Chapter 10: El mundo de alguien
Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversión.
Taichi perdió la noción del tiempo en cuanto se apoyó de aquel cristal. La figura de Airi estaba en el centro de la habitación neonatal. Por lo que podía apreciar, se encontraba despierta, pero sin quejas por el momento. Se dedicaba a descubrir los estímulos que se acumulaban a su alrededor. Para el castaño aun le costaba creer que la pequeña había llegado con ellos. Era perfecta, nada que agregar, nada que quitar.
Aun así, le preocupaba Sora. No había sido un parto fácil; fue largo y extenuante y quería pensar que por eso no quiso conocer a Airi una vez estuvo limpia y vestida. Con todo lo acontecido en el último año, no quería pensar que fuese un tema de rechazo. La pelirroja había esperado con ansias el acontecimiento. Era cierto que de las expectativas a la realidad pueden existir grandes diferencias, pero con Sora, no creía que fuese un cambio de corazonada…tal vez, solo era el peso del momento. Decidía pensar que estaba abrumada, después de todo, solo habían pasado dos horas desde el nacimiento.
─ ¡Ahí esta Taichi! ─la inconfundible voz de Agumon hizo que girara sobre sus talones. Tanto él como Biyomon corrían hacia él, con sus "disfraces".
─ No griten, hay bebés durmiendo. ─ de inmediato, ambos llevaron sus manos de manera dramática a sus rostros, acallando cualquier sonido. ─ ¿Qué hacen aquí?
─Es que dijeron que avisarían y ha pasado mucho tiempo. Biyomon estaba preocupada. ─ la compañera de Sora confirmó lo dicho con un asentimiento. Taichi sonrió tiernamente.
─Lo siento; pasaron varias cosas, pero lo importante es que ambas están bien. Es más, Airi está en esa habitación.
─ ¿Podemos verla? ─ la emoción en los digimons era contagiosa. Subió a Agumon en sus hombros, Biyomon observó desde sus brazos. ─Airi es la que está en el centro.
─Es muy pequeña Taichi.
─ ¡Se parece mucho a la Sora pequeñita de las fotos! ─ fue la intervención que le hizo sonreír. Ambos compañeros se encontraban asombrados ante el milagro de la vida. Esperaba que pronto pudiese obtener una reacción parecida por parte de Sora.
Se sentía incomoda, como era natural ante el acontecimiento que acababa de pasar en la parte baja de su cuerpo. Lo soportaría, no era la primera ni la última, lo que le preocupaba fue su rechazo hacia su hija. Eso no era normal y no sabía con quién podía comentarlo, sin miedo a ser juzgada. Algo dentro de ella no estaba en el lugar que debía dado los acontecimientos y temía que no fuese una situación temporal.
─ ¿Señorita? ─ el llamado hizo que se espantara. La enfermera le observaba desde la puerta. Una mujer de avanzada edad que le sonreía amablemente. ─ ¿Todo en orden? ─ Sora asintió de inmediato. ─ De acuerdo, permítame revisarle. ─ observaba cada movimiento de la mujer como un lince, tratando de que sirviese de distracción. ─ Sora, ¿verdad? ─ la joven confirmó con un sonido. ─ ¿Algo te incomoda?
─Asumo que es normal que esa parte se sienta sensible, fue un parto natural.
─No me refería a lo físico. ─ Takenouchi se mantuvo en silencio. ─Tal vez estoy siendo imprudente, pero noté algo extraño durante el nacimiento de su hija. ¿Se siente incómoda sosteniendo a un recién nacido?
─ ¿Cree que…tenga que ver con mi edad? Mi inexperiencia. ─ No era usual en ella sincerarse con un extraño, pero dadas las circunstancias, era lo mejor que podía conseguir.
─Nadie sabe realmente como ser madre, creo que es porque…amas a tu hija. ─ confundida, Sora observó a la mujer. ─ Aunque no he tratado contigo directamente, te vi venir mes tras mes a los controles, diligente para saber el estado de tu bebé. Era la encargada de documentar tu expediente y admito que cuando vi tu edad, fui prejuiciosa. Luego me enteré de tu historia. ─ En ese punto de su vida, ya no le importaba tanto que las personas supieran lo que había pasado, aun trabajaba en el tema de la vergüenza que aún le atacaba al hablarlo, pero lo que realmente le aterraba, era que la verdad llegase a Airi antes de que ella pudiese, de alguna manera, prepararla para la realidad de su existencia. ─ No te sientas presionada por seguir lo que te han contado. Cada quien tiene su proceso.
─ ¿Y qué tal si…es algo permanente?
─No lo creo. El hecho de que estés pensando en estas cosas, dice mucho. Además…─ aparta la vista por primera vez del tablero donde anotaba todo. ─ se nota que eres una persona amorosa. Esa niña tiene mucha suerte. ─ contuvo las lágrimas, estaba mucho más susceptible que de costumbre. ─No te presiones y solo déjate llevar por esta nueva etapa. Disfruta tu maternidad…a tu ritmo.
