Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
Hola, esperando que disfruten el capítulo ;)
Draco Malfoy.
Rayó el nombre que había garabateado por todos los espacios en blanco de la hoja de trabajo de Katherine, una niña de su clase, suspiró, no había podido sacarse de la cabeza aquel paso más cercano a sexo entre el rubio y ella.
Uso una hoja en blanco para pasar las calificaciones de todos los niños de su clase, se vería muy mal que Katherine fuera la única a la que no le entregará el trabajo, sacó los cerillos del cajón de su escritorio y quemó toda evidencia de que había estado garabateando el nombre de Draco Malfoy en un papel como una chica de secundaria.
No levantó la vista cuando su puerta se abrió, era la hora en la que por lo regular Luna y ella se iban.
—Sólo cinco minutos en lo que termino de calificar y nos vamos, Luna, lo prometo.
—Srta. Weasley –la voz la hizo tensarse, tragó saliva y levantó la vista.
Draco llevaba puesto un abrigo beige, usaba jeans y una playera blanca que se pegaba a su torso, marcando los pectorales y los abdominales.
—Ah... ¿En qué puedo ayudarle? ¿Es padre de familia acaso?
—Por fortuna no, no soy padre de familia –sonrío y cerró la puerta, colocó el pestillo y bajó la persiana –pero me encantaría, poder tener una charla con usted, si es posible.
—Sino es padre de familia, no veo de que, además es tarde, mi horario terminó hace más de dos horas y... Mi amiga está por llegar y...
—Me tomó una semana, encontrar a una pelirroja cuyo nombre no tenía idea, pero recordaba que comenzaba con G –sonrío –pude haberle preguntado a Bellatrix es cierto, pero no me hubiese dicho tu nombre por más que insistiera y por mucho que pagará por él. Así que eres profesora de primaria –se burló –me pregunto qué diría el director y los padres de familia si supieran que la Srta. Ginevra Weasley, trabajaba en un sitio elegante todas las noches, parecido a un burdel.
—No creí que alguien tan millonario tuviese que extorsionar a una profesora de primaria, ahora creo que lo he visto todo.
—No quiero tu dinero –le informó –estoy aquí, porque quiero que entiendas una cosa, tú iniciaste con este juego perverso, y no he podido deshacerme de las erecciones, porque cada que vuelves a mi mente, automáticamente recuerdo que me dejaste con las ganas la última vez que nos vimos.
—Teníamos un trato –le recordó.
—Lo sé, pero esa noche, me animaste a que te follara ¿no es así?
—Michael...
—Olvidaste que era la razón por la que continuamos en la habitación, si no hubiese hecho ruido para que supiéramos que estaba ahí, hubiésemos terminado teniendo sexo, y lo sabes, soy un hombre que se aburre fácil, y seguí en tu juego porque creaste bien las reglas, roces discretos, no provocaron nada, pero te lo dije esa noche, hueles bien cuando te excitas.
Se acercó a ella, y sonrío cuando no se alejó, solo se sujetó del pupitre en el que estaba recargada.
—Tengo la seguridad de que cuando consumemos el juego, oficialmente estará terminado, me aburriré y me preguntaré la razón por la cual dure tanto a bordo.
La besó con vehemencia, haciéndole gruñir, le gustaba la forma salvaje y apasionada en la que él le besaba, la excitaban demasiado, comenzó a descender, besó su vientre y la agarró del trasero de forma firme, provocando una agradable sensación en la mujer, que no hizo nada por evitar el contacto entre ellos, le bajó las medias y las pantaletas y se puso de pie de forma ágil y volvió a besarla apresurado; subió la falda a lápiz de la pelirroja dejándola hasta las caderas, la sujetó de la cintura levantándola del suelo como si fuese lo más ligero en el mundo y la sentó sobre el pupitre de forma ruda para proceder a agacharse, de forma en que su rostro quedara entre los muslos de Ginny, los dedos de ella alborotaron el cabello rubio y se dejó ir hacia atrás a causa del placer, tuvo suerte de que él la detuviera porque de no hacerlo, se habría roto la cabeza del golpe, empujó el pupitre con demasiada fuerza para unirlo con el otro y la hizo recostarse mientras volvía a hincarse para continuar con lo que estaba haciendo, la joven gimió arqueando la espalda a causa del placer que estaba otorgándole Draco, le separó las piernas cuando intentó cerrarlas por el orgasmo, se incorporó unos segundos después, las piernas las sintió un poco inestables y sintió la humedad cuando cerró las piernas, la besó de nuevo, mientras sus dedos seguían estimulándola, sus caderas buscaban el contacto y el placer.
