la situación.
─He estado bien…─ respondió de manera amable. ─ Los síntomas me atacan bastante a horas de la mañana.
─Ya veo…─ dijo anotando esa información. ─ ¿Has sentido algo más? No necesariamente relacionado al embarazo. Algún aspecto físico, otra dolencia.
─No, todo bien. ─ respondió. Solo quería que esto acabase. La mujer asintió mientras tomaba el transductor.
─De acuerdo; acuéstate y levántate un poco la blusa. ─ la pelirroja obedeció. En cuestión de segundos sintió el frío liquido sobre su vientre y la presión sobre el mismo unos segundos después. ─ Muy bien… ¡aquí te encontré! ─ Sora mantuvo su vista en el techo, no sabiendo qué hacer. El momento había llegado, su mente tenía un sinfín de pensamientos de cómo estaba en esa situación y comenzaba a impacientarse; Toshiko lo notó. Aun con Piyomon en brazos, tomó la mano de su hija de manera firme, infundiéndole la calma de saber que no estaba en el pasado sola, estaba en el presente con apoyo; su vista seguía fija en el techo hasta que un sonido inundó el lugar. En automático, giró hacia la pantalla. ─ Eso suena como un corazón sano. ─ Ese ritmo había puesto su mente en blanco, el movimiento en la pantalla le tenía en trance. Era el corazón de un inocente bebé, latiendo a más no poder dentro de ella y de cierta manera, eso le brindó alivio de confirmar que sus descuidos no habían afectado a un inocente, pero, sobre todo, sentía gozo, un gozo que nunca había sentido. ─ ¿Quieres saber el sexo del bebé?
─Es una niña. ─ Tami sonrió al ver la pequeña sonrisa qué apareció de manera inconsciente en la joven.
─Veo que la noticia te ha agradado.
─En realidad, me ha agradado que este saludable; no tomé muy buenas decisiones en cuanto a mi salud en aquel tiempo.
─Es entendible, ─ respondió. ─ pero creo que hay algo mas allá de aliviar ese aspecto. ─Se acomodó en el sillón, dejando sus apuntes a un lado. ─ No pienses en los demás, ni en lo que pueda venir, dime de manera sincera: cuando escuchaste el corazón de la pequeña: ¿cuál fue tu primer pensamiento?
─Cariño…─confesó, como un tono que denotaba el hecho como algo malo. ─No lo puedo evitar, es que…
─Sora…no tienes que sentirte mal por quererle. ─ Ante la respuesta de la profesional, la pelirroja le observó contrariada. ─ Desde que te conocí, pude notar la persona cálida que eres, por supuesto que amarías a tu hija. Es lo natural; no debes sentirte culpable por esto.
─Pero…─ al ver que no se convencía del todo, Tami prosiguió.
─ No trato de decirte que todo es maravilloso, pues sabemos las circunstancias en las que fue concebida, pero ella es una parte tuya, la llevas en el vientre. Es lógico que la quieras, es tu hija. El cómo sentirte, es exclusivo de ti; olvídate de los demás.
─Suena a Taichi…─respondió la pelirroja. Koeda sonrió. El nombre de ese chico salía constantemente en las sesiones y cada vez que eso ocurría, aparecía un brillo innegable en los ojos de la joven. Sabía que algo mas allá de la etiqueta de "mejores amigos" se estaba gestando.
─Taichi parece ser mi relevo. ─ bromeó la mujer, ganándose una sonrisa por parte de la pelirroja. ─ Lo digo en serio, Sora: tú eres la única que sabe lo que es mejor para ti y la decisión de quedarte o dar en adopción a tu hija; esto impactará tu vida y no debes permitir que los demás decidan por ti. ─ La pelirroja asintió.
Ser madre era una responsabilidad que siempre había tenido en la cabeza, no bajo semejantes circunstancias por supuesto. Sabía lo importante de amarlo, pero también tenía que asegurarle una estabilidad y ella ciertamente no podía ofrecérselas en ese momento. A penas iba a acabar la secundaria, no tenía manera de hacerlo, si no era con el apoyo de sus padres. A pesar de entender esto, había una parte de ella que se seguía cuestionando si de verdad sería capaz de vivir con el hecho de que alguien más estuviese criando a su hija, de pensar que cuando todo mejorase, no sería capaz de ofrecerle algo mejor, de pensar que llamaría 'mamá' a otra persona. Y no, no se olvidaba de quien era el padre biológico de la niña ni lo que le había hecho, pero el escuchar ese pequeño corazón fuerte y sano, palpitando dentro de ella, removió algo en su fibra y no podía negarlo.
