En un mundo donde el Raimon nunca alcanzó la gloria
mundial y el fútbol sigue siendo un sueño local, las islas
Estrella Brillante brillan con su propia pasión por el
deporte. En este pequeño archipiélago asiático, el fútbol
es más que un juego: es parte del alma de su gente. Sin
embargo, para el equipo femenino de la escuela San
Terra, un club mediocre que jamás ha ganado un solo
partido, el fútbol está a punto de convertirse en un
recuerdo. Con el club al borde del cierre y la presión
implacable de Lena, la representante de la mesa
directiva, las chicas de San Terra deciden apostarlo todo
en el Camino Estelar, un torneo tan prestigioso como
brutal. Para clasificar, deberán derrotar a tres escuelas
rivales y recolectar fragmentos de estrella, un desafío
que pondrá a prueba su talento, su unidad y su espíritu.
Pero no estarán solas: una nueva integrante llega al
equipo con habilidades impresionantes y un pasado
lleno de secretos, desatando tensiones y sospechas
entre las jugadoras. Entre técnicas espectaculares,
amistades al límite y rivales que juegan sucio, las chicas
de San Terra descubrirán que el verdadero enemigo no
siempre está en el campo. En las sombras, una
conspiración amenaza con destruir no solo su club, sino
el corazón mismo del fútbol en las islas. ¿Podrán las
estrellas de San Terra brillar lo suficientemente fuerte
para salvar su sueño... o se apagan para siempre.
Capítulo 1
"El equipo de las estrellas"
El amanecer pintaba la Isla del
Alba con pinceladas de oro y
ámbar, el sol reflejándose en las
piedras estelares que salpicaba
los acantilados como fragmentos
de un cielo roto.
En el campo de entrenamiento
del instituto, Nueva San Terra.
El equipo femenino de San Terra
se arrastraba como un eco de lo
que alguna vez pudo haber sido.
No eran un equipo de leyenda ni
siquiera uno decente; eran un
grupo atrapado entre lo malo y lo
mediocre, un puñado de
jugadoras descoordinadas que
apenas podían mantener el balón
en juego.
Aramis Vidofnir, la capitana,
estaba en el centro del campo, su
cabello castaño recogido en una
coleta desordenada que se
agitaba con cada paso firme.
Era alta y de hombros anchos,
con una presencia que intentaba
imponer orden en el caos.
Sus ojos verdes brillaban con una
mezcla de determinación y
frustración mientras gritaba a las
chicas de su equipo con la
intención de que espabilaran:
-"¡Lila, pasa el balón!
¡No te quedes mirando las nubes!"
Pero Lila, con su cabello rojo
brillante cayendo en mechones
rebeldes sobre su rostro pecoso,
parecía perdida en un mundo
propio, como si lo demás a su
alrededor no importase.
Está chica tan distraída
finalmente despertó de su letargo
e Intentó un pase con una
sonrisa torpe, pero su pie
resbaló, y el balón salió
disparado hacia el borde del
campo, rodando entre las piedras
brillantes para la frustración de su
capitana.
-"¡Ay, lo siento, Aramis!
Estaba pensando en algo muy
gracioso!!"
exclamó, riendo como si el error
fuera una broma privada.
Su optimismo era tan genuino así
como exasperante, era una
chispa de luz en un equipo que
apenas brillaba.
En la defensa, Maia se ajustaba
las gafas con dedos precisos, su
cabello negro corto enmarcando
un rostro serio y analítico.
Era menuda pero firme, con una
postura que sugería que prefería
observar antes que actuar.
-"Esto es un desastre táctico,
porque Ari sigue intentandolo…
las piedras saldrán caminando
antes de que hagamos algo
decente."
murmuró, su voz baja y cortante
mientras anotaba algo
mentalmente.
A su lado, Sofía y Mariana
discutían con gestos exagerados.
Sofía, de piel bronceada y
cabello corto teñido de azul,
señalaba el flanco izquierdo:
- "¡Tú también cubre, Mariana!
¡Siempre me dejas sola durante
los partidos!"
Mariana, más robusta y con una
trenza castaña que le llegaba a la
- "¡No es mi culpa que no corras
lo suficiente!"
Eran como dos tormentas
chocando, leales pero
descoordinadas, más
preocupadas por culparse que
por detener al enemigo
imaginario.