—Puedo irme en este momento y dejarte frustrada, de la misma manera en la que me dejaste a mí, pero eso haría que mi frustración aumentara, así que, seré un chico bueno –sonrió de lado –por esta vez –terminó la oración después de un largo silencio, mirándola con intensidad.
Se llevó las manos a los pantalones, se desabrochó el cinturón y después bajo la bragueta y desabotono sus jeans, se bajó un poco los pantalones y los bóxer y fue hasta ella, mientras se colocaba la protección, la besó de nuevo, subió más la falda, hasta la cintura, la sentó sobre la orilla del pupitre, el contacto entre sus manos y la piel de la joven era bastante caliente, haciéndole sentirse nerviosa ante la expectación de lo que estaba por venir, así que aquella incertidumbre la hizo tragar saliva y separó las piernas al ver su mirada de advertencia, Draco la penetro completamente de una sola estocada, haciéndole gemir, comenzó a moverse de manera rápida dentro de ella para no darle ni siquiera un instante para acostumbrarse a él en su interior, sabía que eran malas las comparaciones, pero realmente Michael Corner no tenía nada que hacer al lado de Draco Malfoy y su enorme serpiente, su respiración se agitó, para haber tenido una vida sexual activa seguía estrecha, su mano fue hasta la espalda baja de ella y la acercó más a él, buscando más profundidad en la penetración, la calidez entre las piernas de la pelirroja hicieron que hiciera las embestidas aún más rápidas y fuertes, la besó apasionadamente, pero ella rompió el beso y echó hacia atrás la cabeza gimiendo de forma pasional, le gustaba la rudeza con la que la estaba poseyendo, movió sus caderas buscando el movimiento del rubio, lo cual lo hizo sonreír, siguió empujando hacia ella a pesar de que la sintió estremecerse por el orgasmo.
Después de lo que a él le pareció un segundo la atrajo más, la embistió un par de veces con más fuerza y su gemido lo hizo terminar.
—Bien –sentenció en un tono tranquilo –oficialmente nuestro juego ha terminado ¿satisfecha? –ella asintió con las mejillas rojas.
—Buen juego –susurró agitada.
—Me gustan las chicas escandalosas en el sexo –besó su cuello como aprobación –significa que estoy haciendo bien mi trabajo.
—Haces un buen trabajo.
—Adiós. Señorita Weasley.
El rubio abandonó el salón como si nada hubiese pasado ahí entre ellos, como si solo se hubiese equivocado de aula, como si no hubiese dicho ni una sola palabra para interactuar con ella, sin duda aquel juego había terminado, de una manera fría y con muy poco interés de la parte contraria.
Le costó un poco que las piernas no le flaquearan, iba a tardar un poco en olvidar lo que había pasado en esa aula.
Tomo una ducha cuando llegó al apartamento de Charlie, se recostó sobre su cama y se mordió el labio ¿cómo iba a sacarse el encuentro sexual con Draco de su cabeza?
El chico podía ser un tímpano de hielo, pero la piel de Ginny ardía como el mismo infierno al recordar el roce de su piel con las manos amplias de Draco, cerró los ojos permitiéndose a sí misma fantasear un poco más con aquel rubio atractivo, que sin duda sabía lo que hacía, entonces ¿por qué rayos su ex lo había dejado?
—Siempre se aburre rápido –se recordó a sí misma y suspiro, moviendo la cabeza para alejar aquellos recuerdos tan ardientes, tenía que recordar que el juego siempre termina, y el de ellos ya había pasado, su ceremonia de clausura había sido maravillosa y completamente inolvidable.
Las cosas a Ginevra nunca le salían como tenían que ser y conforme las planeaba, aquella experiencia en aquel lugar, no le había ayudado para nada a que Corner se diera cuenta de lo que había tenido y había perdido por idiota, sin embargo, salió un poco obsesionada con otro chico que sin duda estaba fuera de sus posibilidades y liga.
