ADVERTENCIAS
Año 2006
Ginny llegó a su apartamento bien entrada la medianoche. Al cerrar la puerta, notó una revista que alguien había deslizado por debajo. Reconoció de inmediato la portada morada y dorada de *Bruja Semanal*. Con un suspiro, recogió la revista y fue directo al artículo sobre Harry y Hermione.
Aunque ya había escuchado sobre el escándalo, leerlo de primera mano hacía que todo pareciera más real y preocupante. Al llegar al final del artículo, justo cuando estaba a punto de cerrar la revista y dejarla a un lado, algo extraño ocurrió. Unas letras comenzaron a aparecer lentamente al pie de la página, como si estuvieran emergiendo de las fibras del papel.
Intrigada, Ginny se inclinó hacia adelante, observando cómo las palabras cobraban forma.
"*Próximo Número: ¡La verdad detrás del nuevo romance de Draco Malfoy!*",
Abrió los ojos como platos. El shock la invadió de inmediato, comprendiendo que aquello era una advertencia dirigida exclusivamente a ella. Supo en ese momento que era imposible detener lo que estaba por venir.
El reloj en la pared marcaba la medianoche pasada; no había forma de frenar la inminente tormenta mediática que se desataría al amanecer. Ginny dejó caer la revista en su regazo, su mente corriendo sabiendo que a la mañana siguiente, su vida privada estaría expuesta como nunca antes. Sin embargo, lo que más la preocupaba no era el escándalo en sí, sino lo que esto significaba para Draco y para ellos dos como pareja.
*
El sueño envolvía a Hermione en una atmósfera etérea y misteriosa, sumergiéndola en un mundo de sombras y luces. Se encontraba en su habitación, rodeada por una extraña neblina, cuando una figura borrosa comenzó a materializarse frente a ella. Conforme la figura se solidificaba, Hermione reconoció su mirada profunda y sus rasgos familiares.
Hermione se sintió un poco asustada al ver a una versión de sí misma bastante mayor, tan claramente frente a ella. Sin embargo, antes de que pudiera expresar su sorpresa, su versión mayor comenzó a hablarle directamente, sin esperar permiso.
— Estoy aquí para advertirte, Hermione — dijo su yo del futuro, con una expresión seria y un tono de voz que denotaba su molestia — Estás siendo demasiado terca, y podría costarte muy caro.
Hermione frunció el ceño, sintiéndose a la defensiva ante la brusquedad de su yo del futuro.
— ¿A qué te refieres? ¿Qué quieres de mí? — preguntó, tratando de ocultar la irritación que comenzaba a surgir en su interior — ¿Por qué debería escucharte?
Mientras la figura de su yo del futuro permanecía allí, erguida y segura, Hermione se sentía un poco abrumada por su presencia.
Con un tono firme y directo, su versión mayor comenzó a hablar de una manera que no dejaba lugar a dudas sobre su autoridad en la situación. Hermione escuchó con atención, tratando de asimilar las palabras de su versión futura mientras sentía una mezcla de ansiedad y curiosidad.
Hermione del presente frunció el ceño, sintiéndose incómoda ante la actitud de su versión más vieja.
— Quiero que dejes de ser tan terca, Hermione. Estás perdiendo el tiempo siendo obstinada y enojada. Debes perdonar a Harry y permitirte ser feliz — dijo con firmeza, su voz resonando con autoridad.
Hermione se sintió herida por las palabras de su yo del futuro, pero también sintió una punzada de verdad en ellas.
— No estoy siendo terca — respondió con vehemencia, cruzando los brazos a su vez — Estoy protegiendo mi corazón después de lo que pasó.
Hermione del futuro sacudió la cabeza con exasperación, caminando hacia su versión más joven con determinación.
— Te estás protegiendo de algo que ya no es un peligro. Harry te ama, siempre te ha amado, y mereces ser feliz junto a él. No dejes que tu orgullo o tu miedo te impidan alcanzar la felicidad que tanto deseas — dijo, su voz llena de convicción y compasión.
— No puedo simplemente... olvidar lo que pasó — murmuró, su voz temblorosa con la emoción contenida.
Hermione del futuro suspiró, su expresión se suavizó con comprensión.
— No tienes que olvidarlo, Hermione. Solo necesitas perdonar y dejar ir el pasado para poder abrazar el futuro. No dejes que tu orgullo te impida ver lo que realmente importa en la vida.
Hermione se sintió abrumada por la gravedad de las palabras de su yo del futuro.
— Te conozco, Hermione. Sé que estás herida y enojada, pero sé cuánto lo amas. No dejes que tu dolor te impida ver la verdad. Harry te ama más de lo que puedes imaginar, y él también merece la oportunidad.
Un movimiento en la periferia de su visión atrajo su atención. Con un gesto de sorpresa, Hermione vio a Harry aparecer en la escena.
El corazón de Hermione dio un vuelco al ver a un Harry mayor, pero aún increíblemente atractivo. Se sonrojó ante su propio pensamiento, sintiéndose abrumada por una mezcla de emoción y nerviosismo.
