Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
Hola, aquí estoy con la primera actualización del año, ojalá les guste, puede que sea un poco lento al inicio, pero ojalá les agrade la historia, y el capítulo.
Caminó apresurada, se le había hecho tarde y no sólo a ella, sino que a su hermano Charlie también, su madre se había empeñado a que le ayudaran a preparar el desayuno y como tres son multitud, las cosas no salieron muy bien, y no eran libres de dejar la casa sino desayunaban antes.
Avanzó apresurada hasta su aula, no quería que el director le llamara la atención, bueno, no es como que la regañaran mucho, una, era una persona responsable, segunda, sabían con quién salía y no querían problemas con la aristocracia de Londres, claro que ya no salían y todo podía pasar ahora.
—Señorita Weasley –sonrió el director, levantándose de la silla –sígame por favor.
—Por supuesto –observó a Luna, que estaba al fondo, se haría cargo del grupo en lo que ella se desocupaba, y no sería pronto. Por lo visto.
El director entró primero a la oficina, haciéndola poner los ojos en blanco ¿y de ese lugar salían los caballeros? Pensó.
—Hola, querida Ginevra –sonrió la mujer vestida con un traje Gucci y un par de zapatos Fendi y un bolso Louis Vuitton.
—Señora Corner –sonrió confundida.
—Director Wittaker ¿podría dejarnos solas a mi futura nuera y a mí? –le sonrió.
—Será un placer, con su permiso, Señora Corner –le hizo una reverencia y salió de la oficina.
—Y… ¿se puede saber de qué quiere hablar, Señora Corner? –frunció el ceño.
—No frunzas el ceño, querida o te arrugarás pronto –se sentó de forma pretenciosa y cruzó la pierna –Michael ha ido a buscarme después de que fue al restaurant y no estuvieses, fue a su apartamento y tampoco estabas, tus cosas habían desaparecido, está realmente preocupado, iba a venir él a buscarte aquí, él realmente te ama.
—Y si me ama ¿por qué no vino él? –contestó dolida.
—Le dije que vendría yo, me ofrecí como voluntaria a solucionar esto para él, es mi hijo, lo quiero y quiero lo mejor para él. Querida Ginevra –sonrió –así del mismo modo que supongo tu madre quiere lo mejor para ti.
—Así es –admitió.
—Lo sé ¿de qué otra manera hubieses puesto tus ojos en algo tan alto como Michael? –se burló.
—Para su información, a mi madre no le agrada mi relación con Michael.
—Tu relación. Ya no existe, la diste por terminada tú.
—Lo sé ¿y sabe por qué? –se burló.
—Porque supongo que descubriste que hay peces más gordos alrededor del Támesis ¿no es así? –Se burló –he conocido a muchas chicas como tú, Ginevra.
—Y yo me he topado con muchas mujeres como usted, señora Corner, pero no pienso seguir escuchándola, así que sea directa y déjeme seguir con mi trabajo.
—No me hagas enojar, Ginevra, porque sabes que si quiero, Wittaker te correría.
—No lo dudo, pero si sólo vino a eso, me iré a trabajar.
—Vine a decirte que lo mejor que has hecho en estos cuatro años que has estado con él es dejarlo, es una muy buena decisión de tu parte.
—Supongo que piensa que lo es, dejé a su hijo y ahora usted podrá casarlo con una mejor mujer ¿no es así? Bien, Señora, haga lo que quiera.
—Michael sin duda va a buscarte, y estoy aquí para hacerte una muy buena oferta para que desistas a volver con él, porque ambas sabemos que si él te lo suplica, eres tan débil, que volverías con él por amor, claro está –sonrió.
—Amo a Michael, tiene toda la razón, pero no pienso volver con él, y no, no es por la muy buena oferta que usted quiere hacer, le diré mis razones –bajó la vista –he soportado las aventuras de Michael porque le amo, pero eso sin duda demuestra el poco amor que me tengo a mi misma.
—La gente como tú no vale mucho, adquiere valor cuando alguien del nivel de mi hijo posa sus ojos en ellos, sólo así, así que no seas tonta y acepta el dinero.
—No sé qué tan feliz sea usted misma sabiendo que su esposo está con muchas mujeres.
—Soy su esposa –sonrió.
