FIREFLY PATH
DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.
WARNING: Esta historia contiene descripciones y menciones de actos de violencia sexual, física y psicológica, así como de temas de abuso de poder y adoctrinamiento religioso. Por favor, tomarlo en cuenta antes de leer.
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Capítulo 8. Pureza de falsa reputación.
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Desde el día que nació, Sasuke podía contar con los dedos de una sola mano las cosas que no lo hacían sentir triste.
Es decir, quizá sería más adecuado clasificarlas como "cosas que le hacían feliz", pero tampoco era para tanto.
En esa categoría solo había un ejemplar.
—Listo, Uchiha-san. Ya puede volver a ponerse la camisa — la voz dulce a su lado le indicó con gentileza.
El hombre no dudó en obedecer, tan silencioso como hizo desde que llegó, mientras la doctora le daba indicaciones para atender en casa la herida recién desinfectada, suturada y vendada.
En tanto ella hablaba elocuentemente y llena de profesionalidad, Sasuke se dedicó a dejar vagar sus ojos y su mente en la mujer con la que soñaba día y noche.
Decir que estaba prendado de Sakura y su encantadora existencia sería decir poco.
Se sentía hechizado y sumamente atraído, hasta el punto en que se sentía avergonzado.
Podía ser que hubiera más hombres allá afuera que se sintieran de forma parecida respecto a ella, pero él llevaba sus emociones y pensamientos a otro nivel.
Para él, Sakura significaba mucho más.
Ella era el mundo entero... O, como mínimo, la representación de todo lo bello y bueno de él.
Casi suspiró pesadamente de puro anhelo mientras observaba la dulce y pequeña boca de Sakura moverse al hablarle, la tierna forma en que sus pestañas revoloteaban haciendo aún más difícil no admirar sus brillantes orbes verdes, la aparentemente suave y pálida piel no solo de su rostro sino también de su cuello y el resto de su delicado cuerpo y, por supuesto, la exuberante y maravillosa cabellera rosada que tanto la caracterizaba.
Todo en conjunto la hacían a sus ojos el ser más precioso del planeta y, aunque procuraba no demostrarlo ante nadie incluyéndola a ella, lo tenían más allá de enamorado.
Sakura lo tenía completamente a sus pies.
Solo que ella no lo sabía.
—¿Ya terminaste? — de repente, la voz agria y dura de la tía de la pelirrosa irrumpió en la habitación, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí, Tsunade-sama — Sakura respondió con una sonrisa a la que la mujer rubia y alta no correspondió.
En cambio, prefirió concentrarse en la guerra de miradas que ella misma inició en contra de Sasuke.
A pesar de que la mujer tenía la reputación de ser temible, el Uchiha no se dejó amedrentar. Era un hombre, un policía ni más ni menos, y no iba a dejar que nadie lo intimidara.
A Tsunade él nunca le había agradado. Tenía un resentimiento y cautela contra todos los Uchiha que ciertamente él no la culpaba por tener.
Todos en el pueblo sabían que eran una familia que quería aparentar algo que no había forma de esconder y la doctora mayor siempre había considerado una molestia fingir que no los detestaba.
Aunque reconocía que Sasuke era el que menos se merecía su animosidad.
Las historias que había escuchado y las marcas que había visto en él mientras espiaba la consulta de su sobrina hacía solo unos minutos eran la prueba de ello.
—Bien. Elaboraré algo especial para este chico. Tú ve a prepararte para tus lecciones vespertinas — la rubia anunció saliendo de la sala de consultas de la casa de los Haruno sin molestarse en esperar respuesta de su sobrina.
Sakura murmuró una afirmativa y al volver a quedarse a solas con Sasuke, regresó su mirada a él, tímidamente.
Le regaló una pequeña sonrisa y un suave rubor se instaló en sus mejillas.
Muchos hubieran pensado que esas eran señales de que la joven se sentía cohibida e interesada de forma "romántica" por él, pero el Uchiha era consciente de que en realidad se trataba de un gesto consolador y amistoso, más que cualquier otra cosa.
Ella ya sabía que había tenido una vida e infancia difíciles, pero acababa de ver por primera vez las cicatrices que lo atestiguaban.
Por primera vez veía algo más que la expresión vacía y misteriosa que acompañaba el semblante de Sasuke en todo momento, algo más de lo que su imperturbable exterior quería dejar ver y siendo una joven tan gentil y dedicada a ayudar, por supuesto que la había conmovido.
—Uchiha-san, no se preocupe. Toda la medicina que Tsunade-sama hace es casi milagrosa. El dolor que siente, con el debido cuidado y mantenimiento, pronto desaparecerá e incluso olvidara que lo tuvo — ella afirmó levantándose de su lado y dándole la espalda, brevemente.
Sasuke vio la baja coleta con la que había atado su cabello sacudirse frente a sus ojos y sus dedos no pudieron evitar levantarse para rozar la suavidad fantasma de sus rizos rosados.
"Lo único que hace desaparecer mi pena eres tú" pensó, acongojado por el deseo de poder decírselo en voz alta.
Pero era muy cobarde aun y no estaba listo para dar un paso en su dirección.
Sakura y él a veces solían cruzarse por el pueblo y saludarse como cualquier ciudadano haría, pero nunca había habido nada más que eso. Ella apenas le dirigía una mirada de reconocimiento y él no tenía de otra más que mostrarse educado y en raras ocasiones caballeroso. Nunca habían tenido una verdadera conversación.