Las versiones mayores de Harry y Hermione se encontraron con la mirada, intercambiando sonrisas que hablaban de años de complicidad y amor compartido. A pesar de las pequeñas arrugas que surcaban sus rostros y el cabello con unas pocas canas, sus ojos brillaban con la misma chispa de siempre.
Hermione del pasado sintió un vuelco en el corazón al darse cuenta de que este era el futuro que compartía con Harry, un futuro lleno de amor y complicidad.
Con pasos vacilantes, Hermione se acercó a Harry, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sus ojos se encontraron, reflejando todo el amor y la complicidad que habían compartido a lo largo de los años.
— Harry... — susurró, su voz temblorosa con la emoción contenida.
Harry extendió una mano hacia ella, su expresión llena de ternura y afecto mientras la miraba con ojos llenos de amor.
— Hermione... — respondió, su voz suave y reconfortante.
Mientras Harry y Hermione se acercaban el uno al otro, Hermione del futuro se desvaneció lentamente, con una expresión serena y comprensiva en su rostro.
Hermione extendió una mano temblorosa hacia el rostro de Harry, sintiendo su calidez y solidez bajo sus dedos. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, reflejando toda la emoción que había sido liberada por el encuentro con su yo del futuro.
Con delicadeza, Harry levantó una mano para secar las lágrimas de Hermione, sus dedos acariciando suavemente su mejilla mientras le ofrecía una sonrisa llena de apoyo y amor incondicional.
Un momento después, su yo del futuro volvió a aparecer, pero su rostro esta vez denotaba urgencia.
Hermione del futuro se acercó, su presencia envolvente y serena, pero con una urgencia latente.
— Hermione — dijo su yo del futuro con una voz que resonaba con una mezcla de autoridad y compasión — Hay algo que debes saber.
Hermione miró a su yo del futuro, sus ojos llenos de preguntas. La figura del futuro no perdió tiempo.
— El tiempo es un recurso precioso y se está acabando — dijo Hermione del futuro, con una intensidad que hizo que Hermione sintiera un escalofrío recorrer su espalda — Si no tomas las decisiones correctas, puedes perderlo todo. — Los ojos de Hermione del futuro brillaban con una advertencia implícita.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Hermione, su voz quebrándose un poco.
— Hay cosas que no puedo decirte directamente, pero debes saber que hay vidas en juego. Tu futuro, el de Harry... — Hermione del futuro hizo una pausa, sus palabras cargadas de significado — Necesitas actuar con sabiduría y rapidez. Cada acción tiene sus consecuencias, y el tiempo... el tiempo no espera a nadie.
En ese momento, la atmósfera del sueño cambió de nuevo. La visión de Harry del futuro se desvaneció lentamente, desintegrándose en el aire.
Hermione observó, su corazón apretado por la angustia, viendo cómo Harry se desvanecía frente a ella.
— ¡No! — gritó Hermione, sus ojos llenándose de lágrimas que amenazaban con desbordarse — No puedo perderte, Harry...
La figura de Harry desapareció por completo, dejando a Hermione con un vacío profundo en su corazón. Hermione del futuro la miró con una mezcla de compasión y urgencia.
— Debes ser fuerte, Hermione. Recuerda, el tiempo es tu mayor enemigo y tu aliado más preciado. No lo desperdicies.
Las lágrimas rodaban por las mejillas de Hermione mientras extendía una mano temblorosa hacia su yo del futuro, sintiendo la desesperación de la advertencia. Con cada palabra, la gravedad de la situación se hundía más en su conciencia.
De pronto la escena cambió. Las palabras se clavaban en Hermione como agujas, llenándola de una mezcla de miedo y desesperación. Las lágrimas rodaron por sus mejillas, su respiración se volvió errática.
De repente, un dolor agudo se apoderó de su vientre, arrancándole un grito ahogado. Se dobló sobre sí misma, incapaz de soportar la intensidad de la agonía que la atravesaba como un cuchillo. Con esfuerzo, miró hacia abajo y el horror la inundó al ver que sus piernas estaban cubiertas de sangre, gruesas corrientes rojas que fluían rápidamente, empapando el suelo bajo sus pies.
— ¡No! — gimió Hermione, su voz quebrándose mientras intentaba frenar la sangre con sus manos. Pero era inútil. La sangre seguía fluyendo, interminable.
Mientras el pánico se apoderaba de ella, el mismo sonido del tic-tac comenzó a resonar en el aire, frío y metálico entrelazándose con la creciente sensación de desesperación. Cada segundo parecía marcar un latido que la acercaba más a un final inevitable, un recordatorio implacable de que el tiempo no se detendría por ella.
— El tiempo está corriendo... — susurró la voz de su yo futuro, aunque ahora sonaba distante, como si proviniera de algún lugar muy lejano, casi irreconocible.
Hermione miró a su alrededor, el mundo a su alrededor se distorsionaba, volviéndose cada vez más irreal. La sangre, el dolor, el sonido del tic-tac ... todo se mezclaba en una vorágine de terror que la hacía sentir como si estuviera cayendo en un abismo sin fondo.
