|1.5| Convicción sincera
Año 2016.
Tokio, Japón.
13 de abril.
Noche.
Cerró la puerta silenciosamente, sin intenciones de alertar a sus hermanos. Solamente tomaría las llaves de la pared, daría media vuelta y saldría con las mismas, esperando que sus dotes sigilosos sirvieran esta ocasión. No quería verlos y escuchar sus regaños, bastante tenía con su propio su humor huraño de estar cerca de Sakura porque provocaba sensaciones que creía muertas.
Y apenas tuvo contacto con ella.
El sonido de sus botas lo delató, el rechinido contra el azulejo —ese sonido desquiciante—. Cerró los ojos maldiciendo su suerte, el abrirlos se encontró con Itachi, de pie frente a él dirigiéndole una mirada severa. Mayormente Hikoro era la que estaba molesta, no él. Así que supo que está vez se extralimitó en su desaparición.
Suspiró incorporándose a medias y finalmente se adentró sin tomarse la delicadeza de quitarse las botas mojadas. Pasó de largo dirigiéndose al pasillo dispuesto a terminar la conversación próxima.
—Sasuke, sé muy bien que te vales por ti mismo. Pero ten consideración de Hikoro, ha estado muy preocupada —dijo Itachi andando detrás de él.
—Si pierdo la cabeza tendrá una preocupación menos.
—Sasuke.
La voz autoritaria de su hermano lo obligó a frenar en seco, lo miró duramente. Sus ojos se parecían mucho a los de él, dos perlas negras sin fondo, un espacio infinito. Solamente por eso se envolvió en negación. Lo sabía. La única diferencia: Itachi revelaba abierta sus emociones constantemente.
Sasuke no. Por eso no quería aceptar la preocupación reflejada en los ojos contrarios.
No quería confiar en ellos y luego ser traicionado.
—Mira, Itachi, no estuve haciendo nada fuera de lo normal.
—Base a cuidar a Sakura, vaya información que compartes —espetó entornando los ojos—. Sabes muy bien que estamos contigo en esto. No lo compliques más.
Sonrió sardónico a sabiendas que ese gesto crispaba los nervios de Itachi.
—¿Algo más hermano mayor? —inquirió con ironía.
Itachi endureció el gesto. Sasuke lo dejó con la palabra en la boca y se adentró finalmente al que era su dormitorio, dejándolo con la palabra en la boca.
Dejó de apretar los brazos y echó la cabeza hacia atrás.
Quería culpar a su hermano por el escaso avance de su relación fraternal, no lo hizo. Contuvo las ganas de reclamarle su ausencia y preocupar innecesariamente a Hikoro. En cambio, se quedó ahí, plantado en medio del pasillo observando la puerta cerrada de la habitación.
Siempre se imaginaba que él saldría de ahí admitiendo que ellos hacían lo mejor que podían para sobrellevar el vínculo sin importar su origen, y que él también lo intentaría.
"Les daré una oportunidad".
Lo único que deseaba escuchar de él.
Necesitaba una estrecha brecha, y bastaría para mostrarle que no estaba equivocado al confiar en ellos. Los que deberían ser sus enemigos naturales. Una misera oportunidad de hacerle saber que estaban ahí, contra todo pronóstico. ¿Qué más pruebas quería?
—¿Dónde está Sasuchi? —Al cabo de unos minutos, Hikoro salió de la cocina con las mejillas arreboladas por el calor de la cocina. Una sonrisa se extendió en su rostro.
Itachi le devolvió el gesto con desgano, lamentándose que pronto se le borraría la sonrisa. La empujó delicadamente al extenso ventanal y apuntó hacia el estacionamiento. Desde ahí ambos se percataron de la silueta de Sasuke moverse entre los autos hasta dar con el suyo. Se adentró rápidamente y no tardó en partir rumbo a la carretera.
De inmediato el desánimo atacó a la joven, agachó la mirada y apretó los labios.
Itachi la miró compartiendo la emoción.
—No vino a quedarse. Ahora que está Kakashi comenzará a quedarse con él.
—¿Por qué no con nosotros? ¡Somos sus hermanos! —exclamó ella herida.
Sabía más que nadie la aberración que Sasuke les profesó en un principio, ¿seguiría sintiendo lo mismo? El temor la atacó, su relación de hermanos no era la mejor del mundo, pero tampoco la peor de todas, ¿verdad? Él se quedaba ocasionalmente y los trataba con esa actitud arrogante y maleducada suya.
Incluso bromeaba de sus espantosas comidas, se veía normal. Pero desde la muerte de Mikoto él no fue el mismo. Se regocijaba cuando Sasuke aparecía en la cocina alegando que no quería ser intoxicado y preparaba el desayuno. Había días en que se distanciaba y los ignoraba, y otros que parecía tan cercano a ellos.
Pareciera que estuviera en una batalla interna con sus constantes cambios de humor, a poco de decidir si darles o no la llave para entrar a su espacio de confort.
—Todavía tiene miedo de que lo traicionemos —dijo Itachi con tristeza.
—No lo haremos, ¿cierto? Somos sus hermanos mayores —murmuró entristecida—. La única familia que tiene —se dijo, no creyéndose del todo.
El azabache no apartó su atención del auto saliendo del estacionamiento a toda marcha.
—Hasta ahora no maldije ser un Cazador... —exhaló, pareció más un lamento—, Sasuke rehúye de nosotros por esa cuestión.
La mirada de Hikoro le hizo saber que estaba totalmente de acuerdo.
Ambos maldecían ser los grandes y heroicos Cazadores de los que tanto hablaban sus enemigos con tanto añico y rencor.
Los que jamás cometen errores.
Los que se arrepentían de sus actos.
Los más puros que habitaban la tierra.
Patrañas.
Ellos debían eliminar a toda criatura abominable y detestable del mundo Sobrenatural sin reparar en sus sentimientos.
Vampiros, los que le arrebatan la vida a los humanos.
Hombres-Lobos, enloquecidos por poderío y volubles ante las circunstancias.
Hombres felinos, astutos asesinos y mentirosos de primera.
Demonios, con sus asquerosas trampas.
Monstruos, no son más que cucarachas sin mucho que prestar.
Y Mestizos, seres con una mezcla de sangre arraigada y aborrecida por todos.
La misma especie a la que pertenece su hermano, quién debieron matar desde el primer día que se cruzaron sus caminos.
Madrugada.
Para entrar forzó la puerta.
Bastó con empujarla un poco.
Precavido que el ruido haya despertado a Sakura, fue hasta la habitación y se asomó por el umbral. Ella apenas se acomodó de lugar y pasó un brazo debajo de la almohada, no dio otras señas de levantarse.
Evitó la tentación de adentrarse y cerró la puerta. Caminó de vuelta a la sala quitándose la chaqueta que recogió de su habitación, recordando las palabras de Itachi una y otra vez. Su mirada cargada de sentimiento.
No se atrevió a enfrentar a Hikoro, era más intensa que Itachi en ese aspecto, no se limitaría a quedarse de brazos cruzados a su negación, rebatiría cada argumento que saliera de su boca.
Por lo pronto dejaría de lado sus problemas y dormiría en paz, mañana pensará en las consecuencias. No podrían ser peores de lo que son, ¿no?
Sentándose en el sillón, escuchó atentamente el silencio a su alrededor. Tenía su propia esencia: el viseo e intensidad de su conciencia, incluso tranquila, era irrumpida por el lejano sonido de las ambulancias en camino a un pobre cuerpo que salvar.
Cerró los ojos concentrándose en su propia respiración, intentando captar algo inusual en el ambiente, su olfato no enfrento a nadie indeseado a más de un par de metros.
El aullido que quebró la tranquilidad de las calles caló en sus oídos. Despegó lentamente los párpados y se fijó en la ventana de la cocina, apenas vio el cielo oscuro rebosante de unas cuantas estrellas. No se molestó en levantarse, interpretando el llamado a los miembros de la manada de Iván, supo que se trataba de una reunión en alguna parte del bosque.
Aún con ese pensamiento, se recostó sobre el sillón y dejó que sus músculos se relajaran. Confiado que ese día podría descansar, se sumergió en un sueño liviano y profundo de mente. No atacarían hoy, no después del fracaso en el secuestro.
14 de abril.
Mañana.
Despertó sobresaltada, con la boca abriéndose y cerrándose sin parar tratando de atrapar el aire que sus pulmones le exigieron. El vuelco en su corazón la recibió de la inconsciencia, dándole un amargo sabor de boca. Se tocó el pecho, pensando que faltaría esa parte importante, sintió sus propios latidos contra su mano y respiró tranquila.
¿Qué fue lo que soñé?, pensó atemorizada. El sentimiento de pérdida y dolor persistía, ¿algún recuerdo? Se tocó su frente sudorosa. No estaba acostumbrada a estos cambios bruscos cuando debería estarlo, no era la primera vez y seguramente no sería la última.
Temblando ligeramente, se sentó de sopetón. Los rayos de luz que se filtraban entre las cortinas se percibían más claras de lo normal. Temió ver la hora de su reloj digital, dio un brinco al ver los números, treinta minutos de retraso.
—No puede ser —masculló quitándose la sábana a pataletas.
Se levantó de un saltó. Tomándose el tiempo para estirar su cuerpo y soltar un bostezo, caminó rápidamente por el pasillo hasta la sala. Prepararía primero un desayuno rápido de café cargado y unas tostadas, después tomaría su ducha.
Apenas puso un pie en la sala y se quedó estática, lanzó un grito de sorpresa producido por el susto de muerte que se llevó al ver a alguien acostado en el sillón de la sala, profundamente dormido hasta que su voz lo despertó de una manera nada agradable.
Sasuke se movió bruscamente aferrándose a la katana apoyada en la mesita, sus ojos volaron por toda la habitación hasta toparse con Sakura y su mueca incrédula. Dejó caer su cabeza en el sillón y cerró los ojos, ignorándola por completo.
