Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
Hola, esperando que disfruten el capítulo ;)
La joven pelirroja estaba riendo completamente divertida a mitad de su tiempo de almuerzo con sus compañeras, Luna y Lavander, una vez que se quitó de la mente su tonta venganza sobre Michael Corner, las cosas mejoraron, un poco de eso y un poco de los recuerdos que tenía cada que entraba a su aula y recordaba a Draco Malfoy siendo un tipo considerado y hacerla sentir el más gratificante placer.
Desde luego, no les había contado nada a sus amigas, no quería esa información rondando por todos lados en pocos días, no por Luna, claro estaba, y aunque Lavander era una buena amiga, muchas de las veces, por quedar bien con los demás se iba de la boca, contando secretos comprometedores de otros a la gente.
—Tu teléfono, Ginny –comentó Luna cubriéndose la boca, ya que estaba a masticando todavía su sándwich.
La chica puso los ojos en blanco y se levantó hasta su bolso, sujetó un momento su móvil con el cejo fruncido, no conocía el número, aun así contestó la llamada por mero instinto, como si una voz imperceptible se lo sugiriera.
—Hola –contestó en un tono cauteloso.
—Hola, perdón la molestia ¿estoy hablando con Ginevra Molly Weasley? –Cuestionó la mujer al otro lado de la línea, si usaban su nombre completo, aquello era un tema serio.
—Sí, ella habla, ¿qué ocurre?
—Oh, nada serio, solo para informarle que la propiedad donde ha rentado un apartamento ha cambiado de dueño…
—No me diga –dijo acongojada, todavía no se había mudado porque no tenía suficiente dinero para comprar lo indispensable a ese apartamento vacío –la renta subió de precio o no…
—No, no, nada de eso, se respetarán los precios y los acuerdos, es solo que se volverá a firmar el contrato de arrendamiento, así que se le ha citado en el apartamento en cuestión, para la firma del nuevo contrato, ¿cree que podría asistir hoy al final del día?
— ¡Claro! ¡Desde luego que sí! –Soltó alegre y aliviada de que aquello fuera posible, nada más había dejado el depósito, no la renta como tal, ya que le habían dado la oportunidad de comenzar a pagar en cuanto se mudara como tal, gracias a que el dueño era pariente de una de las madres de familia de uno de sus alumnos que habían cambiado de curso ese año.
—Entonces, no se le olvide pasar a firmar el nuevo contrato, si pierde esta firma, no se le respetarán los términos que se establecieron en el pasado.
—Claro –dijo frunciendo el cejo –iré ahí en cuanto salga de mi trabajo.
—De acuerdo, Señorita Weasley, ha sido un placer, tenga un buen día.
—Gracias, igualmente –suspiró una vez que colgó el teléfono.
Volvió a su asiento con una mueca de pocos amigos, por cualquier cosa, lo mejor era que se mudara de inmediato una vez que volviera a firmar el contrato, no sabía qué clase de persona era el nuevo propietario, pero algo en su estómago se retorcía, dándole un muy mal presentimiento de eso.
El resto del día escolar fue bastante tranquilo, con sus alumnos trabajando tan bien como siempre lo hacían, ganando tiempo libre para jugar mientras aprendían cosas nuevas, sonrió cuando Artie terminó de cantar su canción sobre los condados.
Una vez que el trabajo terminó, se disculpó con Lavander y Luna y se dirigió al apartamento de Charlie, sabía que debería ir directamente a firmar el contrato, pero realmente no tenía muchas ganas de ir vestida como maestra de escuela elemental, así que se tomó su tiempo.
—Estás en casa –comentó sorprendida al ver a su hermano.
—Ah, sí, al parecer desvivirse por los animales del santuario y el zoológico es poco saludable –se encogió de hombros –yo le dije que Mauricio podría funcionar como mi gato de apoyo, pero no quisieron.
—Mauricio es… ¿un león?
