XV. AMIGA
Es un día especial y Axel, a pesar del cansancio, se siente contento.
Abandona temprano la oficina para ir a la tienda y comprar el último número de la revista Diario del Líbero, un café con crema, sándwiches de pepino y conduce hasta llegar al campo junto a la ribera del río. Es un lugar silencioso y vacío durante la semana de exámenes, quiere sentarse y disfrutar de su merienda con tranquilidad. Toma un sorbo del café y salta hacia las páginas centrales, son las únicas que le interesan.
—Hartland no podía ocupar solo una página, no me sorprende que sean cuatro —dice en voz baja al verla posar como si fuera toda una estrella de cine.
Suzette Hartland había triunfado en el mundo del fútbol femenino y su creciente fama la hizo candidata para una oferta de modelaje que aceptó de inmediato. Axel sabe que ser un futbolista exitoso también significaba volverse preciado para la publicidad y Sue no había perdido el tiempo.
El maquillaje ligero y la ropa deportiva resaltan su belleza. Sue no es tímida frente a la cámara y sus poses van desde las simples para lucir las prendas y las sugerentes para lucirse ella. Todo le queda perfecto, incluso algo tan corriente como las canilleras; hasta tiene su propia forma de lucir su brasier deportivo.
—Futbolista y modelo, debe sentirse como una diva de Hollywood —Axel lee la entrevista con mucha atención, es algo excéntrica:
«¿Y piensas renovar contrato con tu equipo actual?
¡Por supuesto, soy su diosa de la victoria! Y la reina del campo, no puedo perder mi trono».
Casi puede imaginarla decirlo con orgullo.
«¿Qué harás cuando termine la temporada?
Regresaré a casa y buscaré el amor, he dejado que me busque a mí, pero ya me cansé de esperarlo».
—Tenía que ser… —murmura, Sue no ha cambiado en lo absoluto.
Pero ella es feliz, es lo importante.
—El fútbol la ha recompensado —Axel sonríe mientras ve la última fotografía, le invaden los recuerdos.
Mark conoció a Nelly por el club de fútbol y con el tiempo se unieron hasta enamorarse, ahora estaban casados y tenían un hijo, una vida tranquila y soñada. Erik y Silvia eran amigos de la infancia y jugaron juntos durante esas épocas, se volvieron a ver por el fútbol y se casarían pronto. Kevin había hecho una fortuna en Italia y su esposa era una mujer tan hermosa y sencilla que su historia de amor resultaba fantasiosa para el que no lo conociera. Darren seguía en el equipo nacional y, si firmaba el contrato con Alemania, tendría el mismo destino de Kevin. Jude, Caleb, Nathan, Jack, sus nombres eran reconocidos en todo Japón. Todos tenían una vida hecha, como si el deporte se hubiese encargado de recompensar sus esfuerzos.
Axel aprieta el vaso de cartón hasta deformarlo.
—¿El fútbol también me recompensará mí?
De repente es un pensamiento muy tonto. Ya lo había hecho, su recompensa era ver a todos los chicos y chicas jugar el verdadero fútbol, ver el triunfo de los demás gracias a aquel deporte y recordar que todo estaba bien, que los futuros futbolistas podrían disfrutarlo de la misma forma gracias a la ausencia del Sector Quinto. No necesitaba nada más.
—Todos pueden jugar libres, de eso se trata.
Aun así, una sensación extraña en su interior le dice que algo le falta.
—¡Te tengo!
Axel se paraliza cuando unas manos le cubren los ojos. Los nervios de su cuerpo se encienden de repente y sin pensar, tomó las muñecas del desconocido y las dobló para estrellarlo contra el pasto. Si aquella persona no le hubiese puesto la pierna en su vientre y entrepierna para bloquear su ataque, ni hubiera ejercido suficiente presión para hacer que la mirara, la figura femenina debajo de él sería una total desconocida.
—¡Ugh! Sigues teniendo reflejos de felino, Axel. Casi no te bloqueo.
—¡Hailey!
Axel se llena de pánico al verse encima de ella. Su mirada alarmada solo ensanchó la sonrisa perversa de la mujer. Ella se acomodó la ropa, luego se quitó del cabello trozos de pasto y tomó uno de los sándwiches de pepino.
—Ha pasado mucho tiempo desde que te vi, Axel, exactamente seis meses, no pensé que te encontraría justo aquí. ¿Cómo estas?
—¡No hagas eso! —Hailey se echó a reír por verlo nervioso.
