Capítulo 24: Un encuentro siniestro

Ruta 16, Kanto, 7 de noviembre de 2008.

El camino a Ciudad Fucsia desde Ciudad Azulona era un trayecto bastante largo, algo que era conocido por Green. Tenía que atravesar tres rutas bastante largas, pero a la vez más directas al lugar donde residía el líder Koga.

Aún con todo eso, la mente del chico se encontraba en calma y serenidad.

Tenía la mitad de las medallas para poder participar en la Liga Pokémon, y viendo el transcurso del día podía asegurar que Red ya había conseguido su cuarta medalla.

— Muy pronto — pensó, llegando al final de la ruta 16.

Dicha parte de Kanto se sentía extrañamente desolada, sin la presencia de entrenadores o de pokémon rondando por las zonas de hierba alta.

Sin embargo, en la entrada a la ruta cíclica vio un gran obstáculo que estorbaba todo su camino.

Un gran Snorlax estaba profundamente dormido en medio de la ruta. El pokémon de tipo normal era como una gran montaña que le impedía cruzar al otro lado.

No podía pasar por los costados, y la barriga de Snorlax era demasiado ancha y pronunciada como para que Victreebel lo ayudará usando sus enredaderas.

— Sólo me queda despertarte — pensó.

Snorlax era un pokémon conocido por su ciclo de sólo comer-dormir en su estado salvaje, lo único que podía despertarlo de su profunda siesta era usar la pokéflauta, objeto que Green no tenía consigo.

Debía apelar al apetito del pokémon.

Recordaba al Snorlax que su abuelo tenía en Pueblo Paleta, qué pese a llenar su estómago con abundancia de comida y tumbarse a dormir, despertaba al sentir el aroma de la tarta de baya aranja que la mamá de Red horneaba para ellos en el laboratorio.

Aunque al final se le terminaba quemando, molestando al pokémon en el proceso.

El iracundo pokémon del profesor Oak gruñía y movía los brazos furiosamente. No podía aceptar que la dichosa comida que lo había despertado de su cómoda siesta se haya quemado.

Era un escenario extraño, ya que los Snorlax podían comer de todo, sin importar si estaba echado a perder o hasta envenenado.

¡Flareon, llamarada! — ordenó Lorett.

El golpe de fuego hizo retroceder un poco a Snorlax con su potencia.

Red, Green y Blue miraban asombrados desde la ventana de la cocina, viendo como la madre del primero se encargaba de detener al furioso pokémon.

¡Butterfree, somnífero! — ordenó ahora a su pokémon mariposa.

El insecto voló cerca de Snorlax mientras agitaba sus alas y esquivaba sus ataques para esparcir un polvo verde sobre el gran pokémon.

Snorlax comenzó a bostezar, cayendo rendido en medio del patio del profesor Oak, completamente dormido otra vez.

Ufff — exclamó la mujer de ojos rojos — Todo está controlado niños — saludando a los pequeños qué la vitoreaban.

Entró para servir el platillo qué había horneado, solo para ver que estaba carbonizado y casi incomible.

— Aún así era la mejor tarta del mundo — pensó mientras tomaba una pokéball — ¡Sal, Victreebel!

El pokémon planta se preparó para combatir, desplegando sus hojas como si fueran cuchillas.

— ¡Dulce aroma! —

Del interior de la boca de Victreebel comenzó a salir una fragancia de tonalidad anaranjada transparente, la cual con ayuda de sus hojas lograron cubrir por completo el corpulento cuerpo de Snorlax.

Green por su parte se cubría la nariz por la hostigosa fragancia dulce, mucho más dulce de lo habitual.

Snorlax comenzó a olfatear, moviendo un poco la cabeza y lamiendo sus labios comenzando a salivar.

— ¡Esquiva! —

Un movimiento fugaz, pero que Green pudo prevenir. Snorlax se había abalanzado de golpe intentando atrapar al responsable del agradable olor con sus cortos, pero poderosos brazos.

Green y Victreebel retrocedieron un poco, viendo como Snorlax rugía iracundo al ser privado del agradable aroma que le había despertado el apetito, levantándose por completo en una postura hostil.

