Oscuridad creciente
[¿Entiendes ahora por qué debo hacer esto?]
Él asintió. Aquella era la única manera de salvar a todos. Si bien los métodos que La Salvadora estaba empleando eran extremos, la parte de su consciencia que normalmente se opondría a hacer algo semejante guardaba silencio, lo que significaba que lo que ella "debía hacer" no solo era la única opción, sino que además era lo correcto.
–Entiendo tu propósito y te ayudaré a hacerlo realidad–dijo con solemnidad.
Si su metálico rostro pudiese reflejar emoción, estaba convencido de que la Salvadora le habría sonreído mientras pronunció esas palabras.
[Entonces estás listo para tu primera misión, mi campeón]
La Salvadora dibujó una línea en el aire y ante ella se produjo un extraño efecto visual, como si una pequeña raja se hubiera abierto en la realidad en si misma. La Salvadora introdujo una mano metálica (¿o cubierta de metal?) en la raja y tras unos segundo extrajo de ella una espada iridiscente.
[Esta espada es la única arma digna de aquel que me ayudará a traer la verdadera salvación a los universos.]
La Salvadora le entregó la espada y él se quedó ensimismado contemplándola. Era hermosa, fabricada en el mismo material resplandeciente que los pétalos cristalinos que flotaban en ese lugar, y tan imposiblemente duro como estos. Pese a que el filo del arma era liso, al mirarlo podía verse reflejado cientos de veces. Varios de esos reflejos le devolvían una apariencia que no se correspondía del todo con la suya, algunos con cambios apenas sutiles y mientras que otros presentaban cambios bastante notorios.
Preguntarse que harían esos "reflejos" en su lugar traería dudas innecesarias, por lo que apartó la mirada y envainó la espada en una funda que no le correspondía. No se preguntó que habría pasado con la espada que originalmente ocupaba esa funda. A buenas o a malas, la acabaría recuperando.
Levantó la vista y miró a la Salvadora, agradecido por el segundo regalo que le había hecho.
–Entonces, como tu campeón, ¿cual será mi primera tarea?
– – –
Decir que estaba indignado era quedarse corto. Dedede estaba que echaba humo. ¿Cómo se atrevían los habitantes de esa dimensión a obligar a alguien de su estatus a trabajar como una mula de carga? Mover carretillas... ¿Acaso los Waddle Dees no existían precisamente para que gente como él no tuviera que perder su valioso tiempo en esas labores físicas? Por no hablar de lo agotador que era. Y encima sin cobrar una mísera moneda.
–¡Vale, chicos! ¡Hora de tomarse un descanso! Seguiremos en un rato– oyó gritar a su otro yo desde otra de las salas del castillo haciendo uso de su potente torrente de voz (una de las pocas cosas que ambos Dedede tenían en común más allá de su apariencia).
Inmediatamente tras oír esas palabras, todos los Waddle Dees y los pocos Waddle Doos que trabajaban en el castillo detuvieron lo que estaban haciendo y se sentaron a descansar.
Dedede se giró para mirar a sus "escoltas". Estos también se habían relajado e incluso le habían quitado los ojos de encima, pero se había asegurado de actuar de bloqueo de la única salida de la sala, por lo que no podía aprovechar el descanso para escapar. Al menos, podría aprovecharlo para recuperar fuerzas.
–Ya era hora de que detuviesen esta tortura– se quejó Dedede mientras se dejaba caer en la carretilla, cansado como nunca lo había estado en su vida.
–Señor, pero si apenas ha movido dos carretillas– le recordó Escargoon mientras plegaba unos planos, exasperación reflejándose en su voz.–El resto de la mañana se ha la ha pasado inventándose excusas para no trabajar. Que si la espalda, que si la barriga, que si la alergia, que si ir al baño...
–Es que tú lo has tenido fácil. Sólo te has dedicado a mirar planos y dar instrucciones– le echó en cara.
–Si bien no ha requerido un esfuerzo físico, ha sido mentalmente extenuante– explicó este, de manera petulante. Ese tonito irritante siempre hacía que Dedede quisiera golpearle para que se callase.– De todos estos Waddle Dees solo unos pocos saben dirigir una obra y tener a un ingeniero experto como yo les ha ayudado a acelerar el proceso de construcción.