—¿Ya olvidaste que también sé defenderme? No me sorprendería, a veces tu memoria no es especialmente buena. Ven, siéntate a mi lado.
Axel se acomoda junto a ella después del susto, le hace feliz ver de nuevo a su amiga. Ella no ha cambiado nada, su rostro es igual de bonito y lozano, aunque las uñas le han crecido más y están pintadas con barniz rojo brillante.
—¿Cómo estas, Axel?
—Me va bien, el programa marcha muy bien.
—Lo he visto, mis chicos del programa casi intimidan a los miembros del club con sus nuevas habilidades. ¿Y tú, cómo estás?
—Bien, tengo menos trabajo ahora por la semana de exámenes, solo estuve en la asociación, pude salir temprano, por eso me encontraste aquí.
—Qué bueno que sea un descanso para ti, yo estoy agobiada en casa, extrañando volver a los entrenamientos. ¿Qué me dices de tu vida? ¿Todo bien?
—Bien.
Hailey le dirige una mirada acusatoria antes de pasarle un dedo frío por la nariz.
—¡Qué escurridizo te has vuelto! —dice ella—. ¿Desde cuándo evades preguntas de forma tan descarada?
Axel la mira un poco confundido.
—No lo hice.
—¿No eres feliz? —Hailey lo ve ahogar un jadeo, la pregunta debió sentirse como un balde de agua helada sobre su espalda—. ¿Te desilusiona la vida que llevas? ¿Sientes que no tienes lo que deseas? ¿Te arrepientes, quizá, de haber abandonado tu carrera futbolística? ¿Quisieras volver a jugar fútbol y no volver a pisar una oficina en tu vida?
—Espera, son demasiadas preguntas.
—Y no has contestado ninguna.
—¿Qué me preguntaste?
—Si tu vida, tu puesto de presidente en la asociación de fútbol, te gustan y eres feliz con ellos.
Hailey no esperaba ver Axel sonreír de forma extraña.
—¿Por qué piensas que no soy feliz?
—Dime lo contrario si me estoy equivocando.
—¿Me estas dando órdenes?
—¡No seas cínico, Axel! Dejaste de ser el emperador hace años, responde sin fingir, no soy estúpida.
La voz profunda de Hailey es como un latigazo, su mirada seria se endurece y cruza los brazos sobre el pecho, enfadada con él. Axel siente un nudo en el estómago por el regaño, pero una sonrisa sincera se pinta en sus labios.
—Todo esta en orden —dice con calma—. Mi vida es estable. Fui práctico, utilicé mi experiencia en el Sector Quinto para conseguir el puesto de presidente en la asociación. Estoy acostumbrado al ritmo de trabajo. El programa termina este año escolar, así que estoy buscando otras propuestas para darles mi patrocinio.
Hailey suaviza su expresión, parece conforme con la respuesta de Axel.
—¿Más programas? Eso suena a que te quieres hundir en más trabajo.
—Me gusta trabajar, sobre todo cuando se trata de programas de fútbol juvenil.
—¿Te gusta? ¿Quieres que te crea? ¿Eso te lo crees tú mismo?
Hailey estira los brazos para alcanzarle el rostro.
—Axel Blaze —dijo, asiéndole las mejillas y estrechándolas—. Hace seis meses que no te miro, y lo primero que noto en ti es que algo no está bien. Pareces demasiado duro, demasiado ajado cuando te miro.
Axel cierra los ojos por una fracción de segundos para sentir las manos de Hailey, y su tacto le pareció el más amante que hubiese sentido alguna vez. Axel la toma de las manos con gentileza para apartarla, pero no las soltó.
—Conozco muy bien tu cara de "aquí está pasando algo, pero no diré nada". Ocúltame cosas si quieres, pero no vuelvas a tratarme como si fuera ignorante, esa actitud no te queda. No dejes que el pasado te confunda, ya no eres Alex Zabel, Eres Blaze, Axel Blaze, y uno de tus mayores atributos es tu carácter amable y desinteresado.
Axel se quedó mirando las manos de Hailey entre las suyas.
—No te he mentido, tengo una vida estable.
—Puede que la tengas, pero quiero estar segura de que vives tranquilo. Sabes que puedes acudir a mí, somos amigos. Hemos sufrido juntos, Axel, y eso nos ata más que la alegría.
Las palabras de Hailey llegaron a tocarle el interior. Se sintió invadido por una sensación suave y cálida, que le encogía el corazón al pensar en aquella mujer que estuvo a su lado en el Sector Quinto.