Esa era la primera vez que cruzaban más de dos palabras y el motivo era de carácter médico.
—Está bien. Tampoco espero estar mejor de la noche a la mañana — Sasuke expresó con aire despreocupado.
—Me alegro de que piense así. La mayoría de las personas vienen buscando un alivio inmediato y se decepcionan o incluso se molestan cuando no es así — Sakura puntualizó tomando unas hierbas para guardarlas en una pequeña caja. Luego se giró a verlo con esos ojos que a veces le provocaban al Uchiha deseos de llorar por lo mucho que la adoraba —. A la gente no le gusta que el bienestar tome tiempo.
Con delicadeza y consciente de que Sasuke era un hombre al que el contacto humano se le dificultaba, la pelirrosa puso en sus manos el regalo y le dio una pequeña palmadita en el dorso.
Él se lo permitió y simplemente se dedicó a mirarla de forma extraña.
Cualquier mujer se habría sentido intimidada por la cercanía con él, pero Sakura no.
Ella estaba mucho más allá de verlo como un hombre capaz de despertar a la mujer que había en ella.
Para Sakura él debía ser solo un paciente y ella su doctora.
... O peor, debía seguir siendo ese niño que se había quedado completamente sólo en el mundo tras perder una familia que nunca lo amó para empezar y ella una persona que al menos podía ofrecerle amabilidad.
—Mezcladas en infusiones, estas hierbas pueden ayudarlo con el insomnio — explicó y al ver la confusión en el rostro del pelinegro, ya que él nunca mencionó tener problemas de sueño, le regaló una sonrisa aún más grande —. La vida de un oficial no debe ser fácil y esas ojeras bajo sus ojos me dicen que puedo dimensionar cuánto.
Nuevamente, tomándose más atrevimientos de los que debería, el toque delicado como una pluma de sus dedos entró en contacto con la piel de los párpados inferiores de Sasuke y por un momento hizo que todo su mundo se detuviera.
Sería tan fácil tomar su muñeca y envolverla en un abrazo o incluso sujetarla para besarla con todo el amor contenido que siempre había sentido por ella.
Esa pareció la oportunidad perfecta para finalmente tener un avance aunque fuera pequeño hacia su ansiado corazón.
No obstante, el Uchiha siempre había tenido planeado hacer las cosas diferente y no pensaba abandonar la metódica y especifica serie de procedimientos que había elegido llevar a cabo para llegar a Sakura, por nada del mundo.
En lugar de hacer lo que su alma clamaba a gritos, solo se quedó mirándola, paralizado e incapaz de responder.
De hecho, justo en ese momento se preguntó si acaso esa podría esa oportunidad que nunca pensó que llegaría para llevar a cabo la primera fase de su plan: invitarla a conversar informalmente alguna vez.
—Sakura...
—Está listo, Uchiha-kun — pero la interrupción de Tsunade no le permitió dar un figurativo paso más.
La mujer se adentró con firmeza en la estancia. Como si fuera un gigante cuya caminata hacía temblar el suelo y cuyo rostro severo no tenía otra intención más que amedrentar a cualquiera en su camino.
Ninguno de los dos, dudaba que su aparición hubiera sido a propósito.
Lo último que Tsunade debía querer era que su brillante y amada sobrina se involucrara con el miembro más dañado de la peor familia que conocía en todo Konoha.
Resignado, Sasuke asintió trémulamente y se dispuso a marcharse.
Quería conversar un poco más con Sakura, pero no quería parecer demasiado sospechoso a ojos de la rubia, así que tomó las medicinas y las hierbas y se deslizó con elegancia por el poco espacio que la doctora mayor le dejó en el umbral de la puerta para pasar.
No obstante, volvió a darse la vuelta cuando recordó que aún no había pagado e hizo ademán de sacar su billetera.
—Descuide, Uchiha-san. Es lo menos que podemos hacer por usted — Sakura rápidamente se negó a recibir dinero de él.
Sasuke se debatió unos segundos entre lo que quería hacer, que era pagar por su atención como era debido, o aceptar su amabilidad, como ella quería.
Al final, decidió complacerla.
—Gracias y gracias por todo, Sakura — murmuró, dándole una breve pero significativa mirada a la joven de cabello rosa.
—No hay de que, Sasuke-kun. No dudes en venir otra vez si lo necesitas. Te prometo que haré todo lo posible por ayudarte para que estés bien — ella se inclinó en una pequeña reverencia y le dio una de sus mejores sonrisas.
Una de las que aceleraban el corazón del Uchiha descontroladamente y le hacían recordar que tenía un alma capaz de sentir amor, a pesar de nunca haberlo recibido.
Seguro de que si no se marchaba en ese mismo segundo todos pensarían que era raro, asintió y salió de su radar, caminando apresurado hacia la entrada de la casa de los Haruno.
Justo antes de marcharse, una nueva persona lo llamó. Para su fortuna, alguien tan amable como la dueña de su corazón.
—Que estés bien, Uchiha-kun. Recuerda cuidarte y alimentarte bien — Kizashi Haruno le habló desde la cocina con su habitual tono gentil.