No porque se sintiera poca cosa, sino que ya se había dado cuenta de que realmente las cosas entre dos personas de diferentes clases sociales, no iban bien, la parte de clase baja, siempre iba a ser acusada de interesarse solo en el dinero, por mucho que no fuera así, sin importar cuantos años de matrimonio pudieran durar o de relación estable, siempre eran malos comentarios.
—M—
El día había sido bastante relajado, estaba de un estado anímico que desde hacía un tiempo no estaba, no era el hombre más feliz del mundo, pero su mal humor y odio por el resto de la humanidad se había perdido un poco en las sombras de un pasado que no quería recuperar, y aunque era muy brillante, no lo era de forma suficiente en las cosas sentimentales, como para relacionar ese pequeño cambio a su encuentro sexual con Ginevra Weasley, la sexy pelirroja que no había podido quitarse de la cabeza desde que la conoció en aquel lugar, hasta que… efectivamente, obtuvo de ella lo que quería.
Dos semanas le duró aquel estado anímico, no podían culparlo si toparse con su ex teniendo sexo salvaje en el baño de los hombres en aquel lujoso restaurante les hubiese pasado a ustedes, así que cuando volvió a la mesa con sus socios, su cara larga y de pocos amigos sin duda había vuelto, haciéndoles saber a los hombres que los negocios se complicarían a partir de ese momento.
—La visita al baño fue ridículamente corta y profundamente reveladora –murmuró Blaise, recargándose en la silla, dándole un golpe al brazo de Draco –así que dime, ¿por qué razón volvió el mal encarado Malfoy? –sonrió burlón.
—Millicent Bulstrode –murmuró furioso.
—Oh, ¿sigues enamorado de esa mujer?
—Por supuesto que no –soltó enfadado, ni siquiera se había puesto a pensar en sus sentimientos actuales.
—Entonces, ¿hirió tu orgullo de macho verla follándose a otro en el baño? –elevó una ceja, preocupado.
—Lo más probable –soltó rabioso.
—Bah –resopló Blaise –entonces dime ¿no has estado teniendo sexo con esa hermosa pelirroja en aquel lugar?
Draco observó a otro lado, no las veces que Blaise hubiese pensado, pero sí una vez, había sido decente, pero no el mejor sexo de su vida, la chica era demasiado… diferente a lo que ella estaba acostumbrado.
—Me aburrí de ella –informó.
—Oh, maravillosa noticia –soltó con demasiado entusiasmo Blaise –sin duda es momento de que Blaizy-Blaise se divierta con esa maravillosa pelirroja.
—No es algo como para ti, Blaizy-Blaise –se burló Draco.
—Oh, amigo, tanto tiempo siendo el pasivo de una relación hetero, te frio las neuronas ¿no es cierto? El sexo con alguien que no es para tanto, puede modificarse, simplemente es saber guiar la mente de la mujer –le sonrió divertido –ya sabes, de tal forma que se vuelvan locas por ti, arruinarlas de tal forma que si no eres tú, jamás se sentirán satisfechas de nuevo, pero veo que eso fue lo que te hizo la adorable y seductora Millicent Bulstrode a ti.
Aquella información no le agradó para nada a Draco, ¿cómo que ahora sí podía ser su turno? ¿No se suponía que esa pelirroja descarada le había dicho que no volvería a ese sitio?, ¿su obsesión por el fofo de Michael Corner seguía intacta aun después de haber estado con él? Aquello sin duda lo enfureció más que toparse con Millicent cogiendo en el baño con un extraño.
En cuanto la cena terminó, fue al elegante club de su tía Bellatrix, ubicó a la pelirroja al fondo, el vestido era diferente a lo que usaba cuando era de él, así que lucía sin chiste y aunque no lo provocó como normalmente lo hacía, su ego herido lo tenía hecho una furia.
—Creí que dijiste que renunciarías a esto –la sujetó fuertemente del brazo, acercándola a él, el aroma del perfume barato le produjeron nauseas, así que giró a otro lado, tapándose la nariz con su mano libre.
—Suéltala –la voz de Corner lo enfadó.
—Ah, claro, ahora…
—No es la chica que estás buscando –lo interrumpió.
Draco observó de Corner a la mujer que sujetaba con fuerza, solo ver los ojos azules le hicieron darse cuenta que en realidad no era Ginevra, además, prestándole atención, la peluca sobresalía, estaba maltratada por completo, contrario al cabello sedoso de su pelirroja.
