Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
Lo primero que quiero hacer en este día, es agradecerles a ustedes por estar. FF fue la primera comunidad que me acogió mientras aceptaba mi amor por la escritura. 8 años, un libro publicado y otro en proceso después, seguimos aquí brindando cariño a estas tramas. Gracias de corazón, gracias de verdad.
En un abrir y cerrar de ojos, un nuevo año había comenzado. Debía admitir que la temporada de fiestas le había ayudado bastante a retomar su sentido de la normalidad y reestablecer vínculos que había renegado tanto con su familia como sus amigos. Había sido una temporada donde se divirtió como hace tiempo no hacía, pero había acabado. Era enero y estaba nerviosa, hacía meses que no sentía ese nivel de ansiedad.
En horas, estaría viendo a ese hombre otra vez y, aunque sabía que no podría lastimarla, el temor seguía latente. Una de sus mayores preocupaciones era no ser lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo una nueva vez, especialmente, ante la evidencia notoria de todo lo que le había hecho. En unas pocas semanas, llegaría a los siete meses de gestación y era más que evidente su estado y aun más, quien era el padre. No estaría sola, sus padres también ofrecerían sus declaraciones en cuanto al impacto a todo lo cometido. Ella rogó para que Taichi estuviera presente. No quería depender de el de esa manera, pero conocía sus límites, más las hormonas alborotadas del embarazo, podría jugarle en contra. Necesitaba más soporte de lo normal.
Su embarazo transcurría con normalidad, aunque vivía en constante alerta debido a que la bebé no se movía y se suponía que era algo anormal dado el tiempo que tenía, pero en las consultas, la doctora decía que todo estaba en orden y que no existía ningún tipo de inconvenientes, que era una beba saludable. No le tranquilizaba en lo más mínimo. Además, se acercaba la fecha de decidir qué haría con ella, postergó la decisión hasta que sus padres terminaran el programa de terapias y pudieran tener la situación un poco más digerida, no solo en lo personal. Eran una familia y quisiesen o no, esto afectaría la dinámica, cualquiera que fuese la decisión.
─ ¡Sora! ¿Estás bien? – el llamado alarmado de su compañera digital la trajo de vuelta a la realidad.
─Sí, todo en orden.
─Menos mal, como no me contestabas, me asusté. – declaró Piyomon, abrazándola por las piernas.
─Disculpadme, solo pensaba un poco. – dijo sin abundar demasiado. Su colega de aventuras asintió, indicándole que le escuchó. Piyomon había sido un gran soporte en esos meses y la más emocionada por la bebé que llevaba en el vientre. Cada minuto del día que tenía libre, lo invertía en aprender sobre bebes, declarando que cuando la pequeña naciera, ella cuidaría de ella, sería su niñera personal y ayudaría a Sora con todo lo que pudiese. No importaba las veces que le exhortó sobre la posibilidad de que la niña no se quedara con ellos, ella seguía aprendiendo. ─ ¿Estas lista?
─Sí, ¿cómo me veo?
─Muy profesional. – respondió. Por supuesto que Piyomon no sabía nada de lo que se estaba llevando a cabo, y así quería que permaneciera. La inocencia de su compañera era de las cosas que le brindaban ese impulso de luz en el día.
─Gracias, Piyomon. – tomó su bolso de la cama y se dirigió hacia la puerta. –Volveremos pronto, pórtate bien. –Piyomon asiente enérgicamente mientras ella sale de la habitación. En el pasillo, se encuentra con su madre. La imponente Toshiko Takenouchi observaba a su hija con una mirada que denotaba preocupación. Desde el principio, la matriarca estuvo opuesta a todo lo que estaba por pasar, no lo creía necesario. No quería a ese hombre cerca de su hija, ni siquiera dentro de un juzgado, pero ella estaba decidida a enfrentar aquello y por sugerencia de la terapista, debía dejarla tomar sus propias decisiones.