De repente, con un grito sofocado, Hermione despertó en su cama, jadeando con fuerza. Su cuerpo estaba empapado en sudor frío, su corazón latiendo desbocado, como si quisiera salirse de su pecho. Durante un momento, no pudo distinguir entre el sueño y la realidad; su mente aún estaba atrapada en las imágenes aterradoras de la pesadilla.
Se incorporó lentamente, su mirada recorriendo la oscuridad de su habitación, buscando alguna señal de que todo había sido solo un sueño. No había sangre, ni reloj, pero el miedo seguía ahí, un frío opresivo que la envolvía. Hermione se llevó una mano al vientre, asegurándose de que todo estaba bien, pero la sensación de pérdida y desesperación persistía.
¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué estaba tratando de advertir su yo futuro? Hermione no podía entenderlo, pero sabía que el sueño era una advertencia, una señal de algo que estaba a punto de perder. El tictac del reloj seguía resonando en su mente, algo que la atormentaba, y Hermione no podía evitar preguntarse si descubriría a tiempo lo que realmente estaba en juego.
*
Harry se encontraba flotando en una oscuridad profunda. No había un sonido, ni una brisa, solo un vacío que parecía extenderse infinitamente. Sus pensamientos eran un caos, intentando darle sentido a la quietud opresiva que lo envolvía. De repente, un destello de luz rompió la oscuridad, y antes de que pudiera siquiera comprender lo que estaba sucediendo, se encontraba de pie en lo que parecía ser un jardín. El aire olía a verano y a pasto recién cortado, pero había algo diferente en el ambiente, como si un velo invisible lo cubriera todo.
Miró a su alrededor, confundido.
— ¿Qué es esto? — murmuró para sí mismo, tratando de entender dónde estaba y cómo había llegado allí. Pero entonces, lo vio. A unos cuantos metros de distancia, un hombre estaba sentado en una vieja silla de madera, con una taza de café en la mano. La figura le resultaba vagamente familiar, y cuando el hombre levantó la vista y lo miró, Harry sintió como si el aire fuera arrancado de sus pulmones.
Era él. Pero bastante mayor.
El hombre frente a él tenía el mismo semblante que él, aunque los años habían dejado su huella. Había pequeñas arrugas en la comisura de sus ojos, y su cabello oscuro desordenado, que siempre había sido un símbolo de su juventud rebelde, ahora tenía mechones plateados. Una barba bien recortada, también con toques de gris, adornaba su rostro, dándole un aire más sabio y sereno. Lo que más llamó la atención de Harry no fue su apariencia envejecida, sino el anillo de oro que brillaba en su dedo anular izquierdo. Un anillo que conocía muy bien, porque lo había visto antes. En el dedo de Hermione, en aquel sueño en el que la había besado.
Harry tragó saliva, tratando de calmarse.
El aire del jardín se sentía denso, más pesado de lo que debería. Harry del presente seguía de pie frente a su yo del futuro, observándolo con una mezcla de confusión y miedo. Había algo en la mirada del hombre mayor que le resultaba inquietante, algo que le hacía sentir que lo que vendría a continuación era una advertencia.
Estaba claro que su otro yo era mayor que él, pero lo que realmente lo afectaba era el profundo dolor que veía en los ojos de su yo mayor. Era un dolor que reconocía vagamente, una desesperación que se anidaba en lo más profundo de él, pero que aún no entendía por completo.
— ¿Eres… yo? — preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Su yo del futuro sonrió, una sonrisa tranquila pero cargada de cierta ironía.
— Sí, lo soy. O lo seré, en unos veinte años más o menos. Si todo va según lo previsto — El Harry del futuro levantó la taza de café y bebió un sorbo, como si no fuera nada raro tener una conversación con una versión más joven de uno mismo.
Harry del presente estaba desorientado.
— ¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy aquí?
El Harry mayor suspiró suavemente y dejó la taza en la banca.
— He venido a darte una advertencia, o más bien, un consejo. Algo que, si yo hubiera sabido a tu edad, me habría ahorrado mucho dolor y arrepentimiento.
— ¿Una advertencia? ¿Sobre qué? — Harry frunció el ceño.
El Harry del futuro se inclinó hacia adelante, sus ojos, los mismos que Harry conocía tan bien, lo miraban con una intensidad inusual.
— Sabes que a veces somos un poco lentos para entender las cosas que tenemos justo delante. Y si no cambias algunas cosas ahora, el futuro que te espera será muy diferente del que deseas.
Harry frunció el ceño, sintiendo que una sensación de urgencia se asentaba en su pecho.
— ¿De qué estás hablando?
— Sobre Hermione.
El corazón de Harry dio un vuelco al escuchar su nombre.
— ¿Hermione? ¿Qué tiene que ver esto con ella? Ella está... está enojada conmigo. No me habla más allá de lo esencial. Todo por… por lo que pasó con Sarah.
El Harry mayor sonrió con ironía, su mirada entre burlona y comprensiva.