—¿Qué haces en durmiendo en mi sillón? —Sakura se tambaleó a un lado, apoyándose en el marco de la puerta de la cocina—. Espera, ¿cómo entraste?
Recordó que aseguró todo antes de irse a dormir.
—Haces muchas preguntas —cuchicheó él malhumorado.
—¿En serio? —El sarcasmo en su voz dejó ver su propia molestia—. Podría ser porque hay un desconocido dentro de mi casa, durmiendo cómodamente en el sillón.
—Cuidarte es un trabajo de tiempo completo —rechistó él por fin abriendo sus ojos, la miró desde ahí enarcando una ceja al ver su molestia—. Puedo ser muy resistente físicamente, pero necesito dormir de vez en cuando.
Y dicho esto, agarró la chaqueta de cuero —que cayó con anterioridad al suelo por sus movimientos— y la colocó sobre su rostro, cubriéndose de toda queja.
—Ah, creo que se te hace tarde para ir a la escuela. —Su voz sonó amortiguada por la obstrucción de la prenda—. Será mejor que comiences con tus diligencias.
No previno que Sakura se acercará hasta el sillón y le apartara de sopetón la chaqueta, iba a renegar hasta que vio su rostro cerca del suyo. Se había inclinado y lo señalaba con su dedo, su mueca de molestia y a la vez desafiante a su cinismo lo dejó un poco embelesado.
—Estás muy equivocado si piensas que lo haré estando tú acostado en el sillón. —Entrecerró sus ojos verdes—. Te pediré amablemente que abandones mi casa, a menos que alerte a los vecinos.
Sasuke no se dejó intimidar por una pequeña chica que causaba más gracia que miedo al tratar de sonar ruda. Le sonrió de lado.
—Me quedaré, quiero ver qué tipo de excusa inventas.
La chica aspiró bruscamente por la nariz mientras se apartaba. Era cierto lo que dijo él, carecía de modales y tacto para hablarle. Lo miró con irritación desde arriba y se giró a la puerta dispuesta a cumplir con su palabra, exhaló aire, cerrando los ojos se preparó.
—¡AYU...!
Una mano cubrió inmediatamente su boca. Abrió los ojos y fulminó con la mirada a Sasuke con sus propios ojos calculadores y una mueca de inconformidad.
—Eres imprudente, señorita —refutó. Sería inconveniente y fastidioso lidiar con personas curiosas tan temprano—. Retiraré mi mano, ¿de acuerdo?
Ella habló contra su mano, no entendió nada, pero le pareció divertido verla irritada.
—Si no gritas, te daré esto. —Alzó al aire dos collares.
Los ojos de Sakura se abrieron más, enfocándolos en los objetos. La mano de su boca se retiró lentamente mientras ella recibía en las propias el único regalo que conservaba de sus padres.
—Pensé que los había perdido... —murmuró consternada.
Sasuke no comentó nada, contemplado el alivió espontáneo que embargó a Sakura. Por primera vez desde sus remotos y borrosos sueños, vio una sonrisa plagada de felicidad y agradecimiento.
Totalmente dirigida a él.
Aturdido, apenas escuchó el gracias brotando de sus labios. Asintió aparentando indiferencia, rápidamente se alejó de ella, ignorando el susurro de su mente que le aconsejaba dar media vuelta y correr lo más lejos posible. Huyendo de sus propios recuerdos que entre momentos se volvían nítidos con voces distantes y entrecortadas.
Se tocó la frente y suspiró. A buena hora su mente decidía perturbarlo.
«—Dáselo cuando se separé de mí.
Era su propia voz, serena y aterciopelada.
—Sasuke, tú nunca te separaras de ella...
La esencia femenina, una voz delicada y temerosa.
—El collar ocultara su presencia de los ojos curiosos. Sé que se lo darás en el momento indicado.
Una tristeza que nunca llegó a imaginar que vendría de él, se impregnó en sus palabras.
—La ocultara de los infames, la mantendrá segura hasta que vuelva a ella».
Gimió por debajo por la punzada que atacó su cabeza.
—Te llevaré a la escuela, date prisa o se hará más tarde. —La apuró con el fin de quedarse solo y pensar en sus recuerdos.
Sakura lo miró con extrañeza. Dio por sentado que seguía adormilado, y un poco más confiada, pero sin perderlo de vista, desapareció por el pasillo cerrando la puerta de su habitación con pestillo.
Se sorprendió, una vez más, al salir de su habitación y encontrar el desayuno en la mesa: huevos estrellados sobre tostadas, café caliente y humeante junto al jugo fresco de naranja. Sería la perfecta imagen de un desayuno decente.
Comieron en un parcial silencio, donde Sakura lanzaba preguntas ocasionales y Sasuke respondía con evasivas cuando consideraba que la verdad podría perturbarla. Cuando ella preguntó sus habilidades culinarias, él respondió con un toque de humor.
—Cuando tienes una hermana cuya afición es intoxicarte, debes tomar medidas desesperadas.
Sakura se rio disimuladamente y siguió comiendo.
Después de limpiar, salieron a prisas del departamento. A este punto se dejó de cuestionar cómo es que Sasuke sabía casi todo de ella: en donde trabajaba, sus horarios, los lugares que visitaba frecuentemente. Tampoco es que confiara ciegamente en él, pero el hecho de que le haya salvado el pellejo —y siguiera protegiéndola— y devuelto sus collares contribuyo a no seguir tan renuente ante su presencia.
Al bajar hasta la banqueta, se detuvo en seco al ver un auto frente al edificio, no fue porque nunca lo había visto por la zona o lo nuevo y lujoso que aparentaba ser, si no que Sasuke sacó unas llaves del interior de la chaqueta y la alarma se desactivo. No le abrió la puerta del copiloto, se quedó de pie esperando a que saliera de su alucinación.
—¿Tienes un auto? —Vaya pregunta más estúpida, pensó instantáneamente.
—Claro, enciende y anda por el pavimento. —Entornó los ojos y señaló el asiento—. Entra, ya.
La falta de tacto la hizo refunfuñar. A medio camino Sasuke abrió la puerta, agarrándola con la guardia baja en defecto a su supuesta falta de modales. Entró con cierta vacilación y se acomodó en el asiento. Se quedó sumamente quieta cuando la puerta se cerró y Sasuke rodeó el auto para ocupar su lugar.
Detalló disimuladamente el interior del vehículo, los asientos cómodos, el tablero brillando con luces de neón apenas visible por los tiernos rayos de sol, el vidrio polarizado no impedía aquel fenómeno común. Puso la mochila delante de sus pies mientras observaba la palanca de velocidades y el mini reproductor instalado, y la guantera delante de ella.
Tuvo curiosidad, ¿Qué tendría ahí? Esperaba encontrar chicles o una loción. Lo abrió sin esperar que una pistola rebotara hasta casi caer en sus rodillas. Dio un respingo de pavor al preguntarse porque Sasuke tendría un arma dentro del auto.
—Eres muy curiosa. —No pareció un regañó, más bien un tipo de afirmación. Su mano golpeó la guantera ocultando el arma.
Sakura respiró hondo. No pregunto referente a eso al recordar la katana que él traía ayer, cual se aferró con sus manos. Y pensar que esas armas podrían herir a cualquiera...
Como los hombres que trataron de llevársela.
—Procura no tocar nada, podrías encontrarte un dedo mutilado.
El rostro impávido de Sakura traslució su espanto, pero tras ver su mueca burlona, todo rastro desapareció y se dedicó a insultarlo en su mente todo el camino a la preparatoria.
Pasó la mayor parte del trayecto mirando por la ventana la ciudad. Los rayos del sol pegando sutilmente en lo alto de los edificios creando matices extraordinarios, pétalos morados danzaron alrededor del tren cuando el auto se detuvo frente a la señalética. Pasó como bala, alborotando toda clase de flor desprendida de su hogar.
Tan sumergida estuvo en el panorama que no se dio cuenta que Sasuke la observaba en silencio, recorriendo cada parte de su rostro expectante a los acontecimientos naturales, aquellas que la Madre Naturaleza se toma la molestia de brindar.
—¿Te gustan las flores? —La pregunta salió de sus labios antes de ser procesada.
Sakura se sobresaltó. Giró a él, extrañada por la cuestión.
—¿Piensas regalarme flores para disculparte por entrar a mi casa?
Su atrevimiento y sonrisa burlona fue una nueva faceta que Sasuke contempló conteniendo la propia. Después de ver un titubeo en sus ojos y su sonrisa flaquear, dedujo que no era un comportamiento común en ella.
—Tal vez —vaciló seriamente—. Hay lugares mucho más hermosos que estos —aseguró mientras la señalética se alzaba permitiendo el paso por las vías.
Otra vez la curiosidad la embargo. El azabache se veía sereno y un poco más hablador que en el desayuno, abrió su boca dispuesta a seguir planteando sus dudas, sin embargo, jamás llegó a emitir una palabra al respecto. La espera la carcomían por dentro. Suspiró y después trago grueso, ¿sería muy pronto preguntar? No quería fastidiarlo al punto de tomar la drástica decisión de no responder a nada.
—Ah, ¿sí? —Sakura volteó al frente, reprimiendo sus ansías—. Puedo imaginarlo, pero realmente pienso que nunca lograré ver uno de esos lugares. Nunca he salido de Tokio.
No que tú recuerdes, pensó él. Una mueca irrumpió la serenidad del muchacho notando la resignación en sus ojos verdes, ¿en realidad lo pensaba? No supo porque, tuvo la necesidad de hacerle creer lo contrario.
Porque ella no nació para privarse de las maravillas del mundo, sobre todo de la naturaleza. Su afinidad pronto le exigiría su presencia, debía prepararla y familiarizarla, aunque tomando en cuenta que parecía absorta con el paisaje, solamente necesitaba un incentivo.