–¿Desde cuando eres ingeniero?– gruñó Dedede. Escargoon parpadeó perplejo.
–Desde siempre. Si hasta tengo un doctorado. ¿No lo sabía?–replicó Escargoon. Dedede negó con la cabeza.–¿Acaso no recuerda el extenso curriculum que le mandé cuando me presenté al puesto?
–¿Tendría que habérmelo leído?
Escargoon se llevó la mano a la sien. ¿A qué venía ese gesto? ¿De verdad tenía que haberse leído ese aburrido texto de 800 líneas en el que el caracol hablaba de si mismo para contratarle? No: él contrataba a quien le daba la gana sin que ningún texto tuviera que decírselo.
–Con razón los de NME siempre le estafaban sin esfuerzo–masculló el caracol.
–¡Eh! ¡Que no estamos hablando de eso ahora!– gritó Dedede enfadado.–Luego, en voz baja aunque aún en un tono furioso, le echó en cara:– lo que quiero saber es porque pones tanta dedicación en ayudar reparar un castillo que no es nuestro cuando deberías estar pensando en un plan para escaparnos.
–Pues porque me gustaría volver a casa y no pudrirme en una celda– replicó este encogiéndose de hombros.– Si bien distraer a esos guardias no debería ser difícil, lidiar con su "otro yo" y ese Meta Knight competente será mucho más complicado. Si tiene alguna idea, soy todo oídos.
–¿Y por qué debería ser yo el que te de ideas? ¡Tú nos has metido este lío y tú solito nos sacarás de él!– le recriminó Dedede.
–¡¿De verdad me está echando la culpa?!– discutió el caracol de vuelta.
– ¡Pues claro! Si no le hubieses robado esa máquina al club de fans del Meta Knight agresivo no estaríamos aquí.
–¡Pero si yo solo quería liberarle!– protestó el caracol.– Usted fue quién se empeñó en conquistar este castillo y ponerse gallito con el otro Dedede.
–Oh, venga. No actúes como si hubieses estado en contra. Recuerdo cómo te frotaste las manos con deseo cuando te propuse tomar el castillo.
–Tampoco es que tuviese otra opción, con la manera que se toma que se toma usted las negativas– protestó Escargoon. A continuación murmulló algo que probablemente era una crítica o insulto hacia Dedede.
Aquel gesto fue la gota que colmó el vaso. Sin poder reprimirse más, Dedede agarró una pala de la carretilla y golpeó con ella la cabeza de Escargoon como castigo por esa sarta de insolencias.
–Para la próxima, lo que tengas que decir lo dices alto y claro, ¿entendido?– le reprendió.
–Si señor...– dijo Escargoon, dolorido y aturdido por el golpe. Dedede apartó la mirada. "Que Exagerado. Tampoco le he dado tan fuerte," pensó con desdén.
–¿La habéis encontrado?
Dedede se giró para ver quien había preguntado eso. Un Waddle Doo se había acercado a dos Waddle Dees y se habían puesto a hablar en corrillo. ¿Estaban buscando algo? Con disimulo, se acercó a escuchar la conversación. Escargoon, quien se había recuperado del aturdimiento del golpe, debía haber tenido la misma idea, puesto que le siguió mientras se frotaba la zona en la que le había golpeado.
–Que va. Puede que algún Waddle Dee la haya cogido y la haya puesto en un lugar seguro. Pero a saber quién de todos– respondió uno de los Waddle Dees.
–Lo más probable es que haya acabado en los túneles subterráneos– sugirió el otro.–La zona donde está la habitación del rey se vino abajo completamente.
–Que mal, no quiero bajar ahí. Esos túneles dan mucho miedo...– se estremeció el primer Waddle Dee.
–¡No podemos dejar que el miedo nos detenga! Esa caja es muy importante, ya que contiene cosas muy preciadas para nuestro Gran Rey. ¡Si no la recuperamos será terrible!– exclamó el Waddle Doo.
Conque se había perdido una caja que pertenecía al Dedede inferior. ¡Seguro que contenía sus secretos más oscuros! No podía dejar pasar esa oportunidad. Rápidamente, un plan se forjó en su mente.