Entre el par de hombres se dio un pequeño intercambio de miradas en el que Sasuke reconoció, por centésima vez en su vida, que solo una persona tan sensible y bondadosa como el señor Haruno podía educar una mujer tan maravillosa como Sakura.
Si todos los padres del mundo fueran como Kizashi, definitivamente las personas como Sasuke no existirían, en cambio, solo habría seres tan perfectos como Sakura.
—Gracias, señor. Hasta pronto.
Sasuke terminó volviendo a su hogar en un tiempo récord y apenas estuvo en soledad tiro sus medicinas a un lado y rebuscó en su bolsillo.
Como si sostuviera el hilo del que pendía la vida de su amada, tomó el listón blanco que había robado del cabello de Sakura cuando ésta estaba distraída examinándolo y lo paso entre sus dedos al tiempo que lo miraba contemplativo.
Una parte de él se sintió enferma y más incorrecta que nunca por robar una posesión que no sabía si era o no preciada por Sakura; pero otra sentía que había hecho bien, pues nunca sabía cuándo sus ilusiones románticas hacia ella podrían verse destruidas. Si acaso un día su amor finalmente terminaría por ser imposibilitado y necesitaría al menos un recuerdo al que aferrarse.
Observó el objeto que antes había adornado tan encantadoramente el cabello de la mujer de ojos verdes y luego procedió a guardarlo en una caja donde las pocas posesiones preciadas que tenía estaban guardadas.
Estuvo a punto de dejarlo ahí y marcharse para hacer otras cosas, sin embargo, al pie del umbral de la puerta se detuvo y dudó por largos segundos hasta finalmente terminar por volverlo a sacar.
Entonces, incapaz de no caer aún más bajo, sostuvo con una mano el listón contra su nariz, oliendo ese aroma que tanto adoraba y lo excitaba cuando lo tenía a su alrededor, mientras que con la otra acarició su miembro tratando de satisfacer ese lado oscuro que Sakura también era capaz de despertar en él.
Desearía decir que esa fue la única vez que lo hizo, pero después e incluso antes, llevó a cabo ese insano impulso, con la pelirrosa llenando sus pensamientos y fantasías de formas que hizo realidad una vez que se casaron.
Aunque en aquel entonces no tenía mucha esperanza de que las escenas que su mente se esforzó por crear con Sakura como protagonista se hicieran realidad.
Que maravilloso y benevolente fue el destino por hacer sus sueños posibles.
Que preciosa era la vida por permitirle un poco de felicidad en su vida.
Que bello era recibir la gracia de Dios en forma de semejante regalo.
... Aunque, bueno, de cierta forma se lo debía.
Tal vez otra forma de ver su fortuna seria que había pasado una infancia de mierda justamente para un día merecer a la mujer que sería su esposa.
Que había nacido en una cuna de lobos hambrientos y en ese pueblo maldito, pasar indescriptibles torturas y vivir en un mundo donde pensó que nadie nunca lo querría... Solo para encontrarla a ella.
A la única persona en el mundo que podría llegar a amar a un hombre como él.
En el presente, Sasuke acarició el rostro de su esposa con suavidad para no incomodarla, mientras que su mirada oscura y pensativa no se apartaba de su vientre.
Ciertamente, desde aquel maravilloso día en que a sus diez años cruzó miradas por primera vez con aquella joven que parecía todo menos un ente de ese mundo, había fantaseado con lo que supondría una vida a su lado.
No obstante, pocas veces contempló en ese panorama la posibilidad de incluir una tercera persona.
Él hubiera sido feliz si por el resto de sus vidas solo hubieran sido ellos dos... Pero la vida les había preparado algo diferente y ahora un nuevo ser, resultante del desbordante mar de sentimientos y acciones que eran sus padres, se estaba gestando dentro de Sakura.
Una persona que sería tanto mitad suya como de la persona que más amaba y maravillaba en el mundo, pronto estaría con ellos.
Si su esposa decidía que quería tenerlo, por supuesto.
—¿Quieres que prepare algo en especial hoy? — Sasuke le preguntó con suavidad a lo que ella negó.
El Uchiha hizo una mueca para nada conforme con su respuesta, pero guardó silencio. Inclusive se contuvo de hacer el típico comentario de que debía alimentarse por dos de ahora en adelante, pues no quería tocar el tema.
Su esposa no quería tocar el tema.
Desde que se dieron cuenta de que estaba embarazada, Sakura no había podido decidir cómo se sentía al respecto y por ello habían hecho dos acuerdos temporales al respecto.
Uno: que no hablarían sobre lo que habitaba su vientre y mucho menos le llamarían "bebé" hasta que decidieran si debían tenerlo y dos: que el embarazo quedaría solo entre ellos dos.
Aun si Itachi parecía haberse dado cuenta de la "maravillosa" noticia antes que ellos.
—Aunque... — la voz de su esposa apenas salió como un tímido susurro —. ¿C-crees que podríamos comer ligeramente picante? Solo un poquito.
Y aun si la propia Sakura no podía ocultar tanto como desearía su estado.
El corazón de Sasuke se hinchó con un sentimiento de dicha y dulzura y asintió, obedientemente. Acto seguido le dio un beso en la frente y se puso de pie, dispuesto a ir a la cocina y prepararle algo delicioso.
Ahora más que nunca pensaba tratar a su esposa como una reina y mostrarle los extremos más altos de su devoción.