Luego de la conversación con la enfermera, Sora decidió que se obligaría ver a su hija. Se colocó un pijama más decente y caminó por los pasillos hasta el pabellón de neonatales. La vio de inmediato, era la única bebé que quedaba en el lugar. Estaba despierta, pero no se quejaba, solo se asombraba con el mundo al que acababa de llegar.
─ ¿Sora? ─ la pelirroja observó a su derecha. Ahí estaba su mejor amiga, sosteniendo un enorme arreglo, rosa a mas no poder. Mimi sonrió genuinamente feliz. Se acercó, dejando el obsequio a un lado para abrazarla con cariño. ─ ¿Qué haces fuera de cama? Deberías estar descansando. ─ su vista viaja hacia la ventanilla. ─ ¿Esa es Airi? ¡Preciosura de tía! ¡Soy tía Mimi! ─ Sora sonrió, enternecida por la declaración. ─ ¿La extrañabas? ¿Por eso estas aquí?
─Quería verla. ─ respondió, omitiendo el hecho de que era la primera vez que realmente la veía. ─Me sorprende verte aquí.
─Bueno, se supone que esperaríamos a que estuvieras en casa, pero soy tu mejor amiga, eso no aplica a mí. ─ Sora sonrió ante la ocurrencia. ─ ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? ─ La joven castaña tomó su rostro para que la mirara directamente a los ojos. ─ No me mientas, esta vez, es turno de que te cuiden.
─Estoy bien. En serio. ─ Mimi asintió, liberándola ante la respuesta satisfactoria. Vuelve su vista a la bebé del otro lado del cristal; Sora le imitó. Pasaron unos segundos en silencio.
─ ¿Qué…se siente, Sora? El proceso de dar vida.
─Da…un poco de miedo. ─ Mimi asintió ante la sinceridad.
─Aun así, ahora eres el mundo de alguien más. Es poderoso. Aunque…no es la forma en la que debería ocurrir, estoy muy feliz de que Airi, por fin, esté con nosotros.
Sora decidió no comentar, dejando que Mimi apreciara a la pequeña figura detrás del cristal. Convertirse en la madre de alguien eran palabras mayores, sin contar su edad y las circunstancias y todavía, no se sentía segura de hablar al respecto tan pronto. Aun así, amaba este momento donde se mejor amiga, la tía de Airi, hablaba tan abiertamente del futuro. Le brindaba cierto grado de paz.
Era el momento de la verdad. La enfermera había traído a Airi, anunciando que volvería en media hora para intentar amamantarla por primera vez. Sora observaba a la figura en su pequeña cuna, al lado de su cama. De nuevo, Airi estaba despierta. La enfermera le había dicho que desde que nació, no había tenido una siesta significativa, lo que era atípico para una recién nacida. Con cautela, salió de la cama y observó de cerca a la pequeña que habitó su interior por nueve meses. Su mameluco blanco resaltaba ante los guantes y gorro rojo que llevaba. Con cautela y con delicadeza, colocó su mano sobre su pecho y se emocionó al sentir su pequeño corazón latir con fuerza.
Su memoria viajó a la primera vez que fue testigo de cómo latía ese corazón. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras despertaba ese instinto que estuvo esperando desde que Airi dio su primer respiro. Los cuestionamientos, el miedo y el pasado se esfumaron cuando madre e hija compartieron contacto. Por instinto, tomó el pequeño cuerpo entre sus brazos. Era tan pequeña, cálida, delicada y algún día…le diría mamá. Sora no podía pensar en un privilegio mayor a aquel. Por un instante, olvidó cómo fue concebida, su sufrimiento, todo lo ocurrido hasta ese momento. Se concentró en el hecho de que era la madre de Airi y no podía concebir una vida donde no lo fuera. Se sentó al borde de la cama, abrazando la figura de ese pequeño milagro que llamaba hija. Justo en ese momento, el castaño apareció con el bulto de ropa que había ido a buscar.
─Hola. ─ saludó Taichi, aliviado de verlas juntas. La mirada cristalina de Sora era lo más satisfactorio que había visto en el día porque sabiia que no era movido por tristeza; eran lágrimas de felicidad y alivio. ─ ¿Se ha portado bien? ─ la pelirroja asintió con lágrimas descendiendo por su mejilla. Taichi dejó el bulto a un lado, se acercó a sus chicas, observándolas desde las alturas.
─Tai…gracias por tenerme paciencia. ─ Porque para ella, Taichi era como un libro abierto. Sabía que notó su distanciamiento de Airi al principio, pero la dejó ser; no la regañó ni presionó. Dejó que llegara sola a su maternidad. Él no respondió verbalmente, se dedicó a acariciar la mejilla de la niña mientras besaba tiernamente la frente de su novia. No necesitaron decir más hasta que la enfermera llegó para ayudar a la joven madre con el proceso de alimentar a la bebé. No fue posible. Por primera vez desde su nacimiento, Airi había quedado profundamente perdida, al parecer, le hacía falta la presencia familiar de su madre, para sentirse lo suficientemente en confianza con Morfeo. Al verla dormir, Sora recordó lo dicho por su mejor amiga y aunque podía entender su punto de vista, su realidad era diferente: Airi se había convertido en todo su mundo.
:) Enjoy!
