Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.

Hola, esperando que disfruten el capítulo ;)


El sonido del ascensor lo distrajo de su trabajo, sonrió cuando la puerta se abrió, dejando ver a la joven que venía un tanto cansada ya que se había quitado los zapatos y su cabello oscuro estaba bastante revuelto, como si hubiese pasado una noche loca, pero el vuelo debió ser agotador, además había tenido citas en cuanto llegó, de trabajo y con asuntos de la boda.

Draco se puso de pie de inmediato, con una amplia sonrisa, estaba dispuesto a llevarla en brazos hasta la cama, como un buen gesto de amabilidad y comprensión por su cansancio, ella lo detuvo cuando iba a acercarse más y el hipido le dejó en claro que estaba ebria.

—Veo que tomaste un par de copas para el cansancio –comentó divertido.

La joven puso los ojos en blanco en cuanto él habló, vaya que no estaba de buen humor, así que simplemente se limitó a suspirar, Millicent tenía un temperamento bastante explosivo cuando él se tomaba atribuciones que "no le correspondían", y quería ahorrar una discusión, faltaban tres semanas para la boda y no quería que pelearan antes de ese día tan especial, que habían estado esperando por años.

—De nuevo aquí –murmuró la chica, entrando al apartamento –vaya suerte.

El rubio frunció el cejo al escucharla decir eso, no dijo nada pero se cruzó de brazos con un gesto de desconcierto, así que ella volvió a poner los ojos en blanco, arrojó sus zapatos al sofá y lo encaró con una sonrisa amplia.

—No pongas esa cara –lo sujetó del rostro, pellizcando sus mejillas –sonríe un poco, mejor, no luces tan atractivo con esa cara de enfado.

—Estás ebria, Millicent –comentó.

—Claro, tiene razón mi madre, eres la maldita chica en esta relación aburrida, ¿sabes? Si las mujeres normalmente nos comportamos así, como tú, no puedo culpar a los verdaderos hombres de engañar a sus mujeres.

—Verdaderos hombres, ¿insinúas que no soy un verdadero hombre? –Elevó una ceja, sorprendido.

—Nop, no lo eres, eres una gran burla de lo que tiene que ser un verdadero hombre, tuve que ponerme ebria porque sabía que tenía que ver tu estúpida cara en cuanto llegara aquí, eres aburrido y un… sumiso asqueroso, Draco, quiero diversión un novio atrevido, no que sea un mojigato –bufó –odio todo de ti, desde tu carácter débil, desde el sexo aburrido, tener que pasar tiempo contigo es lo peor que me ha pasado –suspiró –incluso Crabbe es más interesante que tú en el sexo –soltó una risa divertida –y mira que el tipo apenas logra verse los pies con esa panza –hizo un mohín –aun así, su lengua es bastante, interesante.

—Crabbe –comentó sorprendido Draco.

—Ah, disculpa, ¿no sabías que he estado poniéndote el cuerno prácticamente al segundo dos en que acepté salir contigo? –Soltó una carcajada estruendosa, que Draco atribuyó al alcohol –ya ves como sí eres un ser patético, me acosté con casi todo el consejo de tu padre, menos con tu padre y con Zabini, no porque no lo intentara, sino que él dijo que estaría mal, porque es tu amigo, ahí bien por él.

—Atribuiré todo esto al alcohol…

—No, estoy harta, no voy a casarme contigo en tres semanas, ni en cuatro, ni en dos, ni nunca, Draco, estar contigo es… encadenarme al ser más patético, simple y aburrido de toda la existencia, puedes tener el rostro más atractivo del mundo, el dinero suficiente para comprar el mundo, pero… ¿quién en su sano juicio estaría contigo por que realmente le guste algo de ti? –Negó –ni el mismísimo lucifer se interesaría en un alma tan… aburrida como la tuya.

—Es mejor que vayas a descansar, Millicent, hablaremos de esto cuando estés sobria.

—Sí, me iré a dormir, pero espero no verte cuando despierte, largo de aquí.

Draco regresó hasta la mesa donde estaban sus cosas del trabajo mientras su prometida le daba la espalda y se dirigía a la habitación, posiblemente si era el ser más patético, porque no iba a creerle nada de lo que le había dicho, simplemente se negaba a que Millicent fuese capaz de algo como eso, la había conocido por muchos años, ella era incapaz de hacer todo lo que dijo.