─ ¿Puedo hacerle una pregunta?
─Por supuesto.
─ ¿Seria egoísta si decidiera quedarme con ella? No puedo ofrecerle lo que una pareja que busque adoptar podría…Además, sería una carga doble para mis padres, no solo en lo económico, también en lo moral, ellos…─ La psicóloga se enterneció profundamente.
─ ¿Te has dado cuenta que en ninguna de esas preocupaciones has mencionado tu punto de vista? ─ preguntó. ─ Esa actitud, responde tu pregunta. ─ La sonrisa de la mujer tranquilizó a la pelirroja de cierta manera. Aún seguía confundida, pero sabía que no podía solucionar sus pensamientos, así como así. ─ Siempre recuérdalo, Sora: esto no fue tu culpa; jamás lo será. ─Todos le repetían lo mismo y notaba que con el pasar de los días, ella se estaba convenciendo de lo mismo. Le costó cambiar esa creencia. ─Bueno, Sora, nos quedan unos quince minutos, pero hoy te dejaré ir temprano; necesito discutir algo con tu madre. ─ Sora frunció el ceño. ─ Tranquila; no es nada malo. ─ dijo al ver la expresión de la pelirroja.
Sin otra opción, Sora suspiró. Tami se puso de pie y como era habitual, le abrió la puerta de manera amable a la joven, dándole paso hacia el pasillo.
─ ¡Al fin! ─ escucharon una voz decir. ─ Ya me estaba asustando de…─al ver que la pelirroja no había salido sola, Taichi se mordió la lengua. ─ ¡Gomenasai!
─Debes ser Taichi. ─ respondió la doctora al joven castaño que sostenía un 'peluche' rosa en su regazo ─ Un gusto conocerte, joven.
─El gusto es mío, doctora. ─ la escena era tan graciosa que hasta Toshiko tenía una sonrisa en el rostro.
─Estúpido Taichi…─dijo la pelirroja divertida.
─Señora Takenouchi, ¿podría hablar un momento con usted? ─ La madre de Sora asintió y en cuestión de segundos, se adentró al consultorio junto a la doctora. Casi en automático, Piyomon le sonrió a su amiga.
─Le contaba a Taichi que él bebe es una niña y le dije que, por eso, se va a parecer más a ti, ¿verdad? ─ La pelirroja le dedicó una mirada de disculpas ante las palabras del digimon. No podía sacarle de la idea de la cabeza de que el padre era el castaño.
─Y yo le dije que espero que, al menos, sea como yo en cuanto a personalidad. ─ respondió siguiendo el juego.
─Taichi…─ reprendió, él solo se encogió de hombros. Sora se arrodilló frente a su compañera. ─ Eso no se sabrá hasta que nazca, Piyomon, además…es posible que la bebé se vaya con otra familia.
─Pero… ¿por qué? ─ respondió con notoria decepción en su expresión.
─Porque, por ahora, no puedo darle lo que necesita, no puedo cuidarla.
─ ¿Cómo qué no? Eres su mamá, nadie lo podrá cuidar mejor que tú. Si necesitas ayuda, yo puedo ayudarte…─ Al ver que las palabras habían tenido efecto en la pelirroja, el castaño decidió intervenir.
─Piyomon, ¿puedes verificar el clima? Creo que vi unas nubes cuando llegué…─ olvidando momentáneamente el cuestionamiento, el digimon asintió. ─ Ten cuidado y que no te vean…─ aclaró antes de que la compañera de Sora saliera disparada por uno de los pasillos. El castaño volvió su atención a la pelirroja; estaba pensativa y no podía culparle luego de semejante declaración. Sabía que un debate interno se llevaba a cabo desde que supo de su embarazo y ese tipo de comentarios, aumentaban el conflicto.
─ ¿Estas bien? ─ el pequeño salto que dio la pelirroja le indicó el nivel de profundidad de sus pensamientos.