Paso 1: engañar a los Waddle Dees y al Waddle Doo para que le dejasen ayudar a encontrar esa caja.
Paso 2: hacerse con la caja y sus contenidos
Paso 3: en función de lo que fuera, o bien usar el contenido de la caja para chantajear al Dedede inferior o bien hacerse tan fuerte y querido como él usando sus técnicas secretas
Paso 4: ¡hacerse con el control de ese Dreamland!
Bajo el punto de vista de Dedede, era un plan perfecto y sin fisuras conjurado por una mente única y brillante.
–Perdonad, no he podido evitar oír vuestra conversación– irrumpió Dedede con fingida educación y un tono de falsa amabilidad, dando comienzo a su plan.–¿Puedo ayudaros de alguna manera?
Escargoon le miró extrañado ante su cambio de actitud, pero una rápida mirada bastó para que el caracol entendiese lo que trataba de hacer.
Los Waddle Dees, por su parte, se miraron entre ellos y empezaron a cuchichear. No parecían confiar en él. Que raro: su actuación había sido perfecta.
–Sé que no hemos empezado con buen pie– comenzó a decir Escargoon, siguiendo con el cuento.– Pero mi señor y yo queremos pasar página y redimirnos por la vergonzosa actitud que tuvimos ayer. Lo que quiero decir, es que deseamos hacer las paces con vuestro rey, por lo que nos gustaría ayudarle a recuperar algo tan preciado– mintió descaradamente. Dedede asintió para reforzar lo que el caracol había dicho.
Por suerte para ellos (y para desgracia del Dedede de esa dimensión) los Waddle Dees no sólo no eran físicamente débiles: también eran muy ingenuos. Al no conocer de verdad a Escargoon y Dedede, su naturaleza bondadosa y poco combativa les llevó a creer que las intenciones de los visitantes de otro mundo eran genuinas.
–Bueno... ¿por qué no vais vosotros con Beamy a los túneles y nosotros preguntamos a los demás Waddle Dees, sólo para asegurarnos?– sugirió uno de los Waddle Dees, señalando al Waddle Doo.
–¡Eso es una idea magnífica!– exclamó Dedede con el tono más falso de entusiasmo y amabilidad que nadie había oído nunca. Era tan falso que los vasallos del otro Dedede casi se dieron cuenta de que estaba fingiendo.
El tal Beamy indicó a Dedede y Escargoon que le siguieran, y así lo hicieron. Antes de abandonar la sala, el Waddle Doo se paró a explicar la situación a los encargados de vigilar a Dedede. Estos, por su parte, discutieron entre ellos brevemente hasta que tres de los seis miembros se separaron del resto para unirse a ellos. Dedede gruñó: deshacerse de un solo Waddle Doo habría sido pan comido.
El Waddle Doo condujo al resto del grupo a una de las pocas partes del castillo que quedaban sin arreglar pero que ya había sido estabilizada (cosa que Escargoon aclaró como "que ya no hay riesgo que se derrumbe más"). La actitud del ser le recordaba bastante al Capitán Waddle Doo, aunque su voz era muchísimo más aguda. También le resultaba extraño como este tal Beamy no era el único Waddle Doo del castillo. ¿Por qué no había más en su dimensión? ¿Se sentiría el capitán sólo siendo el único Waddle Doo entre tanto Waddle Dee?
Los pensamientos de Dedede se vieron cortados cuando el ser detuvo al grupo justo delante de un agujero en el suelo.
–Toda esta parte del castillo se vino abajo y los muebles de la habitación, o lo que quede de ellos, han acabado ahí– explicó el Waddle Doo señalando primero a un enorme agujero en el techo y segundo al agujero del suelo.– Aún no hemos tenido tiempo de arreglar esos agujeros o de tratar de recuperar algunas de las pertenencias del rey, por lo que no podemos terminar de reconstruirla.
–¿Y qué hay en esos túneles?– quiso saber Escargoon. Al igual que Dedede, debía estar preguntándose si tendrían alguna salida que podrían usar para escapar.