El rostro de la mujer a causa de la resaca era algo que le parecía ridículamente bonito, pero sin embargo no lo expresó como normalmente lo hubiese hecho, la joven se sentó al otro extremo de la mesa, donde le esperaba todo el desayuno, tomó el vaso de jugo de naranja e hizo mala cara.

—Le falta vodka a esto –bufó.

—Tenemos que hablar sobre lo que dijiste en la madrugada.

—Ah, sobre eso –se recargó en la silla –tienes que agradecerle a Zabini de que por lo menos, vine a darte la cara –suspiró –no sé si recuerdas a Caleb Rosier.

—Sí, lo recuerdo ¿qué con él?

—Me encontré con él en New York, comenzamos una relación, no pensaba volver, pero nos topamos con Daphne Greengrass y ella le contó al inútil de su noviecito, Neville Longbottom y éste se lo contó a tu querido amigo Zabini, dijo que si quería dejarte, al menos te lo dijera de frente, y no con las flores que pensaba mandarte el día de la boda –soltó una risa –mi plan era genial, pero ese imbécil lo arruinó –se encogió de hombros.

—Es todo lo que te merezco, unas flores y una nota.

—Ah, Draco, es que me quería ahorrar las lágrimas y las súplicas, realmente jamás me interesaste, mi madre me dijo que casarme contigo era el mejor movimiento que podía hacer, con todo el dinero que tienen tus padres, y con lo estúpidamente sumiso que eres, podía manejarte como un títere, y eso estuve haciendo por años, pero ya me cansé, es pesado, tedioso y no te soporto la mayoría del tiempo, digo, soy yo y solo yo en tu pequeño mundito, es aburrido pasar todo mi tiempo contigo, necesito espacio, aires nuevos, no el mismo tipo soso y aburrido las 24 horas del día los siete días de la semana por trescientos sesenta y cinco días al año, que pesado es, en serio.

—Pudiste haberme dicho que…

—Te lo dije, lo intenté, pero siempre me interrumpías diciendo que no era necesario, que yo era feliz así, y adivina, spoiler, no lo era.

Se levantó de la mesa y le dio otro trago al jugo de naranja y suspiró, el brillo en su mirada era confundible a que realmente le dolía hacer eso, pero la sonrisa divertida en sus labios contaba una historia distinta, como si lo disfrutara en realidad más de lo que debería.

—Suerte, encontrando una pobre alma lo suficientemente idiota para aceptarte así como eres, o cambias de personalidad y actitud, o mejor te haces a la idea de que cualquier persona que elijas, va a dejarte o te soportará, mientras estés porque dándole la espalda, meterá a alguien más interesante a su cama, el dinero no lo es todo, Draco.

La vio marcharse sin decir absolutamente nada, realmente había sido un imbécil al creerle al resto cuando le decían que se veían como un par de enamorados, locos el uno por el otro, malditos lambiscones, debió hacerle caso a Blaise cuando le dijo que ella no era una buena opción y que lo pensara bien antes de pedirle matrimonio; siempre pensó que estaba celoso porque él no podría conseguir jamás tener una relación tan estable y feliz como la que él tenía con Millicent.

Qué idiota había sido por todos estos años, bastante ciego para ver lo que la única persona que tenía el valor de decirle las cosas de frente repetía sin cesar.

Se duchó, se cambió y fue hasta la oficina, el mundo se le había derrumbado, pero tenía que salir adelante, tenía que demostrarle al resto que no era un sumiso y que su mundo no era por completo Millicent, aunque sí, lo era.

—No te ves muy bien, ¿pasó algo? –Cuestionó Blaise.

—Ya lo sabes, es el colmo que lo preguntes –bufó avanzando hasta su oficina.

—Ah, así que al menos me hizo caso y vino a decirte que no quiere casarse, contigo al menos.

—Sí, llegó esta madrugada, alcoholizada.

—Adivino, no le creíste porque pensaste que era el alcohol, ¿no es cierto?

—Basta, ya sé que soy bastante patético para ti, y para el resto del mundo.