─Algo así…─ sin preguntar, Taichi la envolvió en un abrazo. Para Sora, resultaba increíble como la presencia de Taichi le generaba tanta paz. Después de lo que pasó, el simple hecho de saludar a un extraño le generaba ansiedad, desconfiaba y rehuía de cualquier tipo de contacto físico más allá del necesario pues le incomodaba o podía traer recuerdos no gratos, pero con el castaño, era como si la regla no aplicase a él. Era el ente que la mantenía en la tierra, la persona a quien realmente le creía cuando decía que todo estaría bien.
─Cuéntale al estúpido Tai; capaz y hoy entiendo…─ una risilla se le escapó de los labios y el castaño no podía estar más orgulloso de esa hazaña.
─Mamá, ¿estás bien? ─ Toshiko levantó la vista de los platos ante la pregunta de su hija. Habían vuelto a casa luego de un día de los más ajetreados hasta la fecha y no había podido dejar de pensar en lo que le había dicho la psicóloga de su hija.
─Sí, estoy bien, ¿qué quieren para cenar? ─ La pelirroja frunció el ceño ante la respuesta. Estaba actuando más extraño de lo normal y eso no le gustaba.
─ ¿Esto tiene que ver con la pequeña charla que tuviste con la señora Koeda? ─ Toshiko suspiró. Por supuesto que su hija sabría por dónde iba el asunto. La señora Takenouchi observó a su hija por unos momentos, tratando de organizar sus ideas.
─Sora…sabes que lo más importante que tengo eres tú, ¿cierto? ─ la pelirroja asintió, no muy segura del camino que tomaría la conversación. ─ ¿Sabes que te apoyaré en lo que sea? ─ ella volvió a asentir. ─ ¿Sientes la responsabilidad de tomar decisiones para que todos sean feliz? ─ en ese momento, Sora se mantuvo en silencio. Ante esto, Toshiko secó sus manos, antes de acercarse a su única hija y abrazarle con cariño, besando su pelo.
─Solo quiero…paz…─Y alli, Toshiko supo que se refería a su padre. La doctora no se equivocó cuando le advirtió que los pensamientos de su hija estaban siendo influenciados por alguna situación externa y que le preocupaba que la pelirroja siguiera el patrón de olvidarse de lo que sentía. Toshiko se separó de su hija para ver su expresión. ─ Sentí tu emoción cuando escuchaste el corazón de la bebé, ¿estás pensando en quedártela?
─No lo sé…─ respondió honestamente.
─ ¿Qué es lo que sí sabes, amor? ─ la pregunta era engañosa pues en el momento nada estaba escrito en piedra, pero al ver el esfuerzo que todos estaban haciendo para ayudarla, lo menos que podía hacer, era ser honesta, aunque era difícil y las lágrimas que se estaban formando en sus ojos eran prueba de aquello. Toshiko no dudó en volver a protegerla entre sus brazos.
─Mamá…No sé qué pasa conmigo; pensé que la decisión sería fácil, es lo más lógico y lo mejor para todos, pero…no sé, cada vez que noto su presencia, que veo lo cambios y más aún hoy cuando puedo identificarla como ella, no me creo capaz de...desentenderme. Ella no tiene la culpa…
─Sora…
─Y sé que sería un recordatorio constante de lo que pasó, y que cabe la posibilidad de que se parezca a él, además de todo lo que conllevaría criarla, sin poder ofrecerles lo que un padre cualquiera podría, pero, aun así, yo…─ Alli, Toshiko supo cual posibilidad estaba ganando, pero Sora, como siempre ponía a los demás por encima de ella, estaba tratando de buscar la opción que beneficiará más a la criatura y a ellos. Esto debía ser al revés.
─Si decides quedártelo, por supuesto que te apoyaré; no lo dudes por un instante. ─ era la primera vez que su madre declaraba aquello en voz alta. ─ Esto no fue tu culpa, ni la del bebé; si tu deseo es ser madre, yo estaré aquí para ti.
─Papá me odiará…─Toshiko negó, con una sonrisa.
─Solo tiene que aceptarlo. Por eso, nosotros también asistiremos a terapia. ─ la declaración tomó por sorpresa a la joven. ─ Nosotros también tenemos que asimilar todo lo que ha pasado para poder estar al cien por ciento para lo que puedas necesitar, Necesitamos sanar y ser las mejores versiones posibles para ti y…nuestra nieta, si decides quedarte con ella. Nosotros aceptaremos tu decisión. ─ Un peso que no sabía que cargaba abandonó sus hombros y Toshiko pudo notar el cambio en la pelirroja, quien se aferró aún más a su madre.