–Los usamos para almacenar provisiones, pero también podrían servir de refugio en caso de sitio. Aunque, a decir verdad, nunca nos hemos visto en esas circunstancias– contaba el Waddle Doo mientras sacaba una larga cuerda de un zurrón que llevaba atado al costado, uno demasiado pequeño para que semejante cuerda cupiera en él.– También hay mazmorras porque según nuestro rey "todo castillo que se precie debe tener una mazmorra". Nunca hemos encerrado a nadie en ellas, así que creo que están ahí para aparentar.
–O sea, que los túneles son un sótano glorificado– señaló Escargoon.
–Básicamente– admitió el Waddle Doo mientras daba un extremo de la cuerda al trió de Waddle Dee y lanzaba el otro extremo al agujero.
–Je. Temerle a un simple sótano. Esos Waddle Dees de antes eran muy infantiles ¿no cree, majestad?– se burló Escargoon.
Dedede, sin embargo no respondió. Se había quedado paralizado al mirar al profundo agujero. Estaba muy oscuro, demasiado oscuro. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir como si esa oscuridad quisiera comerle vivo.
¿Por qué tenía la sensación de que no era la primera vez que se sentía así?
–Escargoon, ve tu primero– le dijo a su lacayo. No era que tuviese miedo, era solo por precaución. El nunca había tenido miedo en su vida. Si estaba temblando, era por el frío.
–¿Y por qué yo y no usted?– protestó este.
–¡Porque es una orden y ya sabes lo que pasa si desobedeces mis ordenes!– le amenazó mientras señalaba a su puño izquierdo con la mano derecha.
Escargoon pareció captarlo, puesto que de nuevo se frotó la cabeza.
–Está bien, pero sólo porque no quiero que se forme el numerito...– cedió finalmente el caracol.
El Waddle Doo sacó un farol del zurrón y se lo dio a Escargoon, quien comenzó a descender. La luz del farol no tardo en verse en el fondo del agujero, que resultó no ser tan profundo como lo había hecho aparecer la oscuridad.
–¡Señor! ¡¿Va a bajar o qué?!– oyó gritar a Escargoon.
–¡Ya voy, pesado!– le gritó Dedede mientras él también comenzaba a bajar.
Dedede bajó la cuerda con un poco de esfuerzo y llegó junto a Escargoon. Aunque el farol alumbraba un poco, seguía estando muy oscuro. Dedede no pudo contener un escalofrío, cosa que llamó la atención de su lacayo.
–Uf, que frío hace aquí abajo, ¿no?– mintió mientras se frotaba las manos como si necesitase entrar en calor.
Escargoon le dirigió una mirada llena de sospecha, pues le conocía bien y sabía que estaba fingiendo, pero no hizo ningún comentario al respecto.
–Esos deben de ser los restos de la habitación de arriba– señaló Escargoon, extendiendo el farol hacia un montón de restos.– Si nadie se la ha llevado, la caja debería estar ahí.
–¿Pues a que estás esperando? ¡Ponte a buscar esa caja, rápido!– le ordenó Dedede mientras le quitaba el farol, ansioso por estar lo más cerca posible de la única fuente de luz.
Escargoon masculló algo por lo bajo y comenzó a rebuscar entre los restos. Pasados un par de minutos (que a Dedede se le hicieron eternos), Escargoon recogió algo metálico tras apartar unos tablones de madera que debían haber pertenecido a un armario o una cómoda.
–¡Es esto, señor!– exclamó Escargoon, orgulloso de su hallazgo: una caja metálica que ahora extendía ante su rey. Debía ser bastante robusta, puesto que solo se había abollado un poco pese al derrumbe. Por suerte para ellos, se había abollado lo suficiente para reventar la cerradura.
Tras dejar rápidamente el farol en el suelo, Dedede arrancó la caja de las manos de Escargoon y comenzó a abrirla con una sonrisa maliciosa. ¡Por fin tenía los secretos de su contraparte en la mano! Pronto aquel Dreamland sería suyo. Ya podía ver a la multitud alabando su nombre, las montañas de tesoros, las ofrendas de comida...
Sus ambiciones murieron en el acto al ver lo que contenía la caja. En su interior no había artefactos malignos u objetos capaces de dar poder, ni tampoco había facturas de empresas malvadas o planos de máquinas destructoras.