— Ah, Sarah. El error que cometiste buscando algo de Hermione en otras mujeres, ¿verdad? Es curioso, porque en mi tiempo, en mi pasado, nunca llegué a conocerla... Pero ahora que estoy aquí, viéndote, entiendo perfectamente lo que estás sintiendo. Siempre ha sido Hermione, ¿verdad? Y ahora que la chica los vio besándose, te encuentras en este lío.
Harry del presente sintió una punzada de incomodidad.
— Cometí un error. No sabía lo que sentía, no hasta que…
Su yo del futuro asintió, comprensivo.
— Lo sé. Lo entiendo. Pero te estás engañando si crees que no lo supiste antes. Siempre lo supiste. Hermione ha estado allí todo este tiempo, y has estado evitando enfrentarlo, quizás por miedo, quizás porque era más fácil mantener las cosas como estaban — El Harry mayor hizo una pausa y luego agregó con una leve sonrisa irónica — Y ahora, después de todo este lío con Sarah, te encuentras en una situación peor de la que jamás imaginaste, y Hermione está más obstinada que nunca.
Harry bajó la mirada, los recuerdos de todos los momentos tensos con Hermione inundando su mente. La culpa se apoderó de él.
— Ella no me perdonará, ¿verdad?
El Harry mayor lo miró con seriedad.
— Hermione te ama, más de lo que incluso ella está dispuesta a admitir en este momento. Pero es una mujer orgullosa, y su sentido de la justicia y lealtad es fuerte. Se siente traicionada, la herida está abierta. Y sí, es terca, como bien sabes. Pero eso no significa que debas rendirte. De hecho, debes hacer exactamente lo contrario.
Harry sintió el peso de esas palabras hundirse en su pecho, y lo miró, sus ojos llenos de dudas.
— ¿Qué quieres decir? No puedo forzarla a que me perdone.
El Harry del futuro lo observó por un largo momento, como si evaluara su sinceridad.
— No puedes forzarla, no. Pero lo que sí puedes hacer es encontrar la manera de que ambos vuelvan a ser lo que siempre han sido, un equipo. Si tú y Hermione no se apuran en encontrar su camino de regreso el uno al otro, hay más en juego de lo que imaginas.
Harry del presente frunció el ceño, desconcertado.
— ¿Más en juego? ¿Qué quieres decir con eso?
Su yo mayor lo miró con ojos sombríos.
— Más vidas están en riesgo, Harry. No puedo decirte más de lo que ya te he dicho. Pero créeme cuando te digo que esto no solo se trata de ustedes dos. Si no solucionan esto... perderás más de lo que jamás podrías imaginar.
El Harry del futuro hizo una pausa. Sus labios temblaron ligeramente, como si estuviera recordando algo que lo desgarraba por dentro.
— Si no luchas por ella, si no encuentras una manera de que ambos estén juntos… la perderás. No solo como amiga. La perderás por completo. Y créeme, no hay nada peor que ver a la persona que amas vivir una vida y que tú no seas parte de ella.
Harry sintió que el peso de las palabras caía sobre él como una losa.
— ¿Perderla? ¿por completo? — Sus palabras salieron apenas en un susurro, pero se sintieron como un grito en su corazón.
El silencio que siguió a esas palabras fue ensordecedor. Harry del presente sintió su garganta cerrarse y el pánico crecer en su pecho. No podía imaginar un futuro sin Hermione, no solo como su amiga, sino como la persona que daba sentido a su vida, como la mujer que amaba más de lo que nunca se había atrevido a admitir abiertamente.
— Pero ella está enfadada… sigue enfadada. No puedo hacer nada bien, — murmuró, su voz temblorosa — ¿Qué puedo hacer?
La desesperación en los ojos de su yo del futuro se intensificó aún más, como si estuviera reviviendo una pesadilla que él mismo había causado.
— Por supuesto que está enfadada. Hermione es terca, y su dolor la hace aún más. Pero tú, Harry, eres lo suficientemente fuerte para romper esa barrera. Lo he vivido. Sé de primera mano lo difícil que puede ser. Sé lo que siente. Sé cómo la amas, porque también lo hago.
Harry del presente frunció el ceño, notando el temblor en la voz de su yo futuro. Había un profundo sufrimiento que no podía ignorar.
— ¿Por qué hay tanto dolor en ti? ¿Por qué parece que la perdiste? Tienes el anillo.
El Harry del futuro cerró los ojos por un momento, respirando hondo antes de responder.
— Porque lo hice. Perdí demasiado tiempo, dudé demasiado, y eso nos costó mucho más de lo que podíamos imaginar. No te puedo decir todos los detalles... no funciona así. Pero lo que sí puedo decirte es que el dolor de perderla... es más de lo que puedes soportar. Si no luchas ahora, si no lo haces cuando aún tienes la oportunidad, ella se irá. Y ese vacío... nunca se llenará.
El Harry mayor se acercó a él, poniendo una mano firme sobre su hombro.
— Lucha por ella. No te detengas. No te rindas, aunque ella te empuje lejos. Tienes que encontrar el camino de regreso a ella, porque si no lo haces… lo lamentarás el resto de tu vida — El Harry mayor le dio una última mirada, una mezcla de empatía y firmeza — Conozco de primera mano la forma en que amas a Hermione, y créeme, ella lo sabe también. Pero tienes que demostrarle que estás dispuesto a luchar por ella.