— ¡Regresa! — devolviendo al pokémon planta — ¡Raticate y Doduo, salgan!

Ambos pokémon surgieron expresando una gran determinación a ganar, independiente de ver que su oponente era muchísimo más grande que ambos y que se encontraba en un estado de ira muy expresivo.

— ¡Raticate, usa hipercolmillo en su pie izquierdo! — ordenó Green — ¡Doduo, patada salto a su hombro derecho!

Aprovechando que tenían más velocidad para amedrentar contra Snorlax, acataron las indicaciones exactas de su entrenador.

El ataque de Raticate llegó primero, hincando sus afilados dientes en el pie del pokémon salvaje y haciendo que este gritara de dolor.

Doduo fue la siguiente, habiendo tomado impulso corriendo y saltando con la fuerza de sus patas para golpear de lleno el área del hombro derecho, siento un ataque directo y muy efectivo.

Snorlax cayó al suelo de espaldas por los dos ataques, teniendo dificultad para mantener el equilibrio por el daño a su pie y el empuje de la patada.

— ¡Esquiven! —

Doduo y Raticate obedecieron sin pensarlo, sin percatarse qué el pokémon salvaje había realizado un ataque del cual lograron escapar.

Un poderoso megapuño había dejado un gran cráter en el lugar donde había estado parada Doduo, con la fuerza similar a la de una bola de cañón.

— ¡Ataque rápido en sus piernas! — ordenó a ambos.

En un parpadeo los pokémon de Green taclearon a gran velocidad las piernas del enorme pokémon, apartándose rápidamente por la experiencia previa que tuvieron.

Dichos ataques no tuvieron un efecto directo, sino que sirvieron para seguir reduciendo la movilidad y rango de ataque del pokémon salvaje.

Snorlax logró levantarse por completo, aunque esa sola acción lo había cansado bastante, ya que no tenía el equilibrio suficiente para distribuir uniformemente su masa. Tampoco podía realizar ataques de forma eficaz y precisa por el daño grave a su hombro, que le impedía articular bien su brazo derecho.

Rugió por desesperación, o por intentar intimidar a sus oponentes, cosa que no funcionó.

Green veía en detalle el estado de Snorlax. Podía decir que estaba a un mayor nivel que Raticate y Doduo, pero al ser un pokémon grande confiado en su defensa no tenía suficiente experiencia peleando.

— ¡Raticate, triturar en su brazo derecho! — ordenó — ¡Doduo, patada salto a su cabeza!

Volvieron a saltar contra Snorlax. Raticate mordió con una gran presión el brazo derecho, logrando que Snorlax retrocediera.

El pokémon ave concretó su ataque golpeando con todas sus fuerzas la cabeza del pokémon normal, haciendo que cayera al suelo en una gran nube de polvo.

Rápidamente se apartaron para quedar al lado de su entrenador, viendo como Snorlax se encontraba muy malherido al punto de no contraatacar al instante.

Con bastante esfuerzo el perezoso pokémon logró levantarse, aún afectado por las constantes caídas de su propio peso.

Estaba bastante débil mirando de forma amenazante a Green, quien se mantenía firme al igual que sus pokémon a la espera del próximo movimiento de Snorlax.

El momento en que ninguna de las partes se movía ni atacaba se rompió cuando Snorlax dio media vuelta, comenzando a caminar lentamente en dirección norte rumbo a las montañas.

— Era esperable — pensó, agachándose para ver el estado de sus pokémon.

Sabía que no era necesario derrotarlo en el combate, sino encaminarlo de tal forma que presionará a Snorlax para que se fuera a una zona más remota de la región y no interfiriera con los espacios públicos.

— Cerca de las montañas tendrá bayas para poder curarse — pensó, viendo que sus pokémon se encontraban bien — Hicieron un buen trabajo, los dos — acariciando los lomos de ambos pokémon.

De pronto, Doduo comenzó a brillar y a volverse más grande. Sus patas se volvieron más largas al igual que sus cuellos, con una tercera cabeza surgiendo característica de su evolución, el ave triple Dodrio.

— Bien hecho chica —

Green acarició las tres cabezas de su pokémon con una ligera sonrisa, contento de que su pokémon haya alcanzado su fase final.

