Capítulo 20: Detrás del gran hombre
Ciudad Iris, Johto, 6 de noviembre de 2008.
Una furgoneta blanca genérica estaba ingresando a Ciudad Iris, conduciendo en dirección oeste rumbo a la ruta 38 de la región.
Ya había oscurecido y muy pocas personas estaban rondando por las calles de la emblemática ciudad de Johto, caracterizada por sus leyendas relacionadas con Ho-Oh, Lugia, Suicune, Raikou y Entei. También dicha furgoneta era uno de los pocos vehículos que estaban en circulación por el lugar.
El vehículo estaba siendo manejada por Protón, vistiendo completamente de negro y que maniobraba con cautela y precaución por las calles, teniendo a su jefe de copiloto.
El hombre por su parte vestía una sudadera negra y un pantalón de buzo gris mientras tenía a un pequeño Phanpy descansando en su regazo, al mismo tiempo que miraba a través de la ventana de la furgoneta las tranquilas calles de la ciudad, que no contaba con enormes rascacielos como Ciudad Azulona o Ciudad Azafrán, pero sí con unas características torres de donde se desprendían los mitos y las leyendas.
— Ya casi llegamos, jefe — dijo Protón deteniéndose en una luz roja, pese a que no había nadie por los alrededores.
— Te agradezco mucho que me acompañes en esto, Protón — acariciando al pokémon de tipo tierra con una expresión de calma — sabes que no estabas obligado a venir.
— No podía dejarlo solo en un momento como este — esperando la luz verde — Oh, ¡Y lo digo con todo respeto jefe!, lo siento.
Giovanni sonrió ante el actuar de su subordinado.
— Lealtad y respeto, son dos de los tres pilares fundamentales que me guían en mi día a día — viendo que la luz del semáforo estaba cambiando de color, pasando de roja a amarilla — Me siento orgulloso de que tú, Ariana y Archer sigan esos valores.
Pese a su aura intimidante y de autoridad que Giovanni desprendía, también era alguien que respetaba y apreciaba mucho a sus subordinados más cercanos, como lo era Protón por ejemplo.
La furgoneta volvió a estar en marcha cuando la luz verde apareció, pasando por el gimnasio de Ciudad Iris, cuyo líder era un joven experto en pokémon de tipo fantasma y que se rumoreaba que poseía poderes extrasensoriales.
Los gimnasios de Johto eran similares a grandes templos de madera, a diferencia de los gimnasios de Kanto que habían renunciado a dicho estilo por diseños más personalizados en relación con los oficios de sus líderes, modificándose cuando un nuevo líder tomaba el cargo.
Dicha característica de los gimnasios había sido adquirida de la región de Unova, luego de que dicha región salvará a Kanto y Johto del intento de conquista de Sairel.
Giovanni conocía ese particular detalle, ya que había vivido junto a su mamá en Unova por 9 años, donde trabajó en una industria minera antes de volver a Kanto y volverse el actual líder de gimnasio de Ciudad Verde y el jefe de su organización secreta, su amado Equipo Rocket.
— Por cierto, si me permite preguntar — mirando fijamente hacia adelante — ¿Cuál es su tercer pilar fundamental, jefe?
Giovanni escuchó la pregunta de Protón, pero se quedó mirando la edificación de batallas al no poder evitar pensar en el aspecto anterior que tenía el gimnasio de Ciudad Verde, recordando su aspecto cuando él era sólo un niño de clase media baja que no tenía un objetivo en particular en la vida.
Recordaba que su padre, Luciano Costello, había intentado hacerse con el puesto de líder de gimnasio de Ciudad Verde muchas veces en el pasado cuando el edificio mantenía ese diseño de templo, fallando miserablemente en cada intento por conseguir el título y todo lo que venía con él.
Ya siendo de noche, Giovanni jugaba en su habitación con un Meowth callejero que mantenía escondido, ya que su padre no permitía pokémon dentro del apartamento.
El pokémon de tipo normal había seguido y se había encariñado con Giovanni, luego de que este lo protegiera de una bandada de Spearow en una lucha territorial por el sector noreste de Ciudad Verde.
De pronto se escuchó un ruido muy fuerte que lo hizo apagar la luz rápidamente y acostarse debajo de su cama, ocultando a Meowth junto a él. El sonido era de la puerta principal cerrándose con brusquedad, siendo una señal de que su padre había llegado a casa.