Uno de sus mayores miedos al formar el equipo del Universal para iniciar la revolución era el encontrar un entrenador en el que pudiera confiar. Fue amenazante con todos, pero Hailey fue la única que se quedó; la puso a prueba hasta hacerla llegar al límite, y cuando vio en la mirada de ella un fuego que solo se avivaba mientras más difícil le hacía la vida, supo que había encontrado a la entrenadora perfecta. Ella amaba el fútbol libre y lo odiaba a él, estaba indispuesta a doblegarse al Sector Quinto.
Axel permitió que Hailey lo conociera y ella descubrió poco a poco que el hombre frío y cruel, de amenazante apariencia y horrible reputación, en realidad no existía. Axel amaba el fútbol y quería recuperarlo. Se convirtió en su amiga y aliada, Hailey mantuvo en secreto el verdadero origen del Universal y su relación se hizo más estrecha con la llegada de Sol. Axel confiaba en ella para cuidar del muchacho, y era aquel tipo de confianza a lo que se aferraba cuando se sentía solo.
Hailey Cometti era una verdadera leona, por eso le gustaba tanto.
—¿Y tu vida, Hailey? —ella sonríe al ver en su amigo una expresión de genuino interés.
—Me va muy bien como entrenadora. Daystar se gradúa este año escolar, Lo voy a extrañar, es un chico muy fuerte.
—Daystar… —Axel suspira al oír su nombre. Sol le recordaba a Erik. Ambos amaban el fútbol, preferían morir antes de dejarlo. El fútbol también los había recompensado al darles una segunda oportunidad en la vida.
—Deberías venir a buscarlo y llevártelo a pasar un día contigo. Te quiere como a un hermano, te extraña, Axel, si jugaras al fútbol con él lo harías muy feliz.
—Estoy todo el tiempo en oficina, Sol se aburriría conmigo.
—Entonces imagina que es nuestro hijo y que debes darle tiempo de calidad. No hay excusas.
Axel sonríe por la comparación. No se ve a sí mismo como un padre y su falta de tiempo lo haría uno del tipo ausente. Le alarma su propia conclusión. Le promete a Hailey que apartará tiempo para Daystar y ella cambia su expresión endurecida a una más contenta.
El teléfono de la entrenadora comienza a vibrar con insistencia, Hailey desbloquea la pantalla y ahoga un grito con la mano.
—¿Hailey? —Axel frunce el ceño—. ¿Estas bien?
—Lo estoy, realmente lo estoy.
Ella le muestra la pantalla, tiene veinte notificaciones.
—Estoy en una aplicación de citas. Es la primera vez que me escriben tantas veces.
—¿Estas buscando novio por internet? —Axel la miró con uno ojos tan burlones que la hizo sonrojar por el enojo.
—No me mires así, me aburro mucho en mi casa.
—Podías aburrirte en el programa.
—No soy tan desabrida como tú, soy una entrenadora, necesito estar al aire libre.
El teléfono de la mujer vuelve a sonar y el nuevo mensaje la hace exclamar de alegría.
—¡Por fin!
—¿Ya tienes novio?
—¡No! Axel, llegó la lavadora que pedí, ¡tiene inteligencia artificial! Ayúdame a instalarla y a configurarla.
—Tengo que…
—¡Axel! —Hailey le levanta la voz por segunda vez—. Olvídate un momento del trabajo. Ayúdame y te invitaré a cenar.
Axel ve el reloj en su teléfono, pronto darán las seis. No tenía nada importante planificado y quería seguir con Hailey. Juntos compran algunas cosas para la cena y al salir del autoservicio, Axel se cruza con unos ojos grises que tan bien conocía.
—¡Axel…! ¿Entrenadora Cometti? ¡Sí, es usted!
Hailey, en su propia seriedad, parece interesarse en la recién llegada.
—Buenas tardes, eres la señorita que acompaña al equipo de Raimon, ¿no es así?
—Sí, soy Celia Hills, la asesora del club de fútbol de Raimon. Nos vimos durante el último Fútbol Frontier.
—Ahora entiendo —Hailey sonríe—. Raimon es un equipo increíble. Gracias por cuidar de los chicos.
—Profesor —Axel saluda al profesor que acompañaba a Celia—. Ella es Hailey Cometti, entrenadora de fútbol del equipo de la secundaria Universal.
—Mucho gusto, señorita. No conozco sobre fútbol, pero Hills me ha comentado que su equipo es uno de los más fuertes que enfrenta Raimon.