—No eres patético, pero ya sabes lo que dicen, a una mujer ni todo el amor, ni todo el dinero, hermano, es mejor que pongas en orden tus prioridades, primero tú, después tú, y al último tú, no tiene nada de malo y te ahorras esta clase de ya sabes, decepciones, si sabes que todo el mundo es capaz de traicionarte, no te sorprenden cuando lo hacen.

—Ah, ya veo, ser un maldito desconfiado, es a lo que te refieres –se burló.

—No como tal, pero hay que saber a quién darle el voto de confianza, a una mujer, desde luego que no, son traicioneras, lo aprendiste con Millicent, está en ti, si dejas que otra chica te vea la cara, es mejor jugar sin caer, que caer y jugar –le guiñó un ojo –descuida, tu tía Bella tiene un buen lugar para divertirse –soltó una risa al ver la mueca de Draco –no vamos a dejar que esa harpía deje entre dicho tu sexualidad, digo, a menos que realmente te guste morder las almohadas y que tu chofer sea el amo y señor de tu cama.

—Imbécil –bufó Draco.

—M—

Ginny Weasley estaba bastante aburrida, habían pasado dos meses desde que había iniciado con esa estúpida venganza, y Michael Corner ni siquiera se había percatado de su presencia, la mayoría de los tipos que se le acercaban era para coger, y se enfadaban cuando ella no aceptaba, obviamente, nunca la forzaban ni la reprendían por no aceptar la invitación, pero sí charlaba con los que solamente querían pasar el rato en lo que cenaban en la espera de algún cliente.

Su segundo trabajo le había dado la posibilidad de rentar un apartamento cómodo pero nada lujoso, pudo haberse quedado con Charlie por más tiempo, pero sabía que su hermano también merecía su propio espacio y privacidad, si bien no estaba interesado en tener una vida sexual, el chico había dejado de invitar a sus amigos del trabajo a su apartamento para evitar que ella se sintiera incómoda, y no le parecía justo para su hermano.

Nunca había vivido sola, siempre había compartido apartamento con alguien, cuando estudiaba, así había conocido a Luna y Lavander, después se mudó con Michael y terminó viviendo por unos meses con Charlie, ahora… estaba por su cuenta, en un apartamento que le daba un poco de escalofríos.

Suspiró y se dio una ducha antes de dirigirse a aquel edificio donde intentaría por última vez, que Michael Corner la reconociera, si esa vez no funcionaba, simplemente desistiría de todo, pero no usaría la estúpida peluca, estaba harta de la comezón que le causaba tenerla puesta.

—M—

Su mirada se posó sobre la pelirroja del fondo, su piel pálida resaltaba gracias a su cabello, había odiado el momento en que Blaise le había llevado a ese burdel elegante, disfrazado como un lugar con mujeres elegantes y bien informadas, era la primera vez que se le olvidaba que había terminado con Millicent, de acuerdo, se le había olvidado que ella había sido quien lo había dejado a tres semanas de la boda.

Observó en todo el lugar en busca de la competencia de esa chica, pero al parecer, a Bellatrix se le había pasado el pequeño detalle, esa chica, era la única pelirroja de todas sus chicas, así que era fácil ubicarla, si es que pedía a la pelirroja para ir a alguna cena, al volver, no habría mucho que ocultar bajo la máscara que llevaba.

—No has elegido a nadie aún –le recordó Blaise –hay algunas chicas que te puedo recomendar.

—No me interesan las que han estado contigo –contestó –así que señala a quienes has tenido.

Draco Malfoy observó sin importancia, cuando su amigo termino con su evidente larga lista, sonrío, y se alejó de él, para llegar hasta la pelirroja, que no había visto antes en el lugar.

—Estás libre –la chica se giró hasta él.

—Es una afirmación más que una pregunta ¿lo notó? –le sonrío.

—Era una afirmación –admitió –no te había visto por aquí –se burló, no es como si tuviese mucho tiempo viniendo a ese lugar.

—No soy nueva, es sólo que no soporto la peluca que Bella me hace usar –sonrío.

—Comprendo –y guardó silencio un momento, salvo a lo que las personas pensaban, conquistar no se le daba bien por una sencilla cosa, no era bueno con las personas en general.

—Que tenga una velada agradable –Draco la sujetó de la mano.

—Si no quiere una charla, me temo que no puedo ayudarle en algo más.

—Quiero una charla, pero no tan pública.

—No voy a acostarme con usted –aclaró.