Su progenitor tenía un trabajo más o menos estable como obrero, pero tenía la meta de volverse líder de gimnasio de la ciudad a toda costa, llegando tarde a casa por estar entrenando y gastándose parte del dinero en satisfacer sus placeres carnales.
Se escondió bajo las sábanas en posición fetal abrazando a Meowth, tratando de ignorar sin éxito la situación repetitiva que se estaba generando en la habitación siguiente a su cuarto.
— ¡Todo es culpa tuya!, ¡Tuya y de ese mocoso! — escuchó a su padre gritar, seguido de un fuerte golpe — ¡Tú no crees en mí y por eso seguimos como la mierda!
El niño cerró los ojos con mucha fuerza, cubriendo sus oídos intentando silenciar e ignorar toda la violencia que estaba ocurriendo en la otra habitación, con el Meowth lamiendo su rostro al sentir como Giovanni se encontraba muy asustado.
Ya no quería seguir viviendo de esa forma, vivir con miedo de que algo le fuera a suceder a él algún día, y que su mamá tuviera que pagar tanto física como psicológicamente por los dos todas las noches.
— ¡BASTA! —
— Poder, Protón — con un ligero tono de melancolía al recordar la primera vez en su vida en que no dudo de sus acciones.
— ¡¿Qué vas a hacer hombrecito?! —
— Es el poder, por eso es qué hacemos todo esto — viendo que su Phanpy se había quedado dormido — no se trata de bien o mal, se trata de poder o debilidad, y nosotros, las personas como tu o como yo, no somos débiles.
No quería aceptarlo, pero dicha cualidad la había adquirido viviendo los primeros 14 años de su vida con su padre, teniendo siempre en su cabeza que no debía convertirse en un hombre como él, en especial en como trataba a sus seres queridos.
Protón vio el estado de Giovanni y decidió acelerar un poco más la marcha para llegar más deprisa a su destino.
Él junto a Archer y Adriana eran las únicas personas de la organización en conocer la historia detrás del hombre que era su jefe, su pasado tanto antes como después de la muerte de su padre, que había sido asesinado por el Meowth de Giovanni, siendo este mismo quien le había ordenado hacerlo.
Conocían a la perfección las razones y motivaciones por las que su jefe actuaba y quería con ansias que el Proyecto Neogénesis funcionará a la perfección, y por esas razones lo iban a apoyar en todo.
Ring ring ring
Giovanni tomó su teléfono de la guantera de la furgoneta, con cuidado de no despertar a Phanpy, viendo que la llamada era de Archer.
— ¿Diga? — preguntó Giovanni.
— Jefe, lamento molestarlo en su operativo, pero tenemos un problema con el Casino Rocket — bastante preocupante al otro lado de la línea.
— Continúa — dijo Giovanni con calma.
— La Policía Internacional descubrió las actividades ilícitas de lavado de dinero del casino, además confiscaron la tecnología robada almacenada en los pisos inferiores del edificio —
— ¿Existe evidencia de que los fundos iban a Silph S. A.? —
— No jefe, Adriana se encargó de limpiar cualquier conexión en los registros y plataformas digitales — explicó Archer — el problema sería la pérdida de capital y de tecnología, al igual que las bajas de subordinados por el fuego cruzado con los agentes.
— No te preocupes por el dinero y lo material, la gran mayoría de recursos ya han sido trasladados a un lugar seguro. La pérdida del casino no es significativa para nuestra operación — frotando su ojo derecho con los dedos índice y medio de su mano derecha — Sólo debemos seguir adelante para respetar el sacrificio de todos esos subordinados.
— Entendido jefe —
— ¿Algo más que quieras informar? —
— Sí, nuestro socio principal movió la reunión de negocios presencial para este domingo — escuchándose un ronroneo al otro lado de la llamada.
— Sólo actúa como siempre y todo saldrá bien. Recuerda que eres el segundo al mando, confió en que tomarás las mejores decisiones para el Equipo Rocket — contestó Giovanni, motivando a Archer — Ah, y asegúrate de alimentar a Persian, por favor.
— Sí jefe, muchas gracias jefe, no lo molesto más, cambio y fuera — colgando la llamada.
Giovanni volvió a meter su teléfono en la guantera. Estaba cada vez más cerca de conseguir todo lo que quería.