—Puedo decir lo mismo, profesor.
Axel se encuentra con la mirada sonriente de Celia y le basta para saber que ambos han quedado relegados en aquella conversación. Celia se ve especialmente bonita ese día, o es su percepción al no haberla visto esa semana. Tiene el cabello más ondulado y esta usando labial brillante, le da la impresión de que se ha arreglado más de lo usual.
—¿Nos vamos ya, Axel? —Hailey lo saca de sus pensamientos—. Fue un gusto conocerlo, profesor.
—El placer es mío. Nos vemos, presidente Blaze.
—Nos vemos el lunes, Blaze, señorita Cometti—Celia agita la mano para despedirse de ambos.
El pequeño encuentro con Axel hace sonreír a Celia, mientras que el profesor parece interesado en la figura de la entrenadora.
—Hailey Cometti… se nota que es una mujer de temperamento fuerte y con carácter.
—Oh, profesor, si viera su manera de dirigir a su equipo, es increíble, es de esas mujeres que con solo una mirada intimidan.
Ambos voltean y ven a Hailey tomar del brazo a Axel para obligarlo a cruzar la calle, forcejean hasta que él cede. El profesor suspira.
—Me da envidia, él puede caminar de esa manera con ella y no tener problemas. En cambio, nosotros...
El profesor ahoga una risita antes de continuar hablando.
—Supongo que mantener en perfil bajo nuestras relaciones lo hace un poco más divertido.
El profesor intenta bromear, pero se desconcierta al ver a Celia con el ceño fruncido.
—Hills, ¿estas bien?
—Sí, es solo… estoy sorprendida, no sabía que eran amigos, Axel deja que pocas personas lo toquen.
—Eso es cierto, quizás sea su amiga más cercana y no lo sabemos, puede que también sea su novia y no lo haya dicho, Blaze es muy reservado con su vida.
Celia encuentra lógicas las suposiciones y ya no lo piensa más. Se despide del profesor y al llegar a casa, se lanza a la cama y se queda dormida. Con el fin de semana libre puede dedicarse a las labores del hogar, tenía todo hecho un desastre. Con el quehacer listo, puede sentarse a leer la entrevista de Sue; todas las prendas que ella usa le llaman su atención. Un chándal verde limón la enamora y luego le rompe el corazón por su precio tan elevado. La imagen deportiva de su antigua amiga le trae a la mente a la entrenadora de Universal, ella también era bastante bonita solo usando chándal. Recuerda a Axel junto a ella y le sorprende su expresión tan viva, como si Hailey hubiera apretado el interruptor de la felicidad instantánea en él estando juntos. Por la sencillez de ella al tomarlo del brazo y la nula reacción incómoda de Axel, no cabe duda de que son amigos.
Celia sonríe con tristeza, parecía que todos eran cercanos a Axel, menos ella. Aunque habían tenido una charla agradable el viernes, siente que el presidente no es sincero, lo conoce lo suficiente para haber aprendido cuándo es condescendiente con ella. Pensó que era una actitud normal, pero verlo con Hailey la hace sentir en una posición inferior de la que no podía salir.
Incluso la señorita de arte parecía ser más cercana a él, y eso ya llega a hacerla enfadar.
—Mejor dejo de pensar en eso, Axel es un enigma.
Axel fue su superior en la secundaria y su jefe en su vida adulta, tener alguna relación amistosa antes era poco probable y tenerla ahora era poco conveniente. Siempre hay algo que la separa de Axel, principalmente él mismo. Celia sabe que es infantil sentirse desplazada, no ser amigos no era tan grave como parecía, no era motivo para sentirse mal. Se llevaban bien y podían trabajar juntos.
Llega el lunes y su ánimo parece disminuir cuando se encuentran en el salón del club, como si verlo le hiciera daño. Celia se dice a sí misma que no sea estúpida y se esfuerza en regresar a la normalidad. Aunque Axel no la mirara como una amiga, ella sí lo hacía.
—Buenos días, presidente. ¿Cómo estás?
Axel no responde, en su lugar sonríe. Era doblemente guapo cuando lo hacía, aunque sus sonrisas nunca duraban lo bastante para que pareciese realmente feliz.
—Todo bien. ¿Te fue bien la semana pasada?
—Sí, esta semana tenemos que organizar la reunión con los padres y alumnos, estaré muy ocupada.
—Puedes pedirme permiso si necesitas ausentarte del programa esos días.