Dodrio recibía feliz los mimos que su entrenador le daba, dado a que fue algo inesperado que el pleito contra el Snorlax le hubiese dado la experiencia suficiente para alcanzar la evolución.

Con dicho suceso ya estaban más preparados para enfrentarse al líder Koga al ampliar su repertorio de posibilidades.

Tenía algunos equipos pensados para pelear contra su tío, pero nada confirmado al 100%. Debía pensar bien en las tácticas qué usaría, sin mencionar la regla de gimnasio qué Koga tendría y que podría limitar sus opiniones.

No obstante, sintió algo en la dirección opuesta donde se había ido Snorlax, haciendo que dejase de pensar en su próximo combate. Algo se escuchaba proveniente de unos matorrales y le estaba causando bastante desconfianza.

Sus pokémon también sintieron la anomalía qué comenzaba a moverse y a hacerse más presente, resguardando a su entrenador detrás de ellos.

Una silueta negra saltó de los arbustos, mostrándose un pokémon peculiar dada la zona en la que se encontraban, un Houndoom.

El pokémon siniestro permaneció en una posición alerta dedicándose a observar fijamente a Green, quien concluyó qué el Houndoom tenía entrenador al ver un extraño collar rojo con una gema incrustada alrededor del cuello.

Otro indicio fue qué el pokémon se sentó cómo can obediente al oír un silbido agudo proveniente de los mismos matorrales de donde salió.

De ahí mismo surgió una joven de unos 20 años aproximadamente. Tenía un largo cabello plateado con unos profundos ojos celestes, llevando puesto un vestido amarillo hasta las rodillas con detalles negros en la cintura, con un cinturón donde llevaba sus pokéballs y una extraña pulsera en la muñeca derecha.

También tenía en su hombro derecho a otro pokémon, un Murkrow que se mantenía posado vigilando a Green y a sus pokémon con una postura encorvada.

— Disculpa, espero que mi Houndoom no te haya incomodado — dijo la chica disculpándose con una leve reverencia.

— ¿Incomodarme?, no te preocupes — contestó viendo a ambos pokémon de tipo siniestro — No me incomodó.

Los pokémon de tipo siniestro eran conocidos por ser bastante agresivos y desconfiados con los seres humanos, más que nada por roces en el pasado y malentendidos con las diferentes especies de esos pokémon dado a la naturaleza generalmente perversa que suelen tener.

No obstante, tanto Houndoom como Murkrow se veían bastante dóciles cerca de la chica, pareciendo un obediente Growlithe y Pidgey respectivamente. Sólo manteniendo el aura intimidante cuando posaban su mirada en Green y sus pokémon, casi como si naturalmente los vieran como simples presas.

— Aun así me disculpo, mi nombre es Karen Marion — con otra reverencia — Y tú debes ser, Green Oak, ¿Cierto?

Green chasqueó la lengua disimuladamente.

— Otra vez — pensó el muchacho — Sí, yo soy Green Oak.

— Que inesperado encontrarme al nieto de Agatha justo en esta parte de Kanto — dialogó Karen acariciando la cabeza de Houndoom — ¿No crees?

De nuevo se estaba repitiendo la situación en que un completo desconocido lo buscaba para probar su fuerza, pero no bajo su propio mérito, sino de sus familiares. Una comparación cansada y que lo molestaba al tratar siempre de relevar los logros de los miembros de su familia en lugar de los suyos.

Devolvió a Dodrio y a Raticate a sus pokéballs, quedando desprotegido de los atemorizantes pokémon siniestros de Karen, que lo seguían mirando fijamente quedando al acecho.

— Muy bien, nos vemos — se despidió Green sin más, siguiendo con su camino a la ruta 17.

El sol ya se estaba ocultando, y le resultaría incomodo cruzar todo el puente de noche.

— ¿Considerabas débil a ese Snorlax salvaje? — preguntó Karen, oyéndose más como una pregunta al aire que dirigida al entrenador por el tono en que lo decía.

Sin embargo, Green se detuvo por la inquietud de la pregunta y de la idea de que la joven lo estuvo observando todo ese tiempo.

— ¿Lo considerabas débil? — volvió a preguntar.