Tener una esposa amada era razón suficiente para volver a un hombre un esclavo, pero tener una esposa amada que además estaba creando vida en su interior era todavía más crucial.
Pese a que la noticia del embarazo era reciente, Sasuke sentía que había nacido en él un nuevo sentido de propósito.
No quería emocionarse demasiado con la idea, pero la mera posibilidad de en unos meses convertirse en padre, le provocaba una enorme sensación de gloria y victoria que solamente recordaba haber experimentado a ese nivel dos veces anteriormente. Una el día de su boda y la otra cuando consumó su matrimonio.
Añadido a eso, además de la plenitud y felicidad que le provocaba saber los alcances en los que su amor por su esposa podía expresarse, de manera tangible, también se sentía motivado por la posibilidad de ser ese padre que siempre deseo tener para sí mismo.
La perspectiva de ser ese lugar de seguridad y amor que todo un niño merecía, le estaban dando un aliento de vida imposible de poner en palabras.
Estaba decidido a que, si Sakura aceptaba tener ese bebé, él sería el mejor padre del mundo.
Iba a amar, cuidar y proteger a su pequeño o pequeña hasta su último aliento y, por descontado, no permitiría que nadie lo dañara, como el mundo le hizo a él y a su madre.
Así que ahora, más que nunca, estaba decidido a salir de Konoha lo antes posible y a eliminar a Itachi de sus vidas. Todo antes de que ese bebé fuera dado a luz.
Justamente, cuando entró en la cocina se topó de frente con uno de los muchos motivos de irritación y preocupación que plagaban su mente sin descanso y, para su total molestia, estaba ocupando el espacio que él requería.
—Muévete — dijo con tono duro y por un segundo Itachi pareció crisparse ante el sonido de su voz.
Estaba tan concentrado en su tarea que no lo escuchó llegar.
—Oh, no te preocupes, ya estoy por terminar — le mostró en sus manos el pequeño platillo de dangos en el que había estado trabajando las últimas horas —. Pensé que a Sakura-chan y al bebé les vendría bien comer algo. Ha estado encerrada en esa habitación mucho tiempo sin probar bocado.
Sasuke le dirigió una mirada despectiva tanto al platillo como a su dueño y luego rodó los ojos.
—Va a comer algo, pero no eso, así que lárgate para que pueda cocinar algo para ella — el hermano menor ordenó abriendo la alacena para sacar poco a poco los ingredientes que iba a necesitar.
—¿Especias? No creo que una comida exótica y fuerte sea adecuada para una mujer en sus primeros meses de embarazo — Itachi puntualizó, analizando con una expresión aprensiva los frascos que Sasuke había dejado sobre la encimera —. En especial una tan delicada como ella. A Sakura-chan le vienen mejor las cosas dulces.
—Esto es lo que ella me pidió y eso es lo que le daré — el pelinegro menor volteó a verlo con una expresión implacable y completamente furioso por los intentos de su hermano por decidir lo que era o no mejor para su esposa, tomó el dango y sin dudar lo tiro a la basura —. Lo siguiente serás tú si no te largas.
Aunque sus acciones debían ofenderlo, Itachi se limitó a contemplar su esfuerzo en el cesto de los desperdicios y soltar un suspiro, derrotado.
—Bueno, pero entonces tendrás que lavar los utensilios que use — se encogió de hombros y salió de la cocina, finalmente.
Sasuke no respondió ni reconoció su despedida. Preferiría pasar la semana completa con las manos en el fregadero que lidiar con su hermano mayor.
Esperaba al menos perderlo de vista lo que restaba del día y, en cambio, poder dedicarse a mimar a su mujer sin ninguna distracción de por medio.
Para su infortunio no fue así y aunque sí fue advertido sobre ello, no se preparó para los siguientes acontecimientos.
La puerta comenzó a sonar en fuertes y furiosos golpes que no parecieron provenir de una sola persona y casi inmediatamente una serie de voces comenzaron a gritar desde afuera, una sobre la otra.
—¡Uchiha! ¡Sabemos que están adentro! ¡Den la cara y hablen con nosotros!
—¡No pueden esconderse toda la vida! ¡Tienen una responsabilidad con este pueblo, como todos los demás!
—¡La suya es incluso mayor, así que dejen de huir!
Las voces corearon miles de insultos y exigencias más, que se mezclaron entre ellas y con los golpes y sacudidas cada vez más furiosas de la madera de la puerta.
—¿De qué hablan? — Itachi preguntó retrocediendo lejos de la entrada de la casa. En su expresión la confusión no podía distinguirse como falsa o genuina.
Sasuke no se molestó en responderle.
Simplemente tomó uno de los cuchillos más largos que tenían en la cocina y a paso rápido se aproximó a la puerta.
Lo siguiente que se escuchó fueron los gritos ahogados que los invasores afuera dieron al ver la cuchilla atravesar una y otra vez distintos puntos de la puerta, sin darle ninguna importancia a que pudieran salir heridos de tan inesperado ataque.
Sasuke repitió su acción unas cuantas veces más de forma rápida, hasta que el grito de una mujer al ser acuchillada en el antebrazo le anunció que había logrado su cometido.
Su siguiente movimiento fue finalmente abrir la puerta y con el arma blanca aun empuñada a la altura de su rostro, listo para atacar, mirar a los ojos a cada uno de los indeseados visitantes.