El contenido de la caja era una medalla con un cristal que no parecía nada valioso, una colección de dibujos que parecían hechos por niños pequeños a excepción boceto de un retrato del Dedede inferior hecho con una técnica bastante buena (aunque seguro que él habría salido más guapo en el boceto), fotografías que variaban en antigüedad pero poco interesantes del Dedede inferior con una variedad de personas (de las cuales Dedede sólo reconocía al Kirby y Meta Knight de esa dimensión y al Waddle Dee de la bandana), y un diario.
En resumen, solo eran recuerdos.
–¡¿Esta basura es el "preciado" contenido de la caja "importante"?!– bramó Dedede, mientras ponía la caja a la altura de Escargoon para que el también viese su contenido.
–A ver... – decía Escargoon mientras examinaba el contenido de la caja. El caracol sacó el cristal–medalla y le dio un par de toquecitos.– Esto podría venderse a un precio decente pero a parte de eso no parece tener ningún poder especial. Lo demás no nos sirve, salvo que su contraparte sea de los que vuelcan su corazón en un diario.
–¡Pues empieza a leerlo, a ver si sacamos algo útil de ese corazón!– ordenó Dedede mientras sacaba el diario de la caja y se lo tiraba a la cara a Escargoon.
Escargoon se quitó el diario de la cara de mala gana y empezó a leerlo por la primera página:
"Querido diario.
Por Nova, ¿por qué siempre se empieza con algo tan cursi? Pero bueno, no estoy aquí para debatir sobre esto. Se supone que Bandana Waddle Dee me ha regalado esto para dejar plasmadas mis actos y obras en caso de que si algún día alguien decide hacer una biografía sobre mi persona (algo que obviamente ocurrirá puesto que soy el ser más guay y fuerte de este planeta) tenga algún documento de referencia en el que pueda ver mi visión. En mi opinión, es una gran idea pero solo hay un problema: me da pereza tener que..."
Mientras Escargoon leía la luz del farol parpadeó un par de veces. Dedede sintió que temblaron sus piernas. Si se apagaba, quedarían expuestos a esa oscuridad.
–Eso no dice nada importante. Es sólo el Dedede inferior divagando. ¿Puedes saltar a algo interesante?– apresuró Dedede al caracol.
Escargoon echó un vistazo rápido a las entradas del diario.
–Pues parece que aquí, solo habla de sus aventuras con el Kirby y el Meta Knight de esta dimensión y el que supongo que es el Waddle Dee de la bandana. También habla de competiciones como ¿la decimoquinta carrera gourmet? Eso suena raro y un desperdicio de comida... Igualmente, no parece este Dedede escriba mucho, aunque lo poco que hay ya es más que lo que ha escrito usted desde que nació.
–Escribir es una pérdida de tiempo– replicó Dedede con desaire.
–Y leer también, por lo visto–comentó Escargoon.
–Pues sí, especialmente si son cosas que no nos sirven. ¡Busca algo jugoso en ese libro y marchémonos de aquí lo antes posible!–le exigió.
–¿Pero por qué tanta prisa? ¿Acaso tiene miedo?–preguntó Escargoon con sarna.
–No, no, no. Es porque... van a sospechar que estamos tramando algo si no volvemos rápido. Y, puestos a volver sin nada que nos sea útil, mejor devolverle la caja a ese Waddle Doo y quedar de buenos que volver con las manos vacías y echaros más sospechas sobre nuestros hombros– improvisó Dedede, ocultando sus verdaderos motivos.
Escargoon parpadeó un par de veces, perplejo ante lo que había dicho Dedede.
–Eso tiene sentido. Demasiado viniendo de usted– dijo el caracol, aún un tanto pasmado.
–¿Qué quieres decir con eso?– preguntó Dedede irritado, intuyendo que el caracol le estaba insultando de algún modo.
–Nada, nada. Voy a seguir leyendo, – se encogió este sobre si mismo antes de devolver la vista al diario.
Escargoon pasaba las hojas, leyéndolas por encima con velocidad, hasta que algo pareció llamar su atención lo suficiente para detenerse. Con una expresión seria, el caracol empezó a leer:
"Querido diario.
Llevo bastante tiempo sin escribir, ¿Verdad? Bueno, aquí creo que no ha pasado tanto tiempo, para para mi ha sido una eternidad.