─Gracias, de verdad. Te amo mucho, mamá. ─ Y alli, terminó perdiendo el autocontrol que tanto caracterizaba a la matriarca Takenouchi. Solo quería que fuese feliz, solo quería aliviar todo aquello que vivió y sabía que necesitaba sanar aquella culpa de saber qué ella y su esposo, quienes debieron protegerla, fueron los que llevaron al mal a su casa. No tenía idea de lo que deparaba el futuro, ya fuese con su nieta o no como parte de la familia, pero algo tenía claro: su familia tenía que superar esto. Necesitaban recobrar la paz que les fue arrebatada.
El peor temor de Taichi se había manifestado, sin previo aviso. Los rumores se habían extendido como pólvora y ya eran el día a día del instituto. Sora estaba al tanto de las miradas y los cuchicheos a su alrededor; los ignoraba como mejor podía, tenía cosas más importantes en las que pensar. Los chicos, como era natural, hacían todo lo posible para que estas malas lenguas le molestaran más de lo necesario, pero como el castaño comprobó, no podía protegerla de todo.
Faltando pocos minutos para que el receso terminara, una compañera del salón, de las que amaba crear problemas, apareció de la nada y se plantó frente a la pelirroja, poniendo en alerta tanto a Taichi, Yamato y Mimi, que había pasado a saludar a los chicos. En el momento en el que la pelirroja levantó la vista y se encontró con la joven de larga cabellera negra, la chica soltó la pregunta:
─ ¿Estás embarazada? ─ el bullicio del salón se detuvo de repente, todos esperando la respuesta de la chica. Se notaba que muchos de ellos tenían esa misma pregunta en mente.
─Oye, pero ¿qué…? ─ comenzó Mimi, siendo interrumpida, para su sorpresa, por su mejor amiga.
─Sí. ─ una afirmación firme que sorprendió a la persona frente a ella. Sora se levantó del pupitre y le observó de manera seria. ─ Y sí, el dichoso artículo que con tanto morbo han estado cuchicheando a mis espaldas, es cierto y habla sobre mí. ─ dijo adelantándose a su próxima pregunta. Ante la incredulidad en los negros ojos de la chica, Sora enarcó una ceja, manteniendo la expresión seria en sus facciones. ─ ¿Puedo ayudarte en algo más? ─ la chica, quien normalmente era extrovertida, no sabía qué hacer. Por supuesto que no esperaba una contestación directa de su parte, no sabía qué hacer. Para su alivio, la campana literalmente le salvó y entre el ajetreo de ir y venir, aprovechó la ocasión para escabullirse a su lugar.
─Mantén un ojo sobre ella. ─ ordenó Mimi antes de abandonar el salón, igual de sorprendida que sus amigos. El maestro llegó antes de que Taichi pudiese decirle algo a la pelirroja. Lo único que podía ver era su espalda, así que, tomó un pedazo de papel y se lo pasó por encima del hombro.
La pelirroja desdobló el papel, leyendo la pregunta: "¿Estas bien?, con la inconfundible letra de Taichi. Sinceramente, sí se sentía bien. No tenía planeado aquel exabrupto y menos confirmando algo tan delicado, pero la tenían harta y no lo pudo evitar. Si supieran todo lo que pasaba por su cabeza y las decisiones que tenía que tomar, entenderían por qué le molestaba tanto su cuchicheo. Que fácil resultaba querer saber y chismear cuando no eras partícipe de la situación…Sabía que esto sólo dispararía aún más los chismes y las opiniones no solicitadas, pero al menos, había dado un precedente para que entendieran que no estaba de humor para estupideces.
El papel volvió a manos de Taichi, quien de inmediato leyó su contenido. "Perfectamente. ¿Tienes planes después de clases? Necesito ir por unas vitaminas a la farmacia". El castaño le observó por unos instantes, teniendo la firme convicción que con lo que acababa de pasar, la escuela se revolucionaría y no sabía qué tanto podría protegerla de lo que podría venir. La imagen del episodio volvió a su mente y no pudo evitar sonreír. Sora era una mujer por demás fuerte y amaba ver que esa parte de ella estaba volviendo; la pelirroja que tanto amaba se recuperaba de a poco y, aunque sabía que el proceso apenas había comenzado, este tipo de episodios le daban esperanza.