─ ¿Lista? – Sora asiente segura. Toshiko también asintió, se acercó a su hija y la abrazó. Desde que todo aquello aconteció, su madre había cambiado sus maneras y era mucho más afectiva. –Te amo muchísimo, hija. Estoy contigo. ─ Sora devolvió el abrazo. Estas eran las cosas que no le dejaban caer.
─ ¿La corbata quiere matarte?
─No te burles y ayúdame, Hikari, voy a llegar tarde. – Divertida ante la escena, no se hizo de rogar. No le tomó mucho tiempo en resolver su problema.
─Listo, no era tan difícil.
─Ya lo sé, pero no las uso a menudo. – se defiende mientras se coloca los zapatos.
─ ¿Cómo está Sora?
─Sabes cómo es, aparentando que todo está en orden, pero sé que debe estar con ansiedad, estrés…
─No le culpo, no debe ser fácil. – comentó. – ¿Cómo lo llevas tú? – El castaño se sorprendió ante la pregunta.
─ ¿Por qué debería llevarlo de alguna forma?
─Porque la amas y te duele todo lo que le está pasando.
─Hikari, no empieces, lo último en la cabeza de Sora en estos momentos, es algo como eso.
─ ¿Y en la tuya? – Su hermana sabía su historia con Sora y todo el tiempo que llevaba interesado en ella y lo que significaba su mejor amiga en su vida. La situación se había complicado y lo único que quería en esos momentos era estar alli y ayudarla a salir de la pesadilla que le consumía.
─No es importante, solo quiero que este bien. Es lo que me interesa, al igual que la bebé.
─Se quedará con ella?
─Aún no lo decide. – dijo mientras observaba su reflejo terminado en el espejo antes de tomar su teléfono y pertenencias, pasando a su lado para salir. –Ten algo seguro, si decide quedársela, esa niña va a ser mi hija.
Hikari sonrió. Por supuesto que así sería, todos adoptarían a esa niña si eso pasaba, pero sabía que la aclaración de Taichi era mucho más profunda de su parte, era capaz de convertirse en el padre honorifico de la niña. Taichi siendo Taichi.
─Te ves genial. – alabó la pelirroja en el momento en el que lo visualizó.
─Eso pasa cuando decido tomar una ducha.
Taichi se levantó del banquillo y le sonrió con aquella sonrisa infantil. Su mejor amigo causaba una revolución de sentimientos en ella. Antes de todo lo ocurrido, Sora tenía cierta sospecha de que estaba enamorándose de su mejor amigo, mejor dicho, que había crecido aún más porque con todo el tiempo de reflexión que había tenido en esos días, estaba más que claro que siempre había sido Taichi. Le preocupaba que el ímpetu de sus sentimientos tuviese que ver con la vulnerabilidad que sentía en esos momentos y que cuando pasase el tiempo, algo cambiase. Lo único que sabía es que, en esos momentos, cuando le abrazó con tanto sentimiento, se sentía segura y feliz.
─Deberías hacerlo más a menudo. – dijo, siguiendo la broma. Sonrió por unos momentos, para luego cambiar a una expresión más relajada.
─ ¿Cómo están? ─ pregunto acariciando su vientre lentamente. Gracias a que el castaño no tenía reparos en cuanto a las atenciones, los que no conocían la situación, pensaban que él era el padre de la criatura. Explicaciones y confusiones que no tenía ganas de explicar.
─Estamos bien, queremos un helado. – dijo, tratando de bromear un poco antes de entrar al lugar, en un intento desesperado por aliviar la tensión, pero no lo engañó. El castaño vio como apretaba el papel que contenía su declaración.
─Les cumpliré el capricho cuando salgamos de aquí. – tomó su mano y la guio al lugar donde sus padres se encontraban. El castaño se sentó detrás, dejando a la familia en la intimidad de aquel momento, preparándose para volver a ver a quien había destruido más de lo imaginable.
Finalmente, lo vieron entrar.