—¿Quién sigue? — preguntó con el semblante tan muerto como el tono de su voz.
—¡Mocoso arrogante! ¡¿Cómo te atreves?! — un hombre al que no había visto jamás en toda su vida intentó abalanzarse sobre él, pero se arrepintió en cuanto vio que el Uchiha no titubeo en tomarlo por el cuello y apuntar el cuchillo a su frente.
—Esta es mi propiedad, ¿cómo se atreven ustedes a venir aquí y armar un escándalo?
—Venimos porque no tenemos de otra — la más joven entre todos los presentes defendió su causa aun cuando estaba temblando de miedo —. Estamos desesperados por ayuda y no entendemos por qué usted y Sakura-san se niegan a dárnosla.
—Solía pensar que esa niña era una desgracia para este pueblo y que no merecía que ni un alma la quisiera, incluyéndote a ti, pero ahora veo que son tal para cual — una señora lo miró furiosa y con el rostro completamente rojo de la frustración, aunque luego pareció entrar en razón sobre algo y cambió su discurso —. Aunque... Pensándolo bien, comienzo a creer que el problema siempre has sido tú... Desde el principio... Tal vez tú has sido el culpable de todo.
Sasuke enarcó una ceja y soltó a su víctima, dejándolo caer al suelo como si fuera un niño en lugar de un hombre.
—En realidad... Siempre me ha costado creer que una muchacha tan gentil y magnánima como la Sakura que una vez conocimos, nos ha abandonado a nuestra suerte, pero ahora empiezo a entender la razón — otro señor al fondo reflexionó, esta vez con un tono menos agresivo y más bien triste —. Si vive bajo el mismo techo que un marido tan violento como usted... Dios, ahora me siento tan arrepentido de haber pensado mal sobre ella.
—¡Es por eso que no la deja salir sola y le prohíbe tomar consultas sin usted presente! — la misma joven de antes lo acusó, apuntándolo con el dedo y con el rostro lagrimeante.
—¡Es por eso que se casó con ella poco después de lo que le pasó, sin importar lo destruida que estaba!
—¡Incluso tal vez llegó tan lejos como para matar a su padre!
—¡Es usted! ¡Usted es el asesino del sendero de las luciérnagas!
—¡Tú has sido su verdugo todo este tiempo! ¡No su esposo!
—¡Rastrero!
—¡Asesino!
—¡Demonio!
Una a una, más acusaciones, todas más graves que la anterior, hicieron eco en los oídos de Sasuke y por un breve instante lo paralizaron, imposibilitándolo de defenderse.
Ahora definitivamente los papeles se habían invertido y quien salió por completo de la gracia de Konoha era él en lugar de su esposa.
Aunque esto ciertamente era peor.
Ya no solo lo pensaban un inútil a la hora de ayudar a resolver el caso, sino que lo creían el objeto directo de investigación.
El causante de todo el mal que aquejaba al pueblo y a la mujer que había jurado proteger y amar por el resto de su vida.
Bastardos de mierda.
Locos perseguidores sin un gramo de consciencia.
Los odiaba.
Los odiaba más que nunca.
Definitivamente nunca los iba a perdonar por esto.
Se iban a arrepentir por su estupidez por la eternidad.
—¡Ahora más que nunca debemos entrar! —¡Sí! ¡Tenemos que sacar a Sakura rápido!
En cuanto escuchó a los invasores vociferar sus nuevas intenciones, los más enraizados y violentos instintos de Sasuke se activaron.
—¡Nooooo! — soltó un alarido de guerra que hincho la vena de su cuello y le confirió la apariencia de un verdadero lunático.
El mero grito en sus caras debió haber sido suficiente para asustar a las anteriormente envalentonadas personas, pero éste vino acompañado por el estruendo de un rifle cuyo proyectil fue lanzado en su dirección. Por suerte, no logró herir a nadie.
Tan sorprendido como ellos por la interrupción, Sasuke se dio la vuelta y sus ojos se abrieron al máximo al ver que quien sostenía el arma no era otra que su mujer.
—¡Lárguense! — Sakura gritó con firmeza, desprovista de cualquier rasgo del miedo o inseguridad que todos reconocían la había caracterizado los últimos años —. ¡Nadie va a sacar a nadie de aquí! ¡Nadie va a gritar ni exigir nada en este lugar a menos que sea mi marido o yo! ¡Y mucho menos alguien va a acusar a mi esposo de estupideces en su propia casa!
Sin dudar, la pelirrosa volvió a apuntar y sagazmente su nuevo disparo dio en un árbol cercano al grupo de invasores.
Estos gritaron del miedo, más fuerte que nunca e intentaron hablar, pero la Uchiha los acalló de inmediato.
—¡¿No me escucharon?! ¡Váyanse o les juro que tendrán que buscar quien les saque a todos las balas de la cabeza! ¡Porque yo no lo haré!
Algunos no dudaron en obedecerla, espantados no solo por el arma sino por el fiero brillo en los ojos de Sakura. Otros intentaron resistirse, pero al final bastó con que ella diera un nuevo disparo en su dirección, esta vez más cerca que nunca de ellos, para que finalmente siguieran a los otros y desaparecieran de su propiedad.