—No lo sabes, el futuro es incierto —rebatió él mirándola de soslayo—. Hoy estás aquí y mañana podrías admirar la luna en la Bahía de Toyama.
—Claro, y pasado mañana caminaré por la Muralla China —concedió sarcástica.
—¿Y por qué no? —Sasuke estaba un poco sorprendido por su renuencia y poca fe de salir de esa ciudad metropolitana, en la que se alzan los edificios en lo que alguna vez fue una inmensa aldea rodeado de maravillosos árboles coloridos y arroyos cuyas aguas cristalinas adormecen sus sentidos.
No revoca mucho esa clase de recuerdos, son borrosos que apenas los contiene por más de dos segundos. Pero le gusta sentir la pasajera sensación. Un mundo cual los humanos se encargaron en cambiar y, pase a esto, muchas cosas trascendieron en el tiempo aferrándose con vigor
—Primero: para viajar se necesita dinero, de lo cual apenas obtengo del trabajo. —Comenzó a decir la chica alzando los dedos a cada aclaración—. Segundo: aún soy menor de edad, lo que debo ir acompañada de mi tutor, y Tenten, o está trabajando o estudiando. Y tercero: ¿por qué hablamos de esto? ¡Deberías responder mis dudas en vez de plantearme viajes sin sentido!
La escuchó con una ceja alzada y fingiendo considerarlo seriamente, lo cierto es que nada de eso sería impedimento para un viaje. Comenzando que Kakashi en días pasaría a ser su tutor legal y el dinero nunca ha sido un problema, todos tenían diversas cuentas bancarias en el mundo. Cuando vives por demasiados años en una sociedad que evoluciona y el valor de la moneda va en aumento, te das cuenta de que el dinero es esencial para mantener fachadas.
Especialmente ellos.
Aparcó frente a la escuela después de pasar unos minutos en silencio. Apagó el motor y reposo una mano en la palanca de velocidades mientras Sakura tomaba la manija para abrir la puerta con cierto pesar, como si le costara con toda su alma bajar.
—Hagamos un trato.
Supo que atrajo su atención en el momento exacto en que volvió a cerrar la puerta y lo miró ceñuda.
—Responderé cualquier pregunta seria, menos quién es tu familiar —aclaró al ver una pequeña chispa de decisión en sus ojos, cuales entornó envuelta en un deje de resignación—. Y a cambio me dirás un lugar fuera de Japón a la cual siempre has querido ir.
—¿Y de que servirá si nunca podré ir? —cuestionó sublime.
—La información vale más que cualquier otra cosa. —Se encogió de hombros y se inclinó hacia ella extendiéndole la mano. Sus ojos se conectaron en ese instante—. ¿Es un trato, señorita?
Contempló su mano envuelta en guantes negros, parte de sus dedos desnudos le invitaban a estrecharlo y experimentas el calor que le proporcionaba. Está vez, Sakura no dudó en darle la mano y soltarla de inmediata llevándola a su cintura.
—Bien, dime algo que desees saber —alentó el azabache sin considerar hasta dónde llegaba la intriga de Sakura.
Lo pensó por unos segundos, buscando en sus archivos almacenados en su mente un pregunta vital e importante. Fue difícil pues todas las que tenía eran de suma importancia, debía tener cuidado en plantearlo.
Alzó la vista y habló:
—¿Qué soy exactamente?
Sasuke alzó los hombros. Debió suponer desde un principio que no estaría en paz hasta extirpar la última gota de información.
—Dijiste que ibas a contestar —susurró ella, tan bajo que apenas la escuchó.
Contrajo el gesto, sus pensamientos viajaron a otro rumbo diferente.
—Te perturbara.
—¿Cómo sabes que sucederá si no me lo has dicho? —cuestionó Sakura con un creciente nudo en el estómago.
—Sólo sé que no te agradara —aseguró impasible.
Él no bromeaba, y lo detectó al verlo fruncir más el ceño, la batalla que reveló sus ojos negros la reprimió un poco. ¿Tan extraña era su procedencia? Para que dudara y se quedara en silencio, le embargó un profundo terror al escucharlo.
¿Tan malo y turbio es?
Al pasar el tiempo, el silencio oprimía su respiración. Atrasando aquello desconocido para ella, quiso conservar un poco más su integridad mental.
—¿Sabes? Mejor olvídalo —dijo abriendo a prisas la puerta del copiloto—. No quiero saberlo hoy. —Se bajó sin que él la detuviera, así que cerró de un portazo y se adentró a la escuela caminando a toda prisa.
La expresión de Sasuke no dejaba de rodeos. En verdad era una respuesta que no le gustaría mucho. Comenzó a pensar a toda prisa las razones de porque lo oculta.
Hasta ahora no ha dañado a nadie... que no lo merezca.
Tal pensamiento le provocó un escalofrío. No recuerdes, pensó aferrándose a las tiras de su mochila.
Lo mejor sería prepararse mentalmente a la próxima tormenta. Le revelarían un mundo ajeno apartado de este, fusionado y coexistiendo sin ser detectados a simple vista, oscuro y misterioso, más en el que habita. No era completamente ignorante a ello contando sus bastas experiencias y los pequeños datos que sus padres le permitían conocer.
De repente sintió un jalón de la mochila, no fue un gesto juguetón, más bien brusco y con intenciones de dañar. Casi la manda al suelo si no fuera porque plantó con fuerza las piernas, ¿quién se creía valiente para enfrentarla? Se volteó rápidamente a su agresor.
Se trataba del mismo idiota que la molestaba cuando se le daba la gana.
Y resultó ser uno de esos días.
—¡Vaya! Parece que la fenómeno conoció a un nuevo amiguito —dijo el chico castaño con una sonrisa ladina—. Ya era hora de que olvides a Sasori, ¿no te parece?
La mirada de Sakura fue letal, pero no suficiente para que él retrocediera pase a experimentar una sensación helada en los huesos.
—No tengo ganas de lidiar contigo, así que suéltame estúpido —espetó dándole un manotazo a la mano que sujetaba su mochila, fue retrocediendo lentamente con la cabeza en alto.
—Que mal por ti fenómeno. Hoy estoy particularmente aburrido y me apetece divertirme contigo.
Sus ojos verdes barrieron a su alrededor, los alumnos se amontonaban rigurosos y curiosos por el desenlace al espectáculo. Lo mismo de siempre: ser el centro de atención, pero no de buena fama —más bien, una reputación insólita e ilógica planteada por quién una vez le confió su corazón—, buscaban saciar su arrogancia con tal espectáculo matutino y sentirse mejores que ella por ver su desgracia.
Un espectáculo donde ella siempre es humillada u odiada por todos.
A mano de su propia experiencia, no acabaría bien la racha de insultos que vendrían a continuación. Sería otro día en que reprimiría dolorosamente sus lágrimas, deseando desaparecer de la faz de la tierra, lejos de las humillaciones.
Anhelando la paz efímera que le proporcionaba dormir, le tentaba experimentarlo eternamente.
Apretó los puños y los labios, preparándose en recibir las provocaciones e insultos del chico.
Se imaginó de todo, menos lo que sucedió a continuación.
La sonrisa del castaño se borró de repente. Alguien lo tomó del brazo jalándolo hacia atrás, posteriormente pateó sus tobillos y su cara impactó de lleno al suelo, quedando tendido boca abajo, con la extremidad apoyada sobre la espalda. Por su rostro rojo y los gemidos que soltaba, eso debería ser muy doloroso.
Impresionada, creyó que se trataba de una alucinación, por ningún motivo Sasuke podría estar inmovilizando al chico en el suelo, atrayendo a su torso el brazo y con una pierna plantada en los omoplatos.
Una exclamación ahogada salió de varias bocas, asombradas por el repentino acontecimiento.
Y Sakura interpretó perfectamente una estatua grácil. Sin moverse, con la mirada clavada en Sasuke.
—Dejemos algo en claro. —La voz del joven salió ronca, destilando amenaza en cada palabra—. Ella no es alguien que tú, pequeña escoria, puedas agredir verbalmente sin enfrentar ninguna consecuencia.
—¿Quién te...? ¡Ah! —gritó al sentir más presión en su brazo.
El rostro del azabache no se relajó.
—Si veo que le hablas, te acercas a ella o mínimamente la vez, este brazo quedará inservible. ¿Entendiste, imbécil?
Tiró más de la extremidad al no recibir una respuesta inmediata.
—¡Arg! ¡Sí, comprendí! —vociferó en lamento.
—Es bueno que lo sepas.
Extendió sus dedos liberándolo del agarre, lo levantó por la camisa dejándolo sobre sus dos piernas y fingió limpiarle —bruscamente, si se lo preguntan— el polvo adherido a su camisa. Por último, le dio unas palmadas en su espalda.
Le dedicó una mirada pesada y la extendió a los demás.
El pobre chico, tembloroso y humillado, escapó despavorido a la entrada de la escuela casi envuelto en llanto, la mayoría de los espectadores siguieron su rumbo después de que Sasuke dejara en claro que no iba dirigido solamente para él la advertencia.
Cuando su alrededor tomó su curso normal, finalmente se permitió mirar a Sakura, detallando su reacción. Atenta a él y a la vez perdida en la nada. Reaccionó cuando comenzó a acercarse, no parecía molesta ni agradecida, simplemente sorprendida.
—¿Por qué me defendiste? —Fue lo primero que mencionó.
Sasuke movió desinteresadamente su muñeca derecha.
—Porque ahora en adelante me dirás quién te molesta, les haré una visita nocturna si es necesario.
—No le harás a nadie una visita de cortesía —chistó ella imaginándose el terrible desenlace. Lo que ocurrió ayer en el tren no lo obviaría—. Sasuke, sabes a lo que me refiero.
Escuchar su nombre de sus labios, con esa exigencia y fluido, le hizo alzar de sopetón la mirada y clavarle los ojos profundamente. Ella no evadió la intensidad, estuvo a poco, pero el obtener una respuesta concreta fue incentivo suficiente.