Lograron salir de Ciudad Iris para llegar a la ruta 38. La ruta estaba muy oscura, con varios pokémon nocturnos rondando por la zona, entre ellos Raticate, Hoothoot, Noctowl y Tauros.
Protón orilló la furgoneta en el lado derecho de la ruta, cerca del lugar que Giovanni quería visitar, el Cementerio General de Johto.
— Iré a inspeccionar el lugar — dijo Protón saliendo del vehículo.
Giovanni asintió, viendo desde su asiento como el individuo se acercaba más a la entrada del lugar.
Dio un largo suspiró mientras acariciaba el lomo del pokémon durmiendo en su regazo y se acomodaba un poco sobre su asiento.
Sentía una gran emoción que no quería expresar todavía, queriendo guardarla hasta que todo se haya cumplido, y tener la seguridad de que nada en el mundo le iba a arrebatar todo lo quería, no otra vez.
En un apartamento de Ciudad Porcelana se encontraba Giovanni, sentado en su sofá mientras mantenía una mirada seria fijada en el techo que se encontraba algo húmedo.
A un lado suyo se encontraba Persian durmiendo plácidamente, pero lo que más destacaba era un par de maletas, una grande y una de mano. Arriba de ellas había un par de boletos de avión.
Estaba esperando a alguien, una persona muy importante para él, teniendo la intención de preguntarle algo que iba a cambiar el curso de sus vidas.
Toc toc
Había llegado. Estiró un poco sus hombros para poder relajarse, dirigiéndose a la puerta para dejar ingresar a la persona.
Al abrir la puerta apareció frente a una hermosa mujer de su misma edad, de una largo cabello de color rubio y unos profundos morados, llevando puesto un abrigo café y una bufanda gris con una mirada de serenidad.
— Buenas — saludó sin más la mujer con simpatía.
— Hola — dijo Giovanni, con algo de nerviosismo en su voz — Adelante.
La mujer en cuestión era su pareja y compañera de trabajo, Yelena Rocket, quien trabajaba como gestora de recursos en la industria minera de Ciudad Fayenza.
Giovanni condujo a Yelena a la sala, donde le ofreció asiento para que pudieran hablar los asuntos pendientes que tenían, pero ella prefirió estar de pie al lado de él.
— No tienes que estar tan nervioso, el señor Clay ya me lo contó todo — dijo la mujer con una sonrisa sincera, pero con ciertos rasgos de tristeza en su voz.
— Ya veo — mientras se rascaba la nuca.
— ¿Te vas hoy mismo? — viendo las maletas encima del sofá a un lado de Persian,
— No, mi vuelo es en 3 días más, es sólo… —
— ¿Es sólo qué? —
Giovanni dio un fuerte respiro antes de continuar.
— Me gustaría que tu vinieras conmigo, a Kanto — dijo finalmente con una mirada de determinación, esperando la respuesta definitiva de Yelena.
La declaración le vino de golpe a la mujer. Habían estado juntos por 3 años, y en ese periodo de tiempo Giovanni había encontrado en ella a alguien que lo aceptaba como él era en verdad, con todos sus pecados y defectos tanto pasados como presentes, al verdadero y auténtico Giovanni Costello.
— Jefe —
— ¿Esto se debe a tu madre? — queriendo conseguir más información.
— En parte, su fallecimiento nos tomó desprevenidos, pero al menos sé que se fue sin dolor y que podrá descansar en paz al lado de Arceus — palpando su pecho — pero, vienen a mi sentimientos de nostalgia tras su partida, que me dicen que debo volver a Ciudad Verde.
— ¿Te sientes cómodo yendo allí? — preguntó preocupada — Tú sabes, después de lo que pasó con tu padre.
— Ya le di vuelta a esa página hace mucho, sólo sé que esa ciudad, esa región, son parte de mi — con una voz seria — No sé cómo explicarlo bien, pero si he de iniciar mi ascenso al poder en el mundo, debe ser en la tierra donde nací, sólo que tampoco puedo hacerlo si tú no estás a mi lado — tomando ambas manos de la mujer.
Al conocerla y estar con ella se sentía pleno, sintiendo emociones que no podía describir con palabras, pero que atesoraba, ya que con ella podía tener algo que nunca tuvo y siempre había anhelado en su vida, una familia feliz y una persona en su vida que creyera en él.