— ¿Débil?, para nada — respondió Green, sin dirigir su mirada a Karen — Su defensa era buena, pero también fue un factor desventajoso para él.

— ¿Por eso no lo quisiste atrapar? — hizo otra pregunta.

Green retrocedió unos pasos para estar más cerca de la entrenadora y poder continuar con la conversación de forma más fluida, todavía estando intrigado de quién era esa persona realmente.

— ¿Atrapar?, no tenía la intención de atraparlo — comenzó a responder sinceramente — Tenía la intención de cansarlo para que se fuera y no molestara más por aquí.

— Tenía una gran defensa, cómo dijiste, pudo haber sido un buen integrante de tu equipo —

— No lo era, si lo atrapaba iba a desequilibrar a mi equipo en vez de fortalecerlo — alegó Green.

— Pensé que podías hacer que su desventaja se vuelva su fortaleza — comentó Karen — Como lo que la señora Agatha hace con los tipo fantasma y veneno, siempre buscando una forma de beneficiarse a la hora de combatir.

Otra comparación fastidiosa, sin coherencia y que se notaba que tenían la única intención de molestarlo.

— ¿Quién eres tú? —

— Ya te lo dije, soy Karen Marion — contestó sin más — Aunque si quieres saber más sobre mí, soy oriunda de la región de Johto, pero no hay tantas cosas interesantes que decir sobre esa región.

— ¿Tienes alguna relación con mi abuela? — interrogó — ¿Eres acaso su alumna, pupila o algo así?

— Créeme, me encantaría ser su discípula, pero la única cercanía que tengo con ella es cuando fue a Johto a un combate de exhibición contra uno de los líderes de gimnasio de la zona — comenzó a comentar el relato — Claro, yo estaba en un terrible número de asiento ese día, pero la pelea estuvo increíble en las repeticiones de la tele.

No parecía mentir respecto a eso, más bien decía la verdad en todo lo que acababa de contar. Al menos Green podía verlo así, sin embargo, había algo extraño en esa entrenadora que él no podía explicar con certeza.

— Tienes esas preguntas por lo que dije, ¿verdad? — preguntó Karen acercándose a Green y siendo imitada por su Houndoom — No era mi intención incomodarte, Green Oak.

El mencionado mantenía la calma a la perfección, sin verse nervioso ni temeroso de la cercanía de la chica y su pokémon siniestro.

— ¿Incomodarme?, claro que no. Me intriga más porque me has estado observando desde que llegué a esta ruta — dijo Green — Eso me parece sospechoso, ¿No crees? — sintiendo las miradas de los pokémon de tipo siniestro.

La entrenadora y su pokémon se apartaron de Green, con Houndoom y Murkrow sin quitarle el ojo de encima.

— Estaba descansando un poco por aquí — mientras su Murkrow le daba algo — También estaba viendo mis opciones luego de conseguir esto — mostrando un objeto brillante.

Un pequeño objeto rosado en forma de corazón, la medalla Alma del Gimnasio de Ciudad Fucsia. La prueba de que Karen había derrotado al líder de gimnasio.

Green estaba impactado al ver que la chica ya tenía consigo dicha medalla, llevándole ventaja.

— Fue un combate qué la verdad yo no vi venir — entregando la medalla a su pokémon — Sabrás a lo que me refiero cuando llegues al gimnasio.

Karen comenzó a caminar en dirección a Ciudad Azulona seguida por el pokémon de fuego, dejando a Green quieto en medio de la ruta.

— En fin, fue un placer conocerte Green Oak — girando su cabeza para despedirse — Espero encontrarme contigo más adelante.

Esa despedida confundió a Green, ya que tenía la idea de que Karen estaba esperando el momento para tener un combate con él, cosa que nunca sucedió.

— Espera, ¿No querías retarme a un combate? — preguntó Green.

Continuará.


Lunarium98: Aquí tuve algunas complicaciones respecto sobre la perspectiva del laberinto, e ir contando los acontecimientos en miniarco al no contar con arcos, aunque igual se irán hilando unos con otros.

nadaoriginal: La diferencia de niveles entre Red y Sabrina habría hecho polvo al equipo de Red. Tiene tiempo para entrenar mientras tanto.