—Parte de mi trabajo es cuidarte, ¿lo olvidaste? —le recordó dejando de mover la mano—. De absolutamente todo, incluyendo ese estúpido que se cree con derecho a molestarte... ¿segura que no quieres que lo visite en la noche?
—No.
Sasuke bufó y la dejó ser. Alejó el momentáneo deseo de perseguir a ese chico y dejarle más en claro su posición. Parte de sus obligaciones consistía en apartar a quienes representan un peligro, y sin duda ese niño no lo era, por lo menos en lo físico.
Él sospechaba que la dañaría por dentro.
Vio en su rostro muchas dudas y poco a poco un profundo agradecimiento pintaba sus rasgos. Iba aceptándolo más rápido de lo que imaginó. En una situación normal, ella rehuiría de él a toda costa, quería pensar que no lo hacía por el lejano reconocimiento. Ambos —aunque lo negara todos los días— tenían en común sus recuerdos borrosos, lo único que permaneció fue esa familiaridad de sus presencias.
La campana de la escuela sonó, pero ninguno se movió de su lugar. Sasuke recordó el motivo por el cual se bajó del auto. Carraspeó llevándose una mano a su boca.
—Entra a la escuela, te recogeré a la salida. —Dio la media vuelta dispuesto a marcharse.
—Gracias por... defenderme.
Se detuvo en seco. Ciertamente no espero una disculpa pronta y mucho menos acompañada de una sonrisa. Y sus ojos... brillantes, entusiasmados por la nueva perspectiva.
Extrañamente no fueron necesarias muchas palabras, sintió su agradecimiento y gratitud.
Él la defendió, nadie se había atrevido porque no la conocían por dentro. Y, extrañamente, se sentía más a gusto a su lado cada segundo que transcurría.
Pero no debería permitir arrastrarse por ello, se dijo reanudando su andar.
No quería verse envuelto por algo tan complicado como los sentimientos.
Departamento de Kakashi.
Poco antes de recoger a Sakura, pasó al departamento en busca de ropa limpia, nunca le ha gustado privarse de un buen chapuzón de agua. Lamentablemente para él, Naruto estaba en la estancia informando a Kakashi, escuchó su pequeño viaje a China en busca de Shikamaru, uno de los pocos amigos y camaradas que tenía.
Y vaya para llamarlo así le costó a Shikamaru bastantes años.
Mientras preparaba su equipaje de malhumor —se quedaría en casa de Sakura, para variar—, el rubio comentaba ciertos rumores que atrapó cerca de la preparatoria.
—Así que un joven que parece la parca amenazó a un estudiante indefenso sin justificación —mencionó divertido Naruto recostado el sillón de la sala, observó a su amigo cerrar con fuerza el bolso.
Sasuke lo miró de reojo.
—Me hubiera gustado verlo, se te da muy bien amenazar a la gente —dijo entusiasmado. Se acercó a él arrastrándose al otro sillón, extendió las piernas y se echó para atrás la cabeza cruzando los brazos—. ¿Le dijiste algo parecido a: "te dejare sin una mano" o "desearás estar muerto"?
Sasuke solamente bufó, la curiosidad de Naruto parecía la misma de un niño de ocho años preguntando la razón del color del cielo, con la misma respuesta absurda y sin sentido, y el bucle seguía y seguía. Saciarlo sería difícil, por lo que se limitó a hacerse el desentendido.
—Sería muy traumático para un niño.
Kakashi se adentró a la sala con una carpeta en mano, cual dejó en la mesita de noche, cerca del azabache, este no obvio la expresión tensa de su rostro.
—Le quita lo divertido a todo —se quejó Naruto apoyando la quijada en la mano.
Kakashi se bajó el cubrebocas, apenas le sonrió.
—¿Conseguiste averiguar sobre el altercado del tren? —inquirió Sasuke.
Por su expresión supo que la respuesta sería negativa, aun así, indagó más.
—Iván se negó a una reunión, y tampoco tengo registros de los miembros de su manada.
—¿No se supone que el antiguo gobernador, Fudo, debía tener ese control?
Cada criatura Sobrenatural que pisaba Tokio y estuviera dentro de un clan, familia o manada, tenía un expediente abierto en la jefatura de policía. Hasta ahora Naruto se encargaba de verificar la veracidad o mínimamente la presencia de cada uno, llevaba su tiempo indagar en todo.
A menos que...
—No había registros de la manada —dijo Naruto haciendo memoria de las pilas de archivos resguardados en esa oscura habitación polvorienta, tuvo que traspasarlos a su departamento para analizarlos—. Los chicos de la estación dijeron que el gobernador les prohibió indagar en casos relacionados. Supongo que Iván compró su propia seguridad.
Sasuke lo sospeso por un instante.
—Ahora entiendo porque no le agradó que Minato fuera elegido como candidato a gobernador después de la muerte de Fudo.
—¿Qué hacemos? Esos idiotas todavía siguen afuera y seguramente vigilan a Sakura desde la distancia —espetó Naruto frunciendo los labios, le desagrada la perspectiva.
—Mientras Sasuke esté a su lado, no habrá peligro —jactó Kakashi—, menos ahora que Minato será elegido alcalde, no querrá estropear su supuesta imagen.
Algo en la oración sobresaltó a Naruto, alzó de sopetón el rostro al Cazador, extrañado de haber escuchado mal, aunque sería casi imposible a menos que estuviera muy distraído.
—Entonces iré a felicitarlo. —Naruto se levantó de un salto.
Nadie lo rebatió, era seguro que Minato sería elegido, sea corrupción o mayoreo de votos, sería esencial para su plan principal y reforzar los tratados que hicieron con los líderes de los Seres Sobrenaturales que habitan en la ciudad. Especialmente con el asunto de Iván y su quisquillosidad de atrapar a Sakura.
—Reúne información de la manada.
La petición de Kakashi detuvo a Naruto.
Se giró con una sonrisa en sus labios, su mano sostuvo el pomo de la puerta.
—Tendrá el reporte en unos días, maestro.
Y con un gesto de saludo, marchó a toda prisa.
—¿Sasuke?
El chico había estado observando por la ventana el paisaje que brindan los árboles del ventanal que daba al estacionamiento, abundantes de pétalos morados y verdes, entrelazándose entre sí. Notó desde su llegada a la ciudad que en todo lugar debía haber una planta que diera vida al ambiente, distribuyendo su inigualable belleza.
Este mundo podrido lo necesitaba.
—¿Qué?
Le molestaba que interrumpieran sus pensamientos.
—¿Cómo tomó mi sobrina tu... aparición?
A sabiendas a lo que se refería, fingió divagar. Lo cierto era que la respuesta bailaba entre sus labios, y no la que Kakashi esperaba oír. O por lo menos, no todo.
—Es muy pronto para saberlo —dijo moviendo su cabeza en un gesto desinteresado. Anticipando la insistencia de Kakashi, se adelantó—. La señorita quiere saber su origen —reveló clavándole los ojos.
Escuchar que le dice de esa forma encogió el corazón del Cazador. Pase a la cercanía pronta que vislumbraba en sus ojos, parte de él se resistía terminar envuelto en esas emociones.
—No es momento de decírselo —contestó el hombre serenamente.
El azabache apretó la mandíbula.
—¿Y cuándo debo confesarlo? Es muy insistente e irritante cuando se lo propone.
—Es muy pronto para saberlo. —Le devolvió astutamente las palabras.
Sasuke sonrió de lado por respuesta.
—¿Has recordado últimamente?
El súbito cambio de tema alertó a Sasuke. Su cuerpo se tensó y endureció el semblante. Por esto mismo prefería tratar ciertos asuntos por teléfono, pero tampoco quedaría como un cobarde frente a él.
—No tienes esa suerte.
—Mientes muy bien, Sasuke —dictó Kakashi negando con la cabeza—. Pero recuerda que te conozco más de lo que te imaginas.
—Sabrás entonces que se lo diré cuando lo crea conveniente.
Girando las cartas al punto inicial de la cuestión, este chico astuto se mantuvo atento a su respuesta.
—Lo dejaré a tu criterio.
—No elijo las mejores decisiones del mundo.
La manera en que lo dijo, y sus hombros repentinamente decaídos, hizo especulación de sucesos previos. Los años marcaron su indistinto rostro y fue imposible escapar de sus reacciones. Incluso alguien como él estaba en su derecho a revelar esa faceta.
No temía mostrarse confundido y renuente ante cualquiera, lo tomaría un signo de debilidad. Con Kakashi se permitía ser él mismo. Recibió apoyo y cobijo bajo su manto, apartándose de ese mundo sangriento y sin retorno del cual se sumergía cada día. Con una dedicación asombrosa y oculta que cualquiera pensaría que se trataba de un impío más.
—Tal vez no. —Su aceptación provocó un ligero vértigo en Sasuke, dispuesto a dar por finalizada la conversación, giró en dirección a la puerta. A pesar de esto, escuchó, encarecidamente, la siguiente afirmación con el pecho oprimido—: Pero sí las mejores para mi sobrina.
Por la noche esperó a que saliera de su trabajo y la escoltó directo a su departamento. En silencio, la chica admiró sus manos y de reojo le lanzaba miradas al conductor. Separaba los labios intentando crear sus cuestiones, y se callaba súbitamente al considerarlo.
Pero no dudó en hacer un escándalo al enterarse que Sasuke se quedaría otra noche durmiendo en el sillón de su hogar, sinceramente no le agrado en lo absoluto la idea. Bastante tenía con asimilar el hecho que fuera su protector o guardián, como él pidió que lo viera.
—Será hasta que resolvamos lo de tus agresores —prometió Sasuke sin amagos de bromas.
Esquivo por tercera vez una mortal almohada de Sakura. Tal acción le causó gracia al principio hasta que la segunda le dio directo en el hombro, y comenzó a creer firmemente que esa chica no debía medir menos de metro sesenta con esa fuerza.