Mientras tanto ella desde que lo conoció se enamoró de él por su forma de ser y llevar las cosas. Era un hombre que tenía una gran ambición por el poder y el control, un hombre que quería tener el mundo en sus manos, con la suficiente motivación y paciencia para hacer ese sueño tan ambicioso una realidad concreta.
Sin embargo, también tenía sus defectos como cualquier persona, que sólo ella conocía y aceptaba como parte de él. Detrás de aquel gran hombre que mostraba ser, había un interior triste y vacío, que sólo ella podía sanar y llenar, y que estaba dispuesta a hacerlo.
— De acuerdo — tomando las manos de Giovanni — Iré contigo, aún si eso significa comenzar de cero.
— Eso es lo de menos, tenemos una larga vida por delante, justos— sonriendo — Mientras tú estés conmigo…
— Jefe —
El golpeteo en el vidrio de la furgoneta sacó a Giovanni de sus pensamientos.
— ¿Se encuentra bien, jefe? — preguntó Protón, preocupado de ver como su jefe se encontraba algo estupefacto.
— Sí, sólo me quedé pensando en algunas cosas, no te preocupes — mirando a su alrededor y tratando de disimular calma — ¿Cómo te fue con la inspección?
— Guardia inmovilizado y sedado, cámaras de seguridad inhabilitadas y el acceso ya está abierto para su ingreso — acomodando su boina negra — sólo hay algunos pokémon nocturnos rondando por el lugar, pero no son una amenaza.
— Perfecto — abriendo la puerta del vehículo para salir, colocando a Phanpy en su asiento con cuidado de no despertarlo — Cuida al pequeño en lo que no estoy.
— ¿No quiere que lo acompañe? — preguntó Protón.
— Tengo que hacer esto solo — sacando una pala y una linterna de la parte trasera de la furgoneta — Espera aquí mientras tanto — dirigiéndose al cementerio.
— ¡S.…si! — con algo de miedo en su voz al ver el rostro bastante serio de su jefe.
Giovanni camino por la orilla de la ruta 38, pudiendo escuchar a los Noctowl surcando los cielos nocturnos a la caza de Pidgey y Pidgeotto que dormían vulnerablemente en sus nidos.
Al llegar a la entrada del lugar encontró el puesto de vigilancia del guardia, viendo que en efecto el sujeto no iba a estorbar en sus planes al estar inconsciente y maniatado.
— Felicidades, nuevo líder de Ciudad Verde —
Ingresó al cementerio, sintiendo una gélida brisa golpear su cuello, haciéndolo estremecerse un poco. Todo estaba muy oscuro, pero gracias a su linterna podía caminar a través de las tumbas con más cuidado, teniendo mucha precaución en no mancillar los lugares de descanso eterno de todos esos difuntos.
— ¿Qué nombre tienes en mente? — preguntó Yelena.
— Mmm… el único que se me ocurre es Giovanni, así que escoge tú — contestó Giovanni — Cualquier nombre que elijas está bien.
— Estoy entre Gold o Frank —
Sentía la presencia de varios pokémon fantasma por la zona, como Gastly, Haunter y Misdreavus, que lo miraban a lo lejos con miedo dado a la presencia dominante e intimidante que irradiaba.
— ¡Cuando crezca voy a ser un entrenador pokémon! —
— Entonces espero que te vuelvas lo bastante fuerte como para desafiarme a un batalla de gimnasio, hombrecito —
Comenzó a subir una pequeña colina, siendo el lugar más alto de todo el cementerio.
Subió un poco más hasta llegar a su destino, quedando frente a dos tumbas las cuales se encontraban bastante bien cuidadas y decoradas a comparación de todas las demás que estaban en el resto del cementerio.
Yelena Mariana Rocket-Costello y Gold Frank Costello.
— Hola querida, hijo — trazando una X en su pecho con la mano derecha en señal de respeto — lamento molestar a estas horas, pero esta vez es una visita un poco diferente.
Se agachó, dejando la linterna y la pala en el suelo para acariciar ambas lápidas con ternura, sintiéndose menos tenso, con una expresión de tranquilidad en su rostro.
— No se preocupen — besando las lápidas de ambos, despejando las tumbas, quitando los adornos y las flores de encima — Todo está bajo control, sólo deben ser pacientes.