—Un Cheetah –respondió tranquilo.
—Claro, no cuenta –coincidió Ginny.
—Bueno, entonces Mark como mi perro de apoyo.
—Claro y Mark ¿es? –Elevó una ceja viendo a su hermano.
—Un lobo de Crin –sonrió –es recién llegado, están casi extintos, estos los decomisaron hace unos días, pasó todas las pruebas, así que…
—Es salvaje –soltó enfadada Ginny.
—Así es –asintió lógicamente Charlie –pero tan solo me vio, me aceptó, creo que es porque tenemos el mismo color de pelaje –sonrió encantado, revolviéndose los cabellos pelirrojos.
—Qué bueno que te mandaron descansar, Charles –soltó aliviada.
— ¿Y tú, qué harás? Es muy temprano comparado con otros días.
—Me vine a cambiar, me informaron que compraron el edificio donde renté el apartamento, y tengo que ir a firmar el nuevo contrato.
—Yo no te he echado de aquí –le recordó Charlie.
—Y lo sé, pero los dos necesitamos privacidad, no porque a ti no te interese tener una relación sexual con nadie…
—Oh, a ti sí –comentó serio.
—No, Charlie –soltó cansada –es simplemente que sé que necesitas tu espacio para invitar a tus amigos o tus lobos crin y no haya alguien que grite histérica cuando los vea.
—Puedes acostumbrarte a ellos…
—No todos tenemos ese don con los animales, Charlie –le recordó amable.
—Como quieras –se dio por vencido.
—Gracias por entenderlo –fue hasta él y lo besó en la mejilla.
—Pero recuerda que siempre puedes volver si las cosas no van bien.
—Charlie –pidió.
—No, no lo tomes a mal, yo deseo que te vaya muy bien, así que cambiaré mi frase a: si necesitas ayuda con algo, no dudes en llamarme, aunque sea para colgar un cuadro.
—Eres el mejor hermano del mundo –lo abrazó fuertemente.
—Pero todos sabemos que tu favorito, por mucho, es Bill.
—No es cierto –sonrió.
—Significa mucho para nosotros que pretendas que no es así.
Charlie acarició su cabello y después su espalda de forma afectuosa, haciendo que Ginny dudara un poco en irse de ese lugar, los días con Charlie eran tranquilos, era tan lindo tener a alguien que no te juzgara de forma cruel, tener a alguien más contigo cuando la soledad te está arrastrando era maravilloso, pero ambos necesitaban su propia privacidad.
—Iré a tomar una ducha rápida, antes de irme.
—De acuerdo, si ocupas llevarte la cama y algunas cosas para amueblar el lugar, no dudes en pedirlas.
—Genial, lo tomaré en cuenta, pero aceptaré la oferta –sonrió encantada.
—Date prisa, o puede que no te esperen si llegas muy tarde.
—Tienes toda la razón.
Ginny tomó una ducha rápida y se vistió lo más cómoda que podía, después de todo solo era una firma de contrato, después de eso, aprovecharía para visualizar la forma en que amueblaría el lugar, tenía que ir pensando en pedir un préstamo para aquello.
Se regresó una vez que estuvo en la acera, porque había olvidado las llaves del apartamento, gruñó de frustración, era como si el destino estuviera diciéndole que era mejor quedarse con Charlie y olvidarse de ese apartamento, una vez que te despierta el cosquilleo de los pelos en las patas de una tarántula, ya no gritas como loca la segunda vez que ocurre.
Fue hasta el subterráneo y se dirigió a la que sería su nueva dirección, una vez que llegó al lugar, se quedó viendo el edificio atentamente, el lugar estaba un poco diferente, al parecer el nuevo dueño había mandado a hacer una remodelación de la fachada, que había iniciado ese mismo día, podía imaginar a esa persona pretenciosa diciendo que si bien había adquirido el lugar, no era para que lo dejara luciendo tan antiguo, sin duda sería una persona rica y fanfarrona o algo por el estilo.