Taichi no podía describir la rabia y la impotencia que sintió al visualizar al sujeto en cuestión llegar al salón. Lo único que le alegraba era ver lo desmejorado que se percibía el hombre, notablemente más delgado y fatigado por los trabajos dentro de la prisión, no se veía bien y aunque no fuese moralmente correcto, el castaño sentía satisfacción al respecto. Observó hacia la fila del frente donde los Takenouchi estaban, los padres a cada lado de su hija, abrazándola de manera protectora. No podía entender que decían, intuía que eran palabras de apoyo hacia su hija. Sora permanecía inmóvil mientras las autoridades daban por iniciado el encuentro, usando palabras que no entendía, cabe recalcar. Puede ser que todos aquellos estuviesen hablando por hora, él no lo notó, sus ojos fijos en la pelirroja, atento ante cada reacción.
Solo apartó la vista cuando observo que el matrimonio Takenouchi se levantaba y caminaba hacia el estrado. No pensó que las declaraciones de ellos le impactarían tanto. Ellos confiaban en aquel hombre, era uno de sus mejores amigos, de esos que ellos pensaron duraría para toda la vida. Ese nivel de traición le afectó al joven castaño. Se ponía en su lugar y no sabría cómo reaccionar si alguien tan cercano a él, en un futuro, le hiciera algo tan horrible a alguien tan significativo en su vida. Haruhiko era el que hablaba. La rabia y la decepción en cada palabra mientras Toshiko hacia lo mejor que podía para mantener la compostura, era simplemente desgarrador de ver. Si eso fue con el testimonio de ellos, no sabía que haría cuando Sora interviniese.
─Señorita Takenouchi. – su vista y la de todos los presentes se concentró en la pelirroja, quien, sin mediar palabra alguna, se acercó al pódium con su declaración en mano. Los segundos pasan; Sora solo observa la figura del hombre que tanto daño le había hecho.
─No lo necesito. – dice desechando el papel donde tenía su declaración y preocupando al joven en el proceso.
Mientras sus padres declaraban el impacto de toda la situación para ellos, Sora podía sentir la ansiedad crecer de manera constante en su ser. Solo atinó a acariciar su vientre, pensando en todo momento en que el estrés afectaba a la bebé. Le estaba resultando difícil, las imágenes de todo lo acontecido plagaron su mente en el momento que el hombre apareció en la sala. No quiso verlo, por lo menos no hasta que le tocara enfrentarlo, temiendo que no tuviese la suficiente fortaleza para el verdadero impacto.
─ Señorita Takenouchi. – respiró hondo y sin decir nada, se levantó hacia el pódium. Podía sentir la ansiedad subir a niveles astronómicos, afectando su respiración y haciendo que su cuerpo temblara levemente. Todo eso, antes de que se atreviera a levantar la vista hacia él. No le observaba, estaba encogido en su lugar, delgado, con su uniforme como el delincuente que era. Un ser que simplemente no tenía razones para lo que hizo ni motivaciones para seguir. Algo hizo clic en la pelirroja. Allí, entendiendo a quien realmente se enfrentaba, apartó de su camino la declaración que había escrito con anterioridad y se colocó en una posición que no denotaba intimidación.
─No lo necesito. – dijo para sí misma. Se supone que era un pensamiento personal, pero lo dijo más alto de lo que esperó. Aun así, no se inmutó.
─Prosiga, señorita. – Con la mirada sobre el individuo cobarde que ni siquiera se dignaba a devolverle la mirada. Respiró hondo, antes de iniciar su monólogo.