—¿Y qué se supone que le diré a Tenten cuando regrese en dos semanas? —gruñó inconforme la pelirrosa con la almohada en alto, dispuesta a utilizarlo como proyectil—. ¿"Sasuke se quedará a dormir todas las noches hasta que atrape a los maniáticos hombres-lobos que intentan asesinarme por alguna inexplicable razón"? ¡Con suerte me enviará a un manicomio!
Con las manos extendidas, Sasuke se encogió de hombros dándole la razón, en cierta parte. Tenten no soportaría la verdad.
—Para ese entonces ya no habrá ese peligro y no invadiré tanto tu espacio personal.
No convenció del todo a Sakura, pero tuvo que aceptarlo. Tampoco es que estuviera entusiasmada en convertirse aperitivo para esos seres. A regañadientes bajo la almohada y frunció el entrecejo.
A tal muestra de resignación, Sasuke dio por sentado su lado pacífico y se volteó a tomar su chaqueta reposando cerca de la puerta, abandonada junto al bolso. Justo cuando le dio la espalda, un almohadazo le llegó a su cabeza que rebotó ligeramente. Se tocó dicha parte gruñendo y volteó a su agresora que escondió las manos detrás, sonriéndole divertida.
—Una pequeña ración de lo que te espera si intentas algo sospechoso.
—Lo único que intentaré será cocinar en ese lugar que llamas cocina —se defendió recogiendo la almohada, se la arrojó de vuelta con desgano. Con la mirada puesta en ella, avanzó a dicha zona con toda la familiaridad del mundo.
—Engreído —murmuró con enojo fingido.
—Te escuché, señorita.
—Esa era la intención —sentenció no pudiendo evitar reírse.
Sasuke observó desde el mesabanco, mientras terminaba el café, el techo agrietado de la sala, junto a tiras de pintura seca de dudosa procedencia. Olfateando un poco, detectó la humedad. No quitó la mirada de ese punto hasta que Sakura irrumpió su calma trayendo consigo un par de sábanas y otra almohada.
Las colocó sobre el sillón y le clavó su pesada mirada. Reaccionó en enarcar ambas cejas.
—Que hospitalidad.
—No sería cortés de mi parte dejarte sin una cobija, hace frío por la noche. —Se justifico ocultando su verdadera actitud. Escapó a la cocina antes de que él se diera cuenta.
No las necesito, se calló a tiempo, tampoco quería ser completamente grosero cuando ella se molestó en brindarle ese gesto conciliador. Dejando de lado su lado defensivo y las contradicciones, en verdad poseía un lado bondadoso y benévolo, celosamente resguardado.
Tampoco es así con medio mundo. La observó en el trabajo, cordial y amable con los clientes sin involucrarse demasiado, sus compañeros alegres y bromeando con ella en todo momento. Y la escuela... las miradas desagradables y la agresión de esa cucaracha le dejó en claro la formación clave de su personalidad.
En el instante que caminaba por los pasillos evitaba el contacto visual y físico con cualquiera que tuviera intensiones grotescas pintados en el rostro. Los maestros la trataban normalmente y ella se limitaba a soltar unas cuantas palabras. Y con ciertos estudiantes no se comportaba grosera.
—Tengo curiosidad —dijo dispuesto a saberlo. Se adentró a la cocina dejando la taza en la mesa, Sakura guardaba la comida restante de la cena.
—¿De cómo vivimos en esta humilde casa? No creas que no me di cuenta como inspeccionas todo —renegó entrecerrando los ojos sin dejar de mover las manos—. Ignoró el estilo de vida que llevas, pero si te decepciona mucho dormir aquí, te puedo recomendar varios hoteles de cinco estrellas en la ciudad.
Sasuke, soportando sus absurdos comentarios, guardó silencio lo necesario. Si contestaba de la misma forma no obtendría respuesta alguna. Se había percatado de que Sakura se ofende muy rápido tratándose de él.
—¿Por qué ese chico te trato así?
Las manos femeninas se detuvieron abruptamente, una innegable reacción a la repentina pregunta de Sasuke. Se recuperó rápido de la impresión y siguió haciendo lo suyo sintiendo los ojos de él sobre su nuca, esperando.
—Son las consecuencias de confiar demasiado en la gente —espetó mientras buscaba un traste entre los cajones de la cocina—. La mayoría utiliza tus secretos como armas en tu contra, y cuando lanzan la bomba, simplemente se hacen las víctimas y se alejan para no salir perjudicados.
—Alguien te traicionó —concordó entrecerrando los ojos. Por la manera en que el cuerpo de Sakura se movía, daba la invitación a quedarse con la boca cerrada.
Pero no lo hizo.
—Imaginó por lo que te dicen, es algo relacionado con tus rasgos físicos.
—Bueno, tú no te asustarías al verme saltar más de cinco metros, cubrir una distancia larga en segundos y las uñas, o, mejor dicho, garras impregnadas de la sangre de tu exnovio —afirmó hablando atropelladamente dejando caer adrede la olla en el fregadero, descargo su furia en ello.
Respiró hondo tratando de controlar su respiración, se enojaba fácilmente al hablar de ese tema. Pareciera extraño, pero al sacarlo de su pecho siendo escuchada por Sasuke, no hubo incomodidad, tampoco renuencia.
¿Será por qué él dijo que no eran normales? Se incluyo en la categoría, y las pruebas lo respaldaban. Aquellas asombrosos rasgos y aptitudes físicas, y contando que es la primera vez que lo presencia. No llegaba a imaginar que más era capaz.
—Es completamente normal para mí —concedió Sasuke mirándola fijamente—. Te lo dije antes, somos diferentes.
—Me alegra que tú lo veas así, pero ellos no —continuó Sakura frunciendo los labios—. Esa persona esparció rumores desagradables de mí hace unos meses antes de marcharse, utilizó mis profundos secretos a su favor... me traicionó.
Sasuke apartó la vista y la enfocó en las manos temblorosas, apenas perceptibles para él. A Sakura le afectaba más de lo que pensó, en concreto no contaba con el nombre de esa persona, pase a uno en particular y que le parecía un chiste: "Sasori". Se obligó a deprenderlo de su memoria y centrarse en el aquí y ahora.
—Él si se merece su visita de cortesía —farfulló por último la chica caminando al refrigerador.
—No suena nada mal, señorita. —La idea no le desagrado en lo absoluto, no quería volver a presenciar la oscuridad en esos ojos verdes, menos causadas por alguien más.
Apoyó la espalda baja en la mesa y cruzó los brazos sobre el torso, esperó a que lo viera para preguntarle directamente. Una vez que se volteó la examino, expectante y anticipando su reacción.
—¿Me dirás su nombre?
La expresión de Sakura cambió por completo, una sonrisa falsa adornó su rostro.
—Aún no confío del todo en ti, Sasuke —articulo con voz más delicada de lo normal—. El hecho de que me hayas salvado la vida no quiere decir que tendrás la tentación de traicionarme de alguna forma en el futuro, ¿verdad?
—En eso te equivocas —dijo deshaciendo su gesto al apoyar una mano en la mesa e inclinarse a ella—. Aborrezco la traición y me cuido de ella, varias veces me han apuñalado por la espalda y no estoy dispuesto a caer de vuelta.
No la convenció. Sakura entrecerró los ojos y echó el rostro hacia atrás. Tras dedicarle una mirada suspicaz, le preguntó cómo podía saberlo si no lo conocía.
Sasuke sonrió de lado y se alejó.
—Si quieres corroborarlo, apresúrate en averiguar quién es tu familiar para que le preguntes.
La nueva información alertó los sentidos de Sakura.
—¿Por fin me lo confesaras?
Sasuke logró su propósito fácilmente: cambiar de un tema tenso para ella a uno de su total incumbencia.
—Todavía. Pero es una tarea que te resultará interesante —murmuró fingiendo desinterés, se apartó de su lado antes de que pudiera bombardearlo de preguntas—. Te alegrará saber que está muy cerca de ti, solamente rebusca más en tu memoria. —Al ver su mueca de inconformidad por el reto, agregó sin aparentar importancia—: Si lo averiguas dentro de una semana, te diré finalmente que eres.
El trato despertó interés en ella, tanto por lo dificultoso que parecía ser puesto que todo depende de su memoria y habilidades analíticas, que parecía una vil broma; con lo de revelar su procedencia y "qué" criatura era. Seguía intrigándole los nuevos enigmas que aparecían a su alrededor.
Y tenía justo frente a ella todas sus respuestas, para obtenerlas debía cumplir el requisito.
—Tienes prohibido retractarte de tus palabras.
Pase a que nadie le mandaba —además de Kakashi, por supuesto—, no le incomodó en lo absoluto el tono exigente en que recibió las palabras. Terminó por esbozar una sonrisa de lado y asentir ligeramente dándole la certeza a Sakura de su propia convicción de revelarle la identidad en siete días.
—No lo haré, así que asegúrate de trabajar como una loca para conseguirlo.
18 de abril.
Tarde-noche.
Quedaban tres días y estaba volviéndose, literalmente, una loca ansiosa. No se detenía a pensar en sus preguntas y las articulaba. Sasuke, cargándose de una paciencia que jamás creyó poseer, respondía cada una conforme a las posibilidades, poco a poco iba quitando la censura de cada detalle, a niveles que podía manejar.
Descubrió la función del collar de esfera esmeralda al ver una réplica alrededor del cuello de Sasuke, con la diferencia de colores pues la piedra era ocre y los tubos dorados. Al entrar en contacto directo con la piel desvanecía aquello que se cataloga como "aura" lo cual ocultaba su verdadero aroma.
El aura revelaba el origen del individuo y la posesión de un alma o esencia, una vida cuyo corazón o parte de él —metafóricamente— latía dentro de un cuerpo proporcionando vitalidad. Conforme sea el color, se cataloga por las criaturas que existen.
