Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
ADVERTENCIA: La historia contiene temas fuertes y no es apto para niños.
Se suponía que no asistiría a la universidad hasta que Airi tuviese un año; técnicamente no había cambiado los planes: estaba estudiando de manera virtual. No podía negar que era difícil, ante el malestar, el cansancio y el sentimiento de que se estaba perdiendo del cómo debería ser, pero no quería atrasarse. Mientras más se acercaba el nacimiento de su pequeña, todo se hacía más real y quería comenzar lo antes posible con su misión de construir estabilidad para su hija. Gracias a eso, tuvo que entrar en negociaciones con sus padres para en tiempo record, depositar los papeles restantes para su ingreso. Fue admitida desde su estadía en la secundaria, pero no la esperaban tan pronto.
― ¿Sora? ― la voz de Toshiko le obligó a mirar hacia la puerta. ― ¿Te falta mucho? La cena está lista. ― se removió los headsets.
― Ya casi; solo falta el cierre.
― De acuerdo; te la traeré a la habitación.
― No es necesario, puedo acompañarte al comedor.
―Vendré a comer contigo, ¿te parece? ―asintió, entregándole una sonrisa a su madre. Toshiko desapareció entre el pasillo mientras la joven pelirroja se concentraba en lo que quedaba de su jornada.
Minutos después, Toshiko llegó en compañía de Biyomon, con la bandeja de alimentos para la ocasión previamente anunciada. Mientras su madre la consentía a más no poder, Sora no podía evocar la imagen de su madre como abuela. Con los años, la matriarca había cambiado. No era la sombra de la persona que no consideraba como cercana en su niñez. Había sido parte fundamental de su progreso, de su camino hacia el alivio. Si no fuese por ella, no creía que pudiese estar de pie, mucho menos mantenerse en el mismo techo donde todo transcurrió. Luego de una charla cotidiana, disfrutando de la deliciosa cena de su madre, esta se excusó para retirar los platos y posteriormente, lavarlos. Por supuesto que la pelirroja se ofreció a ayudarla, pero Biyomon la detuvo, declarando que ella sería la ayudante. Sin mucho más remedio, se quedó en la habitación, contemplando su abultado vientre; sus manos lo acariciaron con devoción por un periodo de tiempo que no podía estimar. Su atención vuelve al espacio temporal al escuchar el sonido de la puerta.
―Eso fue rápido, pensé…― las palabras se atascaron en su garganta al ver la figura en el marco de la puerta. Haruhiko nunca había sido una figura que le intimidara hasta que su hija entró en escena. En honor a la verdad, la tensión había aminorado desde que comenzó la terapia. Parecía estar más de acuerdo en la situación, aceptándola porque no la puede cambiar, pero no es fan de la maternidad de su única hija, y por ende, tampoco de su nieta.
― ¿Cómo te sientes, cielo? ― de manera inconsciente, sus manos se aferraron a su vientre. ― Toshiko me dijo que acaban de cenar.
―Sí, todo en orden. Estuvo delicioso. ― asintió con una sonrisa triste mientras se adentraba un poco en la habitación. ―No te esperaba.
―La fecha de parto se acerca. Quise estar cerca, para ayudar. ― no consideró prudente cuestionar si estaba por compromiso o genuino sentimiento de cooperación. Ella sospechaba la respuesta.
―Te lo agradezco, padre. ― el hombre se detuvo a medio camino. Incluso con el tema de la distancia, la joven Takenouchi siempre fue cercana a su padre. Cuando se veían, no parecía que hayan pasado meses desde el último encuentro. En la actualidad, sus interacciones se asemejaban al ambiente de una guerra fría. ― Deberías comer algo, seguro el viaje fue largo. ― asintió unos segundos después, intuyendo que no podría hacer mucho para mover la interacción que estaban teniendo.
―Tienes razón; volveré luego.
Mientras lo vio partir, Sora se sintió un poco culpable, pero si su padre aún no estaba totalmente a bordo con lo que sería su vida pronto, no podía bajar la guardia. Él era su padre, pero ella era la madre de Airi y tenía que asegurarse de gestar el mejor ambiente para ella. Le dolía sentir la distancia, mucho más tener que ponerse firme con una de las personas que más importantes de su vida. Hasta que su padre no aceptara por completo a su nieta por nacer, ella no bajaría las defensas.
Faltaban unos pocos días para que Airi hiciera su entrada en el mundo. Taichi estaba notablemente nervioso ante el suceso. Estuvo investigando más insistentemente sobre el parto, incluyendo videos sobre el suceso. A parte de enviarlo al pánico, el material audiovisual le confirmó que la medicina jamás sería su sustento de vida. Se sentía incómodo ante el dilema de que quería presenciar el momento, pero con Sora, no había llegado tan lejos como para sentirse totalmente en confianza de observar. Si él fuese el padre, tendría más que explorado la anatomía de la pelirroja, pero apenas estaban empezando, a pesar de que recibirían a su hija pronto.