Por enésima vez, Haruhiko observó la imagen que le había enviado su esposa. Aun no podía asimilar todo lo que había pasado en los últimos meses, la culpa rara vez lo dejaba en paz. Se sentía, al igual que su esposa, responsable de todo lo que había pasado y por más que el causante de sus males estaba tras las rejas, el calvario que había dejado detrás era incontrolable.
Aquella noche, cuando su teléfono sonó con noticias que nunca esperó, el viaje se le hizo eterno, pensando que cuando llegas, podía ser tarde. Jamás imaginó lo profundo del desastre, ni sus consecuencias. Ni siquiera en sus pesadillas imaginó todo lo que estaba pasando. Las secuelas iban más allá del trauma, una criatura se había gestado y él no quería que fuese parte de su familia, aunque prácticamente lo era. Le gustase o no, era hija de su cielo y era su nieta, como le había confirmado su esposa horas antes.
No entendía por qué ellas lo pensaban tanto. Sora ni siquiera era mayor de edad, no podía con un bebé, menos aún, tomando en cuenta la forma en que fue concebido. ¿Pretende tener un recordatorio constante? No comprendía que pasaba por sus cabezas en tan siquiera sopesar esa posibilidad.
Por esa disyuntiva, ambos asistirían a terapia. Por separado, al principio, luego en pareja y finalmente, en familia. Toshiko le informó lo que la especialista había levantado la alerta de que, prácticamente, ellos estaban estresando a Sora. Lo último que quería era empeorar la situación, así que, sin oponerse, aceptó de inmediato. No había nada más sagrado para él que su hija, todo lo que hacía era para su bienestar y obviamente, abriría espacio en su agenda para hablar con una desconocida a través de video llamada.
Un nuevo mensaje iluminó su pantalla, pero esta vez, no era de su esposa, era del fiscal que llevaba el caso de su hija.
"Aceptó declararse culpable de todos los cargos". Haruhiko experimentó sentimientos encontrados. Por una parte, esto aseguraba que no habría juicio. Su hija no tendría que volver a testificar y el hombre iría a la cárcel, pero, por otro lado, eso significaba que no obtendría todo el peso de la ley, podrían ser benevolentes con él ante su culpabilidad y él no quería que ese hombre tuviese algún tipo de posibilidad de salir o recibir un castigo menor. Tenía que quedarse allí hasta el día de su muerte.
Suspiró frustrado. Otro tema para tratar en terapia.
Sería extraño. Sí, pero era lo mínimo que podría hacer si quería estar a la altura de la situación. Solo quería que su princesa estuviese bien y si él podía ayudar, lo haría. Estuviese de acuerdo o no.
Un par de días habían pasado desde el incidente en el salón de clases y como era de esperarse, los murmullos y chismes no hicieron más que aumentar y Taichii sabía que Sora los había notado, pero estaba orgulloso del manejo que estaba teniendo de la situación. La pelirroja se veía mucho más tranquila y sospechaba que tenía que ver con el hecho de que sus padres, por fin, estaban recibiendo ayuda. Desde el principio, el castaño supo que, si Haruhiko no ponía de su parte, estarían dando vueltas sin sentido.
─ ¿Por qué no tocaste? ─ la voz de la pelirroja hizo que se sobresaltara.
─Me asustaste…
─Eso veo…─ respondió con una tímida sonrisa. ─ ¿Qué pasó? Pensé que se te había hecho tarde.
─Llegué más temprano de lo esperado.
─ ¿Y luego?
─Me distraje y se me pasó el tiempo volando…─Sora negó, para nada sorprendida con esa respuesta. ─ Pero ya estás aquí, así que, nos podemos ir. ─ como todo un caballero, tomó su bolso como siempre hacían ya que el castaño había declarado que no debía hacer esfuerzos, y emprendieron camino a la escuela. Como era rutina, hablaron de todo un poco. Taichi era su gran confidente y la pelirroja estaba gratamente sorprendido con las maduras respuestas que obtenía de su mejor amigo y como él parecía ser el backup de su terapeuta. A veces se sentía culpable de que él, de cierta manera tuviese que lidiar con aquello de primera mano, pero Tai parecía no importarle, al contrario, parecía estar encantado de hacerlo.