Tras su inocente ofrecimiento, la sonrisa y voz de Celia se extinguieron por unos segundos, y permaneció pensativa un corto espacio de tiempo.
—Claro. Gracias, Axel.
Axel recuerda su decisión de conocerla mejor y ese le parece un momento perfecto para hacerlo.
—¿Qué hiciste en tu fin de semana?
—Fui al cine, la profesora de inglés me invitó y vimos una película sobre el fin del mundo.
—¿Cómo se llama?
—La cuarta luna roja.
—¿Me la recomiendas?
—¿Que si te la recomiendo? —Celia echó la cabeza hacia atrás por la risa irónica—. ¡Es la película más estúpida y ridícula que he visto! —exclamó, furiosa, a Axel, como si fuese él el director de la película—. Ya existía suficiente drama y la pareja principal se separa porque él quería protegerla. ¡La solución no tuvo sentido! ¡Odie tanto el final y al chico!
Celia continúa lanzando pestes de la trama, de modo que el sentimiento de sentirse innecesaria en la vida de Axel y el desagrado por la película se mezclaron, en crescendo.
—¡Lo odio! ¿Cómo pudo solo dejarla después de todo lo que sufrieron? ¡Él la hizo llorar más que la destrucción del mundo! No entiendo qué clase de enseñanza quiso dejar la película, ¡siento que perdí mi tiempo!
Axel la miró perplejo antes de esbozar una sonrisa pequeña, y sus ojos eran muy dulces y suaves, como si ese arrebato le resultara gracioso.
—Celia, a lo mejor él la quería tanto, que prefería saber que ella estaba bien, aunque le doliera dejarla.
—Fue egoísta. Prometieron estar juntos, soportaron todo juntos, y luego prefirió pensar en él y en proteger sus propios sentimientos al abandonarla y no pensar en que eso la lastimaría.
—Ponte en su lugar, ¿tú harías lo mismo?
Celia lo miró irritada, frunciendo el ceño malhumoradamente.
—¡Jamás! Algún día tendré un esposo que me va a querer por como soy, y si se acabara el mundo, preferiría morir con él en la intemperie a dejar que me llevara a un refugio solo porque desea protegerme mientras él se suicida. Y no podrá convencerme de lo contrario, porque él ya sabría cuál es mi decisión. Y entonces, viviremos nuestros últimos minutos de vida juntos, unidos y enamorados. Si no encuentro a alguien que me deje hacerlo y que haga lo mismo por mí, ¡no pienso casarme nunca!
Axel parecía divertido al verla tomar tan en serio una película de ciencia ficción y le siguió el juego.
—Celia Hills sería capaz de hacer una cosa así. Se atará a un poste de luz y a su novio también, listos para que los impacte el meteorito o los devoren los zombis.
—Tampoco es así —Celia lo miró mal—. El final se lo sacaron de donde no les da el sol. Voy a darle una mala calificación en todas las páginas de internet, se lo merece.
—La verdad, Celia, es que a veces te pasas. No seas loca, solo es una película.
—Axel, vamos a imaginar: Si hubieras tenido una novia antes de convertirte en emperador, ¿la habrías llevado contigo al Sector Quinto, aunque era peligroso?
Axel siente que su cuerpo entero se paraliza.
—¿Lo hubieras hecho? —Celia continúa insistiendo—. ¿Tú serías capaz de abandonar a la persona que dices querer solo para conseguir algo?
"Abandonar".
"Renunciar".
"Sacrificar".
Palabras que solo oía de la boca de Austin, Julia y su propio padre.
Había sido una decisión muy difícil el cortar lazos con sus amigos que quería como familia, le había dolido más que renunciar a su futuro como futbolista. Nunca se perdonaría el haber lastimado a Mark, la única persona que nunca había dejado de confiar en él, de quererlo, y la imagen de su amigo siendo sometido por sus guardias mientras gritaba su verdadero nombre le acelera el corazón. Un ramalazo de dolor interno le hizo hervir la sangre.
—No me hagas esas preguntas —Su voz era más honda que de costumbre al responderle, como si la escena haya dejado de hacerle gracia y comenzara a incomodarlo—. No encuentro lógica en exponer al peligro a una persona que supuestamente quieres solo por no dejarla, no lo entiendo. ¿Y tú quieres que diga que sí?