― Estas más distraído de lo que normalmente eres. ― la voz de Yamato hizo que levantara la vista de su ordenador. El rubio rodeó la mesa para ver que había escrito el joven castaño del supuesto ensayo que tenía que entregar para una de sus clases. Lo único escrito en el documento hizo que sonriera con entendimiento. ― Airi… ¿Yagami? Según recuerdo, Sora no accedió a colocarle tu apellido.
―Algún día, lograré que cambie de parecer. ― Yamato volvió a su lugar, más callado de lo normal, no seguro de si sería en el mejor interés de la situación hacer la pregunta que venía plagando su mente. Taichi, conociendo a su mejor amigo, sabía que algo existía entre su silencio tranquilo. ― Escúpelo, Ishida. ― el joven suspiró al verse descubierto. ― ¿Qué pasa?
― ¿Estás seguro sobre esto? ¿Sobre la niña? ― Taichi no respondió, se dedicó a observar al joven rubio que lo observaba con genuina curiosidad ― ¿Cómo amarás a Airi, sin el prejuicio de cómo fue concebida? ¿Qué pasa si se parece al padre? ― el joven castaño negó con la cabeza.
―No creo que pueda responderte de la manera lógica que esperas. Sé que obtendrás tu respuesta, sin mi intervención.
―Baka, te estoy preguntando por algo.
―Este tipo de cosas no convencen hasta que la persona lo identifica en su vida. ― El joven Yagami tomó sus cosas, sin borrar la sonrisa del rostro. ― Mejor me voy; parte de tu respuesta se dirige hacia aquí. ― no le permitió replicar. Tomó camino a sus espaldas donde lo captó saludando a Mimi, quien se dirigía hacia él.
― ¡Hola, Yama! ― saludó, sentándose en sus piernas para abrazarlo. ― What are you doing, my love? ―cuando sus miradas se encontraron, Yamato no pudo evitar admirarla, no solo su rostro hermoso, su mente comenzó a rememorar todas sus vivencias con ella. Tal como Taichi vaticinó, obtuvo su respuesta. Si sus sentimientos son sinceros hacia Sora, no dejará de amarla por algo que no era su culpa y que le hizo daño. Airi era hija de ese hombre, era un hecho que no podía negar, pero también lo era de Sora. Una víctima más de la situación, una inocente que era parte de su madre. Él no se veía dejando de amar a Mimi, si algo así le pasase. Se imagina amándola, tanto a ella como al ficticio bebé. ― ¿Qué ocurre? ― salió de sus pensamientos ante la melodiosa voz del Tachikawa.
―Nada. ― responde de inmediato. ― ¿Quieres un café? ― asintió con energía. Taichi Yagami no había dominado el mundo porque no quería. Le dio una gran lección de vida al gran Yamato Ishida.
― Airi Takenouchi…― el nombre escapó de los labios de Haruhiko, haciendo que Toshiko bajara su taza humeante de té. ― ¿El nombre es definitivo?
―Sí. ― la mujer le observó, atenta a cada detalle del padre de su hija. Ella, aunque a veces se sorprendiera de admitirlo, esperaba a su nieta con ansias. Independientemente de su origen, todo lo que ha vivido y compartido desde que supo de su existencia, estaba a punto de llegar a su cumbre; una nueva vida los acompañaría. Sí, la juventud de Sora y todo lo que conllevaba ser madre no había abandonado su mente, pero quería enfocarse en lo que sabía y eso era que pronto, un bebé llegaría al mundo, al hogar que contó solo con madre e hija por mucho tiempo. ― ¿No te gusta?
―Es bonito. ― A veces se cuestionaba cómo la situación había intercambiado sus roles. Tal vez, la mejor forma de desequilibrarlo respecto al tema, sea con acciones.
― ¿Viste cómo quedó la habitación? ― Hiroaki detuvo sus movimientos. Sin mediar palabra, Toshiko se puso de pie, dirigiéndose por el pasillo. Él le siguió, en silencio. La mujer llegó primero al lugar, encendiendo la luz. Los ojos del hombre se enfocaron en el delicado lugar. ― No tuve mucho que ver, si te soy sincera. Fui más la parte económica: Taichi y los demás se esforzaron en dejar el lugar lo más bello posible. Están muy emocionados por la llegada de Airi. ― Haruhiko no respondió; su vista fija en la cuna. ― Entiendo que cada quien lleva su ritmo en cuanto a los procesos y los cierres, pero nuestra nieta nacerá pronto y lo último que Sora necesita es indecisión. Ya tiene suficientes cosas en la que pensar, así que…― giró hacia ella, creando un vínculo entre sus ojos. ― si no estás listo, lo mejor es que te alejes hasta que lo estés. No puedes estar aquí, si no posees el mismo ímpetu de esos muchachos hacia Sora…
―Sabes que Sora…
―y Airi. Ambas vienen en el mismo paquete. ―concluyó, interrumpiendo su idea.