«Hay mucha variedad —dijo Sasuke cuando ella preguntó los nombres—, pero el origen es el mismo». Y procedió a decirle de sopetón la existencia de Hombres-Lobos, Vampiros, Demonios y Felinos dentro de este mundo y el color de sus auras.
La basta explicación de cada una dejo con la boca abierta a Sakura, y hasta cierto punto, incrédula. Tardó bastantes horas digerirlo con solemnidad y aceptarlo por su propio bien. Incluso Sasuke la llevó al centro de la ciudad, alentándole quitarse el collar y observar a las personas caminar, recitándole que color eran sus auras y grabando en su mente sus peculiares aromas.
Por la forma que él comentaba sobre su olfato desarrollado, ya sospechaba a qué grupo pertenecía. Sin embargo, aún quedaba la duda conforme a "somos iguales de cierta forma". ¿A qué se refería? Él poseía un aura totalmente negra, y por lo que sabía, ella también. Se negó a revelarle a que categoría pertenecían los de aura negra.
Lo más extraño, fue que no encontró a otra criatura con la misma aura que ellos.
Una incógnita más.
Sin embargo, lo que acapara su total y completa atención era atinar la identidad de su familiar. Estuvo mirando a su alrededor durante las calles mientras caminaba, o atendía a clientes en Ichiraku, pero ninguno vislumbraba ese prospecto. No le parecía familiar los rostros.
Para empezar, ¿a quién buscaba?
Tarde se planteó esa cuestión. Frustrada por la pérdida de tiempo, cambió la estrategia de su plan inicial e indagaría más al respecto, tal vez viendo algunas fotos viejas que su mamá resguardaba con recelo refrescaría la memoria.
Al llegar a casa por la noche, buscó todas las fotos familiares que recuperó de su antigua casa, escondidas en una caja de madera en lo más profundo de su armario, justo debajo de papeles viejos que no tendrían otro uso más que sustituir la leña en un día helado de invierno.
Encontró la única foto que estaba entre las páginas de ese libro. La jaló del borde revelando una vieja imagen, con manchas grises peligrosamente sobre los rostros, con el pasar de los años iba diluyéndose. Recordó que Hana le prohibió verlas hasta que tuviera una edad adecuada.
Cada vez que lo piensa, comprendía poco a poco las actitudes de sus padres, tanto su forma de hablar y sus restricciones. ¿Qué le ocultaron realmente?
Se sentó al borde de la cama mirando la fotografía que sostenía sobre la luz de la habitación. No sabía exactamente a quién buscaba, barría con la vista los cinco rostros capturados en ese pedazo opaco, una de ellas la reconoció como su madre —siendo más joven y con el cabello sumamente corto— abrazaba cariñosamente a un hombre de cabellos largos, no supo exactamente los colores de ojos ya que estaba opaco todo. Detrás de ellos dos chicas y un chico posaban sonrientes a la cámara.
Lo único que sabía de ellos, es que a quién abrazaba Hana era su hermano mayor, Kakashi, y los de atrás sus primos —cuyos nombres nunca mencionó—. Lo que sí, siempre le hablaba de su tío con nostalgia describiéndole lo honorable y divertido que pasaban juntos en su infancia. Al igual cuando ella nació y sus primeros años, la consentía en todo.
Vagamente recuerda su silueta, pero hasta ahí llega todo. Le entristeció saber de su descenso hace dos años, cuando intentaron contactarlo para darle su tutela.
Lo descartó de inmediato, los muertos no pueden regresar a la vida.
Miró una vez más la fotografía, intentando adivinar la identidad de un fantasma. Por un lado, Sasuke le dijo que era alguien cercano a su madre, tanto de sangre y afectiva.
—Arg. —Se rascó la cabeza, desesperada. Para el colmo, comenzó a picarle ligeramente la garganta—. Me saldrá humo por las orejas si no obtengo una respuesta ya.
Se levantó con foto en mano dispuesta a obtener una pista más de Sasuke, dejó los libros en su lugar y avanzó al pasillo.
—¿Ya estás en Tokio? —La voz de Sasuke irrumpió su caminata a medio pasillo.
Tuvo el presentimiento de quedarse a escuchar, así que se apegó más a la pared y se quedó quieta, apenas respirando. Sabía que husmear en conversaciones ajenas era indebido y maleducado, pero contando su situación al borde de los nervios sin obtener más que retrasos de información... se justifica.
Gracias a que permaneció quieta y soportó la respiración, logró escuchar la voz de la persona con quién hablaba Sasuke por teléfono.
—Arribare en un par de horas. ¿Estás con Sakura? —¡Bingo! Por su voz varonil, era pista concreta de que es hombre.
Miró de reojo la fotografía en sus manos, a Kakashi y el otro joven detrás de él. ¿Acaso será alguno de ellos o se trata de otra persona? Su confianza comenzó a flaquear.
—No me he separado de ella si es lo que quieres saber.
—¿Naruto ya tiene el informe?
—Quedó entregarlo hoy, y ya está retrasado —Sasuke chasqueó la lengua visiblemente irritado—. Por otra parte, adelantaron el anuncio del nuevo alcalde dentro de dos días.
—Perfecto. Los puntos se mueven a nuestro favor... ¿Algún otro tema urgente?
—La señorita no ha descubierto quién eres.
El silencio del otro lado fue muy rápido.
—Tampoco se la das fácil, Sasuke. ¿Qué quieres probar con esto? Dejé esto en tus manos.
—Lo verás muy pronto —murmuró Sasuke tan bajo que Sakura tuvo que concentrarse al máximo.
Bastó escuchar hasta ahí, entró a hurtadillas a la habitación, sentándose en el mismo lugar. No dejaba de examinar la fotografía que bailaba entre sus manos, concentrándose en los dos varones. Su convicción se vio afectada demasiado, más le abrió nuevas posibilidades y pistas.
Su familiar es un hombre. No estará en la ciudad hasta mañana, así que no tendría razón frustrarse por no reconocerlo en su entorno diario.
Y Sasuke le puso un reto. ¿Con qué fin? Por supuesto, fracasar.
No le daría gusto en lo último. Su orgullo ya estaba muy involucrado. Él la creía una humana más, y por lo visto, no tenía buen concepto de ellos en lo físico —insípidos, lentos, lerdos, inútiles—, claro, como él tenía esos poderes sacados de una misteriosa fuerza divina; jamás se preocupó partir desde punto.
Daba una sensación de fuerza y peligro, cada poro de su piel reaccionaba a su cercanía, advirtiéndole alejarse lo más pronto posible. Pero no lo hacía, prefería arriesgarse a conocer las peligrosas consecuencias a cambio de respuestas. Pase a que la protegía y vigilaba cual halcón a su presa, dudaba en sus intenciones.
—¿Querías decirme algo?
La repentina aparición de Sasuke la sobresaltó, la fotografía cayó sobre sus piernas y rápidamente lo miró, apoyado en el marco de la puerta y una sonrisa de lado al provocarle un susto.
Se repuso a tiempo, extendiéndole la fotografía, señaló con su dedo en general.
—Dijiste que mi familiar es por parte de mamá. —Tosió ligeramente dispersando la incomodidad de su garganta.
—Y quieres saber si acaso está en esa fotografía —adivinó Sasuke enarcando las cejas.
El ceño fruncido y el asentimiento de cabeza lo contribuyó. Sus ojos negros se fijaron en el pedazo de un recuerdo lejano y vano que sostenían sus manos blanquecinas. Las personas de esa fotografía no existían más, o por lo menos cuatro de ellas. Reconoció fácilmente a Hana y Kakashi, sus indiscutibles rostros los delataban. No pasaban los años por sus rostros.
Tuvo el presentimiento que por lo menos merecía esta pista.
—Sí, la persona que buscas se encuentra ahí.
Una sonrisa quisquillosa se insinuó en sus labios delgados. Ya que su suposición fue correcta, solamente debía prestar atención a su alrededor e intentar comparar el rostro del primo de su madre en los demás.
Dio en el blanco. Era él, primo de su madre. Debía serlo puesto que era el único candidato con vida.
—Gracias por la información.
—Suerte intentando descubrirlo, te quedan tres días. —Ironizó el chico desapareciendo de su vista justo antes que Sakura le lanzara un insulto entre dientes.
—¡Ya verás que lo conseguiré! —La escuchó exclamar de malhumor.
Eso espero, se dijo para sus adentros.
Porque si no, se sentiría muy decepcionado de ella.
A la mañana siguiente Sasuke notó algo extraño en Sakura.
Por un lado, en todo el camino movía los ojos de un lado a otro, inspeccionando rostro de cada persona a su alrededor, atenta a quienes pasaban por las calles y ausente de su interrogatorio. No faltaba un día que no quisiera saber más, por eso le pareció desconcertante su repentina actitud.
Contribuyó su falta de interés a la obtención de nuevas pistas.
Lo hubiera dejado pasar si no fuera porque ella se tomó alrededor de dos litros de agua en tan solo dos horas. Quedó totalmente desconcertado y se alarmó al verla rascarse ligeramente la garganta. Sobre todo, al percibir un ligero aroma anormal en ella.
Debía desprender flores y tierra húmeda, similar a la esencia de los humanos independientemente de su única propiedad; ese ligero olor a azufre que comenzaba a desprender su cuerpo apenas fue perceptible para él si no prestaba la debida atención.
—Si te duele algo debes informarme cuanto antes —le dijo, y sonó más una orden ruda.
Haruno lo miró sin comprenderlo.
—¿A qué te refieres?
—A este paso te beberías todo el lago si fuera necesario —protestó deteniéndose en la entrada de la preparatoria. Se giró a ella, la presionó con la mirada.
Se rindió muy pronto.
—Tranquilo, es algo normal para mí. Cada dos semanas me ataca una insoportable comezón en la garganta y tomó agua intentando soportar el dolor. Para la noche estaré bien, así que no te preocupes.