Axel recapacita cuando nota que Celia lo miraba con ojos muy abiertos. Ella estaba lo bastante cerca de él para darse cuenta de que su corazón latía con rapidez, con fuerza, y su propio corazón comenzó a latir al mismo ritmo que el suyo, como si el escenario ficticio la asustara y la imagen perfecta de Axel se le destruyera. Celia se echó a reír nerviosamente, tratando de ocultarse tras su tablero
—Ah, sí, fue una pregunta muy idiota, lo siento.
Axel no quiso decir nada más. Ambos tenían ideas muy distintas en ese aspecto. Él había hecho cosas terribles por un bien común, esperó años en silencio que Mark llegara y que Raimon fuera invadido por el viento de la revolución, años que quería olvidar, pero que regresaban en pesadillas
"Sabias que eras tú, Axel".
"No sé de qué hablas, mi nombre es Alex Zabel".
La reunión que tuvo con él, cuando le gritó su verdadero nombre, sintió que las ganas de llorar le desgarraban por dentro y mandó a sus guardaespaldas que se lo llevaran, no soportaría un segundo más. Celia veía ese acto como uno imperdonable, egoísta y vil.
"Quizás sí lo sea", piensa él, todo lo que hizo, imperdonable.
El remordimiento lo ataca. Contribuyó a arruinar probablemente cientos de vidas, y todo eso por la oportunidad de liberar el fútbol. ¿Celia lo odiaría si supiera todo lo que él hizo? Sabe que sí, ella es una chica de fuerte moral y bastante justa.
La idea lo entristece.
—Hills, ¿de verdad piensas que el protagonista fue egoísta por elegirla a ella en lugar de a él?
Celia no lo mira al responder.
—Sí, si la quisiera, respetaría su decisión de quedarse con él. No lo hizo, solo hizo lo que para él era correcto.
—Yo haría lo mismo.
Los ojos de Celia buscaron los suyos como un rayo y lo miraron con decepción, pero dejo que continuara hablando.
—El Sector Quinto no era un lugar agradable. No hubiera dejado que nadie importante para mí pisara ese lugar, mucho menos la Isla Santuario.
—Pero… Julia estaba contigo.
—Porque es testaruda y siempre buscaba formas de estar conmigo. Austin también, ninguno quiso dejarme. A veces, mi superior usaba a Julia en mi contra y Austin me ayudaba a protegerla, la idea de que algo le ocurriera me volvía loco. No puedo pensar en arriesgar a la persona que quiero.
—Entonces, ¿crees que estoy mal y que soy muy exigente?
—¿Por qué me preguntas todo esto?
—Me importa mucho lo que tú pienses ¿Crees o no? —La expresión preocupada de Celia lo confunde.
—Eso es… algo que deberías hablar con tu pareja.
—Sí, pero ¿y si no está de acuerdo conmigo? ¿Tengo que rechazarlo y seguir buscando otro? ¿Tengo que cambiar yo?
—No entiendo a dónde quieres llegar.
—Es que, verás, el profesor de matemáticas me confesó lo que siente por mí el sábado.
Celia no parece feliz o halagada, sino todo lo contrario. Axel no esta seguro de lo que siente al saberlo.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que me diera tiempo.
—Apenas lo conoces, ingresó en abril, es demasiado pronto y dijiste que no te gustaba que sea tímido.
Axel se percata de que sonó autoritario cuando los ojos de Celia tiemblan nerviosos.
—Lo siento, Hills.
—Estoy confundida. Él está interesado en mí, pero no sé cuánto. Lo vi en una cita grupal. Me molesté mucho. Discutimos y me dijo que estaba jugando con él al aceptar sus obsequios, pero no aceptarlo a él.
Axel la miraba pensativo, Celia lucía triste.
—Celia, ¿por qué te molestaste con él?
—No debería decirte esto, pero, siento que eres la única persona que me puede entender. Cuando todo lo del fútbol regulado terminó y luego vinieron más y más problemas, no sabía qué hacer, en especial cuando se alteró el tiempo. ¿Qué fue real y qué no lo fue? Tengo recuerdos que no sé si ocurrieron. Siento que algo falta en mi interior y me esta asustando. Ser maestra me agota, pero no sé si soy yo o si son residuos del flujo del tiempo alterado, porque este era mi sueño y no lo estoy disfrutando, sí lo hacía, antes de todo esto, a pesar de lo que vivíamos. Ahora creo que debo hacer todo lo posible para ser feliz de nuevo, eso incluye analizar si debo tener una pareja.
Axel no sabe qué decir.