Harry miró a su yo del futuro a los ojos y vio la sinceridad, vio el dolor, la desesperación y la sabiduría reflejados en ellos. Entonces, de repente, todo a su alrededor comenzó a desvanecerse, el jardín, el aire veraniego, su yo mayor. La oscuridad volvió a envolverlo.
Se despertó bruscamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. El sueño aún era vívido en su mente, y mientras su respiración se calmaba, las palabras de su yo del futuro resonaban en su cabeza:
"Lucha por ella. Lucha por Hermione."
Pero lo que más lo perturbaba era la desesperación y el dolor que había visto en esos ojos. Sabía que no había sido solo una advertencia cualquiera. Era una súplica, una llamada urgente.
*
El atrio del Ministerio de Magia estaba lleno de magos y brujas que se apresuraban de un lado a otro, inmersos en sus propios asuntos. Los ecos de las conversaciones y el ajetreo de los trasladores llenaban el aire, pero Hermione apenas lo notaba mientras caminaba en dirección a su oficina. Sus pensamientos estaban dispersos, como si hubiera una barrera entre ella y el mundo que la rodeaba, hasta que una voz aguda interrumpió abruptamente su tranquilidad.
— Tú, Granger… — era Sarah. Su tono destilaba desprecio y rencor.
Hermione detuvo su paso y giró lentamente. La expresión de Sarah estaba endurecida, y había algo en su postura que indicaba que no había venido solo a intercambiar palabras amables. Hermione sintió cómo su estómago se contrajo con una mezcla de anticipación y desagrado, pero no mostró ninguna de esas emociones. En cambio, enderezó la espalda y levantó una ceja con aire de desafío.
— Sarah, —respondió Hermione con calma, manteniendo la compostura a pesar de lo que sabía que vendría a continuación.
— Eres la razón por la que mi relación con Harry fracasó, — espetó Sarah con veneno en cada sílaba. Su mirada ardía de resentimiento. — Siempre supe que no podía competir contigo, con tu estatus de "niña prodigio" y tu relación tan… — dudó un segundo, buscando la palabra — íntima con Harry Potter.
Hermione sintió que algo helado le recorría la columna. Las acusaciones de Sarah no eran nuevas, pero dolían igual cada vez que las escuchaba. Sabía que las habladurías existían, que la gente siempre había especulado sobre su relación con Harry, incluso cuando eran más jóvenes, pero aquello era diferente. Sarah estaba poniendo todo su fracaso en ella. Hermione, como siempre, mantuvo la calma, pero por dentro, una mezcla de cansancio y rabia se gestaba.
— Sarah, — respondió con una calma afilada, mirándola a los ojos — si crees que tu relación con Harry fracasó por mi simple presencia, estás muy equivocada. El problema no era nuestra amistad; el problema era que solo veías a Harry como "el elegido", como esa figura pública que todos admiran, y no como el hombre que es en realidad.
Las palabras de Hermione cayeron con firmeza, y Sarah frunció el ceño. Su rostro, antes seguro y lleno de desprecio, ahora mostraba una mezcla de molestia y desconcierto. Hermione la había golpeado donde más le dolía: la incapacidad de ver a Harry como alguien más allá de su fama.
— No tienes idea de lo que hablas, — respondió Sarah, su voz impregnada de amargura— Tú simplemente estás justificando tu relación con él, ahora que yo ya no estoy en su vida. Te escondes detrás de tu "gran amistad" cuando todos sabemos lo que realmente con él.
Hermione sintió que el nudo en su estómago se apretaba aún más, pero no retrocedió. Si algo había aprendido en su vida, era a mantenerse firme, especialmente cuando la atacaban de forma tan injusta. Tomó una respiración profunda antes de contestar, su voz más baja pero con un filo que no dejaba lugar a dudas.
— Lo que sé, Sarah, es que Harry es un hombre extraordinario, y si no fuiste capaz de ver eso más allá de su fama, entonces es tu pérdida. Harry siempre ha sido mucho más que "el niño que vivió". Es valiente, es compasivo, y siempre pone a los demás antes que a sí mismo, incluso cuando no tiene que hacerlo. Si no pudiste ver al hombre más allá del mito, entonces realmente nunca lo conociste.
Sarah se quedó paralizada por un momento, las palabras de Hermione resonando en el espacio entre ellas. Había un brillo de rabia e impotencia en sus ojos. Sus labios se apretaron en una fina línea, intentando contener la marea de emociones que la embargaban. Finalmente, retrocedió un paso, su rostro una mezcla de resentimiento y derrota.
— Esto no va a quedar así, —susurró Sarah, su tono afilado como un cuchillo, antes de girarse bruscamente y desaparecer entre la multitud del ministerio, el taconeo de sus botas resonando contra el mármol.