Yo no estoy listo para plasmar por escrito todo lo que ha pasado en la Tierra Olvidada. Necesito tiempo. Todos están preocupados por mi, en especial Bandee. Él creía que rellenar esta entrada sería terapéutico, pero no puedo. Aunque estoy bien. De verdad que estoy bien...
El tema del que quería hablar es que no sé que le pasa a Kirby conmigo. He intentado retarle a un combate, pero se ha negado. ¡Él nunca se había negado a combatir contra mí! Dice que ahora mismo no le apetece luchar contra mi, que prefiere que vayamos los cuatro de picnic y que considera que debería centrarme en descansar y recuperar fuerzas. ¡Pero si estoy en plena forma! Estoy tentado de volver a mis antiguas costumbres para obligarle a luchar justamente contra mi, pero creo que a estas alturas eso haría más mal que bien."
Espero que todo vuelva a la normalidad pronto."
–Parece el Dedede de este mundo ha tenido una mala experiencia– comentó Escargoon, en un tono contemplativo.–Me pregunto que le habrá pasado. Con lo fuerte que parece...
–¿A quién le importa?– gruñó Dedede, sin entender porque a Escargoon de pronto le preocupaba el Dedede inferior.– ¡Dudo que podamos usar eso en su contra si ni siquiera ha dado detalles de lo que pasó! ¿Hay algo más en ese librucho o podemos guardarlo en la caja e irnos ya?
–Hay una entrada más– informó el caracol tras pasar la página.
–¿Pues a qué esperas para leerla?
"Querido diario. ¡Se me ha ocurrido un plan genial!"
¿Un plan? Aquello prometía.
"Hoy Leon se ha puesto en contacto conmigo a través de Elfilin por algo urgente.
Dice que le sabe mal pedirme ayuda después de lo que pasó, pero yo no tengo nada en contra de el. El sólo fue otra victima en todo eso... Incluso si hizo cosas de las que fue medio consciente, sería hipócrita de mi parte estar enfadado con él.
Pero eso no es el tema de hoy. El tema es que Leon y los demás necesitan mi ayuda. Hace poco un río se ha desbordado y ha destrozado gran parte de las guaridas de la zona "Naturaleza Utópica". No tienen recursos para reconstruir antes de que que llegue la época de cría, lo cual dejará a muchos sin hogar. La ciudad Waddle Dee tampoco tiene recursos suficientes para ayudarles: tuvieron que reconstruir media ciudad después de la última "broma" de Marx.
Más parpadeos del farol. ¿Era él o se estaban volviendo más frecuentes?
–Lee más rápido, Escargoon– ordenó Dedede, con creciente nerviosismo.
Así que me ha ocurrido un plan para matar dos pájaros de un tiro: un torneo benéfico. Todo lo que la gente done irá destinado a ayudar a reconstruir esas guaridas. Tenemos que dar un gran espectáculo si queremos que haya espectadores y donaciones, ¡así que Kirby no podrá negarse en ir con todo a por mi! Además he prometido que no habrá nada de máscaras que ocultan poderes oscuros en su interior.
Bueno, ya te contaré lo que ocurre cuando celebremos el torneo. ¡Esta vez no perderé!
(PD: En serio, no se en que momento se me ocurrió comprarle esas máscaras a ese tipo tan sospechoso. No fue mi momento más brillante. ¡Nunca te fíes de un vendedor de máscaras con una sonrisa feliz que da repelús! A puesto a que esas dos máscaras ni siquiera eran su mercancía más maldita...)"
–¿Y ya está? ¿Me estás diciendo de verdad que lo único que mi otro yo tiene planeado es un torneo y encima benéfico? Me decepciona. ¿Dónde están las maquinaciones astutas que acaban con Kirby siendo expulsado de Dreamland? ¡Mis planes son mil veces mejores!
–Lo que usted diga, señor– dijo Escargoon mientras ponía los ojos en blanco.– Lo de esas máscaras suena interesante, la verdad– volvió a centrarse. Si pudiéramos conseguirlas... –Ah no importa. La entrada termina con "menos mal que Kirby las destruyó".
–¿Entonces no tenemos nada? ¿Esto ha sido una pérdida de tiempo?– preguntó Dedede, ocultando su creciente miedo con irritación. El farol había vuelto a parpadear otra vez, esta vez más veces y más rápido. ¿No parecía el aire también como cargado de electricidad estática?