El elevador tardó demasiado en llegar al vestíbulo, el nuevo propietario debió iniciar con eso y no con la fachada, pensó indignada la pelirroja así que tuvo que optar por las escaleras, ya en el tercer piso, se estaba arrepintiendo de haber tomado esa opción y aun le faltaban cinco, aun así usó su orgullo como motivante, una escalera no iba a poder más que ella, así que impulsada por eso llegó al octavo piso, se recargó junto a la puerta mientras su respiración se volvía regular, una vez que se le quitó lo agitada buscó sus llaves y salió al pasillo, dudó un momento y abrió la puerta.
—M—
Draco observó a su secretaria de forma atenta, haciendo que la joven se pusiera nerviosa, no podía descartar que se estuviera haciendo una idea errónea de porqué la estaba observando con tanta intensidad, pero no le preocupó, no era de su incumbencia que ella tuviese una gran imaginación, donde podía crear un escenario hipotético, donde él se fijaría en una chica tan insignificante, la vio removerse nerviosa y secarse la palma de la mano en su falda, mientras sostenía el teléfono en su otra mano, esperando porque la llamada fuera atendida.
Una vez que ella comenzó a hablar, la charla fue unilateral para él, que asentía en aprobación en cada cosa que decía, así que fue tomando confianza y sonriéndole al rubio, que no respondió el gesto.
—Listo, señor Malfoy –sonrió aún más, acercándose a su escritorio.
—Bien, consigue los permisos y llama a Nott, quiero que se remodele el lugar, es bastante… ordinario –hizo mala cara –y ¿ya has mandado amueblar el apartamento que te dije?
—Así es –asintió emocionada –me han preguntado si los demás apartamentos se amueblarán para elevar el precio de renta y…
—No, no me interesa el resto de los apartamentos, solo ese –soltó tajante –si ya terminaste con lo que pedí, vuelve a tu trabajo.
—Ya terminé, pero dijeron que llevarían las cosas mañana por la…
—Creo que no entendiste, quiero ese apartamento listo, y más te vale que cuando Ginevra llegue, todo esté tal y como lo pedí, ¿de esa forma lo entiendes o tengo que buscar una forma en que tu pequeño cerebro lo entienda?
—No, señor Malfoy –comentó seria –quedó claro.
—Soluciona eso, ahora, y una vez que todo esté listo, vuelve a tu trabajo.
La secretaria salió indignada por el comportamiento del rubio, normalmente no era así de prepotente y cruel con ella, pero lo sintió necesario para que aquellas fantasías murieran tan rápido como habían comenzado a proliferar en su mente.
Las cosas en la oficina no fueron para nada maravillosas, estaba ansioso por volver a encontrarse con Ginevra Weasley, no tenía una explicación clara sobre lo que haría o diría al respecto de lo que había hecho cuando la viera, aunque no tenía muchas intenciones de hablar con ella.
Sacudió la cabeza y no le quedó más que pensar en algo espantoso, para quitar la imagen de aquella chica, removiéndose en aquellos pupitres de placer ante lo que él hacía, el sonido de sus gemidos, o lo extremadamente rosas pálido que eran sus pezones.
Arrojó su lapicero lejos una vez que los pensamientos lo llevaron a un oscuro lugar, uno al que jamás había accedido en el pasado estando con Millicent, o con alguna otra.
Sin duda alguna, Ginevra Weasley había creado un monstruo que cada vez estaba más hambriento de ella, ¿qué iba a hacer si ella no aceptaba estar con ella de forma sexual una vez más? Claramente tendría que aceptar su decisión, pero ¿cómo iba a tranquilizar todo el iceberg de emociones que le creaba en su interior?
Volvió a la realidad una vez que su Tablet encendió al llegarle un correo de su secretaria, lo abrió y comenzó a revisar las imágenes que estaban adjuntas, en menos de tres horas, el apartamento había estado listo por completo con muebles de su entero gusto.