Por un momento, todo lo que pareció llenar el ambiente fueron los jadeos e improperios que aquellos visitantes lanzaron en contra de los Uchiha mientras huían, así como la acelerada respiración de la joven con el rifle aún en alto y cuyos estruendos anteriores todavía parecían hacer eco en los oídos de quienes los escucharon.
Durante unos breves segundos, el par de esposos solo se quedaron observando el horizonte, cada uno incapaz de soltar su respectiva arma por el miedo de que fueran a regresar y su estupor solo pudo llegar a un fin cuando la voz de un testigo que había visto todo el espectáculo de principio a fin, apareció a sus espaldas.
—Vaya, había olvidado que eso estaba en la casa — Itachi señaló con gran impresión refiriéndose al arma de fuego en manos de su cuñada —. Papá lo usaba para, bueno... Lo usaba con nosotros. Así que pensé que Sasuke ya se habría deshecho de él. Que bueno que no lo hizo, no quiero imaginar que hubiera pasado si no hubieras aparecido.
—Entra a la casa, Sakura — Sasuke ordenó con la voz seca y enojada, lo que sorprendió a la mujer y la hizo dudar un poco sobre obedecer —. Dije que entres.
—Oye Sasuke, esa no es forma de hablarle a tu salvado...
—Tú cállate. Entra Sakura y dame esa mierda — el Uchiha menor se aproximó a su mujer y le arrebató el rifle de las manos.
—Sasuke, ¿estas bien? ¿Ellos realmente iban a...?
—No iba a hacer nada porque no iba a permitirles dar un paso más — su esposo volvió a interrumpir cada vez más impaciente y molesto. Sin molestarse en ser cuidadoso, la tomó por la muñeca y comenzó a arrastrarla hacia el interior de la casa —. ¿En qué estabas pensando ¿Cómo se te ocurrió salir y hacer eso?
—No lo pensé. Solo escuché gritos y amenazas y sentí miedo de que quisieran hacerte daño — aunque, por el pequeño rastro de sangre en la ropa de su esposo, podía ver que quien había provocado daño había sido él.
—Para empezar, ¿dónde encontraste el arma de mi padre? — Sasuke reclamó, empujando a su mujer dentro de la habitación que compartían y cerrando la puerta con toda la furia del mundo.
—E-estaba limpiando un día tu oficina cuando la encontré... Pero nunca me había atrevido a tocarla — Sakura respondió con timidez.
De repente toda la valentía que había demostrado minutos antes se le había acabado y ahora solo quedaba una creciente preocupación e inquietud por la ira de su esposo.
Él ya no parecía estar enojado únicamente por la intromisión de los habitantes de Konoha, sino también por su atrevimiento al salir de la casa, aún si había sido para ayudarlo y, de hecho, parecía que por eso su cólera estaba creciendo más y más si eso era posible.
El hombre la tomó por los hombros con fuerza y Sakura creyó escuchar cómo sus dientes crujían entre sí conforme le hablaba, así como ver un destello de traición y desesperación en sus cada vez más frenéticos ojos negros.
Su expresión corporal la estaba asustando tanto que intentó apartarse, pero eso solo consiguió que sus manos se afianzaran a ella con más fuerza y por ende le provocaran más dolor.
—Pudiste haberte hecho daño al disparar tan temerariamente. Ni siquiera sabía que sabías hacerlo — sinceramente ahora tenía muchas preguntas sobre cómo había adquirido dicha habilidad, pero no veía caso a cuestionarlo cuando había algo mucho más importante que aclarar —. Yo tenía todo bajo control, no había necesidad de que interfirieras. Yo iba a protegerte con mi vida si era necesario... Siempre lo he hecho y ahora más que nunca iba a hacerlo.
—Sa-Sasuke-kun... — ella suplicante lo llamó por su nombre, al mismo tiempo que seguía luchando por deshacerse de su agarre tratando de hacerlo entrar en razón. De qué se diera cuenta de lo que le estaba haciendo pues podía sentir cómo sus uñas se estaban clavando en su piel.
—Tú no tienes que mover ni un solo dedo ni por mí ni por ti. Ya te había dicho que yo me encargaría de los dos — él continuó esta vez empujándola contra el suelo para anteponerse aún más a ella y se posicionó sobre su cuerpo imposibilitando su huida, como un callejón sin salida —. ¿Qué crees que habría pasado si hubieras logrado darle a alguno de ellos? ¿Todavía querrías seguir viviendo aquí? ¿Podrías seguir fingiendo que no los odias y realmente quieres ayudarlos? Yo responderé por ti. No. Porque si eso hubiera pasado este marido tuyo habría matado sin dudar al resto, tomado lo esencial de este lugar y huido a donde nadie nos encontraría, sin importar si eso nos convertía en fugitivos por el resto de nuestras vidas... ¡Así de lejos estoy dispuesto a llegar por ti!
—¡Yo también! — ella le gritó de vuelta, sobrecargada por sus declaraciones y, al mismo tiempo, por los sentimientos que la habían embargado al escuchar lo que esas personas dijeron sobre él —. ¡Yo también estoy dispuesta a llegar hasta donde tenga que llegar para protegerte! ¡Eres mi esposo, Sasuke!
