One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversión.
Chapter 7.1: Reflexiones existenciales.
Zoro observaba a la arqueóloga a la distancia mientras leía un libro bastante grueso para su gusto. Sus ojos se pasearon descaradamente por la silueta que el sol alumbraba. En ese momento, portaba un pantalón corto con una blusa sin tirantes. Su pelo se encuentra suelto, un poco ondulado, cayendo por sus hombros y causando la envidia del espadachín al ser capaz de descansar en su linda piel, sin ningún tipo de reparo. Subió por sus hombros, llegando a sus labios, esos que le encantaban sobremanera.
Antes de que esta mujer despertara lo que creyó nunca tener, los besos le parecían innecesarios, tediosos y hasta cierto punto, antihigiénico. Desde que probó los labios de la arqueóloga, no quería parar. Cualquier tipo de beso, ya fuese casto, dulce, apasionado, en la mejilla o en la frente, le encantaba recibirlos y entregarlos. No importase el momento, eran bien recibidos y le electrificaban de una manera novedosa para él.
Sus ojos volaron hacia su escote. Aún no tenía el placer de presenciarlos en toda su extensión, pero los había sentido contra su pecho en varias ocasiones y la expectativa era descomunal. Robin era de esas mujeres que solían mostrar su figura, mucho más después de los dos años de separación. Era evidente que se sentía mucho más confiada en sí misma tanto en sus habilidades como con su cuerpo. Una mejora que no esperaba, pero de la que no se quejaba.
Su hermoso cabello era otro detalle para discutir. Su antiguo estilo le encantaba y le sorprendía que siendo una persona tan de costumbres como lo era, le encantase los cambios que había sufrido. Estaba mucho más largo y ante el tacto, era como tocar seda. Los flequillos que enmarcaban su delicado rostro completaban un look fresco y juvenil. A veces lo llevaba ondulado, a veces en una cola, a veces completamente liso…Solía experimentar con su pelo y Zoro no sabía cuál le gustaba más; todos les sentaban bien, en su humilde opinión.
Cada detalle de Nico Robin le parecía exquisito. Aún no podía creer que alguien como ella fuese su novia. Por eso, estaba enfocado en hacerlo funcionar. Intentaba no pensar demasiado en las formas en los que podría meter la pata. Se obligó a pensar más de lo que estaba acostumbrado para armar un perfil fidedigno de su ahora novia para entenderla mejor.
Robin podía ser mayor que él, una mujer en toda la extensión de la palabra, pero solo bastaba ver sus interacciones con Luffy para saber que tenía ese espacio inocente y divertido. No era raro verla sonreír o reír con ganas cuando el trío dinámico compuesto por Usopp, Luffy y Chopper hacía de las suyas. Él no tenía ese tipo de personalidad, tampoco era el más afectivo, pero buscaría la forma de hacerla sonreír a su manera y de demostrarle lo importante que era para él. Quería ser el principal causante de aquello porque a él le encantaba verla de esa manera. Era aún más hermosa cuando sonreía y el espadachín sabía que lo más importante de su misión era hacerla sentir protegida y amada; dos elementos que le hicieron falta durante toda su vida.
Hablando de su pasado, ese era otro aspecto en el que no quería equivocarse o al menos no ser insensible al respecto. Zoro admitía que solía ser bruto y como era natural, veía las cosas desde el punto de lo que "un hombre debía ser". Robin era una mujer que, aunque era fuerte y sabía defenderse, seguía siendo un ser que quería tratar con delicadeza. Lo último que deseaba era ser una carga, preocupación o mal sabor de boca para ella. No quería invalidar sus sentimientos basado en lo que creía, pues sabía que era una actitud que le salía de manera natural.
El otro tema, en su opinión, el más importante, el futuro que les deparaba luego de completados sus respectivos sueños, posiblemente antes, teniendo en cuenta que eran bastante complicados. Robin nació para ser madre, independientemente de que no quisiese admitirlo en voz alta. Si él quería ser el hombre de su vida, debía ser el que le otorgara ese rol. Como le admitió, no era un tema que pasase por su cabeza a diario. No se sentía tan aterrador y, si llegase a ser niña, sabía que su inseguridad podría ser manejada y superada con el apoyo de Robin.
Además, ella merecía esa vida tranquila. Él, que no había pensado que haría luego de completar su sueño, no le desagradaba la imagen de ella y uno o dos niños a su lado, viajando tranquilos cada cierto tiempo, pues siendo los que eran, no podrían asentarse demasiado en un lugar, por lo menos, no había pensado en una forma de desaparecer, sin ser entregados a la Marina. Además, sería el hombre de la casa y tenía que prepararse para proveer y actuar como tal.
Cuando su mente divagó en el ámbito íntimo, sonrió con satisfacción. No sería un problema. De cierta manera, le alivió saber que no tenía tanta experiencia como pensaba, por lo menos no tan práctica. Con todo lo que leía, era posible que en teoría fuese aventajada. Con lo que habían experimentado hasta el momento, Zoro supo que era mucho menos pudorosa de lo que dejaba entre ver. Tanto el encuentro en Water 7 como en Thriller Bark le demostraron que era espontánea y se dejaba llevar por el momento. El último encuentro, donde saldó su deuda, y presenció en toda extensión su rostro preso del placer, se juró que sería algo cotidiano…eventualmente. No quería que tuviese la idea de que solo le atraía su cuerpo -el cual era más que perfecto-.
Después de todo, pasó dos años fantaseando con ella de una manera no muy inocente, podía aguantar un poco más, aunque fuese más difícil, teniéndola tan cerca. La mirada de Zoro volvió conscientemente hacia la arqueóloga. Su libro había pasado al olvido momentáneamente mientras conversaba con Nami y Chopper. No sabía si iban muy rápido, pero sus vidas no eran las de personas normales y corrientes. Vivían enfrentando situaciones que podrían arrebatarles la vida de manera muy sencilla. El mejor ejemplo y lo que terminó por convencerlo de que era lo correcto luchar por la relación fue la muerte de Portgas D. Ace.
Una persona fuerte, independiente y considerado una amenaza importante, murió con tan solo dos décadas en este mundo; contemporáneo suyo en edad. Sus planes se esfumaron, el futuro que podría ansiar ya no era una posibilidad y todos los que quedaron atrás, solo podían aferrarse en el "¿qué tal si…?". Era un pensamiento que le hizo pensar en nuevas perspectivas y en ese momento, que se admitía enamorado, quería vivir cada instante posible con ella. Demostrar que su relación fue, es y será siempre lo suficientemente fuerte para que fuese pública. Solo era cuestión de esperar unos meses para que el mundo completo supiese que ella era suya y él era de ella.
― Y Zoro, ¡que cuide el Sunny! Así no se pierde. ― la voz de Chopper lo trajo nueva vez a la realidad. Solo gruñó como respuesta, viendo como todos los demás bajaban a tierra.
― Enseguida te alcanzo, Nami; iré a guardar mi libro. ― la pelirroja asintió, imitando a los demás. Robin se levantó de su silla, pero desvió su camino al interior. Se acercó al espadachín, poniéndose de cuclillas, entregando un dulce beso en los labios. ― Si sigues observándome de esa manera, se darán cuenta de inmediato. ― él sonrió.
―Entendido. ― ella asintió. ― Ten cuidado y siempre alerta, ¿de acuerdo? ― volvió a asentir, esta vez, dirigiéndose a su destino original. Zoro suspiró satisfecho. En el tiempo presente, se dedicaría a disfrutar el momento.