—No me quiero acostar contigo –admitió.

—Siendo así, lo sigo.

Draco se sentó en el amplio sofá de piel, ella se sentó frente a él, se miraron por unos minutos, sin que uno dijera una sola palabra.

—Es la charla más incómoda que he tenido que sostener con alguien –argumento encogiéndose de hombros.

— ¿Por qué una chica tan letrada como usted entraría a un burdel como éste?

—Yo no me acuesto con los clientes –soltó enfadada.

—Puedo jurar que aún es nueva, mi amigo me ha contado que la mayoría entra de la misma forma, con la mentalidad de sólo acompañar, pero terminan revolcándose con millonarios porque les conviene mejor, así que no dudo, que usted termine igual.

—No estoy aquí por el dinero –rebatió causándole una risa divertida al rubio frente a ella.

—Está aquí, sin embargo.

—Ni con todos los millones que pueda tener, me acostaría con usted, y tiene razón, no veo por qué estar aquí, ha sido una idea estúpida.

Se puso de pie haciendo que Draco se levantara rápidamente, la siguió a una de las habitaciones al fondo, iba tan colérica que no se percató que la seguía, él cerró la puerta a sus espaldas.

—Sabía que era una estúpida idea desde el inicio –se arrancó la máscara victoriana y se giró buscando su ropa.

—Creí que era una regla estricta no quitarse la máscara –argumentó haciendo que lo observará incrédula.

—Usted no puede estar aquí, así que salga ahora mismo.

— ¿Por qué una chica como tú, entraría a un lugar así?

—La más patética de las razones –admitió molesta.

—Dijo que no era por dinero.

—Sí por venganza –contestó –una que sin duda no es de las mejores ideas que alguien como yo tendría.

—Usa una máscara ¿cómo ese hombre sabría que es usted?

—Porque me acosté con él por años –se burló –me conoce tan bien como yo a él.

—Mi mejor amigo me trajo por algo parecido, tengo que admitir, sólo que ella no era mi amante y sí mi futura esposa, pero me dejó a tres semanas de que nos íbamos a casar, pero me dejó.

—Es bastante triste su historia, pero no me importa –se burló –es mejor que...

—Hagamos algo, no tengo nada que hacer por las noches, usted quiere una venganza, puedo unirme a su plan –sonrío socarrón –necesito algo divertido, prometo que sólo será apariencia, sólo eso, y nada más.

—Ahm –se mordió el labio dubitativa –por ningún motivo habrá sexo –señaló al rubio –los besos que puedan ocurrir en el salón serán sólo actuación y los roces no serán tan atrevidos de ninguna de las partes.

—Trato hecho –estrechó la mano de la pelirroja –Draco Malfoy, por cierto.

—G...

—No, mantengamos esto... Sólo unilateral, sólo quiero que conozca mi nombre cuando Bellatrix le informe que he comprado su exclusividad.

—De acuerdo –sonrío.

—Colóquese la máscara.

La sujetó de la cintura cuando aparecieron de nuevo en el salón, le sonrío a Blaise cuando él le hizo una señal de aprobación, y después se dedicó a la rubia que tenía frente a él.

—Usted es la única que sabe quién es ese hombre, por lo tanto, usted será la encargada de actuar –informó.

—Gracias por las instrucciones, Malfoy –se burló.

Le acarició el pecho de forma superficial, ya que él la sujetaba aun de la cintura, se acercó a él un poco más y cuando observó en dirección al bar, vio a Michael besando a una castaña de cuerpo exuberante. Observó a otro lado despistando al rubio y unió sus labios a los de él cuando la mirada de Michael los alcanzó, fue un beso extraño, él siguió el beso y ella también, ninguno de los dos llevaba el ritmo, así que ese beso tuvo que lucir desastroso.

—Ahora veo por qué tu prometida te dejó –murmuró.

—No soy un buen actor –se defendió.

—Claro, ya lo he notado.

—Bueno, veamos.

La sujetó del cuello y ésta vez, él le besó, el besó superó sin duda el pasado, era un beso más pasional, con más urgencia, sus labios quedaron a un centímetro de distancia cuando se separaron en busca de oxígeno.

Tragó saliva y observó de reojo al castaño que seguía observando en su dirección, lo sabía, sabía que era ella, así que sonrío satisfecha.