—El profesor me ha dicho que me quiere. Yo creo que aún no estoy preparada para tener una relación; y si lo pienso, tampoco estoy segura. Me dice que me quiere y que me hará feliz, pero yo no sé si me esta diciendo la verdad, no sé si solo me necesita para sentirse bien en este ambiente tan estresante. Pero yo también me siento agotada y sus detalles conmigo me gustan y me hacen sentir bien, aunque no de la manera que él espera. ¿Cómo puedo saber si me quiere o sólo me necesita por este momento?
—Celia, ¿has tenido novio antes? —la pregunta de Axel la toma por sorpresa.
—Solo uno, en la universidad, no terminó nada bien.
—Ya veo, perdón por preguntar —Axel entorna los ojos.
—¿Es cierto lo que dijiste? ¿Tú serías capaz de abandonar a la persona que dices querer para conseguir algo que consideras importante para ti?
—¿Es lo que él te hizo? —Celia asintió—. ¿Qué era más valioso para él que tú?
—Antes de comenzar nuestras prácticas, me dijo que su meta era ser maestro en Green River, un instituto prestigioso de Niigata, él es de allí. Odio el invierno en Niigata, pero le dije que estaba dispuesta a irme con él. Él no parecía feliz cuando le dije eso. Trató de convencerme de que me quedara, que siguiera mis sueños, pero mi sueño era ser asesora; quería estar en Raimon, pero siendo novata podía comenzar en cualquier secundaria y después postular a Raimon en el futuro y con más experiencia. Terminó conmigo una semana antes de irse, no entendí sus razones. Tiempo después descubrí que tenía una nueva pareja. No estaba incluida en sus planes, por lo visto. No lo culpo por seguir sus sueños, pero no entiendo por qué me veía como una carga para cumplirlos. Quizás lo estoy pensando demasiado y la respuesta es que nunca me ha querido de verdad.
Celia dice esa última frase en tono de broma, pero su manera de fruncir el ceño expresa lo contrario.
—¿Todavía lo quieres?
Ella lo miró con asco.
—¡Por supuesto que ya no lo quiero! Eso fue hace mucho tiempo. Creo que fue lo mejor, además, no era tan guapo…
—Ah. ¿Ahora ya no es guapo?
Celia suelta a reír, una risa divertida después sentirse pesimista.
—No, quiero algo mil veces mejor. Creo que de ahora en adelante seré como tú, le diré que no a todos.
—Tú no eres como yo, no deberías hacer eso.
—Entonces ¿te parece bien que le diga que sí a todos?
—Tampoco he dicho eso.
—¿Qué has dicho?
—Creo que tú sola puedes decidir con quién salir y con quien no —Axel aparta el rostro, ofuscado.
—No te gusta este tema, por lo visto. ¿No crees que, si te pasara, estarías dudando si comenzar una relación porque no sabes si esa persona te quiere, aunque te guste mucho?
—¡No lo sé! —contestó él, con voz irritada, como si ella hubiese echado a perder la conversación, pues era evidente que ya no lo estaba disfrutando.
—¿Qué harías tú en mi lugar?
—No lo sé
—Tú rechazas a todas. ¿No te interesa una relación?
—No.
—Pero has tenido novia antes, ¿no es así?
—En realidad no.
Axel siente que las mejillas le queman al responder. No se atreve a mirar a Celia, pero esta seguro de que el rostro de la chica es un cuadro de sorpresa.
—Eh… pensé que sí, con lo popular que eres, no te faltan opciones, nunca te faltaron.
Celia lo oye suspirar y no sabe cómo interpretar aquella acción.
—No, Axel, mejor no tengas pareja, si te rompen el corazón me molestaré mucho.
—¿Por qué te va a molestar que me rompan el corazón?
—Porque tú eres distinto. Siempre eres tú el que renuncia por alguien o algo, no sé si es bueno, un día estas aquí y luego podrías volver a desaparecer para meterte en algo turbio y peligroso, y luego resulta que intentabas proteger a los demás.
—Deja de exagerar, Hills. Si hice todas esas cosas, fue porque debía, no por hacerme el héroe.
Axel calla de forma abrupta, apenas notando algo importante en las palabras de la maestra. Su mirada suave se paseó lenta sobre el rostro de Celia, deteniéndose en sus labios, luego, sus ojos, enfrentándose finalmente con su mirada.
—Celia, ¿no eres feliz?
Celia se sonrojó con violencia y tomó varios papeles al azar, nerviosa.
—¡B-Basta de charla! Tenemos que trabajar, después habrá tiempo para esto. No te tomes tan en serio lo que digo, a veces digo tonterías.