—¡Lo soy! ¡Y por eso mi deber es ser el que se ensucie las manos por nuestro bien! ¡Tú nunca debes hacerlo! — Sasuke cedió a su desesperación por no poderla hacer comprender sus emociones y tomó sus labios en un furioso beso. Naturalmente, ella no lo recibió de buen grado, por lo que la soltó y comenzó a besar sus mejillas con un poco más de cuidado —. Tú no puedes terminar como yo... No debes perder tu pureza nunca... Yo jamás la he tenido, así que no pasará nada si obro mal... Tú, en cambio, no... No puedes ni tienes por qué hacerlo.
Su voz murmuró contra su piel con tanta dulzura y al mismo tiempo pasión creciente que Sakura supo a dónde quería llegar e intentó nuevamente poner distancia entre los dos.
—No, Sasuke-kun... Por favor — suplicó tratando de sonar calmada, para no provocar otro arranque de enojo en él.
Su esposo siempre había sido sumamente sensible al rechazo al punto de sobre reaccionar ante él.
—Tienes que aprender Sakura. Pareces haber olvidado todo lo que te he enseñado — él le dijo de forma criptica y no dudó en llevar sus dedos a los botones de su vestido para desabrocharlos uno por uno.
En ese instante, la pelirrosa supo que no iba a soltarla, aunque se lo pidiera, porque lo último que quería era acostarse con ella por placer.
Lo que iba a hacer era una lección.
El hombre volvió a besar sus labios y esta vez Sakura no tuvo de otra más que recibirlo. Sorprendentemente, a diferencia de otras ocasiones en las que la había castigado, esta vez acarició su boca con la suya con una ternura y calma con la que ella no pudo pelear. De forma inconsciente se dejó llevar por la sensación cálida que el beso estaba logrando transmitirle y no tardó en corresponder.
Paulatinamente los besos de su marido fueron bajando hasta que su boca y su lengua se encontraron con sus dulces y pequeños pezones y comenzó a lamerlos y chuparlos provocando que ella jadeara, gustosa.
Sin embargo, a diferencia de lo usual, en lugar de que su voz excitada lo complaciera, pareció tener el efecto contrario, pues el hombre entonces mordió su piel provocándole un pinchazo de dolor.
—¿Sasuke?
Él no respondió a su llamado, en cambio, le levantó el vestido hasta que éste se arrugó sobre su vientre. Acto seguido, sacó su miembro ya erecto y lo dejó caer pesadamente sobre su bajo vientre, para deleitarse un breve instante con la visión de su pene entre los rizos rosados de su esposa.
La joven se incorporó sobre sus codos y de sus labios un gemido en parte adolorido y en parte lujurioso salió mientras observaba cómo su esposo se adentraba en ella a pesar de no estar lo suficientemente excitada.
Sin prepararla más o esperar un momento para que se acostumbrara a su tamaño, Sasuke comenzó a empujar en su interior con crudeza y rapidez.
Sakura intentó sostenerlo de los antebrazos para tener algo a lo que aferrarse por el fuerte placer que se combinaba con el dolor, pero el Uchiha la tomó por las muñecas y levantó sus brazos por encima de su cabeza, sosteniéndolos con su mano como si fueran grilletes.
Al ver sus tentadores pechos en alto, el hombre no se contuvo en bajar su boca a ellos otra vez y chuparlos y jalarlos aún más fuerte que antes, como una bestia. Además, se encargó de ensuciar el resto de su pálida y exquisita piel con más besos fuertes que la dejaron llena de chupetes y moretones. Especialmente en su cuello.
—No me pidas clemencia, porque no la tendrás. Voy a cogerte como yo quiera y en este momento no quiero nada más que hacértelo tan rudo que te arrepientas de haberme hecho enojar — el Uchiha gruñó, separándose de ella para contemplar su obra.
Ella no respondió más que con más gemidos dulces y fascinados, pero eso era todo lo que él necesitaba escuchar.
Los huesos de las caderas masculinas golpearon contra ella con una violencia que prometía dejarle moretones en el interior de las piernas y la mano libre de Sasuke tomó a Sakura por la mandíbula para obligarla a abrir la boca y así unir su lengua a la de ella de la forma más lasciva imaginable.
Pequeñas lágrimas se agolparon en los ojos verdes de la joven, pues, aunque no estaban haciendo el amor, sino todo lo contrario, se sentía innegablemente bien.
Le estaba encantando la forma en que su esposo la estaba "torturando" y hubiera explotado en un orgasmo si él no hubiera salido de ella para darle la vuelta a su cuerpo.
Sasuke nunca soltó sus muñecas y volvió a apretarlas tras su espalda para mantenerla en su lugar como él quería.
Sus duros picos encontrándose con el frío suelo hicieron que soltara un gemido agudo y alto que su esposo tomó como otra señal negativa y por eso se ganó una fuerte bofetada en los glúteos.
Nunca la había golpeado con tanta fuerza y eso la sorprendió, pero como también la excitó a un punto que nunca había experimentado antes, Sasuke volvió a sacudir y enrojecer la carne de sus mejillas con el impacto de su palma.
—Eres una sucia, Sakura. Estas empapando el suelo — él le susurro al oído con voz dura y le mordió el lóbulo de la oreja —. Más te vale limpiarlo cuando terminemos. Eso y todo el semen que va a terminar desbordándose de ti.
La joven cerró los ojos y se olvidó de contener su voz conforme él seguía nalgueándola, culminando en un largo y alegre llamado a su nombre cuando él volvió a su sumergirse en su interior con la misma poderosa fuerza de antes.