—Sí que te volvió loco –se burló Corner cuando soltó a la falsa pelirroja y esta huyó, con razón no le provocó nada, no era ella.
—No sé qué estás diciendo –bufó.
—Es encantadora ¿no crees? –Se burló de él.
—Ciertamente no lo crees, la dejaste ir –contraatacó la burla.
—Siempre crees que alguien es encantador, hasta que ya no lo es, pero ella –sonrió –Ginny Weasley es perfecta.
— ¿Si tanto lo es, por qué la dejaste escapar? –Elevó una ceja.
—Yo no la dejé escapar, ella escapó de mí –gruñó.
—Bueno, ¿cómo culpar a alguien por botarte si le pones el cuerno con mujeres que no valen la pena?
—Yo no la engañé –hizo un mohín –bueno, sí lo hice, pero es porque… -bajó la voz –tengo problemas ahí abajo, y no quería que ella…
— ¿Lo supiera? –Negó –te recomiendo algo, gran imbécil –lo empujó –deberías ir con un especialista, en lugar de intentar que mujeres con el cerebro de Einstein y la reputación de Hitler, te metan mano en los pantalones.
Puso los ojos en blanco cuando vio que el tipo iba a refutar su comentario, así que simplemente se dio vuelta y lo dejó ahí sin más, era demasiado noche para que ella estuviera en la escuela, pero… realmente ¿dónde podría encontrarla sino era ahí? Realmente pensó que no necesitaría algo más que un lugar neutral —como lo era su trabajo—, para terminar el juego y aburrirse por completo, pero no, ahora tendría que pagar por toda la información que pudiesen darle de Ginevra Weasley, no volvería a perderla de vista.
Tener dinero sin duda le daba demasiada sensación de poder a Draco, solo 16 horas le había tomado tener el expediente de la pelirroja en su escritorio, seguía como idiota observando la fotografía de la joven, casi parecía como si pudiese moverse, pero era una polaroid, no un gif.
— ¿En serio te llamas Molly? –Se burló sujetando la fotografía y negando.
Ginevra Molly Weasley, era la última hermana de siete, de padres felizmente casados desde hacía como cincuenta años, quizás no tantos, su hermano mayor trabajaba como banquero en Egipto, en una sucursal que iba bastante bien, su segundo hermano mayor era veterinario bastante exitoso por su amor a los animales salvajes y bastante rarito por no tener pareja sentimental desde… casi nunca, el tercer hermano mayor trabajaba en el parlamento británico, nada fuera del otro mundo y sus dos hermanos siguientes —por qué si, la madre tuvo tiempo de parir gemelos—, se dedicaban a atender su propio negocio de bromas, que según el expediente, era bastante popular, el hermano siguiente, era un perdedor, que con solo verle la cara, se lo brincó por completo.
Ella era una profesora de primaria, había salido con honores de su universidad y por un momento la habían invitado a una escuela de lujo, sí, tan de lujo que entre la comunidad estudiantil se encontraban miembros de la realeza, pero ella prefirió quedarse en una escuelucha común y cualquiera.
Había estado comprometida con Michael Corner y terminaron por las constantes infidelidades del tipo, ahora vivía con su hermano Charles, y según la investigación estaba por mudarse a su propio apartamento rentado, claramente.
Tenía todas las direcciones de sus familiares y los lugares donde regularmente iba con su mejor amiga Luna Lovegood, y su amiga no tan cercana pero por quien gracias a ella habían coincidido, Lavander Brown.
Ahora solo quedaba volver a encontrarse, y como no tenía ganas de ir a acosarla, lo arreglaría de una sola vez.
— ¿Me llamó, señor Malfoy? –Preguntó su secretaría.
—Quiero que hables con el bienes raíces de este edificio y lo compres, al final del día quiero ser dueño de la propiedad –informó serio, extendiendo los papeles –no importa cuánto pidan, los das, así que toma la información de mi cuenta personal y cita a la persona que rentó el apartamento 266 para después de que cierres el trato.
—Claro, señor Malfoy, ¿A dónde le cito?
—Al mismo apartamento –sentenció.
—Desde…
—Oh, por cierto, si el apartamento está vacío, te encargas de amueblarlo, conoces mis gustos, llamaré al banco para que no tengas problemas con nada, ahora márchate.
—Sí, señor Malfoy –soltó sorprendida la joven y se retiró.