Hermione se quedó inmóvil, observando cómo Sarah se alejaba. Su corazón latía con fuerza, y aunque externamente mantenía la compostura, por dentro sentía un torbellino de emociones: rabia, cansancio, y una extraña sensación de alivio por haber dicho lo que pensaba. Sabía que esas palabras no serían suficientes para calmar el caos que rodeaba su vida últimamente, pero por un momento, al menos, había sido honesta con alguien que no tenía ni idea de quién era realmente Harry Potter.
Y entonces lo sintió.
Harry.
Hermione lo sintió antes de verlo. No sabía cómo, pero siempre había sido así con él: la sensación casi palpable de su presencia, como si su magia la envolviera antes de que siquiera lo notara. Levantó lentamente la vista, y allí estaba, caminando hacia ella, con esa mezcla de preocupación y resolución en su rostro. Se detuvo a unos pasos, el silencio entre ellos cargado de tensión.
Harry había estado observando. No había querido intervenir de inmediato, pero sus ojos se encontraron con la figura de Hermione, y algo en su interior se agitó. Las palabras que había escuchado de ella resonaban en su mente.
La forma en la que lo describió, no como "el elegido", sino como alguien real, tangible, lo conmovió profundamente. Hermione siempre lo había visto así.
Observó a Hermione con cuidado, como si intentara leer sus pensamientos. Su mirada, sin embargo, no reflejaba el típico enojo o frustración que solía manifestar en momentos tensos, sino algo más sutil.
— Hermione, — dijo finalmente, su voz baja, tratando de romper la barrera invisible entre ambos. Pero ella no le respondió de inmediato. Sólo lo miró con esos ojos marrones que siempre parecían llevar el peso del mundo.
Hermione desvió la mirada, insegura de cómo proceder. Sabía que Harry lo había escuchado todo, o al menos lo suficiente. No podía enfrentar ahora lo que ese intercambio de palabras podría haberle provocado. Las emociones que llevaba reprimidas durante días, tal vez semanas, amenazaban con salir, y no estaba preparada para esa vulnerabilidad.
Harry dio un paso más cerca, con las manos en los bolsillos, como si tratara de parecer más relajado de lo que en realidad se sentía.
— Parece que me he perdido algo importante, — intentó bromear, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Hermione tragó saliva, pero no encontró las palabras. Lo único que podía sentir era el peso de su agotamiento emocional y el nudo en su garganta.
— Tengo que irme, —murmuró al fin, su voz apenas un susurro, pero suficiente para que él lo oyera.
Harry, que había esperado cualquier cosa excepto esa respuesta, se quedó helado por un segundo. Su frente se frunció, y la incomodidad fue reemplazada por una punzada de decepción.
— Hermione... — empezó, dando otro paso hacia ella, como si estuviera intentando acercarse no solo físicamente, sino emocionalmente — No tienes que irte. No ahora.
Había un tono de súplica en su voz, algo inusualmente vulnerable para Harry, que generalmente prefería enfrentar las cosas de frente, con valentía, pero ahora se encontraba ante la mujer que significaba más para él que cualquier otra persona en el mundo, y no sabía cómo detenerla.
Hermione sacudió su cabeza, evitando su mirada.
— Harry, no lo entiendes... — empezó, pero su voz se quebró, y ella misma se detuvo. No podía permitirse caer en ese abismo de emociones en ese momento. No frente a él.
Harry observó su lucha interna y sintió el impulso de hacer algo, cualquier cosa, para aliviar su angustia. Había estado viendo cómo Hermione se alejaba cada vez más en las últimas semanas, atrapada en su propia frustración y dolor. Y lo peor era que él sabía que mucho de eso se debía a sus propios errores, a la complejidad que había traído a su relación con Sarah y todo lo que había venido después.
— Hermione, — dijo con un tono más suave — sé que todo esto es complicado. Pero no podemos seguir así, ignorando lo que está pasando.
Sus palabras colgaron en el aire como una advertencia. Ambos sabían que estaban en un precipicio, y el siguiente paso podría determinarlo todo.
Hermione apretó los puños, tratando de mantener el control, pero finalmente lo miró a los ojos. Harry vio el dolor reflejado en su mirada, y su corazón se encogió. No era fácil para ninguno de los dos, y la carga que ambos llevaban estaba empezando a aplastarlos.
— Harry, no es tan simple. Nada de esto lo es, — murmuró, y aunque su voz era baja, cada palabra estaba cargada de significado.
Harry la observó, su frustración empezó a desbordarse, pero conteniéndose. Sabía que si la presionaba, solo conseguiría alejarla más. Sin embargo, no podía evitar el dolor que sentía, viendo cómo Hermione, la persona que más amaba en el mundo, se desmoronaba frente a él y no podía hacer nada.
— Claro, — dijo Harry con un tono más amargo de lo que había planeado, aunque manteniendo su voz calmada — De todas las personas en el mundo, tenía que enamorarme de mi mejor amiga.
El impacto de sus palabras la golpeó como un hechizo inesperado, dejándola aturdida. Había deseado escuchar esas palabras de Harry durante tanto tiempo, pero nunca había imaginado que llegarían en un momento como este, envueltas en una maraña de problemas, emociones no resueltas, y un abismo de complicaciones entre ellos.