Lucy estaba al borde del campo,
su cabello rubio cayendo en
ondas perfectas mientras se
pintaba las uñas de un rojo
chillón.
Era alta y elegante, con una
actitud que gritaba superioridad.
-"Eh! ¡No pienso correr si no me
pasan decentemente, siempre
me dan pases truchos!"
dijo, su voz cargada de hastío
mientras soplaba una uña recién
pintada.
A su lado, Isa pateaba el césped
con furia contenida.
Era la más joven, con cabello
corto y negro como el carbón, y
ojos oscuros que ardían de
impaciencia.
-"¡Alguien tiene que hacer algo!
¡¿De verdad creen que así
tendremos un partido
mínimamente bueno?!
Venga ya y despabilen!!"
gritó, su energía chocando contra
la apatía general.
Pero su entusiasmo era como un
fuego sin combustible, incapaz
de encender al resto.
Elena, la portera, apoyaba un
hombro contra el poste, su trenza
larga y oscura balanceándose
mientras miraba el entrenamiento
con ojos entrecerrados.
Era callada, casi melancólica,
con una calma que rayaba en la
indiferencia, realmente no se
sabía el porque seguía ahí, quizá
solo era por puntos extra en las
clases.
Cuando un balón perdido llegó a
su área, lo detuvo con un
movimiento perezoso de la mano,
murmurando:
-"Esto no vale la pena, realmente
son muy perezosas."
Su voz era un susurro resignado,
como si hubiera olvidado por qué
estaba ahí.
Desde el banquillo, Tsu-sun
observaba en silencio, su figura
frágil envuelta en una chaqueta
del equipo que le quedaba
grande.
Su cabello largo y desordenado,
de un castaño claro, caía sobre
sus hombros, y sus ojos miel
reflejaban una nostalgia
profunda.
La enfermedad muscular que la
mantenía fuera del campo no
había apagado su espíritu; cada
mirada suya era una historia, un
eco de días en los que corría
como delantera estrella.
Sus manos temblaban
ligeramente al apretar el borde
del asiento, pero su presencia
era un faro tenue para el equipo.
San Terra era un rompecabezas
roto, piezas que no encajaban.
Hasta que la puerta del campo
crujió.
Una chica con aires diferentes,
una chica con un gracioso Pero
refinado ascento, una chica que
parecía tener un espíritu en
llamas.
Daikoko entró con paso firme, su
cabello negro liso brillando bajo
el sol naciente, las pecas en su
rostro pálido destacando como
constelaciones.
Era delgada pero atlética, con
una energía cruda que parecía
vibrar a su alrededor.
Cargaba una mochila gastada al
hombro y un balón bajo el brazo,
sus ojos oscuros evaluando al
equipo con desdén.
-"¿Este es el famoso San Terra?"
dijo, su acento inglés cortando el
aire como un desafío.
-"Pensé que encontraría un
equipo cuánto menos amateur,
no un circo de pueblo."
Aramis dio un paso adelante,
cruzando los brazos.
-"¿Quién eres tú y que quieres
aqui?
Estamos en pleno
entrenamiento."
Exclamó la capitana con un toque
de autoridad.
Daikoko dejó caer la mochila y
pateó el balón con fuerza hacia el
centro del campo.
El tiro zumbó como un cometa,
dejando un rastro invisible de
energía.
-"Alguien que va a cambiar este
desastre,soy la nueva integrante
de San Terra…
¿que la bola de inútiles del
cuerpo estudiantil no vinieron a
comentarles algo?"
respondió, su voz cargada de
arrogancia y promesa.
Tsu-sun levantó la vista, una
sonrisa débil curvando sus labios.
Aquella chica tan quisquillosa y
con aires de superioridad
también transpiraba talento a
plena vista.
Este año quizá podrían llegar al
torneo.
Por primera vez en mucho
tiempo, el aire se llenó de algo
nuevo: no era esperanza, sino
una gran posibilidad.
Sin embargo las demás chicas no
lo vieron así, vieron más una
invasora que una compañera.
"La realidad de Daikoko"
El entrenamiento comenzó bajo
un cielo que se teñía de ámbar,
las sombras alargándose sobre el
césped gastado.