—Por el momento ¿Qué tal si alguna de ellas, logra deslumbrarlo más que usted? –Se burló –entienda algo, ni todo el dinero del mundo podrá regresarle la juventud, por muchos tratamientos a los que se someta, eso no hará que los años retrocedan, piense en eso la próxima vez que esté en una cena de negocios rodeada de mujeres jóvenes, y cada que vea a su marido verlas con ese interés morboso.
Ginevra retrocedió y caminó hasta la puerta dando por terminada la charla, el ambiente se había vuelto tenso desde que el director Wittaker las dejó solas.
—&—
Luna hizo una mueca de enfado cuando ella terminó su relato de lo que había pasado en la mañana, la rubia no podía creer lo bajo que había caído la madre de Michael, y lo cierto es que ella tampoco, sabía que no la soportaba, pero para llegar a ese grado.
—Tengo una amiga que conoce a los Corner hombres –dijo Lavander sin dar mucha importancia.
—Los Corner hombres incluye a Michael ¿cierto? –indagó Ginny.
—Así es, ella trabaja en ese sitio, dice que es muy interesante.
—No sé a qué te puedas referir con muy interesante –Ginny hizo un gesto de desagrado.
—Es una empresa –sonrió –por llamarlo de una manera, claro, ella dice que son chicas educadas que sirven como acompañantes para cualquier clase de cosas.
—Eso es asqueroso, Lavander –se quejó Luna.
—Necesitas un muy alto nivel para entrar ahí, buenas notas, buenas universidades, cualquier tipo de carrera, siempre y cuando fueras de las mejores de la carrera –sonrió –son acompañantes de los hombres ricos, para cualquier capricho, pero no estás obligada a ello, claro que siempre tienes que estar bajo una máscara.
—Debe ser incómodo hacer ese tipo de cosas, además es denigrante y…
—No tienes que acostarte con ellos si no quieres –murmuró Lavander.
—Es bastante extraño que sepas todo eso, Lavander ¿Qué haces por las noches?
—Mis notas no fueron tan espectaculares para entrar, sin embargo, conocí a esa mujer y comenzamos a charlar de lo difícil que era el trabajo en ocasiones, y bueno, ella ganó el debate, su trabajo es más difícil, sin lugar a dudas.
—Una máscara ¿no se supone que tienen que acompañarles a cenas y cosas lujosas y vanguardistas? –Indagó Ginny divertida –es una estupidez, como si una mujer bajo una máscara no fuera a llamar la atención.
—Tienes un alias –le informó Lavander –y sí, es una máscara, hay un sitio en específico donde se reúnen las celebridades y la élite de Londres y Reino Unido ¿sabes por qué? –Interrogó Lavander –porque a veces simplemente quieren charlar con una mujer con cerebro.
—Y digamos ¿si uno de ellos quiere llevar a una de esas chicas a una cena con el primer ministro, que ocurriría?
—Se selecciona una chica al azar, pero cuando vuelve al lugar, lleva una máscara, no podría reconocerla.
—Suena a algo completamente fantasioso –murmuró Ginevra mordiendo una manzana.
—Lo sé, pero me invitó a ir a ver como es ese mundo, no puedo entrar y trabajar ahí, es una lástima, podría dejar de dar clases –sonrió.
—Tienes unas ideas poco normales, amiga –negó.
—Quería que fuéramos, no me animo a ir yo sola, para ser honesta –frunció el ceño –un lugar así me intimidaría, iríamos bajo una máscara, no nos acercaríamos a nadie, sería algo así como una mascarada –aplaudió emocionada –la última a la que fuimos fue hace dos años, la organizó la ex suegra de Ginny.
—Supongo que si sólo iremos a ver, no hay problema ¿cierto, Ginny? –se encogió de hombros Luna y le dedicó una mirada inocente.
—No estoy muy segura sobre eso –admitió –si dices que esa mujer… no quiero toparme con Michael, no sé de lo que sería capaz.
—Déjalo ir, Ginny –pidió Lavander –si Corner está yendo a estos lugares, significa que dejaste de importarle, simple como eso ¿Por qué encadenarte a alguien que simplemente no te quiere?
Luna pateó a Lavander por debajo de la mesa, dedicándole un gesto enfadado, a pesar de tener toda la razón, eso no hacía más fáciles las cosas, porque seguía enamorada, no iba a dejar de amarle de un segundo a otro.
—Lo pensaré –murmuró la pelirroja dándole otra mordida a su manzana.
—Pero no lo pienses por mucho tiempo, Ginny, mientras más motivos tengas para avanzar, más rápido cerrarás el ciclo.