─ ¿Cómo van los malestares?
─Empeorando de a poco; lo bueno es que hoy me entregan el pase para que pueda salir cada vez que sienta la urgencia hacia la enfermería.
─ ¿No lo pueden extender? Para que alguien pueda acompañarte. ─ preguntó.
─ ¿Quieres saltarte clases? ─ preguntó con una ceja enarcada.
─Tentador, pero no tendría que ser yo; tal vez Mimi, si te sientes mas cómoda. Considero que sería más apoyo que la enfermera. ─ En eso tenía razón, pero no quería pedir más 'privilegios', ya era suficientemente malo todo lo que habían tenido qué gestionar sus padres. ─ Solo piénsalo, ¿bien?
─Eso haré…─ respondió, viendo el recinto escolar a la distancia. Todo lugar público le causaba ansiedad, el instituto era un pico enorme en esa regla. Tener todos los ojos sobre ella, no ayudaba y menos, con los cuchicheos desagradables que habían llegado a sus oídos. Eran pocos, pero eran crueles hasta el punto de pensar que todo lo que pasó fue su culpa y qué ella hizo algo para qué pasara. Inventando historias más que fantasiosas sobre los hechos, sin conocer nada. Le enfurecía, le indignaba, pero sabía que era algo qué no podía controlar. Tenía que concentrarse en lo que sí podía manejar para su mejoría.
─Es algo temprano; ¿quieres dar una vuelta? ─ preguntó Taichi tratando de retrasar su llegada al salón.
─No; solo vamos. ─ y así lo hicieron, ignorando todo el panorama hasta llegar al lugar. Taichi fue el primero en entrar y al ver que el castaño pareció sorprenderse por algo, Sora entró para comprobar que veía. ─ ¿Taichi? ─ su mirada se dirigió hacia su pupitre, donde se podía ver un montón de cartas sobre él y al levantar la vista hacia el pizarrón, sus ojos se llenaron de emoción. ─ ¿Tu tuviste algo que ver con esto? ─ Taichj negó. El pizarrón había sido decorado con un sinfín de flores, como si se tratase de un arreglo de ikebana, había textos esparcidos por toda la superficie qué intuía eran una especie de firmas y en el centro, en letras grandes la frase: "Estamos contigo, Sora' se ceñía imponente. La pelirroja se acercó a su pupitre y pudo hojear rápidamente que lo que allí se encontraba, también eran palabras de aliento. Era abrumador…un muy lindo abrumador. Al ver que la emoción le estaba ganando, Taichi la envolvió entre sus brazos, respondiendo la pregunta que la pelirroja estaba a punto de hacer.
─Esto pasa cuando eres puro amor, Sora; cuidas de todos y cuando lo necesites, los demás cuidarán de ti. ─ El castaño comentó feliz, sabiendo que esto era producto de lo increíble que la pelirroja había sido durante toda su vida con todas las personas que tenía a su alrededor. ─ Mereces esto y mucho más…
Esto era lo que le importaba, la minoría que dedicaban palabras tan hirientes desapreció en ese momento ante la gran magnitud de apoyo que sentía por parte de sus compañeros. El pizarrón alumbró el salón por varios días, los profesores solidarizándose por la causa, optando por proyecciones para que el gesto viviera por unos días más, pero para Sora, ese gesto de sus compañeros, le acompañaría por el resto de su vida.
¡Por fin pude terminar este capítulo! Se me extendió más de lo esperado y no lo he podido revisar más de una vez, así que espero que no se me haya escapado nada. Esta historia tendrá unos 10 capítulos, como máximo 11, por lo que, vamos a mitad de camino.
Muchísimas gracias a krimtz, Lin Lu Lo Li, Karen Up y Tmm por los reviews. También a todos los que dieron su respectivo favs y follow; significa un montón a la hora de continuar.
Reviews sin cuentas:
Tmm: ¡Muchas gracias! Me alegro que te esté gustando esta historia y otras más. Me encanta poder entregar algo que resulte de su agrado y que me ayude a mejorar al mismo tiempo. ¡Muchas gracias por el review! ¡Un abrazo!
Como siempre, siéntanse libres de comentar.
Cuídense un montón,
Bye!