La mujer no dijo más. Lo dejó en la soledad de la habitación para que sus pensamientos fueran los que reinaran y continuaran la batalla que inició. Haruhiko se acercó al mueble que captó su atención. Sus manos se aferraron a los barrotes mientras observaba los peluches en su interior. Estaba avergonzado. Siempre le hizo ilusión que, en un futuro muy lejano, Sora lo convirtiera en abuelo, pero no de esta manera. La terapia lo había estado ayudando en la aceptación del hecho y de todo lo que pasó, pero lo de Airi seguía siendo un bache que no podía superar. No lo pudo contener por más tiempo; las lágrimas descendieron por su rostro. Se sentía el peor ser humano de la historia al no poder amar a su nieta de manera incondicional.
Estaba consciente de que experimentaba un sueño. Su vientre estaba plano, no se encontraba en su habitación. Estaba en el campus que debería ser su cotidianidad luego de su graduación. Estaba vestida como cualquier estudiante que no tenía tiempo que perder. Observó sus alrededores, no entendiendo el punto de lo que soñaba, pero entendiendo que era su subconsciente jugando con la vida que tuvo todo el tiempo idealizada y dormida, en lo recóndito de du consciencia.
―¡Sora! ― la voz de Taichi hizo que girara sobre sus talones. Corría hacia ella con su enorme sonrisa, con su confiable mochila al hombro. Cuando llegó hasta ella, no preguntó por permiso. Tomó su mano entre la suya. ― Estuve buscándote por todas partes. ― Ya terminé mis clases por el día, ¿quieres que veamos una película? ¿O ir por una pizza? Lo que quieras, nos merecemos un rato juntos luego de los exámenes. ―Sonrió ante la escena que intuía era la que reinaría, si el monstruo no hubiese aparecido en su vida.
De repente, un dolor punzante hizo que se doblara hasta caer al suelo. Dejó salir un grito agonizante antes de despertar en su habitación nuevamente. Su mano viajó a su vientre donde los calambres salían de toda regla establecida. Se incorporó hasta sentarse en la cama, sin poder disimular el dolor en sus facciones. El doctor le advirtió que estas serían más frecuentes mientras la fecha se acercara, lo que la tomó por sorpresa fue la intensidad y la violencia de lo que experimentó. Observó el reloj sobre su mesita de noche. Eran las 4:39 a.m., de un sábado; las horas del sueño no eran su preocupación, era lo atípico del episodio.
Observó a Biyomon, dormida a unos metros. Tratando de ser lo más discreta que podía, trató de tranquilizarse a través de las respiraciones. No podía entrar en pánico ante cada acontecimiento que pasaba, a pesar de que los nervios estuvieran a flor de piel. No podría volver a conciliar el sueño. Tenían todo estipulado dentro del caos que significaba el nacimiento de un bebé. Su madre estaría con ella, sin hablar de Taichi, aunque no sabía hasta que extensión, si solo como visita o durante el parto. Su salud mental lo quería a su lado en cada instante del acontecimiento. No era lo mejor, pensando en lo impulsivo que era, pero con lo que experimentó en los últimos meses, confiaba en que podría ser el mejor para la situación. Otra contracción la sorprendió; esta vez, no pudo contener el grito de dolor.
― ¡Sora! ¡Sora! ¡¿Qué pasa?! ― su compañera digimon saltó de inmediato en acción, como si no hubiese estado durmiendo segundos antes. La pelirroja giró hacia el reloj nuevamente. Eran las 4:51 a.m, muy poco tiempo para tener otra de semejante magnitud. La realización le cayó como un balde de agua fría.
―Ve por mamá. ― su compañera no cuestionó la orden. Salió disparada por el pasillo, intuyendo que si se lo pedía era porque era importante y relacionado al bebé. Por su parte, Sora lo tenía muy claro: el suceso había comenzado.
¡Feliz 2023, gente linda! Les comento que me animé a auto-publicar mis propias historias al mundo (estoy en la continuación de mi primera novela). Este nuevo capítulo en mi vida influye aún más en las actualizaciones, pero por ahora, estoy utilizando los fics para combatir el bloqueo del escritor, así que, aspiro a que las actualizaciones sean más recientes. Gracias a krimtz por el review en el capítulo anterior y a todos los que han dado favs y follows.
Espero que se encuentren bien y, como siempre, saben dónde encontrarme.
Cuídense,
Bye!