—No quiero lanzarme al abismo solo para olvidarme de Michael, Lavander –soltó enfadada Ginny.
—Desde luego que no, no queremos que salgas a conocer gente y te acuestes con un tipo solo por despecho, simplemente queremos que no te quedes en casa de tu hermano, deprimida mirando el teléfono con la esperanza de que Corner te llame de nuevo y te suplique que vuelvan, que te mienta diciéndote que cambiará por ti, cuando todos sabemos que él jamás lo hará, podrá cambiar, pero ciertamente no por ti, o ya lo hubiese hecho.
—Lavander tiene razón, y mira que las dos sabemos lo mucho que me cuesta admitir algo como eso –informó Luna –seguir con tu vida no significa que el ciclo se cerrará, que saldrás con alguien en el segundo instante, tienes que comenzar a echar andar la rueda, Ginny, demostrarte y demostrarles que tu mundo no empieza ni termina en cuanto un hombre está contigo o te deja, eres Ginevra Weasley, la mejor de la clase, la maestra favorita del colegio, eso debería pesar un poco más.
—Aun así, voy a pensarlo, aunque procuraré no tardarme –contestó cediendo un poco ante sus amigas.
—M—
Las visitas de su madre al apartamento de Charlie incrementaron, principalmente porque no quería dejarla sola en un momento tan difícil como ese, pero una mañana al salir de la ducha, la escuchó hablando con Fleur por teléfono, en realidad la extrema atención era porque no confiaba en ella y su decisión definitiva de no volver con Michael Corner, todos coincidían que en cuanto él le dijera «vuelve», sin importar si usaba un tono duro o suave, ella iría con él como el perro faldero más fiel del planeta.
Déjalo ir.
Pensó, no era su problema lo que los demás pensaran al respecto, al final del día eran sus propias decisiones y si volvía o no con Michael, no tenía por qué importarle al resto, ella no iba por la vida juzgando las decisiones y los sentimientos de los demás, eso solo le afectaba a ella, no a ellos.
Terminó de arreglarse y salió de aquel apartamento, mientras escuchaba a su madre gritarle que ni siquiera había desayunado todavía, que no podía marcharse, simplemente la ignoró como la mayoría del tiempo lo hacía, de lo contrario, ella hubiese tenido una vida completamente diferente, habría ido a la escuela de medicina, o de leyes, como Molly Weasley quería, jamás hubiese podido seguir sus sueños de ser maestra, y claro, sobretodo, jamás hubiese salido con Michael Corner, aun no podía decidir si seguir el consejo de su madre respecto a eso le hubiese ayudado en todos los aspectos, o habría terminado en una relación peor.
Bueno, hasta el momento, Cho Chang no se había quejado de la relación con Cedric Diggory, el chico perfecto según su madre, él era atlético, guapo, con buenos modales y una familia buena, quizás no con la vida económicamente resuelta, como los Corner, pero vivían menos apretados que ellos cuando todos estaban estudiando.
Subió las escaleras del subterráneo con zancadas enfadadas, por más que quisiera, no podía volver en el tiempo, no podía hacer las cosas diferentes para tener otro novio o arreglar la relación con Michael, eso era todo, como había dicho Luna unos días atrás, tenía que demostrarse a sí misma, que era diferente a lo que todos, incluida ella misma, pensaba.
—Está decidido –informó a Lavander, dejando su bolso en la mesa a lado de las pruebas que su amiga calificaba.
— ¿Qué está decidido? –Cuestionó irritada, posiblemente por las respuestas de sus alumnos en los exámenes.
—Iré con ustedes a conocer el sitio del que te habló tu amiga, digo, si la propuesta sigue en pie –sonrió.
—Ah, esa es la mejor noticia del día –soltó encantada la castaña –me alegra mucho tu decisión, hablaré con ella y programaremos el recorrido.
—De acuerdo –sonrió alegre.
Lo que más le agrado de aquello, fue que Lavander no preguntó la razón por la cual se había decidido a ir con ellas, así que agradeció decir eso en la mañana y no a la hora del almuerzo, aun rogaba porque esas preguntas no llegaran.
El día en su salón de clases pasó tranquilo, con sus alumnos trabajando como se debía, mientras ella paseaba por las filas de los pupitres, observando y ayudando a alguno que otro que tenía más problemas resolviendo los ejercicios.