Celia lo deja solo en el salón del club, todavía procesando aquella charla extraña. Sus conversaciones han estado toman un giro extraño, más íntimo, y realmente no sabe qué sentir. Celia parecía guardar muchas cosas en su interior, a pesar de siempre mostrarse feliz y optimista.
"Celia parece más dura de lo que aparenta" Axel se siente fascinado con ese descubrimiento. La chica que estaba a su lado no era todo alegrías, Celia aún estaba sintiendo los estragos del pasado y todavía así luchaba por tener una vida que deseaba. Celia era más valiente que él en ese aspecto.
No puede evitar compararla con Hailey. A pesar de que ella vivió de cerca las desgracias del Sector Quinto, no mostraba en su rostro rastro alguno del pasado. La veía feliz con su vida actual y estaba buscando una pareja para compartir sus días. Celia también estaba considerando tener una pareja, él no lo había pensado. Una relación requería dedicación y tiempo, algo que él no sería capaz de dar, aunque quisiera. Si piensa en su propia situación, el amor le parece tan lejano que prefiere no pensar en él.
Axel se siente seguro de su postura, no necesitaba una mujer para estar bien y feliz. Sentía que todo estaba en orden y solo quería terminar el programa y por fin ver un médico que le recetara alguna pastilla para dormir y, con el sueño restaurado, su salud también lo estaría.
Pero hay algo que le incomoda, ¿le gustaba la idea de estar solo? No se veía con novia, la idea le avergüenza en realidad. Si tuviera que elegir a alguien, ¿a quién sería? No tiene tantas opciones, aunque todos insistieran que sí.
Axel no es exigente, sabe que, si tuviese que elegir, solo quería a alguien en quien pudiese confiar, sentirse seguro y comprendido, no quería discutir ni pelear por decisiones, sino saber que su pareja lo entendería. Alguien con quién jugar fútbol, salir a correr, tomarse un café por las mañanas y arroparse entre edredones por la noche.
Alguien que pudiese ser indulgente con Alex Zabel.
"Hemos sufrido juntos, Axel, y eso nos ata más que la alegría".
Las palabras de Hailey regresan a su mente, ella no deseaba cambiar el pasado, sino crear un nuevo futuro. Es una mujer fuerte y segura de sí misma, que no tenía miedo de nada cuando debía proteger a su equipo. Le recordaba a él en ese aspecto y valoraba su sinceridad, algo que a él le faltaba. Hailey nunca guardaba ningún secreto, lo decía todo en voz alta, y si llegaba a callar, Axel sabía que tarde o temprano ambos se sentarían para aclarar todo. Jamás, cuando estuvieron en el Sector Quinto, ella le había dado preocupaciones, sino todo lo contrario. Siempre estaba al frente, lista para enfrentarse a cualquiera, siempre un paso delante de él, siempre poniendo a Sol como su prioridad, siempre entrenando al equipo para la revolución a costa de su trabajo y a pesar de las amenazas.
Axel se lleva una mano al pecho ¡Dios santo, Hailey tenía que amar el fútbol y quererlo mucho, después de todo lo que soportó por ayudarlo!
Ya no puede dejar de pensar en ella, tanto, que no nota cuando el reloj de su habitación marca las dos de la mañana. Apenas logra dormirse.
Cuando llega a la oficina, Austin lo recibe con una mirada enfadada.
—Axel, llegas tarde.
—Perdón, no me podía levantar.
Austin comienza a preparar café para ambos mientras que Axel acomoda montones de documentos que tenía que revisar. Cuando la cafetera se apaga y el café es endulzado, Austin se percata de que Axel apenas ha leído una hoja, parece distraído y su mirada se pierde entre líneas. Austin repiquetea la cucharita de té para llamar su atención.
—¿En qué piensas tanto? —Axel se sobresalta con su pregunta.
—Pienso…
El presidente duda, puede notarlo por su manera de desviar la mirada y apretar los labios, pero no parece triste o enojado, de hecho, la pequeña curva en los labios de Axel le hace lucir distinto, feliz, y lleno de determinación.
—Austin, ¿qué pensarías si te digo que quiero invitar a Hailey a salir conmigo?
¿Recuerdan a Hailey Cometti/Karibe Ranko? Espero que sí, sino esto resultará extraño...
Fanfiction tiene muchos bugs y me impide actualizar o publicar con tranquilidad. ¿Les parece bien si subo este fanfic a AO3? Para leerlo en Wattpad, mi perfil es "Enjoythesilent".