─Ni siquiera sé como comenzar a explicar lo que siento al pensar en ti. Cuando llegaste a la casa, tuve un mal presentimiento, desde el principio, pero no tenía claro la razón; lo supe aquella primera noche cuando no tuviste ningún tipo de misericordia mientras te rogaba que me dejaras en paz. Te supliqué, te lo pedí con el corazón en la mano y no te importó el daño que me estabas haciendo y con el que sigo cargando el día de hoy. Hiciste que me alejara de mi vida, que perdiera interés en lo que amo, hiciste que me alejara de mis amigos, hiciste que olvidara de quien era. – El hombre no le observaba, pero los presentes estaban más que atentos a sus palabras. – Traté de acabar con todo esto, pensando que no existía escapatoria a la pesadilla que habías creado y honestamente, al principio, me molesté por haber sobrevivido. – Aquella declaración tomó por sorpresa tanto a sus padres como a Taichi. – El único consuelo es que pude empezar a ser libre diciendo la verdad. Aun así, la pesadilla seguía, porque mi mente seguía repitiendo cada detalle del sufrimiento por más que intentase bloquearlo. – Sentía sus ojos humedecerse solo de recordarlo, pero debía seguir, era lo que necesitaba. – Hasta que entendí que no es cuestión de bloquear, es cuestión de aprender a vivir con ello, un día a la vez. Existen días donde solo quiero llorar, no hacer nada y dejarme consumir por la desesperación, pero recuerdo que yo no soy la excusa de ser humano que puso su disfrute frente al bienestar de otra persona. Yo no fui la que sacrificó su vida y la de su familia por un acto delictivo, no seré yo la que posiblemente muera entre unas paredes donde mi bienestar depende de mí desempeño. ─ El orgullo no le cabía en el pecho al joven Yagami ante lo que presenciaba. – Sé que será difícil, pero mi intención es dejarte atrás, que no existas y que jamás vuelvas a tener poder sobre mí, eres un cobarde que ni siquiera puedes verme a la cara. Pero… ¿sabes qué? Este peso ahora es tuyo, he llevado este peso de la culpa por meses y no lo quiero. Tienes mucho tiempo para pensar en la soledad de tus acciones mientras hago mi vida como me apetezca. Después de todo, eres solo una mancha que debo ignorar. Y es lo que pienso hacer. – Finalmente, levantó la vista hacia ella, su mirada es inexpresiva hasta el momento que nota el bulto en su vientre; su rostro se desconfigura entre la sorpresa y la incredulidad. – No te necesitamos y vivirás el resto de tu vida sabiendo aquello. Belleza e inocencia nacerá del horror que creaste y aportará a este mundo, sin tu intervención. Tu solo sabes dañar y por eso, mereces el castigo de no importarle a nadie.
Desafiante, le mantuvo la mirada por lo que pareció una eternidad, hasta que los presentes intervinieron. Volvió a tomar asiento entre sus padres quienes la recibieron con los brazos abiertos mientras seguía todo el proceso. Al final, el hombre se había ido y ella no podía detener las lágrimas de alivio ante su hazaña. Logró decirle las verdades y comenzar el verdadero cierre que estaba buscando. Se sentía tan aliviada, tan en paz que hasta su perspectiva cambio, la confianza volvía de a poco. Cuando el abrazo se rompe, ella gira hacia Taichi quien le sonríe.
─Realmente te has ganado ese helado. – solo pudo atinar a abrazarlo.
Mientras esperaba en una de las bancas del parque a que Taichi volviera con el tan prometido helado, Sora no podía dejar de pensar en todo lo acontecido. Se sentía con un peso menos encima, se lo había transferido a quien necesitaba llevarlo. Aun así, estaba consciente que el proceso de sanación continuaba, sus sesiones seguían y ella seguía lidiando con la adaptación a su nueva realidad, especialmente, por el embarazo y los comentarios a sus espaldas.
Acaricio su vientre, pensando en cómo sería ese ser que estaba a pocos meses de nacer. No era la primera vez que se sorprendía pensando en aquello, como sería su vida y que tanto se vería impactada por su origen. Era una criatura inocente, que no pidió gestarse en semejantes circunstancias. Posiblemente, sufriría cuando supiese la verdad. Si de algo estaba segura es que la verdad siempre termina reluciendo, por más que se intente esconder. Aquella breve, pero contundente intervención hacia ese hombre, había aclarado muchas cosas que no tenía segura, el poder que tenía sobre ella ya no existía y en ese momento, sentía que todo encajó, las dudas desaparecieron. Innumerables situaciones volvieron a su mente, siendo una de ellas, su mejor amigo. Recordó una conversación que tuvo con su terapista al respecto.