—¿Quién dijo que lo estaba? —contrarrestó ocultando su sentir.
Los ojos de la chica perdieron un poco de brillo. Por primera vez creyó que Sasuke interesaría por otro aspecto más que resguardar su integridad física. Ilusa, se dijo reponiéndose del golpe bajo.
—Como sea, ya estoy acostumbrada a esto —farfulló saliendo deprisa del auto.
El azabache no supo definir si se refería a su picazón o el rechazo que mostró él.
Esperó que ingresara al patio de la preparatoria para sacar su celular, marcó un número en particular.
—Karin, ¿Cuándo fue la última vez que le diste la pastilla a la señorita Haruno?
—Uf, se adelantó más de lo previsto. —Preocupada, la Vampiresa se adentra al café situado del otro lado de la preparatoria.
Sentándose frente al azabache, dejó su bolso sobre la mesa y se acomodó en su asiento. Echó su melena pelirroja sobre su hombro y clavó sus ojos en el rostro contrario. Él apartó la taza con café para tomar la bolsa y abrirla sin molestarse en obtener el permiso.
—Mesera, quiero una taza de café expreso —pidió Karin amablemente a la chica morena.
Sasuke no les prestó atención, metió la mano sintiendo otra bolsa de plástico y cinco cápsulas pequeñas. Retiró la mano examinándolas, de un intenso color rojo y un ligero olor a sangre humana combinada con otras sustancias —plantas y químicos—. Miró a Karin, que, al sentirse observada, le devolvió el gesto.
Compartir información sobre este asunto en medio de un café-restaurante no parecía lo más inteligente del mundo, pero nadie sabría exactamente de que hablaban y podía susurrar lo bastante bajo, después de todo Sasuke la escucharía perfectamente. Su voz se perdería entre el bullicio de las personas.
Procedió explicarle la función de la pastilla: retener los genes vampíricos que yacen en Sakura y desvanecer rastro de ellos por lo exterior asimilando su olor al de los humanos. Al ser una híbrida, esos genes se intensifican y pierde su humanidad si es dominada por ello. En un principio no mostró esta faceta, fue hasta la edad de ocho años que se descontroló ante el altercado que presenció y casi desaparece al asaltante.
Hana y Kizashi no permitirían que su hija pasara de nuevo por ese episodio. Así que Kizashi viajó a una parte del Amazonas en visita de unos viejos amigos y regresó un mes después con un frasco entero al tope de esas pastillas. Explicó a Suigetsu y ella de su función y que sería un recurso de unos años, excuso. Hasta que Sakura aprendiera a controlar ese lado, tenía fe que algún día lo lograría.
—Naturalmente Sakura no debía saberlo —dijo dándole un sorbo al café.
Parte fundamental de mantener su facha era fingir la conducta de los humanos, como tomar ese asqueroso café. No tenía sabor alguno para su paladar, ser un cadáver andante que se alimenta de la sangre animal era una existencial por la que no se quejaba a menudo.
—Así que Hana se lo daba una cápsula cada dos meses alegando que se trataba de una vitamina. Después necesito cada mes y medio, y luego en un mes. Se mantuvo estable hasta que... —Carraspeó, incómoda al mencionar la muerte del matrimonio. Sasuke lo dedujo y movió su mano, dispersando ese recuerdo—. Ya sabes. Después los síntomas se manifestaron cada dos semanas. Nos las ingeniamos para que la ingiriera cada ese tiempo, nos resultó más fácil cuando comenzó a trabajar con nosotros. Pero, las reservas han llegado a su límite.
Ambos miraron las cinco pastillas. Dos meses y dos semanas para enseñarle a controlar sus instintos.
—Me encargaré de instruirla cuando eso suceda. Será mejor prepararla mentalmente.
Sasuke sospeso el peligro potencial que se convertiría Sakura para la sociedad si llegaba a descontrolarse. Una de las razones por la cual no le revela su origen es esta, ¿Qué tanto se despreciaría así misma cuando se percate de las negativas?
Por un descuido podría matar a una persona.
Él no tiene por qué preocuparse por ello. No la miraría con malos ojos, su naturaleza no puede ser reprimida para siempre. Solamente se preguntaba la gravedad que conlleva esa carga emocional. Lo físico se queda atrás, lo único que importa es su integridad mental.
—Si no puedes hacerlo, yo se lo diré —dijo Karin con cuidado, esperando una reacción agresiva de su parte.
Pero únicamente recibió una mirada helada.
—No. Yo lo haré —finalizó la plática metiendo las pastillas al interior de su chaqueta. Se levantó de su asiento y dejó un billete sobre la mesa.
Karin lo miró en todo momento, intentando descifrar su expresión arraigada, escondía algo más detrás de esa mirada.
—¿Suigetsu no ha regresado? —preguntó de pronto.
El gesto de ella se tornó desolado, por más que intentara ocultar la repentina desaparición de Suigetsu, no tuvo éxito. Normalmente desaparecía unos días poniendo sobre aviso, no así. En esta ocasión lo hizo de la noche a la mañana —literalmente— y por más que le llamó a su celular, visitó su departamento y lo esperó, no había rastro alguno.
—No. Nunca desaparece por mucho tiempo sin avisar.
Dio por sentado la respuesta y se alejó hasta la puerta, dejando a Karin absorta en sus pensamientos dirigidos al muchacho de ojos lavanda, preocupada por su incierto paradero.
Cerró con fuerza su casillero, desquitando toda la tensión adquirida en las primeras horas de clases. Respiró profundamente y se concentró en disipar la molestia que amenazaba en perturbar la paz de su interior.
Escuchar nuevos rumores de Sasuke y ella no era nuevo, desde el día que él la defendió y lanzó esa amenaza, brotaron un sinfín de historias absurdas que no valía la pena recordar a detalle. La mayoría las evadió todo lo posible, tan obsceno e increíble. Abandonó otros a media plática pues se alejaba lo más rápido posible del alcance de su oído.
Y lo que más le afecto, fue escucharlo comparar un evento con otro, esperaban ansiosos cuando le clavaría las garras como sucedió con Sasori. Bastó al comprenderlo y formarse un nudo en su garganta, no quiso saber más.
Destapó la botella y bebió el agua un jalón. A buen momento se le ocurrió a su cuerpo manifestar los síntomas. Con los años aprendió a sobrellevarlo, Hana insistió tanto que se trataba de falta de vitaminas y esas cosas necesarias para el cuerpo, y, sinceramente, nunca lo creyó.
Solamente esperaba que las horas pasaran, siempre persistía la incomodidad por la noche.
—¿Quieres otra botella de agua?
Casi escupe el contenido de su boca, logró tragarlo a tiempo y toser con fuerza. Una mano le ayudó dándole palmaditas en la espalda. Aun tosiendo, miró a Sasuke frente a ella ofreciéndole una botella, una expresión solemne se asomaba en su rostro.
—¿Qué haces aquí? —preguntó en murmullo.
Normalmente él se iba después de dejarla y no aparecía hasta finalizar la jornada escolar. Miró de soslayo, los alumnos se fijaban mucho en ellos, lo menos que quería era atraer su atención.
—No sabía que la escuela era un lugar privado —señaló enarcando una ceja.
—Lo es para quienes no estudian aquí —rebatió en voz baja.
Él se acercó más a ella, quedando a la misma altura que su rostro. La pelirrosa se alejó un poco y no evitó el ligero sonrojo en sus mejillas, intimidada por la repentina cercanía. Tenía que trabajar en eso, Sasuke parecía disfrutar avergonzarla. Estúpido y sensual chico.
Sintió cosquillas en sus mejillas, sosteniéndole apenas su mirada intensa, tragó grueso perdiéndose un segundo en la profundidad de sus ojos negros. Lo hermoso y misterioso de sus pupilas, las diminutas líneas de diferentes tonalidades, mezclados entre sí.
Movió un poco su rostro, un centímetro más atrás sin saber que decir. Sasuke no le quitaba la vista de encima, la ponía sumamente nerviosa, sobre todo por donde se encontraba —en medio del pasillo de la preparatoria— con ojos curiosos, cazando un chisme más. Aquello la hizo reaccionar, tampoco deseaba que tuviera problemas por ella.
—¿Tengo algo en el rostro?
Percibir su voz y pareció suficiente para hacerlo parpadear, le tomó un par de segundos concentrarse. Se alejó a dos grandes pasos y desvió la vista a otro lado. Notó un grupo de chicas cerca del último casillero, mirándolos embobadas hasta que las pilló.
Una perfecta salida para pensar en otra cosa que no sea en lo que provocaba estar cerca de Sakura.
—¿La clase no empezó ya? —preguntó fríamente.
Las chicas, pálidas por ser descubiertas, salieron corriendo a su clase.
Entonces Sasuke miró a Sakura a los ojos. Notó su inquietud por su repentino comportamiento. También quiso una explicación, pero no lo sabía.
—Ve a tu clase.
Salió por lo tajante a lo que le llevó ahí realmente. Le entregó la botella de agua, ella rompió el contacto visual, con su mano vacilante la apretó en su pecho. Fue suficiente para él.
—A-ah —balbuceó asintiendo con la cabeza. ¿Qué acaba de suceder? — Gracias por... el agua.
Caminó por el pasillo, deteniéndose cada cinco segundos a mirar sobre su hombro, él seguí ahí, sin moverse y sin dejar de observarla. Se armó de valor para sonreírle un poco y retomar su marcha a la intersección.
Verla desaparecer por la puerta fue suficiente. Soltó el aire que retuvo en su pecho y pasó una mano por el cabello, gimió tan bajo, similar a un regaño así mismo. Se había prometido no volver a compararla con su versión infantil, que lo perseguía en sueños. En ocasiones nítida u otras borrosa.