—Sí, Nott, ¿qué pasa? –Interrogó al contestar la llamada.
—Quieres remodelar un edificio, no me molesta, pero sabes que tengo mucho trabajo en estos momentos y…
—Eres el mejor arquitecto que conozco, sé que podrás tener listo una fachada que haga ver bien ese lugar de tan baja categoría.
—Claro, entonces ¿por qué comprarías algo en un barrio tan malo y mandarías a que le hicieran una fachada de primera?
—Bueno, la gente pobre también merece tener un lugar bonito.
—Enviaré a mis hombres a comenzar a quitar todo, no puedo tenerte una fachada hoy, pero sí mañana a medio día, ¿te parece?
—Bien, cuento contigo para que terminen pronto.
—Sí, contrataré más gente para esto, no va a salirte nada barato.
— ¿Y quién demonios te pidió algo barato? –Bufó.
—Ya sé que jamás te quejas de los precios, no eres Zabini.
—Ese es el mejor cumplido que me han hecho –soltó sarcástico.
—Te mandaré una propuesta a primera hora, y a medio día otra.
—Bien, ponte a trabajar ahora –colgó.
Después de esa llamada, se marchó a una junta que tardaría poco, o eso pensó hasta que se alargó, la comida que pidieron fue asquerosa, pero no pudo comportarse de esa forma, porque realmente su padre quería asociarse con ellos, era una empresa que había iniciado hacía poco pero había subido como la espuma, aquello no le daba buena espina a Draco, pero no era nadie para ir en contra de los deseos de su padre.
—La comida es del restaurante de un amigo, es deliciosa, ¿no es cierto, señor Malfoy? –Sonrió la mujer.
—Claro, claro, es deliciosa, muero por probarla de nuevo –mintió tan ávido como siempre –así que dígame, ¿Dónde se encuentra el lugar?
—En Camden Town –sonrió.
—Ah, eso sin duda lo explica –sonrió pero su mente anotó la información para jamás aparecerse por ahí por accidente.
Después de volver a las negociaciones, no pudo evitar estar revisando su reloj a cada rato, quería marcharse de una maldita vez, no quería perder la oportunidad de encontrarse con Ginevra, y si esa junta seguía alargándose, eso haría, el abogado le había mandado un mensaje hacía quince minutos.
Draco se arregló el saco una vez que llegó al octavo piso, el ascensor se había tardado bastante, así que lo mandaría solucionar por la mañana, odiaba esperar y perder el tiempo en cosas simples como esa, no quería ni pensar en que ya no alcanzaría a Ginevra.
—Es genial –dijo la voz de Ginevra –me sorprendió, para ser honesta.
—Lo sé, pero el nuevo propietario quiere hacer de este edificio uno de lujo, los precios no aumentarán, y si lo hacen, será de forma proporcional.
—No mucha gente haría eso –aceptó ella.
Y no, no lo haría sino estuviera un gran interés de por medio, la puerta se abrió, el abogado lo observó y lo saludó con un leve movimiento de cabeza, él entró y el otro hombre cerró la puerta, Ginevra estaba distraída, por lo que podía apostar que no se dio cuenta de su presencia, estaba observando los cuadros que adornaban la pared contraria.
—Supongo que te gusta la decoración –comentó con una sonrisa de lado, que no pudo ocultar por más que quiso, ella se giró asustada.
—Draco –lo nombró atónita, pero aun así, aquello lo encendió en más de un sentido –yo… ¿qué haces aquí?
—Soy el nuevo propietario, pensé que habrías visto mi nombre en el contrato que firmaste –se burló.
—Ah, bueno…
—Mi abogado debió aconsejarte en leerlo completamente.
—Sí, lo hizo, pero la verdad es que me quería desocupar de esto pronto y volver al apartamento de Charlie…
Por fortuna, sabía que vivía con su hermano mayor, o los celos lo habrían atacado de nuevo al escuchar el nombre de otro hombre, le sonrió de lado una vez más y avanzó hasta el sofá y se sentó, haciéndole una seña para que siguiera el ejemplo.