En ese momento se sintió como si todo el oxígeno a su alrededor se hubiera evaporado de golpe. Hermione, que siempre había tenido una respuesta para cualquier situación, se quedó paralizada. Sus labios se separaron ligeramente, como si estuviera a punto de decir algo, pero no pudo. Las palabras se le atascaron en la garganta, sofocadas por el torbellino de emociones que sentía dentro.
Una lágrima rodó por su mejilla antes de que pudiera evitarlo, traicionando el muro de compostura que había intentado mantener. Se la limpió rápidamente, como si con ese simple gesto pudiera contener la avalancha de sentimientos que amenazaba con desbordarse. No podía responderle. No ahora.
Harry, al verla así, sintió como si alguien le hubiera golpeado en el estómago. Verla llorar, especialmente por su causa, lo hacía sentirse impotente. Quiso dar un paso adelante, tomarla en sus brazos, decirle que lo lamentaba, pero estaba paralizado por el miedo. Miedo de que si la tocaba, todo se desmoronaría como un castillo de naipes.
Harry estaba ahí, inmóvil, con una mezcla de dolor y esperanza en sus ojos, esperando una reacción que ella simplemente no era capaz de darle.
Hermione sentía el corazón latiendo tan fuerte en su pecho que temía que él lo escuchara. Sabía que si intentaba decir algo, solo rompería a llorar, y eso era lo último que quería hacer frente a él en ese momento.
Dio un paso atrás, alejándose lentamente de él, con el rostro inclinado hacia el suelo. Sabía que si no se iba, si no ponía distancia entre ellos, todo podría romperse de manera irreversible. Necesitaba tiempo para pensar, para procesar todo lo que acababa de suceder.
Él la miró, desconcertado, pero no intentó detenerla. Harry siempre había sido ese tipo de persona: no iba a forzarla a quedarse si no quería, aunque en su mirada se podía ver la súplica silenciosa, el deseo de que no se fuera, de que no lo dejara solo con el caos de sus propios sentimientos.
Hermione giró sobre sus talones, alejándose de él, y se apresuró por el pasillo, sus pasos resonando contra las frías paredes. Mientras caminaba, luchaba contra la tormenta emocional que rugía en su interior. Las lágrimas comenzaron a fluir libremente ahora que estaba fuera de su vista, y la presión en su pecho se hacía más intensa con cada paso que daba.
Harry la observó irse. Quería gritarle que no se fuera, que por favor se quedara, que podían encontrar una manera de arreglarlo todo. Pero las palabras simplemente no salieron. En lugar de eso, se quedó allí, inmóvil, viendo cómo la mujer que amaba desaparecía de su vista.
Ella era la persona que había estado a su lado desde el principio. La que lo había apoyado en los momentos más oscuros y había celebrado con él en los triunfos más brillantes. Su mejor amiga, sí, pero siempre había sido más que eso. Durante años, Harry había reprimido esos sentimientos, convenciéndose de que su amistad era lo suficientemente importante como para no arriesgarla.
Ahora, las cartas estaban sobre la mesa, y el peso de todo lo que habían pasado juntos parecía haberse vuelto insoportable.
Por su parte, Hermione no podía evitar pensar en lo irónico que era todo. Durante años, había soñado con este momento. Había soñado con que Harry le dijera esas palabras, que finalmente la mirara no solo como su mejor amiga, sino como algo más, como la mujer a la que amaba. Había imaginado este instante de mil maneras diferentes, pero en ninguna de ellas había sido tan doloroso ni tan complicado.
En sus fantasías, en sus sueños más íntimos, Harry la tomaba de la mano, la miraba a los ojos y le confesaba su amor en un momento perfecto, sin obstáculos ni sombras entre ellos. Pero la realidad era mucho más desordenada. Las cosas no eran tan simples. Sarah, el escándalo, sus propias dudas y miedos… todo se interponía entre ellos, haciendo que algo que debería haber sido hermoso se sintiera abrumador y doloroso.
Hermione se detuvo un instante, apoyándose contra una pared, tratando de recuperar el aliento. Las lágrimas seguían fluyendo, pero no era solo tristeza lo que sentía. Había alivio también, por fin había escuchado lo que tanto había deseado. Y, sin embargo, el alivio no bastaba. Todo parecía estar envuelto en un manto de complicaciones, un laberinto emocional del que no sabía cómo escapar.
Las palabras de Harry seguían resonando en su mente.
De todas las personas en el mundo, tenía que enamorarme de mi mejor amiga.
Ella había querido esto, ¿verdad? Había pasado años reprimiendo sus propios sentimientos, diciéndose a sí misma que su amistad con Harry era demasiado importante como para arriesgarla. Pero ahora que las palabras habían sido dichas, ahora que Harry le había confesado lo que siempre había deseado escuchar, todo lo que podía sentir era incertidumbre.