–Parece que sí. El Dedede de esta dimensión está limpio– dijo Escargoon mientras guardaba el diario.– En fin, creo que será mejor que nos mar...che...mo...nos
Es rostro de Escargoon se puso pálido a la vez de pavor se dibujaba en él. El caracol levantó una mano temblorosa para señalar algo que había a la espalda de Dedede. Temiéndose lo peor, y en contra de que su instinto le gritase que no lo hiciera, Dedede se giró lentamente para ver que era lo que había aterrado a Escargoon.
La oscuridad le devolvió la mirada.
El miedo de Dedede fue liberado en un forma de un grito que retumbó por todo el castillo.
– – –
Beamy volvió a asomarse una vez más al agujero. Los dos visitantes de la otra dimensión se estaban demorando en encontrar la caja. ¿Quizás estaban rebuscando a fondo, les habría pasado algo o estaban haciendo algo que no debían?
Beamy llevaba muchos años trabajando en el castillo, por lo que había visto al Gran Rey en sus momentos más egoístas y avariciosos. Ese Rey Dedede alternativo le recordaba a esos tiempos, aunque el buen fondo que su rey siempre había tenido parecía estar enterrado muy muy profundo en este caso, si es que existía y ese gesto de querer ayudar no había sido más que pura fachada. Beamy prefería mil veces como estaban las cosas ahora comparada a esa época (el Gran Rey incluso parecía más feliz que en aquel entonces pese a sus malas experiencias por el camino), pero mentiría si dijese que recordar aquellos tiempos de planes absurdos para llamar la atención no le llenaba de nostalgia.
El Escargoon alternativo, por su parte, le resultaba más sarcástico e hiriente que el que él conocía. También, dada la situación en la que había acabado, parecía ser alguien al que no le importaba meterse en problemas si eso le reportaba un beneficio, en lugar de alguien que buscaba una vida tranquila y sin preocupaciones aunque manteniendo cierto estatus social.
–Esos dos están tardando mucho, ¿no creéis?– dijo el Waddle Doo acercándose a sus compañeros, quienes habían atado la cuerda a un pilar y ahora jugaban a las cartas.– Espero que no anden cotilleando el diario del rey o me veré obligado a usar mi ataque rayo para castigarles– rió Beamy. Los Waddle Dees pusieron los ojos en blanco al oír "ataque rayo".–¡Oye! A qué vienen esas caras? ¿Acaso no me estáis tomando en serio?– protestó dando un fuerte pisotón en el suelo.
En ese instante, un grito de horror surgió de las profundidades del castillo.
Beamy y los Waddle Dees se acercaron corriendo el agujero. ¿Le habría pasado algo malo a la versión alternativa del Gran Rey?
Su respuesta le llegó antes de lo que pensaba, cuando una silueta salió volando desde lo profundo del agujero.
La figura se quedo flotando en el aire unos momentos, analizando al Waddle Doo y a los Waddle Dees durante unos instantes, como debatiéndose si merecía la pena lidiar o no con ellos. Beamy reconocía a esa criatura, y le provocaba el mismo terror que la primera vez que la había visto años atrás.
Era Dark Matter, en su forma espadachín.
Ese ser había poseído al rey mucho tiempo atrás, y solo había salido de cuerpo después de un combate contra Kirby. Aunque, en aquel entonces, no había estado envuelto en un aura extraña. Le recordaba a los hologramas que le gustaba usar a la chavala esa de la empresa que una vez mecanizó Dreamland.
Dark Matter había ensartado su espada por la espalda del abrigo del Dedede alternativo, quien parecía haber perdido el conocimiento, haciendo que este colgase de ella desafiando la gravedad. El Escargoon alternativo no estaba con ellos. Debía seguir abajo.
–¡Retirada!– ordenó a sus compañeros, aterrado. Los Waddle Dees no se lo pensaron dos veces y salieron corriendo. Beamy se les unió. Sabía de sobra que de ningún modo un Waddle Doo y tres Waddle Dees podrían derrotar a Dark Matter.
Pero sabía de alguien que esta vez no caería víctima de la oscuridad.