Conforme el día iba terminando, su ansiedad respecto a la decisión que había tomado la iba atacando, los tics nerviosos que había dejado en el pasado habían vuelto repentinamente, pero no le prestó demasiada atención, pasaría, en cuanto llegara a ese sitio pasarían, solo iban a ver, no a trabajar ahí.
—Vaya, hacía mucho que tu uña no era atacada con tanta brutalidad –la voz suave de Luna la asustó.
—Estoy ansiosa por la cita que programará Lavander –admitió para Luna.
—Descuida, solo veremos, no haremos nada serio ni comprometedor, Ginny.
—Lo sé, pero es algo nuevo, diferente, nada de lo que soy realmente.
—Y eso es bueno, si nunca pruebas cosas nuevas, como vas a estar segura de quién realmente eres, yo jamás hubiese sabido que la nieve de nuez era mi favorita en lugar de la de vainilla, sino me hubiese aventurado a probar algo nuevo.
—Ese día no había vainilla, así que tuviste que elegir otro sabor –le recordó la pelirroja, con una sonrisa.
—Es cierto –admitió, observando como los niños se alejaban corriendo rumbo a la salida –pero bien pude no pedir nada.
Sin duda Luna tenía un gran punto al respecto, ni siquiera recordaba la última vez que había decidido hacer algo diferente en su vida, todo era una rutina enorme que Michael había ido metiendo poco a poco en su vida conforme su relación se iba tornando más seria, desde los únicos restaurantes a donde irían a cenar, el club al que asistirían, los amigos que tenían, no había muchas elecciones que tomar en una lista tan corta de opciones.
Así que ese día en lugar de volver al apartamento de su hermano como los días pasados al terminar el trabajo, fue a Camden, a distraerse un poco y a comer pescado y patatas, hacía años que no los comía, aquel pequeño acto de "rebeldía", le supo a maravilla, se sintió renovada y al mismo tiempo, como la vieja ella, la joven soñadora antes de Michael Corner.
—Pensé que te había pasado algo, normalmente vienes a casa después del trabajo –comentó Charlie, el cambio fue notorio, no lo decía como regaño o reproche, simplemente preocupado porque le hubiese ocurrido algo.
—Perdón por no avisar –se disculpó.
—Descuida, estás bien y es lo que importa –le alborotó el cabello.
Lo observó alejarse para colocarse la chaqueta, saldría con sus amigos como siempre lo hacía, sonrió encantada, a pesar de los problemas que ambos habían tenido, estaban saliendo adelante, ella con Michael y él, al informarles a sus padres después de años de insistencia sobre que debería casarse y tener hijos, que en realidad era un tipo asexual, claramente sus padres nada expertos en esos temas, pusieron el grito en el cielo, su madre iba a visitarlo por eso, porque lo que necesitaba era «volver al camino» y olvidarse de esas cosas.
—Llegaré un poco tarde, cierra con llave, pero no con la cadena –pidió.
—De acuerdo, diviértete.
—Hay helado en la nevera.
Ginny se rió divertida por el comentario de su hermano, pero sí, en lugar de cenar, encendió la televisión, colocó un programa de concursos y se sentó en el sofá a comer helado —que no era de chocolate—, y palomitas, pudiendo mezclarlas sin tener un sermón y un reproche por hacer algo tan desagradable.
—M—
Ni siquiera recordaba haberse quedado dormida viendo la televisión, su hermano Charlie, como buen hermano mayor —y sobretodo ejercitado— la llevó hasta su cama y la arropó, gracias a eso no amaneció del todo chueca, observó el reloj, que marcaban las cinco quince de la mañana.
Le tomó menos de cinco segundos decidirse, se colocó su ropa deportiva y sus tenis y salió a trotar, siempre había querido, pero Corner le decía que si quería mejor le pagaría una membresía en el gimnasio, o que en el club podía hacer algo así, no era necesario ser tan vulgar y hacerlo en la calle.
El viento frío le golpeó la cara dándole una nueva vitalidad, llenándola de una extraña sensación de alegría, comenzó trotando, y terminó corriendo tan rápido como su mala condición se lo permitía, pero no había vuelta atrás, la cadena que había estado sosteniendo con fuerza, aferrándose a algo que no quería perder, terminó rompiéndose.
Se sujetó de las piernas mientras su respiración regresaba a la normalidad, estaba sudada y eran las seis cuarenta de la mañana, sino se daba prisa, se le haría tarde para llegar al trabajo, y quería evitarse cualquier problema, así que subió agotada para poder darse una ducha.