Se levantó con su pala en mano, golpeando con fuerza las orillas de ambas tumbas para poder aflojar las estructuras de concreto de la tierra. El sonido del metal golpeando el hormigón resonaba por todo el cementerio, asustando a algunos pokémon de tipo volador que merodeaban por los alrededores.
Estuvo haciendo eso por un rato, hasta que logró aflojar las grandes piezas de concreto.
Se limpió el sudor de su frente y volvió a dejar la pala en el suelo, sacando dos lujoballs de sus bolsillos, liberando a un Rhydon y a una Nidoqueen.
— Con cuidado, por favor — ordenó a ambos pokémon que levantaran las tapas de concreto con unas señas de sus manos.
Ambos pokémon obedecieron a su entrenador. Rhydon se encargó de mover la tapa de la tumba de Yelena, mientras que Nidoqueen se encargaba de la de Gold.
Al remover las tapas quedó en descubierto un montón de tierra que yacía encima de ambos ataúdes.
Con un simple chasquido ambos pokémon de tipo tierra comenzaron a excavar, dejando la tierra y algunos fragmentos de roca a un lado de los lugares de descanso de la mujer e hijo de Giovanni.
— No permitiré que nada nos vuelva a separar — viendo como poco a poco se visualizaban los cajones de su esposa y su hijo.
Nidoqueen y Rhydon terminaron con su tarea, sacando los ataúdes de los agujeros con sumo cuidado, para dejarlos a un lado de su entrenador.
Giovanni volvió a agacharse, quedando más cerca de ambos recipientes de madera, acariciándolos con ternura.
Hizo otra seña con sus manos, indicando a Rhydon que usará pedrada para llenar ambos agujeros en ausencia de los cajones de madera, para luego volver a llenarlos de tierra y colocar las tapas de concreto, como si nada hubiera pasado.
El hombre usó la pala para abrir ambos cajones, revelando el estado de deterioro de su mujer y su hijo, con sus cuerpos carcomidos por el paso del tiempo, siendo un montón de huesos con algunos restos de carne, cubiertos con las ropas con las que Giovanni los había enterrado.
— Te lo había dicho, ¿no? — hablándole muy de cerca al cadáver de su mujer — Mientras tú estés conmigo, no habrá fuerza en el mundo capaz de detenerme.
Tomó su podrida y deteriorada mano derecha con sumo cuidado.
— Muy pronto todas esas prolíficas masas sucumbirán ante nuestro poder y del nuevo pokémon que estamos desarrollando — besando su mano — uno tan poderoso capaz de poner en jaque al mundo entero, Mewtwo.
De paso también acarició el cráneo de su pequeño hijo de alrededor de 4 años con las yemas de sus dedos.
— Tampoco he olvidado nuestra promesa campeón, ya lo verás, papá es un hombre de honor y palabra —
Se levantó para cerrar ambos cajones, ordenando a sus dos pokémon que los cargaran con delicadeza hacía la furgoneta estacionada afuera del cementerio.
Protón lo estaba esperando, abriendo la parte trasera de la furgoneta para que los pokémon dejarán los ataúdes allí. Estaba un tanto nervioso por la presencia de ambos cadáveres, pero debía ser firme al ser parte de las demandas de su jefe, siendo algo que él quería.
— Ariana me informó que una avioneta nos estará esperando en Ciudad Olivo — dijo Protón, ayudando a acomodar los cajones en el vehículo — Nos será más fácil transportarlos hasta Kanto.
— Perfecto — devolviendo a Nidoqueen y a Rhydon a sus lujoballs — Muchas gracias.
Ambos hombres se subieron al auto, con Giovanni cargando de vuelta a Phanpy y Protón encendiendo la furgoneta.
— ¿Cómo se siente, jefe? — preguntó un poco preocupado por el estado mental de Giovanni dado a todo lo que tuvo que hacer, aunque este se encontraba bastante calmado.
— ¡¿Cómo pudiste hacer algo así?! —
— De maravilla Protón, de maravilla — acariciando al pequeño pokémon de tierra mientras sonreía — De ahora en adelante las cosas serán un poco diferentes — pensó.
Continuará.
nadaoriginal: Sí, el encuentro más esperado por todo Latinoamérica unida(?
Lunarium98: Fue un largo camino, pero al fin estamos aquí. Respecto a la redacción si me disculpo por ello.