Esta vez la pelvis de su esposo golpeando su trasero era lo que la pelirrosa sabía que le provocaría dificultades para sentarse los próximos días, pero aun así no le importó.
—Sasuke... Se... Se siente tan bien — logró decir volteando la cara para verlo a los ojos —. M-me gusta mucho... Tanto que quiero que me lo hagas así toda la vida. Mucho. Tanto. Consúmeme hasta que no quede nada de mí.
Inmediatamente, sus palabras provocaron una nueva oleada de emoción en su esposo.
—¿Ah sí? Pues no puedes ni imaginar cuánto más quiero yo hacer un desastre contigo... — él respondió tomando la gruesa mata de cabello rosado y dándole varias vueltas en su muñeca para jalarla y usarla para tomar todavía más impulso — Sobre todo cuando te ves así de hermosa rogando...
Al parecer estaba decidido a causarle tanto dolor físico como placer, pero ella estaba tan sumergida en esto último que reaccionó gimiendo con más fuerza y apretando sus paredes internas a su alrededor como jamás había hecho.
—¡Hazlo! ¡Más! ¡Sasuke, más! ¡Métete más rápido y duro dentro de mí! ¡Por favor! — suplicó al borde de correrse y para su fortuna, él no se negó —. ¡Sí! ¡Así! ¡Más! ¡Más! ¡Más!
Las embestidas del Uchiha nunca habían sido tan profundas y rudas como en ese momento. Él incluso la soltó cuando estaba llegando a su límite para abrir sus nalgas entre sus manos y dejar que sus depravados ojos observaran la palpitante y húmeda entrada de su mujer absorbiendo su miembro como si quisiera arrancárselo.
Sasuke ni siquiera estaba consciente de los jadeos animales y guturales que salían de su propia boca, pero sí lo fue a detalle de la forma en que su esposa gimió su nombre por última vez y la manera en que su cuerpo se sacudió cuando llegó al orgasmo.
Su mujer siempre parecía una criatura de otra dimensión cuando hacían el amor, pero en esa ocasión pudo haberse confundido fácilmente con el más perverso e irresistible súcubo salido del infierno.
Con una extensa y emocionada sonrisa, Sasuke dio unas cuantas estocadas más dentro de ella y casi se rió como loco, cuando a los pocos segundos la vio explotar en un segundo orgasmo más agudo que el anterior.
Sus ojos verdes, grandes y ensombrecidos por la lujuria se encontraron con los de él y motivaron al Uchiha a no perder la oportunidad de seguir con su aleccionamiento.
Consciente de que también estaba en su límite, el pelinegro salió de su interior rápidamente y, antes de que ella pensara que habían terminado, le dio una nueva nalgada como si fuera una perrita que necesitaba un empujón para obedecer.
—De rodillas — le dijo con un tono implacable y, aunque aún lánguida y cansada, ella no se negó a cumplir su pedido —. Aprieta tus pechos en tus manos... Sí, justo así.
Las pupilas del hombre se dilataron al máximo al ver la imagen más sucia que su esposa había presentado para él: con la piel húmeda y llena de marcas, el sudor corriendo por sus maltratados senos y el rostro expectante y necesitado de recibir más de sus atenciones.
Por eso solo tuvo que sacudir su mano en su erección unas pocas veces antes de que su semen saliera a borbotones y cayera directo en el rostro de su Sakura.
Rápidamente ella lamió el líquido al alcance de su lengua, pues una gran parte se derramó sobre su pecho y luego procedió a succionar su erección en su boca para sacarle hasta la última gota del líquido blanco.
En todo momento, con las mejillas ahuecadas a su alrededor y una mano traviesa acariciándole los testículos, la joven lo miró a los ojos y por ello Sasuke la recompensó acariciando su cabeza.
—Buena niña... Parece que aprendiste bien — la elogió separando su boca de su miembro, escuchando, complacido, el ruido acuoso y lascivo que eso provocó y observando los hilos de saliva que lo conectaban a él y al bello rostro de su mujer —. Pero aún tengo que asegurarme de que no se te olvide quién eres tú y quién soy yo.
Sakura recibió, obediente, el beso hambriento que su esposo le dio y le permitió rasguñar sus nalgas mientras la levantaba para continuar con su acto sexual.
Estaba completamente perdida por Sasuke. Débil a su voluntad e inconsciente del mundo a su alrededor.
En ese momento nada le importaba más que el hombre entre sus piernas y lo bien que la hacía sentir.
Ni siquiera la presencia afuera de la habitación que había espiado de principio a fin lo que hacían y que se quedó a presenciar como Sakura reía y gemía, loca de placer, mientras su marido la cogía de pie contra la pared.
...
NOTAS FINALES:
Sip, aquí hay muchas contradicciones con la personalidad y forma de pensar de los personajes, precisamente porque ya cayeron en una incoherencia entre lo que son, lo que piensan, lo que quieren y lo que hacen. No sé ni como describir lo que es escribir a esta gente loca, verdad de Dios.
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Amixes hoy no voy a alargar mucho el espacio aquí.
Mil gracias por apoyar esta historia! De verdad lo aprecio un montón. No olviden comentar qué les está pareciendo y lo que piensan que pasará a continuación. Sus opiniones son lo que le da vida a esta experiencia.
Nos leemos en la siguiente actualización! Bye!