—Tengo un par de cosas que hablar contigo.
—No sé cómo qué –se cruzó de brazos y se negó a tomar asiento, más que provocación, porque realmente quería irse pronto –lo dejaste claro esa vez en mi escuela, el juego terminó.
—Que tu juego haya terminado, no significa que no podamos iniciar uno nuevo, ¿no lo has pensado? –se burló.
—No me interesa –soltó.
—Bueno, no me expliqué –se puso de pie, yendo hasta ella y arrinconándola –hoy vamos a iniciar un juego nuevo, en el cual, te prometo que en tu escuela, no se van a enterar de tu otro trabajo temporal.
—Me estás amenazando –soltó incrédula.
—Piénsalo así, ser un Malfoy tiene muchas ventajas, y aunque estoy consciente de que puedes cambiar de empleo, una llamada que haga correr la voz, ¿crees que las madres de familia te querrán enseñando a sus hijos y seduciendo a sus esposos? –Chasqueó la lengua –yo no lo creo.
—Eres un imbécil –lo empujó para dirigirse a la puerta.
—Un imbécil que te tiene en sus manos, si lo piensas bien.
La sujetó de la cintura, pegándolo a él, haciendo su cabello a un lado para besar el cuello de la joven, aquel simple gesto hizo que su respiración se agitara, provocando satisfacción en él.
—No es como si no lo hubieses disfrutado, sabes que soy capaz de hacerte llegar, y hasta el momento, no has encontrado a uno capaz de hacerlo ¿o sí?
—Eso no te interesa –bufó.
—Déjame comprobarte que aceptar esto, sin duda será bueno para los dos.
—Draco.
El rubio la arrojó de forma que la pelirroja quedó bocabajo en el sofá, se subió sobre ella mientras comenzaba a tocarla y besar su espalda, el hecho de que ella no hiciera nada para liberarse le dejó claro que estaba dispuesta a dejarle comprobar que podía convenirle a los dos.
La giró para poder besarla mejor, sus labios se unieron de forma frenética, en un beso apasionado que buscaba por no terminarse nunca, pero como el oxígeno se les agotó lo hicieron.
Cada uno se desvistió a sí mismo, uniéndose de nuevo en un apasionado beso, la mano de Draco fue entre las piernas de la joven, que arqueó la espalda de placer, mientras movía las caderas para sentir más contacto con la mano del chico, le mordió el labio una vez que dos de sus falanges se adentraron en ella, y la escuchó pedirle que se adentrara en ella ya.
Jugó un poco más en sus pliegues y su clítoris, sonriendo satisfecho al verla retorcerse del placer, tanto que se le olvidó los besos, ocultaba su rostro en su brazo, tratando de que sus gemidos no sonaran tan fuertes para que los vecinos no se dieran cuenta.
—Draco, por favor, ya –suplicó agitada.
—Entonces, ¿aceptarás nuestro nuevo juego? –Cuestionó.
No obtuvo respuesta favorable, no obtuvo nada, así que siguió torturándola de placer, y volvió a cuestionarla, pero al parecer se haría la difícil, al final, por su propio bien, la poseyó de nuevo, de manera rápida, la sujetó de los brazos al darse cuenta de que se había estado mordiendo, así que besó la herida, y después la distrajo, mientras se adentraba de manera desesperada en ella.
El clímax los alcanzó después de unos momentos, la respiración de Ginevra era irregular, y aunque la de él también, se apresuró a vestirse, no le había contestado, así que no iba a humillarse con una chica de tan baja cuna, ya se había saciado de ella, no le hacía falta más, estaba más que dispuesto a olvidarse de ella, incluso, podría hacerle la vida un poco imposible si quisiera, pero era darle mucha importancia a ella.