Daikoko se lanzó al campo como
un torbellino, su energía
chocando contra la apatía del
equipo.
-"¡Vengan mocosss, vamos,
muévanse pero ya!"
gritó, robando el balón a Lila con
un regate rápido y caótico.
Sus movimientos eran instintivos,
casi tan salvajes como los de un
animal, y el balón brilló con un
destello azul mientras lo elevaba.
- "¡Tormenta de Cometas!"
exclamó fieramente , pateándo el
balón con furia.
El tiro voló hacia la portería, una
estela de luz azulada marcando
su trayectoria, pero se desvió por
centímetros, golpeando el poste
con un eco metálico.
Elena parpadeó, saliendo de su
letargo por un instante.
-"¡Pero... pero que fue! ...No está
mal, una súper técnica..."
murmuró, aunque su tono seguía
apagado.
Lucy dejó de pintarse las uñas,
inclinando la cabeza con interés.
-"Eso fue... decente, supongo...
Pero parece un cañón sin mira."
dijo, su voz altiva ocultando una
chispa de curiosidad.
Aramis corrió hacia Daikoko,
interceptándola con un bloqueo
firme.
-"No tan rápido, señorita salvaje,
así no se hacen las cosas en
este equipo."
dijo, su tono autoritario pero
intrigado.
-"Aquí trabajamos en equipo para
mejorar todas!."
-"¿Equipo? No digas estupideces
"capitána" esto no es más que un
circo."
Daikoko soltó una risa seca, casi
amarga, mirando a su alrededor
mientras daba la espalda a su
nueva capitana.
Lila intentó un pase a Caro, pero
tropezó con su propia pierna,
enviando el balón a la nada.
Caro, con su cabello corto y
castaño claro, suspiró con
cansancio:
-"vamos Lila llevamos todo el
entrenamiento con lo mismo!, por
favor, concéntrate un poquito."
-"pero realmente lo estoy
intentando Caro! Es solo que me
presionas mucho!"
Maia, desde la defensa, dudó al
recibir un balón perdido, y Sofía
lo interceptó por accidente,
gritándole a Mariana:
-"agh!! ¡Muévete de una vez!"
Clara, en el mediocampo,
observaba con ojos vidriosos, su
cabello grisáceo inmóvil como su
espíritu.
Valentina, más práctica, intentó
organizar algo, pero su voz se
perdió en el desorden.
-"Esto no es un equipo, solo son
un monton de chiquillas babosas
queriendo hacerla de futbolistas."
dijo Daikoko, pateando el césped
con frustración.
-"Son un montón de niñas
jugando a nada. ¿Cómo esperan
ganar algo así?"
Su arrogancia era un escudo,
pero bajo ella había una chispa
de decepción.
Había llegado a las Islas
Estelares buscando un lugar
donde brillar, no esto.
Tsu-sun se levantó del banquillo,
apoyándose en el borde con
manos temblorosas.
-"No seas tan duras con ellas
koko, tienen un gran potencial."
dijo, su voz suave pero cargada
de una convicción que cortaba el
aire.
-"Solo necesitan que les des un
empujoncito."
Daikoko giró hacia ella, atraída
por esos ojos miel que parecían
ver más allá.
-"¿Tú eres una especie de
entrenadora o qué?"
preguntó, su tono desafiante pero
curioso. Tsu-sun negó con la
cabeza, sonriendo débilmente.
-"Solo alguien que cree en las
estrellas."
Maia se acercó, ajustando sus
gafas con un movimiento
nervioso.
-"¡Tsu-sun tiene razón Daikoko!"
dijo, su voz precisa como un
bisturí.
-"Podemos mejorar, pero
necesitamos organización y
disciplina, eso es todo."
Sus ojos se detuvieron en
Tsu-sun un segundo de más, un
brillo suave traicionando su
admiración.
Daikoko frunció el ceño, sintiendo
una punzada en el pecho que no
supo nombrar.
-"La disciplina no va a arreglar
este desastre cuatro ojos."
Aramis intervino, su postura
firme.
-"Si vas a quedarte, Daikoko,
sigue mis órdenes, yo soy la
capitana aquí."
Daikoko la miró de arriba abajo,
una sonrisa torcida en los labios.
-"Ya lo veremos, capitana."