La relación con Harry siempre había sido su ancla, algo sólido y constante en medio del caos de sus vidas. Sí ese ancla se rompía, si sus sentimientos iban a complicar lo que tenían…
Sabía que las cosas no podían seguir como antes. Sabía que, después de todo lo que había sucedido, no había vuelta atrás. Pero el miedo la consumía. ¿Qué pasaría si no podían superar todo esto? ¿Qué pasaría si la tensión y el dolor terminaban destruyendo la amistad más importante de su vida? Hermione temía perderlo para siempre.
Su corazón se encogió al pensar en la posibilidad de perder a Harry. No solo al hombre que la había amado en silencio durante tanto tiempo, sino también a su mejor amigo, a la persona que siempre había estado a su lado, sin importar qué. Perderlo sería como perder una parte de sí misma.
Con un último suspiro tembloroso, Hermione enderezó los hombros y siguió caminando, dejando que las sombras del pasillo la envolvieran mientras su mente seguía dando vueltas, atrapada entre lo que deseaba y lo que temía.
Harry, mientras tanto, seguía de pie en el mismo lugar, mirando el espacio vacío donde Hermione había estado. Su corazón latía pesadamente en su pecho, y por un momento, una oleada de desesperación lo invadió.
Ella se había ido. Y con ella, tal vez, se había ido también la posibilidad de reparar lo que tenían.
Harry se quedó quieto por unos segundos más, antes de finalmente dejar escapar un largo suspiro. Sabía que este no era el final de la conversación. Sabía que todavía había mucho por resolver, muchas heridas por sanar. Pero en ese momento, mientras el eco de los pasos de Hermione se desvanecía en el aire, solo podía pensar en una cosa:
No podía perderla. No a ella.
*
En la penumbra de la habitación de Lilly, la luz de la luna filtrándose por las cortinas arrojaba sombras suaves sobre los muebles. Lilly yacía profundamente dormida, ajena a la suave luminiscencia que emanaba del giratiempo reposando en la mesita de noche.
De repente, el giratiempo comenzó a vibrar sutilmente, como si estuviera respondiendo a una frecuencia mágica que solo él podía percibir. Las runas grabadas en su superficie parecían cobrar vida, titilando con una luz dorada que se reflejaba en el rostro de Lilly mientras dormía.
El zumbido mágico del giratiempo llenó la habitación. Lilly, en su sueño, experimentaba un vínculo misterioso con el artefacto, como si estuviera conectada a él en un nivel más profundo.
Se vio repentinamente transportada a un escenario desconocido. A su alrededor, rostros familiares se mezclaban en una danza confusa de momentos pasados y futuros. Las visiones se entrelazaron, mostrándole a sus padres en un futuro distante, rodeados de una conexión más profunda de la que ella había conocido en su infancia.
Sin embargo, la alegría de esa visión se desvaneció rápidamente, reemplazada por destellos de eventos oscuros y momentos de desconcierto. Una responsabilidad incomprensible pesaba sobre sus hombros, las risas familiares se mezclaron con murmullos.
De repente, la escena cambió de nuevo. Estaba rodeada de amigos y familiares, pero en lugar de celebrar, sus rostros reflejaban inquietud y ansiedad. Una voz lejana pronunciaba palabras que resonaban en su mente, pero su significado escapaba a su comprensión.
Lilly se encontró atrapada en un torbellino de visiones, fragmentos de un futuro incierto que se presentaron como imágenes confusas e intermitentes. Entre esas escenas, distinguió a sus padres, pero no eran las representaciones felices que esperaba. En lugar de risas y complicidad, percibió angustia en sus rostros y una palabra resonó en el aire y en su mente: "divorcio".
Sus padres aparecieron con expresiones de profundo pesar. Sus rostros estaban tensos, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y desesperación. Se miraban el uno al otro con dolor, como si estuvieran atrapados en un dilema del que no sabían cómo escapar. El aire estaba cargado con la tensión palpable de una relación fracturada.
Mientras Lilly estaba inmersa en estas visiones, su rostro reflejaba una angustia profunda incluso en su sueño. Su ceño estaba fruncido, sus labios apretados en una mueca de preocupación. Su respiración era agitada, como si estuviera luchando por encontrar una salida a la confusión que la envolvía.
En la penumbra de su habitación, Lilly parecía estar peleando contra fuerzas invisibles, atrapada en un mundo de sueños y pesadillas que amenazaban con consumirla por completo.
La visión se desvaneció de golpe cuando Lilly se despertó bruscamente. Su habitación estaba envuelta en sombras, pero el giratiempo en la mesita de noche vibraba y emitía sonidos extraños. Una sensación de urgencia la envolvió mientras observaba el objeto mágico, preguntándose si era la causa de las visiones desconcertantes que acababa de experimentar en su sueño.
Un fuerte dolor de cabeza la invadió, su corazón latía con fuerza en su pecho. Lilly sabía que algo terrible estaba ocurriendo, algo que trascendía la comprensión ordinaria y que cambiaría el curso de su destino.
Notas:
La versión de Harry en el sueño que tiene Harry, no es necesariamente el Harry del futuro, es otra variante de Harry que pudo haber experimentado lo mismo que él y llegó para darle la advertencia.