─No debes temerles a tus sentimientos, Sora.
─Pero… ¿y si solo es dependencia? No puedo permitirme perder a Taichi; él es muy importante para mí. ─la sonrisa que le dedicó la profesional estuvo cargada de ternura.
─Sora, esto definitivamente no es dependencia. Desde el primer momento que lo mencionaste durante la terapia, pude ver como brillaban tus ojos. Es obvio que es alguien especial para ti; me atrevería a decir que más allá de la amistad. ─ respondió. ─ Cuando los vi interactuar, no me quedó dudas.
─Él es siempre así, no significa nada. ─ Supo que era el miedo hablando.
─ Te sorprenderías bastante ante lo fácil que se esconde la verdad a plena vista.
─Un helado de frambuesa para las princesas de este lugar. – la voz de Taichi la trajo a la realidad nuevamente. ─ Aquí tienen. – Sora sonrió ante el plural que Taichi usaba cuando se refería ella.
─Gracias, en serio que necesitaba este helado. – agradeció.
─No lo encuentro lógico; estamos en invierno y hace un frio exagerado.
─Yo no tengo frio.
─El embarazo tiene tu termostato descontrolado. – dijo el castaño. – Recuerda que solo estaremos aquí un momento, no quiero que se resfríen.
─Sí, señor. – le respondió, a lo que él solo sonríe. El cambio entre la Sora que vio en el hospital y la que tenía en frente, era abismal. Él sabía que no podrían borrar lo que pasó y que es algo con lo que la pelirroja viviría por el resto de sus días, pero la actitud que estaba tomando era increíble. La terapia y la fuerza de voluntad innata de Sora se unieron para ayudarla a seguir. La fortaleza que estaba demostrando con el pasar del tiempo, lo tranquilizaba de una manera que ni siquiera podía empezar a describir.
─Estoy muy orgulloso de ti, Sora. Siempre lo he estado, pero lo que vi hoy, es otro nivel de orgullo.
─Gracias. Es lo menos que puedo hacer, quiero ser feliz, seguir con mis planes, ser la mejor persona que pueda para Airi.
─ ¿Airi? – preguntó el, Sora le sonrió.
─Creo que la representará bien.
─ ¿Eso significa que…? – ella asintió.
─Como dije en el pódium, no permitiré que lo que me hizo me arrebate la felicidad que persigo y parte de ella, es Airi. Quiero ser fiel a mí y no puedo evitar quererla, a pesar de su concepción. Es mi decisión personal y, aunque sé que será difícil, sé que nunca me perdonaré si no soy parte de su vida. – Taichi sabía que esa decisión no era fácil, cualquiera de las dos opciones era responsable de su parte, más aun, teniendo en cuenta las circunstancias. Para otra persona, posiblemente la opción hubiese sido la adopción y era una decisión respetable, Sora eligió tenerla y criarla, con todo lo que aquello implicaba.
─Me encanta el nombre. Habla incluso hasta de ti. – ella asiente. –Sabes que estaremos aquí para ambas. Tendrás muchas niñeras a disposición.
─Ya lo sé. – respondió mientras se ponía de pie para desechar lo que quedó de su tan antojado helado. El contenedor estaba a pocos pasos de ellos, por lo que, no supuso mucho esfuerzo. Cuando se disponía a volver, abrió los ojos en la impresión y dejó salir un grito de sorpresa, causándole un mini infarto al castaño. Se incorporó y se acercó a ella en cuestión de segundos.
─ ¿Qué pasó? ¿Qué pasa? ¿Están bien? – y aunque la impresión que tenía es de que algo andaba mal, la emoción en la expresión de la pelirroja decía que no era el caso.