El entrenamiento continuó, un
caos apenas contenido.
Daikoko intentó liderar, pateando
el balón con furia, pero el equipo
tropezaba consigo mismo.
Lila reía, Lucy se quejaba, Isa
corría sin dirección.
Sin embargo, por primera vez en
mucho tiempo, había un destello
de algo: no una victoria, sino un
eco de lo que podrían ser.
"La junta y el ultimátum"
El sol se hundía en el horizonte
cuando el equipo fue convocado
al auditorio del instituto.
Las jugadoras se sentaron en
sillas desordenadas, algunas
cuchicheando, otras agotadas.
No sabían el por qué estaban ahí
o que estaba siquiera pasando.
Daikoko cruzó los brazos, el
sudor aún pegado a su frente, su
respiración agitada tras el
entrenamiento.
Tsu-sun ocupó un asiento al
fondo, su chaqueta deslizándose
por un hombro, su respiración
lenta pero decidida.
Maia se sentó cerca, lanzándole
miradas discretas que no
pasaban desapercibidas para
Daikoko.
Lena entró, su figura rígida
cortando la luz ámbar que se
filtraba por las ventanas.
Como miembro de la mesa
directiva en su último año, su
presencia era una sombra fría, un
mal presagio.
Ajustó su chaqueta formal, su
coleta castaña brillando bajo la
luz tenue, sus ojos grises helados
evaluando al equipo.
-"San Terra..."
comenzó, su voz afilada como el
filo de una piedra estelar.
-"no es más que una vergüenza
para este instituto.
Llevo años viendo cómo
arrastran nuestro nombre por el
fango. Este es mi último año
aquí, y no quiero llevarme un
amargo recuerdo, se les dara un
ultimátum,si no ganan el torneo
de la Ruta Estelar, cerraré el
equipo para siempre."
Un murmullo recorrió la sala.
Lucy bufó, cruzando las piernas.
-"¿Y qué? Nadie nos tomara en
serio de todos modos."
Isa apretó los puños, su rostro
enrojeciendo.
-"¡Eso no es justo! ¡Podemos
intentarlo!"
Aramis se levantó, su postura
desafiante.
-"A que viene eso tan repentino?!
Danos una oportunidad, Lena.
Vamos a demostrarte que te
equivocas."
Lena rió, un sonido seco y cruel.
-"¿Demostrarme que? No han
ganado nada en años.
Apuesto a que no pasaran ni los
dos primeros partidos
preliminares."
Tsu-sun se puso de pie,
apoyándose en el respaldo de su
silla, sus manos temblando pero
su mirada firme.
-"Entonces apuesta
conmigo,Lena!"
dijo, su voz tranquila pero
cargada de fuerza.
-"Si logramos ganar los dos
primeros partidos, te haces
gerente del equipo. Pero si
perdemos... me retiro como
vice-capitana del equipo y harás
lo que quieras."
Lena la miró, sorprendida por un
instante, luego sonrió con
arrogancia.
-"¿Tanta fé les tienes a estás
inútiles?
Trato hecho.
No tendrían ninguna posibilidad
aún si los demás equipos
estuvieran incapacitadas."
El director, sentado al fondo,
intervino, su voz grave resonando
en la sala.
-"Y yo me aseguraré de que
cumplas, Lena. Si pierdes, te
harás cargo de ellas."
Lena gruñó, sus ojos brillando
con fastidio, pero no replicó.
Daikoko pateó el suelo, sus
pecas resaltando bajo la luz
tenue.
-"Vamos a callarle la boca a esta
estirada, juro que realmente se
va a arrepentir."
dijo, mirando a Tsu-sun con una
mezcla de desafío y algo más.
Maia asintió, sus gafas reflejando
el brillo del atardecer.
-"Si sunny cree en el equipo... Se
que podremos."
murmuró, aunque su mirada
seguía fija en Tsu-sun.
Aramis levantó la barbilla, su voz
firme.
-"Por las nuevas estrellas de San
Terra!!"
El primer partido contra Lanzas
del Sol estaba a un día de
distancia.
San Terra era un desastre, un
equipo roto bajo un cielo ámbar.
Pero con Daikoko entre ellas, y
un desafío en el horizonte, las
estrellas comenzaban a
alinearse.