—No debes cavar en un hueco sin fondo —repitió en voz alta. Con la mirada en alto avanzó del lado contrario a ella—. Lo que encontrarás no te beneficiará.
Afrontar las consecuencias de esto... sería insoportable.
Seguía afectada por la extraña atmósfera de antes, divagando en su mente, incluso pasó por alto la clase de inglés —una de sus favoritas cabe destacar—. La ausencia del maestro en las anteriores clases debió interesarle más. Retomar el último tema visto, sí, eso debía incitarla a prestar atención a lo que decía el maestro.
Mas su mente estaba en otro lado, en esos ojos rasgados y profundos del azabache. ¿Cómo podría él ser así de atractivo y grosero?
Lanzó un apenas perceptible lamento. ¿Acaso pensó que es guapo? Por supuesto no ignoraba su distintiva belleza, tampoco el aura dominante y amenazante que emanaba protección. Poco a poco comenzaba a sentirse acogida a su lado. Él parecía comprenderla cuando algo salía a flote, como sus rápidos reflejos o la velocidad de su caminata. La primera vez no se inmutó, la miró interesado y preguntó si acaso había practicado sus habilidades.
Aunque contando el hecho que él tenía las mismas habilidades... estaba conviviendo con alguien sin tener la guardia baja u ocultar su verdadero ser. Iba emergiendo aquello que enterró desde que Sasori la traicionó.
El timbre sonó alertando el cambio de clase. Suspiró apoyando la mano en su mejilla y dirigió los ojos al frente, desinteresada contempló al maestro levantarse de su asiento tomando fuertemente el portafolio en su mano, comentó algo relacionado con la tarea.
Entonces el profesor la miró.
Quiso creer, en serio que sí, que el contacto visual por breves segundos fue su imaginación, después de todo, ¿por qué lo haría? Parpadeó totalmente confundida, hasta verlo desaparecer por la puerta entreabierta, se recargó en su asiento.
—Imposible —coincidió sacudiendo la cabeza.
Palmó sus mejillas en concentración total para la siguiente clase. Pronto el profesor Asuma ingresó cerrándole la puerta en sus narices a los alumnos que quisieron pasarse de listillos y volver antes que él. Les sonrió por la ventana y caminó directo al escritorio.
Todos prácticamente volaron a sus lugares, en lo personal, Sakura tampoco quisiera ser regañada por su falta de atención, así que abrió más los ojos y enfocó al frente.
—Buenos días alumnos, comiencen a sacar su libro en la página treinta —ordenó dejando las carpetas en la mano. Después se giró al pizarrón y observó lo que yacía escrito en el pizarrón—. Espero que hayan recibido bien al maestro Kakashi después de su ausencia. —Les lanzó a todos una mirada de advertencia.
La mayoría refunfuñó una afirmación, nadie se salva de los comentarios reprobatorios de Asuma con respecto al comportamiento del grupo.
Sakura bufó quejándose internamente de porqué la mezclan con esos asuntos, como si molestar al maestro Kakashi estuviera en sus bromas.
Un momento...
Se enderezó de sopetón sobresaltando a sus compañeros de enfrente que la miraron más raro de lo normal. Los ignoró por completo, al igual que la voz de Asuma mientras borraba el pizarrón.
¿Cuáles eran el nombre del hermano de su madre?
Kakashi.
Imposible, él estaba muerto. Quien contrato a Sasuke debía ser el primo de su madre...
«Tal vez no haya muerto toda tu familia».
Retumbó como eco en su mente.
¿A quién conoció antes para tener un lazo afectivo hasta el punto de pedir ayuda a Sasuke para protegerla?
«Sí, la persona que buscas está ahí».
«...Está muy cerca de ti, solamente rebusca más en tu memoria».
Abrió la boca y la cerró de sopetón. Recordando la primera vez que Kakashi entró al aula, lo único visible eran sus ojos negros puesto que la mitad de su rostro lo cubría una máscara. Y hace unos momentos, la miró a ella.
Ya no parecía una coincidencia.
Una punzada en la cabeza la obligó a apoyar la frente en la mesa, intentando recuperar su respiración...
«—Es nieve, ¿te gusta? —dijo con su vocecita infantil.
El frío calaba profundamente en sus pequeñas manos descubiertas, extendidas al frente y expuestas a los copos que caían lentamente del cielo. A su lado, alguien cuyo rostro no recordaba, le puso unos guantes rojos.
No dijo nada, intentó mirarle el rostro, pero parecía una mancha oscura, el hueco de su mente no parecía captarlo. Se sintió sonreír abiertamente y abrazarlo con todas sus fuerzas. Fue correspondida y cargada entre sus fuertes brazos, descubiertos pase al torrencial clima.
Sintió un sentimiento agradable, le gustaba estar con él porque jugaba con ella siempre, la cuidaba de sus amigos que intentaban decirle monstruo, y le daba todos los dulces que pidiera. Pero no más que su tío.
—Veo que estás a gusto, pequeña Sakura.
Sin duda alguna esa voz nunca la olvidaría.
—¡Tío Kakashi! —exclamó emocionada.
Bajó rápidamente de los brazos del joven y corrió a su amado tío, refugiándose en sus brazos. A diferencia del chico, si pudo ver su rostro sin la máscara. Con sus líneas de expresión marcadas y el pequeño hoyuelo en su mejilla al sonreír, unos ojos oscuros la miraban con ternura.
La imagen se volvía nítida y borrosa entre ratos.
—¡Te traje dulces!
—¡Awww! ¡Gracias, tío! —dijo con su voz chillona dándole un beso en la mejilla.
Se abrazó más de él, viendo por el rabillo rojo al joven que se acercaba a ellos, hundiendo sus botas negras en la nieve. Dijo algo, pero le pareció tan lejano, intentó poner su máximo esfuerzo para escuchar y ver su rostro».
Pero de nuevo, su mente se resistió y concedió la oscuridad.
Solamente supo una cosa.
Su tío está vivo.
—Karin me dio estas pastillas para controlar la sed de la señorita.
Sasuke dejó la bolsa sobre el escritorio, a la vista de Kakashi sentado en la silla giratoria, se volteó a él con unos papeles en mano. Miró de reojo lo que dejó en la mesa y volvió a lo suyo.
—¿Cuánto tiempo le queda?
—Dos meses y dos semanas —contestó.
—Aún hay tiempo. Por ahora enfócate en entrenarla poco a poco, cuando llegue el momento, le diré la verdad.
El joven esperando el momento en que Kakashi tomara las pastillas, pero no lo hizo y tampoco hubo una intención. Se tensó por completo ante la silenciosa responsabilidad que ponía sobre sus hombros.
—¿Pretendes que me quedé con ella todo el tiempo?
—Sasuke, eres un Fujun'na hantā, ¿no? —preguntó de pronto el Cazador dejando de lado los documentos. Se incorporó hasta quedar casi a su altura.
Kakashi nunca podría intimidar a Sasuke, y eso lo sabía muy bien, así que debía irse por ciertas ramas.
—¿Y qué con eso?
—Ahora Sakura es tu protegida. De acuerdo con las normas de tu profesión es tu obligación entrenarla, ¿estoy en lo correcto?
Apretó la mandíbula. Fue una jugada perfecta citar aquellas reglas que eran sagradas para él y lo ejercía. Si no lo hacía por voluntad propia, tendría que hacerlo por esas estúpidas clausuras. Y, aunque dijera que el contrato aún no es formal, Kakashi hallaría la forma de acceder.
No era malicia.
No era una obligación como tal.
No buscaba un beneficio aparte.
Cualquiera diría lo despiadado que era Kakashi al plantearlo.
Había segundas intenciones.
—Fingiré que no sé nada de lo que tramas, Kakashi —objetó metiendo de vuelta las pastillas a su gabardina—. Pero no seré muy cooperativo si lo sigues pensando.
—Yo no tramo nada —dijo no muy convincente, no se molestó en ocultarlo.
—Claro, y yo...
Guardó silencio al escuchar unas fuertes pisadas del pasillo, pasos furiosos y acelerados. Ambos voltearon al mismo tiempo que la puerta se abría de sopetón y una presencia cruzaba a velocidad impresionante.
Sin dar tiempo a los hombres para procesar, Sakura se acercó a Kakashi y lo envolvió entre sus brazos, hundiendo su rostro en el torso. Su respiración acelerada confesó la carrera que dio desde el salón hasta la sala de maestros.
Kakashi tenía los ojos tan abiertos y las manos alzadas, impresionado, miró a Sasuke cuya expresión no era diferente a la suya.
—Señorita Fujioka...
—Haruno. —Lo interrumpió con voz ahogada—. Sabe que mi verdadero apellido es Haruno, ¿no es así, tío Kakashi?
La revelación lo dejó estupefacto, sin saber cómo reaccionar. Esperó este momento por años, imaginándose toda clase de escenarios llenos de sentimientos encontrados, pero jamás este. Bien dicen que nada es como te lo imaginas, menos el reencuentro con tu apreciada sobrina.
Una mirada de Sasuke bastó para recobrar la compostura.
—Oh, Sakura... Hija mía. No sabes cuánto te extrañé.
Y la abrazó con todo el anhelo que soportó su corazón.
Fue suficiente para él.
Notas:
¡Hola, hola! ¿Cómo comenzaron el año nuevo? Los mejores deseos xd
Hemos llegado a esta parte, Sasuke reniega recordar todo lo relacionado con Sakura, a tal punto que comienza a irritarse de permanecer a su lado en todo momento. Lo supo desde el inicio, pero no creyó que fuera tan difícil.
Le puso ese reto a Sakura porque necesita saber hasta que punto es capaz, si es lo que espero de ella y su astucia o se trataba de una persona sin esperanzas. Quería medir su capacidad. Y vaya que lo sorprendió.
¿Preguntas? Muchas respuestas xd
Gracias por seguir aquí pase a que este restaurando todo, díganme que les parece.
¡Alela-chan fuera!