─ ¡Se está moviendo! ¡No lo había hecho antes! – Sin pedir permiso, tomó las manos del castaño y las colocó a ambos lados de su vientre. Cuando sintió el movimiento, Taichi no pudo evitar emocionase con ella. Eufórico, se arrodilló frente a ella y apoyó su oreja sobre el vientre. No escucharía nada, pero quería sentir la experiencia lo más cerca que pudiese.
─Hola, Airi, ¡sí que tardaste en saludar! Nos tenías preocupado. – ante la imagen, Sora sintió su pecho explotar en emoción. Como le gustaría que este fuese su realidad y el padre de su hija fuese alguien como Taichi o el mismo Taichi. Alguien que sintiera la emoción de sentir la vida de aquella beba gestarse. Yagami se reincorporó, sin despegar sus manos del abultado vientre, feliz de haber sido parte de este momento, estaba eufórico. – Vas a ser la mejor madre de todas, Sora. – dijo con la sinceridad a flor de piel, mirándola directamente a los ojos y, para sorpresa de la pelirroja, se inclinó hacia ella, besándole en el acto. Cuando se dio cuenta de su arrebato, rompió el contacto, anonadado por lo que acababa de hacer, en la contradicción de sentir que debía disculparse de algo que no sintió como un error.
Por su parte y luego de la sorpresa inicial, pudo sentir la revolución de emociones en su cuerpo. No se trataba de atracción, ni de nada pasajero ni por dependencia, ella quería estar con él, sus sentimientos eran genuinos y él acababa de confirmar que no era indiferente a ella. Así que, sin pensar mucho, volvió a iniciar el contacto, sorprendiendo al castaño en esa ocasión, quien no dudó en responder. No era desesperado, no era salvaje, era tierno, conociéndose de esa nueva manera para ellos.
─Gracias, Taichí. ─ dijo respondiendo al comentario anterior interrumpido por el beso.
─Sora, yo…─ respondió. Era la oportunidad de sincerarse. – me importas mucho más de la amistad. Ella le observaba expectante. ─ ¿crees que…podríamos intentarlo? Las voy a cuidar, lo prometo. – estaba enternecida, a más no poder.
─ ¿Crees que podrás aguantarnos? Si sus patadas son indicio de cómo será, no será fácil.
─Estoy dispuesto. Hace años te lo dije y lo sigo manteniendo: yo también quiero un poco de amor de Sora. ─ La pelirroja no pudo evitar sonreír ante el comentario que el pequeño Yagami soltó luego de que el emblema del amor brillara por primera vez. Él también se le une y la abraza de manera protectora, dándole a entender que lo que acababa de decir era en serio. Y alli, otra pieza más se gestaba para su salida a futuro, no podía creer lo feliz que se sentía en aquellos momentos. Ese día había sido trascendental y esperaba que los que seguían, se aferraran a esa tendencia.
Este capítulo fue complejo de escribir, aunque no es tan extenso, pero fue poderoso poder darle voz a Sora y desarrollar el Taiora; el Taiora siempre será un buen regalo de cumpleaños. Sé que muchos ya me esperaban por aquí el día de hoy, como se ha vuelto tradición. Estaré actualizando múltiples historias en el transcurso del día. Lamentablemente no todas, porque tuve unos problemitas con algunos de los archivos y no me alcanzó el tiempo para re-escribir. Estaré respondiendo los mensajes privados en el fin de semana. Todo se me complicó a último minuto; solo pude revisar los capítulos una sola vez después de escribirlos; no es lo ideal, pero así es la vida, debo aceptarlo.
Gracias a krimtz y Lin Lu Lo Li por los reviews en el capítulo pasado; el feedback es bien recibido, especial, al tratarse de un tema delicado.
Como siempre, siéntanse libres de comentar. Cuídense un montón; ¡un fuerte abrazo virtual!
Bye!
